Venganza Amorosa (SasuHina, ShikaTema, SasuSaku, GaaMatsu)

Venganza amorosa​

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Prólogo​

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No, era imposible, pensó Temari. Su rostro denotaba preocupación, algo andaba mal.



Consultó el archivo que su asistente le había enviado. Matsuri era la mejor espía, no podía equivocarse. Y si así era, entonces el FBI tendría más trabajo del que ya tenían.



Tomó su celular del escritorio y marcó una serie de números. Era mejor que Shikamaru respondiera a su llamado, porque si no lo hacía, la rubia era capaz de matarlo. O algo peor.



El “tu, tu, tu” del celular la desesperaba, era imposible no hacerlo cuando los…



— ¿Hola? —preguntó una voz cansada desde el otro lado. Temari se sorprendió, ya que era muy extraño que ese vago estuviera despierto a las siete de la mañana.



—Shikamaru, soy Temari. Uso el celular de la oficina, porque el mío está sin batería. Te tengo buenas y malas noticias—le comentó la rubia.



—Déjame adivinar—por un momento la voz del Nara no sé escuchó. Temari se estaba impacientando, necesitaba contarle aquello—Extendieron las vacaciones y tenemos trabajo extra, ¿verdad?



— ¡No, claro que no extendieron las vacaciones! —gritó la Sabaku No desde el celular. ¿Cómo podía pensar en las vacaciones cuando había semejante desorden en el FBI? Del otro lado se escuchó un “Tsk, que problemática” y la joven continuó— ¿Quieres que empiece por la mala o la buena noticia?



—La mala primero—contestó Shikamaru.



—Sasuke e Itachi Uchiha han salido del país. Tengo el informe de Matsuri en la mano, ella era la encargada de seguirlos, junto con Gaara. Según esto… tomaron un avión a Tokio—respondió Temari. Pensó un momento y prosiguió—Tokio queda en Japón, Shikamaru.



—Lo sé, no soy tonto—meditó un momento y miró hacia la ventana—Vaya, estamos en un tremendo lío. Tratándose de los Uchiha… era de esperarse que escaparan a Tokio. Según los informes de Sakura, allí está la base de Madara.



—Una lástima, así nos costará más la investigación. Según el archivo de Matsu, Uchiha Sasuke tenía novia—habló la joven. Por parte de Shikamaru no se oyó nada. Desde que habían roto, hablar de relaciones se les hacía… complicado.



— ¿A sí?, ¿quién era? —preguntó Shika, tratándo de romper el hielo.



—Hyuuga Hinata—respondió la chica—Bueno, no tenemos mucho tiempo. Ven a la oficina para comenzar la investigación.



—Está bien, en dos horas estoy allí.



Temari cortó. Observó sus manos y recordó el tiempo en que había salido con Shikamaru. Ahora eran sólo compañeros de trabajo, que debían encargarse del caso de los Uchiha.



Sería una larga investigación.

 

Capítulo 1​

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Dos días antes de la fuga de los Uchiha…

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— ¿Hola?, ¿hay alguien aquí? —preguntó Hinata. Era una noche fría, casi parecía que nevaría. El cielo estaba nublado, cubierto de unas nubes rosadas.





La joven se hallaba en una oficina, completamente sola, o al menos eso pensaba ella. Su largo cabello azulado se mecía con el viento, y sus perlados ojos observaban aquella sangrienta escena, que, por suerte, no había vivido. En su mente, varias preguntas la turbaban.




¿Qué había pasado allí?, ¿por qué había tanta sangre?, ¿se habría cometido alguna acción extraña? Ah, deseaba no haber ido. Pero un mal presentimiento la había azotado en su casa. Entonces, había corrido a las oficinas en donde su novio, Sasuke, trabajaba.



¿Y qué se había encontrado? Un piso lleno de sangre, muebles tirados, papeles volando y una ventana rota. La oficina de Sasuke, como bien sabía Hinata, se hallaba en el octavo piso de un edificio. Él, era el gerente de una empresa que vendía computadoras. En sus épocas de joven, Hinata, se había interesado por el mundo de la tecnología; así, se compró una computadora y comenzó a estudiar. Después de unos años, era una hacker.



Había trabajado en una sociedad llamada Clide, que se encargaba de asesinar personas y, ese era el trabajo de Hinata, robar información. No importaba si era información confidencial, nacional o blah, blah, blah, ella podía hacer todo.




En esa asociación, también trabajaba Sasuke, quien se encargaba del “trabajo sucio”. Allí se conocieron, y se enamoraron. Salieron juntos durante tres años, y fue entonces cuando decidieron dejar Clide. Itachi, el hermano de Sasuke, les dijo que podían irse, pero que tarde o temprano, uno de ellos debería volver, o los dos morirían. Pero, entre felicidad y felicidad, ambos, olvidaron las palabras de Itachi.



Así, compraron una casa, se fueron a vivir a New York, no se casaron, no tuvieron hijos y vivieron felices para siempre.



Eso gustarían decir los dos, pero, por las casualidades del destino, nadie vivió feliz para siempre. Eso nos remonta a la oficina llena de sangre, la ventana rota y Hinata sola y con miedo.



La pobre mujer, seguía temiendo por la vida de su novio. Tal vez, un ladrón había entrado y… lo había matado. Era una posibilidad. Una tan triste, que de sólo pensarlo, a Hinata se le rebalsaron los ojos de lágrimas. No quería pensar en la muerte de Sasuke, o que alguien lo había dañado.



Recorrió el sitio, tratando de no pisar los charcos de sangre. Era terrorífico, casi parecía salido de una película de terror, de esas en las que hay un asesino psicópata, matando a todos los inocentes protagonistas. De pronto, se escuchó un ruido detrás de Hinata y ésta, volteó.



Allí estaba, con sus negros ojos, mirándola. Su camisa blanca estaba desabrochada, y más que blanca parecía roja, como si se hubiera manchado de vino, u otra cosa parecida a aquella bebida. Tenía varios rasguñones en el rostro, y su cabello estaba más alborotado de lo común.



— ¡Sasuke-kun!, ¡Estás vivo! —la Hyuuga se arrojó a los brazos de su novio, deseando abrazarlo hasta la eternidad, para asegurarse que no era un fantasma de su cabeza, ni una alucinación. Y no, no lo era; él era real, al igual que la sangre de su camisa, que, desde lejos, parecía vino.



— ¿Qué haces aquí, Hinata? —preguntó el, con voz fría. Su novia no debería estar allí, y menos en ese momento.



—Y-yo, p-pues… tuve un mal presentimiento y decidí venir. ¿Qué p-pasó aquí Sasuke-kun? —contestó ella. Sus bellísimos ojos observaron al Uchiha, que mantenía su expresión fría.



—Nada. Tú no deberías estar aquí, vete a casa.



Hinata se sorprendió. ¿Acaso Sasuke le estaba ocultando algo? Miró hacia atrás de Sasuke y pudo distinguir un brazo. Soltó a su novio y se dirigió a paso lento. Temblaba de pies a cabeza, pero algo, un fuerte sentimiento la obligaba a ir hasta aquel sitio.



Casi tropezó con una silla, pero se mantuvo firme.



—Hinata… por favor, vuelve a casa. No hay nada que ver aquí—le habló Sasuke. No se atrevía a mirarla, ni a detenerla. Tal vez, en el fondo de su corazón, quería que Hinata viera a su mejor amigo y ex novio muerto. Quería que se diera cuenta con qué clase de persona trataba.



Mientras tanto, Hina-chan, se había arrodillado junto al cuerpo que yacía en el piso. Ella derramaba lágrimas, tan cristalinas como sus ojos. Su corazón sentía una profunda tristeza, además, la decepción al saber que su novio, su Sasuke-kun, no había abandonado el oficio de la matanza, y había regresado.



Ver a Naruto muerto era lo más horrendo que jamás había presenciado. Saber que no volvería a ver esa risa tan cálida, saber que no volvería a ver aquellos hermosos ojos azules, la amargaba hasta el extremo.



—No hagas las cosas más difíciles, Hinata. Ya, vete—por fin, Sasuke se dio vuelta y se miraron cara a cara. El rostro de la Hyuuga estaba demacrado, sus ojos estaba rojos de tanto derramar lágrimas por el Uzumaki, hipaba constantemente y su barbilla temblaba.



— ¿¡Por qué, Sasuke-kun!? —gritó Hinata. Sus manos estaban apretadas contra la camisa de Naruto. Y su largo cabello se le había pegado en la cara.



— ¿Acaso no recuerdas lo que nos dijo Itachi? —observó la sorprendida cara de Hinata. Sin duda, aquel acto dejaría una herida imposible de cicatrizar—Llegó el momento. He vuelto a Clide.



—No, no, ¡no! No puedes… t-tú, ¡volverás a convertirte en un asesino! —le espetó la joven—S-si lo h-hacer yo… yo… ¡le contaré todo sobre Clide a la policía!


—No serías capaz, Hinata. Tú lo sabes.



Él la conocía demasiado bien. Sabía que no sería capaz de decir ni una sola palabra, con tan de resguardar a Sasuke.



— ¿¡Tú que sabes!? — estaba histérica. No podía creer que su ex novio y mejor amigo estuviera muerto, y menos saber que Sasuke lo había matado. Lentamente se fue apartando del cuerpo inerte de Naruto, y se alejó de Sasuke. Se acercó a la puerta y amagó a abrirla.



