~YOLO.

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por Muninn, 28 Julio 2013.

  1.  
    Muninn

    Muninn Iniciado

    Escorpión
    Miembro desde:
    14 Julio 2012
    Mensajes:
    33
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    ~YOLO.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2149
    Título: Yolo.
    Pareja: Nevel Darkhearth [OC] & Juliun Giorgaina [OC] [Insinuación].
    Tipo: One-Shot.
    Cantidad de palabras: 1.725 sin contar el título.
    Advertencias: Aunque es sólo una insinuación, doy a entender que las protagonistas acabarán por ser pareja. Por lo tanto, yuri.
    Género: Fantasía.
    Nota (s): Bien, un one-shot basado en la saga "Percy Jackson y los Dioses del Olimpo", de Rick Riordan. Sólo puedo decir que "la idea principal", o sea el concepto de un campamento para semidioses o incluso el que Hestia esté allí cuidando la hoguera, es suya; los personajes principales son míos, son OCs.
    Este escrito es simplemente una escena, una ocurrencia de mi mente para expicar cómo estos dos personajes se conocieron u . u El título es algo... Extraño, pero no se me ocurría nada. Cuándo os acerquéis al final quizá lo comprendáis.
    *La palabra "YOLO" esta formada por las iniciales de "You Only Life Once".
    *Nevel es la hija del dios primordial de la oscuridad Érebo, y Juliun, siendo por ello una mestiza algo peculiar, es la hija de Átropos, la mayor de las tres moiras.
    *La cabaña once es dónde se encuentran los hijos de Hermes, dios de los ladrones.

    ~YOLO.

    Juliun observaba a través de la oscuridad, en un rincón del salón en el que podía pasar desapercibida. En el centro, una hoguera, una llama chisporroteante e imponente de un rojo intenso, que reflejaba el estado de ánimo de todos los semidioses allí. Al lado, cuidando de ella, una pequeña niña con un sencillo vestido marrón, y cuyos ojos parecían reflejar increíblemente bien el avivado fuego. O bien, los propios ojos eran así, cómo una cálida llama encendida. No podía adivinar su muerte, así que supuso que sería algún ser sobrenatural –vio poco probable el hecho de que fuera un dios.
    Pero lo cierto, es que su atención se centraba en las pequeñas parejas o grupos, alejados del centro del salón. La hoguera iluminaba el centro, pero ellos se salían de su alcance y sólo se atinaba a ver sus sombras o a oír sus alegres risas. Pero todo era lo mismo, la misma rutina que estaba acostumbrada a… preveer. Miró a la derecha: herida mortal, veneno, desangre… Ahora a la izquierda, y siguieron más visiones de muertes dolorosas. A pesar de su mirada indiferente, realmente esperaba encontrar a alguien que no muriera de esa manera. ¿Cómo mirar a ese alguien con cariño? ¿Cómo reír con alguien que sabías que iba a morir de forma tan desafortunada? Ni siquiera ella tendría una muerte natural, y aunque eso era normal entre los mestizos, lo verdaderamente anormal era que se la provocaría ella misma. No se consideraba débil…

    —Ey. —una voz tranquila, femenina, simpática; fue ese tipo de voz la que la sacó de sus pensamientos. La exaltó, pero giró su rostro con lentitud, mostrando lo flemática que era.

    ***

    Bien, una cosa había que decirla. Nevel no se imaginaba a la hija de la diosa del destino cómo alguien tan… Pasteloso. Casi parecía una lolita. Tan femenina, con ese vestido blanco corto y con gracia, y esa figura frágil y bonita a la que daba ganas de abrazar. Y qué decir de su cabello. Verde pálido, lustroso y ondulado, recogido en dos largas coletas. Había oído algo por ahí de que era natural, ¡pero venga ya! Y su rostro, enmarcado por mechones y flequillo rectos de ese extraño tono, la hacían mona, adorable, y besable, con esos pequeños labios blanditos y pálidos. Y esos ojos verdes tan brillantes eran cautivadores, no podía dejar de mirarlos. Quizá lo que la decepcionó, mientras todo lo demás la había impresionado y encantado, cada parte de su físico, fue su inexpresividad. Sólo por eso, por esa faceta obsesiva que asustaba a más de uno, quiso que sonriera y que riera, para que todo cuadrara.

