Una paternidad excelente

Tema en 'Relatos' iniciado por Lil Shandawn, 15 Noviembre 2013.

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    Lil Shandawn

    Lil Shandawn Portadora de la Scissorblade - Rolerda en Twitter

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    Título:
    Una paternidad excelente
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    595
    ONE-SHOT: Una Paternidad Exelente



    Son las seis de la mañana, y me toca levantar para ir al instituto. Soy un estudiante como otro cualquiera, ni muy bueno, ni muy malo, simplemente, “normal”.



    Mis mañanas también son normales. Solo desayuno, me lavo los dientes, y me preparo la comida para las clases. Una vez estoy vestido, y con todo preparado, es cuando solo espero a que sean las siete y veinte, y las espero, viendo la tele, pero con un volumen considerable, ya que mi hermano y mi madre duermen.



    Una vez llegada la hora, zarpo en dirección al instituto, algo que a veces odio. ¿Por qué os preguntáis? Porque a parte de ser un aburrimiento, de tener que estudiar y trabajar duro para ser alguien en el futuro, de que no hay caras que me gustan ver, de que esas estancias para mí son el infierno, es que muchos amigos míos hablan de lo que han hecho con sus padres en el recreo, y eso me molestaba.



    ¿Por qué me molestaba eso? Mi padre murió cuando llegué a tercero de primaria… Y todo por culpa de un atropello… Todo por culpa de ese conductor, que si veo, lo ahogaría. Llevo sin mi padre siete largos años, sí, estoy en cuarto de la eso.



    Envidio cuando mis amigos dicen, que el fin de semana lo pasaron con sus padres en el campo, o que jugaron con sus padres al fútbol, o que salieron al sur para ir a la playa… Son esos momentos en los que me dan ganas de llorar, e irme del típico sitio en el que nos poníamos mis amigos y yo, pero he de aguantar, no consigo nada así.



    Ya son las dos en punto, y ya podemos volver a casa. Como siempre, iba cargadito de deberes que debía hacer para el próximo día. Pero por suerte, es Viernes, solo he de hacerlos o hoy, o mañana, ya que los Domingos, suelo salir con mi madre y mi hermano a visitar a mi abuela.



    Iba saliendo, y me paré justo en la entrada del instituto, a mirar los mensajes de mi móvil, por si acaso mi madre quería que fuera a buscar algo. Cuando guardo mi teléfono, y levanto la vista, veo algo que no me podía creer, algo que seguramente era producto de mi imaginación, pero lo veo.



    Era mi padre, era la persona que más quería, y a la vez la que más añoraba en este mundo. Estaba ahí, parado al otro lado de la calle, parecía más joven que cuando murió. Me miraba con su expresión cálida… La misma sonrisa que ponía cuando me iba a buscar al colegio, esa expresión que echaba de menos.



    Mi alegría aumentó, tanto, que cuando salí corriendo para cruzar a la otra calle, no me percaté de que el disco del semáforo para peatones estaba en rojo, ni tampoco del autobús que derrapó la curva para no atropellarme, pero fue en vano.



    Justo en ese momento, justo ahora, que la sangre me ahogaba, justo cuando la gente que presenció el accidente se acercaba, fue, cuando me di cuenta, de que siempre fue un buen padre.



    Yo, aún tirado en el suelo, incapaz de moverme, lo miraba, sonriente, al igual que él, que seguía con su expresión cálida. Fue cuando descubrí, que siempre estuvo conmigo, que siempre me acompañaba, y ahora, es cuando razono y digo, que siempre me vino a buscar, como cuando estaba en el colegio, y que ahora, me había venido a recoger una vez más.
     

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