Abrió los ojos lentamente, las lagañas en sus ojos le impedían hacer una apertura completa al igual que la comezón que sentía, la cual lo obligó a fregar sus ojos con parsimonia aliviando momentáneamente esa molestia física pero aumentando otra que, a cada segundo, en su pecho crecía. Y así rápidamente los recuerdos, esa sensación de completa angustia comenzaron a ahogarlo, lo golpearon como un buen puñetazo en la mejilla y tragó toda la saliva que se le iba acumulando en la boca de un sopetón, levantándose así como un resorte de la cama donde había estado los días anteriores postrado. Pero la acción había durado un segundo, acaso ¿Edward Elric olvidaba que tenía una pierna de menos? La dura realidad de la madera del suelo se lo recordó nuevamente y con impotencia golpeo con su puño sano el suelo. Y otra vez esa tristeza luego de un breve momento de ira contenida, rompió en llanto, un llanto silencioso por que cada grito se le atoraba en la garganta y no podía salir. Se enjuago los ojos queriendo evitar cada lagrima que salían de sus ojos dorados pero era imposible, estaba desbordado, la situación lo superaba. Era muy difícil despertar día tras día, año tras año, y recordar que esa noche que quisieron traer lo que la tierra ya se había llevado algo más que su pierna y brazo habían sido arrancados; su madre y su hermano habían perecido ahí, todo había sido en vano. La vida le había sacado algo muy importante y él no había tenido nada a cambio.