Historia larga Duality Paradox

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Gamenor, 16 Enero 2017.

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    Gamenor

    Gamenor Usuario común

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    16 Enero 2017
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    Título:
    Duality Paradox
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    37
     
    Palabras:
    2074
    Título Provisional: Vínculum et Perditio
    Trama:
    Lizzie es una chica de 15 años con un grave problema, no sabe cual de las realidades que ha vivido es la correcta. En una, ella es una jugadora que fue invitada a probar un nuevo dispositivo de Realidad Virtual extremadamente inmersivo, en la otra, vive en un mundo que perfectamente podría ser sacado de un videojuego, pero los recuerdos le dicen otra cosa. ¿En quien y en que debe confiar?
    Nota: Este relato lleva algunos capítulos adelantado en otro foro. Link al post original. Pero es de mi autoría. Además, aún no he decidido si este será o no el título definitivo. Además he decidido dejar citas célebres como decoración al inicio de cada capítulo.

    Capítulo 1.

    Lo importante es en que ficción crees.
    -Orson Scott Card

    Toda la multitud pedía la sangre de aquella chica. Solo yo podía darles lo que pedían.

    Fue una decisión difícil, realmente. Pero ¿No era la única forma de liberarla de todo lo que estaba a punto de pasar? ¿De enviarla de vuelta a nuestro mundo? En realidad, nadie sabía si morir era una salida, ni siquiera yo estaba segura de ello.

    Había sido una pesadilla, una muy real. Maia, mi amiga de toda la vida, había sido condenada a la pena de muerte por ser una protegida, un grave delito contra todo lo bueno. Los protegidos, como se llamaban ellos, eran un grupo de gente capaz de desatar el caos más inmenso jamás visto. Pero hacía siglos que los últimos protegidos habían huido de la civilización hacia los ríos de fuego, aquel juicio no tenía sentido, ni era justo, se veía a kilómetros que la pobre Maia no tenía defensa alguna.

    - Ayúdame, Lizzie.

    Suplicaba con todas sus fuerzas, o las pocas que le quedaban después de horas de tortura, que no la maten. Como gota que colmó el vaso, era deber de la casa de mi padre encargarse de las ejecuciones públicas, por lo que la tradición dictaba que debía ser yo quien ejecutase a Maia, pues mi padre no estaba en la ciudad... Venía temiendo que ese sueño se hiciese realidad por una buena razón. Decidiese lo que decidiese en ese caso, lo perdería todo.

    Tuve, además, otro sueño esa noche, aunque al levantarme ya no lo recordaba tan claramente como el otro.

    Pero no era momento de preocuparse de ese tipo de cosas, de lo que podría pasar. Hice el esfuerzo de obligarme a pensar en mi día a día como siempre que tenía aquel sueño. Me puse lo primero que encontré, no es que hubiese mucho de donde escoger, ya que siempre terminaba regalando mi ropa a alguien o arruinándola, por lo que casi siempre tenía unas tres o cuatro prendas de cada tipo.

    Escuché, entonces, una voz familiar. Era mi madre, llamándome para desayunar, como todas las mañanas.

    - Ven, Lizzie, o Reginald se terminará su desayuno y el tuyo. -

    - Y será tu culpa por obligar a un perro a comer como humano. - Le respondí en tono de broma, no se lo tomó bien a pesar de que no tuve intención de ofenderla. -

    - Pues ven que vas a perderte algo. - Dijo ella, había algo raro en su tono de voz, así que me apresuré y bajé. Efectivamente, en cuanto vi a aquel hombre lo supe, era mi padre.

    - Alexander. - Dijo mi madre con algo de enfado y resentimiento en su voz.

    - ¡Rose, Liz! - Tenía una sonrisa en su rostro, pero esta se desdibujó al recibir una patada en las partes nobles. - Supongo que me lo merecía. Sé que no es correcto estar lejos de ustedes tanto tiempo, pero tuve un buen motivo. -

    - ¿Mejor motivo que evitar que tu hija deba matar a alguien siendo tan joven? - Dijo mi madre, estaba realmente enfadada.

    - No voy a hacerlo, y lo saben. - Interrumpí.

    - Lizzie, esta noche vamos a necesitar leña. - Dijo entonces mi padre, cortando la discusión en dos como con un hacha- ¿Podrías ir a traer un poco? No vayas a lo del gordo ese, ve a buscarla al bosque, así nos aseguramos de que no nos vuelve a estafar con esa madera que no se quema. Y para que quede claro, fue el mismo rey quien me encargó irme, nunca tuve intención de hacerlo, pero simplemente no podía negarme.

    Mi madre no se tenía intenciones de dar la conversación por terminada, se veía en su mirada, así que decidí ir hacia el bosque como me ordenaron. Simplemente tomé una carretilla y fui hacia el norte, tomando el camino que atravesaba el pueblo, que era el más largo. No tenía intención de volver a mi casa pronto, no con mis padres discutiendo.

    Seguí caminando por el pueblo hasta pasar por el gremio de profesores, donde me encontré con Maia. Recordé el sueño que había tenido y por un segundo me asusté, pues en el yo finalmente decidí matarla. ¿Por qué lo había hecho?

    - Te ves mal, Liz ¿Ha pasado algo? - Claro que estaba preocupada, a pesar de que había intentado disimular todo el camino, ella me conocía desde hace mucho.

    - Nada, mi padre regresó a casa. - Le resumí con la esperanza de que siguiera preguntando.

    - Eso es bueno, pero, entonces ¿Por qué estás así? - Dijo. Se veía que sospechaba algo.

    - Prefiero no decirlo ahora ¿Quieres acompañarme a buscar leños?

    - En realidad vine a matricularme en el gremio de profesores, lo siento, luego te alcanzo si puedo. -

    Y así, me volví a quedar sola. Compré unos panes para comer en el día, definitivamente no planeaba volver temprano a casa. Pasaron horas mientras buscaba leños que estuviesen secos, me tomaba la molestia de quemar algunos de esos leños para asegurarme de que la humedad no los hubiese dejado inservibles, luego los apagaba como podía. No llevaba prisa alguna.

    En un momento sucedió que me adentré un poco más que de costumbre en el bosque y escuché una voz. Era un hombre pidiendo ayuda, una parte de mi sentía miedo de adentrarse más en el bosque y de las intenciones de aquel hombre, pero finalmente decidí que podía y debía ayudarlo. Retrocedí a una zona del bosque que ya conocía y dejé la carretilla con los leños allí, aunque llevé conmigo un leño grande, que podría servirme para defenderme llegado el caso. Luego fui hacia donde escuché la voz a toda prisa. Aquel hombre seguía pidiendo ayuda, cada vez gritaba más fuerte.

    El bosque se hacía cada vez más y más espeso, haciéndome difícil el paso. Veía ardillas y otras criaturas huir de mi mientras agitaba y arrancaba la maleza en un intento por hacerme paso y finalmente lo encontré. Era un hombre escuálido, casi esquelético, vestía una manta negra que le cubría de la cintura a las rodillas. Tenía heridas por todo el cuerpo, desde el cuello hacia abajo, algunas de las cuales estaban aún abiertas. Hice el esfuerzo de imaginarme como podía aquel hombre seguir vivo, no pude, parecía como un esqueleto apenas pudiendo sostenerse.

    - Te he estado esperando. - Me dijo, era extraño que dijera eso, muy extraño, y parecía convencido de lo que decía.

    - ¿Por qué? - Pregunté con miedo.

    - ¿Sabes lo que dicen de este bosque? Es el mejor lugar para encontrar la paz interior. -

    - No, no lo sabía. -

    - Perdóname, estoy un poco mal. Me equivoqué de bosque. -

    - Estás mal, sí, tenemos que llevarte al pueblo. - Dije, recordando que estaba allí porque quería ayudarlo.

    - No.- Se negó cuando intenté tomarlo de un brazo.

    - Déjame ayudarte. - Le dije, algo enfadada.

    - No puedo volver allá, no, pero tu... Cuídalo por mí. -

    Murió, habiendo pronunciado esas extrañas palabras. No pude evitar pensar a que se refería, mientras, decidí darle un digno entierro, aunque al final, solo acabé cubriéndolo con una pequeña capa de hojas, y regresé a casa con los leños. Mis padres ya no discutían, es más, no se hablaban en absoluto. Pasaba lo mismo cada vez que mi padre debía irse algunos meses fuera por órdenes del rey o algún otro motivo, yo casi me había resignado, pero aún dolía lo suficiente como para querer evitar verlos mientras discutían.

    Aquella noche, tuve un sueño diferente, se sentía incluso más real que el resto de mis sueños. Como si hubiese vivido eso antes, pero, era a su vez, tan extraño. No conocía muchas de las palabras que yo misma pronunciaba y, aun así, las decía tan naturalmente, y los lugares y la gente eran muy diferentes a lo que yo conocía.

    ...

    No podía creerlo, pero ahí estaba, frente a mí se hallaban las oficinas de Greenware S.R.L. el futuro de la industria de los videojuegos. Sería una experiencia única en mi vida. Según me habían contado el ARP (Procesador de Realidades Artificiales) estaría disponible dentro de unos diez años y sería accesible a la clase media alta dentro de otros cincuenta años más, y yo había sido seleccionada para participar en la primera fase de pruebas, junto a otros cientos de jugadores de todo el mundo.

    En cuanto entré al edificio sentí el contraste entre el calor pesado e implacable del verano en Silicon Valley y la fresca caricia del aire acondicionado. Pronto teníamos a una típica secretaria rubia guiándonos por una serie de pasillos y soltando un monólogo sobre la compañía como si fuese nuestra guía turística, siendo a veces interrumpida por un par de chicos que al parecer estaban interesados en trabajar allí. Yo prefería analizar lo que veía por mí misma, al fin y al cabo, fue eso lo que me trajo aquí. Mi artículo "Paisajes y Videojuegos" en el periódico escolar. Emar Kephy, el C.E.O. de Greenware, nos esperaba por fin. Primero dio un breve discurso sobre la industria de los videojuegos y su compromiso con el medio ambiente, aunque se sentía como un discurso preparado, incluso más artificial que el de la secretaria, solo le faltaba sostener un papelito en la mano o mirar directamente a un punto detrás nuestro para delatar que no había tenido tiempo de preparar esa parte del discurso o, quizá, que no era lo que más le importaba. Finalmente llegó a una parte interesante del monólogo, donde hablaba del ARP y, si bien su oratoria no mejoró mucho, si se le veía más interesado.

    - El Procesador de Realidades Artificiales es, sin duda, uno de nuestros mejores logros, y no lo digo solamente por orgullo. Este es el futuro de la industria, imagínense pasar sus vacaciones en una aventura épica y única generada solo para ustedes. No es un título como Leech, que genera un mapa aleatorio pero mantiene la misma historia, o Pandracon que genera varias historias únicas en un mundo pre-generado, esos eran meros experimentos, la punta del iceberg.- Cuando dijo esto, me sorprendí mucho, Leech y Pandracon habían revolucionado la industria hacía dos años, eran los dos únicos títulos que Greenware lanzó al mercado y solo con ellos se cubrieron de gloria, y de suficiente dinero para comenzar a desarrollar el ARP, por lo que parecía.- Una vez dentro- Continuó- Probablemente se sientan diferentes, quizá algún mareo, eso es que su cerebro está asimilando el ARP, ya que resulta un tanto invasivo- Uno de mis compañeros levantó la mano para preguntar.-

    - ¿Entonces, es peligroso? -

    - Al contrario, el efecto de mareo es mínimo, como cuando te subes a una montaña rusa para niños. Ahora si me permiten comencemos. ¿Primer voluntario? -

    Levanté la mano inmediatamente, estaba ansiosa por probarlo. Me llevaron a una sala casi completamente blanca y vacía, salvo por un tubo que tenía una gran puerta abierta y parecía aún más blanco que el resto de la habitación. Me indicaron que me parase en él, luego presionaron unos botones y, sin cerrar la puerta, el tubo se inclinó hacia atrás, hasta quedar completamente horizontal.

    - En cuanto inicie la simulación, tus recuerdos serán reemplazados por los de tu personaje hasta que salgas de ella. - Dijo Emar.

    - ¿Qué? - Respondí, alarmada, en el mismo momento que la puerta se cerró de repente, golpeándome en la cabeza.
     
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    Capítulo 2.

    Lo esencial es invisible a los ojos.
    -Antoine de Saint-Exupéry


    Desperté al día siguiente, con un fuerte dolor de cabeza. Era temprano por la mañana, tan temprano que mis padres aún no estaban despiertos, lo cual era muy raro. Quise volver a dormir, pero una extraña sensación me detuvo de intentarlo. Sentía a mis pies algo frío, áspero y húmedo, como escamas de reptil. Alcé la vista y efectivamente, había una criatura pequeña, de intensos colores del matiz del azul, y de aspecto draconiano acurrucada a mis pies. Me asusté tanto ante la visión de aquella criatura que salí de mi cama de un brinco. A lo cual la criatura reaccionó enroscándose de forma tal que ocultaba su cabeza con su cola.

    - Lo siento.- Dijo entonces el dragón. Me pareció extraño, ya que los dragones son famosos por su temperamento y poder, que uno de ellos se asuste ante una humana y se disculpe era algo completamente diferente a lo que esperaba. Entonces me pareció escucharlo llorar. Entonces me vino a la mente la escena de ayer, el hombre que enterré me dijo "Cuídalo" pero no me dijo que se supone que debía cuidar. ¿Será este dragón? ¿La última voluntad de aquel hombre era que yo cuidase de el?