    No apartó su sonrisa agradable mientras se agachaba y sentaba a su lado, cruzando las piernas y mirándola fijamente. Nunca había sido muy dada a aguantar la mirada, pero con la de ella lo hizo con gusto.

    —Me llamo Nevel…—extendió la mano y amplió más su sonrisa antes de continuar. — Vaya, nunca me hubiera imaginado a la hija de una de esas viejas así.

    ***

    Juliun la miró atentamente mientras se movía, sin cambiar la expresión. La única persona que se le había acercado en todo su primer día allí, era de sexo femenino. Toda vestida de negro, con un estilo algo masculino –en realidad le recordaba a las típicas chicas soldados de las películas. Pelo negro, anómalamente pálida y con unas rayas negras que le rodeaban los ojos, extendiéndose un poco más en puntas en cada extremo. Esto desviaba la atención de sus extraños ojos. Calmos, con la alegría que caracterizaba –de momento. – a esa joven, pero escalofriantes también. Sus ojos se asemejaban a la niebla, incluso parecía que los colores grises se retorcían lentamente cómo esta. Juliun sentía cómo si debajo de toda esa alegría, algo se estuviera moviendo debajo, algo que la niebla no podía ocultar del todo; una sombra. Por lo demás, era alguien de figura esbelta, pechos prominentes y cara bonita. Alguien deseable para cualquiera.

    Y enseguida, el flash de la misma chica oscura que tenía delante vestida de blanco y aún más pálida, muriendo en medio de la inconsciencia estirada en una camilla, entre los angustiosos pitidos del cardiógrafo. De la herida mortal de un monstruo. A los treinta y un años recién cumplidos. Sol… Se quedó con las ganas cuándo vio una mano, extrañamente idéntica a la suya y con un esmalte verde idéntico a su favorito, agarrar la mano de la fallecida.

    Ladeó la cabeza para despejarse. La mano podría ser de cualquiera.

    —Juliun…—respondió en un murmullo.

    Apartó su mirada de sus misteriosos ojos grisáceos y la colocó, junto a su mano derecha, en la mano notablemente más pálida de la chica de hebras negras. Ignoró su observación, pero tomó nota de lo temeraria que era Nevel al llamar así a su madre y a sus tías.

    Le devolvió su penetrante mirada verde y fue al grano, con voz cadente y neutral, en un murmullo tranquilo.

    — ¿Qué es lo que quieres? —nadie se había acercado a ella en todo el día que llevaba allí desde que había previsto acertadamente la muerte de uno de los heridos media hora antes de que ocurriese, con sólo mirarlo una sola vez. ¿Por qué esa chica sí?

    ***
    Los ojos de Nevel se iluminaron, y un travieso hoyuelo apareció en su mejilla. Su tono tranquilo era tan cautivante. Pero no es sólo tranquilo, no, pensó, buscando entre su escaso vocabulario una palabra que se adecuara. Pero no encontró sólo una. Elegante, firme, calmo, neutral, envolvente… Su frase le pareció ahora más corta y simple de lo que era, y quiso hacer hablar más y más a esa exótica criatura inexpresiva. A sus ojos, ahora con un notable brillo eufórico casi demente –sospechoso. –, Juliun en sí, se había convertido en una obsesión. Tendría que averiguar su horóscopo, su lugar de nacimiento, su grupo sanguíneo, el significado de su nombre, sus aficiones, sus ídolos… Su historia entera. Tenía mucho trabajo.

    — ¿Cuándo moriré? —ahora la respuesta no le era tan interesante, pero seguía permitiéndole oír su voz. Por eso decidió alargar un poco más su respuesta. — ¿Cómo?
    Cuándo se enteró de la llegada de esa inusual mestiza, enseguida pensó en que pudiera responderle a esa pregunta. ¿Cuánto faltaba para que se acabara todo eso? Todas esas huidas y esa envidia a las chicas normales que aún a los dieciséis años le tenían respeto a la oscuridad, que no hablaban con doppelgängers. Y toda esa servidumbre a un padre que nunca la quiso. Porqué, ¿cuál era la otra opción? ¿Unirse a un caníbal competitivo que devoró a sus propios hijos o a una madre obsesiva? No, no, no. Se quedaba cómo estaba, en el bando de los más cuerdos para aguantar menos gilipolleces y a esperar su inevitable muerte.


