One-shot de Inuyasha - UNA ÚLTIMA CONFESIÓN

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Shassel, 12 Noviembre 2013.

  1.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    29 Octubre 2012
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    UNA ÚLTIMA CONFESIÓN
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2673
    Hola a todos, este es un tema creado para la Actividad: "Inuyasha al Azar" organizado por Strawberry Smiles.
    Todo comentario será siempre bienvenido, esperó que lo disfruten.


    UNA ÚLTIMA CONFESIÓN

    Años llenos de memorias maravillosas: hermosos sueños cumplidos, terribles y muy dolorosas pesadillas finalizadas…bueno al menos eso parecía…

    Al calor de la chimenea, una frágil y grácil mujer terminaba de preparar el almuerzo mientras su anciano esposo tomaba la siesta sobre un futón a unos pocos metros tras ella. El aroma cálido de la comida alertó a sus pequeños nietos quienes, ansiosos, se asomaron por la ventana de la pequeña cabaña de madera. Al verlos tan graciosamente alineados, la mujer solo alcanzó a reír mientras les indicaba con su mano que aún no era el momento de almorzar.

    La dulzura de sus ojos cafés reflejaba el poderoso calor del fuego que ardía frente a ella; muy cálidamente hasta el fondo de su corazón. Las sonrisas de sus nietos, las visitas de sus hijos, su hermano y sus amigos, los años de matrimonio… todo a su entorno era felicidad, no necesitaba nada más. La comida casi estaba lista, así que antes de servirla decidió ir a buscar unas cuantas hierbas frescas para servirlas con las patatas.

    En tanto, al abrigo de la soledad de la cabaña...

    — ¡Miroku! —gritó una poderosa voz salida del mismo fuego de la hoguera que terminaba de cocer los alimentos—. ¡Miroku! —volvió a llamar haciendo que el anciano monje, dormido sobre el futón, despertase.

    — ¡Padre! —respondió el monje totalmente incrédulo al ver a su difunto padre sentado frente a él— ¿Pero cómo? —Casi temió echarse a correr al reconocer la apacible mirada de su padre posarse sobre la suya.

    — Hijo mío, ya es hora —volvió a decir antes de desaparecer en una densa nube de humo azulado.

    — ¡Espera padre, no te vayas! —gritaba entre sueños revolviéndose sobre su cuerpo. Se levantó con brusquedad volviendo lentamente a la realidad, reconoció el lugar con torpeza, su vista se había nublado con los años, al contemplar el vacío de su hogar volvió a recostarse sobre su espalda mirando con profunda seriedad el techo de su cabaña—. ¿Hora? —repitió en su interior una y otra vez sin encontrar respuesta alguna, acaso… ¿su momento había llegado?, no había ninguna otra solución aparente. Y si ese era el caso, ¿cómo actuar?

    — Mi amor —saludó alegremente la anciana mujer mientras ingresaba en el interior de la cabaña llevando sobre sus cansados hombros; un pequeño bulto de rábanos recién cosechados y algunas hierbas frescas—, me alegra no haber tenido que despertarte, tienes el sueño tan pesado como un buey—comentó a manera de burla.

    — Sangito, mi amor —la inseguridad de sus próximas palabras lo sacudió de pies a cabeza llenándolo de miedo, ¿Cómo decirle a la persona que más amas en el mundo que la hora de tu muerte ha llegado?

    — ¿Sí? —respondió con un cierto toque de preocupación, tras años de matrimonio era imposible intentar ocultarle algo, las palabras de su esposo sonaban a malas noticias.

    — Te extrañé —dijo suavemente sin dejar de verla a los ojos, aquellos mismos ojos que lo enamoraron desde la primera vez que los vio. Aún cuando la figura esbelta de su mujer había decaído gentilmente, la gracia con la que su rostro había vencido a los años lo enamoraba cada día más. Se veía tan hermosa, sus finas y dulces arrugas alrededor de sus radiantes ojos, su largo cabello plateado destellando bajo el brillo del sol… su hermosura no había desaparecido, solo había tomado un tono diferente y sustancial.

