Un amor peligroso

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por Ponja, 4 Abril 2011.

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    Ponja

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    Un amor peligroso
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    OLaaa!!!espero q lo disfruten!!! n.n

    Resumen: Edward es un chico huerfano, que tras encontrar a sus padres y perderlos en un accidente, debe irse a vivir a un pueblo llamados Forks con Esme, su tia, la mujer q años atras lo separo de ellos. Alli descubrira un gran secreto, hermanos y un peligroso amor

    Capitulo 1: VIAJE LARGO

    “El vuelo 52 con rumbo a Port Angels ha iniciado. El capitán y los miembros del personal les
    deseamos un viaje plácido y cómodo. Cualquier duda que tenga, con gusto le ayudaremos.”

    Y allí me encontraba, en un estúpido avión, abandonado de toda esperanza alguna de volver a sentir alguna pizca de alegría, y encaminándome al peor lugar del mundo al que podría ir: Forks.
    Según toda la información que leí en Internet, era el pueblo más verde y lluvioso de todo Estados Unidos de América.
    Wau que emocion, el planeta verde en America.
    ¿Por qué a mí? Me dije furioso. Había tantos lugares para formar un nuevo hogar y una nueva vida, y mi maldita tía había escogido vivir allí.
    Mi martirio estaba a punto de empezar y lo peor de todo es que ya no había marcha atrás, para mi todo estaba perdido.
    Aún no podía concebir que en 1 mes mi vida hubiera cambiado tanto. No podía entender como en exactamente 30 días, mis sentimientos habían sufrido un cambio tan grave. Realmente las vueltas de la vida apestaban.
    Tenía 17 años recién cumplidos y mis 16 años los había vivido en un orfanato en mi querida y amada Phoenix. Amaba con todo mi ser a mi ciudad. Amaba las tardes calurosas en las que junto a mis amigos, también huérfanos y de mi misma edad con los cuales crecí, jugábamos a guerras de agua, las cuales terminaban en guerras de barro. Las escasas visitas a la playa, los helados en las salidas de fines de semana, las noches mirando las estrellas… eran cosas y recuerdos maravillosos que estaban guardados en lo más profundo de mi corazón. Recuerdos que allí iban a quedar, bien guardaditos y que nunca más volvería a vivir.
    Nuestras instructoras y maestras siempre nos habían criado con amor. Sabíamos, por boca de otros, que en los demás orfanatos las cosas no eran color de rosa como en el nuestro. En algunos encuentros de fútbol, era más que evidente la tristeza y el resentimiento en los muchachos de nuestra edad, y en las pocas charlas que manteníamos, ellos nos contaban que en sus hogares nada era lo que parecía. Para los supervisores todos se hacían pasar por un jardín floral, pero al marcharse, la situación volvía a ser la de antes. Golpes, gritos y amenazas eran los métodos de castigo, por hasta reírse. Luego de esa dura realidad, varios chicos decidimos colaborar con nuestras maestras y dedicarles más cariño y respeto por tratarnos de la forma que lo hacían. Aunque no era mucho el cambio, la decisión de responderles con el mismo amor no se hizo esperar.
    Pero mi vida cambió totalmente, cuando una tarde de verano, mientras corríamos de un lado a otro en el patio del orfanato, jugando con agua y barro, la señorita Stefannie, una de las instructoras, me llamó. Al acercarme, una expresión de una rara preocupación, y dolor mal disimulado, me hicieron saber que nada estaba bien.
    — ¿Sucede algo? —solo atiné a preguntar.
    Ella me miró seriamente y luego de un suspiro, respondió:
    —Tus verdaderos padres han venido por ti.
    Algo dentro de mí se quebró totalmente.
    ¿Mis padres?
    No.
    Eso no podía ser cierto.
    Claro que no...
    Luego de esa respuesta, ella se dio la vuelta y en una señal de “sígueme” me condujo a la sala de espera. Sin cambiarme y totalmente sucio y empapado llegué a la sala, y allí, impacientes, un hombre blanco y con cabello corto negro, y una dama de tez blanca y con el cabello rubio, me esperaban.
    Mi corazón galopó rápidamente.
    —Se…Señor… Señor Swan…, Señora Hale… —murmuré.
    ¿Qué hacían ellos allí? Esto era una mentira. Yo ya los conocía.
    Si, los conocía. Él era el bibliotecario con el cual había mantenido muchas charlas. Solía ir seguidamente a la biblioteca del barrio a leer. Como no tenía dinero, con el permiso de la Directora del orfanato, iba día de por medio a visitarlo y me quedaba dos horas completas leyendo los maravillosos libros que había allí, de vez en cuando manteniendo alguna que otra charla y hasta en ocasiones bebiendo o comiendo cosas que solía llevar a su trabajo.
    Y ella, era la dueña de una peluquería que estaba en la misma calle que mi hogar. En varias ocasiones había ido a cortarme el cabello a su tienda, y ella lo hacía gratis. En las conversaciones que manteníamos, siempre solía decir que le hubiera encantado tener hijos. Por medio de sus confesiones, sabía que su único pequeño bebé había nacido muerto.
    O al menos eso creía.
    No sabía que decir, por primera vez en mi vida, no encontraba las palabras adecuadas para ese momento.
    Como no articulaba palabra alguna, ellos trataron de hablar.
    —Eddie, ¿como has estado?—preguntó la señora Hale.
    Tragué saliva.
    — ¿Ustedes....ustedes son...? ¿Qué…?
    La directora se me adelantó.
    —Edward, ellos son tus verdaderos padres, hijo. Tardaron mucho, pero al fin te han encontrado y deberías escuchar el motivo de su separación. Quizá sientas rencor por que te abandonaron, pero de verdad, la historia es muy triste y quiero que escuches antes de decir algo.
    Asentí con la cabeza.
    Los dos se miraron a los ojos y comenzaron a relatarme la historia. Ella había quedado embarazada, del ex novio de su hermana, y esta, celosa, cuando me dio a luz, le pagó a una enfermera para que me entregase a ella y luego de eso, mi tía me dejó en las puertas del que, a partir de ese día, se iba a convertir en mi morada.
    De novela.
    — ¿Debo creerles esta historia de fantasía? Hermanas celosas...todo eso sucede en las telenovelas, no en la vida real...
    No alcanzaba a creerles.
    —Hijo sé que costará creer, pero es la verdad. Desde que nos enteramos de que no habías muerto, como pensábamos, te hemos buscado por cielo y tierra y fue tan extraño que te hayamos tenido tan cerca y no sabíamos que eras tú. Nuestro pequeño bebe....—soltó el señor Swan.
    El silencio reinó unos segundos. Trataba de hallar algo, un indicio que me diga que todo era broma, una equivocación....pero no lo hallé, y en ese momento, en que la señora Hale sorpresivamente se acercó a mí y me abrazó con lágrimas en los ojos y con fuerza, sentí que en realidad algunas novelas y cuentos de fantasía podrían ser realidad.
    Luego, todo sucedió muy rápido. La emoción fue reemplazada por alegría al enterarme de que me iba a vivir con ellos. Rápidamente subí las escaleras y me fui a cambiar y a secarme, y luego de una tranquila despedida con mis amigos, me marché de mi, ahora antiguo, hogar. Me quedé sin lágrimas cuando me despedí de mis maestras y les prometí que volvería a verlas, y marché rumbo a mi nueva casa.
    Fue un viaje corto, vivíamos a dos o tres kilómetros de allí. Era una casa pequeña, pero justa para tres personas. Era realmente bella por dentro, y emanaba un aura de familiaridad y amor. Al llegar, me instalé en mi habitación y le agradecí a Dios por haberme devuelto a mis padres. Mi nueva vida estaba comenzando y estaba realmente feliz.
    Mis padres trataban de estar siempre en casa y de darme todo lo que no habían podido nunca, pero el regalo más asombroso fue cuando, luego de dos semanas, mi padre llegó a casa son una sonrisa de oreja a oreja y me entregó un sobre, con una mirada orgullosa y expectante.
    Cuando lo abrí, mi nuevo documento brillaba.