    - Tranquilo.- Le dije al ver que seguía llorando, aquel pequeño dragón estaba tanto o más asustado que yo, así que decidí calmarlo. Me acerqué y comencé a acariciar su piel como si se tratase de cualquier otro animal.

    - Gracias, señorita humana, se sentía tanto frío...- Dijo, y era cierto, los reptiles, como los dragones, son de sangre fría, por lo que necesitan vivir en ambientes cálidos, como los ríos de fuego.

    - Llámame Lizzie, por favor.- Entonces, por curiosidad, decidí preguntarle- ¿Por que estás aquí?-

    - ¿Por que pregunta eso, señorita Lizzie?- Dijo, como un niño pequeño que preguntaba por que llovía a un adulto de su confianza.

    No supe que contestarle, así que me quedé callada unos segundos, pensando en alguna respuesta. Pero finalmente respondió sin que dijera nada.

    - Bueno, supongo que no lo sabe, pero lo diré, es la ley de los guardianes. Procedo a recitarla.-

    1° El guardián ha de permanecer junto a su protegido en todo momento, salvo por orden o necesidad de este último.
    2° El guardián ha de proveer lo que su protegido necesite, dentro de sus posibilidades y avisarle de cualquier peligro.
    3° El guardián no ha de poner en peligro a su protegido, salvo que sepa que dicho peligro le evita enfrentar un peligro mayor.
    4° Tras la muerte del protegido, este tiene el derecho de asignar un nuevo protegido al guardián, el protegido siempre ha de ser un humano. En este caso el nuevo protegido no puede negarse. En caso de que no haya un heredero, el guardián ha de hallar un humano que lo acepte en un lapso de siete lunas. Un guardián no puede vivir más de siete lunas lejos de su protegido, o sin uno.
    5° Un guardián ha de obedecer y mostrar respeto a su protegido.
    6° Un guardián no puede causar daño a ningún ser, salvo por orden o necesidad de su protegido.
    7° El guardián morirá en caso de desobedecer o incumplir cualquiera de estas leyes.

    No lo podía creer, ahora era una protegida, y no podía hacer nada para evitarlo. Hacía mucho tiempo, los protegidos habían sido proscritos por nuestra ley, estaba prohibido serlo, hablar de ello y muchas otras cosas relacionadas, a tal punto que no se sabía exactamente que eran, que hacían, o por qué estaba prohibido serlo. Pero ahora yo lo sabía, poseía conocimiento que se suponía que no debía saber, y podía morir por ello. Entonces reaccioné.

    - Solo por ser mi guardián, ya me estás poniendo en peligro por la ley de los humanos.-

    - Lo sé, Señorita Lizzie, es por eso que los guardianes tenemos el poder de volvernos invisibles, y de volver inaudibles nuestras conversaciones. De ese modo eliminamos mucho del peligro ¿O acaso dijo eso porque desea usted que me muera?- Tras decir esto, la criatura se puso a llorar de nuevo.

    - No, lo siento, no quise...- Pensé mejor las palabras que iba a decir, lo tomé en brazos y le respondí.- Discúlpame.-

    Entonces se calmó, y se volvió invisible en el momento que mi madre entraba a mi cuarto para despertarme. Claro que se sorprendió al verme ya levantada y con el pijama aún puesto, tanto que no pudo pronunciar muchas palabras, simplemente dijo, tras una pausa- Buenos días, ya estoy preparando el desayuno.- Y tras darme un beso en la mejilla cerró la puerta. Y pude retomar mi conversación con mi guardián, me di cuenta que no sabía su nombre, así que se lo pregunté, usando un tono alegre.

    -¿Y como se llama mi nuevo dragoncito guardián?- Dije sonriendole.

    - No tengo un nombre fijo, dejo que cada protegido me ponga un nombre que quiera, por ejemplo mi anterior protegido me puso Gamenor, que en su lengua materna significa pequeño dragón.-

    - ¿Y te gustaba? Porque a mi me suena a que te despreciaba por ser pequeño.-

    - El Señor Borya era un buen protegido, aunque algo duro, a veces usaba mi nombre de mala manera, pero yo me consolaba con el propio nombre, ya que Nor era el nombre del guardián de los reyes, y Gam significa hijo en el viejo idioma, así que Gamenor suena como Hijo de Nor.-

    - Entiendo... ¿Así que los reyes tenían un guardián?- Dije, ya que esa parte de la historia había llamado mi atención.

    - Si, el motivo por el que los guardianes y protegidos sean perseguidos por los humanos es un misterio.- Dijo, sin más.

    - Bien, lo he decidido, conservarás el nombre que te ha puesto tu amo anterior, es más, como apodo te diré Nor, y tu puedes llamarme Liz si quieres.- Decidí que, si no podía evitar que fuese mi guardián, entonces debería de ser mi amigo también.-

    - ¡Bien!- Dijo, saltando de alegría.- Aunque me gustaría aclarar una cosa, no soy precisamente un dragón.-

    - Cuéntame más.- Dije.

    - El término correcto para mi especie es Guiverno, una rama de la familia de los dragones.- Asentí con la cabeza y el siguió hablando.- La mayor diferencia son nuestras patas delanteras, que cumplen también la función de alas y garras, cuando la mayoría de los dragones tienen alas aparte de las patas, además los guivernos somos mas ágiles en comparación y la mayoría no producimos fuego en nuestro interior, cosa que la mayoría de los dragones comunes si pueden hacer.- Se detuvo, seguramente porque se habrá quedado sin ideas acerca de que decir a continuación. Decidí hacerle una pregunta.

    - ¿Y todos los guardianes son Guivernos?-

    - No, hay guardianes de todo tipo, dragones comunes, caninos, felinos, te sorprendería la gran variedad de guardianes que hay, pero por lo general, y sobre todo desde la prohibición, no se dejan ver.-

    Entonces mi madre volvió a mi cuarto y avisó que ya estaba listo el desayuno, el ambiente estuvo tan tenso como ayer pero al menos mi padre y mi madre no terminaron peleando como la última vez, es más, hasta pude ver un atisbo de alegría en mamá, aunque quizá solo fueron imaginaciones mías.

    - Lizzie, si quieres tomarte el día libre, por mi está bien.- Dijo mi padre, fueron las únicas palabras que salieron de la boca de algún ser humano en aquel almuerzo, aunque por alguna razón Gamenor no dejaba de preguntarme cosas, pero preferí ignorarlo. Yo era consciente de que mis padres no podían verlo ni oír lo que nos decíamos, pero prefería actuar natural.
     
    Última edición: 18 Enero 2017
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    Capítulo 3.

    Un verdadero amigo es aquel quien se acerca a ti cuando el resto del mundo te abandona.
    -Walter Winchell

    Tras terminar de almorzar salí de casa, no sin antes ponerme algo mejor que el pijama y despedirme de mis padres. Opté por llevar un vestido de cuerpo completo color gris claro que me había regalado mi abuela, y mi fular favorito, que era de color azul. No era la mejor ropa, pero al menos era algo. Entonces, al salir, pude hablar con Gamenor sin llamar demasiado la atención, era mediodía y el que no estaba almorzando todavía, estaba trabajando. Decidí que iría hacia la casa de Maia.

    - ¿Sabes? Es la primera vez que estoy rodeado de tantos humanos. - Comentó Gamenor.

    - ¿Por eso hacías tantas preguntas en el almuerzo? Es comprensible, aunque si mis padres notaban algo raro...-

    - Pero no lo harían, puedo disimular esas cosas. - Dijo con una confianza en sí mismo que hasta entonces no había visto.

    - Igual prefiero no cometer ningún descuido, de ser posible. - Dije. Añadí, tras pensar un poco- ¿Y puedes hacer otras cosas? - Realmente sentía curiosidad por ello. No me imaginaba como un ser tan pequeño podría protegerme tan solo volviéndose invisible.

    - Si, los guardianes desarrollamos algunas habilidades con el tiempo, por ejemplo ¿Recuerdas que te dije que la mayoría de los Guivernos no son capaces de escupir fuego? Bueno, mira esto. - Entonces cerró los ojos y una estela de fuego de un intenso color morado comenzó a rodearlo, dibujando fugaces círculos alrededor de él.

    - La llamo mi Llama Interior, cuando la creo puedo moverla a placer o ceder su control a mi protegido, además quema más rápido que el fuego común. -

    - ¿Entonces por qué no salvaste a tu anterior protegido quemando las lianas que lo ataban? -

    - Porque no puede hacer daño a nada que esté vivo. -

    - Pues vaya habilidad más...- Me callé antes de decir algo que pudiese herir a Gamenor pero ya era tarde. -Lo siento, Nor, no quise decir eso. - El pareció comprender que no había sido mi intención herir sus sentimientos y quiso continuar la conversación, pero en ese momento llegamos a la casa de Maia. Era una casa bastante apartada del pueblo, como la mía. De dos pisos de alto y construida en piedra, aunque con detalles en madera oscura que le daban un toque único y algo misterioso. Golpeé la puerta y, tras unos instantes, Maia la abrió, llevaba una túnica de color verde hoja y se la veía alegre. Estaba claro, entonces, que había sido aceptada en el gremio de profesores como aprendiz.

    - Oh, Liz ¡Hola! - Pude notar que estaba algo apresurada o quizá nerviosa por la forma en que me saludó.

    - Buenos días, veo que te aceptaron en el gremio. -

    - Si, es increíble, lo único malo es esta ropa y que no encuentro el dichoso... ah, aquí está. - Dijo mientras levantaba un libro enorme, grueso como media cabeza. Tan solo el tamaño de aquel libro imponía respeto, pero su apariencia no se quedaba atrás, el brillante color azul oscuro delataba que había sido redactado por un Maestro Ilustre, una de las mayores autoridades del Gremio de Maestros. Incluso yo, que por mi linaje y por ser mujer no podía ir a la escuela, sabía de aquello. Mi padre me enseñó a leer en secreto cuando yo era niña. El caso de Maia era diferente, su padre era bastante influyente en el gremio, así que, aunque normalmente no aceptaban chicas, seguramente fue el quien logró que hicieran una excepción con Maia.

    - Aquí esta, este es el primer volumen del Compendio de los Maestros. - Dijo mientras lo levantaba con ambos brazos. Ese libro se veía pesado, pero a Maia eso parecía no importarle en lo absoluto. - Todos los que consiguen unirse al gremio reciben una copia, y tiene todo tipo de información de lo más interesante, ayer estuve leyendo acerca de la fundación del Gremio y sus reglas ¿Sabías que la túnica verde es un símbolo de la esperanza que se deposita en los nuevos estudiantes? - Me dijo con gran ilusión.

    - No, no lo sabía, es un dato bastante curioso. - También me parecía un dato inútil, pero eso no iba a decirlo, menos después del descuido que tuve con Gamenor. - ¿Quieres que te acompañe hasta el Gremio? - Me ofrecí.

    - En realidad, hoy el Gremio abre más tarde de lo habitual, al mediodía, así que, si quieres esperar y quedarte a almorzar en casa... - Ofreció ella.

    - ¿No debes pedirle permiso a tu padre? - Dije. -

    - Cierto. - Dijo ella, que inmediatamente dejó el libro sobre la enorme mesa que decoraba el centro de la habitación. No había tenido tiempo de ver el desorden que había en la sala, seguramente debido a que Maia había estado buscando aquel libro. Normalmente era una sala de estar con dos estantes llenos de libros, adornos, juegos de mesa y un par de costureros. Un cuadro de la familia de Maia en la pared, y una enorme mesa de Caoba redonda, rodeada de media docena de sillas. Pero ahora era un desastre con todas las de la ley.

    - Lizzie, un gusto verte. - Dijo el Profesor Thomas mientras bajaba del segundo piso. El padre de Maia era un hombre bastante bajo para su edad, de forma que a penas era mas alto que su hija por unos pocos centímetros, llevaba el pelo negro un poco largo, hasta detrás de las orejas, cubierto con un sombrero de paja, aunque no me explico el motivo de dicho sombrero .Además vestía una túnica parecida a la de Maia, pero de color blanco con patrones de rombos dorados en todo el tejido. Legalmente no se me estaba permitido dirigirme a el salvo por su título, por lo que ya me había acostumbrado a llamarlo Profesor Thomas incluso cuando estaba de visita en su casa.

    - Si quieren subir al cuarto, yo en un rato ordeno esto y las llamo para que me ayuden a preparar el almuerzo. ¿De acuerdo? - Era un hombre admirable, sin duda, pero si tenía algún defecto que yo conociera, ese era la cocina. Antes de que la madre de Maia desapareciera sin dejar rastro, hacía más de dos años, el Profesor nunca había necesitado pisar una cocina en su vida. Supongo que eso fue lo que propició su falta de talento en ese ámbito, al punto de depender de su hija para servirse una comida decente. Fue entonces cuando, según me contó la propia Maia, el notó su talento para la enseñanza.

    Subimos por las escaleras y pasamos por un pasillo casi vacío, salvo por las puertas a las diferentes habitaciones del segundo piso, y un florero que asumí que era nuevo pues no lo había visto en mi anterior visita, con lo que pude identificar como juncos en flor. Finalmente llegamos al cuarto de Maia, que constaba simplemente de una cama a la derecha , a los pies de esta, un viejo baúl, y a la izquierda un escritorio y un estante con un par de docenas de libros.

