Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    Arita Hayes

    Arita Hayes Iniciado

    Virgo
    Miembro desde:
    1 Enero 2012
    Mensajes:
    7
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    A 3MSC
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1633
    Capítulo 1:

    Día viernes muy temprano por la mañana, unos minutos más y el juicio finalizaba. No podía seguir aguantando.

    "El día pasa, pasa que estás de pie en algún lado y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor."

    Esas palabras llegaron a su mente mientras se mantenía sentado en la silla del juzgado, esperando a que le dictaran su condena de una buena vez. Algunas vagas imágenes llegaban a su subconsciente, recordaba cómo golpeaba una y otra vez brutalmente a un hombre, el mismo hombre que estaba a unos pocos metros suyo.

    "No quieres ser el estúpido hombre al que le has reventado la cara."

    El rostro ensangrentado y desfigurado del tipo aquel, con los ojos hinchados, la boca cortada cuando lo tomaba fuertemente del cuello de la camisa y lo insultaba, no lograba olvidar, esas imágenes no se iban.
    —El diagnóstico señora Juez, son quince puntos aquí y en esta tengo otros veinticinco. —Declaró bajo juramento ese tipo, el cual lo estaba demandando, señalando cada una de las partes dañadas de su estructura facial.

    "Ni tampoco tu padre, ni tu hermano, ni nadie de tu estúpida familia."

    Se volteó un poco hacia atrás en busca de las personas en las cuales acababa de pensar. Y ahí estaban. Sólo se limitó a volver a darse la vuelta y bajar la mirada.
    — Póngase en pie el acusado.—Ordenó la Juez mientras dirigía su mirada al susodicho.
    Daniel Kuso, más conocido como Dan, joven con unos diecinueve años de edad, cabellos alborotados de un color castaño y ojos profundos y rojos mezclados tenuamente con un tono café, rebelde, mujeriego, extrovertido ¿Qué más? Un caso perdido. —Este tribunal declara al señor Daniel Kuso culpable de un delito de agresión y le condena a dieciocho meses de cárcel, pena que le será conmutada por una multa de seis mil euros al carecer de antecedentes penales. Se levanta la sesión. —Finalizó su veredicto golpeando el estrado con su mazo de madera.

    "Ni quieres ser la señora Jueza, ni siquiera quieres ser tu. Sólo quieres salir corriendo."

    De inmediato, al terminar de escuchar a la señora, se direccionó hacia una puerta y caminó a paso veloz.
    —A partir de ahora debes tener cuidado, y sobre todo con un abuso tan violento como este porque te la juegas, una denuncia más y no podremos hacer nada, debes tratar de controlarte o irás directo a prisión. —Le advirtió su no tan joven abogado que venía tratando de seguirlo a casi saltos apresuradamente. Pero él, ni siquiera lo escuchó, lo único que hizo fue sacarse su chaqueta formal y entregársela a su hermano mayor Alex que venía a su otro lado, mientras que este mismo le pasaba otra chaqueta pero ésta de cuero negro la cual le quedaba a la perfección.
    —Te estás enterando Daniel.—Sentenció su padre con un tono no tan pasivo a comparación con su abogado. Y otra vez no los tomó en cuenta.
    —¿Por qué no ha venido mamá?—Cuestionó prestando más atención a su camino.
    —Porque está de viaje.— Le informó su hermano.
    —Y no me llames Daniel—Lo desafió con la mirada. —Sabes que no me gusta que me llamen así. —Al seguir caminando llegó hasta unas escaleras, y las bajó rápidamente saliendo a un estacionamiento fuera del edificio.

    "Salir a toda costa del sitio en el que estás."

    Al subirse a su transporte, una motocicleta similar a la Chopper LX250-B en negro, hizo rugir el fuerte motor por un momento y arrancó disparándose hacia la carretera para ir a quién sabe dónde. Tanta rabia y enojo que llevaba consigo mismo hacían que esté amargado.

    Una joven muchacha se encontraba en su habitación, revisando y arreglando cada detalle en sí para estar totalmente preparada al ir al colegio. Tomó su falda escocesa a cuadros, tenía una camisa blanca ajustada, una corbata azul y un par de medias del mismo color, luego de ponerse sus zapatos se roció encima un poco de su fragancia favorita, llevaba el cabello suelto hasta un poco más arriba de la cintura. Terminaba de echar un vistazo al espejo de pies hasta cabeza y recoger sus útiles escolares cuando escuchó el llamado de su prima Julie Makimoto y se encaminó hacia la salida de su hogar.
    —¡Apresúrate Runo!—Le volvió a insistir su, además de prima también, amiga que se encontraba a un lado del automóvil de su tío, el padre de Runo.
    —Relájate, vamos a llegar a tiempo.—La tranquilizó ya subiendo al vehículo en la parte trasera. Ambas de la misma edad, diecisiete años, ingresaban a la misma secundaria y vivían juntas en casa de Runo porque los padres de Julie se encontraban de viaje.