Sasuke suspiró y volteó a mirar a su novia—No salgas, Hinata. O, tendré que matarte, y tú lo sabes—le habló.



—Inténtalo—le dijo la joven.



Sasuke sacó un arma de su bolsillo y apuntó a la cabeza de Hinata.



—Te hubieras unido a Clide otra vez y, capaz, no tendría que matarte. Sabes mucho, Hina. Tal vez, demasiado. Tu amigo, Naruto, trató de… ¿cómo decirlo? Ah, sí, detenerme. Ya ves lo que le pasó—le habló el Uchiha.



— ¡Mataste a tu mejor amigo por una organización!, ¡nunca volveré a Clide!, ¡divulgaré todo...!



Un sonido muy fuerte se escuchó y una bala surcó el espacio que estaban los dos jóvenes, llegando a la cabeza de Hinata. Rozó su cráneo, pero no la mató. Ésta se desplomó, con su cabeza llena de sangre, en el piso.



—Eso me dolió más a mí que a ti—le dijo Sasuke, y abrió la puerta para salir del edificio.





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[FONT=Arial][COLOR=black][FONT=Arial][FONT=Arial][COLOR=black][FONT=Arial]Corto, pero igual espero que les haya gustado ;)[/FONT][/COLOR][/FONT][/FONT][/COLOR][/FONT]

 

Capítulo 2​

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¿Debía llevar un arma a un interrogatorio?, ¿habría algún asesino en la habitación de una pobre joven con una herida de bala en la cabeza? Todo era posible, así que por las dudas, Temari, metió aquel objeto de muerte en su cinturón y, con voz potente, reunió a sus agentes.



Todos estaban allí, ya que tenían nueva información de Clide y de los hermanos que trabajaban para aquella corporación. Según una llamada anónima, se había encontrado un cuerpo en la compañía Computer. La joven, había mandado a los forenses del FBI para que investigaran la escena del crimen y los cuerpos que habían allí. Esa persona que llamó a la policía explicó que unos cuerpos se encontraban en el piso, totalmente ensangrentados.



Aireada de esperanza, la Sabaku No, esperaba que fueran los cuerpos de algún miembro de Clide, pero, según el informe que había presentado la forense Yamanaka, se trataba de una mujer viva, aunque inconsciente, y de un hombre de veintiocho años de edad, aparentemente muerto por siete puñaladas y pérdida de sangre. También, se encontraron rastros de barro, hojas, más sangre, no pertenecientes a las víctimas.



Toda esa información estaba archivada y protegida por la mujer al mando, Sabaku No Temari y su “compañero, asistente”, Nara Shikamaru. Eran como… el dúo dinámico, sólo que no podían estar mucho tiempo sin pelearse. Pero, comparados con los antiguos jefes, eran excelentes.



Las capacidades mentales de Shikamaru resolvían casi todos los casos, contando con la inteligencia de Temari y su fuerza bruta, los hacía los mejores agentes que el FBI haya tenido.



Sakura, una de las integrantes de la fuerza especial en la que trabaja el dúo problemático, estaba de espía en Tokio, donde, supuestamente, se encontraba la base de Clide. Sakura era muy precisa, arriesgaba su vida para descubrir sobre esa organización. Hasta hubo veces, por supuesto que la situación lo requería, que tuvo que emplear su encanto y feminidad para obtener la información que necesitaba y quería. Ella había mandado el archivo que decía sobre el escape de Sasuke e Itachi Uchiha a Japón; porque los había visto salir de un avión.



Y allí, en ese instante, se encontraba la mitad de la fuerza especial, esperando las órdenes de sus jefes.



—Bien. Como ya saben, hemos tenido ciertos problemas con una organización de asesinos llamada Clide. Ustedes, compañeros, son miembros de ésta organización especial que se encarga de exterminar uno por uno a los miembros de Clide, y de desbaratar sus planes—habló la joven con mucha confianza y seguridad.



Le hizo una seña a Shikamaru, que se encontraba a su lado, y éste comenzó a hablar.



—Ayer a la medianoche, se nos reportó la desaparición de Uchiha Sasuke, ex miembro de Clide, que ahora se ha integrado de nuevo. Además, la policía local recibió una llamada, en la cual se describía algo parecido a un escenario del crimen, en la compañía en la que trabaja Uchiha.


— Un muerto, de nombre Uzumaki Naruto—prosiguió Temari, alzando la foto de un rubio sonriendo y mostrando bellísimos ojos azules, para que todos pudieran identificar a la víctima—Y… Hyuuga Hinata, novia de Sasuke, ex hacker de Clide. Ésta joven, mis compañeros, sigue viva. Ino-san fue enviada a investigar el lugar de los hechos y llamó a los paramédicos para que la llevaran al hospital—mostró otra foto, pero de una jovencita muy agraciada, de cabello largo y azulado, y ojos perlinos.