    - Cuéntame ¿Que tal es el gremio? - Dije, con emoción.

    - No es tan impresionante como esperaba, si te soy sincera, ¿Recuerdas cuando fuimos a aquel museo? Bueno, menos impresionante que eso. - Dijo con una sonrisa un tanto irónica que no supe interpretar, quizá se estaba riendo de sus propias expectativas o quizá me estaba tomando el pelo, aunque eso último no era frecuente, si que lo había hecho en un par de ocasiones. En cualquier caso decidí seguir la conversación un poco más.

    - ¿Y las clases? - Pregunté. -

    - Por ahora estamos repasando lo mas básico, no creo que no sepas sumar y restar ¿O si?

    No, la verdad es que, no se como, pero conocía operaciones mucho mas complejas que esas. No recordaba haberlas aprendido de mi padre, pero estaban ahí, en mi cabeza. Álgebra, trigonometría, física... En ese momento comencé a sentir una terrible jaqueca comparable a la de esta mañana.

    - ¿Estás bien, Liz? - Preguntó Maia preocupada.

    - No, no parece estar bien. - Dijo Gamenor, aunque solo yo lo escuché ¿No es cierto? -

    - Disculpa ¿Tu eres...? - Preguntó Maia, la verdad, no me gustaba hacia donde iba esto, pero no pude pensar mucho con aquella terrible jaqueca.

    - Mi nombre es Gamenor, soy el Guardián de la Señorita Lizzie. Y, tal como pensaba, usted, Señorita Maia, es también una protegida. -

    ...
     
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    Gamenor

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    Duality Paradox
    Clasificación:
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    Fantasía
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    A partir de ahora dejaré algo más de tiempo entre capítulo y capítulo, por lo que estaré publicando los días jueves o viernes, según como vayan las cosas.

    Capítulo 4.

    La verdad es que todo el mundo te va a herir. La idea es encontrar por los que vale la pena sufrir.
    -Bob Marley

    Gamenor no quitaba los ojos de Maia, y ella hacía lo mismo con el. Yo estaba, francamente, nerviosa por lo que pudiese llegar a pasar. No solo eso, si Maia realmente era protegida, si de verdad tenía un guardián, entonces los sueños que tuve podrían llegar a ser una realidad. En esa situación tan tensa y con un miedo tan atroz recorriendo mi mente, me quedé sin palabras, absorta, esperando a ver lo que pasaba.

    - Supongo que eres el guardián de Liz. -Dijo Maia.

    - Me llamo Gamenor, mucho gusto Maia. - Tras decir estas palabras, asintió con la cabeza y sonrió.

    - Sabía de ti, Gamenor, me imagino que Liz había venido con intención de contarme esto también. - Dijo friamente.

    - Claro, los guardianes pueden percibirse mutuamente, sin embargo existe un código de honor, según el cual no debemos delatarnos, por la seguridad y la de nuestros ... - Gamenor había dicho esto, quizá irritado por la actitud de Maia, yo no entendía bien a que se debía tal brusquedad en su trato.

    - Ya lo sé. Pero no fue necesario que mi guardiana te delatase, simplemente me avisó que Lizzie venía y vi su cara de preocupación, cuando le pregunté a que se debía, se negó, por lo que me fue sencillo deducir a que se debía. Y en cuanto lo supe, tu camuflaje ya no sirvió de nada.

    - Entiendo ¿Y por que te enfrentas a mi de esa forma, si se puede saber?-

    - Oh, por nada en particular, solo quería ver tu reacción. Al verte no creía que estuvieses listo para proteger a Lizzie, pero veo que me equivoqué.

    - Hablando de la Señorita Lizzie, se la ve asustada. - Tras decir esto, Gamenor se acercó a mi aun más de lo que ya estaba, yo seguía intentando entender lo que había pasado, por lo que no había pensado en que decir.

    - No, estoy bien. - Dije, aunque no era cierto, si bien el ambiente de tensión entre Maia y Gamenor se había disipado casi por completo, yo aún sentía miedo, no por mi, si no por Maia.

    - Pues entonces, ya que conozco a tu guardián, sería injusto que no te presente a la mía ¡Vyolette! - Tras llamar a su guardiana, Maia chasqueó los dedos.

    Y entonces entró por la ventana un cuervo, pero no era negro, si no de un color morado tan oscuro que rozaba la negrura. Además llevaba una única pluma gris casi blanca en su ala izquierda que resaltaba con el resto de sus plumas oscuras. La mirada de aquella criatura se sentía hipnótica e inspiraba a la vez un gran respeto y una profunda sensación de mal aguero, como queriendo confirmar que mis peores temores para con Maia eran una realidad ineludible y absoluta.

    - Buenos días. - Dijo la criatura con una voz tan refinada, elegante y majestuosa que fácilmente podría pertenecer a un miembro de la realeza. - Veo que ya se han realizado las presentaciones de rigor, pero de todas formas, si no es molestia, me gustaría presentarme yo misma. Me llamo Vyolette y soy la guardiana de la señorita Maia. - Concluyó la frase con una especie de reverencia, como invitándonos cortesmente a continuar la conversación.

    - Me llamo Lizzie, y mi guardián es Gamenor, un gusto conocerte, Vyolette. - Dije, reaccionando finalmente ante esa situación. Parecía que las tensiones se habían disipado y, aunque todavía sentía miedo por Maia, me di cuenta de que no ganaba nada quedándome quieta. Además aquel horrible dolor de cabeza parecía disiparse por momentos.

    - Así que Gamenor, como el guardián de Borya L´Osuri, el explorador que desapareció hace diez años. ¿Eres tu, o me equivoco? - Dijo con un cierto aire de orgullo la guardiana.

    - Claro, me suena haberte conocido ¿No solías ser la guardiana del dueño de esa taberna de mala muerte? Recuerdo que tenía un gusto horrible para los nombres. - Respondió Gamenor con picardía.

    - Oh sí, la verdad no me importó su muerte lo más mínimo. Dime chiquillo ¿Has aprendido algo útil o sigues con esa simple llamita que no puede quemar? - Tras decir esto, la corveta sonrió con una picardía digna de la alta sociedad.

    - Y tu sigues teniendo la misma actitud generosa y amable que cuando la conocí. - Sonrió Gamenor con sarcasmo. Entonces, cuando Vyolette estaba a punto de responder, tanto Maia como yo pensamos lo mismo.

    - ¡Ya, paren los dos! - Lo dijimos casi al mismo tiempo y con el mismo tono. Dicen que cuando llevas una amistad por mucho tiempo, tus pensamientos y los de tu amigo pueden llegar a coordinarse en algunas ocasiones, eso a veces pasaba con Maia y conmigo, aunque no era muy frecuente. Normalmente nos reíamos juntas al mismo tiempo cuando eso pasaba, pero esta vez la cosa parecía seria.

    - Oh, lo siento si di una mala impresión. - Se disculpó Vyolette. - Verán, Gamenor y yo nos conocemos desde hace mucho y siempre ha habido tensión entre nosotros. Pero no nos odiamos, como podría parecer. -

    - En realidad, podria decirse que nos llevamos tan mal, que nos llevamos bien. - Dijo Gamenor a esto. - Sé que Vyolette disfruta con estas discusiones, y a mi no me importa así que le sigo la corriente. - En ese preciso instante, sonó la campana de la cocina, lo que significaba que el Profesor Thomas estaba llamándonos para preparar el almuerzo. Cuando esta sonó, Vyolette salió por la ventana, yo miré a Gamenor , este se subió a mi hombro y bajamos hasta la cocina.

    - Pues... según el calendario hoy toca preparar Fideos con Ensalada Azure. - Dijo el Profesor Thomas. Había preparado un calendario mensual que indicaba que comer cada día del mes, hasta ese punto había organizado su vida y, por extensión, las de su difunta esposa y su hija. Aunque, a pesar de ser estricto y organizado, también resultaba amable y generoso. El platillo de hoy, como todos los que podías probar en su casa, era elaborado y delicioso. La parte más sencilla eran los fideos, la ensalada Azure era otro cantar. Por lo que sabía, una ensalada Azure debía estar bien preparada para tener un buen sabor, y para que esté bien preparada debían cuidarse las proporciones precisas de diferentes frutas y verduras, y estas debían estar frescas. Sobra decir que el Profesor conocía la receta de memoria, sin embargo, no poseía mucho talento en la cocina, así que solo ayudó con los fideos, además, no se me permitió intervenir mucho en la preparación de la ensalada, por lo que Maia terminó haciendo casi todo el trabajo.

    Durante el almuerzo no era habitual hablar mucho, al menos no en aquella casa. El silencio solo fue interrumpido un par de veces, una, para que tanto el Profesor como yo elogiásemos el gran trabajo que hizo Maia en la cocina, y la otra, para que el Profesor Thomas me preguntara acerca del regreso de mi padre. Era una situación incómoda, por lo que no me sentí libre de responder con honestidad. Claro que ambos notaron eso, así que los dos terminaron disculpándose por haberme hecho sentir incómoda, aunque Maia no tenía nada de culpa.

    Tras superar aquel momento incómodo, Maia y yo nos dirigimos hacia el Gremio de Profesores.
     
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    Gamenor

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    Capítulo 5

    Cada nuevo amigo es un pedazo reconquistado de nosotros mismos
    -Friedrich Hebbel
    Supongo que mi vida tiende a ponerse de cabeza cuando menos me lo espero. De hecho creo que es algo normal en la vida, pero en mi caso, es bastante frecuente. Mi padre era verdugo, entonces, cuando no había nadie en la cárcel, se le exigía que saliese de campaña hacia los ríos de fuego y, cuando regresaba, mi vida se ponía patas arriba. Ahora que había comenzado a aceptar eso como si fuese lo normal, de repente y sin poder hacer nada para evitarlo, conozco a Gamenor y, de vuelta, mi vida se pone de cabeza. Y como no, al aceptarlo no solo como mi guardián, si no como mi amigo, algo más tenía que pasar para que todo se volviese raro una vez mas.



    - ¿Y como está Reginald? - Preguntó Maia mientras caminábamos hacia el Gremio. Seguramente, el hecho de que preguntara por nuestro perro era un intento de hablar de mi familia sin tocar asuntos sensibles. Reginald era un perro grande y gordo, con una mata de pelo tan blanca y tan gruesa que si no lo conocías bien podías confundirlo con una oveja.



    - Bien, aunque últimamente anda comiendo demasiado. - Respondí.



    - Los perros no saben cuando dejar de comer. - Me dijo Maia, yo ya lo sabía, pero de todos modos asentí contenta, como si fuese un gran descubrimiento. Entonces sucedió que empecé a escuchar un sonido, como el de un caballo trotando a todo lo que da, lo ignoré por unos segundos, hasta que doblé por una esquina de la ciudad y me di de bruces contra "algo" o "alguien" que me derribó, haciéndome caer de espaldas, fue todo tan rápido que no alcancé a ver nada.


    - Lo siento. - Dijo una voz femenina que parecía alejarse a toda velocidad, parecía que iba dirigida hacia mi. Hice un esfuerzo por incorporarme, aunque la espalda me dolía. Maia me extendió una mano y me ayudó a ponerme de pie nuevamente. Entonces desvió su mirada hacia donde, supuse, había de encontrarse la chica que me derribó. Supuse que era una jinete mensajera llevando algún mensaje urgente, por eso cuando la vi, me sorprendí.


    Era una chica con cuerpo de caballo desde la cintura para abajo, llevaba el cabello negro y largo hasta la cintura, y una especie de blusa hecha de hojas. Sobre su lomo iba un chico que a penas podía sostenerse, solo llevaba unos pantalones de tela algo desgastados. Maia me miró como preguntándome, sin decir una sola palabra, si estábamos pensando lo mismo.


    - ¿Guardiana? - Pregunté por lo bajo, para que solo ella pudiera entenderme. Luego asintió con la cabeza.


    - Ve para el gremio, yo la sigo. - Dije.


    - Ni loca, vamos juntas, quiero saber que está pasando, además voy adelantada en las clases, por que falte una vez no pasa nada. - Sentenció Maia, aunque yo tenía un mal presentimiento de aquello, no pude negarme. Maia era muy persusasiva cuando se lo proponía. Era raro que ella fuese adelantada a su curso cuando a penas si había empezado, aunque si estudiaba con su padre en casa podía ser posible.


    - Es una centaura, definitivamente. - Sentenció Maia, e inmediatamente después comencé a sentir el mismo dolor que antes, cuando ella y yo hablamos de matemáticas. Ese dolor que me dejó casi como si estuviese paralizada durante unos instantes. Esta vez me recuperé más rápido. Era algo volviendo a mi cabeza, o quizá entrando por la fuerza en ella, algo que, supuse, debía saber de antes pero había olvidado. Por un instante me visualicé a mi misma en un Museo que no existía, pero yo recordaba haberlo visitado, con gente que conocía, pero que había olvidado.


    - Así que una centaura. - Reaccioné tras unos segundos. - Tengo una idea, Nor ¿Podrías seguirla mientras nosotras vamos al gremio? Te esperaré aquí mismo en cuanto vuelva.