    Dan esquivaba audazmente y muy veloz todos los vehículos que se le atravesaban en su camino por la avenida en la que transitaba. Iba con mucha siempre, a la velocidad que él acostumbraba manejar siempre, y hubiera seguido de no ser por el semáforo que en una esquina cambió a color rojo. Detuvo su moto y se dedicó a observar el panorama frente a sus ojos. A una poco distancia notó la presencia de un auto negro y lujoso que le llamó la atención sin saber por qué. Quería descargar lo que llevaba dentro y comenzó a pensar en cómo hacerlo.

    —Así que terminaste con Jaison, ¿No?—Inició la conversación su acompañante ahí atrás, quien sacaba de su bolso un espejo junto con un lápiz labial. No se sorprendió, se lo estaba esperando por parte de su prima.
    —¿Cómo lo sabes?—Le preguntó sin perder detalle en cómo cambiaba el lápiz labial por un rímel.
    —¡Ay, por favor Runo! Todos lo saben—Hizo una pausa para guardar sus elementos. —Sólo quería escucharlo de ti. —La miró suplicándole para que le dijera lo que tanto quería escuchar.
    —Es cierto, ¿Cuántas veces voy a tener que repetirlo?—Admitió resignada.
    —¡Sí! ¡Es genial Runo! Cuéntame cómo fue, por favor.—Le seguía insistiendo muy animada.
    —Sabía que no te agradaba.—Recostó su cabeza sobre la ventanilla del auto pensando en ese chico, y luego oprimió un botón para que ésta bajara. Necesitaba aire fresco, las preguntas de su prima siempre la mareaban.
    —Pero prima, por favor. ¡Quiero saber!—Le seguía rogando y forzando su voz a una más chillona aún.
    —No quiero hablar de eso, ¿Si? Ya está.—Cerró sus ojos para respirar profundo, no quería que su amiga la viera triste y miraba hacia afuera del transporte perdiéndose en el horizonte.

    Tan atento que se encontraba, observando el vehículo ese, de repente una cabeza apareció, no podía ver el rostro de esa persona, sólo reconoció que era una mujer y ahí entonces, una idea llegó a su mente.

    "Y de repente ocurre, algo se acciona y en ese momento sabes que las cosas van a cambiar, y han cambiado."

    —¡Fea!—Le gritó desde su posición, quería molestar a otra persona para que sintiera lo que él sentía. Hacer enojar mucho a alguien y así poder descargase. —¡Sí, tu!—Seguía llamándola hasta que la chica, por fin decidió prestarle atención y se volteó a verlo. Cuando realizó este movimiento, él no podía creerlo. No era nada fea, en realidad, todo lo contrario. Se quedó paralizado un momento al observarla, tanta belleza lo abrumó.

    "Y que a partir de ahí, ya no volverán a ser lo mismo. Nunca, y cuando ocurre lo sabes."

    Ella solamente le desvió su mirada, volviéndose hacia el frente, no entendía por qué ese desconocido la insultó de ese modo. Pero, Dan no iba a rendirse tan fácilmente. Poniendo en marcha su motocicleta, se acercó hasta ella, y posó su mano sobre la de la chica. Se sentía atraído, raro. Al tener ese contacto de piel con ella se sintió muy diferente.
    —Fea. —Le repitió en forma de susurro y le dedicó una sonrisa encantadora. La reacción inmediata de la muchacha fue apartarse de él y quitar muy rápido su mano. Lo miró a los ojos y no podía formular palabra, mucho menos algún insulto. También se sentía extraña, y no podía creerlo. Algo debía arruinar ese momento para ellos, el semáforo, cuando cambió a verde, su automóvil avanzó separándolos, y dejando a Dan muy atrás e inmóvil. Era increíble como alguien se atrevía a decirle eso, porque ella muy bien sabía que no era así. Lo maldijo con la mente unas cuantas veces y le dio gracias a Dios y a todos lo santos de que por suerte, su papá no logró notar nada de lo que había pasado.
    —Oye Runo, ¿Quién era ese?—La volvió a hostigar Julie, acercándose hacia ella.
    —No tengo idea. —Afirmó confundida.
    —No te creo, tu lo conoces. Es guapo y lo quieres para ti sola.—Dijo en burla y con un gesto raro.—Esta bien, porque no es mi tipo. —Terminó con una expresión curiosa.
    —No es así. —Le reprochó siguiendo confundida.
    Luego, en un momento, sin notarlo llegaron a la entraba de su colegio. Las dos jóvenes bajaron y trotando fueron hasta su curso.
    —Te dije que llagábamos a tiempo, Julie.—Concretaba Runo mientras iba perdiéndose por los pasillos de la institución donde circulaban un montón de otros estudiantes.
    —Nos salvamos por un pelo de rana calva. —Le comunicó amargada.

    Estacionó su motocicleta cerca de una barrera de cemento que rodeaba la carretera, había llegado a una costanera donde podía apreciar la vista al mar que tenía justo en frente, también al despejado cielo con un hermoso tono celeste. Miraba con cierto interés, y más aún cuando se acordaba de esa chica del auto, su extraño color de cabello y sus ojos. Pensó en que los siguientes días serían más especiales, algo muy dentro suyo se lo decía.

    Continuará..
     
    • Me gusta Me gusta x 4
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso