Tragedia Un relato salvaje

Tema en 'Relatos' iniciado por Estrella Cabrera, 21 Diciembre 2017.

  1.  
    Estrella Cabrera

    Estrella Cabrera Escritora novata

    Virgo
    Miembro desde:
    3 Febrero 2017
    Mensajes:
    10
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Un relato salvaje
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3001
    Un relato salvaje




    La fuerte y rapaz ráfaga invernal quemaba, ésa helada sensación demolía hasta lo más profundo en mi alma; calcinaba todo mi ser.

    No recuerdo la senda que tomé para terminar en esta deplorable vida; estaba ahogada en la pesadilla más horrible que pudiese existir. Y, aunque envuelto en lágrimas afanosas y amargas estuviera mi espíritu, el clamor de que fuese una fantasía, la cruel distopía que se erguía todas las mañanas al abrir mis ojos, no era otra que la triste realidad que mis plantas debían sufrir una vez más...

    Desde la tierna infancia que a los 10 años se suponía debía disfrutar, mi vida fue quebrada con la mayor crueldad que pueda existir: robaron y vendieron mi alma, no solo la mía, también la de la bella flor que me la otorgó. Corrompieron con sus lastimosas manos mi cuerpo cuantas veces quisieron; de horribles modos, con impulsos asquerosos y repugnantes, con deseos tan horribles que jamás debieran existir. Saciaron sus sucias manos con cada centímetro de mi cuerpo; y, aquélla alba, cuando por fin dilucidé que el fin de toda mi tortura estaba próxima, los malditos hombres me lastimaron dándome más tiempo para sufrir; los rastreros me dejaron vivir.

    ¡Tantos años sufriendo la misma condena!

    Todos esos asquerosos recuerdos se vuelven mis propias ideas en estos momentos, se meten a mi mente como gusanos hambrientos de mi dolor. Siento el asco, la repugnancia de mí misma, de mi cansado cuerpo, mismo que aún sigue con los últimos rastros de sangre, lleno de las marcas, de los puños aparcados en tonos oscuros sobre mi palidecida piel… y las heridas… ésas heridas ocasionadas por un descuido… o por tal vez, diversión, ésas heridas en mi mano derecha de tan sólo hace unos momentos… ¡ésas malditas heridas! Ya no arden más al recordar todo el cuadro de dolor que ya ha sido puesto sobre mi ser.

    Todo mi cuerpo está manchado, está ultrajado en cada rincón de él; todo es una pasta difuminada en lodo esparcida sobre mis pupilas, todos y cada uno de los ínfimos recuerdos están moldeados a esa pintura. Aunque quedase un ápice de fuerza en estos vencidos huesos y fuera mi anhelo caminar una vez más bajo el sol, ya no podría hacerlo, ya hasta la última de mis esperanzas fue demolida; no me resta más fuerza o más deseo de seguir adelante ¡Ya no tengo nada!

    Ahora, hundida hasta el cuello en desesperación, ese gélido viento me arranca el calor del cuerpo, llevándose la adrenalina que sentí hace unos instantes mientras corría, mientras huía de esas negras nubes donde yacía en mi cautividad.

    Cuando menos mientras escapaba pude blandir un poco de mi rabia, rabia anegada durante cientos de noches, rabia que se encendía cada que vez que esa maldita puerta se abría, rabia tan profunda que llevé a mis manos para acabar con el temblor característico de la primera vez, como le decían ellos; rabia que desahogue quitándole la vida al demonio que vigilaba la puerta de mi calabozo. Para que no delatara mi presencia, usé un trozo de vidrio: me quite de encima un poco del dolor de tantos años sufridos. Descargue toda mi furia y pesar en él; cada vez que enterraba aquél vidrio en su cuerpo llegaba un maldito recuerdo, su sangre saltaba a chorros sobre mi rostro; tan diferente de cuando mis lágrimas caían de la impotencia, misma que sentía cuando no podía defenderme, ¡ésas lágrimas caían cargadas de ira, dolor y tristeza!

    Y otra vez llega a mi paladar ésa delicia de tonadas metálicas y dulces, se alberga dentro de mi boca, la conozco tan bien que jamás podría olvidarla: esa sangre sobre mis labios... conocía muy bien ese sabor, pero aun así continúe.

    Todos mis sentidos se volvieron oscuros gracias a la rabia que guarde durante tantos años: no me detuve aunque no se movía, seguía clavando profundamente aquél trozo de cristal en su cuerpo, en su pecho, brazos, estómago e incluso en su rostro; su sangre fluía libremente por sus heridas, quedó destrozado, ¡irreconocible!

    Sin embargo en mi corazón no sentía ni un destello de pena, no me arrepentía de haber perdido el control. Y cuando recuperé mis sentidos, sí así se le puede llamar a lo que de mi conciencia quedaba, me contemplé bañada con aquel fluido de color carmesí, escurriendo sangre por las cuencas de mis ojos y mi enblanquecido rostro. Pero ya estaba acostumbrada a verme ese estado, cada vez que ésas bestias usaban mi cuerpo, lo dejaban así: lleno de golpes en mi rostro y cuerpo; heridas por doquier. Siempre dejándome tirada, desnuda, como al juguete desechable que usas y tiras como si de la peor escoria se tratase, cubierta con mi propia sangre... y otra vez esos desgraciados recuerdos me traicionan.

    Pero, ahora era diferente, bañada de aquél líquido que no era el mío. No mentiré diciendo que fue intentando defender la poca dignidad que me quedaba, ¡yo quería quitarle la vida a este sujeto! Y tampoco mentiré diciendo que no disfrute, sino que por el contrario, fue un enorme placer, ¡lo gocé!, ¡lo disfruté!, degusté con la meticulosidad más compleja que mis papilas pudieron concebir la sangre, aquél tibio elixir que sobre mis labios se movía resbalándose hacia mi estómago.

    Sin embargo no tenía el lujo de quedarme ahí, yo no podía perder mi valioso tiempo. Así que asesté juntando todo el odio que quedaba en mi pecho por última vez, el vidrio se enterró en el centro de su cabeza, o lo que quedaba de ella. No volveré a mentir, hice todo esto para dejarles un presente de mi parte, quería que recibieran la sorpresa cuando se toparan el mutilado cuerpo, quería que se encogieran hasta el tuétano del miedo. Escapé de esa fastuosa escena corriendo por las escaleras sin hacer el mínimo ruido, no había ido tan lejos para dejar que me atraparan de la forma más simple, porque si lo hacían, me castigarían de la peor manera. Me pasó antes hace algún tiempo, ellos me alcanzaron en medio de mis planes; mi castigo fue peor que las noches de insomnio donde mi reja chillaba: me violaron, golpearon y azotaron dejándome al borde de la muerte. Por un instante deseé que así fuera, pero sería como mi libertad y los muy malditos no querían que así fuera, me dejaron con vida, sanando cada día, muy lentamente, aún con grandes golpes y heridas, aún en mi lamentable estado era violada todas las noches por varios asquerosos hombres, uno tras otro, haciendo lo posible para que mi curación sea más lenta y dolorosa.

    ¡Deseaba todas y cada una de esas noches morir!
    Despejé todas las emociones y quité de mi mente los recuerdos, era un momento crucial y no podía distraerme. Seguí corriendo por las escaleras, hasta que llegué a mi objetivo: la puerta que sería mi libertad. Y sin dudar ni un segundo la abrí y salí.

    El amargo frío de ésa noche me calaba los huesos, el viento helado me traspasa hasta lo profundo de mi ser derruyendo cada rincón de mí. Pero había llegado más lejos que cualquiera, no podía quedarme en ese deplorable transe, así que seguí intentando alejar de mí aquellos sentimientos de ira y dolor, dejando atrás aquellos recuerdos; ahora mismo debía luchar por recordar éste presente, que es el único en el que estoy ahora.