— ¿Nuestro deber? Interrogar a la niña Hyuuga lo antes posible. Necesitamos esa información, o lo que sea que tenga, para poder atrapar a Madara Uchiha y a su asquerosa corporación de asesinos—habló una voz desde la puerta.



Una mujer alta, de grandes pechos, rubio cabello y ojos color miel los miraba atentamente. Su presencia irradiaba fiereza e imponencia. Era la líder del FBI, Tsunade Senju.



—Tsunade-sama nos ayudará con la investigación. Su cooperación nos hará mucha falta —dijo Temari. Se dio la vuelta para ver a su compañero, Shikamaru, pero éste, de tan cansado que estaba, se había dormido.



Su cabeza reposaba arriba de un helecho del escritorio de Temari, que tenía varias hojas rotas.



— ¡Shikamaru!, ¡levántate de mi planta, vago! —le gritó en el oído la joven, que estaba bastante furiosa, ya que ese helecho era un regalo de su de su hermano, Kankuro.



—Emmññ… eres bastante…—Shikamaru se levantó bostezando y, en un intento fallido por arreglar la planta, ésta se rompío aún más de lo que ya estaba—problemática.



— ¡Te mataré!


— ¡Alto! No estamos para peleas, Temari. Déjalo, de seguro Kankuro te comprará uno nuevo para navidad—interrumpió el hermano de Temari, Gaara. Él era el encargado de vigilar a Sasuke, junto con su compañera, Matsuri.



Temari alejó sus manos del cuello de Shikamaru, y se fue a sentar a una silla, mientras que murmuraba cosas como “Tiene suerte que Gaara me frene”, o “Si lo vuelvo a ver dormido en mis plantas lo mataré, en serio”.



—Bueno, ya estamos todos calmados. Ahora, debemos decidir quiénes irán a interrogar a Hinata Hyuuga. ¿Algún voluntario? —preguntó Tsunade, con voz fuerte, de mandona.



Nadie en toda la habitación levantó la mano, ni siquiera los jefes de investigación. Gaara miraba por la ventana, Matsuri fingía que leía un archivo, Shikamaru se hacía el dormido, al igual que Temari, que había decidido imitar a su ex. La analista, Tenten, jugaba con una pequeña pelota de basquetbol, Rock Lee, su compañero, hacía abdominales, y los demás, simplemente se hacían los idiotas que no sabían nada.



—Muy bien. Entonces… irán Shikamaru y Temari, ya que son los jefes de éste grupo y la investigación—dijo Tsunade. Dio media vuelta y salió por la puerta antes que el vago y la problemática se dieran cuenta.



Desde lejos se escuchó la voz de la líder, que les dijo:

— ¡Suerte!



Ambos se miraron y observaron la foto de la chica Hyuuga que Temari tenía en la mano. ¿Interrogar a una chica traumada porque su novio quiso matarla? Sería complicado.



—Tsk, es demasiado problemático. Pero el trabajo es el trabajo, ¿vamos, Temari? —le habló el Nara a su compañera.



Ambos se despidieron de su grupo, y se fueron hacia el hospital Bradley, a hacerle varias preguntas a Hinata.





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Espero que les haya gustado.

 

Capítulo 3​

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Una suave brisa recorría cada cabello azulino, acariciaba aquella blanca piel y movía con delicadez los pastos que estaban alrededor de ella.



Bajo sus párpados, sus pupilas se movían de aquí para allá, tratando de visualizar lo que sólo se puede ver en los sueños… o en los recuerdos. De repente sus ojos se abrieron, grandes y bellos. Esos orbes perlados mostraban confusión.



¿Qué era aquel sitio?, ¿era real o sólo estaba imaginando? Pero algo le decía que todo eso existía, al igual que el dolor que se acumulaba lentamente en su cabeza. Tocó con sus manos la tierra, que permanecía fría y áspera. Observó la bóveda celeste, que estaba surcada por un magnífico sol, grande y resplandeciente.



A duras penas, se levantó. Sintió la arena y los pastos haciéndole cosquillas en sus dedos de los pies. Ese mundo en el que había despertado era bello, casi perfecto. Todo irradiaba una paz consoladora, que llenaba el corazón de Hinata con dicha. Podría pasar años viendo aquel paisaje, sintiendo la brisa y el perfume de las flores.



