Una historia de amor, como cualquier otra

Hola, esta es una historia personal mía, pero la quiero representar con otros personajes sin alterar los hechos ni su orden sólo con otros personajes que son de mi creación.

Te odio, pero te amo

Y era otro año, un nuevo comienzo, con compañeros nuevos, profesores nuevos y todo... nuevo, sólo había una cosa que no cambiaba, él, era otro año, pero era el mismo Rodrigo de cuyos ojos me hipnoticé, ¿por siempre?, había soñado con él la noche anterior, él tomaba mi mano y yo la suya, pero eso era todo, ni en mis sueños las cosas eran mejores, tomé asiento con la llegada de un profesor muy barbón, alto y delgado, daba terror, ya sé que con él aprenderé bastante, me dará miedo hacerlo ni modo; y como tengo tanta suerte no me imagino con quien me sentará.

─Señorita Beatriz, con el señor... Garmendia ─tenía la voz profunda y amenazante, me daba terror, quise protestar, quejarme, hacer un berrinche con tal de no sentarme junto a ese ángel endemoniado, pero al ver mi cara y antes de pronunciar palabra alguna, cerró el libro en sus manos y me dio un sermón increíblemente largo con el que las ganas de protestar se me esfumaron, tomé un cuaderno impecable, que como siempre compré el día antes, apurada como quien, el diseño lo recuerdo, una flor de loto sobre un agua calmada, era bello, me estaba fijando en los diseños de mis cuadernos de cálculo, a ese grado de hacer lo que sea por no verlo, pero no pude.

─¿Tienes lápiz? ─esa voz, que maldito sea el idiota que hizo que su voz fuera tan melódica.

─Es el primer día y ya no traes tus útiles ─dije sin alzar la vista, tomé de mi estuche un lápiz, preferentemente el mejor de todos y extendí mi mano en dirección a su banco junto al mío, de lo torpe se me cayó al suelo y tuve que agacharme, como mi suerte sigue tuve que hacer esto en el momento en el cual, él, caballerosamente se agacha para recoger el útil y topa de frenton con mi cara, recuerdo el dolor, pero recuerdo aún con más detalle su expresión divertida, ¿qué era tan gracioso?, acababa de darle un golpe en la cabeza con mi cráneo.

Salimos a recreo y yo era la más feliz hasta que acabó el receso en menos de nada y nos condenamos al aula nuevamente, mi cuaderno, ahora sé porque lo recuerdo, porque había un papel sobresaliendo levemente de entre las blancas hojas, tomé con cautela ese papel.

"¿Quién te gusta?"

Me cayó como una balde de agua fría, ¿qué responder?, tomé mi lápiz y sin pensar escribí el nombre de Sebastián, otro compañero con quien enmascaré mi amor por ese pelinegro.

Vi esa enorme cara de "Se me derrumba el mundo", no sabía que hacer, lo ignoré pero al siguiente receso, siento un susurro en mi oído diciendo "Tú me gustas", volteo rápidamente y me topo con su cara impecable, me tomó un máximo de dos segundos analizarla, pelo abundante y de un perfecto color ébano mezclado con un chocolate que desbordaba de color desmesuradamente, una test impecable, ojos esmeralda, penetrantes hasta en fondo, una nariz respingada y una sonrisa de comercial dentífrico, un ligero tono rojo en ambas mejillas a la hora de sonrojarse y esa mezcla de todo que era perfecta.

Me quedé muda con tales palabras, sentí una sensación ardorosa pasar desde cada recoveco de mi cuerpo hasta mi cabeza, me ruboricé, sentí como tomó mi mano y la llevo junto a la suya hasta mi cara, antes de que se unieran nuestros labios abrí la boca para hablar.

─Y tú a mi me gustas, te mentí ─ahora yo estaba tan ruborizada como él, sus mejillas parecían frascos de pintura de oleo color rojo bermellón, abiertos, dejando relucir su tonalidad a fondo, estaba encantada viéndolo, tanto como para no notar que él siente vergüenza de mí, porque el tacto de nuestras manos posadas en mi rostro acabó cundo hicieron presencia unos compañeros en el pasillo en el que estábamos, salió como alma que lleva el viento, yo, ingenua me armé una fantasía distinta en la que este hecho no era más que ficción de mi paranoia.