    Elevé mi vista hacia adelante. Las lunas de invierno, siempre son en las que más fuerte corre el viento; recuerdo que eran mis favoritas de niña, con mi madre en casa, al lado de la chimenea, yo entre sus brazos y ella contando mi cuento favorito, ésas eran las noches de invierno que tenía de niña junto a mi amada madre. Pero esas noches fueron arrancadas súbitamente por la avariciosa lujuria de unos cuantos idiotas.

    ¡Ahora nada de ello queda!

    Entre la congelante sensación, me doy cuenta que no siento mis extremidades, mi piel esta tan pálida y fría como la misma nieve, hace que se vean más claros mis moretones; aunque la fría noche no deja paso a ningún contraste, se los ve claramente ¡No siento mis manos!, tampoco puedo percibir el cansancio, ni las heridas que han quedado sobre mi cuerpo, ni los golpes en lo profundo de mi alma; ya sólo siento que a cada paso que doy miles de agujas traspasan mis descalzos pies.

    … el frío recorre cada parte de mi temblorosa aura…
    Y, heme aquí, parada en la azotea de este ruin edificio, con mis pocas ropas dañadas, mojadas con la lluvia; esas delicadas gotas que se llevan todo aquél rastro de sangre que había sobre los trozos de tela que me adornaban a manera de ropa.
    Sigo en este tortuoso recorrido caminado, dejando tras de mis pasos y una línea que se abre como un recorrido escarlata, testigo del instante en que decidí arriesgarme a sentir un poco de libertad.

    Esta amarga noche, el cielo está llorando a mi lado, se entristece conmigo, comparte mi ira y dolor; y al mismo tiempo camufla mis lágrimas con su fría lluvia. Desde el fondo de mis sacudidas emociones, quiero pensar que llora por mí…

    Y entre tanto, las gruesas y fuertes gotas heladas que caen de aquél fúrico y obscuro firmamento, traspasan mi débil y delgada piel. Con ellas se van llevando, a lo más profundo de mis huesos, aquélla frívola sensación de hastío que eriza cada parte de mi piel y se amotina en el tuétano de mis huesos.

    La delgada camiseta que llevo puesta está empapada en fría agua, misma que se revuelve con ciclón y va pegándose a mi cuerpo; no existe más que eso en este momento y sí, tengo frío, pero eso ya no me importa. Mis pies están lastimados, me duele todo mi cuerpo. Sin embargo, nada de todo esto, nada se comparará a todo el cúmulo del fuerte dolor que ya soporté en mi corta y maldita existencia.

    Y no obstante, la humanidad que queda en mí va gimiendo; las sensación de la tibieza de las lágrimas que caen, es eliminada por el frío viento de la tormenta de esta noche.

    … poco a poco cada uno de mis sentidos, se van quedando dormidos, se sienten cansados de tantos pesares, se han adormecido.
    Ya no queda más, ahora sólo soy yo y esa fría noche invernal, así que llevó mi vista hacia arriba y aún quiero pensar que no estoy sola, que el cielo comparte mi dolor, que aquellas oscuras y tenebrosas nubes están furiosas, descargando todo su odio en esta ciudad que ni siquiera conozco; la sublime tempestad es acompañada con unos fuertes y ruidosos estruendos, como si los grandes dioses del olimpo estuvieran batallando.

    Sé que este es el fin, el cual sí es anhelado; mi respiración poco a poco se entrecorta, empiezo a respirar por mi boca: ese vapor blanco que sale de mis labios por el frío de esta noche nubla mi vista. A cada segundo, ésa gélida sensación de vacío a en mi interior desaparece.

    ¡Al fin seré libre!
    Reuniendo cada milímetro y gota de fuerza que queda en este flagelado cuerpo intento seguir, como puedo muevo mis pies hacia la cornisa del techo del edificio, a cada paso siento que cada hueso de mi cuerpo explota, vuela en mil pedazos por todo mi interior y todas esas miles de astillas, se clavan en las carnes dentro de lo que cada de mí.

