Timón y Pumba [one-shot] una breve tarea antes del almuerzo [timon y pumba]

Pues me acorde de esta caricatura era e las que más veía de niños bueno, pues espero que les guste.

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Sigilosos pasos en el oasis abriéndose paso hacia un gigantesco gusano que devoraba una hoja despreocupadamente, sin percatarse de aquellos esos pequeños ojos porcinos que lo observaban detrás de un arbusto próximo.

El jabalí relamiéndose abrió sus fauces para devorar al desprevenido insecto, cuando del otro lado se escuchaban unos fuertes pasos que hacían temblar el piso, el cerdo salvaje se estiró desde donde estaba en un intento desesperado de alcanzarlo cuando salía un enorme elefante que barritaba aterrado mientras buscaba internarse entre los árboles, la sorpresa del asustado cazador de insectos superó por mucho su hambre, cosa que era muy difícil y lo hizo correr también ensimismándose en los arbustos temblando.

Cuando no escuchó nada, temeroso abrió los ojos y no mejoró su situación al ver la grotesca sonrisa del mandril consejero de la corte, el simio llamado Rafiki.

Ambos se vieron por mi momento, el mono sonrió de nuevo pero el jabalí solo gritó de nuevo de la impresión, el mandril entonces retrocedió dando dos bastonazos en la cabeza que lo calmaron.

—¿Qué fue eso? Me has asustado , vas por allí solo gritando como un loco—espetó Rafiki— no es seguro ni sabio hacer algo así y menos en este momento—poco a poco fue bajando la voz hasta hacerlo un susurro.

—Oiga yo no he hecho eso, es que un elefante entró corriendo hacia la selva y luego me encuentro con su cara, pues terminé asustándome—explicó.

El simio llegó sigiloso de un salto hacia él

—Un elefante, una criatura muy grande, ¿imaginas que será lo que lo habrá asustado, jabalí? —preguntó de forma misteriosa y antes de que contestara le dio otro bastonazo y despejó el follaje. —¡Hayaaa!...

Pumba pudo ver a lo lejos a dos hombres cargado algunas cosas en una camioneta, no parecían muy fuertes y levantó la ceja dudando.

—Son solo dos hombres, tal vez sean turistas— dijo despreocupadamente.

—No es así jabalí tonto— le dio otro bastonzo y Pumba quiso quitárselo con el hocico. —¿Crees que si solo fueran turistas como los llamas, el elefante hubiera corrido así? —nuevamente Pumba se quedó con la palabra en la boca porque Rafiki siguió hablando— me mandaron una señal advirtiéndome de una gran amenaza cercana y ellos lo son—los apuntó dramáticamente.

—En ese caso creo que deberías de contarle a Simba, él sabrá que hacer.

—Chico, pero si su amigo Simba es quien corre mayor peligro.

Pumba se sorprendió al escuchar esto y se volvió a él rápidamente pues ya se retiraba y lo miró alterado.

— ¡¿Que dices que mi amigo Simba está en peligro?! —preguntó poniéndose en posición de combate.

—Así es y tu amigo la Zarigüeya, tienen que ayudarlo—indicó Rafiki.

—Es un Zuricata…—susurró

El mandril no le hizo caso.

—¡Tiene que hacer algo, todos cuenta con ustedes, todos estamos en peligro!, ¡Es su destino! ¡ha,ha!. —exclamó Rafiki con renovado entusiasmo mientras trepaba en un árbol y comenzaba alejarse.

Pumba se quedaba mirando por donde se había ido cuando escuchaba a su mejor amigo acercándose por el otro lado cantando.

—En la jungla tan imponente el león rey duerme ya, en la jungla tan imponente el león rey duerme…¡oh siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! —cantaba agudamente—...realmente no me canso de esa canción, hola viejo amigo— se recargaba en él— encontré una colonia de hormigas que bueno son realmente deliciosas, te he guardado algunas cuantas pero debes de correr, ¡Anda Pumba mueve esa panza que es hora de comer! —exclama el pequeño mamífero moviendo ágilmente sus piernecillas.

El jabalí no se movió ni un centímetro, el suricato se dio cuenta de esto hasta que ya iba a medio camino, regresó sobre sus pasos y se le trepó hasta la cabeza mirando hacia donde él.

—Amigo de nuevo te quedaste pasmado ¿qué miras? ¿Esa manchita? —señala una mancha idéntica a miles en el árbol.

—Tenemos un trabajo que hacer Timón. —respondé Pumba sin dejar de ver.

Timon a un saltó como si hubiera visto algo terrible, se acomoda en la quijada de su amigo aún alterado. Miraba para todos lados como si alguien los vigilara.

—Pumba no digas palabras así, porque puede ser peligroso, ¡¿tra-trabajo?!...uno bromea así…Por qué es una broma ¿no es así?...jajaja…¿¡Lo es!?... —se le acercó a los ojos jalándolo de los parpados.

—No.

Timon desesperado le unas pequeñas bofetadas nerviosas en el ojo con la palma.

—¡Nosotros no trabajamos Pumba!, ¡Esto es nuestro paraíso Hakuna-Matata!, un mundo sin preocupaciones. —decía Timon un tanto alterado.