    Nombre y Apellido: Edward Swan
    Padres: Charlie Swan, Reneé Hale.
    Fecha de nacimiento: xxxxxxxxxxxx

    Mi madre y yo lloramos una eternidad de la emoción, totalmente llenos de alegría y con el pensamiento de que estábamos formando un nuevo futuro, juntos.
    Pero no pasaron ni dos semanas y mi mundo oscureció, llevándose los sueños y tirándolos a la basura.
    Luego cumplirse casi un mes desde mi llegada a esa casa, mis padres me habían inscrito en una escuela secundaria, y era el segundo día de clases, y también mi cumpleaños número 17. Papá había prometido ir a buscarme al colegio, pero nunca llegó. Aún un poco decepcionado, me dirigí a casa luego de su hora de retraso, y un par de cuadras caminadas, vi humo en la calle. No me importó mucho y seguí mi rumbo, pero una gran explosión y una punzada dolorosa en mi corazón, me hicieron reaccionar.
    Corrí con el corazón galopando a mil, rogando que mi mal presentimiento no fuera realidad.
    Al llegar, quedé completamente inmóvil al ver como sacaban a mis padres totalmente quemados del auto.
    Habían chocado, y habían muerto.
    Tres horas después, luego de estar en la policía esperando algún tipo de información, supe los detalles del choque. Según las entrevistas realizadas a mis vecinos, se había logrado saber que mamá y papá me llevaban una sorpresa de cumpleaños, un auto de regalo. Y según las hipótesis de los policías, papá aún no conocía el funcionamiento del auto, debido a que era uno de los últimos modelos, así que no supo cómo frenar en un semáforo, provocando ese terrible accidente.
    Lo más doloroso fue saber que de los siete heridos, papá y mamá fueron los únicos muertos.
    En cuestión de un par de horas más, volví al orfanato, y dos días después, luego aislarme de todo el mundo, de negarme rotundamente a algún contacto con otro ser humano, a comer y hasta a ir a terapia, descubrieron que tenía un familiar en Forks.
    Y adivinen quién era.
    Sí, mi queridísima tía, la misma que me había abandonado en un orfanato por celos de su hermana. La misma que me había separado de ellos.
    Y esto me lleva a lo que al principio relataba.
    Me encontraba en ese estúpido avión, dirigiéndome a ese estúpido pueblo, con mi estúpida tía, que, según escuché en la conversación que mantuvo la directora del orfanato, estaba realmente encantada de tenerme con ella.
    Bendita mi suerte.
    Odiaba viajar en avión. Oh bueno, para ser sincero, era la primera vez en toda mi vida que lo hacía, pero me daba igual. El saber que dentro de unas horas estaría junto a una odiosa persona que logró alejarme de mis padres, era muy tedioso y me ponía de muy mal humor.
    ¿Y saben cuál era la peor molestia? Que allí venía, por enésima vez, la molesta azafata. ¿Acaso no había nadie más a quién molestar, maldita sea? No sé qué es lo que está esperando que haga, pero que pierda sus ilusiones conmigo.
    —Joven, ¿no se le ofrece algo? —me dijo, con un tono demasiado coqueto para mi gusto.
    Sí, que desaparezcas de mi vista pensé.

    Hay por Dios, qué lindo que está este joven. ¿Cuántos años tendrá? Hum… parece muy joven. Hay Header, deja de tener fantasías con un muchachito pensó la chica.

    Y allí estaba de nuevo la pregunta que se hacía a cada momento en que su presencia me molestaba.
    Ah lo olvidaba, nací con un pequeño don. No sé cómo, pero soy capaz de leer mentes. Cuando era niño era una molestia, muchos zumbidos en mi cabeza, pero con el tiempo supe manejarlo. Un pequeño detalle que nadie conocía de mí. Bueno, es que obviamente, no iba caminando por el mundo gritando a los cuatro vientos: ¡puedo leer mentes! ¡Hola, soy Edward y sé que estás pensando! Claro que si lo hacía, me hubieran mandado a un manicomio.
    Ese don era divertido en lo que respecta a mis amigos, siempre sabía cuando me mentían, aunque eso a veces me arruinaba lindas sorpresas.
    Y volviendo al tema…
    —No, estoy bien—respondí fastidiado.
    —Si me necesita, estaré complacida de atenderle—respondió la azafata y se marchó.

    Como me gustó ese tono de fastidio, lo hace tan varonil. Será un niño, pero ese cuerpo, esos músculos y ese rostro de ángel tallado en marfil hace que me vuelva loca musitó en sus pensamientos.

    Oh por Dios. Las mujeres estaban más locas en estos tiempos.
    El viaje se hacía cada vez más largo, y cada vez más mortificante. La maldita azafata y los malditos pasajeros que se preguntaban ¿Por qué no me atiende a mí? ¿qué le ve a ese niñato mal comido? y hasta un qué bonito trasero.
    Esto realmente era una pesadilla, y aún faltabas tres horas más.
    Como no tenía nada más que hacer, decidí dormir un poco. Me recosté y cerré los ojos, segundos después, quedé profundamente dormido.

    “Edward…”
    Corrí de un lado a otro, las calles parecían interminables y alargarse a medida que pasaba una cuadra.
    “Edward…”
    La desesperación era cada vez más, ¿Qué estaba sucediendo? No alcanzaba a comprender los hechos. Y de repente, una explosión a mis espaldas me hizo quedar en shock. Me di la vuelta, y una oleada de humo se esparció por los aires.
    No por favor.
    “Edward…”
    Corrí con todas mis fuerzas, corrí hasta no tener aire en mis pulmones, y al acercarme, busqué algún pensamiento conocido.
    “Oh por Dios”
    No.
    “¡Hagan algo rápido por Dios! ¡Van a morir quemados!”
    No por favor, por favor Señor, que no sean ellos.
    “Pobre muchacho”
    ¡NO, DIOS!
    Entonces, llegué, sin poder respirar a causa del humo negro y de mi agitación. Un golpe en el estomago hubiera sido nada en comparación de lo que sentí.
    Mis padres estaban totalmente quemados.
    Una lágrima cayó por mi mejilla, mientras luchaba internamente para comprender que sucedía. Entonces, mi madre, aún moribunda, me miró a los ojos y sonrió.
    “Mi niño…lo lamento tanto, y en el día de tu cumpleaños…”
    Mamá.
    Papá.
    No.
    Ellos no podrían estar muertos.
    Una sensación de vació me hizo caer de rodillas en frente de ese lastimoso escenario. El aire comenzó a faltarme, y juro que sentí que mi corazón se detenía por un segundo.
    “Edward…”
    Lentamente, el suelo se acercó a mí.
    “Edward…”
    Escasos centímetros me separaban del frío suelo.
    “¡EDWARD!”
    Antes de caer, un ángel de ojos dorados me miró fijamente.

    Y entonces abrí los ojos.
    El rostro de la molesta azafata me miraba preocupadamente.

    Qué bien que despertó. Es un ángel dormido, pero no quiero que me sancionen por no hacer bien mi trabajo. Odiaría tener el trabajo de seducir al baboso del capitán de nuevo para que no me sancionen.

    ¿Qué?
    Miré a todos lados, y descubrí que ya no quedaba casi nadie.
    —Joven Edward, lamento despertarlo, pero es que ya hemos llegado a Port Angels, y parece que dormía tan plácidamente que no escuchó los anuncios.
    Oh, genial. Al fin había acabo ese maldito viaje.
    —Gracias.

    De nada bombón. Quizá con un beso me bastaría para compensar mi trabajo arduo por mantenerte complacido todo el viaje.

    —No fue nada, ese es mi trabajo—dijo con una sonrisa.

    ¿Tendrá teléfono? Se preguntó a sí misma.

    Antes de que empezara a fantasear conmigo otra vez, tomé mi pequeño bolso y bajé del avión apresuradamente. Salí tan rápido que olvidé que mi tía debía ir a buscarme al aeropuerto, por lo que fue un gran susto chocarme con una mujer, y luego escucharla decir:
    —Oh, ¿Edward?
    La miré de pies a cabeza. Esa no podía ser mi tía.
     
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    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Es muy raro que una historia apenas en el primer capitulo me atrape y me haga querer mas, saber mas. Y tú lo lograste y por eso muchas gracias y felicidades. Me gusta como escribes.

    Me encanta lo original de tu historia. El drama de este capitulo me gustó mucho. Siento que esto le dara muy buen sabor y emocion.

    Espero que sigas con tu fanfic, es muy bueno, de verdad, si tienes el talento explotalo que tienes mucho que sacar.

    Que no te desanime si al principio no tienes comentarios, todos los escritores pasamos por eso y despues ya no dejas de recibir comentarios y que te apures en subir la conti. jajajaja

    Pobre de Edward, la verdad si que a tenido una vida triste, demasiado, espero que la vida se lo pueda recompensar, porque si que le ha ido mal.

    Besos y considerame fans #1
     
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    Ponja

    Ponja Iniciado

    Tauro
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    Muchas gracias x tu comentario! Tranquila. prometo seguir subiendo, espero que la historia te siga gustando, la modelo de a poco, asi que perdonaras mi lentitud n.nUUU gracias graciaaas!!
     
  4.  
    Ponja

    Ponja Iniciado

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    Segundoo capii!!GRax x leer!ojala les guste!

    NUEVO HOGAR

    La miré de pies a cabeza. Esa no podía ser mi tía.
    — ¿T…Tía Esme? —murmuré.
    Tía Esme me miró sonriente, y luego me abrazó. Yo estaba en shock, no podía creer lo que estaba sucediendo, ella no podía ser mi tía, esa mujer no podía ser la misma que logró separarme de mis padres ni bien nací.
    No, eso era imposible.
    Era una mujer bonita, que aparentaba no tener más de 26 años, era delgada y pequeña, su rostro tenía la forma de un corazón, y era tremendamente bello. Su cabello era de un color caramelo, con ondas. Todo me recordaba a mi madre, excepto sus ojos dorados, brillantes. Unos ojos atrayentes y penetrantes, que me recordaban a algo, pero en ese momento no sabía a qué.
    Esto era imposible. Esta mujer no podía tener 46 años.

    No recuerdo que pasó luego, estaba tan impactado por ese encuentro que segundos después, solo sé que subí a un auto que estaba estacionado fuera del aeropuerto.
    Mientras ella conducía en silencio, millones de preguntas se formulaban en mi cabeza. Eran cosas que sí o sí debía saber, y que no iba a esperar para saberlas. Pero me costaba preguntarle, y sabía perfectamente que ella podía mentirme.
    ¿Qué hago? me pregunté.
    Entonces me di cuenta.
    ¡Pero qué estúpido! Hay una sola forma de saber que piensa en verdad, y yo tenía esa forma.

    Edward está muy callado. Supongo que debe estar odiándome, y bien que lo hace. Realmente fue un error lo que hice, pero no creo que quiera escucharme, ni perdonarme. ¿Qué estará pensando?

    Me reí para mis adentros. Pero tenía razón, no iba a perdonarla, se suponía que la odiaba con todo mí ser, y no se la iba a hacer fácil, no hasta hacerla pagar lo suficiente como para que sienta quizá hasta la tercera cuarta parte de mi dolor.
    Me recosté en un costado y cerré los ojos, pero su voz hizo que los abriera nuevamente.
    —Ed, cariño, hay algo que debes saber antes de llegar a casa.
    Levanté la mirada y la miré con un gesto curioso, pero a la vez que le diese a entender que ese "cariño" había estado de más.
    —No le dije nada a la directora de orfanato, pero la verdad es que tengo una hija. Ella nos estará esperando con la cena. Sé que no está bien pedirte esto, pero—suspiró—, por favor, trata de llevarte bien con ella, es muy…. difícil por así decirlo. No suele adaptarse a las personas muy bien que digamos, pero me gustaría que intentes socializar con ella y pasar tiempo, juntos. ¿Bien?
    ¿Qué?
    A ver, a ver…. ella me había traído hasta allí, me había arruinado momentos maravillosos que podría haber vivido con mis amigos, me había obligado a vivir con ella, me había hecho viajar hasta el lugar más horrible que puede existir en la faz de la tierra ¿¿¡Y ME ESTABA PIDIENDO QUE SEA AMABLE CON SU HIJA!???
    Ella estaba realmente equivocada en cuanto a lo que respecta vivir conmigo.
    —Como sea—respondí molesto—, pero creo que te podrías haber ahorrado todo esto, querida tía. Si quieres, podría hacerte el favor de bajarme del auto y tomarme un taxi hasta el aeropuerto. No tengo ningún problema en volver al orfanato, para tu información, era feliz allí. Y sé que sería más feliz allí que aquí. Oh, bueno, sería feliz en cualquier lugar en donde tuviera la suerte de no estar en un radio de 20 kilómetros cerca de ti.
    Esme no se inmutó con mi respuesta.
    —Edward, por favor. Sé lo que te hice, sé que me odias, pero…
    —Pero nada tía. Me quitaste los mejores años de mi vida, no tienes ningún derecho sobre mí. Y no necesito tus ruegos para que te perdone, por que no lo haré, no mientras esté vivo. Y ya déjame dormir, estoy cansado—rugí, y me recosté de nuevo, mientras ocultaba mis lágrimas de dolor y enfado.
    Ella solo suspiró.
    —Está bien.
    No quise escuchar sus pensamientos, así que me distraje con el horrible verde del paisaje, y en cuestión de segundos, quedé dormido.

    “Edward…”.
    “Edward….”
    ¿Mamá? Me pregunté, y la miré fijamente, si era ella.
    La llevaban en una camilla, y yo corría detrás de ella, junto a mi padre. Miré a los costados, era un lugar blanco, y personas vestidas del mismo color circulaban por el pasillo, esquivándonos y dándonos el paso. ¿Mamá estaba siendo internada?
    Los enfermeros siguieron el recorrido, y al llegar a una sala que decía “quirófano”, me paré en seco. Le eché suerte a mi padre y me apoyé en la pared.
    ¿Qué estaba sucediendo? Quería correr a ver que le sucedía a mi madre, pero mis pies no me hacían caso. Entonces el grito de mi madre me hizo temblar.
    ¡MAMÁ!
    ¿Qué le sucedía?
    Entonces, los minutos se volvieron interminables, mamá solo gritaba del otro lado, y yo solo no podía moverme, quería y lo intentaba con todas mis fuerzas, pero no daba resultados, entonces decidí esperar. Era lo más espantoso que podría hacer, pero no tenía alternativa.
    Y entonces, cuando ya casi sentía que iba a morir de la desesperación, el llanto de un recién nacido irrumpió en el ambiente.
    Me asomé por la puerta, y vi a un precioso bebé sostenido por una enfermera, ella me miró y sonrió, pero esa sonrisa significaba algo más que pura alegría. Papá me miró y corrió a mí a abrazarme.
    “Ya ha nacido”
    Espera un momento….
    ¿Papá se me acercó y me abrazó cariñosamente?
    ¿Qué estaba sucediendo?
    De repente, estaba mirando un lindo bebé reposando en una cuna, al lado de otros recién nacidos. ¿Un hermanito? ¿Mamá y papá me habían dado un hermanito? Lo admiré en todo su esplendor, realmente era muy lindo.
    Mi hermanito.
    Entonces, la enfermera a la cual había saludado en el quirófano, entró a la sala, tomó al bebé y me hizo una seña. ¿Iba a mostrarme a mi hermanito? Asentí, y me acerqué a ella, él era verdaderamente hermoso, y más, de cerca. Era blanco, bastante, y dormía plácidamente, con sus pocos cabellos dorados despeinados. Mientras lo cargaba, mi mano entró a mi bolsillo, y encontró un fajo de papeles que le entregué a ella.
    ¿Dinero?
    La mujer lo contó en frente mío.
    -Sabes que es lo que te prometí.
    ¿QUÉ?
    ¿Que diablos estaba haciendo?
    Luego de eso, la enfermera, al finalizar de hacer su cuenta y guardarse el dinero en el bolsillo de su traje, me indicó una puerta, y sin más ni menos salí corriendo con el bebé en brazos.
    No alcanzaba a comprender la situación, cuanto tomé un taxi, di una dirección que conocía de memoria.
    “Orfanato xxxxxx xxx xxxxxx”
    De pronto comencé a entender lo que sucedía. Al llegar, le pagué al taxista y me acerqué a la puerta, toqué el timbre y luego de echarle la última mirada al recién nacido, dejé abandonado al bebé, mientras corría en dirección opuesta, debajo la tenue llovizna que amenazaba con transformarse en una tormenta.
    La directora salió en bata, y al ver al niño, lo alzó rápidamente y se metió adentro.
    ¡No!
    “Edward….”
    “Mi bebé….”
    “¡EDWARD!”
    Mientras el sueño se desvanecía, esos ojos dorados que ya conocía, me miraron fijamente.

    Abrí los ojos, y encontré a Esme mirándome preocupadamente, lo que me recordó a la molesta azafata.
    —Edward, ya hemos llegado.
    Me acomodé y miré a todos lados, era verdad, ya habíamos llegado. Salí del auto y vislumbré una gran casa de color blanco. La casa, parecía tener sus cien años bien cumplidos, pero era elegante, y bien conservada. Tenía tres pisos y era de forma rectangular, y parecía ser bastante espaciosa. Creo que era demasiada grande para dos personas, si es que no vivía nadie más allí. De pronto, me pregunté cual sería mi habitación.
    Dejé de mirar la casa y me dirigí adentro, sin esperar alguna invitación. Me paré en la puerta y esperé que tía Esme cerrara las puertas del auto y se acercara a mí.
    —Está abierto—dijo al acercarse.
    Entré sin decir nada y la esperé en la sala.
    —Necesito asearme, ¿Cuál es mi habitación?
    —Tercer piso, a la izquierda. Baja enseguida, la comida se va a enfriar.
    Gruñí.
    Subí las escaleras y fui directamente a mi habitación. Tendría tiempo de sobra para inspeccionar esa gigantesca casa. Al llegar, descubrí una gran ventana, que estaba desde una de las puntas de la pared, a la otra. Me acerqué, y guau, que vista. Podía ver el espeso bosque, y un poco de un lago a lo lejos. La habitación era muy espaciosa, había una cama de dos plazas enfrente de la ventana, un televisor, una biblioteca, un ropero con un espejo y un escritorio. De verdad era genial. Busqué el baño y lo encontré, a un lado de la biblioteca.
    Era común y corriente, como todos. Aunque dentro de mí sabía que los baños son comunes y corrientes, al ver la magnificencia de la mansión, creo que me decepcioné un poco.
    Entré, y mientras me higienizaba, empecé a tratar de entender el sueño que había tenido. Era tan real, y tan doloroso… Pero una cosa era cierta, esos recuerdos no eran míos.
    Entones comprendí.
    Me había dormido escuchando los pensamientos de mi tía, y al parecer, durante todo el recorrido de la ruta hasta Forks, ella había estado pensando lo que hizo cuando me vendió. Que persona tan sanguinaria y sucia…
    Luego de asearme, preparé ropa para bañarme y bajé. Creo que en compensación de mi comportamiento con Esme, debía al menos presentarme a su hija y comer un poco.
    La idea no me duró mucho.
    —Realmente es tan duro para mí, es tan frío…
    —Es un estúpido, no sabe lo que está haciendo, tú eres tan especial mamá, y si no sabe valorarte, allá él.
    —Lo sé… pero aún así duele. Y tiene razón en odiarme, fue un error grave.
    —Mamá, mírame. Fue un error, si, pero todos cometemos errores, y si él no te da una oportunidad para escucharte, pues él se lo pierde. Juro que si te vuelvo a ver llorar por ese maldito niño, me va a escuchar.
    —Creo que fue un error traerlo aquí…
    Gruñí.
    Bajé las escaleras molesto, ya se me había quitado todo el apetito. Crucé la cocina a zancadas sin mirar a ninguna de las dos y abrí la heladera. Busqué algo de comer y me encontré con un pedazo de pan, y unas rodajas de queso, recién compradas, por cierto. Recorrí con la mirada buscando algo más, cuando la voz de alguien me llamó.
    —Ejem… tu cena está servida, no sé si te habrás dado cuenta.
    No me di la vuelta, no tenía ganas de mirar a los ojos a la hija de una mujer malvada y odiosa.
    —Se me fue el apetito, pero por si vuelve, me llevo esto—respondí, y sin más ni menos, cerré el refrigerador y fui hasta las escaleras.
    —Mira niño mimado, tú…. —trató de decir la muchacha, pero antes de que pudiera darme vuelta, Esme interfirió.
    —Bella, basta. Si no tienes hambre está bien querido. Mañana empiezas el Instituto, tu mochila y libros están en el último cajón de la biblioteca. Entras a las ocho, así que a las siete voy a levantarte para que desayunes, claro, si es que quieres comenzar mañana.
    Medité unos segundos.
    ¿Estar con muchachos de mi edad, o pasar un interminable día con mi tediosa tía?
    —No te preocupes, empezaré sin darte problemas. Ah, y por cierto, no hay razón por la cual debas sentirte mal, será como si nunca hubiera venido. No vas a saber de mí, así que no te prives de hacer lo que se te dé la gana.
    Sin mirarla, subí las escaleras y me dirigí a mi cuarto.
    Subí a las zancadas, odiando cada vez más y más a mi tía y a esa hija suya, que según parecía, era exactamente como ella, arrogante, odiosa e idiota, y aunque Esme no había dado señas de ser esas cosas, sabía que el tiempo me daría la razón.
    Hundido en mis sentimientos de odio, una sombra a mi lado me hizo dar un salto y antes de poder hacer algo, tenía a la boca de una joven en mi cuello.
    —Está es mi casa, y mis reglas niñito. Y aquí se hace lo que yo digo, así que más te vale que empieces a cambiar esa actitud con mi madre.
    — ¿Y qué si no lo hago? —susurré.
    —No me conoces, si sabes de lo que soy capaz—bufó.
    —Huy, que miedo. ¿Qué podría hacerme alguien como tú?—la reté.
    —Sólo pruébame, y verás lo que es bueno.
    Dicho esto, desapareció.
    —Loca—le dije a la nada. Me acerqué a mi pieza y me recosté en la cama, estaba realmente agotado, malhumorado, furioso y agobiado.
    Lentamente cerré los ojos y quedé, una vez más, profundamente dormido.

