Una calle angosta y luz tenue

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por SilverFangs, 30 Octubre 2009.

  1.  
    SilverFangs

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    Aries
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    Una calle angosta y luz tenue
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    Una calle angosta y luz tenue

    Sucedió una noche de verano, caminaba ella a través de las calles miraflorinas cuando le pareció escuchar un gritillo huir de una calle transversal a la que ella andaba recorriendo. Curiosa en niveles patológicos, aunque convencida de que su actuar se guiaba por civismo básico y humanidad mínima, decidió acercarse al lugar.
    Se acercó con cautela, asomó el rostro antes de lanzarse a la escena. Vio entonces allí, en el medio de la angosta calle y bañada por la tenue luz de los exiguos faroles, una figura cubierta por una sábana blanca tendida sobre el asfalto. Tardó en reconocer en el cuerpo a un humano. Era, pues, sumamente amorfa: La cabeza agigantada, las piernas desiguales, los ojos desorientados y apuntando en distintas direcciones.

    Otro chillido escapó de esa calle, esta vez era suyo

    Caminó hacia él (¿Ella? ¿Eso?) con lentitud, haciendo un severo esfuerzo por ocultar primero la vergüenza por su grito y segundo, pero sobre todo, el asco. Cuando lo tuvo cerca pudo distinguir que debajo de la manta que lo cubría yacía el cuerpo desnudo de algo que, si bien no parecía, debía ser (O haber sido en algún momento) un joven de una edad cercana a la suya.
    Aunque la criatura no parecía querer colaborar, ella estaba segura de que no podía dejarla ahí, así que, siempre tan samaritana, decidió llevarla a una comisaría cercana; donde podría culminar su tarea humanitaria y regresar a su existencia de individualista con buen corazón, paradoja aparte. Durante el trayecto, que no excedía las diez cuadras, intentó numerosas veces entablar conversación con el semi-hombre (¿Mujer?) que llevaba a cuestas, pero él (¿Ella?) se limitaba a ignorar sus palabras o gemir, en el mejor de los casos, aunque ella tenía claro que dichas onomatopeyas no significaban necesariamente una acción comunicativa tanto como un mero fonema animalesco.
    Él, que cual cruz en camino al Gólgota, se hacía cada vez más pesado y las miradas inquisitivas de los transeúntes cada vez más humillantes empezaron a molestar a la muchacha y las diez cuadras que inicialmente se pintaron cortas y transitables se empezaron a sentir largas y tediosas, al igual que la figura del hombre-animal-ser-cosa, que gemía con mayor alteración y cuyo aliento se traducía en un tufo ácido y asqueroso, detalles que sólo complicaban más la situación.
    Hizo un esfuerzo por aclarar su mente, se dijo que no importaba que la vieran raro, que ella hacía esto porque era lo correcto. Clavó la mirada en el suelo y avanzó. Raya, loza, raya, loza, raya, loza.
    La pestilencia del ser que cargaba se hacía cada vez más grande, y ella se concentraba más: Raya, loza, raya, loza, raya, loza. Y el peso, ¡Oh, el peso! Cada vez más jodidamente pesado, cada vez más insoportablemente pesado: pedazo de nada, pedazo de escoria, pedazo de basura, inútil como él (¿Ella?) sólo, inútil y raya, inútil y loza, puta raya, puta loza y puta vida y puta escoria y puta la vida y su vida y la de él o ella o lo que mierda fuese.

    No tardó mucho más en darse cuenta de que tanto las rayas y las lozas que recorría eran las mismas de hace unos minutos atrás. Alzó la mirada y vio las mismas casas, y los mismos jardines, y las mismas personas. Y se vio a ella, una, dos, tres, cuatro, infinitas ellas, una al costado de la otra avanzando con la mirada inserta en el piso, con el bulto colgado de cada uno de sus respectivos hombros.

    Lo (¿la?) tiró al suelo, ardiendo de furia, hastiada, asqueada, buscó su mirada siempre perdida en la doble nada y sintió repulsión como nunca había sentido antes. La pateó una, dos, cien, mil veces, lo pateó hasta escuchar cómo se rompían las costillas dentro de ese torso deforme y hasta ver sangrar esa nariz ya de por sí torcida.

    Cerró los ojos y el mundo desapareció alrededor de ella. Dejó escapar un grito al pensar en lo que había hecho. Una calle angosta a sus pies y luz tenue sobre ella, pasos de un tercero acercándose. Corrió.
     
  2.  
    Creavend

    Creavend Entusiasta

    Leo
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    Pluma de
    Escritor
    Re: Una calle angosta y luz tenue

    Muajajaja un relato muy entretenido.
    Es curioso que el desgaste que se produce al tratar de hacer algo por los demás nos fastidia, siega, nos vuelve egoístas y terminamos desistiendo de ayudar al prójimo, ¿No? Y como, al final de todo, nos volvemos en contra de aquel a quien ayudábamos por simple cansancio y fastidio.
    Me pareció muy bueno el final, deja mucho que pensar y da la sensación de un ciclo.
    Muy buen escrito, me gusto mucho.
     
  3.  
    berlinQueer

    berlinQueer Usuario común

    Capricornio
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    Pluma de
    Escritor
    Re: Una calle angosta y luz tenue

    la eternidad en todas sus variantes siempre me resulto uno de los temas mas interesantes. el tiempo no es lineal ni circular, sino un espiral, se repite, pero vamos viendo los hechos desde distintos lugares, cada vez de mas lejos.
    esa es una de las premisas de una novela de benedetti.

    y volviendo al cuento en si, me encanta la narración, que denota tus (muy posiblemente) grandes cargas literarias. Y a la vez acercandolo al pop (en su sentido más primitivo) contemporáneo. En fin, una palabra: postmodernismo.
     
  4.  
    Rossmett

    Rossmett Iniciado

    Libra
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Una calle angosta y luz tenue

    Simplemente... me encanto, impecable, o en otras palabras buena literatura, un beso <3
     

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