    ¡Pero no me detuve!
    No obstante de usar mis últimos atisbos de poder, llegué tambaleándome, a duras penas logré alcanzar el borde, para después bajar mi vista; no podía imaginar a cuántos pisos de altura estaba y, para ser sincera, tampoco eso me importa ya.

    Atizando mi mirada, puedo observar a lo lejos a la gente caminar tranquilamente por las calles, cubriéndose de la lluvia con sus paraguas, defendiéndose de aquél frío con sus grandes abrigos. Toda la calma está apenas a unos metros de distancia, pero en mi impotente rincón, sólo hay tristeza y penurias.

    A lo lejos puedo percibir el barullo de la gran metrópoli, las luces de la ciudad son tan hermosas que a esta altura se observan miles de puntos amarillos, desde las calles, desde las casas o desde los departamentos. Pese a tener tan majestuoso paisaje, lentamente éstas últimas se van distorsionando, como si poco a poco se apagaran.

    ¡Me encantó la vista!, durante unos instantes la sublime pintura me llenó de una extraña sensación.
    Me despegué un instante de mí y puse toda mi atención en mi pecho, del lado izquierdo. Sin darme cuenta, el pequeño retumbar que sale de allí llamo mi atención.
    Siento los latidos de mi corazón bajar su ritmo... late tan lento, es muy silencioso, como si deseara apagarse del todo, amé en ese mismo instante ese ritmo, fue la tonada más exquisita que oí en mi vida, era como si estuviera oyendo y danzando el más lento y delicioso vals. Me sentí, al fin totalmente libre…

    Hacía tanto que no vivía eso, ésa sensación que no sentía hacía ya mucho tiempo…
    Y ahora, al final de todo, sé que este es el momento, no siento absolutamente nada del dolor o la ira de hace unos momentos, el peso de mi cuerpo aumentó a casi el doble, como si la gravedad bajo mis pies aumentará súbitamente, escucho el bello sonido de la lluvia caer en las calles de la desconocida ciudad, los rugidos que da el cielo, las gotas de la helada lluvia estrellarse en mi rostro.

    Durante unos instantes, cierro mis ojos para disfrutar este pequeño momento, con la más hermosa tonada de la naturaleza a mi alrededor, acompañado del lento tambor que se oye en mi interior, el cual ya se quiere callar.

    En ese último momento, la vida me complació con la más bella melodía que alguna vez hubiese oído.
    Finalmente, un enorme estruendo me volvió a la realidad, el cielo se quedó en blanco, un gran rayo cayó y a lo lejos otros tantos más lo siguieron acompañando.

    Ya es hora.
    Ya no me queda nada, nada por lo cual seguir con esta horrible vida que me tocó vivir. Nada podría sanar tantas heridas de un alma totalmente dañada y vacía.
    Cierro mis ojos, doy mi último aliento, llenado mis pulmones de aquel frío aire. Me di la vuelta, dando la espalda a aquel bello paisaje de las distorsionadas luces de la ciudad.

    Me dejo caer al vacío, con la esperanza de ser libre.
    Mi vida pasa frente a mis ojos, los pocos momentos felices de mi infancia, y mis lágrimas cayeron de nuevo, perdiéndose entre tantas gotas de lluvia, sentí un enorme alivio y calidez en mi interior, quizás me vuelva a encontrar con mi dulce madre.

    La fuerza con la que iba cayendo me obligó a cerrar mis ojos.
    El último suspiro sale de mis pulmones, no siento dolor, nada, el frío se encargó de ello, abro mis ojos, mi vista está nublada y nuevamente mis párpados se cierran, quizás para no abrirse nuevamente.

