Quantum Leap Viajeros en el tiempo

Hace tiempo pasaban una serie con este nombre, a menos en hispanoamerica se llama así, decidí hacer un remake, espero que les guste ^^. No es de Spider-man solo son mis separadores.

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Una lenta y suave respiración, una hermosa mujer duerme a su lado vestida con un especie de vestido blanco con varios holanes, la luz de la luna se refleja por unos tablones y me permite ver en la oscuridad un poco del lugar donde me encuentro, hay una mesita de caoba aún lado de la cama con una jarra de barro, una ventana cubierta con cortinas y lo demás es oscuridad.

Al girarse un poco el brazo de la chica lo envuelve y acerca su tibio cuerpo por detrás abrazándolo, casi al mismo tiempo un aroma a tierra mojada y heno le impregna la nariz haciéndole recordar sus visitas al rancho de su abuelo cuando era niño, antes que pueda captar algo más cae dormido.

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Sam Beckett da un sorbo a la taza del expreso mientras observa por una de las rendijas el exterior, la vieja fachada de una fábrica que se alza en medio de aquella meseta casi esteparia encubre perfectamente la base secreta donde el gobierno de los Estados Unidos donde fue transferido hace unos días por su intelecto, hasta donde sus padres saben se encuentra en NASA en una especie de viaje de exploración, solo Lili su novia sabe un poco con la pequeña nota que le alcanzó a pasar entre sus manos antes de partir.

—Señor—llama una voz femenina detrás de él. —¿Podría venir?

Una mujer de ojos grises y de unos treinta años le sonríe mientras porta un portapapeles entre tus brazos. Al muchacho le parece un tanto incomodo que una mujer diez años mayor le nombre “señor” y se dirija a él con demasiado respeto, presionando sus dientes esboza un extraño gesto que divertía a su amigos de la facultad, sus ojos se saltaban un poco de tal manera que hacía reír a todos aunque le hacía de manera inconsciente cuando se quedaba sus palabras.

La mujer levanta las cejas y comienza a caminar hacia un elevador que comienza a descender en un tiempo que al chico le parece eterno, observa de reojo el gafete que la mujer porta en el pecho y cuando sus miradas se encuentran él sonríe.

—Marge, ¿así te llamas?

—Sí, sería extraño que llevará un gafete con un nombre que no es mío

—¿Por casualidad no tienes un esposo que se llame Homero o hijos que sean Bart, Lisa y Maggie? —Sonríe y ella lo mira sin ninguna expresión— sabes a que me refiero ¿no?, los Simpson, siempre los veía con mi padre cuando llegaba de trabajar era como una especie de tradición.

—No tengo televisión ni hijos—responde cortante. —bajas en este piso.

El muchacho salió del elevador y presionó sus su labios formando una línea, las puertas se cerraron y se encontró entre gigantescos armatostes de acero que se conectaban a generadores emitiendo luces y sonidos distintos.

—Una amiga más, este lugar es tan acogedor—susurro mientras caminaba hacia un hombre que estaba de espaldas al final del pasillo.

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Un cardenal rojo revoloteaba junto a la ventana ya abierta, unos labios se posaron en su mejilla y abriendo los ojos por completo observa sobresaltado aquel sitio de estilo rustico hecho por completo de madera bruta apenas tallada, por la ventana habías casuchas del mismo estilo se enfilan hasta donde le permite su vista mientras puede escuchar los inconfundibles cascos de los caballos, un tanto alterado da un salto de la cama y la mujer que lo acompaña intenta detenerlo dispuesta a abrazarlo, él lo permite al menos por unos segundos y luego se separa.

—Llegaras tarde si no te apresuras querido—dice la chica ahora vestida con un vestido largo color café y una blusa de bolitas—hoy es el día del traslado de ese truhan.

—¿Truhan? —pregunta extrañado.

—El mismo que atrapaste en Liberty hace dos días, estoy tan orgullosa—se acerca intentando besarlo, el retrocede y tropieza dándose cuenta que está en interiores.

Apenas ve una ropa que cree que el pertenece en el lado de la cama la toma y sale de la habitación.

—¿Pero qué te pasa Clayton? —cuestiona la chica mientras lo observa con sus ojos miel.

—Debo salir rápido, lo has dicho—responde y cierra la puerta del baño—Diablos, no hay drenaje. —exclama mirando el mosquiento agujero frente a él.

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—Samuel, el joven prodigio—señala el hombre de cabeza calva y gafas mientras le extiende los brazos tomándolo del hombro.

