One-shot de Naruto - Un malentendido entre trufas de chocolate (Sasuke&Negumi)

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Lady Stanley, 24 Febrero 2021.

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    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un malentendido entre trufas de chocolate (Sasuke&Negumi)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2782
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    Desclaimer: Los personajes de Naruto, pertenecen únicamente a Masashi Kishimoto. Sin embargo, la trama y personajes OC que aparezcan en el relato son de mi autoría, de Sarai Castillo y Kurama Seiren.

    Aclaración: No intentes entender de qué va TODA la trama del OS ya que estos personajes e historia, tienen una larga trayectoria para llegar a dónde están.

    Éste One-shot participa en la Actividad del foro de San Valentín: Dulce de San Valentín de washimi

    =Un malentendido entre trufas de Chocolate=
    Sasuke Uchiha & Negumi Uchiha.
    Inspirado y ambientado en The Secret of Uchiha’s.


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    “Venga nee, sería romántico que pudieras prepararle a Sasuke-sensei algo lindo esta noche. ¿No lo crees? Quizás un pay de fresas, unas fresas bañadas con chocolate o que tal unas trufas de chocolate”.

    Fue el sencillo comentario de su cuata respecto al tema de San Valentín que se aproximaba al mirar las recientes noticias sobre futuros postres en pareja. La mayor de las hermanas mordió con distracción la goma de su lápiz y siguió garabateando su libreta con cierta idea colándose por su cabeza. Quizás sería buena acción y un inocente presente hacía el Uchiha, después de todo el embrollo que cargaban sobre sus hombros y sobre todo que él había decidido ayudarle. La mayor continuó maquinando un escenario donde una cena romántica no estaba nada mal, sería como un pequeño respiro antes de poder continuar con el caso de su padre, y del embarazo que ocultaba rigurosamente. Sin olvidar las continuas y saturadas clases en la Universidad que no la dejaban respirar.

    Las clases continuaron mientras ella vivía cuestionándose de cómo preparar una condenada trufa. Kaien no había sido muy explícita al explicarle su elaboración y regresar al tema haría que su hermana menor tuviera una oportunidad de molestarla por aceptar hacer las trufas para su profesor.

    Pensó en Reyka y de inmediato su hermana mayor quedaba fuera de preguntarle ya que desde que se había casado con Itachi, estaba un poco más distante con ellas y mostrándose más pegada a su matrimonio y la propia Negumi quería darle espacio a la pareja. No quería molestarla con algo tan simple como unas trufas.

    —Señorita Uchiha. ¿Está poniendo atención, cierto?—reprochó la profesora centrando la atención de todos los alumnos hacía la Uchiha.

    La Hyuuga frunció el ceño al ver lo disperso de la morena, todavía le molestaba el hecho de que ella fuera la prometida de Sasuke.

    —Por supuesto—contestó la aludida mordaz, entre ambas mujeres se podía notar cierto desprecio. La profesora se aclaró la garganta con tal de continuar con la clase, Negumi regresó a sus pensamientos y aparentemente ponía atención.

    Aunque la Uchiha estaba más preocupada en cómo poder sorprender al que todavía era su profesor. Suspiró profundamente sin mirar el pizarrón, solo escuchaba la voz de la docente como un lejano zumbido que realmente no le importaba.

    —Señorita Uchiha. ¿Qué es tan importante como para no poner atención a la clase?― cuestionó la docente.

    Negumi frunció el ceño ante los ojos perlados que la miraban con el mismo gesto. Se levantó de su asiento—. Me largo―vociferó tomando todas sus cosas caminando hasta la entrada.

    —Le recuerdo que usted ya no está en condiciones de faltarle el respeto a sus profesores o compañeros—dijo con una suavidad que realmente ponían de peor humor a la morena. Vio de reojo a Sakura que se sonreía con victoria ante lo que la Hyuuga había dicho.

    Todo mundo se había enterado del fraude multimillonario que Madara Uchiha había cometido contra su socio Kizashi Haruno, hacía 23 años y por lo tanto el apellido más prestigioso de todo Japón se había visto manchado terriblemente, e incluso Tsunade había tenido el descaro de venir a amenazarlas si se mandaban un revuelo más.

    —Váyase al demonio—contestó la Uchiha enojada y salió del salón, no sin antes dar un fuerte portazo.

