Un alocado corazón [¡Vuelve aquí corazón!]

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Este one-shot lo he escrito para la actividad de @Omegavantage "¡Vuelve aquí corazón!". Espero que se ajuste a la actividad y que paséis un buen rato leyéndolo. ¡Gracias!

Un alocado corazón​

—¿Ya es de día? —me digo a mí misma cuando un haz de luz que entra por los agujeros de la persiana dándome en la cara me despierta.

Vaya, me noto el pecho raro, como congestionado, voy a tener que tomarme algo, si no hoy no voy a rendir en clase.

—¡Mierda! —esta vez sí que lo digo en alto— ¡No ha sonado el despertador y ya es de día! ¡Voy a llegar tarde a clase de matemáticas y me va a restar medio punto! ¡No puede ser!

Me levanto rápida como un rayo, sé que el tiempo corre en mi contra. Me visto con la ropa que llevé ayer, me da igual el repetirla, ahora no hay tiempo de pensar en qué ponerme. Me voy al baño y me peino un poco, me miro al espejo, estoy pálida. No le doy más importancia. Abro el armario y cojo caramelos mentolados, esto me irá bien para la congestión del pecho. Supongo.

Me dirijo a coger la mochila y asegurarme de que tengo todo dentro, no me gustaría llegar a clase y haberme olvidado algo y quedar todavía más como una tonta.

—¡¿Qué demonios?!

Algo parecido a un cacho de carne con ojos, brazos y patas parecía estar dormitando en mi mochila. ¿Esto es una broma?

Con mi exclamación aquello se despierta, ni siquiera tengo tiempo a procesarlo y este da un brinco y comienza a correr y salta por la ventana de mi habitación, que permanecía abierta. Me da tiempo a asomarme y ver cómo corre en dirección al instituto. Tengo un mal presentimiento.

—Esto no puede estar ocurriendo —susurro—, ¡ya sé! Seguramente todavía esté dentro de un sueño, solamente que no me he dado cuenta de ello, sí, tiene que ser eso.

Respiro hondo y cierro la mochila, me la echo al hombro y salgo corriendo para el instituto. Una vez allí veo que toda la gente está arremolinada en la puerta del colegio, esto me da muy mala espina. Además noto el pecho congestionado todavía, eso que me tomado un caramelo mentolado, este día está siendo muy raro y no me gusta nada.

Algunas personas se dan cuenta de que acabo de llegar y me miran de forma rara. Entonces me voy abriendo paso entre la multitud y veo el centro de las miradas de todos ellos. ¡Es aquella mole de carne que estaba en mi mochila!

—¡Y sí! ¡Como os lo cuento! Secretamente Melanie está enamorada del profesor de química, sabe que es unos años más mayor, pero a ella le da igual, le gusta fantasear con él.

¡¿Qué demonios era aquello?! ¡Esa cosa habla! ¡Y está revelándole mis secretos más profundos a todos los presentes! ¡¿Pero cómo puede estar ocurriendo esto?! Es demasiado surrealista, tiene que ser una pesadilla.

—Melanie, este pequeñajo dice ser tu corazón y nos está contando muchas cosas, parece ser que ha aprovechado que es San Valentín para contarnos todo el amor que tienes dentro y que deberíamos conocer —dice uno de mis compañeros de clase evitando reírse.

Por alguna razón me siento mareada. Esto no puede estar ocurriendo. No, no tiene sentido.

—Ah y tú también le gustaste en primero Mark, lo que pasa es que elegiste a esa tonta de Jessie antes que a ella y ahora te guarda resentimiento, por eso ya nunca te deja la tarea para que copies de ella.

No puedo creerlo. Ahora Mark me está mirando de forma extremadamente rara y quisiera que me tragase la tierra. Quisiera salir corriendo de allí pero, no, a esto tengo que ponerle fin. Pero, ¿cómo hago para revertir el proceso? ¿Cómo hago para que vuelva dentro de mí?

Ahora entiendo mi congestión. Me toco el pecho y lo noto como siempre, lo golpeo levemente con los nudillos y lo noto, hueco, no hay nada. Espero que mis otros órganos sigan al menos ahí.

—¡No tiene sentido! ¡Debería estar muerta! ¡Tú eres el que mantiene mi cuerpo con vida! ¡Esto tiene que ser una pesadilla!

—Técnicamente esto es un relato de humor absurdo, esas reglas tan anticuadas aquí no valen —responde mi corazóny tengo que admitir que lleva razón— ¡Ah! ¿Os conté lo de su primer amor?

—¡Eso no! —digo mientras noto como me sube sangre a los mofletes.

—Pues resulta que...

—¡Vale ya es suficiente! —interrumpo aquella cháchara y le pongo una mano en la boca para que no siga diciendo nada sobre mi vida privada.

Lo agarro fuertemente mientras patalea y me lo llevo corriendo de allí. Este granuja y yo tenemos cosas que arreglar. Al estar lo suficientemente lejos del instituto y en una zona poco transitada, le insto para que se calme.

—Venga, tranquilo, no te voy a hacer daño, solamente quiero hablar.

Este deja de revolverse y eso me indica que puedo dejarlo en el suelo sin peligro.

—¿Qué te he hecho yo para merecer que vengas a contar todos esos secretos embarazosos a todo el instituto?

—Tú sabrás —dice con cara de enfadado.

No sé cómo un órgano puede ser tan expresivo, la verdad.

—Anda, no te hagas el remilgado, desembucha. ¿Qué te he hecho?

—Ese comunicado de la OMS te lo dejó bien claro, pero tú aún así sigues comiendo bacon, ¡quieres matarme!

—¿Qué? ¡Si el bacon está muy rico!

—Sí, claro, díselo a los pobres cerdos que matan para que tú comas toda esa grasa. ¡Estas atascando mis ventrículos!

No me lo puedo creer, si no me llega con el médico, ahora mi propio corazón me está intentando dar una charlita sobre comida saludable. ¡Lo que hay que ver!

—¡Además!

—Ah, ¿que hay más?

—¡Claro que hay más! ¡Todas esas películas de terror! ¡Un día me voy a parar del susto! ¡A ver si ves más comedias románticas y menos cosas tan poco acordes con tu edad!

—Yo flipo, pero tú qué eres, ¿un carcamal o qué?

—¡Soy un corazón muy sensible!

—Sí, claro, ya veo, tan sensible que ni siquiera te paras a pensar en que estás destrozando mi reputación delante del instituto, ¡qué delicadeza la tuya! ¡Lo recodarán toda la vida! ¡Y el que vas a sufrir eres tú! ¡Mi corazón sufrirá!

Veo como se queda petrificado un momento, ha caído en la cuenta de ello y eso me hace regocijarme un poco, aunque no es del todo un consuelo, porque la que salgo perdiendo soy yo de cualquier manera.

—¡Soy un corazón alocado! ¡No me culpes!

Vale, ahora se echa a llorar de una forma muy estrepitosa, esto gana puntos de patetismo por momento, es tan surrealista todo.

—Venga no llores, que yo te quiero.

—¿Cómo puedes saber si me quieres si no tienes corazón en este momento?

—¡Porque no me queda otra! ¡Si no me moriré! ¿Entiendes? ¡Así que venga! ¡Al hecho pecho y tú para dentro!

—Pero ahí dentro está muy oscuro. Me gusta la luz aquí fuera.

—¿Y qué quieres que le haga?

—Al menos si me sacases a pasear los domingos. Quizás así me portaría bien siempre, ¿qué te parece?

—Los domingos... es que los domingos suelo pasarlos jugando online, ¿no puede ser otro día?

—Me gustan los domingos, ¡no puedes negarme ese día! ¡Ten un poco de corazón!

Lo que yo digo, surrealista. Todo es surrealista.

—Venga, los domingos. Para adentro, que ya me he retrasado mucho y hoy me tendré que quedar después de clase a limpiar por tu culpa y perderé ese medio punto.

—No, yo solamente entretuve un poco a tus amigos para que ellos también llegasen tarde.

—¿Me intentas hacer creer que eso fue un truco para ayudarme? ¡Claro! No se lo cree nadie, listillo.

—Quién sabe.

Me guiña un ojo e instantes después desaparece como por arte de magia. De pronto, aquella congestión que sentía desaparece. Parece que todo vuelve a la normalidad. Cojo otro caramelo mentolado y me lo llevo a la boca.

—Son una adicción —digo en alto, pero nadie me escucha.

Aunque quizás mi corazón me esté escuchando, claro que lo está haciendo. Ahora tendré que tener cuidado con lo que digo o hago. ¡No es de fiar! En fin, a ver qué invento este domingo, porque pasear con un corazón va a ser de lo más raro.

—Esto es una pesadilla, sí, tiene que ser una pesadilla —me llevo una mano al pecho y no puedo evitar reírme.

Sí, en el fondo ha tenido su gracia.