    “Edward…”
    Esme corría desesperada bajo la lluvia.
    ¿Qué había hecho? Me había dejado en la puerta de un orfanato, al hijo de su propia hermana, por malditos celos, me había arrancado de mi familia. Nunca se lo perdonaría, jamás.
    A cada segundo la odiaba más, era rencor puro el que sentía.
    Entonces, me pareció que su conciencia pudo más que nada, y de la nada se paró en la autopista con los brazos abiertos. No falta decir que fue inevitable que un auto la atropellara.
    Un hombre blanco como la cal bajó del auto, y la levó a un costado de la autopista. Trataba de despertarla, pero me pareció que ya era tarde, no respiraba y sangraba mucho.
    “Ojala te mueras” le dije.
    El rubio estaba cada vez más atemorizado, no sabía qué hacer.
    "Deja que se muera, no merece vivir"
    Entonces, sin más ni menos, la llevó al auto, y arrancó, los seguí, pensando que habría de llevarla a un hospital, pero no fue así. Aparcó el auto en lo más profundo de un bosque espeso y oscuro, y allí, en medio de la maleza, la tiró al suelo y se acercó lentamente.
    “¿Qué?”
    Lo sucedido luego, fue de película: le mordió el cuello.
    En un movimiento rápido, levantó la mirada y me miró fijamente. Esos ojos dorados… no, esos no eran los de mi ángel.
     
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    Moliry

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    Hola. Muy buen capitulo. Me encanta el misterio que le metes a la historia. La tia es vampiro , eso es claro. Y para q Bella lo encarara ... Supongo q ella tambien, no ? Que emocionante. Amara Edward a la hija q le destrullo una vida familiar maravillosa ???
     
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    Ponja

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    Un amor peligroso
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    PRIMER DÍA

    Desperté sobresaltado, respirando agitadamente y totalmente empapado en sudor. Me senté en la cama y traté de tranquilizarme, ese sí era un sueño extraño. Demasiado extraño. Estaba teniendo demasiados sueños estos días.
    Miré al despertador, y justo al darme cuenta de que en solo un segundo serían las siete, Esme entró por la puerta.
    —Ed… Ah, que bien que ya estés despierto—dijo sonriente—, tu desayuno ya está listo.
    Asentí con la cabeza y ella, salió de la habitación. Mientras me cambiaba, decidí que por ese día, trataría, TRATARÍA de ser amable con ella, al menos mientras ella se comportase.
    Una vez listo, bajé y encontré un desayuno suculento esperándome, al cual me abalancé y devoré de un segundo. Wau, si que tenía hambre. Al terminar, levanté la mesa y lavé los platos. Después de eso, salí afuera dispuesto a marcharme, mientras tía Esme volvía con unas bolsas llenas de los que parecían vegetales.
    —Hay querido, lamento no haberte dicho que saldría, pero me quedé sin municiones, de veras me hubiera gustado desayunar contigo—dijo sonriendo y un poco apenada.
    —Está bien—musité—, me voy a la escuela—dije indiferente y empecé a caminar por donde sabía, era el Instituto.
    —Ehm—tosió Esme—, ¿me estás diciendo que prefieres caminar en vez de usar tu nuevo auto?
    La miré fijamente para encontrar lo divertido. No lo hallé.
    —Edward, el Volvo plateado que ves justo allí, es tuyo—agregó sonriente.
    No.
    Ella no me había comprado un Volvo.
    ¿O sí?
    Dejé que las emociones me controlaran y comencé a agradecerle a los gritos. El carro era maravilloso, último modelo, totalmente moderno, un sueño cumplido. ¡Un auto para mí solo! ¡Que….!
    Oh Dios….

    Entonces, llegué, sin poder respirar a causa del humo negro y de mi agitación. Un golpe en el estomago hubiera sido nada en comparación de lo que sentí.
    Mis padres estaban totalmente quemados.

    Dejé de gritar y traté de alejar pensamientos y recuerdos dolorosos de mi mente, pero Esme se percató de mi cambio de ánimo.

    Según las entrevistas realizadas a mis vecinos, se había logrado saber que mamá y papá me llevaban una sorpresa de cumpleaños, un auto de regalo. Y según las hipótesis de los policias, papá aún no conocía el funcionamiento del auto, debido a que era uno de los últimos modelos, así que no supo cómo frenar en un semáforo, provocando ese terrible accidente.

    —Hijo… ¿Qué…? —trató de decir.

    Lo más doloroso fue saber que de los siete heridos, papá y mamá fueron los únicos muertos.

    —Papá y mamá me regalaban un auto nuevo para mi cumpleaños cuando chocaron y murieron. Papá no sabía cómo manejar bien aún, y no pudo controlarlo, por eso fue el accidente.
    Ella se quedó helada.

    Oh por Dios. ¡Qué tonta fui! Me apresuré demasiado, maldición, tonta Esme, tonta Esme, tratas de mejorar la relación y le regalas un coche luego de que sus padres mueren por uno. ¡Qué idiota!

    Los pensamientos de ella no dejaron de ser los mismos, durante casi diez minutos en los que un incómodo silencio reinó, se martirizó con eso. Traté de buscar un rastro de maldad o sarcasmo, pero al comprender que su arrepentimiento era sincero, le sonreí.
    —Está bien. No lo sabías, no fue tu culpa.

    ¿Edward acaba de…?

    —En realidad lo lamento… no quise…
    —Tía Esme, en serio, todo está bien. Muchas gracias—la interrumpí. Había tenido una buena actitud conmigo, así que quizá por hoy no sería irrespetuoso con ella.