    Siento algo tibio emanar de cada parte mi magullado cuerpo.
    Escucho voces, pasos, gente corriendo, pero los oigo a lo lejos, cada vez el ruido se aleja más y más, hasta que desaparece por completo. Con mis últimas fuerzas abro un poco mis párpados, sólo veo un enorme brillo blanco, lentamente se difumina, dejando ver una anhelada figura.

    Allí está ella, que sufrió tanto o más que yo. Ella, la que lucho con uñas y dientes por mí, para que no sufra esta vida, ella, a la que ultrajaron y le arrebataron la vida frente a mis propios ojos; ¡allí está ella!, mostrando su sonrisa como siempre lo solía hacer para mí.

    Con ese fondo totalmente blanco que la hace ver mucho más bella de lo que es, con sus cabellos sueltos y un vestido blanco: mi amada madre, mi más hermoso ángel.

    Al final allí está sólo ella, está con su bella y cálida sonrisa, con ese enorme y hermoso brillo en sus ojos que destellan el amor más puro que puede existir.

    ¡Cuánto deseé ver nuevamente esa sonrisa!

    ¡Está con sus brazos abiertos!
    Todo el dolor se va yendo despacio con tan sólo verla, ¡que feliz estoy de verla!
    Le sonreí de igual manera, algo tibio corre por mis mejillas, estoy tan feliz, corro con todas mis fuerzas hacías sus brazos, esperando ése cálido abrazo que cada noche soñé.

    Llegó hacia ella y, finalmente, nos fundimos en el más cálido y anhelado abrazo que pudo existir.

    La estrecho fuerte contra mí, ella comparte conmigo sus lágrimas, siento miedo de perderla otra vez.

    Después de todos los horrores que desde las entrañas del abismo me arrojaron, no queda más que felicidad en mí ¡Que feliz estoy! Me siento completa. Estoy con ella, otra vez. Y al final de mis días no puedo augurar un mejor momento que éste, ni en mi más dulce sueño, ni en mi más tierno deseo, ni en todas esas noches que pasé de felicidad, ni todas las flores del mundo y las sonrisas de los que llegan, incrédulos, a este mundo, puede haber más felicidad.

    Y no lo digo porque deseé para mí solo un ápice de alguna clase de sentimiento enviados o de lo que llaman, vanidad; ¡NO! Lo digo porque en verdad después de toda esta tormenta, mi dulce madre está ahí esperando que vuelva a sus brazos y no me vaya jamás.

    Todo el gozo y pasión que llena mi ser, está colmado de las gotas del perfume de mi madre, siento su confort abrazándome. Ya no queda la nieve, ya no queda el frío, incluso ésa cielo enfurecido se ha ido.

    Por ello lo estoy, por ello puedo brindar en felicidad en los últimos instantes que alcanzo a contemplar la fría nieve y mi sangre derramándose sobre ésta. Y no lo cambiaría por otra oportunidad, no lo haría, porque súbitamente este momento se ha convertido en toda mi vida.






    ~*~
     
    Última edición: 1 Febrero 2018
  2.  
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

    Libra
    Miembro desde:
    28 Abril 2011
    Mensajes:
    4,151
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Hola, Estrella, me alegra que ya hayas comenzado a publicar tus escritos en el foro :) Por lo que veo es un relato sin continuación, así que habría que pedirle a Yáahl que lo traslade a su sección correspondiente.