    Ella sonrió, entendió que solo se había preocupado innecesariamente, acercándose a la olla de comida empezó a servir los platos mientras el eufórico grito de unos pequeños infantes atravesaban el umbral de la habitación abrigando los corazones de los dos ancianos en una enorme tranquilidad. Al ver a los niños sentarse alegremente alrededor de su abuela, el anciano monje no pudo evitar sentir una profunda tristeza atravesarle el pecho, el sentimiento de abandono se apoderó de sus sentidos volcando su atención en una sola idea: La muerte.

    Ya casi anochecía cuando los niños, cansados por el largo día de juegos con sus abuelos, volvieron a casa con sus padres. Al encontrarse frente a frente, en el fondo de su corazón pudo darse cuenta que no podía ocultar la realidad de su futuro a la persona en la que había depositado toda su existencia, simplemente, no podía.

    — Sango yo — dijo pausadamente, al parecer aun no encontraba las palabras exactas—, necesito hablar contigo—su voz intentó calmarse, la situación lo estaba empezando a superar, conocía bien a su esposa y temía la situación que se le avecinaba.

    — Claro —susurró ella llevando entre sus manos una humeante taza de té y entregándosela a él con cariño. Algunas cosas no cambian con los años, a pesar de las arrugas y su blanquecino cabello, el amor que los unió desde un principio latía más vivo que nunca.

    — No tengo mucho tiempo —dijo de repente enmarañando sobremanera la comprensión de su esposa.

    — Piensas salir —contestó ella con una mueca de incredulidad.

    — No —afirmó con una sonrisa, a veces le divertía mucho la mentalidad de su querida Sango— yo —continuó el de manera pausada y hasta cierto punto desesperante— , tu sabes cuánto te amo ¿verdad? —ella movió la cabeza en señal de afirmación—, quiero que sin importar que suceda; nunca olvides lo mucho que te amo y que a pesar de que no ve veas, estaré a tu lado cuidándote, siempre.

    — Miroku— musitó con tristeza mientras se acercaba a él y lo abrazaba por la espalda— ¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué dices esas cosas?

    — Mi querida Sango, no es algo que yo pueda controlar, lo lamento tanto —La melancolía que se respiraba en el ambiente era devastadora, el viento golpeaba frío contra las gruesas paredes de la cabaña mientras una delicada capa de lluvia empezaba a hacer acto de presencia. Ambos permanecieron inmóviles, la situación no era fácil de afrontar.

    — Entiendo —respondió la joven, su voz parecía desvanecerse, su fortaleza no le bastaba, el dolor de perder a alguien no era algo nuevo en su vida pero…

    — Sango — susurró entre dientes, la fuerza con la que ella lo abrazaba empezaba a asfixiarlo. Girando sutilmente sobre su eje consiguió darse la vuelta para mirar a su mujer a los ojos y besarla tan fuerte y dulcemente como quizá nunca antes lo hizo, necesitaba demostrarle su amor desesperadamente. Asiéndola de la mano delicadamente, la condujo lentamente hasta la hoguera que aún ardía pálidamente en uno de los rincones de la cabaña, tenían tanto de que hablar y tan poco tiempo, era increíble para él darse cuenta de cómo el brillo de los ojos de su esposa podían permitirle traer tantas cosas a la memoria: El día en que la conoció, la primera bofetada que ella le propinó, sus arrebatos e incontrolables celos, el día en que; luego de tantas locuras; ambos lograron comprometerse, su primer beso... el nacimiento de sus hijos, los primeros pasos de los mismos, el día en que sus “pequeños” hubieron de abandonar el hogar e irse a formar el suyo propio, sus nietos… Detalle a detalle, segundo a segundo, ambos se permitieron revivir la historia que había creado juntos con el paso de los años, no había nada de que arrepentirse, su legado estaba completo.

    — Recuerdas Miroku —decía ella entre sonrisas mientras traía a su mente viejos recuerdos de los días en los que ambos se conocieron.

    — Claro —contestaba él un tanto apenado, ahora que había asentado cabeza, sus días de casanova le parecían un tanto molestos, mucho le había costado aprender la lección, las cachetadas de su esposa había sido un remedio sumamente eficaz.

    — ¿Sabes?, no te lo he dicho antes pero, tú eres mi único y primer amor.