    No puede ser… voy a llorar

    Reí para mis adentros y antes de que ella comience a derramar emociones, tomé las llaves de su mano y me adentré a mi nuevo auto.
    Era realmente perfecto. Más que perfecto…. ¡Era asombroso!
    — ¡Tía Esme, muchas gracias! ¡Es genial! —dije admirando su belleza (del auto, obviamente).
    —Está bien. Fue un placer—me respondió alegremente.
    —Eh… lamento haber sido descortés anoche, y… bueno, me preguntaba si tu hija, no querría que la llevase a la escuela hoy, ya que tengo el auto, tú sabes, para mejorar nuestra relación… —musité.
    —Bella se marchó temprano, pero agradezco tu petición—dijo deshaciendo un poco la sonrisa.
    —Hum… pues bien, nos vemos…. —agregué, y dicho y hecho, mi nuevo niño arrancó velozmente, llevándome a mi nuevo día en la escuela.
    A pesar de no conocer para nada, para nada al pequeño Forks, fue extremadamente fácil encontrar al Instituto. Habré recorrido un par de kilómetros, cuando lo vi, junto a la carretera.
    No era muy grande, quizá tres casas de Esme juntas, o hasta lo máximo cuatro. Estaba pintado de blanco, y a los alrededores había mucha vegetación.
    Wau, que sorpresa.
    Estacioné junto a todos los autos que se encontraban allí, y fue el primer momento en que me sentí un poco incómodo con mi veloz auto. Los demás eran…comunes, por así decirlo, y el mío llamaba demasiado la atención.
    Bien. Ahora debía ir a algún tipo de oficina, o lo que sea.
    De mala gana, me despedí de mi nuevo auto y salí. Al bajar, descubrí que estaba lloviznando. Oh, que novedad, lluvia en Forks, si que impresionaba.
    Busqué con la mirada a la oficina y la encontré, un cartel lo indicaba, entonces me acerqué y entré. El lugar, era tal y como me lo imaginaba, pequeño, unas sillas desparramadas a un costado y un gran escritorio al medio. Unas plantas adornaban a la pobre sala, nada raro, que emoción. Una señora me atendió alegremente.
    Era joven, pelo rubio oscuro y corto, ojos grandes y de color marrones chocolate, y se le marcaban bastante las arrugar al sonreírme. Su sonrisa me asustó.
    —Hola cariño, pasa, pasa. No seas tímido—agregó al ver que no me movía de la puerta, así que tuve que acercarme—, te he estado esperando. Aquí tienes el mapa de la escuela y tus horarios. Es tan bueno tenerte aquí niño, te aseguro que es un lugar extremadamente amistoso y te sentirás realmente como en casa. Bueno, mejor te dejo de molestar, ya, vete a tus clases. Buena suerte y bienvenido… ¿cómo te llamas? —dijo apresuradamente y con un tono demasiado maternal.
    La miré unos segundos.

    Reneé, deberías haber empezado por su nombre.

    Que mujer tan extraña.
    —Edward, Edward Swan. Un gusto—dije tratando de sonar bien educado y de mostrar los modales que me habían inculcado en el orfanato, aunque lo único que quería era salir corriendo.
    —Reneé Newton, para servirte—sonrió—, ahora, vete a estudiar—finalizó.
    Sonreí falsamente y salí lo más rápido posible de allí.
    Mujer atolondrada. Y para colmo con el mismo nombre que mi madre.
    Al acercarme al interior del Instituto, me di cuenta de que si esa mujer sabía quién era, los demás también podrían saberlo. Maldición.
    Empecé a pensar un modo de pasar desapercibido y recordé que mi buzo tenía una gran capucha. Al mismo segundo en que lo recordé, mi mano actuó como un imán y me la coloqué. Como llovía, pensarían que estaba cubriendo mi cabello del agua, así que nadie se fijaría en mí.
    Como lo pensé, al entrar al pasillo, ninguno se fijó en mi persona, así que caminé felizmente hacia mi casillero. Mientras lo hacía, miré de reojo al lugar en el que me encontraba. Común y corriente, genial, al menos no era como el castillo de Drácula.
    Estaba empezando a sentir alegría y a pensar que podría hacer amigos fácilmente, cuando un pensamiento irrumpió en mi mente.

    ¿Dónde estará? ¡Allí, allí está!

    Oh por Dios.
    — ¡Edward! ¡Oh, Edward! ¡Cariño!
    Maldición.
    Todo el extenso pasillo quedó en un profundo silencio funerario. Para colmo, todos los presentes dieron un paso atrás y me dejaron solo en medio, mientras la mujer corría hacia mí.
    No la mates.
    Cuando supe que ya estaba cerca, decidí darme la vuelta. Lentamente giré en mis talones y la miré fijamente, tratando de mostrar un poco de la serenidad que no tenía.
    — ¿S…si? —musité, intentando sonar amistoso, aunque lo que salió de mi garganta fue más un gruñido.
    ¿Acaso en mi vida anterior habré sido un perro callejero?
    Parecía que si, por que en estos momentos lo único que rondaba en mi mente eran los deseos de morderla.
    —Cariño, bonito mío, olvidaste el mapa. Te lo di, pero me parece que estabas tan entusiasmado que lo olvidaste, pero menos mal que lo encontré y te lo quise traer, aquí tienes dulzura—extendió el mapa y lo tomé—, bien, no te molesto más…. pero antes—levantó la mano y me sacó la capucha—, Eddie, eres un joven apuesto, deberías saberlo, por eso debes mostrarle, saca la timidez.
    Volví a gruñir. Si, en mi vida pasada había sido un perro.
    —Cariño, tu pelo es extremadamente rebelde—agregó revolviendo mi cabello—, recuérdame que le diga a Mike que te regale un gel, bien, ahora sí, vete. Nos estamos viendo—y dicho esto, se fue.
    El silencio reinó unos minutos, en los que en mi mente no dejé de escuchar ¿ese es Edward Swan?, wau, que lindo que es Edward y hasta carne fresca.
    Odiaba el instituto.
    Me puse la capucha muy molesto y seguí mi recorrido, segundos después, todos siguieron lo que estaban haciendo, aunque varios empezaron a susurrar cosas sobre mí.
    Estaba a punto de llegar a mi casillero, cuando el pasillo volvió a quedar en un silencio sepulcral.
    ¿Quién era ahora?
    Enfadado, leí los pensamientos de los que se acercaban, pero no había nada. Pasos, si, pero nada, no podía leer sus pensamientos. Pensando que algo andaba mal, leí los de los demás y sí, allí estaban, pero los de los que se acercaban, no.
    Extrañado, me di la vuelta y la vi. Los vi.
    Eran cinco, la chica más hermosa que podía haber imaginado encabezaba al grupo. Tenía el pelo marrón largo hasta la cintura y su rostro era pálido, como un papel. Usaba lentes de sol negros, así que no podía ver muy bien su rostro. Tenía un cuerpo perfecto. Usaba una musculosa negra con un gran, GRAN escote, una chaqueta de cuero al estilo rocker, pantalón vaquero ajustado y unos zapatos con tacos altos.
    Los segundos, eran una pareja. La chica, era pequeña y flaca. Su rostro me recordaba a un gnomo, no, a un duendecillo especificando. Poseía ojos dorados parecidos a los de Esme. Tenía un cabello igual al mío, rebelde y corto. Sus puntas apuntaban a todos los lados posibles, vestía un lindo vestido strapless muy femenino de color amarillo claro con una campera blanca y zapatos en punta blancos; su acompañante, el cual parecía su novio ya que iban tomados de la mano, era igual de pálido que ella, y que los demás, y tenía los mismos ojos que ella, al igual que los demás. Era más alto que la duende y musculoso y tenía el cabello de color miel y usaba una camiseta tres cuartos azul con unos jeans negros gastados.
    Los últimos, también eran pareja, y me recordaban a los anuncios de revistas, ella, rubia y con un cuerpo estructural, y él, alto y musculoso. Recién salidos de un desfile de modelos. Ella usaba una minifalda negra con unas botas del mismo color que le llagaban hasta más arriba de la rodilla y una remera ajustada blanca, mientras que él utilizaba un pantalón vaquero azul y una camisa blanca y celeste a cuadros.
    Me quedé en un estado de shock, mirándolos perplejamente, hasta que finalmente llegaron hacia donde estaba yo. Estaba clavado en el piso, y cuando reaccioné y me iba a correr, la que los guiaba, se paró en frente mió, y de manera despectiva se quitó los anteojos.
    Sus ojos eran dorados y extremadamente bellos y había algo en ellos que me atraían y me recordaban a algo. Pero la magia duró pocos minutos, cuando me empezó a hablar.
    —Obstruyes mi camino—rugió.
    Eso me bastó para hacerme reaccionar.
    —Oh, qué triste, pero si miras bien por dónde caminas, verás que hay mucho espacio aquí—le contesté de manera cortante.
    El rubio sonrió y murmuró Oh, no debió hacer eso.
    La joven estuvo a punto de decirme algo, pero entonces el alto se acercó a mí y me abrazó, como si me conociera de años.
    — ¡Oh, Eddie! ¡Hermano! ¡Estoy tan feliz de conocerte al fin! No te imaginas cuanto he escuchado de ti, cuanto he sabido de ti—agregó mirando a la duendecillo—, te he esperado por milenios—finalizó, y me pareció que no lo dijo muy en broma.
    Lo miré extrañado. Era extraño que de la nada un muchacho que nunca había visto en mi vida me hablase como si me conociera desde que había nacido o como si nos hubiéramos criado juntos.
    La duende suspiró resignada y alejó al grandote de mí. Luego se acercó y me tendió la mano amistosamente.
    —Lamento su comportamiento infantil, y la agresión de mi hermana, pero en fin, Emmett ha estado muy feliz de que haya un nuevo alumno aquí, es que también somos nuevos y decía sentirse mal. Te preguntarás porqué, y si, todos lo hacemos. Emmett es especial—murmuró—. Ups, lo siento, me llamo Alice Cullen y ellos son Emmett y Bella Cullen—señaló a la molesta y al alto—, y ellos son Rosalie y Jasper Hale, los gemelos—prosiguió mirando a los dos.
    Sonreí tímidamente mientras la rubia miraba a otro lado y el rubio me hacía un gesto de saludo.
    —Edward Swan—respondí.
    —Me gustaría quedarme a charlar, pero en minutos empiezan las clases y puedo ver que aún no has dejado tus cosas en tu casillero. Si deseas hablar con alguien, en nuestra mesa siempre habrá un lugar vacío para ti. Un gusto—dijo y luego de una sonrisa se dio la vuelta y se marchó con los demás.
    — ¡Te esperaré en la cafetería! —gritó el tal Emmett mientras se iban.
    Esto había sido realmente extraño. Me hablaban con una familiaridad con la que nunca nadie lo había hecho y no sé como, o de qué manera, pero me sentí muy a gusto con sus presencias, excepto la de Bella. Me miraba como si me odiase.
    Bella. En algún lado escuché ese nombre.
    El silencio iba a reinar, pero gracias a Dios el timbre sonó, así que rápidamente dejé mis cosas en el casillero y me marché.
    Mientras caminaba a Trigonometría, iba tan absorto en mis pensamientos sobre el porqué mi don no había servido con ellos, choqué con alguien y volteé sus cosas. Apenado me agaché para levantárselas y cuando levanté la mirada, me encontré con los ojos celestes más hermosos y dulces que jamás había conocido en la vida. Una muchacha muy linda me miraba expectante.
    —Lo siento…soy muy…despistado—murmuré avergonzado.
    Ella solo sonrió y me hipnotizó con su sonrisa.
    —Está bien, yo también venía distraída.
    No logré decir algo más y ella se levantó, coloqué sus cosas en orden y se las di.
    —Gracias, soy Rachel Black—me sonrió.
    —Edward Swan, para servirle mi bella dama…—agregué inclinándome como un caballero de película. Ella sonrió y cuando iba a decirme algo, alguien la llamó.
    — ¡Hey! ¡Ray! —se escuchó detrás de nosotros, y los dos miramos hacia atrás.
    Era un joven, muy joven, quizá de primer año. Alto y parecía un monigote, tenía el cabello largo hasta la cintura, era morocho, y tenía ojos oscuros.
    — ¿Tu novio? —musité.
    Oh Dios, no debí haber preguntado eso.
    —Oh ¡ni en sueños! —rió—. Es el idiota de mi hermano, Jacob. Es muy sobre protector aunque sea más pequeño que yo.
    Una parte de mi se alivió, mientras el niño corría hasta nosotros.
    —Así que ya te conseguiste nuevo novio ¿eh? —le dijo maliciosamente.
    Todos los colores se le subieron a la cara. Era realmente hermosa, pero algo no coincidía. La miré bien y luego a él. No parecían hermanos. Ella era blanca, ojos azules y tenía el cabello de un castaño claro, y él, cabello negro, moreno y ojos negros.
    —Jake, vete no espantes a Edward, lo acabo de conocer—le reprochó—, Ed, disculpa a mi tonto hermano, no sabe lo que dice… ¿Edward? ¿Sucede algo? —preguntó alarmada al ver como yo me había quedado en shock.
    — ¿Ustedes son hermanos? —pregunté extrañado.
    Ellos comenzaron a reír.
    —Por supuesto, nadie nos lo cree pero es la pura verdad. No puedes entender como una chica tan bonita como yo sea hermana de este perro pulgoso ¿o me equivoco?—rió.
    Sonreí al igual que ella.
    —Hey, Rachel, es hora de entrar a clase, ya no hay casi nadie—dijo seriamente Jacob.
    Miré a los costados, en realidad, no había nadie.
    —Oh diablos, mi primer día y voy a llegar tarde—murmuré.
    —Hum… bien, vamos. Adiós Ed, un gusto—dijo Rachel.
    —Igualmente—agregué y luego de saludar a Jake con un golpecito, salí corriendo a clase.
    El día parecía que no iba a ser tan malo.
     