    - Será un placer, señorita Liz. - Tras decir esto, comenzó a tomar vuelo y rápidamente lo perdí de vista.


    - ¿Por que hiciste eso? - Preguntó entonces Maia.


    - No soportaría verte llegar tarde a clase, y algo me dice que esa centaura es guardiana de aquel chico, si no tenemos cuidado podrían descubrirnos. - Dije. Entonces ella se quedó pensando unos segundos, que se hicieron algo largos.


    - Vyolette, cuida de Gamenor hasta que regrese con Liz ¿Quieres? - Pronunció estas palabras de forma tajante.


    - ¿Que, tengo cara de niñera? - Respondió la corveta con cierta indignación hacia la tarea que debía cumplir. En ese momento recibió una fría mirada de parte de Maia. Se ve que entendió el mensaje porque inmediatamente después de eso levantó vuelo y, rápidamente, al igual que Gamenor, la perdí de vista.


    - Detesto tener que hacer eso, pero Vyolette a veces es un poco difícil. - Dijo Maia.


    - ¿No se supone que los guardianes deben de respetar a sus protegidos? - Respondí.


    - Seguro que me respeta, pero muy en el fondo. También depende mucho de como definas el respeto, por ejemplo, aunque es de lengua suelta, jamás me ha ofendido y si bien a veces se resiste a obedecerme, finalmente acaba haciéndolo. - Dijo mientras reanudábamos la marcha hacia el Gremio de Profesores. - ¿Sabes? Cuando lo piensas el estado de los guardianes es lamentable. - Era cierto, yo también había tenido ocasión de pensarlo. Los guardianes estaban obligados a comportarse como esclavos de los mismos humanos que, en muchos casos, los querían ver muertos. ¿Por que pasaba esto?


    Entre más lo pensaba, peor me sentía por Nor, Vyolette, y aquella centaura cuyo nombre aún conocía. Realmente esperaba que pudiésemos hacer algo para evitar que la matasen. Pero Maia no podía faltar al Gremio o se vería raro, así que realmente ella tenía las manos atadas. Yo debía encargarme de eso sola, bueno, no tan sola, tenía a Gamenor conmigo.

    Con la decisión tomada y el dolor por fin yéndose, en cuanto dejé a Maia en el gremio, regresé hasta donde habíamos dejado a nuestros guardianes. Tras esto pude ser testigo de una escena impactante. A tan solo unos cuantos metros la gente se había amontonado alrededor de esa centaura y esta estaba echada en el suelo, llorando con el chico en frene suyo. No estaba muerto, pero se lo veía muy débil. Dos personas atravesaron la multitud casi al mismo tiempo, una de ellas fui yo. No podía creer quien era la otra persona.

    - ¡Liz! - Me dijo

    - ¿¡P-padre!? - Reaccioné ante lo que estaba pasando, era, sin lugar a dudas, una ejecución pública.
     
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    Borealis Spiral

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    ¡Hola! :D
    Entré a ver de qué iba esta historia y la sinopsis me llamó la atención, por lo que leí el primer capítulo y aunque admito que no soy muy amante de la fantasía, cuando se habló del ARP y de la industria del videojuego y las realidades virtuales y todo eso, pues no sé, como que de pronto me llamó más la atención, tanto que mira, ya llegué hasta el último capítulo publicado. Me gusta mucho que los capítulos sean cortos, la verdad, a veces soy vaga para leer y si piensas dejar más espacio entre uno y otro, ¡mejor todavía!

    En cuanto a la historia, bueno. Para mí, la vida que lleva Liz en este mundo donde hay guardianes y protegidos y el gremio y cosas fantasiosas es la realidad, pero no me saco de la mente ese otro universo en el que la hicieron probar la nueva máquina y le dijeron que borrarían todos sus recuerdos para ponerle el de su personaje. ¿Será de verdad que esto que cree vivir no sea más que mentiras? La sinopsis ya da a entender que quizás sí, ¿pero te imaginas? Como para volverse loco al enterarte de que lo creías era tu vida en realidad no existe. Además, que toda esta aventura que empieza resulte una falsedad, ¡uff! Qué lata.

    Pero bueno, me quedan algunas intrigas en cuanto a este mundo que sé se irán resolviendo conforme pase el tiempo. Por ejemplo, ¿por qué los protegidos son tan odiados? Creo que esa es la principal cuestión en todo este asunto, ¿sabes? Quiénes son en realidad, qué hacen, qué quieres, por qué los ven como una amenaza; todo eso me causa curiosidad inmensa. Los guardianes son geniales, en especial me ha gustado Vyolette porque me voy mucho por cualquier tipo de ave y no soy fan de los dragones xD Pero me gustó que Gamenor se llame como tu nickname... o que tú lo utilizaras en honor a él. Igual, estuvo genial.

    Y nada, esto parece complicarse para Lizzie. ¿Será testigo de esa ejecución pública hacia alguien que es igual a ella? Y el sueño que tuvo al principio de Maia también me inquieta. ¿Llegará el día en que descubran a su amiga y aparte ella tome el papel de su padre como verdugo? Lo sabré, por lo que espero el siguiente capítulo con paciencia. Me despido no sin antes desearte lo mejor siempre y te cuidas mucho ^u^

    Hasta otra.
     
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    Gamenor

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    Bueno, primero que nada, gracias por pasarte a comentar. La verdad es que, viendo lo que has dicho, pude ver que estoy logrando justo el efecto que espero conseguir en esta obra, y eso me inspira a seguir. Por cierto, la semana que viene puede que no pueda publicar porque estaré de vacaciones :_( Pero si eso llegase a pasar, la otra semana tendré listos dos capítulos, como compensación.
    Y en respuesta a tu duda, yo utilizo este nickname en honor a Gamenor. Sin más que añadir, he aquí el siguiente capítulo.​




    Capítulo 6
    Un padre vale por cien maestros.
    -George Herbert​

    Ver a mi padre con ropa de trabajo era algo que siempre me daba escalofríos. Pensar que aquella túnica de tela negra desgastada había visto morir a tantas personas es horripilante en más de un sentido. Su mirada estaba clavada en mi, aguda, preocupada y sombría.

    - ¡Ayúdelo, por favor! ¡Se está muriendo de hambre! -Dijo la centaura mientras mi padre y yo intercambiábamos esas miradas llenas de tensión, el ambiente era tan denso que podías cortarlo con un cuchillo. Su mano en el hacha cambiaba de posición, se aflojaba para luego volver a ponerse tensa, una y otra vez. Noté que estaba a punto de articular unas palabras, pero finalmente hizo silencio. Solo había una palabra para lo que ambos sentíamos. Miedo.

    Entonces, algo alejados de la multitud, pude ver a Vyolette y Gamenor acercándose a mi por detrás de mi padre, volando. Entonces sucedió algo que me dejó estupefacta por un momento. La multitud ya no se movía, y mi padre tampoco, no había sonidos mas allá de mis propios pensamientos.

    - Tú no eres como los demás. - Me dijo aquella criatura. Mirándome fijamente y moviéndose con libertad, como si no estuviese a punto de morir, se comportaba calmada y tranquila, incluso diría amigable. - ¿Sabes? podría aprovechar este momento para quitarle el hacha a ese hombre y usarla para desollar a toda la población de esta condenada ciudad. Pero no es a lo que vine. - Me dijo en un tono que hacía parecer que aquellas rudas palabras eran las más inocentes del mundo.

    - ¿A que viniste, entonces? - Pregunté. Había algo que resultaba realmente extraño en todo aquello. Que el mundo realmente no se estuviese moviendo, que ella esté aquí, con ese chico que a penas podía levantarse, así que quería averiguar que estaba pasando. Necesitaba saber si en realidad quería y debía ayudarlos.

    - Antes permíteme presentarme. Me llamo Shara, y soy guardiana, él es mi señor, Cedric. - Dijo con orgullo. - Vivimos fuera de los límites de la ciudad, en una pequeña aldea donde los humanos y centauros conviven, sin embargo, como sabrás, los centauros tenemos prohibida la entrada a las grandes ciudades. No pude evitar notar que tu también tienes un guardián. - Dijo con una sonrisa.

    - No, no sabía que los centauros tuviesen prohibida la entrada, ni siquiera sabía que eran los centauros hasta que te conocí. - Admití. Ella sonrió, aunque había algo en esa sonrisa que me parecía extraño.

    - Perfecto. - Dijo Shara, riendo entre dientes.

    - Sigue con el plan. - Dijo por lo bajo Cedric, aunque parecía que no tenía intención de que lo escuchara, si que lo hice. Definitivamente era una orden dirigida a Shara por ser su guardiana. En ese momento todo volvió a moverse. Gamenor se acercó a mi, invisible, mientras Vyolette nos rodeaba cual buitre en el aire. La tensión volvió a respirarse, aunque yo había desviado la vista de mi padre sin darme cuenta. Pero solo duró unos segundos.

    Fue una escena increíble, en un parpadeo, Shara le arrebató el hacha a mi padre y lo tumbó al suelo de una coz sin darle tiempo a reaccionar. - Lo siento. - Se disculpó de la misma forma que cuando se tropezó conmigo.

    - Deben de estar muy desesperados para entrar a la ciudad a plena luz del día en su condición. - Dijo entonces una voz que no era la de mi padre. Era el Profesor Thomas. - Herir gravemente a un verdugo y quitarle su arma... Espléndido, aunque fútil. He de decir que son pocos los guardianes capaces de sorprenderme, así que... - Tras decir esto comenzó a aplaudir lentamente y con fuerza, la muchedumbre que nos rodeaba quedó completamente anonadada. - ¿Saben que? Pidan lo que hayan venido a buscar, en nombre del gremio de profesores de la ciudad les doy mi palabra de que, en la medida de lo razonable, lo tendrán y prometo, además, que se les permitirá irse en paz, con la condición de que no vuelvan. - La gente comenzó a murmurar, no entendían lo que estaba pasando y, francamente, yo tampoco.

    Cedric esbozó una sonrisa de oreja a oreja al oír esas palabras, como si hubiese esperado la respuesta. Tras esto Shara lo miró, como preguntándole que debía hacer y, tras intercambiar algunos gestos, sin sonido alguno, comenzó a relatar su historia.

    - Mi señor, está muy débil, hace días que no es capaz de comer ni ponerse de pie. Es por eso que decidimos arriesgarnos a pedir una cura a su condición, y por ello entramos a la ciudad. - Dijo sin inmutarse la guardiana. El Profesor Thomas se quedó pensativo un largo rato y finalmente hizo un gesto de que lo siguieran. También me miró a mi y repitió el mismo gesto, la muchedumbre se abrió a nuestro paso y al cabo de un rato la actividad de la ciudad volvió a ser normal y nosotros estábamos en la casa de Maia de nuevo.

    Ahora estábamos en el mismo salón donde esta mañana Maia había hecho un desorden buscando ese libro enorme, esperando que el profesor terminase de examinar a Cedric, primero lo vio, simplemente con los ojos, conservando la distancia. Luego levantó sus pestañas y comenzó a mirar sus pupilas, también examinó su lengua y su cabello con detenimiento.

    - Si, creo que ya sé lo que te pasa, es un caso típico de envenenamiento por bayas silvestres en mal estado. Tienes suerte, chico, un par de días más en este estado y seguro no lo cuentas, déjame prepararte un brebaje que seguramente te aliviará. - Dijo. Unos minutos después ya tenía listo un espeso jugo de color verde menta, que le sirvió con cuidado. - Tardarás algunas horas en curarte, recomiendo que no te muevas mucho mientras tanto. - Dijo finalmente. Luego de esto pasaron varias horas de silencio hasta que Maia regresó.

    - Bien, ahora que están todos creo que puedo decirles por qué quise que estuvieran aquí. - Dijo de una forma seria el Profesor, era como si se hubiese preparado toda su vida específicamente para decir esas palabras sin emoción alguna. Luego de eso buscó una caja. - El contenido de esta caja es el fruto del trabajo de dos buenos amigos míos, el Profesor Azariah y el señor Walden. Ellos murieron por un motivo. El gremio le había asignado a Azariah la tarea de investigar a los guardianes ¿Que eran exactamente? ¿Que podían hacer? ¿Por que hacían lo que hacían a pesar de todos los esfuerzos que habíamos tomado en su contra? Eran preguntas que se nos había encargado responder a todos nosotros, pero era arriesgado, ya que las respuestas solo podían darlas los propios guardianes. Walden inventó algunos dispositivos específicamente para ayudar a Azariah con su investigación. Así que no tiene sentido fingir que no sé su secreto.- Dijo esto último fríamente y luego hizo una pausa.
     