Dio varios pasos, tratando de caminar correctamente; no como un pingüino. Después horas y horas, logró caminar como un humano normal, aunque para ella, sólo fueron tres o cuatro minutos. Comenzó a dar saltitos, acompañados de risas cantarinas y suaves movimientos de brazos.



De un momento a otro, el suelo comenzó a temblar y, la pobre Hinata, se desmayó.



Mientras ella yacía tirada en el suelo, aquel ambiente pacífico desapareció, y dio lugar a un túnel oscuro y frío, tan largo que parecía que no tenía fin, pero eso se podía contradecir, ya que a lo lejos, se lograba divisar una luz. En las paredes, que eran de ladrillo, un moho se podía observar, además de telas de araña, abarcando grandes espacios, y cubiertas de suave rocío.



Y allí, caminando, apareció Uzumaki Naruto; con su camisa llena de sangre, al igual que su cabeza. Iba sonriendo, tan natural, que se podría haber dicho que estaba vivo.



Se agachó en donde la señorita Hyuuga estaba y, tratando de ser lo más dulce posible, le susurró palabras al oído.



Dando un respingo, la joven se levantó. Observó con detenimiento cada rincón del túnel, cada espacio y, sorprendida, escudriñó el rostro de su acompañante. Naruto, murmuró ella.


—Hinata-chan. Ven, tenemos mucho de qué hablar—le dijo él rubio a la confundida Hyuuga. Tendió su mano ante el cuerpo de la joven, invitándola a que la tomara.



—P-pero… ¿qué sucedió con ese prado verde? Y-yo, realm-mente, no l-lo recuerdo bien— acercó sus dedos a los de Naruto, sin tocarlos ni rozarlos.



—Vamos a caminar, allí me preguntarás lo que quieras.



Ésta vez, confiada y segura, tomó la mano de Naruto. Sintió que un calor recorría su cuerpo, y que llegaba a sus mejillas, tornándolas rojas; como tomates. Observó la camisa llena de sangre, y su cabello manchado de rojo. ¿Qué había sucedido?



Caminaron juntos metros y metros, sin detenerse. No sentían cansancio, ni sed, tampoco hambre. El túnel parecía interminable, casi se podía decir que nunca llegarías a la luz. Las arañas recorrían las paredes, con sus largas patas negras y sus ojos rojos, que parecían inyectados de sangre, del mismo color que teñía la ropa de Naruto.



—Naruto-kun… ¿qué te pasó?, ¿por qué tu camisa está roja? —preguntó Hinata, esperando respuesta de su acompañante.



—Mmm. Creo que tú tienes la respuesta a eso, dattebayo.



— ¿Y-yo?, ¿cómo voy a saber eso? —volvió a cuestionar la joven. Estaba perdida, y se sentía triste, porque no lograba recordar nada.



—Recuerda Hinata. Hacerlo es fácil—le contestó Naruto, dándose vuelta y quedando enfrentado a ella—Cierra tus ojos, abre tu mente y trata de buscar la respuesta.



Y, lentamente, Hinata, hizo lo que Naruto le dijo. Rebuscó en su subconsciente, hasta hallar la respuesta.



Un beso de despedida, empresa de computadoras, Sasuke, sangre, muebles rotos, una computadora con unas extrañas letras; FBI, Clide, vidrios, un arma y… el dolor de recibir una bala en la cabeza. También, pudo recordar aquel cuerpo. Tirado en el piso, lleno de sangre. Y… ese rostro.



Frío como témpano de hielo, bello como un ángel caído del cielo, y tan mortal como una cobra venenosa. Sasuke le había disparado. Toda su persona se llenó de furia y odio.



Volvió a ver aquel túnel, mientras que los recuerdos se hacían borrosos. Miró al hombre que se hallaba a su lado.



— ¡N-naruto! Tú estás muerto. N-no p-puedes estar aquí. Y… si yo recibí una bala en…—se señaló la cabeza con su dedo índice y, con rapidez, lágrimas comenzaron a derramarse por sus ojos—significa que también estoy m-m-mue…



—No estás precisamente muerta, Hinata. Yo sí, pero si tú lo estuvieras, ¿podrías estar viviendo esto? —le preguntó Naruto, siempre mostrando su sonrisa.



— ¿Quieres decir qué estoy viva?



—Así es—le contestó el joven.


—Pero, si tú estás muerto, ¿cómo puedes estar aquí conmigo?


—Soy una proyección de tu conciencia. No soy el verdadero Naruto Uzumaki, sólo soy un recuerdo, de la última vez que me viste—miró a Hinata, que estaba realmente sorprendida.



— ¿Cómo haré para volver?



— ¿Ves aquella luz? Solamente tienes que dirigirte allí, y podrás volver a tu realidad—señaló el puntito débil del final. Tendría que caminar mucho para llegar allí.



—G-g-gracias, Naruto-kun.