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  7.  
    JessCullen

    JessCullen Usuario común

    Virgo
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    Geniaal!!! *-* De verdad, me ha encantado el cap.!! Muchísimas gracias por invitarme y por subir^^ Me alegra tanto que continúes el fic.

    Edward me cae muy pero que muy bien jajaja Y pobrecito cuando Esme le regaló el coche y recordó el accidente de sus padres :(

    La verdad, me he reido un monton cuando Renée ha salido corriendo detrás de Ed, gritandole por todo el pasillo xDD Madre mia jajjaaj Él intentando disimular y va esa señora y lo estropea todo jajjaja Me hubiese ocurrido lo mismo, yo también hubiese deseado matarla xD Es uno de esos momentos "tierra trágame" :p

    Lo que me ha dejado muy confundida es el encuentro de Edward con Rachel :O ¡¡Oh dios mio!! ¿¿Le gusta esa chica?? ¡¡No me lo puedo creer!!
    ¡¡Bells debe entrar en accion!! :eek:
    También se me ha hecho raro ver a una Bella tan rebelde, con gafas de sol :O Wuauu xD

    En fin, me FASCINA tu historia!! Continúala y avísame cuando subas el siguiente cap. por favorrr!!!
    Aquí tienes a una seguidora y a una fan:D
    Un abrazoo

    JessCullen
     
  8.  
    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Ay ay ay !! Que buena historia, me gusta !!! Quiero mas, si mucho mas !!

    Solo que ya no entendí o es que lo lei hace mucho. Hay dos Bellas ??? Una es su prima y otra es Bella Cullen ?? Familiar de Alice, Emmett... POr fis quitame la duda.

    Rachel, jajaja, es lindo verla en accion !! Me gusta !!
    Me gustó el primer dia de clases de Edward.
    Quiero saber mas, por fis no tardes. Besus !
     
  9.  
    Ponja

    Ponja Iniciado

    Tauro
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    LA CAFETERÍA

    Trigonometría no parecía ser tan malo. Lo chistoso fue que de todo lo que nos explicó el profesor, sabía un 90%. Era divertido haber tenido maestras que nos llenaban de tareas complicadas y con un nivel más avanzado.
    El profesor Varner, trató de hacerme hablar sobre mí al entrar a clase y de “presentarme” a todos los alumnos, pero le salió mal, por que justo apareció la loca de Reneé trayendo unos papeles y le robó unos quince minutos, en los cuales permanecí parado como un árbol hasta que la señora se fue. El profesor maldijo en su mente a la señora y luego diciendo que la clase tenía que seguir, me mandó a un asiento. Creo que la señora Newton estaba empezando a agradarme.
    Después de esa clase, tenía mi materia preferida: Biología. En recuerdo de las muchas visitas a los jardines de Phoenix. Disfrutaba esconderme en el patio del orfanato. Había muchas plantas, una jungla, como la habíamos bautizado de pequeños. Solía pasar un par de horas acostado entre la maleza mirando a la luna y las estrellas. Era mi costumbre, y solían respetarla. Claro que en noches lluviosas, o sea dos o tres al año debían hacer una batalla campal para encontrarme y luego otra para lograr entrarme.
    Sonreí tontamente mientras caminaba a mi clase, cuando choqué con una chica. No sé por qué, pero una parte de mi rezó por que sea Rachel. Deseaba compartir una clase con ella para conocerla más. Era de las chicas que solían gustarme en mi hogar. Sencillas, divertidas y extremadamente bonitas. Pero la ilusión se marchó cuando una voz áspera me dijo:
    —Ten más cuidado cuando camines, idiota.
    Oh dios. ¿Por qué ella?
    Era nadie más que Bella.
    Wau, una rima.
    Esta chica tenía algo raro. Era bonita, realmente bonita, sexy, de las que las miras y piensas que son simpáticas, tímidas y adorables. Pero tenía ese no se qué que la hacía tan amargada. Al menos lo era conmigo.
    —Lo lamento, no te vi—le dije en un sincero intento por que me perdonase.
    ¿Por qué me comportaba así?
    —Pues, niño, aprende a mirar por donde caminas—rugió y sin decir nada, entró a la sala y se sentó en un asiento.
    Maldición. ¿Por qué no era capaz de contestarle? De por lo menos decirle algo. Maldita mujer. Traté de saber en qué diablos estaba pensando, pero fue imposible. Entonces decidí entrar.
    Cuando entré me tuve una mezcla de terror y enfado: el último asiento vacío, al fondo de la clase, era a su lado.
    —Oh maldita sea—murmuré.
    De pronto, una voz seca me hizo pegar un salto.
    —Me gustaría saber a qué se debe ese comentario—me susurró en el oído.
    Al darme la vuelta encontré a un señor con anteojos mirándome divertidamente.
    —Oh, lo lamento señor, no…no lo vi… —musité.

    Logré asustarlo. Es un buen comienzo.

    ¿Un buen comienzo? Oh Dios Santo ¿Qué tipo de profesores me ha tocado, maldita sea? ¿La gente de Forks era habitualmente así de extraña?
    —Señor Swan, debe estar atento a su alrededor. Esa distracción puede costarle—me dijo sonriendo y luego hizo un gesto con la mano—. Pasemos por favor.
    Asentí con la cabeza y le entregué con comprobante para que lo firmara, luego de hacerlo me sonrió.
    —Bienvenido a bordo muchacho, puedes sentarte allí, al lado de la señorita Cullen.
    Oh Dios.
    Iba a decir algo, pero Bella se levantó del asiento.
    —Señor, usted debe disculparme, pero le rogaría que dejara que el señor Swan se sentase adelante. Estamos bastante adelantados en lo que respecta al estudio, por eso estaría gustosa de dejar que la señorita Weber se sentase a mi lado y le dejara el lugar a nuestro nuevo alumno—finalizó su discurso Bella, señalando a una pequeña y flacucha chica de anteojos sentada adelante, que al escuchar su nombre miró a Bella de manera confundida.
    Wow, eso si no me lo esperaba.