    Todos los presentes aún estaban sorprendidos con el atrevido actuar de la hermana mayor mientras su cuata permanecía sentada. Kaien no menciono palabra alguna después de semejante comentario. Sin embargo, cuando su mirada chocó con la de la Haruno, inmediatamente la pelo chicle regresó la mirada hacía el pizarrón blanco. Y decidió hablar al ver que sin motivo alguno habían afectado a su cuata.

    ―Profesora usted menciona el comportamiento de mi hermana y en este salón más de la mitad no le esta prestando atención a sus palabras, pero sí a su escote―añadió Kaien de lo más tranquila, incluso una sonrisa ladina se formo en su rostro marcando ese atractivo par de hoyuelos. Hinata se llevó un brazo al pecho sintiéndose ofendida por el comentario, era cierto que varios estudiantes se distraían mayormente con sus móviles. Tosió para centrar a todos a la pizarra.

    ―Continuemos con la clase―ordenó la profesora para detener el cuchicheo entre sus estudiantes.

    Negumi no estaba de humor para soportar a la mujer, era claro, que ella estaba interesada en el moreno que ahora era su prometido. E incluso, había tenido la desfachatez de decirle que hasta que no hubiera un documento firmado, Sasuke relativamente seguía siendo libre.

    Bufó y supo que debía calmarse si quería al menos tener esa cena con el Uchiha.

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    Llegó al supermercado, estacionando su preciada motocicleta en un espació donde un árbol le cubría del sol. Solo hizo apagar el motor de su vehículo e inmediatamente su mal humor se hizo presente y aunque en verdad le importaba un carajo las miradas de las personas sobre su persona, rodó los ojos ante tal obviedad. Todo aquel que las reconociera, se las quedaba mirando y cuchicheando tonterías sin sentido sobre el caso de su padre. Respiró profundamente comenzando su caminata hacía el establecimiento antes de mandar la idea de las trufas muy lejos, volvió a respirar y no tuvo más remedio que llamarle a Kaien.

    Esperó a que la señal la enlazara con su hermana, al escuchar el tercer pitido la susodicha contestó.

    — ¿Nee, estás bien?―

    —Estoy bien—dijo la mayor mientras recorría los pasillos del supermercado con aburrimiento—. No soportaba la clase de la Hyuuga—bufó enojada y pudo escuchar a Kaien reír al otro lado de la línea, sin poder evitarlo una sonrisa se contagió en sus labios—. No te rías, no es gracioso… intento evitar problemas y seguro que mañana Tsunade será uno de ellos―

    —Ya, ya, perdón… ¿Qué necesitas nee?—preguntó la menor divertida al otro lado del teléfono.

    Negumi suspiró—. ¿Podrías recordarme que ingredientes llevaban las trufas? Lo olvidé por completo esta mañana y quisiera…

    —Sin problemas, nee—dijo la menor y volvió a reír con suavidad.

    La Uchiha mayor prestaba atención a todo lo que la menor le decía e iba recorriendo los pasillos mientras echaba los productos en el carrito. Cuando cortó la llamada, fue al área de cajas y pagó todo lo que había elegido.

    Luego un tremendo antojo por papas fritas bañadas con chocolate la embargó y suspiró algo hastiada. Odiaba esas nauseas matutinas y los extraños antojos que le daban durante el día, había aflojado un poco las vendas que utilizaba para ocultar el embarazo, pero llegaría el momento en que no podría hacerlo más.

    Como pudo llegó al departamento del Uchiha y comenzó a preparar ese pequeño postre con las indicaciones de Kaien, mientras sonaba en la radio Never Marry A Raiload Man y ella tarareaba la melodía. La emoción junto con nervios era mezclada cada que seguía paso a paso la receta. Una masita, dos, tres… hasta que tuvo suficientes y el pequeño bowl estuvo vacío.

    Se encontró sonriendo e imaginando al moreno comer el chocolatoso dulce, seguía imaginando ese momento en compañía de su maestro y sin darse cuenta su mente la traicionó… los ojos que en un principio eran de Sasuke dejaron de ser negros adquiriendo un color verde causando un sobresalto al saber de quien se trataba, odiaba que su terco corazón le hiciera dudar indicándole a quien aún quería. En ese momento sacudió la cabeza al alejar la imagen del bajista de su cabeza.

    ―¡Basta Negumi!―se regañó a si misma al pensar en Nikki cuando aquel regalo era para Sasuke. Miró decidida al grupo de bolitas y optó por refrigerarlas en unas charolas.

