Drama Una señal...

Tema en 'Relatos' iniciado por Paulijem, 15 Enero 2018.

  1.  
    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Escritora
    Título:
    Una señal...
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    864
    Tardé muchísimo en sentirme cómoda con el escrito y la canción; no sé si llegué al objetivo, así que espero que puedan decírmelo. Este escrito participa en la actividad de Relatos Navideños 2.0.


    Viajaba todos las Navidades ocho mil kilómetros para visitar las tumbas de sus mejores amigos. Nadie entendía porqué lo hacía, pero poco le importaba que alguien lo comprendiera. Era algo, un deber, que se había obligado a cumplir.

    Y lo había hecho por quince largos y agonizantes años. Quince años desde aquella tragedia en la que, por alguna razón, sólo él había sobrevivido. Nada había logrado ser igual desde ese día y de alguna forma no podía superarlo como aseguraba haberlo hecho muchas veces. El recuerdo, ese que jamás se había ido, lo llenaba de angustia y de esa amargura que le provocaba que su corazón doliera de una manera inexplicable.

    Había descubierto que el dolor nunca moría realmente, ni amando ni odiando aquella cruel vida. Mentiría si no admitiera la infinidad de veces que había intentado quitarse la vida. De las mil y una forma existentes sin éxito alguno. Y aún se preguntaba por qué, ¿por qué debía seguir en ese Mundo? ¿Qué había de bueno allí que debía encontrar para ser feliz?

    No lo entendía. No entendía su existencia.

    —¿Qué debo hacer? —preguntó a la nada misma.

    Las lápidas frente a él estaban como siempre: inertes, lúgubres y frías. Eran la representación perfecta de lo que se había convertido su vivir diario. No tenía esperanzas. Estaba desesperado por escuchar algo.

    Lo que sea...

    —Ellos no van a responderte, pero eso no quiere decir que no estén realmente aquí.

    Era la oración más cruda y realista que había escuchado hasta ese momento. Y había sido pronunciada por una voz de tono dulzón que, por supuesto, le había provocado el susto más grande de su vida. Se giró con sobresalto y se encontró de lleno con una muchacha que estaba más cerca de lo que esperaba. Ella lo miró fijamente, sus ojos eran de un exótico color azulino y su piel pálida le daba un aspecto aterradoramente angelical. Estuvo tentado enterrarle un dedo en el hombro para comprobar que fuese real.

    Pero debía serlo. Estaba seguro que aún no había perdido su cordura. No del todo.

    —¿Quién eres tú?

    —Alguien de por aquí —murmuró sonriéndole y llevando su mano al interior de su chaqueta.

    Por instinto retrocedió. Lo último que quería era que una loca lo apuñalara en un cementerio cerca del atardecer. Odiaría morir de esa manera, aunque en cierta forma era lo que había esperado por quince años. Sin embargo, se quedó pasmado, y un tanto tranquilo, cuando ella sólo sacó una rosa roja de allí, para luego dejarla en una de las lápidas.

    —¿Luz?

    —Debo marcharme —susurró mirando hacia atrás. Tal vez buscando a la persona que la había llamado. Pero antes de hacerlo, volvió su mirada hacia él —. Feliz Navidad, Derek —él frunció el ceño y ella soltó una risa —, yo me hospedo en el mismo hotel que tú. Lo escuché ayer, si no me crees, te espero en el bar.

    No le dio tiempo para negarse. Ella se marchó a pasos ligeros perdiéndose entre la bruma que comenzaba aparecer a esa hora. Supo, al verla, que también debía largarse antes de perderse en Navidad en un lugar como ese.

    Llegó al hotel con la voz de ella haciéndole ruido en la cabeza. Ya sentía jaqueca de tanto repetir la misma frase una y otra vez. Y no había forma de que aquello se callara a menos que fuese al bendito bar del hotel. No sabía exactamente qué iba a hacer una vez la encontrara.

    ¿Y si no estaba?

    ¿Y si sólo había sido producto de su imaginación dado a su angustia y soledad?

    Sus pies lo llevaron al bar sin que lo hubiese podido evitar. Era un mundo de gente, todos histéricos y extasiados esperando la Navidad. Algunos llevaban algo de cotillón encima, unas sonrisas exageradamente grandes y varias copas encima. No recordaba la última vez que había sonreído en una fiesta como aquella o divertido en una fiesta como aquella.

    No estaba allí para eso y aún así estaba ahí buscando aquellos ojos sin importarle el ajetreo. Hasta que la vio, sentada en una de las tantas mesas conversando con un grupo de gente. Ella pareció sentir su presencia y levantó su mirada hacia él. La observó abandonar la mesa inmediatamente sin una excusa de por medio al reconocerlo; su andar era pasivo, parecía volar al hacerlo y no se atrevió a distraerse por nada hasta que la tuvo frente a frente.

    —Viniste.

    —Sólo seguí la luz —ella sonrió y él puede que, por primera vez en años, también.

    No sabía qué había conseguido, él aún cargaba con su dolor. Aún se sentía vacío por dentro, pero ella parecía parpadear a su lado de una manera que le gustaba; no podía explicarlo fácilmente. Suponía que era una de las tantas ironías de la vida.

    Unos de los tantos caprichos del destino.

    Una señal de ellos...
     
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  2.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Escritor
    Me ha parecido un relato muy interesante. Sobre todo la primera parte que la sentí muy triste y nostálgica porque debe ser doloroso vivir sabiendo que en un accidente, todos murieron a excepción de uno. Estaba tan lleno de culpa de haber sido el único sobreviviente que intenta apaciguar al continuar visitando sus lapidas.

    Eso sí, la segunda parte, ante la llegada de la muchacha, me tomó por sorpresa y al principio me apreció extraña su introducción al punto que me pareció que rompió la atmósfera de lo que se llevaba. Aunque al final, me gustó el mensaje. Y me alegra saber que sus suplicar fueron escuchadas y por fin tuvo esa señal que tanto anhelaba; una pequeña luz de esperanza. Y quien sabe, tal vez los amigos de él (de alguna forma, imaginando más allá) la llamaron para que la conociera y de esa forma volver a ser feliz. Para que le diera una oportunidad a la vida. Aprovechar esa segunda oportunidad.

    Bonito relato.
     
    Última edición: 8 Septiembre 2018

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