One-shot de Pokémon - Un día en mi aventura pokémon

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Bueno, este es mi segundo fanfic de este fandom si no recuerdo mal y bueno, es para la actividad "Había una vez... 150 pokémon" de @Plushy Berry . Está basado en el juego Pokémon Rojo/Azul (es prácticamente indiferente para la historia) y bueno, tiene un humor peculiar, espero que os resulte interesante, eso sí, no esperéis que me haya ceñido a la personalidad de Rojo, pues más bien le he dado una personalidad diferente, bueno, leed y ya lo veréis. ¡Gracias por leer!

Un día en mi aventura pokémon​

Ya es la segunda vez que me pierdo aquí, quién me iba a decir a mí que una cueva como esta iba a ser tan enrevesada. ¡Si solamente estoy en el principio de mi aventura! Aunque la verdad, mi sentido de orientación todavía no está muy desarrollado, ¿quizás era demasiado pronto para comenzar mi aventura pokémon? En fin, tengo que encontrar la salida de Monte Moon, porque ni siquiera recuerdo por cómo vuelvo por dónde he entrado.

Y para colmo, solamente me quedan dos pokémon, los otros se han debilitado. ¡Tenía que haber entrenado más antes de entrar aquí! Por segunda vez... Pero claro, la imprudencia, el ser tan inexperto... Eso me va a pasar factura. Y aún por encima, los pokémon que me quedan son Pikachu, que solamente conoce como ataque útil impactrueno y un magikarp que he comprado por 500 pokécuartos. Es tan inútil ahora mismo como una zapatilla, porque a no ser que lo coja por la cola y le empiece a atizar con él al rival, no sé qué va hacer con salpicadura. Estoy perdido.

Por si fuera poco, puedo notar las penetrantes miradas de todos esos zubat, que se me clavan en el cogote, acechándome desde la oscuridad. “Rojo, estás acabado”, intentan decirme con esa mirada, “Vas a ser carnada de pokémon”, “Tu cadáver y el de tus pokémon se pudirán en esta cueva”. ¡No! Tengo que sacarme estos pensamientos de la cabeza, solamente son impresiones mías, en realidad son pokémon buenos que solamente necesitan un amigo. Como el zubat que capturé en mi primera incursión en esta cueva, él será mi amigo, los otros podrán serlo también, aunque sean salvajes, ¿verdad?

—¡Ah! —pienso, porque en realidad no puedo decir nada, por alguna extraña razón soy mudo y todo el mundo da por hecho que hablo.

A veces me hacen preguntas y con hacer un aspaviento cuando citan la opción que me interesa, pues ya llega. A lo que iba, casi me caigo. Pues he tropezado con algo que semejaba un geodude, pero no, era una roca, menos mal. Si tan solo tuviese repelente. ¡Si no hubiese gastado todo mi dinero en pokéball! ¡La vida es tan injusta! ¿Por qué mi madre me dejó salir con solamente diez años de aventura? ¡Si solamente soy un niño! ¿No se supone que las madres te protegen o algo así? Debería haberme retenido, sí. Estaría tan feliz en mi cuarto, jugando a la super nintendo.

Venga, tengo que avanzar, me parece que por aquí no he pasado todavía, así que lo intentaré por aquí.

—¡Oye tú!

Oh no. Oh no. No puede ser. Disimula Rojo, haz como que no has visto nada. Aunque lo intento, es totalmente en vano mi intento de evitar a esa persona que me ha visto, pues se acerca a mí y me clava el aliento en la nuca. Miro al individuo y me fijo en que es un montañero, la verdad es que lo compadezco, estar aquí en esta húmeda y fría cueva esperando a que alguien aparezca para retarlo, día sí y día también, debe ser muy aburrido, sobretodo porque muchos entrenadores ya pasan de entrar en esta cueva cuando consiguen vuelo. ¡Es tan molesto que aparezcan zubats todo el rato!

—¿Echamos un combate pokémon?

Quiero responderle, “¿Tengo otra opción?”, pero como no puedo hablar, pues simplemente me limito a asentir como un tonto. Estoy muerto. Sí, definitivamente lo estoy. ¡Además qué maleducado! ¡Ni siquiera me dice su nombre! Me va a dar una paliza y ni siquiera se molesta en decirme, “Eh, me llamo Paco, ¿Tú como te llamas?”. Pero eso me pasa con todos los entrenadores, definitvamente seguro que soy el único que tiene modales. Aunque yo no diga mi nombre, tengo excusa, no puedo hablar.

Un par de minutos después me encuentro corriendo hacia el centro pokémon más cercano, no os imagináis lo que me cuesta evitar a todos los pokémon salvajes que quieren salirme al encuentro. Incluso un zubat antes de salir de la cueva, que sí, en estos momentos pude encontrar el sitio por donde había entrado, se agarra con sus colmillos en mi ropa y me lo tengo que sacudir en la puerta para no llevármelo como un accesorio.

¡Menos mal que hay un centro pokémon en ruta 4! Si no, no sé si yo llegaría vivo a la ciudad más cercana. Esto ha sido una tremenda paliza, tengo que restaurar a mis pokémon.

—¿Quieres que curemos a tus pokémon? —me dice la amable enfermera del centro en cuanto me acerco a ella para hablar.

—Para nada, amable señorita, vengo a hablar aquí con usted con este aspecto tan deplorable y le pongo enseño a mis pokémon debilitados porque quiero hablar con usted, claro, ¡Como si pudiese hablar! Aún por encima usted restriégemelo —pienso, obviamente, mientras le doy con resignación a mis pokémon.

Pobrecillos mis pokémon, seguro que piensan que soy un fracaso como entrenador, quizás debería volver a casa, encerrarme en mi habitación y disfrutar de los pokémon que ya he capturado, en libertad por supuesto, no me gusta nada eso de tenerlos en un ordenador. Además de que me parece soberanamente sospechoso eso de que puedan desaparecer sin más y llegar hasta allí, estés donde estés.

Después de unos instantes, la amable enfermera me devuelve a mis pokémon ya curados, los observo y veo sus caritas de felicidad, sé que les gusta pelear, sé que quieren ser los mejores, por eso sigo con esta aventura, además de para cometer grandes hazañas y ser el mejor entrenador que haya habido jamás, ¡Por supuesto! No, no puedo dejar que la adversidad me haga rendirme, lo único que debo hacer es entrenar un poco más en otras rutas y después podré enfrentarme otra vez a Monte Moon, seguro. ¡Claro que podré!

—Gracias por su visita, ¡esperamos volver a verle pronto!

—¿Qué demonios está insinuando señora? ¿Quiere decir que soy tan mal entrenador que volveré aquí a verla a usted? ¿Está insinuando que volveré a peder en Monte Moon? ¿Insinúa que dejaré que le peguen una paliza otra vez a mis pokémon? ¡Eso! ¡Destruya más mis sueños! ¡Si es que así uno no puede ponerle empeño! ¡Con gente como usted! ¿Pues sabe? ¡Lo haré! ¡Ni usted ni nadie podrá limitar mis sueños! ¡Porque voy a ser un campeón! ¡Patearé el culo de todos los entrenadores que se me pongan por delante! ¡Sí! ¡Es mi aventura pokémon! ¿Me escucha? —pienso, una vez más y menos mal, creo que si algún día puedo hablar y digo estas cosas que pienso, acabaré teniendo problemas con la policía.

No sé cuando, pero algún día, lograré mi objetivo, eso es lo que realmente importa. Todos sabrán que ese inútil de Rojo de Pueblo Paleta, consiguió lo que muchos no pudieron, ¡Ser un campeón pokémon! ¡El mejor! Sí...