Él lo cambió todo

Capítulo 8: You make me crazier

¿Quedarme viendo a Jess abrazadita a Edward o salir por patas cuanto antes? Mmm... Sin duda, me quedo con la segunda opción.

Oh, vamos... Esto era insoportable.
Después de que la entrometida Jessica y sus "colegas" apareciesen en escena, nos quedamos esperando a nuestros hermanos en los bancos junto al lavabo.
Jess, aprovechó cualquier oportunidad para engancharse al brazo de mi hermanastro y no tenía pinta de querer soltarse... Aunque Edward tampoco mostraba mucha resistencia, que digamos.

La escena cada vez se me hacía menos llevadera. Desde el principio había intentado ignorar a los creadores de mi tormento, pero las risitas coquetas de Jess me ponían histérica. A demás de las infinitas miradas de furia que mi ex-amiga lanzaba en mi dirección, con toda la discreción posible por su parte. Su comportamiento me ponía enferma… ¿A caso no se había dado cuenta de que Edward no se había zafado de su agarre? ¿De que continuaba conversando con ella sonriente? ¿De que pasaba totalmente de mí?
No, al parecer no se había percatado de ello.

Vale, vale… Bella, tranquila. — me calmaba mi conciencia.

¿Tranquila? Tranquila era mi segundo nombre en aquellos momentos. ¡Bah! Sólo porque Edward miraba a su acompañante con aquellos ojos esmeralda o porque le sonreía amablemente no iba estar celosa.
¿Bella, celosa? De ninguna de las maneras.

Ni si quiera me gustaba Edward. No, no me gustaba. Simplemente había sufrido algún tipo de lapsus momentáneo aquella tarde y había creído que, tal vez, sentía algo por él o que, tal vez, él sentía algo por mí… Ahora me daba cuenta de lo estúpido que sonaba eso. Enamorarme de mi hermanastro… Sólo se podía clasificar como: Im-po-si-ble.

Jess parecía muy interesada en ganar el “premio” o el “trofeo” que suponía para ella conquistar a Edward. Si eso era lo que se traía entre manos, adelante, era todo suyo.

A Bella le importa un comino con quién esté o deje de estar Edward Cullen. Sí, eso es.

—No pensaba que teníamos compañía. — escuché la voz de Rosalie en la lejanía.

Pronto, volví a la realidad y vi que Emmett y su novia ya estaban con nosotros.
Edward se había levantado junto al banco, con Jessica sin separarse un centímetro de su lado.

—Hale, hola. — La saludó, la antipática voz de mi ex –amiga. — Pasábamos por aquí cuando vi a Eddy. Hemos pensado que podríamos acompañaros esta noche. Al fin y al cabo, cuantos más seamos mejor. ¿No os parece? — ¿Cómo conseguía hablar tanto aquella chica?

Emmett miró a Rosalie, quien tenía la vista fija en Edward. Éste se encogió de hombros y su hermana respondió al fin con una sonrisa, pero no tenía pinta de estar muy contenta.

— ¡¿Pero qué diablos es esto?! — chilló, alarmada, una voz de soprano que conocía muy bien.

Miré a Alice, quien acababa de llegar con el mareado Jasper cogido de su antebrazo.
Ella me señalaba con el horror reflejado en sus ojos azabaches. Por un momento me asusté, pensando que se trataba de algo grave, hasta que habló de nuevo.

— ¿Bella, que es esa cosa horrible que llevas puesta? — Entonces entendí que se refería a mi camiseta.

Reí por el drama que estaba montando.

—Sólo es una camiseta, Alice. — la aludida se cruzó de brazos, esperando a oír más de la historia. — Me mojé en una atracción y Edward me consiguió otra ropa. Ya está. — concluí, sonrojándome un poco al mencionar el nombre de mi hermanastro.

¡Céntrate! ¿No quedamos en que no te gusta? — me regañó una voz en mi cabeza.

Cierto, cierto. No me gusta, no me gusta.

Mi hermana frunció el ceño y se dirigió a Edward.