    Qué raro Bella Cullen siempre preocupándose por los demás. Y, hum... conociendo la historia del niño, sé que estudió en un orfanato, así quizá ella tenga razón. Además Ángela está un poco más adelantada de los demás. Que esté con Bella es mejor para que no le dé las respuestas a Jessica Stanley, eso me haría las cosas más fáciles.

    Gruñí y mi instinto perruno estuvo a punto de salir al desear morder a Bella.
    Entonces, a pesar de que sería desdichado a su lado, decidí que querría sentarme con ella. Quizá para molestarla un poco.
    El profesor hizo una mueca para decir algo y yo me le adelanté.
    —Profesor Banner, yo creo que la teoría de la señorita Cullen está un poco torcida. Pero por lo que estoy viendo, la señorita Weber usa anteojos—miré a Ángela—, obviamente, no la estoy haciendo de menos, pero es más que obvio que el motivo por el cual los debe usar es porque tiene un problema de visión, y por ende debe de sentarse en frente del pizarrón para no tener problemas. Además, he sabido que Bella está mucho, mucho más adelantada que todos, quizá hasta podría enseñarme. Como en un orfanato uno no aprende lo suficiente—agregué mirándola con malicia.
    —Oh Señor Swan, buena deducción. Esta vez gana usted, Señorita Cullen, a partir de ahora, será la tutora de Edward. Por fin completamos el programa—rió el profesor de manera orgullosa—, ahora que ya están todos, ve a tu asiento niño. Empecemos la clase—finalizó sonriente Banner.
    Ella enfureció, pero al ver que no tenía más armas, se sentó resignada mientras yo me dirigía hacia ella.
    Al sentarme, solo me gruñó y miró a otro lado.
    Alguien más había sido un perro en su vida pasada. Que coincidencia.
    La clase transcurrió aburrida, todo, absolutamente todo ya lo había visto, por lo que solo me dediqué a echarle miraditas a la señorita perruna mientras ella simulaba prestar atención. Cuando sonó el timbre, salí antes que ella y la esperé en la puerta. Al salir ella, le sonreí y le pregunté:
    —Entonces ¿a qué hora paso por tu casa?
    Ella me fulminó con la mirada y salió rápidamente.
    — ¿Cuál es su problema? —solté al aire.
    —Nunca le habían contestado de esa forma—me respondieron.
    Pegué un salto y cuando me di la vuelta, Alice y Emmett Cullen me miraban sonrientes.
    — ¿Y se puede saber como saben ustedes que le respondí? —pregunté acusadoramente.
    —Solemos espiar a Bella cuando hacemos novillos. Es divertido verla y reírnos de ella, claro que se da cuenta de que lo hacemos y luego papá nos da un buen sermón en casa. Es tan aguafiestas, a veces pienso que es adoptada—respondió Emmett.
    Suspiré y les sonreí.
    —Me preguntaba ¿hoy solo espiaban a Bella o también trataban de que no me escurriera de ustedes para no ir a la cafetería? —les pregunté entrecerrando los ojos.
    —Las dos cosas—respondieron los dos, muy sonriente.
    Negué con la cabeza de manera divertida y les hice una señal de “vamos”. Empezamos a caminar por el pasillo, cuando Emmett posó su brazo en mi hombro y Alice me tomó por el brazo. Primero me sentí un poco abrumado por la confianza que me brindaban, pero luego me sentí cómodo. Como si de alguna forma ellos me inspirasen una confianza mayor que con la que podría haber tenido con alguien que conociese hacía años.
    Al llegar a la cafetería, no pude evitar ser el centro de atención. Bueno, como iba a evitarlo si era el chico nuevo, y además iba acompañado de los Cullen. Pero había algo que no me dejaba alejarme de ellos.
    Por suerte, al cruzar la puerta, Alice me soltó y Emmett también.

    Wau, el chico nuevo con dos de los Cullen.

    Mira con quien se va a socializar Swan.

    Y yo que pensé que conseguiría novio.

    Al escuchar el último comentario tragué saliva y miré al lugar en donde había escuchado el pensamiento. Conocía a esa chica, ah, era la acompañante de Ángela Weber… mmm… Jessica, si no me equivocaba.
    Alice seguía canturreando cosas mientras yo leía los absurdos pensamientos de aquellos "jovenes", hasta que sin querer, choqué con alguien.
    Maldije para adentro, estaba cansado de chocar con las personas. Odiaba esa fase tan distraída de mí.
    — ¡Maldición! ¿Es qué no ves por donde caminas? —me chilló una voz enfadada.
    Oh Dios.
    Era imposible que me estuviese pasando todo eso a mí.
    Era Bella.
    Abrí los ojos y mi sorpresa fue mayor al percatarme que había ensuciado por completo su musculosa, debido a que ella llevaba una bandeja con comida y el choque la había ensuciado por completo. Ahora más que negra estaba roja debido a la salsa del spagheti.
    —Esta vez te has pasado ¡maldito estúpido! ¡Desde que llegaste a mi vida no me has causado más que problemas! ¿Por qué no te vuelves a tu orfanato y dejas de molestarme a mí y a mi madre maldita sea? —gritó enfurecida.
    Quedé en shock. ¿Por qué ella había dicho “madre”?
    — ¿Por…?
    Antes de pensarlo si quiera un poco, ella bufó exasperada y salió corriendo de la cafetería mientras me quedaba allí en silencio, totalmente sorprendido. Todos en el lugar estaban en silencio, mirándonos atónitos, con sus estúpidos pensamientos chusmas.
    Genial, y yo que trataba de pasar inadvertido.
    —Ups—murmuró Emmett.
    —No, no te preocupes, sé que se le pasará…quizá deberías hablar con Esme, ella puede hacerla entrar en razón—me dijo Alice acercándose lentamente.
    — ¿Esme? ¿Qué saben ustedes de Esme? —pregunté curioso, aún no caía en la idea de lo que sucedía.
    Alice frunció el seño.
    —Edward… Esme, tu tía, la mamá de Bella… ¿es que acaso aún no te la ha presentado?
    Oh por Dios.
    Entonces comprendí. Esa voz, el nombre, la manera en que me había tratado.
    ¡Qué tonto había sido!
    ¡Qué estúpido, qué estúpido!
    ¡Estúpido, estúpido, estúpido!
    ¡Gran idiota!
    Y sin más ni más, salí corriendo, dispuesto a encontrar a Bella a toda costa.
    Corrí y corrí rebuscando en todos los espacios del Instituto. Era difícil saber en dónde se hallaba, ya que sus pensamientos eran ajenos para mí, pero estaba más que decidido a encontrarla. Estaba realmente desesperado por encontrarla, que no me había percatado de que a pesar de que no leía la mente de Bella, la de los demás si. Cuando por fin me detuve y pensé bien las cosas, me di cuenta de ese estúpido descuido, y empecé a indagar.

    Edward Swan, que lindo

    El nuevo está atrayendo demasiadas miradas, no debo quedarme atrás.

    Voy a asesinar a Banner…la verdad juro que voy a incendiar su casa, su perro, su abuela…

    No, no me servía. Ninguno de esos vacíos pensamientos me servían. Pero no me iba a rendir. Jamás.

    Allí está Swan, presumiendo frente a todo el Intsituto…claro, por que es el nuevo y es más guapo que los estudiantes de aquí se cree el mejor de todos…Jake está loco al decir que es una buena persona…

    ¿Jake?
    — ¡Hey, Edward! —una voz me llamó.
    Levanté la mirada y me encontré con Jacob, el hermano de la hermosa Rachel, y junto a él, a la misma y a un joven a su lado.
    —Rachel, Jacob—saludé un poco extrañado, nervioso.
    —Edward, amigo. Vena aquí, quiero presentarte a un amigo mío, él es Embry—dijo señalándome al joven alto, moreno y flacucho que estaba a su derecha.
    Salude con un gesto cortés y antes de que Jake pueda decir algo, me adelanté.
    —Chicos, ¿no vieron a una joven hermosa, blanca, con el cabello marrón, ojos dorados, pasar por aquí? Vestía una musculosa negra manchada y una campera de cuero.
    No reaccioné hasta que me di cuenta de que había dicho la palabra “hermosa”. Rachel sonrió tristemente.

    Se ha enamorado de Bella Cullen. He volado demasiado alto.

