Unión El bosque estaba lleno de sonidos por la noche, lleno de aromas, de huellas y de historias. Las ramas de los árboles danzaban con el viento y algunas crujían nerviosamente. Flores, frutos, semillas, huesos... en el suelo todo podía encontrarse. Y al mismo tiempo muchas cosas podían perderse. Y jamás volver del lugar que provenían. Aquellos que vivían allí habían aprendido el secreto de la armonía, casi eran uno con su entorno; corrían silenciosos y feroces, tranquilos y salvajes. Se movían a sus anchas. Completamente unidos, eran hermanos, eran familia. En el bosque reinaban desde hacía tiempo, dueños y señores de la naturaleza. Ocultos entre las sombras esperaban, liderados por una enorme figura dotada de gracia y rabia. El bosque estaba lleno de lobos. La manda más grande que pudieses imaginar. Feroces y despiadados, mantenían su territorio inmaculado. Nadie cruzaba, y el que lo hacía, jamás volvía. Dominaban, cazaban, vigilaban. Eran más de cien. Todos ellos a las órdenes de la reina, aquella de linaje real: Nymeria. Con su pelaje brillante, sus afilados colmillos y su hambre insaciable, era el nuevo temor de las rutas. Atacaba y a su paso la tierra se llenaba de sangre. Siempre sedienta e implacable. Mantenía a sus compañeros a raya y, gracias a su tamaño considerable, se imponía sobre cualquier lobo que quisiera arrebatar de sus garras el poder. Pero más allá de su ferocidad, Nymeria guardaba un secreto, muy profundo y doloroso. Era una espina en su pecho, envenenándola. Por más que fuese un animal, un huargo, la tristeza del abandono todavía la carcomía. Había un lazo invisible todavía alrededor de su cuello, atándola a su vida pasada y a Arya Stark. Arya. Nym sacudió la cabeza y varias hojas se desprendieron de su pelaje. Estaba recostada entre un arciano escondido entre las sombras, un viejo dios olvidado, al igual que ella. ¿Quién recordaba ya a los acompañantes de los herederos Stark? Nadie. Los habían convertido en vagos rumores, casi extintos con la muerte de Viento Gris. Una punzada. Al ser un animal tan especial, esa noche ella lo había sentido. Recordaba estar cazando y haberlo olfateado en el aire. Sangre, traición, miedo, humanos. La noche se empañó con un manto rojo, y sus enormes patas se habían doblado mientras corría. Lanzó un aullido de dolor pues algo estaba dañándola, algo rozaba su cuello y se enterraba en su carne; no era rápido ni lento. Y sus ojos se abrieron más de lo normal, la transportaron: entre ruidos y gemidos de dolor Viento Gris moría, y una parte de ella también. Peor que la muerte de su hermana, peor que cualquier mordida o daño recibido, agonizaba junto al huargo de Robb. Luego todo fue oscuro y cuando sus pupilas volvieron a atisbar el mundo real, descubrió que ella estaba bien, pero algo dentro suyo no. Como si algo le faltase. Comprendió lo sucedido, aceptó el dolor, pero no dejó cerrar la herida. Desde entonces los caminos se volvieron casi intransitables por sus ataques, por su furia. Recordaba el olor de todos aquellos que habían matado a su hermano pues eran iguales a la carroña y podredumbre, y guiándose por su olfato, mataba y descuartizaba a aquellos que tuvieran el atrevimiento de cruzar por donde no debían. Luego de la muerte de Viento Gris, seguía sintiendo a sus hermanos y sabía que estaban vivos. Los veía en sus sueños, y no sólo a ellos, sino a sus acompañantes también. Esas noches dormía tranquila, lo que quedaba de su familia estaba a salvo. Algunas veces soñaba con el frío norte y ojos azules llenos de maldad, otras veces con hombres negros y un fantasma blanco entre ellos. Entre esos sueños sentía que Arya estaba cerca, que la llamaba, y también en sus pensamientos. Algunas veces era como si... fueran una. Como si la pequeña Stark estuviera en su cabeza, susurrándole, hablándole, cazando con ella. Y así sucedía en ese preciso momento. La proximidad al arciano la hacía sentir cosas poco comunes. Nymeria lo sentía fluir en el ambiente y en sus venas. La noche era de los Stark, de la nieve y del gris. Poco a poco alzó su cabeza y miró al cielo que se dejaba ver entre las rojas hojas. Y aulló. Aulló porque la luna estaba en su apogeo y porque los dioses antiguos se lo ordenaban, además, el invierno estaba llegando. Invernalia estaba lejos, pero aún así aulló pensando en su antiguo hogar. Y en algún lugar del Muro, Jon Nieve revivió. _______ Estoy segura de que deben haber varios errores porque lo escribí sin lentes y sin Word. xD Sorry.
PFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF. <3_<3 Los Stark's y sus legados de sangre. Llevan el norte en la sangre sin importar en qué lugar del mapa estén, ese lazo que los une no se rompe así como así. Protegidos por los dioses del invierno. The winter is coming... *-* Nymeria sólo está esperando el regreso de su dueña.
Tengo días intentando comentar esto, pero entre que el internet ha estado basura y que yo tengo el cerebro fundido y se me olvida, pues no he podido. Nymeria siempre ha sido mi loba preferida, jajaja, ella y Fantasma, así como Jon Nieve y Arya son de mis personajes preferidos de todo GoT. No sé, me parece que los dos tienen un encanto que ninguno de sus hermanos tiene, quizá sólo Bran que también lo amo. Siempre me pareció que una de esas cosas bonitas era la conexión que tienen con los huargos, desde lo simbólico hasta lo mágico, me pareció que fue algo muy ingenioso de parte del autor incluir eso. Lloré tanto cuando Arya tuvo que lanzarle piedras a Nymeria para que se fuera :c Me gustó mucho este escrito, de verdad que sí. Es primera vez que leo algo desde la perspectiva de uno de los huargos, me encantó porque podía sentir lo salvaje y lo indómito de la fiera, así como su dolor cuando siente que perder a uno de sus hermanos es también perder una parte suya. Me encantó.