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    Borealis Spiral

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    No fastidies. ¿El profesor Thomas sabe que Lizzie y Maia son protegidas? o.o De acuerdo, eso definitivamente no lo esperaba... No sé, creí que el día que lo descubrieran sería por un descuido de alguna de las dos, no por ese supuesto dispositivo... Aunque puede que esté sacando conclusiones precipitadas xD

    Capítulo interesante, aunque igual que Lizzie, también me encuentro en un estado de intriga con todo lo que pasa. Pero me alegra que el profesor resultara una persona bastante razonable como para darle oportunidad a la centaura y Cedric de hablar. Espero que con el brebaje Cedric se mejore, pero algo de él me inquieta; ese supuesto plan, esa sonrisa al oír al profesor... Hm, ¿qué tramará? Necesito seguir leyendo, por lo que esperaré el próximo capítulo con paciencia, o más bien próximos. Tú descuida, tú goza tus vacaciones que acá los lectores esperamos :D Me despido no sin antes desearte lo mejor hoy y siempre. Te cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
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    Gamenor

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    Capítulo 7
    El valor de una comunidad representa su trabajo en equipo.
    -Albert Einstein.
    Así que el profesor Thomas lo sabía. ¿Pero como? No debía perder detalle si quería saber que estaba pasando allí. Por lo que parecía, dentro de aquella caja se hallaba el dispositivo que nos había delatado. El aparato era un cubo de metal, de un color bronce oxidado, con algunas tuercas de plata. En la parte superior tenía cristales de distintos colores, algunos de ellos estaban brillando, y en los costados de aquella máquina se podían ver una especie de ruedas dentadas que se movían a intervalos erráticos.



    - Esto es lo que Walden llamaba el Tracán. Azariah y el descubrieron que existe un vínculo invisible entre el guardián y el protegido, entre otras cosas dicho vínculo permite al guardián volver a encontrar a su protegido no importa cuanto se hubiesen movido ambos, ceder el control de algunas habilidades y facilitar la comunicación inaudible. El Tracán reacciona a la cercanía de protegidos y guardianes basándose en ese mismo vínculo, claro que sería difícil si detectara toda una línea, ya que, por ejemplo, un guardián a veinte kilómetros justo al norte de aquí y un protegido veinte kilómetros justo al sur podrían activarlo, así que hubo que calibrarlo varias veces para que solo detecte la cercanía del principio y el fin del vínculo, el punto a y el punto b. Ahora ¿Ven esas seis luces encendidas en los cristales? Son ustedes y sus guardianes.



    Al parecer ya no podríamos ocultarlo más. Maia y yo estábamos completamente aterradas, en cambio Shara y Cedric estaban serenos, sobre todo el chico. Gamenor y Vyolette estaban viendo todo desde detrás de la ventana, pero parecían preocupados, quizá por nuestra expresión de miedo y el hecho de que había un extraño aparato en la mesa.



    - ¿Que esta pasando, Señorita Lizzie? - Preguntó Gamenor asustado, haciendo que su voz traspasase la ventana y llegase a mi, a lo que un par de cristales reaccionaron aumentando su brillo. El profesor Thomas sonrió y lanzó una pequeña risa por lo bajo.



    - No se preocupen, no tengo intención de revelar esto a nadie, de hecho necesito de su ayuda. - Dijo entonces el profesor, sin cambiar su expresión ni un milímetro. Estaba bastante claro que decía la verdad, pero había algo en su expresión que no me terminaba de inquietar. - Bien, esto es lo que haremos, diré que estuve haciendo algunas pruebas a la centaura y concluí que no era una guardiana, luego de eso ustedes dos -Dijo señalando a Shara y Cedric con la mirada- me pidieron ayuda para regresar a su hogar, a lo cual me negué, pero mi hija y su mejor amiga se ofrecieron voluntariamente y de buena gana, a lo cual no pude decir que no. Tras esto nadie volverá a saber de ustedes, salvo yo. - Sentenció el hombre. Entonces Cedric aplaudió sarcásticamente y habló.



    - Bien, profesor, está claro que usted desea proteger a estas chicas más que nada, aún asumiendo el riesgo de alejarse de ellas, incluso aunque una de ellas es su propia hija. Pero dígame una cosa ¿Que pasaría si me niego? Digo, está claro que usted desea mantener el contacto con su hija y, de paso, reanudar esa odiosa investigación suya. ¿O me equivoco? - Hizo una breve pausa, solo la suficiente para que el profesor intentase responder, entonces lo interrumpió y reanudó su discurso. -Claro que no me equivoco, bien, estas son mis condiciones, acepto llevar a estas chicas conmigo para protegerlas, pero en caso de que usted meta sus narices en los asuntos de los guardianes otra vez, me encargaré de devolverlas aquí y que todo el mundo sepa lo que son. Ah, y una cosa más, el Tracán, lo quiero, junto con todos los archivos concernientes a la investigación de guardianes y protegidos, a cambio le garantizo que haré todo lo que esté en mi mano para mantenerlas a salvo.



    El profesor Thomas puso cara pensativa, pero solo le duró un instante hasta que Maia reaccionó. - Espera, padre, ¿Por que estás siquiera pensando en esto? ¿Y si quiero quedarme aquí contigo? - Dijo ella, entre enfadada y entristecida por la actitud de su padre hacia ella. La verdad es que eso era algo más que ella y yo teníamos en común, aunque desde un punto de vista objetivo no podía culpar al profesor, pero que estuviese negociando el futuro de su hija, aunque fuese por la propia seguridad de ella, me parece horrible.



    - Si te quedas aquí, tarde o temprano te atraparán, créeme, si deseo enviarte es por tu bien. - Tras estas palabras del profesor Thomas, Cedric sonrió con un toque de malicia y dijo - Profesor, no se si se ha dado cuenta pero acaba de delatarse, y yo le estoy ofreciendo lo mejor para su hija a cambio de los archivos, bien podría hacerlo olvidar sus conocimientos acerca de los guardianes, pero no lo haré, es más, es libre de retomar sus investigaciones, y hasta lo ayudaremos. Solo queremos acceder a lo que usted ya sabe a cambio. - Tras esto, el chico hizo una pequeña seña con una mano y todo en aquel lugar se volvió lento, tan lento como si el tiempo no avanzara, y eso aplicaba a todos, salvo Maia, Shara, Cedric y yo.



    - ¿Estás segura de querer quedarte aquí?- Preguntó la centaura con algo de decepción. Maia no respondió. - Mira, de donde vengo somos docenas de guardianes y protegidos, y nos cuidamos las espaldas. Cedric y yo nos dedicamos a buscar a gente como ustedes, protegidos que, de no estar cerca de otros como ellos, podrían llegar a morir fácilmente... Y lo cierto es que sus guardianes, sin ofender, están bastante verdes. - Shara dijo esto con una seguridad y una fuerza que me hacían querer confiar en ella, pero el comportamiento de Cedric no dejaba de molestarme, cada vez se ponía más arrogante mientras el profesor Thomas cedía terreno, como si disfrutase humillándolo.



    - ¿Y para que quieren los archivos? - Pregunté, Maia me dirigió la mirada, era su cara de "yo iba a decir eso".


    - Sencillo. -Dijo Cedric, algo más relajado que recién, cuando estaba hablando con el profesor. - Estamos interesados en saber todo lo posible sobre nuestra condición y la de nuestros amigos, los guardianes. Hay ciertas cosas que nos intrigan ¿Como funciona la ley de los guardianes? ¿Quien la aplica? ¿Por que existe? ¿Hay alguna forma de burlarla o romperla? Por eso no podía permitir que el profesor se quedase con toda la información, si se nos adelanta y nuestros enemigos se hacen con el control de ella... Sería el fin de todo por lo que hemos luchado.


    - ¿Quienes son esos enemigos? - Preguntó Maia, esta vez, yo fui la que usó la cara de "yo iba a decir eso".


    - No lo sabemos, pero estamos seguros de que existen, si no ¿Como explicas la proscripción? Además hay cada vez más desapariciones de guardianes y protegidos en los centros urbanos de todo el mundo, y esto lo sabemos gracias a uno de nuestros guardianes más experimentados. - Mi curiosidad aumentaba de forma exponencial, aunque mi miedo también lo hacía. A Maia, por otro lado, no se la veía tan segura.
     
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    Borealis Spiral

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    Hola de nuevo, espero que disfrutaras tus vacaciones.
    El capítulo ha sido uno muy informativo. Me ha gustado el uso que le has dado al Tracán para determinar dónde inicia y termina el vínculo de un guardián el protegido. El hecho de que Cedric y el profesor estén tan interesados en esos archivos y las investigaciones concernientes a los protegidos me hace pensar de verdad que el misterio que los rodea es uno por demás atrayente; quizás haya algo de ese pasado que les atañe a todos de alguna manera, algo oculto, quien sabe.

    Yo también diría que el que el profesor negocie con la vida de su hija a cambio de las investigaciones es feo, pero desde un punto objetivo sí, también lo entiendo; es decir, esos archivos debieron costarle trabajo, sudor y sangre, así que los debe considerar muy valiosos. No obstante, Cedric ya le ha dicho que está dispuesto a ayudarlo a seguir su investigación y hacerse de esos papeles al final es mejor para que los enemigos no los tengan, así que creo que es un trato razonable.
    Veremos si Maia consigue cambiar de opinión o si el sueño de Lizzie se hará real al final. Espero el siguiente capítulo pacientemente. Sin más que decir, me despido esperando que estés bien hoy y siempre. Te cuidas.

    Hasta otra.
     
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    Capítulo 8.

    La comunidad que no tiene pobreza o riqueza es la que tiene los principios mas nobles.
    -Platón

    Me puse a analizar mi situación de forma calmada, primero, tenía dos opciones, ir con Shara y Cedric a donde dicen que hay mas protegidos y guardianes, o quedarme en casa. Decidiese lo que decidiese estaba claro que eso mismo facilitaría la decisión de Maia hacia un lado u otro, seguramente estaba confundida y sin saber que hacer. Si nos íbamos no sabíamos si Cedric decía la verdad o no, por lo que podría pasar cualquier cosa. Por otro lado, era mas probable que esa horrible pesadilla recurrente en la que yo debía ejecutar a Maia se hiciese realidad si nos quedábamos en casa. Además, no parecía que Cedric estuviese mintiendo, y Shara se veía bastante agradable.

    - Creo que tomé una decisión. - Dije por fin. Todos los allí reunidos me miraron fijamente, sin excepción. Incluso Vyolette y Gamenor parecieron clavar su mirada en mi a través de la ventana. ¿Acaso podrán escuchar lo que digo a través de la ventana? Puede ser. - No voy a quedarme. - Tras decir esto clavé mi mirada en Maia.

    - Pues en ese caso, creo que voy a acompañarte. - Dijo ella con un aire de inseguridad en sus palabras.

    - Pues ya escuchó, profesor. Si quieren venir conmigo, y usted dice que es lo mejor para ellas. ¿Que excusa tiene ahora para no darme lo que le pido? Incluso le he prometido mi colaboración con usted y su investigación. - Dijo con una sonrisa que me puso completamente incómoda. Realmente parecía disfrutar eso.

    Finalmente, decidimos que iríamos a donde Cedric. Para el final del día estábamos subidas en una vieja carreta mercante que Cedric había dejado a las afueras de la ciudad. Estaba algo polvorienta, con la madera desgastada y la tela había sido parchada varias veces, al punto que no parecía que quedase mucho de la original. Para colmo de males, Shara tiraba de esta a toda velocidad, con lo que parecía que fuese a romperse en cualquier momento. Como eran ligeros de peso, Vyolette y Gamenor iban a lomos de Shara, mientras que Cedric, Maia y yo estábamos incómodos encima de la carreta. Bueno, a Cedric no se lo veía precisamente incómodo.

    En un momento, para tratar de amenizar el viaje, o quizá para permitirnos dormir, pues ya estaba entrando la noche, Shara bajó la velocidad al mínimo.

    - A este ritmo, para mañana en la mañana llegaremos a Monte Caldero, su nuevo hogar. - Dijo Cedric, esta vez con una sonrisa bastante más afable que aquella que mostró cuando estuvimos en casa de Maia. Aún así, no dejaba de darme algo de miedo su actitud.

    - Interesante, Monte Caldero ¿Eso queda cerca de los ríos de fuego, cierto? - Preguntó Maia, seguramente lo hizo tan solo por hacer algo de conversación, pues era obvio que ya sabía la respuesta.

    - Si, así es. - Contestó Shara desde fuera, era sorprendente que pudiese oír algo de nuestra conversación, aunque tampoco es que estuviésemos hablando bajo. - Bueno, Cedric, será mejor que vengas conmigo, no creo que esas chicas estén cómodas durmiendo contigo cerca. - Concluyó la centaura. El chico rió un poco por lo bajo y saltó de la carreta cayendo sobre el lomo de esta, no sin antes hacer un saludo con la mano.

    ...

    - ¿Está bien?

    Preguntó una voz, yo no veía mucho, de hecho, estaba casi completamente oscuro. No, no era eso, tenía una máscara pesada cubriéndome la cara completamente. Mi cuerpo se movía más lento de lo habitual y, por si fuera poco, sentía una sensación como de escalofríos en la cabeza, sumada a una terrible jaqueca. Pero podía oír lo que pasaba a mi alrededor.

    - Se ve que el error fue bastante peor de lo que creímos, pero salvo por eso, se encuentra perfectamente.

    - Sea más específica, doctora.

    - No ha sufrido ningún tipo de daño físico o mental, pero la simulación en su caso es defectuosa. Es probable que se deba a ese golpe que se dio en la cabeza antes de entrar. Mi hipótesis es que gracias a eso hay actividad en el cerebro que el sistema no esperaba, señor, creo que debería avisarle.

    - ¿No hay forma de solucionar el error sin que se entere?

    - El avatar acaba de desconectarse, o sea que es probable que ya se haya enterado, será mejor si me permite hablar con ella.

    - No lo permitiré

    - ¿Por que?

    - Lo haré yo mismo, desconéctela.

    ¿Que era lo que esa gente estaba diciendo? No lo comprendí del todo hasta que quitaron esa pesada máscara de mis ojos y me vi en aquella sala, completamente blanca, con Emar Kephy sosteniendo una pequeña computadora con una mano mientras con la otra tecleaba a velocidades de vértigo.
     
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    Borealis Spiral

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    Ohjojo, ese cambio al final me dejó confundida por un momento; es que ya estaba tan dentro de la escena con el carruaje que de pronto me sacó de onda. Imagínate, si a mí me alcanza a hacer eso, ¿qué no le hará a la porbe Lizzie cada que la desconectan? Ahora, me intriga eso de que hubo un error en la simulación. ¿Por qué y cómo afectará a Lizzie? Hm, lo veré.

    En cuanto al asunto de que ella y Maia aceptaran el trato de Cedric, bueno, en verdad lo considero lo más sensato, pero igual no hay que fiarse mucho, pues ese chico transmite un aura de cuidad, no por nada a Lizzie le despierta miedo. Espero ver cómo es el Monte Cladero y si es verdad que hay más protegidos y guardianes. También espero a ver qué más pasa con este otro universo. Aguardo el siguiente capítulo con paciencia y ganas ^u^ Por el momento me despido deseándote lo mejor hoy y siempre. Te cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
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    Muchas gracias, y si, esperaba lograr justo ese efecto de confusión. Y sobre Cedric, bueno, habrá que ver, mejor no digo nada y dejo que el capítulo hable por si mismo.

    Capítulo 9.

    Nada es bueno o malo, si no que el pensamiento es el que hace que las cosas sean buenas o malas.
    -William Shakespeare

    Mi cabeza estaba llena de dudas, realmente estaba confundida. ¿Todo eso había sido un juego? Pero se sentía tan real. Incluso recuerdo mi vida allí de forma tan nítida como mi vida aquí. Emar comenzó a hablar, yo me incorpore pero al hacerlo comencé a sentir que mi cabeza dolía de nuevo, tanto que no pude entender. La luz de la habitación era muy fuerte y me había dado de lleno en los ojos. Pasaron un par de minutos hasta que al fin, me estabilice y pude entender lo que me estaba diciendo Emar.

    -... Entonces, ya pasada la instalación del implante en el cerebro, se genera la simulación teniendo en cuenta los gustos de todos los implicados en el juego, en caso de un conflicto el sistema inicia una votación automática que... - Yo había hecho un gesto con la mano para pedirle que se detenga, tardó en reaccionar pero por fortuna no fue mucho.

    - Que está pasando aquí? - Le pregunté, dando a mi voz toda la fuerza que pude. Que no fue mucha porque estaba asustada y el miedo hacía que se me atorasen las palabras.

    - Al parecer hubo un error cuando te instalamos el implante onírico. Tu cerebro reaccionó de una forma ligeramente distinta que el implante no supo como resolver. Como resultado del error tu personaje desbloqueó algunos recuerdos del mundo real, algo que bajo circunstancias normales es imposible, como que todos los guardias del mundo te cuenten la misma historia acerca de como fueron aventureros hasta que les dispararon una flecha en la rodilla. - Dijo y se rió un poco para si mismo, el CEO se veía más desenfadado que como lo pintaban los medios. Me reí del chiste yo también, aunque mi risa casi ni se escuchó.

    - Bueno, creo que lo entiendo pero, si me permite, tengo algunas dudas. - le dije.

    - Adelante. - Me respondió e hizo un ademán.

    - ¿Si el juego está en mi cerebro, por qué usar esta enorme máquina? - Le dije.

    - Creo que ya lo dije antes, pero bueno, si me pides que lo repita, esta máquina monitorea tus funciones vitales durante el juego, además de asegurar que la instalación sea correcta. - Dijo.

    Sigo algo aturdida, pero voy mejorando. Si todo esto es cierto, creo que puedo entenderlo. Recuerdo bien todo lo que sucedió antes de esto, como fuí seleccionada por mi artículo del periódico escolar, a mi madre felicitándome y saludandome mientras me subía al avión que me llevaría hasta allí, e incluso mi conversación con esa chica en el autobús. ¿Como dijo que se llamaba? ¿Gwendolyn? Si, era algo de ese estilo.

    - En que estás pensando? - Me preguntó el CEO, creo que estuve bastante tiempo en silencio.

    - Nada, sólo estaba recordando todo esto. - Dije, señalando a ninguna parte en particular.

    - Y haces bien, según nuestra mayor experta ése es el mejor modo de recuperarte. Ahora dime ¿Como estuvieron las primeras dos horas y media? - Me dijo con una expresión pícara, como si esperase justo la reacción que tuve a eso, pues puse una cara de sorpresa que, conociéndome, resulta graciosa para la mayoría de personas.

    - Sí, es sorprendente como vuela el tiempo cuando sueñas. - Comentó. - Nosotros tan sólo aprovechamos ese efecto para no romper la ilusión. -Dijo con una sonrisa, que parecía de orgullo. Sí, definitivamente se trataba de orgullo, como si hubiese reinventado y mejorado la rueda.

    - Ahora, acompáñame, tendrás un descanso de media hora junto a los demás jugadores. Luego podrás seguir. - Dijo acercándose a la puerta, que se abrió sóla cuando estuvo lo suficientemente cerca. Yo no logré salir de aquel aparato, así que el regresó, se disculpó y me ayudó a salir con sus brazos.

    Al atravesar la puerta, una mujer con una bata de laboratorio le dirigió una mirada enfadada al señor Emar. Tras esto, atravesamos un pasillo bastante largo, con el suelo completamente blanco y las paredes de cristal transparente que dejaban ver un pequeño jardín junto con el estacionamiento de la empresa.

    Llegamos después de unos metros a lo que vendría siendo un salón comedor. Estaba bastante vacío, de los cien jugadores que fueron invitados, sólo había cinco contándome, aunque había, a simple vista, suficientes asientos para todos los invitados y más.

    Ví a mi alrededor y noté que el señor Emar ya no me acompañaba, así que me acerqué al grupo de jugadores que estaban ya allí antes de que llegara. Se habían reunido en una mesa cerca del ventanal y de la puerta del baño, aunque lo suficientemente lejos de esta última, supongo que era una buena elección.

    En cuanto estuve cerca del grupo, noté como me hacían gestos para que me acercara, incluso pude reconocer a dos de ellos. Eran Gwendolyn, Cedric y dos chicos más. Me costó bastante reconocerlos, a Gwendolyn porque solo la había visto por una media hora y a Cedric porque estaba bastante cambiado, pero en cuanto los reconocí, me sentí algo aliviada. No soy muy buena para las presentaciones así que me pueden ayudar con eso.

    - Vaya que es una agradable coincidencia. - Dijo Cedric cuando me senté. - Estábamos hablando de ti.
     
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    Borealis Spiral

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    ¿Cedric es real? :O No me lo creo... O sea que... ¿todos los jugadores son los protegidos en el juego? ¿Es posible que Gwendolyn sea Maia? Lo sé, estoy apresurándome mucho en sacar conclusiones y lo más seguro es esté equivocada, pero es que leer que un chico se llame igual que el sujeto que acaba de conocer Lizzie en el juego me impactó. Además, parece que en esta realidad ella lo conoce de algo. Hm, interesante.

    Parece que ahora nos iremos un momento por este lado de la moneda, por la realidad fuera del juego, eso me gusta, le da un muy buen toque. Me pregunto de qué hablaban los compañeros acerca de Lizzie. Y me inquieta algo. Se supone que al ingresar al juego las memorias del mundo real quedan bloqueadas, ¿verdad? Para que no intervengan con el juego, claro, tiene sentido. Y aparentemente Lizzie tuvo un fallo en eso y ahora recuerdo la extraña actitud de Cedric en el juego... ¿será posible que él también desarrollara una falla y en realidad sea consciente de que está en un juego, al menos cuando lo está? Ah, tantas dudas. Mi imaginación puede volar mucho. Mejor dejo de conjeturar y espero el siguiente capítulo con paciencia, la cosa se pone buena. Me despido esperando que estés bien hoy y siempre. Te cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
    Última edición: 4 Marzo 2017
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    Capítulo 10.

    ¿Quien soy? Estoy tratando de averiguarlo.
    -Jorge Luis Borges.


    Como no conocía a dos de los cuatro jugadores que estaban conmigo, decidí que sería mejor preguntar sus nombres antes que nada. Pero no conté con que Cedric fuese a presentarme.

    - Justo estábamos hablando de ti, permíteme que te presente, ella es Gwendolyn, y los otros dos papanatas son Luke y Hans, chicos, saluden a Lizzie. - yo y Gwendolyn ya nos conocíamos, de hecho ahora caigo en la cuenta de que lleva un mechón de pelo morado en el flequillo, claro, como su pelo es muy negro y el tinte que usa es bastante oscuro no se nota tanto la diferencia.

    - Oye, creo que te conozco de algo. - Me dijo ella.

    - Sí, nos vimos en el autobús de camino aquí. - Le dije.

    - Sí, y antes de eso en el avión, tú te sentabas un par de filas por delante mío. - Dijo.

    - Tienes buena memoria para los rostros si puedes recordar algo así. - Le dije.

    - Sí, y estoy muy orgullosa de eso. - Me dijo.

    - Bueno, entonces supongo que si nos vemos dentro del juego me reconocerás ¿Cierto Gwen? -le pregunté.

    - No me llames Gwen, y sí, te reconoceré, estoy segura. -Me respondió tajante.

    - ¿Y por qué no puedo llamarte Gwen, es que no te agrado?

    - Mi nombre completo es genial y original, además es el nombre de un personaje que me encanta, por eso no me gusta que me den apodos, no te lo tomes a mal. -Dijo ella.

    - Supongo que lo entiendo, aunque no lo comparto. Si quieres puedes decirme Lizzie o Liz. - Dice.

    - Bien, confirmamos que nadie cambia de apariencia o nombre dentro del juego? - Dijo Luke. El chico era un poco granoso y llevaba una gorra de béisbol completamente blanca.

    - Al menos, nadie que yo conozca. - apuntó Cedric.

    Entonces me vino a la cabeza un pensamiento. No sé nada de Maia aquí. Es más, no me suena haberla visto. Y ahora que hay más gente entrando tampoco la veo.

    - Hablando de gente que conoces. No veo a Maia por ningún lado. -comenté.

    Luke y el otro chico, Hans, se miraron entre sí con algo de complicidad. Entonces el segundo hizo varios gestos rápidos con las manos. Supuse que se trataba de lengua de señas por como movía las manos. Una de dos, o Hans era mudo o algo así, o prefería no hablar porque estaba diciendo algo muy malo. Lo que sí me quedo claro fue que esos dos chicos se conocen de mucho antes de venir aquí.

    - Bueno, te tengo malas noticias, es posible que esa tal Maia sea un NPC. -dijo Luke tras concluir con su particular conversación.

    - ¿Un NPC? - Pregunté, con algo de confusión y también de sorpresa ante tales palabras.

    - Ya dijimos antes de que tu llegaras que en el mundo del juego es común que los protegidos sean jóvenes, pero también vimos a niños y adultos. -añadió Luke tras esto.

    - ¿Como que vieron protegidos niños y adultos? -pregunté.

    - Bueno, tuvimos la suerte de iniciar en una comunidad no muy lejos de los ríos de fuego, donde es común ver protegidos en busca de alejarse de las autoridades. La gente común sabe que se trata de protegidos y los ayuda, pues todos por allí desprecian el sistema. -dijo el.

    - Curioso, hasta ahora conozco más lugares a favor de los protegidos que en su contra. -dije.

    - Bueno, tuviste o muy buena o muy mala suerte, por lo que parece. La mayoría de los jugadores no suele iniciar en una ciudad como la tuya. He de admitir que al principio pensé que eras un NPC. -dijo Cedric.

    - Bueno, eso y que, al parecer, tu guardián es bastante débil, por lo que comentó Cedric. -dijo Gwendolyn.

    - No fue eso lo que dije en realidad. De hecho, Liz, Gamenor tiene bastante potencial sin explotar, incluso puede llegar a superar a guardianes que hoy son bastante más fuertes que el. -aclaró Cedric.

    - Bueno, eso si lo entiendo. Es algo así como el típico personaje que tiene un comienzo más flojo que el resto, pero en cuanto llega a un nivel determinado, se vuelve mucho más fuerte de golpe. ¿Verdad? -pregunté.

    - Si, algo así. - Dijo Luke. Quien luego de eso se paró.

    - ¿A donde vas? - Le preguntó Gwendolyn.

    - A buscar algo de comer para todos, dentro de un rato se acaba nuestro descanso y no quiero volver a esa cosa con el estómago vacío. -respondió.

    - Apoyo la moción. - Respondió Gwendolyn, que se dirigió hacia el buffet que había en el otro extremo de la habitación, y nosotros los seguimos. Como ya todos se habían servido eramos los últimos técnicamente, pero no tuvimos que hacer fila. Algo me dice que Luke ya había planeado eso de antes.

    - Bien, entonces tenemos un mes para encontrarnos, averiguar cual es la meta del juego y cumplirla ¿Cierto?. - Preguntó Cedric mientras comíamos unos sandwiches.

    - ¿Como que un mes? ¿No se supone que estaremos aquí una semana? -pregunté algo confundida.