—Creí que tenías mejor gusto, hermanito. — se quejó. — Ahora Bella está así por tu culpa. — Alice se veía muy graciosa haciendo un puchero al estilo “bebé indefenso”.

Edward rodó los ojos.

A partir de aquello, incluimos a Jess en todos nuestros planes. Si a mi hermanastro le hubiese importado el estar toda la noche con su “fan número 1”, alias: Jessica Stanley, habría intentado quejarse, hubiese sido lo más lógico. Pero el señorito no comentó nada cuando Emmett propuso ir al Pub- Karaoke “Celestial” situado a unas cuantas calles de distancia, según los conocimientos de Jasper. Si no oía ninguna queja por su parte, estaría encantado de que su fan nos acompañase esta noche.

Le gusta, Bella. ¡Supéralo! — La dichosa voz en mi cabeza no paraba de dar la lata.

¿Superar? ¿Qué tenía que superar? Nada, absolutamente nada. Yo estaba muy bien caminando al lado de Alice y su novio, viendo a Jess comerse con los ojos a Edward… Como decía; nada que superar.

Después de un tiempo recorriendo las calles de Forks, ahora iluminadas por las bombillas de colores que iban de una farola a otra y formaban figuras en el aire, llegamos a las puertas de un local. Había una cola de jóvenes esperando para entrar, al igual que nosotros. Nos colocamos tras una pareja y esperamos a que avanzara la fila.

Finalmente, el portero nos dejó pasar al interior, pero antes me fijé en las enormes puertas de cristal, situadas en el centro de una pared llena de carteles con el nombre del Pub por todas partes.

El ambiente dentro era espectacular. Las paredes carmesí y la barra del bar con cientos de botellas y licores, le ofrecian un aspecto muy fiestero. La música sonaba a todo volumen mientras un inexperto muchacho, quizá de mi misma edad, cantaba "I like it". Reconocí la canción de Enrique Iglesias que hacía ya tanto que no escuchaba.

Ahora entendía tanto traje de gala y demás; "Celestial" estaba hasta arriba de adolescentes bien vestidos. Chicas con deslumbrantes trajes de noche y chicos muy bien arreglados.
Ahora me arrepentía de no haberme preocupado más por mi aspecto.

Yo estaba totalmente perdida allí, pero Alice me agarró del brazo e hizo que la siguiera a través de la gente.
Emmett se movía al ritmo de la música que sonaba mientras caminaba y Rosalie reía a carcajadas al contemplar a su novio haciendo semejante ridículo. Jasper no se quejaba y andaba mirando al suelo sin dirigirse hacia Emmett en ningún momento. Creí escuchar que mascullaba algo como “No le conozco, yo no le conozco…” por lo bajo. Adiviné que se avergonzaría del novio de su hermana.
Ajenos a todo esto, Edward caminaba delante de nosotros y Jess apoyaba la cabeza en su hombro. ¿Qué se creía? ¡¿Qué era su novia?!

Bella…— me avisó mi subconsciente.

No importa. Que crea lo que quiera, me da absolutamente igual.

Los colegas de Jessica rodeaban a su amiga y conversaban animadamente entre ellos.

Con un movimiento de cabeza, mi hermanastro señaló dos mesas vacías frente al escenario del local. Por una vez, los músculos de Emmett servirían para algo más que para asustar a la gente. Con un rápido movimiento, juntó las dos mesas y cada uno se apoderó de una silla. Para mi desgracia, me tocó sentarme justo al lado de la “parejita”. Había tenido suficiente visión de su “amor y cariño” por una noche, gracias.

— ¿Lo de siempre? —preguntó mi hermano mayor con una sonrisa que le achinó un poco los ojos.

—Sí y asegúrate que nos hacen descuento esta vez. — respondió Edward, quien interrumpió su conversación con Jess por unos minutos. — E invitas tú, recuerda. —señaló a Emmett con el dedo índice.

—Tranqui, no se me ha olvidado. —respondió éste con voz cansada.