    ***

    Juliun observó su extraña reacción con inexpresividad. Era cómo si se hubiera interesado en ella de repente, con sólo oír su pregunta. ¿Sería de estas personas a las que les atraía la gente segura? Vete a saber. La cuestión es que ya se hacía a la idea de su relación, la típica chica hiperactiva e impulsiva, algo demente y con complejo de antihéroe, con su amiga seria y pasiva. Espera. ¿Relación? Tenía una gran intuición de la que se fiaba, aunque sus habilidades sólo consistían en pensar en una muerte cualquiera. En realidad no la pensaba ella exactamente, simplemente le venía una a la cabeza y decía inconscientemente: Sí, esta estará bien para él/ella. No tenía dedos suficientes en el cuerpo cómo para decir cuántas veces se había sentido cómo una gran hija de puta al pasar siquiera esa frase por su mente.

    Su sorpresa se notó cuándo oyó su pregunta. Había supuesto que los demás mestizos no se le acercaban por querer disfrutar su vida y no preocuparse por el cuándo, ya que todos suponían que no iba a ser tranquila. Y suponían bien, de hecho.

    — ¿Por qué quieres saberlo?

    Su sonrisa se hizo más notable.

    —Quiero saber el momento de mi liberación.

    Juliun alzó las cejas y sus ojos verdes se llenaron de escepticismo.

    —Liberación. —repitió, aunque era más bien una pregunta.

    La sonrisa se ensanchó un poco más, pero fue menos abierta y con una pincelada amarga. Nevel rompió el contacto visual con ella por primera vez, pero sólo por unos segundos aguantó mirar al suelo teniendo esos brillantes ojos verdes allí.

    —Problemas. —dijo, y su sonrisa había recuperado una buena porción de su carisma.

    Juliun parpadeó una sola vez. Problemas. Ella entendía de eso.

    —Entonces si te lo digo te obsesionarás con la fecha. —se levantó y se sacudió la falda de su vestido. La celebración había acabado. — Y créeme, con lo cerca que está, deberías olvidarte de esos problemas y vivir.

    Nevel esbozó una sonrisa genuina y desvío su mirada, aún sentada. Disfrutar su vida, sí. Cuándo pensó en ir a preguntarle cuánto tiempo le quedaba, en ese momento, su escudo de demencia y estrés y bipolaridad entre buen y malhumor había sufrido una grieta importante. Pero las palabras de la de extrañas hebras verdes le dieron pegamento y un trozo con el tamaño exacto al del agujero.

    —Sí. —susurró, y se levantó, sacudiéndose la parte trasera del pantalón de camuflaje, por costumbre más que por necesidad. Le tendió la mano y sonrió de forma galante. — Te acompaño a… —su sonrisa fue sustituida por una expresión que, en un principio era pensativa y que después se volvió curiosa. — Tú no tienes cabaña propia todavía, tienes que presentar el diseño y demás… —paró cuándo se dio cuenta de que divagaba, y Juliun decidió que definitivamente, Nevel era alguien muy expresivo. — ¿En cual estás?

    —La once. —murmuró, y no vio necesario cogerle la mano. Aunque rechazar el gesto le provocó incomodidad, más aún cuándo Nevel le sonrío al retirarla. — Vamos. Quiero llegar antes que todos ellos para asegurarme de que no “desaparece” nada*.

    El hecho de que casi pudiera ver las comillas provocó que Nevel soltara una sonora risotada mientras Juliun caminaba ya. Sí, en ese momento estuvo segura de que le iba a encantar conocer a alguien cómo Juliun.

    Se movió rápido y a amplias zancadas, posicionándose al lado de la chica de extrañas hebras verdes, dispuesta a averiguar sobre ella algunas de las cosas de su lista. Lo primero era saber si su color de cabello era natural.
     

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