Hinata caminó, pero sus pies se mantenían en un mismo lugar. No podía avanzar, y la sonrisa del rostro de Naruto se esfumó.



— ¿Qué sucede? —preguntó la Hyuuga.



—Para poder irte, debes contestar una pregunta; decidirá tu destino en la realidad.



— ¿Cuál es? —cuestionó la joven.



— ¿Cobrarás venganza por lo que te hicieron, o te quedarás de brazos cruzados, mientras Clide hace de las suyas?



Hinata lo pensó bien. Sasuke le había disparado, se había vuelto a unir a Clide, y se convertiría en un asesino otra vez. Él, ese bello demonio la quiso matar, asesinar, ¡a su propia novia!, ¿cómo olvidarse de aquello y perdonar? No se quedaría de brazos cruzados, ni esperaría a que otra persona se encargara de sus cuentas pendientes. Ella fue una ex miembro de Clide, hacker profesional, hábil, discreta y fuerte.



—Sí, cobraré venganza—respondió. Miró la luz, que parecía aún más lejos que antes.



— ¿Aunque eso signifique matar a Uchiha Sasuke?



—Así es—miró con seguridad a Naruto y éste le sonrió.



La luz, rápidamente, comenzó a acercarse, y a verse más brillante, hasta que una blancura celestial invadió el lugar y, aquel túnel, se desdibujó, desapareciendo.


Hinata abrió los ojos. Todo se veía borroso, pero podía distinguir rostros a su alrededor. Su cabeza le dolía, pero podría resistir.




—Sasuke… iré por ti—murmuró por lo bajo.











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LOL. Perdonen la demora, es que tuve ensayos de la bandera y otras cosas. ¡Espero que les haya gustado!

 

Aclaración: Las parejas mencionadas en el título de éste fanfiction, sólo son las principales. Habrá más.

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Lamento la demora, lamento que sea corto. Será así de poco porque terminará en un pequeñísimo suspenso. En serio, perdonen que sea tan cortito. Además es porque me tenía que ir al dentista T__T

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Capítulo 4​

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La desesperación y el miedo rondaban en la habitación 587 del hospital Bradley. Nadie hablaba, nadie reía, nadie rezaba por ella. Todos estaban demasiado sumidos en sus pensamientos, y en la amarga realidad que emanaban aquellas cortinas blancas, haciendo que recordaran el triste e infortunado motivo por el que estaban allí.





Los grises azulejos reflejaban el miedo de los tres Hyuuga. Cada uno podía ver su demacrado rostro en aquellas cerámicas de pared; podían ver el temor de perder a la joven Hinata. Todos los remordimientos se habían juntado para carcomer la cabeza de los presentes, haciendo que lamentasen aquellas estúpidas peleas con la mujer que, ahora, yacía postrada en una cama, luchando contra la muerte por su vida.





Lentamente, las cortinas fueron descorriéndose, y una enfermera salió de allí. Con su sombrerito blanco a punto de caerse, meneó la cabeza en señal de aprobación. Tomó un pequeño bloc de notas de su bolsillo y comenzó a escribir. Sus ojos no se apartaban de las diminutas hojas y, con rapidez se dirigió hasta los presentes.




—La señorita Hinata estará bien. Puede que dentro de unas horas despierte, así que estén atentos. Yo volveré dentro de veinte minutos para observar que todo esté en orden. Por cierto, han tenido suerte. No fue una herida muy terrible—les habló la joven enfermera. Sonrió y extendió su mano hacia el picaporte de la puerta.



— ¡Espere! —gritó Neji, levantándose de su asiento—Hinata… ¿recordará lo que le sucedió, o sus recuerdos desaparecerán?



—Eso se verá cuando despierte, Hyuuga-sama. Por lo que el médico encargado de éste caso ha visto, no sufrirá de amnesia parcial. No hay de qué preocuparse. Y, si en un cruce con la mala suerte, llega a padecerla, hay buenos tratamientos—dijo la mujer, tranquilizando a Neji.





—Excelente—murmuró Hiashi, con sus ojos fijos en la pared. Su rostro no mostraba expresión alguna. Ni siquiera un poco de temor por la vida de su hija.





La enfermera les dedicó una última sonrisa y salió por la puerta, dejándolos solos. Y, en ese preciso instante, el silencio volvió a embargarlos. Callados, hundiéndose en sí mismos, descansaban en la remota paz de sus mentes; alejándose de la triste verdad. No querían hablar, no querían atreverse a traspasar esas cortinas y ver a su hija, en caso de Hiashi; a su hermana, tal como Hanabi, o a su prima, como el frío joven que Neji aparentaba ser.