Vale… No me estaba enterando de nada.
Cuando Emmett se marchó entre las miles de mesas del Pub, la conversación general de nuestro grupo se centró en “La última vez”. Todas las frases que escuchaba eran “Os acordáis cuando…” y “Recordáis aquella vez que…”. Todas las anécdotas pasadas me eran ajenas y me sentía excluida.
Por fin, alguien se dignó a responder a todas mis dudas.

¡Maldición! Es Edward...

Había inclinado a un costado su cabeza para colocar sus labios más cerca de mi oído.

—Se refieren al año pasado, cuando vinimos a este Pub también. —me susurró, acercándose más. El cosquilleo de su respiración en mi oreja hizo que se me erizase el vello de los brazos. — Ahora ya sabes cual es la tradición Cullen. — soltó una pequeña risa que hizo que se me pusiese la carne de gallina.
¿Por qué no podía apartarse un poco? ¿O por qué no me apartaba yo? Ah, claro. Porque era una completa idiota.

Asentí con la cabeza ante sus explicaciones y me crucé de brazos. El corazón aún latía descontrolado en mi pecho por el mero hecho de tener su cara a tan poca distancia de la mía.

Jessica tosió un poco y volvió a atraer la atención de Edward.

¿Estás segura de que tienes la situación controlada? ¿No te gusta, cierto? —me preguntaba en mis pensamientos la incansable voz.

Todo está bajo control. Sólo estoy nerviosa por el Pub. ¿Vale?

Estaba hablando con mi conciencia… Definitivamente, algún que otro tornillo no andaba bien en mi cabeza.

— ¡Ya he vuelto! —informó la voz de Emmett, quien traía una bandeja enorme llena de vasos de cristal de todos los colores. — Haber; un Cosmopolitan... — dejó un vaso con una bebida rojiza y blanca frente a Jasper. — Uno de piña y otro de cerezas. — colocó dos vasos más, uno amarillento y otro rojo escarlata, frente a Alice y Rose. — El de melón para “moi” —sentenció, con una pobre imitación del francés, situando otro vaso verde jade frente a su silla. — ¡Ah! Edward, el tuyo de naranja, ya lo sé. — le alargó el vaso con líquido anaranjado y el aludido le dio un pequeño sorbo.

—Fantástico, como siempre. — Edward se relamió los labios, lo que me provocó un revoltijo de mariposas en el estómago. Ante esto, inspiré y exhale varias veces por la nariz para tranquilizarme.

Emmett seguía de pie frente a nuestra mesa con las bebidas sobrantes en su bandeja. Todas eran de un rojo coral y de las copas sobresalían unas pajitas de distintos colores.

—No sabía que pedir para los demás, así que…—centró la bandeja en la mesa. — Aquí tenéis; Cóctels de fresa. —fruncí el ceño ante la mención de una bebida alcohólica. Nunca me había interesado emborracharme y no tenía intención de hacerlo ahora. — Prueba uno, Bella. —me miró con ojos de cachorrito "estilo Alice" al ver mi expresión negativa. — Te gustaran. Son de fresa, fresita. —alargó aquella última “a” y balanceó el vaso en mis narices, haciéndome respirar un olor dulce.

Torcí mis labios y al final agarré la bebida. Mi hermanastro había aprendido de Alice en cuanto a persuasión.

Todos los acompañantes de Jess, incluida ella, escogieron una de las copas y comenzaron a beberla. Recordaba que mi ex –amiga estaba acostumbrada a probar el alcohol, ya que siempre bebía cuando salíamos a discotecas en el pasado.

— ¿Bella, acaso te has decidido con la bebida? —preguntó la “fan número 1 de Edward”, con un atisbo de burla en la voz.

Los demás nos miraron con confusión y yo me avergoncé al ser la única que jamás en su vida había probado un Cóctel.

En un arrebato de furia contra Jess, le di un gran trago a mi bebida de golpe. Creedme, deseé no haberlo hecho. La cabeza me dio un vuelco cuando engullí de un sorbo el líquido demasiado frío. Los dientes se me calaron, pero me dejó un gusto dulce en la lengua que me gustó.

Después de aquello, miré a Jessica desafiante. Ésta se apartó el pelo de la cara y se enzarzó en una conversación con Edward, quién tenía una expresión preocupada en los ojos o tal vez divertida. No lo supe descifrar muy bien.