    — Mi amor, mi Sango, no sabes cuánto…

    — ¿Y tú? ¿Cuántas mujeres estuvieron contigo antes de casarte conmigo? —susurró en tono asesino, el aliento del monje se cortó por un largo instante al notar la mirada fija de su esposa sobre él.

    — … —no quería responder, no debía, no podía. La conocía demasiado bien como para pretender responder esa pregunta, no obstante, era inevitable. Empezaba a desear morir en ese instante, de lo contrario, seguramente su esposa se encargaría de mandarlo al otro mundo. Aun cuando fueron muy pocas las mujeres con las que hubo de compartir cierta intimidad, la sola respuesta de una sacaría de quicio a su mujer— ¿Con-mi-go? —tartamudeó nerviosamente alejando instintivamente la mirada.

    — Sí, contigo —respondió ella un tanto molesta.

    — ¿A qué te refieres cariñito?

    — ¿Cariñito? —gritó totalmente furiosa, conocía perfectamente el significado de esa palabra. Decidida, se encaminó en dirección a la escoba que descansaba al otro lado de la sala y, empuñándola con grandiosa maestría, la arrojó velozmente en dirección a la cabeza del anciano—. ¡No te hagas el gracioso monje traicionero, tú sabes bien a qué me refiero! —vociferó la anciana tomando en ambas manos un par de getas y arrojándoselas nuevamente a la cabeza. Aun cuando su cuerpo ya no reflejaba al antiguo joven ágil y musculoso de hace varios años atrás, no tuvo mucho problema para evadir los objetos que arrojaba su mujer contra él, le era difícil entender qué luego de tantos años de matrimonio ella preguntara algo como eso por primera vez, ¿de qué serviría? ¿en qué podría beneficiarles conocer la respuesta?

    Un par de horas después y luego de muchas ollas y objetos varios esparcidos por el suelo, un cansado y viejo monje se mantenía en guardia frente a una anciana y bella mujer que lo miraba con rabia y descontento.

    — Sango —alcanzó a gritar antes de que una gruesa olla se estrellará contra su frente y lo derribara inesperadamente contra el suelo de madera. No despertó sino hasta el siguiente día cuando, motivado por el toque delicado de unas manos posándose contra su pecho lo obligó a abrir los ojos. Allí estaba ella, sus ojos lucían irritados e inflamados, cualquiera diría que había llorado toda la noche, su cuerpo temblaba sutilmente y su rostro había empalidecido. Al verla así, tan preocupada y triste a la vez, no pudo evitar sentirse como un miserable. No sentía merecer tanto amor, que importaba el golpe con la olla, ella lo amaba y él, sin proponérselo, la había herido.

    — Miroku, mi amor, perdóname, perdóname —repitió una y otra vez mientras las lágrimas volvían a nublar su mirada.

    — No mi amor —interrumpió él tomando a la mujer entre sus brazos—, yo no tengo nada que perdonarte, todo ha sido mi culpa. No llores más mi amor, me destrozas el corazón—Su habitual tono de voz varonil se había resquebrajado, el dolor de su esposa siempre fue capaz de machucarle el alma y sacudirle el corazón, no era capaz de verla llorar, no podía—. Lamento haberte preocupado tanto, no lo merezco, no después de haberte causado tal enojo, fue mi culpa…

    — No, fue mi culpa, no debí preguntarte algo como eso, fue algo… torpe. Cuando me casé contigo, acepté amarte a ti y todos los defectos que te convertían en aquella maravillosa e imperfecta persona de la que me enamoré, y aun cuando me dolía mucho verte coquetear y proponerle indecencias a otras mujeres, te amaba, y al final, eso era lo único que importaba. ¿verdad?

    — Sango —las palabras de su mujer lo desubicaron completamente, no sabía cómo asimilarlas, jamás imaginó que eso fuero lo que su esposa pensaba con respecto a él, aun así, pudo entenderla. El dolor de los celos eran algo que él también había experimentado, no fueron muchas veces pero, habían sido las suficientes como para no querer que nadie se acercara a su querida Sango—, lo lamento —murmuró con notable aflicción— no sabes cómo lo lamento, te debía una explicación y solo intenté escapar, a veces parece que aun soy un niño, miedoso e inmaduro…

    — Calla —interrumpió ella, todas las emociones que se arremolinaban en su pecho la estaban devastando—, no me gusta oírte hablar así, no me gusta...