—Doctor…

—Claro, Claro Dr. Samuel Beckett

—No, usted…

—¿Yo?, mire le mostraré el más grande logro de este laboratorio.

Sam lo sabía hace tiempo, Harry un amigo de la facultad había hackeado sus sistemas y tomado planos del “Acelerador de Partículas”, en realidad esa había sido la razón por la cual se había esforzado por resaltar y perfilarse como candidato perfecto para dicho proyecto. Aunque finge sorpresa.

Como si todo el lugar hubiera sido construido para él, en el centro debajo de un núcleo azulado que electrifica varios conductos que a su vez nutren dos cilindros con compuertas debajo.

—Este es ¡el acelerador de partículas! —anuncia con entusiasmo— da un salto tecnológico en el futuro y trata de comprobar que el tiempo es diferente en las estructuras atómicas para darle un uso práctico. En otras palabras al nivel atómico, desfragmentando cada electrón y neutrón de modo controlado sería posible los viajes en el tiempo.

A pesar de saber de él, es claramente distinto unos cuantos trazos en un papel que ese magnánimo instrumento así como su funcionamiento, cualquier se sorprendería al escuchar “posibles los viajes en el tiempo”.

—Es increíble—responde Samuel atónito.

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Cada paso que daba acompañado del sonido de las espuelas le parece un tanto extraño, la gente le saluda como un buen amigo mientras recorre aquel pueblo que es no es más que una extensa línea de casas, negocios hasta donde se puede ver, varios caballos y carruajes moviéndose de un lado al otro.

—Buenos días Sheriff —contesta un anciano vestido de negro mientras se inclina el sombrero. —Estamos listos para el traslado a Pain City.

—Yo, supongo que está bien…—responde mientras observa al reo que lo observa fijamente de tal forma que le hela la piel.

El hombre que lo ha recibido el indica su lugar en un carruaje detrás del transporte, él sube lentamente sin poder dejar de ver al reo sintiendo cierto vacío en el estómago.

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Habían pasado unos tres meses desde el último encuentro entre Samuel y Al Calavicci jefe del proyecto y director del lugar, dos semanas atrás un militar los había visitado y por alguna razón el personal entero había estado tenso desde entonces, el chico había escuchado rumores que lo cerrarían, para un chico como él no representaría una problema irreparable, constaría pero tenía tiempo y recursos para comenzar de nuevo, pero las personas que llevaban su vida allí sería devastador.

— Solo necesita unos ajustes, si el acelerador de partículas funciona, todo esto seguirá de pie—afirma Samuel mientras se desliza en la habitación.

Todos los experimentos hasta ese momento habían fracasado objetos freídos, particionados a los mucho, era algo en su composición, algo en su estructura atómica que fallaba.

Sam toma entre sus manos la última foto que ha recibido de su novia, en unos cuantos días se graduaría según mails y le pedía que asistiera para que estuviera con ella. Él hubiera querido poder decirle también que estaba teniendo éxito también.

—Bueno, quien no arriesga no gana—exclama decididamente mientras se aproximaba a la máquina y habría de sus compuertas, besa la fotografía y la pone en una mesa cercana, suspira y la cierra detrás de él.

—Activando control manual—anuncia la maquina cuando baja un interruptor.

—Va por todos—susurra mientras presiona un botón rojo frente a él.

Presiona los ojos y los puños sintiendo que cada parte de su cuerpo es dispersada, siente como si mismo se esparciera y contrajera cada vez más rápido y luego una luz.

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—Hola Sam—saluda Al vestido con smoking inclinándose hacia él sonriendo mientras entra al carruaje.

—¡Al! Señor, ¿pero qué está haciendo aquí? —responde el joven desconcertado.

—Guiándote—le explica pacientemente—sabes muchacho es que debe de ser desconcertante vivir algo así— el chico lo mira extrañado y el hombre ríe—vaya de verdad es gracioso esa expresión. Dime, ¿te has visto en un espejo?.

El muchacho negó.

El científico levanta su mano y porta un dispositivo similar a un celular, Samuel retrocede asustado e incrédulo al ver que en lugar de su rostro delgado su pelo enmarañado, ojos grandes y nariz respingada, su reflejo es el de un hombre maduro de ojos caídos, piel curtida y nariz aguileña. Era alguien distinto.

—Te llamas Clayton Stockwell, eres un viajero en el tiempo.


Continuara.