    - No, quise decir un mes in-game. Por lo que me dijo el tipo que me acompañó en la instalación, se supone que haremos cuatro sesiones diarias durante toda la semana, eso suma veintiocho días dentro del juego. A dos horas y media de juego y media hora de descanso suman doce horas diarias, quedarían otras doce que se dividen en charlas varias acerca del juego y su funcionalidad, desayuno, almuerzo, cena y tours. Como dormimos durante el juego las horas de sueño se reemplazan con actividades varias. Por último, el último día nos desinstalarán y nos darán, según el técnico, una especie de píldora especial para recalibrar el sueño normal. -aclaró el chico. Entonces sonó una alarma, era la voz de la guía rubia que nos recibió en la entrada ese mismo día. Se sentía como si no la hubiese oído desde hace una eternidad a pesar de que la escuché hace poco más de tres horas.

    - Atención jugadores, por favor regresen a sus respectivas cámaras, el juego se reanudará dentro de tres minutos, muchas gracias. -dijo. Entonces nos saludamos y nos dirigimos hacia nuestros lugares. Cada puerta estaba ahora marcada con el nombre, apellido y, en algunos casos, el "Nickname" de su correspondiente jugador, así que encontrar la mía no fue difícil. Me pregunto si podré encontrar a Maia de esta forma. No me importa lo que digan, yo no creo que realmente sea un NPC, pero por ahora no voy a decirlo frente a ellos. Esta vez no había nadie en el cuarto que me ayudase a entrar en ese armatoste pero había una pequeña escalerilla con la que pude entrar sin problemas. En cuanto me acosté y me puse esa pesada máscara encima, la máquina se cerró y comencé a sentir un aire frío rodeándome...
     
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    Interesante conversación la del grupo de Cedric. Entiendo que quieren cumplir con la meta del juego estando dentro de ellos, pero aún no sé si entre todos ellos se reconocerán o no. Como se ve, estando en el juego se supone que no se deben conocer entre ellos, ¿o sí? Pero parece que Cedric y los otros sí que saben algo y hasta quieren juntarse para trabajar juntos, por lo que de algún modo deben reconocerse, ¿no? ¿Cómo lo conseguirán? Se pone interesante. Además, eso de que Maia sea un NPC... no lo veo tan descabellado, tendría mucho sentido y más teniendo en cuenta que Lizzie no la vio entre los demás jugadores, así que no sé si confiar en su corazonada. Ya veremos.

    Por el momento los planes para seguir con el juego y lo demás relacionado con este van marchando y es ora de que reanuden la siguiente sesión. A ver qué pasará a partir de allí. Espero el siguiente capítulo con paciencia. Me despido esperando que estés bien siempre. Te cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
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    Capítulo 11.

    La ciudad es como una casa grande
    -Rafael Alberti


    Desperté aún en la carreta, la cual se agitaba un poco, así que seguramente seguíamos en camino, la luz del sol se metía por los incontables agujeros sin parchar de la tela que se suponía que debía cubrirnos y no hacía ni la mitad de eso. El aire se sentía distinto, más caliente y ligero, me era difícil respirar, de hecho estaba gastando mucha fuerza en eso, y se notaba. También Maia tenía problemas para respirar, aunque no se le notaban tanto como a mi.

    De repente, sentí un cambio repentino en la dirección de la carreta, antes estaba subiendo por una cuesta pequeña, ahora era una bajada algo brusca, como la de una montaña rusa pero un poco más lenta. Estuvimos así, bajando por unos diez minutos hasta que finalmente nos detuvimos. Luego Cedric entró a la carreta y nos saludó.

    - Buenos días y bienvenidas a Monte Caldero. -Dijo.

    - Hola. -Dijo Maia, no se la veía muy contenta. Vyolette se le acercó al notar esto y eso la animó un poco.

    - Bien, supongo que tengo que presentarlas a la familia, pero antes tienen que conocer al jefazo. -Dijo Cedric con esa sonrisa pícara que me hacía saltar las alarmas. Tras esto le guiñó un ojo a Shara y esta volvió a tirar de la carreta, esta vez a paso lento.

    - ¿Hay algo que tengas que decir acerca de este lugar? - Pregunté.

    - Bueno, puedo contarles la historia completa mientras llegamos a donde debemos ir, parece que no, pero este lugar es bastante grande. Al principio el Monte Caldero era un volcán activo, fue llamado El Caldero por su forma achatada y redonda, y porque hacía erupción cada diez años exactamente, haciendo que toda la zona de alrededor fuese inhabitable.

    - O sea que estamos en medio de un volcán, que conveniente para sobrevivir.- Comentó Maia con algo de sarcasmo. Se me hizo raro que hablase así, quizá se deba a su mal humor, o a pasar mucho tiempo con Vyolette, o tal vez un poco de ambas.

    - Pues estás equivocada,-dijo Cedric- si repasas ese enorme libro que trajiste podrás ver algo de información sobre Monte Caldero y su historia más reciente, hace unos cien años que no hace erupción, de hecho, como ven, ya ni siquiera contiene lava en su interior, aprovechando esto una comunidad de mineros aprovechó para instalarse dentro del propio volcán y explotar lo que pudiesen hallar dentro. Ahora, intenten adivinar el giro de la trama.

    - Supongo que todos esos mineros eran protegidos. -Dije. Mientras tanto, pude notar que la iluminación se atenuaba de a poco, como no estaba viendo fuera de la carreta no entendía por qué.

    - ¡Bingo! En realidad, muchos de los mineros ni siquiera trabajaban de eso antes de venir aquí, todos eran protegidos que vivían marginados, escondiéndose, formando comunidades nómadas de forma clandestina para sobrevivir. Eran gente proscrita, fuera de la ley.

    - ¿Y tu naciste aquí? - Pregunté.

    - No, a mi me encontraron, como yo las encontré a ustedes. De hecho, llegaron justo a tiempo para salvarme de morir, desde entonces, siempre quise ser buscador, que es como llamamos aquí a... pues eso, a los que nos dedicamos a buscar a otros protegidos, de hecho, acabo de completar mi primera búsqueda con éxito. -Dijo esto último con orgullo.

    Luego hubo un pequeño silencio, entonces me di cuenta de algo.

    - Oye, Cedric, mencionaste el libro de Maia recién ¿Cómo sabes que contiene? -Pregunté.

    - Sencillo, se nota a la legua que es un Compendio del gremio de profesores. Además se trata de un tomo escrito especialmente para el primer año. Supuse que era un regalo de su padre por su despedida o algo así.- dijo.

    - Supones mal, este libro era mío desde antes de conocerlos. -Dijo Maia.

    - Doy fé de eso, ví ése libro en tus manos cuando me choque con Lizzie. - Dijo Shara sin apartar la vista del camino. - Por cierto, ya casi llegamos, y ¿Por qué tuve que traer la carreta hasta aquí?

    - Para mantenerte en forma, porque si crees que no sé que William te regaló una meldía estás equivocado.

    - ¿Aquí tienen meldías? - Preguntó Gamenor sonriendo. Y con razón, las meldías son unas frutas muy dulce, muy nutritivo y bastante difícil de conseguir. El gran problema con dichas frutas es que comer una meldía entera uno sólo es una proeza reservada a los estómagos más fuertes, ya que es muy grande y pesada.

    - Pues sí, tenemos un cultivo bastante grande de meldías, de hecho tenemos una regla, sólo comemos platos con meldía una vez cada cinco días. Y es divertido porque rima. -dijo Shara.

    Las meldías son como grandes sandías de color amarillo y anaranjado, tienen una cáscara gruesa que cubre pulpa, la cual posee un dulce sabor similar a la miel, yo sólo comí meldía en un par de ocasiones cuando era más pequeña. De tan solo recordar aquel delicioso sabor me da un apetito exagerado.

    Mis pensamientos sobre meldías fueron interrumpidos por un gran grito similar al de un ave, pero mucho más fuerte. Tras esto, Cedric se bajó por fin de la carreta y nos indicó que hiciéramos lo mismo con un gesto. Tras hacer eso, por fin pude ver el lugar completamente. Se veía como un túnel de una cueva, de hecho, eso era, salvo por la puerta de madera que tenía justo en frente y las lámparas de aceite colgando de las paredes que eran la única forma de iluminación que podía distinguir. Al parecer mis ojos se habían acostumbrado a la falta de luz mientras estaba en la carreta.

    Pude sentir una fuerte corriente de aire golpeando agresivamente por todo el lugar.

    - ¿¡Por que tiene que hacer esto cada vez que alguien viene!? - Preguntó Shara a Cedric.

    - !No sé, tal vez le gusta impresionar... O presumir!

    Respondió, haciendo fuerza con la voz para que se escuche a pesar del viento que se hacía más fuerte conforme pasaban los segundos. Aquel vendaval comenzó a levantar polvo haciendo que tengamos que taparnos la cara con los brazos. Finalmente, tras unos segundos, cesó y pudimos ver el origen de todo eso.

    Eran un señor mayor, de unos setenta años, pero fornido aún así, y una criatura de tres metros, era como una pantera, pero con dos enormes alas negras y unas orejas puntiagudas. El hombre, que estaba montado encima de la cabeza de aquel ser, llevaba la barba hasta el cuello y una camisa a rayas semi abierta que dejaba ver un triángulo de pelo tupido en el pecho, unos pantalones harapientos y nada de calzado.

    El viejo era, seguramente, el protegido de aquella bestia, y el jefe de este lugar. Este nos saludó con una sonrisa.

    - ¿Que tal? Bienvenidas a Monte Caldero! Espero que este chico haya sido gentil con ustedes. -dijo el hombre con una mirada pícara.

    - El es William, es el líder de aquí. Bueno, en realidad las decisiones importantes las tomamos entre todos. -dijo Shara.

    - Pero de la gestión y organización me encargo yo solito, y ha sido así desde hace más de cincuenta años, entendido?

    - Además es super humilde. -dijo Cedric con un deje de sarcasmo que se notaba a kilómetros.

    - ¿Y como se llama su guardián, señor William? -pregunté.

    - Oh, cierto ¿Escuchaste? La señorita quiere que te presentes. Sé cortés y preséntate. - A esto, la criatura asintió y se presentó. A mi me pareció algo severa la forma en que William trató a su guardián en ése momento, pero no dije nada.

    - Mi nombre es Norgud, buenos días. -dijo sin muchas ganas.

    - Ahora está de mal humor, pero créanme, ya se le pasará. -dijo William.

    - Sí, es normal que Norgud se comporte así cuando está mal por algo. -Dijo Shara.

    - Oh, casi se me pasa, toca hacer un tour por el pueblo antes de mostrarles su nuevo hogar, vivirán con mi sobrina y otra chica en el pabellón Jota.

    - Ugh, ya las envidio. -dijo Shara. Yo no le dí tanta importancia, había algo que me preocupaba más y eso era Norgud, no me gustaba esa sensación de tener una pantera de tres metros malhumorada cerca.
     
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    Gamenor

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    Capítulo 12.

    Gracias a la memoria se da en los hombres lo que se llama experiencia
    -Aristóteles



    Mientras caminamos por los largos pasillos de Monte Caldero se me va haciendo cada vez más y más difícil respirar debido al agotamiento, pero finalmente llegamos a nuestro siguiente destino de ese día. El Parque, que consiste en una gran sala con un enorme árbol en el centro, alrededor del cual hay una plataforma y un podio tallados en piedra. Todos estuvimos bastante callados durante el trayecto, salvo William, que nos explicó que iba a darnos un discurso de bienvenida.

    Mientras llegábamos pudimos ver como se iban acercando poco a poco el resto de los protegidos con sus guardianes, había niños, jóvenes, adultos y ancianos, además de guardianes de todo tipo, y casi todos estos eran muy diferentes entre sí. Podía ver sonrisas en los rostros de muchos de ellos. Según explicó William, la llegada de nuevos vecinos a Monte Caldero era una ocasión muy alegre que todos celebraban a su manera.

    Tomo asiento en la primera fila, junto a Cedric y Maia. Shara espera cerca nuestro con Gamenor y Vyolette encima. El murmullo de la multitud se vuelve cada vez menos ruidoso mientras William se sube al podio, además no veo a Norgud por ningún lado, lo cual me resulta extraño teniendo en cuenta su enorme tamaño y el hecho de que hasta hacía unos momentos nos estaba acompañando. Quizá estaba usando algún tipo de invisibilidad para no incomodar a todos los presentes o algo así. Cuando volteé para hablar un poco con Maia, William carraspeó y luego comenzó su discurso.

    -Estamos aquí reunidos para unir en santo matrimonio al joven Cedric Lahire y su guardiana... Es broma, es broma -Dijo con cierta picardía. Todos comenzaron a reír -En realidad todos sabemos por qué estamos aquí reunidos, celebramos un nuevo éxito de nuestros estimados buscadores, y su más reciente adición, el ya mencionado Cedric Lahire, que junto a su guardiana Shara han logrado superar con éxito un osado rescate. Seré honesto, chico, no te tenía ni una pizca de fe, pero lo lograste. Te has ganado mi respeto y creo que también el de todos los presentes ¡Felicidades! Ahora, pasando a asuntos más importantes, denle todos una cálida bienvenida a Lizzie, Maia, Vyolette y Gamenor. -Todos aplaudieron al unísono.