Pasamos un tiempo comentando las bebidas, el Pub y Emmett quejándose del escandaloso precio que le habían cobrado. Excepto, claro estaba, la “parejita”. Ellos parecían ajenos a todos nuestros comentarios. ¿Tan interesante sería su charla?

— ¡Hora de sacar mi talento a relucir! —mi hermanastro mayor se levantó de la silla de sopetón y gritó aquello, haciendo una posturita de Superman o algo parecido.

Su novia rió disimuladamente, tapándose la boca con la mano.

— ¡Espera! —intervino Alice, sacando algo de su bolso blanco. — Jasper te acompañará. —miró al aludido con un brillo en los ojos y finalmente dejó ver lo que tanto buscaba; una cámara fotográfica digital de color fucsia. — ¿Verdad que sí, cariño? —preguntó con una sonrisita angelical.

Jasper sonrió, pero su sonrisa se asemejó más a una señal de socorro que a cualquier otra cosa.
Su novia dio un saltito en la silla y encendió su cámara.

—Venga, hermano. ¡Vamos a darle caña! —No me creía que realmente fuesen a cantar. ¡Dios mío! Esto sería buenísimo para echarnos unas risas.

Me acerqué más a Rosalie, quien se sentaba a mi derecha, y dejé a Edward con su “fan” a la izquierda.

Al fin habían subido los dos locos al pequeño escenario, decorado con luces de discoteca verdes y azules iluminando el centro.
Emmett le entregó un micrófono a Jasper, pero éste último se debatió por algo con mi hermanastro. Al final acabaron saludándonos con expresión de pánico. ¿Miedo escénico, quizá?

La melodía comenzó a sonar y me ilusioné al ver de qué canción se trataba. Danza Kuduro retumbaba en el Pub, produciéndome un leve zumbido en la cabeza, mientras Emmett comenzó con la letra:

—La mano arriba, cintura sola. ¡¡Da media vuelta, Danza Kuduro!!

Entonces, se intercaló Jasper mientras su acompañante agitaba los brazos y saltaba por todas partes.

—No te canses ahora, que esto solo empieza. Mueve la cabeza, Danza Kuduro.

El público se animó a acompañar el ritmo con palmadas y los “cantantes” se ilusionaron aún más viendo la aceptación que recibían.
No podía dejar de reír, mezclando el sonido de mis carcajadas con las de Rose y mi hermanastra.

En acabar el espectáculo, Emmett lanzó besos al aire y saludó como si se tratase de una estrella de cine. Como él no había nadie, lo aseguro.
En ese momento, me entró curiosidad por Edward y miré hacia mi izquierda de reojo.

Jess se reía con falsas carcajadas, lo notaba hasta yo misma, pero Edward realmente lo estaba pasando en grande. Lo supe al contemplar aquellos pozos esmeralda tan expresivos que tenía por ojos y el brillo que desprendían. Además de su melodiosa risa, acompañada de, ya su característica sonrisa torcida.
Por algún extraño motivo, quise empujar a Jess lejos de mi hermanastro y reírme yo con él.
En cuanto me di cuenta de lo que pensaba, desterré esa idea de mi cabeza.

—Es hora de nuestro querido Edward. — tarareó Jasper cuando se reunió con nosotros de nuevo en la mesa. — Vamos, te toca hacer el ridículo a ti. — le dio una palmada en la espalda.

Cuando se sentó, Alice le felicitó por su gran trabajo en el escenario y comenzó a enseñarle las fotos que había hecho.
Rosalie besó a su novio y no quise interrumpir su intimidad, así que le di otro sorbo a mi Cóctel.

—Bella, tu tampoco has salido aún. — Oh, no…— No te escaparás, es tu primer año en nuestra tradición. —sonrió Alice maléficamente y me levantó de la silla. — Tú y Edward haréis una pareja estupenda. — Se acercó a su hermano y lo empujó fuera de su asiento.