Así, los minutos pasaron; con el desesperante ruido del reloj. Detrás de las cortinas, la respiración de Hinata se hacía cada vez más fuerte, y sus manos agarraban la sábana con fiereza. Y, de un momento a otro, Hinata abrió sus ojos.





Las paredes blancas y la gran sábana del mismo color que las paredes, le daban al lugar en donde se encontraba la mujer un aspecto de morgue. El frío ayudaba a crear ese ambiente, en el que parecía que habitan muertos.




Confundida, perdida, sin sentido de orientación alguno, Hinata, trató de levantarse. Esa habitación le recordó a las de Clide, cuando aún estaba en aquella organización. Esos lugares se usaban para llevar rehenes y torturarlos, así, podían extraer información valiosa.



Preparada para caminar, se levantó. Sus piernas no respondieron a tiempo, y cayó. Su cuerpo, tan parecido al de una muñeca de porcelana, chocó contra los fríos azulejos, produciendo un gran estrépito.



Las cortinas se descorrieron y aparecieron tres preocupadas personas, observando a la joven tirada en el suelo.



— ¡Hinata!, ¿estás bien?, ¿te hiciste daño? —preguntó Hanabi, ayudando a su hermana a levantarse y acomodarse en la cama, de vuelta.



—Sí, estoy bien—contestó ella— ¿Dónde estoy?



—En el hospital Bradley. Dime, ¿recuerdas algo? —le contestó Neji, mirándola fijamente.



Ah, claro que recordaba todo; y con mucha precisión. El disparo de Sasuke era su recuerdo más claro, y el más odiado.



—Algo—respondió la joven, mintiendo.



La puerta se abrió con un fuerte ruido, y apareció el doctor. Llevaba unos viejos anteojos circulares y el grisáceo cabello muy despeinado. Atrás, el pelo estaba atado en una coleta. A su lado, se encontraba la enfermera, con cara de preocupación.



—Veo que ha despertado. Buenas tardes, soy el médico a cargo de Hinata, Kabuto—saludó el hombre—¿Pueden dejarme a solas con Hina-chan un momento?



—¡Pero si acaba de despertar! ¡No hemos tenido tiempo de hablarle! —replicó Hanabi, bastante enfadada.



—Un momento, por favor. No necesito nada más—dijo Kabuto. La familia Hyuuga asintió y se largó por el mismo lugar que el médico había entrado.



El hombre se sentó al lado de Hinata, y la miró con ojos profundos. Se arregló las mangas del blanco guardapolvo y sus anteojos los levantó, ya que caían por su afilada nariz.



—Hinata… cuando llegaste aquí, habías perdido mucha sangre. Tuvimos que hacerte muchos exámenes, para determinar si estabas bien. Estamos hablando de dos días atrás. Y, bueno, en uno de los análisis, el resultado nos dio positivo—le extendió una hoja de papel a la joven—léelo.



Hinata comenzó a leer. A cada línea, sus ojos se llenaban de lágrimas y su corazón palpitaba. ¿Cómo era posible? Terminó y devolvió la hoja. Lloró en silencio por varios minutos.



Al final, el doctor Kabuto, rompió el silencio.



—Dime, ¿sabías que estabas embarazada, Hinata?

 

En el capítulo anterior:



—Dime, ¿sabías que estabas embarazada, Hinata?

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Capítulo 5​

— ¡Demonios! ¡Arranca de una buena vez, pedazo de chatarra! —gritó Temari, bastante enfadada.





—Relájate, problemática. Si el auto no arranca tenemos otros medios de transporte. O, pedimos un aventón—dijo Shikamaru, observándola. Había olvidado cómo se sentía estar a su lado cuando se enfadaba. Se veía tan linda mientras insultaba las camionetas del FBI, pero lo mejor era, sin duda alguna, cuando bajaba del auto a mirar el motor. Salió de sus pensamientos cuando un fuerte bocinazo sonó. Miró a su compañera, que seguía tratando de arrancar el motor.



— ¿Acaso quieres llegar tarde a un interrogatorio? ¡Tsunade-sama nos matará si se entera que no hemos llegado a la hora estimada!, ¿quieres morir en las manos de la señora Senju? — era obvio que no. Atrás sonaron varias bocinas más, ya que estaban en medio de la calle, varados sin conseguir que la camioneta arrancara. Temari se dio vuelta y abrió la ventanilla— ¡Deja de tocar la bocina idiota!, ¡soy agente del FBI, te arrestaré!



El conductor del auto que se encontraba atrás de ellos se bajó y comenzó a insultarlos. La paciencia de la Sabaku No se estaba agotando, así que ella también se bajó y los dos comenzaron una pelea.



