Sus ojos llenos de lágrimas observaban en el espejo su cuerpo desnudo, las lágrimas se unían a las gotas de agua que se deslizaban por su piel, rastro vivo de que acaba de bañarse. Se arañó los brazos y el vientre mientras el llanto se acrecentaba, creando nuevos surcos rojizos sobre su pálida piel que se sumaban a unos aún frescos. Se odiaba. No había nada en ella que alguien pudiera amar. ¿Quién iba a querer estar con ella?, ¿qué haría cuando el amor pasara, cuando una sonrisa no fuese suficiente? ¿Cuando sus ojos se fijaran en otra... qué sería de ella? La soledad le abría la puerta y la recibía con los brazos abiertos. Era una manzana picada. Algo que ya nadie amaría. —Ya no queda nada de mí...
Ouch, no deseo a nadie pasar por una situación así. Espero que tú no te estés sintiendo de esa manera :/ y si es así. Mantente fuerte. Es terrible lo que nuestra propia mente puede hacernos a veces. El peor enemigo que podríamos tener es uno mismo. Saludos, buen escrito.