    — No Sango, déjame continuar, lo necesito —Ella afirmo con la cabeza—. Debes saber la verdad. Es cierto —continuó él—, no fuiste la primer a mujer en mi vida, no fuiste la primera a la que ofrecí mis cariños y mis noches, no, no lo fuiste—El silenció retumbó en la habitación de manera tajante, para ella, sus palabras sonaban a venganza, una dura venganza de la que no pensaba participar. Levantándose rápidamente intentó alejarse de él y echarse a correr pero él la detuvo tomándola del tobillo y obligándola a quedarse, la sorpresa la desequilibró provocando que cayera sobre él—. ¡Por favor, no te vayas!, aún no he terminado te lo ruego, ¡Quédate! —en ese mismo momento, nada le importaba que el golpe de la caída le haya aplastado el estómago, necesitaba un poco de tiempo más junto a ella, solo un poco más.

    — Pues habla—espetó ella con voz cortada, el dolor la ahogaba.

    — Sango, quizás no fuiste la primera mujer a la que le dije te quiero, pero si eres la primera mujer a la que le dije: “Te amo” —el aliento de la mujer se desvaneció instantáneamente, no quería perderse ni una sola palabra—. Fuiste la primera y la única mujer a la que verdaderamente amé, la primera mujer con la que hice el amor, la primera a quién le entregué el alma. La primera mujer que me permitió recuperar mi confianza y mi fe en un futuro, la única que curó mi dolor y me hizo pensar en una verdadera familia… una verdadera, no solo en un heredero que cobre mi deuda con Naraku.

    — Mentira—gritó ella—, si eso fuera cierto, no habrías coqueteado con otras mujeres luego de conocerme.

    — Entiendo, y déjame decirte que si lo hice fue porque la certeza de mi muerte era algo que invadía mi cabeza todos los días, eso y el amor que sentía por ti. Mi padre lo sabía bien, es mejor morir en soledad y llevarte a la tumba el recuerdo de la sonrisa de tus seres queridos a verlos gritando tu nombre mientras desapareces en el infierno. Sango, sé que no es una buena excusa pero, de que hubiera servido morir dejándote sola con un hijo maldito por la perversidad de Naraku. !No podía condenarte al dolor de verme morir a mí… a mi hijo!, condenarte al dolor de una venganza que en ese entonces parecía imposible. Lo sé, estaba mal, solo pensaba en matar a ese maldito demonio y vengar la muerte de mi padre. Tenía miedo. La verdad es que, al sumirme en mi miedo, torpemente intenté condenar a una pobre desdichada a cargar con el heredero de mi maldición. !Fui un desgraciado!, y solo tú me permitiste darme cuenta de mi error, lo supe en cuanto te conocí, al ver como el amor por tu hermano te permitía aceptar la muerte sin ningún arrepentimiento.

    — Mi-ro-ku— musitó de manera casi imperceptible, la verdad de sus palabras la había sacudido hasta la médula, él tenía razón, el rencor que ella albergó en el pasado fue en muchas ocasiones una de sus mayores debilidades, casi le había costado la vida en innumerables ocasiones, sin embargo, él la había salvado, no, era más que eso, se habían salvado mutuamente, juntos.

    ¿Qué estaban haciendo? ¿Cómo podían perder el tiempo tan infamemente? El estaba a punto de morir y ella solo podía pensar en el pasado, que importaba el pasado cuando la belleza de su presente era más que maravillosa.

    — ¿Sango? —inquirió él un tanto preocupado, había pasado unos minutos desde que ella emitió sonido alguno.

    — Miroku — respondió ella mientras se tiraba a sus brazos y, aferrando su aliento al de él, ambos se fundieron en un largo besó que ninguno de los dos quiso terminar. Las palabras salen sobrando cuando el amor grita a grandes voces.

    La brisa cálida de la mañana penetró por las ventanas de la cabaña, en tanto, cobijados bajo unas suaves mantas, Sango y Miroku le daban la bienvenida a un nuevo amanecer.
     
    Última edición: 13 Noviembre 2013
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  2.  
    surisesshy

    surisesshy Usuario popular

    Escorpión
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    HERMOSO!!!! simplemente hermoso, me ha gustado un monton, este fic transmite tantos sentimientos, me encanto mucho la parte en que le le dijo que habia tenido muchas mujeres a las que le dijo te quiero, pero ninguna a la que le dijo te amo, llevaste sus personalidades tan bien que definitivamente eso hubiera pasado de ser asi.

    Es un trabajo impecable y con una ortografia casi perfecta (vi algunos errores pero nada grave) como llevaste la trama fue perfecto, aunque senti que durabas mucho para llegar al tema principal, pero por las escenas que describiste al principio vale la pena, fue lindo saber de sus nietos, de su vida, de todo antes de llegar a tema principal, eso orienta mucho al lector y le da una idea completa de que es lo que paa y lo que ha pasado.

    ME GUSTO MUCHO, ha sido un buen drabble.
     
  3.  
    Strawberry Smiles

    Strawberry Smiles CA Loquillaaa XD

    Escorpión
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    Escritora
    Sacaste mi lado fangirl *----*

    Amé tu escrito. Tus palabras destilaban sentimiento, y lo he notado en carne propia, todo. Miroku no puede cambiar el pasado, sólo intentar olvidarlo y disfrutar el presente. Igual con Sango. Me imaginé a los nietos, largas tardes en casa de sus abuelos, comiendo dulces y escuchando anécdotas. Fue una historia hermosa y conmovedora que me llegó al corazón.

    Me fijé también, en que no pusiste a ningún otro personaje de Inuyasha en el one-shot. Y éso me gustó, centraste la historia sólo en Miroku y Sango y le dio un aire más... no se que le hizo, pero ayudó.

    En cuanto a la extensión de tu one-shot, no tengo ningún problema con ella. Creo que una historia, si está bien hecha, no tiene ningún tipo de importancia lo larga o corta que sea. Vi algunas faltas y comas sobrantes, pero no eclipsaron lo hermoso de la historia. No pusiste nada especialmente espectacular, pero éso habría estropeado el buen ambiente que creaste en la historia, no se, está mejor así.

    Vale, mi nota es:

    Muy buena

    Chau-chau n.n
     
    Última edición: 13 Noviembre 2013
  4.  
    Sakuno kun

    Sakuno kun Usuario común

    Piscis
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    Escritor
    Tu historia es tan romántica que atrapa y no deja escapar. Como dijeron arriba, cada palabra tiene un gran sentimiento y cada gesto dentro de la historia me estremeció. Tienes una narración muy buena y una descripción formidable. Me encantó y no quiero agregar más, sólo ten presente los cosejos de allá arriba.

    Excelente.
     
  5.  
    Ámbar

    Ámbar Rey

    Aries
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    Pluma de
    Escritora
    Yo en verdad quisiera tener la misma suerte de Sango, fue tan cargada de amor...

    Tu escrito refleja muchas cosas, demuestras lo duradero que puede ser el amor de dos personas. ¿No te bastó dejarme morir por las dulces y placenteras palabras? ¡Encima hay comedia xD!

    La descripción que posees es muy acertada, te llega a lo profundo. Me gusta, me encanta, hiciste que sintiera todo como en carne propia. Te luciste, amo cuando un fanfic es acertado y envuelva al lector.


    No noté muchos errores, algunas coma de más como te dijeron arriba, pero nada grave. Me gustaría seguir leyendo escritos tuyos, invítame si las tienes ;3


    Te deseo suerte en la actividad.



    Atte: Ámbar.

     
  6.  
    Mary Shirou

    Mary Shirou Star Witch

    Géminis
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    Escritora
    Debo felicitarte por tu historia. No solo por el ataque de fangirlismo que también me salió, sino porque tu narración fue casi perfecta. Pude entrar bien en la escena, observar a los personajes, escuchar sus voces y mirar sus acciones (para que veas que mi mente es demasiado activa :P)

    No puedo decir más, Excelente
     
  7.  
    Yukionnatifa

    Yukionnatifa Stephanie la Loca

    Leo
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    17 Febrero 2014
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    Pluma de
    Escritora
    Es algo realmente hermoso, tan magníficamente explicado... tan finamente contado.
    Dios, no tengo palabras... me has dejado sin palabras...

    Excelente trabajo :)
     
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