    No entendía por qué había dicho eso, y tampoco el porqué no podía olvidarme de ella y quedarme con Rachel en ese momento. Algo extraño dentro de mi me decía que debía buscarla, me llamaba a ella.
    —Por favor—supliqué ante su silencio.
    — ¿Una chica hermosa? Si, creo que hablas de Bella ¿verdad? —preguntó, a lo que asentí rápidamente—, si pasó corriendo hace rato, la vi salir de aquí. Se dirigía a los aparcamientos—respondió Jake.
    Sonreía ampliamente y totalmente esperanzado.
    —Gracias. Nos vemos después—respondí y salí corriendo inmediatamente.
    Mis pies, mi mente, mi corazón…todo mi ser actuaba por un tipo de fuerza que no lograba evitar. Hasta podría decir que no quería evitar.
    Busqué con éxito la salida a los aparcamientos, y la con suerte, la encontré. Estaba afuera, en un costado del lugar, sobre unos arbustos. Escuchaba música con sus auriculares y miraba al cielo, dejando mojar su bello rostro con las finas gotas de lluvia que caían lentamente.
    Cuando logré acercarme, ella se sacó su reproductor y se dio la vuelta mirandome fijamente. Era como si ella sabiese desde antes que yo iba a ir por ella. Me mirada con esos hermosos ojos dorados, repletos de lágrimas.
    —Lo siento…en serio…—susurré allí, parado, clavado en el suelo como una estaca sin poder moverme, sin acercarme, sin alejarme, incapaz de todo.
    Ella desvió la mirada cuando nuestros ojos se encontraron.
    —No, no sabía que eras tú, la hija de tía Esme…anoche no te vi bien la cara así que no…lo lamento, de veras. Hoy estuve un poco distraído y no fue mi intención chocarme tantas veces contigo…No quise molestarte, o fastidiarte, realmente no fue mi intención, lo juro…
    Ya no sabía de qué forma excusarme. Y tampoco lograba entender por qué mi corazón me dolía tanto al verla triste, llorando y odiándome. No entendía ese sentimiento extraño que se había adueñado de mi pecho, de mi corazón.
    —Me gusta la lluvia. Es pura…lo único puro en este mundo…es hermosa, tranquila y pacífica…tal como lo era yo antes…—susurró débilmente.
    Tragué saliva. No era el único que había cambiado desde que había llegado a Forks.
    —Lo lamento, en serio te juro que siento que desde que yo llegué tú…
    —No me refiero a ti Edward. Tú solo desequilibraste un poco más la balanza que desde hace años péndula sin saber qué dirección elegir, no debes culparte tanto—me interrumpió. Su manera de hablar era tan… atrayente, culta…diferente a como me había tratado desde mi llegada.
    —Entonces…—intenté decir.
    —Entonces, solo quiero que me dejes en paz. No lo digo con enfado, solo te lo pido por favor. Por favor, evita el contacto conmigo, no me dirijas la palabra, evita establecer cualquier vinculo con mi persona…Saldrás herido si lo haces.
    —Pero… ¿cómo puedo salir herido si me acerco a ti? —pregunté, logrando por fin moverme y acercarme un poco a ella.
    Bella sonrió.
    —Las vueltas de la vida logran que el futuro incierto que nos espera sea turbulento. Y más con mi persona…con el tipo de persona que soy—musitó.
    — ¿Qué…qué tipo de persona eres? —inquirí.
    Ella volvió a sonreír.
    —Edward, esta conversación no nos lleva a ningún lado. Tan solo haz como si fuéramos desconocidos y evita…quererme…es lo único que te pido—repuso con tristeza.
    —Yo…—intenté decir, pero ella se levantó del arbusto.
    —Dile a mamá que llegaré tarde, y a Alice y los demás que los veré mañana. Necesito estar sola—me dijo dándome la espalda y comenzando a caminar.
    De repente, las palabras salieron de mi boca sin que las pueda retener.
    —No sé por qué, pero siento que ya es tarde para evitar que te quiera… Es extraño por que recién te conozco…pero realmente mi corazón me dice que no te odio…por el contrario, me dice que siente exactamente lo opuesto a ello…
    ¿Qué estaba diciendo?
    Ella se dio la vuelta y me miró a los ojos. Por unos momentos, sentí como si estuviera a punto de atacarme, pero luego sonrió tristemente.
    —Suena loco, pero siento lo mismo. Aunque sé que no habrá oportunidad, aún rezo para que pueda cambiar el destino.
    Y así, caminando pasivamente, ella se marchó.
    Estuve allí, parado en medio de la lluvia, con un nudo en la garganta que amenazaba con soltar un llanto, un llanto que no tenía un motivo, un llanto que nunca había tenido.
    ¿Por qué? ¿Por qué había dicho eso? ¿Por qué yo le había respondido de esa manera? ¿Por qué me dolía el pecho? ¿Por qué quería llorar?
    Era un idiota. Un idiota que no sabía qué hacer, que no entendía que sucedía.
    De pronto, una gigantesca mano se posó en mi hombro derecho.
    —Entremos, ya te has perdido una hora de clases, y te vas a resfriar—me dijo una voz gruesa, que cuando me di la vuelta, descubrí que provenía de Emmett.
    Asentí con la cabeza y caminé de vuelta con él, mientras este posaba su brazo en mis hombros.
    —Ella es difícil, pero te va a tocar entenderla…si no, no habrá modo de que…—intentó decir, pero se interrumpió—, otra vez estoy hablando de más. Lo lamento, olvida lo que he dicho, Alice va a matarme si se entera. Pero solo recuerda, esto: cuando Bella esté lista, sabrás el porqué ella te dijo todo lo que te acaba de decir.
    —Pero ¿Cómo sabes lo que me dijo? —pregunté confuso.
    Él sonrió.
    —Ya te dije que espío demasiado a Bella.
    Quise responderle, pero ya no tenía ganas de hablar. Sentía mareos y un dolor de cabeza tremendo, así que una vez que legué a mi casillero a cambiarme la ropa, me reporté enfermo y conduciendo mi Volvo plateado, volví a casa de Esme.
    Cuando llegué a casa, Esme volvía de algún lugar.
    —Tía Esme—saludé al bajar del auto.
    —Edward ¿qué tal tu día? Pero si es muy temprano… ¿qué haces aquí? —inquirió curiosa.
    Al querer justificar mi rápido regreso, sentí un extraño mareo que casi hacía que caiga al suelo. Ella en un segundo estuvo a mi lado y me sostuvo. A pesar de ser una mujer pequeña tenía una gran fuerza.
    —Edward… ¿Qué te sucede? —preguntó temerosa.

    ¡Edward!

    —Me siento fatal…me reporte enfermo y decidí volver…creo que el cambio brusco de temperatura y el viaje están haciendo de las suyas en mi organismo. Quiero descansar un poco…si no te molesta…
    Esme reacciono rápidamente.
    —Sí, claro que vas a descansar. Vamos, sube rápido, recuéstate. Voy a prepararte un té caliente y llamaré al doctor. Tú solo encárgate de estar en cama—respondió mientras entrabamos a la casa.

    Llamaré a Carlisle. Él sabrá qué hacer.

    Asentí con la cabeza preguntándome quien era ese tal “Carlisle” y comencé a subir las escaleras, y cuando vi la habitación de Bella abierta, recordé.
    —Y por cierto, Bella ha dicho que llegará tarde—susurré antes de que Esme se perdiera en la cocina.
    Vi una mueca de dolor atravesar el rostro de mi tía.

    ¿Bella habló con él?

    —Bella ¿ha hablado contigo? —preguntó pálida.
    —Si…un par de cosas—musité cansado.
    Ella notó mi malestar.
    —Gracias por el aviso. Subo enseguida.
    Cuando por fin desapareció por la cocina, camine a mi habitación, pero sentí una pizca de curiosidad y me adentré a la habitación de Bella.
    Era muy parecida a la mía, con los mismos muebles, excepto por el televisor, el cual era reemplazado por una laptop y la extraña carencia de una cama, reemplazada por un pequeño sofá que parecía sacado de un consultorio de psicólogo.
    Me senté en el sofá y en su mesita de luz descubrí un portarretratos. Lo observé con atención, encontrándome con dos personas, una mujer elegante, de cabello castaño corto y rizado y de un hombre de cabello también corto y oscuro. Los dos sonreían a la cámara.
    Justo cuando estaba preguntándome quién eran, y al mismo tiempo que me levantaba rápido al sentir los pasos de alguien acercándose, una punzada de dolor atacó mi cerebro, y caí al suelo inconsciente.
     
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  10.  
    JessCullen

    JessCullen Usuario común

    Virgo
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    Genial!! :D No había visto que habías puesto otro capítulo!! jeje

    La personalidad de Edward me encanta jaja Y Bella es tan misteriosa!! :O Ya quiero saber porque le dijo todo aquello de que saldría herido si se acercaba demasiado a ella!! Ahh!! Me has dejado con tantas incognitas!! No sé si podrá aguantar hasta el próximo cap. !! xD
    Pero me alegra que por fin se hayan dado cuenta de que los dos sienten algo el uno por el otro.
    Al final, que le ocurría a Edward??!! Se ha desmayado??!! :eek:
    Necesito conti. conti. conti.!!!! jaajajaja
    Por favor, sube pronto que me muero de la intriga :oops:
    Un abrazoo

    JessCullen
     
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  11.  
    mapitha

    mapitha Iniciado

    Leo
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    1 Septiembre 2011
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    Pluma de
    Escritora
    me encanta este fic !! es muy bueno !!
    obviamente bella y su familia son vampiros ! por eso la carencia de cama en la habitacion de bella
    por eso ella le dice que podria salir lastimado:oops:,y es bastante interesante que no le pueda leer la mente a todos:confused:
    y no solo a bella... Pero por que narices se desmayo ! estoy con muucha duda !!
    jajaja y rachel es como jacob en crepusculo la que mas adelante va a darle celos a bella !!:mad: Continua !!:)
     
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  12.  
    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Pluma de
    Escritora
    Ohh, amiga, ahora si ya entendí todo. Que loco !!
    Ahora es Bella el vampiro y el peligro y Edward el humano.
    Muy buena historia, la verdad, tanto que quiero saber mas, por fis no tardes en subir.
    Quiero saber como será la relacion entre esos jovenes. Pobre de Bella a de ser muy antojable Edward, para mi lo es y eso que no soy vampiro. jajaja
    Besos amiga
    Sigue tan bien como ahora !! :oops:
     

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