—Pero es para ayudar a nuestro amigo Simba, él puede estar en peligro. —explicó Pumba.

Timón se bajó y comenzó a tirar de su cola para arrastrarlo.

—¡Vamos! ¡Pumba no tienes que temer ni renegar amigo, que Simba nos necesita! —exclamó corriendo con mientras lo jala.

—¡Sí! —prorrumpió Pumba corriendo provocando que su amigo apenas se sostuviera de la cola. —Creo que tenemos que hablar primero con ese elefante, saber cómo es que ha terminado asustado alguien de su tamaño—indicó el jabalí—¡Seguro que así sabremos cómo enfrentarlos!.

Timon logró escalar por su cuerpo y tomarse de las orejas del porcino mientras este seguía el rastro con su enorme nariz.

—Pumba, Pumba, Pumba—meneando la cabeza en señal desaprobatoria— terminaras en círculos si lo haces así, tenemos que pensar en algo mejor…—agregó mientras se quedó pensativo—¡Oye!, tenemos que hablar primero con ese elefante, saber cómo es que ha terminado asustado alguien de su tamaño, así sabremos de qué manera enfrentar a los hombres lo hicieron correr. —explicó entusiasmado.

Pumba levantó la ceja y se detuvo al escuchar lo mismo que él había dicho de nuevo, era un caso perdido reclamarle esto, así que solo afirmó con la cabeza.

—Así es, creo que lo detecte con mi olfato, está en el lago— explicó Pumba seguro.

—¡Hay que darnos prisa!, en ese lago bebemos y al elefante se le vaya ocurrir hacer sus necesidades.

Luego de unos minutos encontraron al elefante temblando oculto hasta la mitad del cuerpo en el agua.

—Pumba a este elefante se le encogió la trompa y se le cayeron las orejas. —exclamó alarmado Timón.

—Timón, estás viéndolo al revés.

Timón puso un gesto de asco y retrocedió.

—¿Saben si los cazadores ya se fueron? —preguntó una voz acuosa y baja, el elefante había hablado oculto bajo el agua.

—¿Qué son cazadores? —preguntó el suricato extrañado.

El elefante asomó su cabeza aun con miedo y los miró.

—Se llevaron a varios de la manada, tenían un tuvo con el que lanzaron una cosa que al encajarse en uno de los elefantes, lo derribó.

—¡Timón! ¿Lo has escuchado?.

Pumba miró a su amigo asustado, pero este en lugar de esta preocupado se atrabancaba con varios gusanos que había encontrado por debajo de una piedra.

—¿Qué?... —espetó Timón apenas pudiendo hablar.

—Pues estamos en un grave peligro y tu estas comiendo.

—Pumba, Pumba, Pumba— dijo relajado mientras meneaba la cabeza sonriendo— si hubiera peligro yo lo sabía, mis sentidos son agudos— presumió levantando la ceja.

Acto seguido un dardo le pegó en el brazo y se le encajó, Pumba y el elefante gritaron aterrados, el jabalí hizo como si cortara a su amigo y con esto lo subió a su lomo mientras salían corriendo.

—¿Timón estas bien? —preguntó Pumba asustado.

—Pumba…—respondió Timón de forma pausada y pastosa— vayaa...tienes dos orejas— se acerca y grita en su oreja—Hola, ¿alguien allí?...

—¡Ah!, Ya vi que no…

Se escucharon varios silbidos y varios dardos tranquilizadores que apenas alcanzó a rozar. Entendió que no podía correr todo el día y entonces se le ocurrió algo, su mayor problema sería una solución.

—Espera…—una idea vino al jabalí en el momento.

Se detuvo en seco y tomó con el hocico uno de los dardos y segundos después se escuchó un alarido entre los árboles así como un cazador saltando hasta por encima de ellos.

El otro sujeto no tuvo por qué preocuparse cuando escuchó gritar a su compañero corrió hacia una trampa que había puesto minutos atrás en un árbol. No era muy listo.


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Dos hombres despertaron adormilados percatándose que estaban mojados y algo los movía sin que sus extremidades lo hicieran, el primero pegó un grito intentando moverse hacia atrás a lo lejos antes de caerse un suricato y un jabalí les decían adiós mientras descendían por una cascada en un grito ahogado.

— ¿Qué te dije Pumba? Nada mejor que la mejor de las mejores amistades para que todo resulté bien— dijo Timón recargándose en su amigo— ahora festejando el que no volveremos a trabajar, un festín de insectos.

—¡Cielos Timón! ¿de verdad será para los dos? —preguntó Pumba entusiasmado.

—Pero claro mi amigo, toma el más grande de todos— su cara se llenó de malicia mientras le entregaba uno de los dardos envuelto en hojas.

—Oye Timón, este gusano luce raro, es casi como uno de esos dardos.

—No, no Pumba estos gusanos son exportados.

—¡Aaaah! Esta bien. — dijo Pumba mientras hacia la boca para comerlo.

—Es tan ingenuo— dio sonriendo Timón entre dientes mira que confundir esas cosas con…¡Aaaah es gigantesco! Será todo mío—declaró mientras se acercaba y lo presionaba.

En ese momento sentía un pinchazo y levantando la palma tenía un dardo encajado.