    Una vez listas las pequeñas bolitas decoró con chocolate blanco, empanizadas con coco y demás formas que resultaran atractivas para devolverlas al frigorífico, no pensó en nada más que intentar consentir un rato al pelinegro. Ambos lo merecían.

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    Las horas pasaron y con ello llegó la noche, la música siguió sonando al mismo tiempo que la Uchiha iba a prepararse para la llegada de su prometido. Debía continuar con la cena pero en lo que marinaba el guiso se dirigió a la ducha bajo la regadera, vistió algo más sencillo sin dejar de ser lindo y continuó con la elaboración de la cena de ellos. Al menos esperaba que ese encuentro con el moreno fuera perfecto.

    Sasuke metió la llave en la cerradura de la puerta, a primera vista el lugar se veía agradable dio un par de pasos hacía dentro recibiendo un peculiar aroma que invadió sus fosas nasales. Desconcertado, su mirada enfocó el perímetro del lugar. Desde los grandes ventanales del departamento se podía apreciar el cielo oscuro del anochecer y el reflejo de la mesa a lo lejos. Terminó por depositar su maletín en su mueble y al girar su mirada se encontró con velas sobre la mesa en un bonito montaje, levantó las cejas ante la sorpresiva escena.

    ¿A qué se debía tanto detalle? Se cuestionaba, tampoco creía en la fecha ni tampoco que fuera especial. Dio un par de pasos hacía la mesa, debía admitir que todo se vislumbraba exquisito y una sonrisa bastante discreta se dibujó en sus labios al escuchar la voz de Negumi en la cocina, tarareando alguna canción.

    —¿Qué estás haciendo? —preguntó el moreno cuando la joven de espaldas sacaba algo del horno, al depositarlo sobre la barra de desayuno un aroma dulzón llegó hasta sus fosas nasales, el disimuló al cerrar levemente los ojos mientras su nariz se arrugó al sentir el aroma dulce de golpe, que no le gustó para nada.

    La muchacha se sobresaltó al notar a su prometido tan cerca —. ¡Oh, Sasuke!—exclamó la chica y sonrió al ver el rostro de mármol del joven—. Dame unos momentos. ¿Por qué no te vas a lavar?―.

    Él mantuvo el porte, sinceramente no era partidario del chocolatoso aroma. Saludó fugazmente a la joven con un beso en la mejilla y fue en dirección al baño para lavarse. De repente se había puesto de mal humor al percibir el aroma chocolatoso siguiéndole hasta la regadera, pues encima de que había tenido un día pesado en la Universidad, ahora llegar al departamento y toparse con eso, no era la mejor combinación. Quería tranquilizar un poco su genio, se miró al espejo por un momento antes de abrir el grifo del agua y mojarse el rostro.

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    Salió mentalizado en tolerar el olor a chocolate por su hogar, en dirección al elegante comedor, donde la Uchiha ya se encontraba sirviendo. Aquel aroma dulzón había sido encapsulado por una bombonera de cristal y reemplazado por el queso fundido que estaba en la pasta. Levantó la mirada más aliviado, encontrándose con la de ella que sonreía suavemente.

    ―¿Negumi?―cuestionó el mayor al brindarle el asiento a la joven quien le agradeció, y finalmente terminó por sentarse frente a ella. La Uchiha permanecía callada intentando tomar la mejor respuesta de tantas que tenía en su cabeza, la vio abrir un par de veces la boca hasta resoplar y mirarlo con más calma.

    ―No suelo hacer estas ñoñerías, pero… por alguna razón quisiera mostrarte que en verdad agradezco tu ayuda con todo lo que esta pasando conmigo y mi familia.

    El moreno estaba sorprendido de tales palabras, usualmente la chica era más atrevida y directa en decir lo que pensaba y conocer otra faceta de ella se le hacía más que linda.

    ―No tienes porque, prometí ayudarte y lo haré―

    ―Lo sé, por ello quisiera que esta noche sea un momento para nosotros― aunque le miraba fijamente Negumi no podía ocultar los nervios al apretar el mantel que caía de su lado.

    ―Entendido―añadió contento ―. ¿Hiciste todo esto?

    ―Sí…―

    ―Espero no morir―soltó en broma ocasionando que la joven frunciera el ceño y eso fue suficiente para que el moreno quisiera besarla ―. Es broma, todo se ve delicioso―

    ―No solo se ve, sino que también lo está―respondió orgullosa.