Me puse nerviosa ante la mención de la palabra “pareja” y en un intento desesperado por librarme de hacer el ridículo delante de mi hermanastro, miré a los demás, quienes parecían muy ocupados con sus bebidas o conversando. A excepción de Jess, que intentaba matarme con los ojos. Sus puños se crispaban sobre la mesa y su cara cada vez estaba más roja.

—Alice, creo que…—intentó quejarse Edward.

—Nada de peros. — Alice le lanzó "su mirada", con la que entrecerraba los ojos y no sabía cómo, pero conseguía asustar hasta a Emmett. Por lo que mi hermanastro se calló al instante y esperó a que yo comenzase a caminar.

¿Pero en donde te has metido? ¿Has visto la cantidad de gente que hay aquí? — la mini-Bella de mi cabeza no paraba de dar la lata.

Sí, lo he visto. ¡No hace falta que me lo recuerdes!

Andaba hacia adelante, mirando mis manos cuando pasé a través de un telón y llegué frente a las pocas escaleras que subían al escenario. Me paré en seco al notar los labios de Edward contra mi oreja de nuevo. ¿Por qué esa sensación tenía que ser tan terriblemente irresistible? Espera, mejor olvidemos que he dicho eso…

— ¿Estás asustada? — susurró, produciéndome un cosquilleo en el oído y en el estómago.

—No. —levanté la cabeza. Ante todo con orgullo, sí. — ¿Asustada? Para nada. —le miré a los ojos.

— ¿Seguro que quieres subir ahí? — señaló el escenario con un gesto de cabeza y me sonrió torcidamente, de manera tan deslumbrante, perfecta y…

¡Basta! Concentración, Bella. Con-cen-tra-ción.

—Claro que sí. —me crucé de brazos y subí despacio los escaloncitos.

Edward me siguió, riendo mientras decía algo así como “Cabezota…”, si no entendí mal.

Una vez arriba, me quedé estática ante millones de ojos que casi no pestañeaban.
Temía por la canción que nos podría tocar cantar. ¿Y si era tan humillante como la de Emmett y Jasper? Sería el hazmerreir de todos para el resto de mi vida.

Mi mano derecha sostenía el micrófono y, en ese instante, noté un leve contacto en la otra. Edward me apretó levemente la mano y me sonrió. ¿Era su manera de tranquilizarme? Porque no estaba funcionando… Al contrario, tenerle allí, junto a mí y con su micrófono preparado para cantar un dueto conmigo, me ponía el triple de nerviosa.

El sonido de una guitarra o un violín y el ritmo lento de una canción revoloteó por los altavoces de la sala.

¡No podía ser verdad! ¡¿Cantar una balada con Edward?!
Las piernas me temblaban sin parar y si alguien no detenía esto, hasta podría darme un ataque al corazón dentro de poco.

La pequeña pantalla situada a los lados del escenario, mostraba que me tocaba empezar con la letra a mí. No necesitaba consultar la mini-televisión, había escuchado Crazier, de Taylor Swift, demasiadas veces para sabérmela de memoria.

— I never gone with the wind… Just let it flows, let it take me where it wants to go…Till you open the door, there's so much more…. I've never seen it before… — la voz me vibraba y, a pesar de que el micrófono ampliaba el campo sonoro de ésta, dudo que se escuchara demasiado bien.

— I was trying to fly, but I couldn't find wings… You came along, and you changed everything…— No tenía ni idea de que la voz masculina de Edward quedase tan bien en esta canción. De nuevo, salió a escena mi estúpida manía de morderme el labio.

Mi hermanastro tenía sus ojos puestos en los míos y sabía lo que venía ahora; el estribillo, el cual teníamos que interpretar los dos juntos.

—You lift my feet off the ground, you spin me around…You make me crazier, crazier… Feels like I’m falling And I, lost in your eyes… you make me crazier, crazier, crazier…— Nuestras voces se fundieron en una sola y todo nuestro alrededor quedó reducido a oscuridad, con un solo foco iluminándonos

Con forme la letra avanzaba, me sentía mucho más cómoda y parecía que realmente le estaba cantando a Edward y él a mí.

Pronto, llegamos a la última parte de la canción.