    La fiesta que siguió a ese breve discurso duró dos horas que se me hicieron bastante largas, no por tratarse de una fiesta incómoda ni nada, sólo que yo necesitaba un descanso urgente por el tema de la respiración, aunque de a poco me estaba acostumbrando. Así que decidí quedarme sentada en mi silla a esperar que el festejo terminase, solo comí unas galletas que me trajeron unos niños. No quise ser aguafiestas así que las acepté con mucho gusto, más allá de eso, estaba tan agotada que preferí esperar que todo pase, Maia al menos podía caminar entre la gente y comer algo, pero tampoco hizo mucho más que eso.

    Finalmente la fiesta acabó, y Shara nos guió hacia el pabellón Jota, donde se supone que nos estaban esperando nuestras nuevas compañeras. El aire en aquel lugar se sentía ligeramente más fresco y estaba cerca de la plaza así que no demoramos mucho, lo único malo que tenía era que había que bajar un pequeño tramo por una ligera pendiente. En ese momento pude ver a un par de chicas paradas en frente de una de las puertas que había en aquel lugar, estaban como a la mitad del pasillo, ni muy al fondo ni muy cerca.

    Pude reconocer inmediatamente a una de las dos chicas, era Gwendolyn, vestía bastante diferente, un vestido largo hasta la parte superior de los talones, de tela, color verde hoja, un poco ajustado a la altura del estómago. Lo único que no había cambiado era su rostro, y su mechón de pelo morado en el flequillo, mas allá de eso estaba completamente cambiada. La otra chica vestía una armadura metálica que la cubría completamente, salvo por la cabeza, pues llevaba el yelmo en una mano. Además llevaba enfundada una espada.

    - Un poco más y me hacen llegar tarde a mi clase. -Dijo la chica de la armadura.

    - Por favor, Minerva ¿Podrías no hacer sentir incómodas a nuestras nuevas compañeras en su primer día? -Dijo Gwendolyn.

    - Solo estaba bromeando, Gwen. -Respondió.

    - Bueno, supongo que ya no hay mucha necesidad de presentaciones. -Dijo Maia.

    - Yo diría que nos presentemos de todos modos. Me llamo Elisabeth, pero todos me dicen Lizzie. -Dije entonces, luego Maia sonrió un poco.

    - Gwendolyn, mucho gusto, ah, y les ruego, y esto también va para ti, Minerva, nunca jamás de los jamases me llamen Gwen.

    Si, definitivamente se trata de la misma chica que conocí en la cafetería de Greenware. ¿Pero como puedo estar tan segura de que eso pasó? Se suponía que Gwendolyn habría de reconocerme en cuanto me viese. ¿Lo hizo? No puedo saberlo. ¡Un momento! ¿No se suponía que nuestros recuerdos de fuera del juego no existían aquí? Eso podría explicar por qué Gwendolyn no me recuerda.

    Tras un momento, Minerva reaccionó. - Creo que debo ir a mi clase, nos vemos. -Dijo, y cuando dio un par de pasos fue interrumpida.

    - ¡Espera! -Dijo Gwendolyn. Minerva se quedó quieta unos instantes. -Maia parece estar interesada en tus clases de esgrima. ¿Te parece si te acompaña? - Tras esto miré las caras de ambas, Maia y Gwendolyn, la primera parecía algo confundida, pero emocionada ante la propuesta, la segunda simplemente sonrió y me guiñó el ojo.

    - Bueno, está bien.- Dijo Minerva.

    - ¡Gracias! - Dijeron a la vez Maia y Gwendolyn.

    Entré al cuarto, el cual era bastante más luminoso que en el pasillo de fuera, las paredes eran bastante más planas y estaban pintadas de blanco, con lo cual se podía ver un poco mejor. La sala central estaba adornada con un par de estantes para armaduras y una mesa con un florero. También había varias puertas. Además había una luz flotando en el centro.

    - ¡Alix, Saluda a nuestra nueva compañera!

    Entonces aquella luz comenzó a moverse de un lado a otro y finalmente se quedó al lado mío durante un rato.

    - Buenos días. -Dijo una voz procedente de la luz, sonaba como un eco agudo, suave y apagado, pero melodioso.

    - Alix es lo que llamamos un Pip, un ser sin forma, - Comenzó a contarme Gwendolyn - por lo que sabemos está hecho de luz y sonido. Aquí en Monte Caldero tenemos varios Pips, muchos de ellos sirven como mensajeros ya que pueden moverse a una velocidad cercana a la de la luz. Algunos iluminan las grutas más profundas o ayudan a los excavadores que son los encargados de ampliar la ciudad. ¿Sabes que es curioso de todo eso? Muy pocos Pips son guardianes, hay quienes creen que simplemente les gusta ayudar a la gente, si me preguntas creo que no es cierto. Como mi guardián, Alix me ayuda con algunas tareas y, cuando lo hace, brilla un poco más que de costumbre, por eso creo que la gratitud de los humanos les sirve de alimento, aunque cuando le pregunto si es cierto, el me pide disculpas, al parecer no puede responder a eso.

    - ¿Y todo esto por qué me lo cuentas? -Le pregunté.

    - No lo sé, recuerdo tu rostro y creo que puedo confiar en ti. -Me dijo ella

    - ¿O sea que si recuerdas todo? -Pregunté, algo intrigada

    - No, solo recuerdo haberte conocido, no recuerdo exactamente cuando o como, pero algo me dice que puedo confiar en ti. - Respondió, entonces me di cuenta, en Greenware, Gwendolyn me dijo que jamás olvidaría una cara, por eso estaba tan confiada de reconocerme a pesar del cambio en la memoria. Y fue por eso que me reconoció a pesar de que se supone que nunca nos conocimos.

    Entonces, pensando de vuelta en los Pips, me di cuenta de algo. -¿Donde está Gamenor?- Pregunté.
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    ¡Hola! Lamento el retraso en pasarme.

    Vaya, esa bienvenida a Monte Caldero ha sido genial. Primero se ve que la sociedad que se ha construido en ese volcán inactivo es genial, no sé, me imagino los entornos y me encanta. Sólo espero que de verdad no vaya a erupcionar por equis razón, sino uff, la que se liará. Además, William parece un líder agradable... hm, con un humor muy curioso por cómo inició su discurso de bienvenida para Maia y Lizzie, pero hey, se vale xD

    En cuanto al asunto de lo que pasó en Greenware, ¿conque Lizzie sí recuerda, eh? Interesante. Y tan normal que actúa, cielos. Yo estaría que me comería la cabeza con eso de los recuerdos cruzados y tal, pero bueno, aun falta ver cómo más la afectará todo esto. Vivir dos vidas simultáneamente no es bueno. En cuanto a Gwendolyn, bueno, que no recuerde exactamente dónde conoció a Lizzie quiere decir que eso de la falla no afecta a todos, ¿verdad? Aquí lo que le sirvió es su innato don de no olvidar nunca un rostro. ¿Pero entonces por qué no se le hizo raro que Lizzie le preguntara si recordaba todo? Yo estaría extrañada xD

    En fin, interesantes y buenos capítulos. Espero el que sigue o los que sigue, depende. Sin más, por el momento me despido no sin antes desearte lo mejor y te cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
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    Gamenor

    Gamenor Usuario común

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    Capítulo 13.

    Es un error esencial considerar la violencia como una fuerza.
    -Thomas Carlyle



    Anochecía en Monte Caldero, aunque prácticamente no podía distinguirse la noche del día, salvo por el hecho de que todos comenzaban a sentir sueño, y porque los pips se atenuaban un poco. Según me contó Gwendolyn, hacían eso a propósito para hacernos saber que afuera el sol ya se había puesto. Y Gamenor todavía no aparecía. Estábamos las cuatro, Minerva, Maia, Gwendolyn, y yo, caminando de noche por pasillos cerrados, buscándolo. Vyolette había vuelto con Maia durante la clase de Minerva y nos contó que por un momento no supo dónde se encontraba, por lo que nos preocupamos de que a Gamenor le hubiese pasado algo parecido y, tras una larga conversación decidimos ir las cuatro juntas.

    - ¿Dónde se habrá metido? -Pregunté tras un buen rato de caminar en silencio.

    - No lo sé, pasa de vez en cuando que los guardianes desaparezcan el día de la fiesta de bienvenida, es algo que nos preocupa, pero no sabemos nada al respecto. -Dijo Minerva.

    - De hecho hay varias teorías absurdas, la mas creíble es que Norgud los hace desaparecer por accidente. -Dijo Gwendolyn.

    - ¿Exactamente que puede hacer Norgud? -Pregunté.

    - Asustar a los niños con su presencia, comerse la mitad de las raciones del pueblo de una sentada e insultar a otros guardianes cuando está de mal humor. -Respondió Gwendolyn con cierto sarcasmo.

    - Pues si me lo preguntan a mí es tan solo un gatito gruñón. -Dijo Vyolette.

    - Un enorme gatito gruñón con alas. -Respondí, haciendo especial énfasis en la palabra enorme, entonces volví al tema. -¿Y no tiene ninguna habilidad?

    - Nadie lo sabe. -Respondió Cedric llegando por detrás nuestro. -Yo no creo que un guardián tan fuerte físicamente tenga demasiado potencial en cuanto a habilidades, poder hacer desaparecer a otro guardián durante varias horas es una habilidad difícil de utilizar. Pero con Shara aprendí a esperar cualquier cosa de los guardianes.

    - Debería aprender a no asustar así a la gente, señor Cedric. -Dijo Vyolette.

    - Y también debería aprender a cuidarse de su propia sombra. -Dijo alguien que no pude ver, la voz no me resultaba conocida ni parecía delatar ningún género, pero a mi me daba la impresión de que podía tratarse de un chico. Entonces, dos grandes serpientes negras con brillantes ojos de color esmeralda aparecieron rodeándonos. Al ver esto, Maia se echó al suelo debido al pánico.

    - Una menos, quedan cuatro. -Dijo el extraño, mostrándose. Llevaba una túnica de lana marrón con capucha y se cubría la cara completa con una máscara totalmente blanca.

    - ¿Cómo te atreves a... Espera, ahora recuerdo lo que sucedió. -Dijo Vyolette.

    - ¿Lorito quiere galleta? -Preguntó una de las serpientes en tono burlesco.

    - Es gracioso, porque es la primera vez que me descubren, y también es la primera vez que puedo hacer esto. -Tras eso desenfundó dos pistolas y comenzó a dispararnos con gran velocidad. Varios disparos salieron volando en dirección a mi, y a todos los demás. ¿Cómo nos salvamos de eso? En cuanto dejó de disparar, Minerva sonrió y desenvainó su espada.

    - Las armas de fuego son para cobardes sin honor, ahora recibirás tu justo castigo. -Dijo la chica de brillante armadura.

    - Como quieras. -Respondió el, y mostró una espada negra, algo más grande que la de su oponente. Tras esto, se lanzó a la carga y minerva respondió del mismo modo, las serpientes se movieron rodeando al extraño y su oponente, en cambio apareció un guiverno del color del trueno para cortarnos el paso si intentábamos escapar. Era bastante mas grande que Gamenor, era casi tan alto como yo, y se veía feroz.

    El combate entre Minerva y aquel extraño sujeto era brutal, él no dejaba de atacar con gran velocidad y fuerza, pero ella no descuidaba su defensa. Ambos se movían con una peligrosa armonía, como si se tratase de un vals o un tango. Cada tanto, el extraño perdía el equilibrio durante un breve instante, que Minerva aprovechaba para contraatacar, pero el velozmente se recuperaba y usaba el propio contraataque de ella a su favor. Mientras tanto las serpientes los rodeaban, pero no buscando encerrarlos, si no que ellos marcaban el centro y las serpientes mantenían siempre la misma distancia, independientemente de a donde se moviesen ellos.

    Si podía notar una gran diferencia entre el estilo de uno y la otra era que el extraño usaba todo su cuerpo en el combate, mientras que Minerva concentraba sus movimientos en la espada.

    En un momento, el combate se decidió. Minerva había bloqueado un ataque por debajo de la cintura y estaba agachada, lo cual el extraño quiso aprovechar para darle una patada en la cara y así derribarla, pero ella se anticipó y tomó el pie con su mano libre. Rápidamente lo hizo girar y se incorporó. El extraño ahora estaba en una posición incómoda y completamente indefenso, mirando de cara al suelo y parado sobre un pie.

    - Un movimiento sin honor, rastrero, aunque bastante efectivo si hubiese atinado, pero me resultó muy predecible. -Dijo Minerva.

    - Esto no se ha acabado. -Dijo aquel extraño. Tras eso una de las serpientes rodeó a Minerva por completo, impidiéndole moverse. Tras esto ella se vió obligada a soltar el pie de aquel sujeto - ¿Alguien más quiere ser un héroe?

    - Tu fuiste el que secuestró a Gamenor ¿Verdad? -Pregunté.

    - ¿Gamenor? Ese nombre me suena, no me digas, creo que sé quien es... "El pequeño guiverno que podía". Sí, no te preocupes, está completamente sano y salvo, lo devolveré mañana a primera hora. En realidad, no quiero nada de ustedes, pero... -En ése momento, se sintió un fuerte viento en todo el lugar.

    - Justo a tiempo. -Dijo él. -Les recomiendo que se retiren si no quieren salir heridos.

    El viento se volvía más y más intenso a medida que pasaban los segundos. Era la clara señal de que Norgud se acercaba por el oscuro pasillo a toda velocidad.
     
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