    Sasuke dejó de verla para degustar la pasta, sentir la mezcla de sabor y el perfecto cocimiento de la pasta sin duda lo dejó impactado. Asintió y Negumi ensanchó más su sonrisa comenzando a comer.

    La plática de ambos albergaba temas tan casuales sin tener la molestosa intervención de su Clan. La comida y la bebida eran comentados con elogios por parte del mayor.

    ―Y te encantará lo siguiente― canturreó la morena acercando la bombonera de cristal, destapó la tapa en forma de campana y Sasuke afiló la mirada. Ahí se encontraban una pila de bolitas tan asfixiantes para su paladar y sentido del olfato. Con unas pinzas sirvió un poco, al ver el moreno permanecía quieto sonrió para incitarlo―. Son trufas, anda prueba una― con un palillo sostuvo una pequeña y lo elevó hasta la boca del moreno.

    Sasuke no tuvo más remedio que abrir la boca, cada mastique que le daba albergaba la sensación del desmoronar de la pequeña trufa. Era deliciosa no lo negaría pero tampoco podría ocultar mucho el saturado aroma. Nunca había sido partidario de los dulces y estar comiendo algo así, le revolvía el estómago, pero no podía decir o hacer absolutamente nada.

    ―Permíteme un momento―pidió al levantarse de golpe y partir a la cocina donde fue por un poco de agua. Bebió el contenido completo, no aguantó y abrió la ventana de la cocina con la esperanza de dispersar el sofocante aroma. Negumi se alertó ante la reacción de su prometido, sin poder ocultar su tristeza creyendo que el moreno desaprobaba su pequeña acción. Comió un par de trufas sintiendo el delicioso sabor y sin tener idea de la acción del moreno, molesta le fue a buscar a la cocina.

    ―¿Tan mal quedó todo que vienes a tomar agua en secreto?― comentó desafiante aunque por dentro se sentía herida. Sasuke le miró extrañado y luego se pasó la mano por la cara mientras negaba.

    ―No es así― respondió seco, Negumi odiaba lo frío y breve que solía ser Sasuke.

    ―¿Y entonces? Vienes aquí porque tenías una sed feroz…―siguió atacante ―. Tonto mentiroso, nada te costaba decirme que no te gusto― continuó―. Y yo soy más tonta por creer que esto podría gustarte y…

    ―¡Negumi!―llamó el moreno caminando hasta ella ―. Ya te dije que no es por la cena, la pasta fue sensacional, el vino sublime y las trufas… estaban bien―comentó.

    ―¿Bien? Así nada más… ―

    ―Era…son deliciosas―arregló de inmediato, Negumi se colocaba distante e incrédula―. Esta bien… ―bufó el profesor al ver que esto podría terminar mal, avergonzado giró su rostro y dijo ―. No me gustan los aromas dulces… ni estoy muy familiarizado con los dulces porque el idiota de Naruto siempre solía comerlos y apestar toda la oficina…― confesó, aunque quisiera negarlo sentía que sus mejillas lo traicionaban al contar algo tan penoso y de pronto regresó la mirada al escuchar la carcajada de la morena.

    ―Eso es lo más tonto que he escuchado―respondió sujetándose el estomago al ver que su profesor se mostraba avergonzado.

    ―Ya, no te burles…―pidió y la joven cesó lentamente sus risas―. En verdad, todo estuvo rico―

    ―Esta bien, agradezco que seas sincero―respondió la morena. Ambos regresaron al comedor donde seguía el grupo de trufas, Sasuke le pidió a la joven dejarle degustar más del postre mientras lo acompañaba con el vaso de agua.

    Sin saber cuándo el vaso de agua había cambiado a un vino para contrarrestar la dulzura de las trufas con su amargo sabor. Ambos conversaban más animados repartiéndose miradas coquetas y pequeños besos hasta concretar uno que fue el acabose de continuar todo en la habitación del profesor.

    Jadeos llamando al hombre que repartía besos por todo el femenino cuerpo hasta pedir por parte de la morena ser uno mismo. Sin saber en que momento se habían desecho de sus prendas y únicamente aceptaban el verdadero disfrute para ambos Uchiha. Aquel placer que gobernaba la mente de quienes olvidaron su casta y simplemente se amaban como dos personas sin distinción del Clan ni sus ramas sociales.
     
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