    Quisiera comenzar diciendo las cosas que me gustaron. Y lo más llamativo de todo es que tienes un estilo muy bonito, romántico y elegante. No eres una narradora empedernida en contarnos de manera superficial y vacua un argumento, sino que te detienes a jugar con él y nos haces partícipes de dicho juego. Creo que te diviertes redactando cada párrafo y cada oración, encontrándole el ángulo correcto para ser descrito, hallando la poesía en las situaciones, escenarios y pensamientos. Me gusta la manera en que haces del texto tu caja de arena, y en cómo incorporas las metáforas al relato. En mi opinión lo haces muy bien, porque no sacrificas descripciones ni dinámica, sino que todo va junto, avanzamos en la trama mientras nos empapas de ese estilo de narrar que no nos abandona de principio a fin por su consistencia.
    La trama... no es muy original pero sigue siendo muy válida. Quizás te hayas inspirado en una historia real, pues tristemente abundan, con más o menos drama, este tipo de situaciones en donde la realidad supera a la ficción. En todo caso, las víctimas de la trata de personas, de la esclavitud sexual moderna, y de todos los delitos de esta índole que conlleven la destrucción de una persona es algo que nunca debe dejar de mencionarse. Y el punto de vista de la víctima siempre es interesante de ser conocido y de que sea expresado.

    Voy con las cosas que no me gustaron. Lo principal es algo que me salta a la vista, y es que, en el afán por ser consistente en tu estilo pausado, puntilloso y descriptivo, la historia se densifica. Entre el escape de la chica, la muerte del cuidador, la llegada a la azotea y su desplome, pasaron sin duda unos cuantos minutos, no más de cinco. El problema es que parte de la función descriptiva es establecer pausas para que nosotros como lectores podamos sentir el flujo del tiempo transcurrir. Tiene esa función doble. Y aquí la segunda está ausente: tanto tiempo pasé leyendo los detalles y pensamientos (varios de ellos, hay que decirlo, sobrantes, pues ya entendíamos la idea), que no pude sentir la adrenalina de la protagonista al asesinar y escapar con todas las emociones que eso conlleva. Y es una pena. A veces en los momentos más dinámicos hay que comprimir la narración y empujar al lector a un cauce, para que la corriente lo absorba.
    Y lo otro es lo que ya dije: un exceso de ideas relacionadas con el sufrimiento en el cautiverio, pero poco esfuerzo porque empatizáramos de verdad con el personaje. Al final a ella la vi como una estadística más, como una historia que leo en las noticias, pero al meterme tan poco en ella como persona, no establecí una conexión. Eso se logra haciéndola más humana, de carne y hueso, porque la apuesta por humanizar a alguien que escapa, asesina y se suicida (tres cosas que no suelen estar al alcance del individuo promedio) es osada.

    Más allá de eso, un cambio de tiempos verbales que incomoda (a veces en copretérito y a veces en presente, sin justificación), y varios, varios errores ortográficos. Ahí tendrías que releer tu texto para pulirlo, porque con todo, vale mucho la pena.

    Quiero decirte que por lo general no leo cosas con tanta calidad artística aquí, así que me gustaría seguir viendo más de tus textos. Gracias por compartírnoslo y espero que tomes lo mejor del comentario. Saludos.
     
    • Adorable Adorable x 1
  3.  
    Plumas de Cuervo

    Plumas de Cuervo Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    11 Noviembre 2015
    Mensajes:
    268
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Saludos! me da la impresión de que en algún momento había comenzado a leer este relato.

    Me gusta la forma en la que escribes, como expresas cada sentimiento, cada acción. Te hace sentir parte de la historia y se refleja por las cosas que pasa la protagonista de la historia.

    Es una historia bastante fuerte en el sentido de lo que expresa, que aunque no lo dice tan directamente queda sobre entendido por los abusos que pasó la protagonista desde esa «tierna infancia»

    De verdad es un escrito excelente que te hace vivir cada minuto, cada palabra de la historia como si fuese propia. Que ha pesar de que no es una historia feliz como uno espera es muy real.

    La escritura de verdad muy pulcra, con las palabras usadas de forma correcta y certera para expresar los acontecimientos de la historia. Solo encontré estos pequeños detalles:

    «... me castigó fue peor que las noches de insomnio...»

    «Pero esas noches fueron arrancadas súbitamente por la avariciosa lujurio de unos cuantos idiotas.»

    Hasta pronto, saludos~
     
    • Adorable Adorable x 1
Cargando...
Similar Threads - salvaje
  1. Ruki V
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    415

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso