Mi nombre es Odín. Tengo 18 años. Estudio gastronomía y trabajo de mesero/payaso (en un restaurante, vigilo el área infantil). Vivo solo. Acabo de despertar. Agh... Odio el sonar del despertador. Son las siete y media de la mañana, y para variar no he dormido nada. Detesto estudiar, detesto trabajar; me falta poco para detestar vivir. Llevo apenas la mitad de vida, y ya pienso así.. Si, soy tan pesimista que digo que los 18 años son la mitad de mi vida. No he podido sacar la estúpida licencia de conducir. Hacer trámites como ese por mi cuenta es complicado. Siempre dejo estos asuntos incompletos. Así que todas las mañanas tomo un taxi que me lleve a la escuela. Hoy todos están ocupados, tendré que caminar. Para seguir con el mal día, está nublado. Me gusta la lluvia, en fines de semana que no tengo que andar de un lado a otro. Y como sospechaba... "si algo puede salir mal, va a salir peor"; estúpida y certera Ley de Murphy, me falta medio camino a la escuela y ya empezó a llover. En días como este, solo me repito a mí mismo "Aquí voy". Como si estuviera a punto de ejecutar un clavado olímpico a 250 metros de altura; como si fuese a dar un salto largo para evitar caer del gran cañón; como si fuese a saltar de un avión en paracaídas. Me siento tan identificado con esos ejemplos porque todos podrían matarme. Así es mi manera, algo negativa, de ver mi vida. ¿Y por qué ver mi vida de manera positiva? Literalmente, hago bromas, malabares, finjo risas para pagar la renta de mi departamento, y las facturas de luz, agua y gas. Pero claro; de mi boca, involuntariamente llegan las palabras "¡Que venga más! ¡Yo aguanto más!" No es que no aguante mucho más pero... lo odio. Pero, como ella me ha dicho... de malas, cansado, con hambre, de buenas, afinado, desubicado, perdido... yo llego hasta el final. De camino al trabajo he tomado otro taxi. El chofer iba oyendo la radio: la misma estación de radio que oyen todos los choferes. Solo que esta vez me pareció escuchar medio más afinadas las voces de aquellos cantantes de aquellas épocas en las que vivían los choferes. Modificaciones de la estación de radio, seguro; no creo que los cantantes compusieran su voz. ¿Y si el tono de las canciones cambia? ¿Las seguirán escuchando? Es como pensar que si algo en tu vida llega ligeramente diferente de la noche a la mañana, te cambiara toda tu vida. Qué complicada la humanidad. Como tengo tan buena suerte, con una ligera lluvia que aún caía, tuve que seguirle caminando al trabajo porque a medio camino del taxi se quedó sin gasolina. Me quedé tarareando la mitad de la canción que se oía en la radio. Mientras camino por la acera, observo por la ventana de vidrio de un restaurante a un cliente que come, mira el reloj y toma notas. Supuse que era un crítico. De verdad me puse a pensar en ese tipo de personas: los críticos. Ya sea de cine, comida, moda, entretenimiento, etc. todos ellos son críticos por una razón: ellos aspiraban a tener grandes logros en esas cosas, pero como fracasaron, se dedican a criticar a los demás. Finalmente he llegado a mi trabajo. Ahora que entro y siento esta tensión entre los meseros, recuerdo que ayer hice un pequeño experimento trabajando con sobras. Hice una especie de estofado. Me pregunto si se habrán enterado de lo que hice. Al entrar a la cocina por mi delantal, me encuentro con el jefe de meseros y el sub-chef. —¡Odín!— dijeron al unísono. —¿Qué has hecho? —Ah... eh... pues... yo.—Hemos encontrado tu estofado en el congelador.—Si me permite explicar... —Como no teníamos planeado ningún especial para el día, servimos esa cosa a algunos clientes. —La verdad es que...—¡Y les encantó!—¿Q-qué?—¡Si! Han estado preguntando por el chef que lo ha cocinado.—¿De verdad? —Muchacho, tienes futuro en la carrera de gastronomía. ¿Como se llama tu creación? —Este... el nombre... del platillo...—Si... —Se llama... Estofado... Revoltijosorpresa. —¡Un nombre apto para la indescriptible obra maestra! Mañana mismo dejas de ser mesero y comienzas a trabajar en el área de sopas y cremas. Felicidades, Odín. Fue algo completamente inesperado. Por primera vez desde que vivo solo con mi rutina, me sentía... tan... tan feliz. Era algo estúpido, pequeño y sencillo; pero me habia hecho sonreír de verdad, cosa que no había hecho en mucho tiempo. Se acabaron las cosas hechas a medias o sin terminar. Mi negatividad ha llegado hasta el final; comienza un nuevo camino por la felicidad y el éxito.
Ah, me ha llamado la atención. Creo que es común para muchos jóvenes este tipo de pensamientos negativos y bueno, si no es el caso, para muchos es mucho más sencillo decir: "Todo lo que hago me sale mal y mi vida está falta de suerte", que realmente intentar mejorar y seguir adelante. No obstante, el caso de Odín no es así. Bien, me gustó bastante que a pesar de su negativismo, no es de esos que se quedan cruzados de brazos sin hacer nada, sino que llegan hasta el final. A pesar de su forma de pensar, creo que es un buen ejemplo para mucho con sus acciones. Me dio risa lo del taxi. ¿Sin gasolina? ¿En serio? Jajaja XD. Bien, veo que a nuestro joven protagonista se le abrieron las puertas para una mejor vida, o una oportunidad para ella. Y sonrió después de tanto, ¿no es digno de encomio? ¿Piensas seguir la historia? Espero que sí, me quedé ansiosa por saber qué pasa con él, que por cierto que encanta su nombre: ¡Odín! :D Te me cuidas. Hasta otra.
Vaya, no había pensado continuarla, pero me alegra mucho que te gustara ^-^ Ya veré si es que la continúo. Te aviso. Tu también te cuidas.