No se sabía quién gritaba más, o quién decía las groserías más horrendas que jamás hayan escuchado. Por fin, la pelea se detuvo y, en un gesto de locura total, Temari sacó su arma del cinturón y disparó tres veces al aire.



Los pájaros que se encontraban en los edificios, volaron hacia otra dirección, asustados por el sonoro ruido de las balas. Todo el mundo se volteó a ver quién había hecho semejante escándalo. Algunas mujeres gritaron y comenzaron a marcar en sus celulares el número de la policía. Temari les profirió algunos insultos más y, según lo que oyeron algunos presentes, varias amenazas.



Enfurecida e irradiando algo parecido a un aura oscura, la mujer, se dirigió otra vez al vehículo en donde lo esperaba el sorprendido Shika-san. Éste lo miró con incredulidad, y bastante asombrado, pues no creía que su compañera llegaría tan lejos. No dijo nada, porque sería para enfurecerla aún más.



— ¿Qué?, ¿tengo monos en la cara o me veo como un payaso? —preguntó Temari con hostilidad. Parecía una hiena a la cual le han quitado su presa; y sus ojos parecían los de un felino.



—Tsk, nadie dijo nada, problemática.



—Vago. Realmente, eres un vago. ¡Ni siquiera te dignaste a ir y ayudarme! —protestó la mujer observándolo fijamente.



—Ya lo tenías todo controlado; no iba a meterme.



Antes de que Temari pudiera replicar, se oyó un fuerte ruido y varias exclamaciones de improperios. Un Porshe rojo se estacionó al lado de la inútil camioneta de los agentes. Éstos observaron el auto atentamente, para luego intercambiar miradas cómplices. Con rapidez, los dos se bajaron de auto.



Adentro del convertible rojo se encontraba una joven rubia con anteojos. Se arreglaba el cabello, aunque era un intento en vano; ya que cada vez que se lo alisaba, unos cabellos rebeldes volvían a saltar. Cada vez que esto sucedía, lanzaba un pequeño grito de furia. Shikamaru observó bien a la joven y lo que descubrió no le agradó para nada.



Era su ex novia.



—Temari, volvamos—dijo a su compañera. La razón por la que habían cortado con esa mujer, de nombre Shiho, eran los celos. Shiho era bastante celosa y una obsesionada con el joven Nara.



— ¿Por qué?, ¿acaso conoces a esa…?



— ¿Shikamaru, eres tú? —se escuchó desde el convertible. Una sonrisa apareció en la cara de Shiho y ésta, con mucha fuerza, se abalanzó sobre Shikamaru, provocando una ola de celos en Temari— ¡Sí, eres tú, tú y nadie más que tú!



—Tsk, otra problemática.



Aprovechando el momento del reencuentro entre ex y ex, la Sabaku No, aprovechó y se subió al auto de Shiho. Con una seña llamó a Shikamaru para que subiera también en el Porshe, pero él estaba demasiado ocupado con Shiho, tratando de sacársela de encima.



— ¡Nos vemos en el hospital, Shika! —gritó la joven mientras se alejaba a toda velocidad de la camioneta y de los dos ex que estaban bastante asombrados.



— ¡Temari, no seas problemática! —exclamó Shikamaru. Pero era demasiado tarde, porque Temari estaba lo suficientemente lejos como para no oírlo.



—Tendremos más tiempo para hablar de nosotros, Shiki-chan—le dijo Shiho a Shikamaru, tomándolo por la cintura y abrazándolo con fuerza.



—Tenías que ser tan complicadamente problemática, Temari—mencionó Shikamaru en voz baja, mientras sonreía y observaba el auto rojo que se alejaba por la calle.





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—Hinata, ¿de quién era el bebé? —preguntó el médico Kabuto a la amargada mujer que se encontraba a su lado. Habían mantenido una larga conversación, y esa era la última pregunta que deseaba hacerle a Hinata.



— ¿E-era?



—Sí, así es. Perdiste el bebé Hinata. Estuviste mucho tiempo tirada y derramando sangre, y era posible que llegaras a perderlo—con un dedo, Kabuto, subió sus anteojos.



La Hyuuga lo pensó un momento. Si decía que Sasuke era el padre -que obviamente lo era- podrían llevarlo a la cárcel, y sus esperanzas de venganza se disolverían. Además, no podía romper la promesa hecha a Naruto, por más que hubiera sido simplemente un sueño o una alucinación.



¿Quién podría reemplazar a Sasuke como padre? Naruto no podría ser, ya que estaba muerto. Debía ser alguien conocido, como un amigo a algo así.



—Hinata, ¿el padre era Sasuke? —volvió a cuestionar el hombre.



—No, él no era.



—Entonces… ¿quién?, ¿quién?



—Kiba Inuzuka. Él es el padre de mi hijo—mintió la joven.

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