Pasaban los días, las semanas, y nada, no había nada en la agenda monocromática, así de inerte, la cual cree para registrar nuestros gestos, los de ambos, pero nada, la agenda estaba vacía, pero no falto con que rellenarla.

A las semanas estaba charlando con una pelinegra que era mi mejor amiga, despedida de esto, delito:traición, conversaba con ella sin darme cuenta de que la gente falsa me rodea por doquier, la charla era aún más falsa, hasta que comenzamos a hablar de él, mi enamorado correspondido, mencioné que la inactividad acerca de nuestra "relación", y sin decir nada más se dirigió a él y en mi nombre pidió una relación seria, él algo confundido aceptó, al momento en el que me comunicaron eso juro que quería desaparecer, de la ¿felicidad?

Continuará...

PD: Lo sé, es una historia que va L...EN..., TA! PD2: Mañana subiré la continuación.

 

Me alentó el comentario ^^ así que como ya lo tenía listo, lo subo, bueno si es una historia real, estoy contando mi historia con otros personajes, yo soy Beatriz XD

Capítulo 1: "Todo es...¿Perfecto?".

En mi momento de éxtasis máximo llegó nuestra profesora de idioma extranjero, es un mujer esbelta, alta y bonita, aunque no me gusta su manera de enseñarnos, nos tarta como a unos bebés, pero no hay remedio, me fui a mi asiento aún sin salir de mi excitación, mi alegría, mi todo, creo que es el único y por mucho el mejor momento que recuerdo en el que estaba alegre de sentarme junto a ese pelinegro.

─¿Feliz? ─arrugué la nariz y sólo esbocé una sonrisa coqueta, estaba demasiado feliz.

Pasaron aproximadamente tres semanas en las que sólo atinábamos a mirarnos, y cruzar saludos, pero nada más, hasta que rompiendo con el esquema de que los hombres llevan en control le escribí un papel, arranqué un trozo pequeño de papel de mi cuaderno y escribí, "Hola", lo sé no es la gran cosa pero es un comienzo, con la mano temblorosa dejé el papel en su mesa, ni siquiera lo miré pero creo que sonrió y se rió por lo bajo, la respuesta es obvia, sólo me devolvió el saludo, por ese mismo papel seguimos hablando hasta colapsar la hoja, saqué otro trozo de papel de mi hoja y continuamos hablando, creo que en un lapso de dos meses llegamos a saber todo el uno del otro, aunque hablar ya se me hacía muy poco, digo que sonará caprichoso, pero necesitaba más que sólo hablar.

Un día por papel le dije que nos juntáramos después de la salida de clases, como accedió quedamos en el queso, aclaro que "el queso" es una escalera de color amarillo, de cemento, con hoyos y forma de triángulo botado, o en palabras simples, "el queso", aunque según él era demasiado público, fuimos a la entrada del colegio pero seguía tratándose de un lugar poco privado, seguimos buscando un lugar para estar a solas, fuimos al jardín de los kinder, al estacionamiento yo sinceramente ya estaba cansada de correr, aunque al fin llegamos a un jardín que no conocía del colegio, era grande, con filas de árboles en orden y un pasto bien cuidado, nos sentamos junto a un árbol de avellanas, estuvimos cerca de 10 minutos hablando hasta que llegó un incómodo silencio, él se puso de pie mirándome con detalle y yo hice lo mismo, en ese instante antes de que alguno de los dos dijera algo sentí que me abrazó.

─Te amo ─me puse toda roja y estaba me ponía a saltar de alegría, seguía sin moverme, se separó lentamente de mí rosando con sus labios mi cachete, me puse aún más roja si cabe, él compartió mi sonrojo, besó fugazmente mi frente y salió del jardín apresuradamente, yo me quedé de pie con los ojos bien abiertos y a punto de colapsar de alegría.