—Baby you showed me what living is for, I don't want to hide anymore…— canté, sonrrojándome. Ahora era cuando saber ingles me servía de algo.

— You lift my feet off the ground, You spin me around…You make me crazier, crazier…— la voz de Edward era tan incredible que no podía dejar de mirarle embobada mientras me cantaba ese tramo del estribillo final.

—Feels like I'm falling And I, I’m lost in your eyes…You make me crazier, crazier, crazier…— ¿A caso habían hecho la canción para mí? Porque realmente, yo sí me perdía en los ojos esmeralda de Edward…

—Crazier — concluyó él.
—Craizer— concluí yo.

Las luces volvieron a aparecer y salí de mi ensoñación estando despierta. No conseguía despedir la vista de la mirada de Edward y él tampoco intentaba gran cosa por apartar la suya.

Sólo me di cuenta de que nos rodeaba muchísima más gente cuando los aplausos comenzaron a retumbar por el Pub y, sin querer, una sonrisa se asomó por mis labios. Mi acompañante sonrió también y me aplaudió a mí.
Mi corazón no podía sentirse más alocado en este momento y mis mejillas ardían sin parar.

Dejé el micrófono en una mesita, justo al lado de la mini-pantalla con las letras de las melodías y bajé las escaleritas del escenario, escondidas entre el telón.

— ¡Bella! —escuché la voz más atrayente del mundo, pero no me giré por miedo a que se notara mi descomunal sonrojo. — Has estado genial, no sabía que cantabas tan bien. —me alagó, intensificando con eso mis coloretes.

¿Lo dice en serio o sólo por hacerme un cumplido?

En fin, me daba igual, ahora mismo me encontraba flotando entre nubes, estrellas, angelitos y todo lo que podría imaginarse.

Edward dio la vuelta para colocarse frente a mí y avanzó en mi dirección, haciendo que yo retrocediese hasta chocar mi espalda con una pared, justo al lado del escenario.

Al igual que anteriormente, la banda sonora de la canción que acababamos de cantar nos acompañó.

Edward posó una de sus manos a un lado de mi cabeza, apoyándola contra el muro. Mi respiración se tornó descompasada, al igual que la suya cuando volvió a acercar su cabeza a la mía, esta vez más despacio. Sus labios casi tocaban los míos y, a pesar de que mi cabeza soltaba una sarta de maldiciones, gritos y preguntas sin respuesta, los ignoré y me centré en el momento que estaba a punto de vivir con Edward.
Mi labio inferior quedó atrapado por su boca, la cual se movía contra la mía, adaptándose perfectamente a su forma. Sentí calidez y suavidad en su gesto.
Pronto, el beso se intensificó y pude notar su rápida respiración contra mi cara, al igual que mis incesables respiraciones contra la suya.
El contacto de su antebrazo alrededor mi cintura hizo que diese un respingo, pero poco a poco fue acercándome más a su cuerpo. Yo no oponía resistencia, me era imposible pensar con cordura.
Sin ni siquiera saber el porqué de mi acción, rodeé su cuello con mis brazos y continuamos acariciando nuestros labios, fundiendo nuestras bocas.

No quería que acabara aquel momento; después de todo lo que había intentado convencerme, después de las estupideces que me había dicho a mí misma… Todo se había ido a pique, pero no me importaba. Esto era un sueño, un auténtico sueño del que no quería despertar.
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Bueno, aquí os dejo otro capi.^^ He de decir que me he inspirado, como bien sale aquí, en la canción de Taylor Swift jaja
Os dejo unos links con las canciones de la historia (por si alguien no las ha escuchado):

*Crazier - Taylor Swift <-- Tiene un video de Edward y Bella que me encanta =)
*I like it - Enrique Iglesias
*Danza Kuduro - Don Omar

Pues.. La situación entre Ed y Bella se está poniendo interesante jeje Pero no penséis que aquí acaba todo, las cosas no serán tan fáciles para estos dos xD
Nos leemos en la continuación ^^ En fin, gracias por todos vuestros comentarios, criticas constructivas, "me gusta", etc. Me dan fuerzas para seguir escribiendo =)