Haikyuu!! Tu recuerdo es mi única felicidad [TsukkiYama]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Asdfghjklñ, 3 Febrero 2018.

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    Escritora
    Título:
    Tu recuerdo es mi única felicidad [TsukkiYama]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1879
    Fandom: Haikyuu.
    Parejas: TsukkiYama.
    Tipo: One-shot.
    Advertencias: Muerte de un personaje.
    Ds: Los personajes de Haikyuu no me pertenecen.
    Aclaraciones: Estas historias están publicadas en un blog personal. Carece de trama concreta, es una situación suelta.

    —Un año, ¿eh? —Tsukishima Kei no había cambiado mucho desde hacía un año, aunque ahora tenía que lidiar con varios dolores. Ahora sin Daichi o Suga, Kageyama y Hinata solían ser más alborotadores, no es que Ennoshita hiciese mal su trabajo, para nada, pero igual no era lo mismo. Sin embargo hoy no era el día para pensar en ello; tenía algo importante que hacer.

    —Me retiro —informó el chico de gafas mientras cogía sus cosas.

    — ¡¿Eh?! No seas vago Tsukishima, ¿por qué te vas a medio entrenamiento? —Hinata paró de rematar mientras le hablaba, o mejor dicho le gritaba al más alto. No le parecía justo que no todos estuvieran entrenando por igual, más si quería enseñarles a los de primer grado el sentido de responsabilidad.

    —Déjalo, Hinata. Puedes irte Tsukishima… buena suerte —el capitán del equipo habló serio mientras le ponía una mano en el hombro del chico de pelo naranja, como tratando de retenerlo.

    —Pero Ennoshita-san… oh —susurró al recordar que fecha era, entonces simplemente prefirió callar mientras bajaba la mirada. El ambiente inevitablemente cambió en el lugar.



    °°°

    Tsukishima salió de la institución; ya cambiado y bien perfumado, tendría que ir bien presentado y también debía comprar algunas cosas antes de llegar a donde Tadashi siempre le esperaba.

    —Me dijeron que te gustaba, Tadashi… —el rubio se fue alejando mientras hablaba con él mismo —Así que… tendré que decirte que también me gustas —sonrió bajando el rostro. Lo recordaba todo al pie de la letra; volteó en la esquina y se detuvo en una pequeña floristería, una ilusión borrosa cruzó su mente.

    — ¡Hey, Tsukki, mira que hermoso! —Tadashi gritó llamando la atención de Kei. Iban camino a la casa del rubio aunque era la primera vez que pasaban por ese lugar.


    — ¿Qué pasa, Yamaguchi? Haces mucho escandalo —le riñó, sin embargo se quedó mirando aquello que hacía tan feliz al pecoso.


    —Mira estas flores —le respondió sonriendo, la verdad es que a él siempre le habían gustado mucho, por eso sabía algunas cosas sobre ellas —Estas son flores lavanda. ¿Sabes qué significa? Puede ser la desconfianza, o el primer amor. Se dice que si se las regalas a alguien su significado sería «Tu recuerdo es mi única felicidad» —terminó de explicar bastante emocionado, mientras sonreía mirando las hermosas flores. Tsukishima sintió un pequeño vuelco en el corazón.


    — ¿En qué puedo ayudarle? —la voz de la mujer al otro lado de la vitrina sonó dulce.

    —Oh, sí. Quiero un ramo de flores lavanda, por favor —pidió cordialmente, mientras volteaba la mirada hacia otro lugar, la verdad le daba un poco de vergüenza; aunque claro, él el gran Tsukishima Kei no tendría por qué sentir vergüenza, ¿verdad?

    Salió de la tiendecilla con un ramo de hermosas flores mientras se dirigía al siguiente lugar, tendría que apresurarse o llegaría tarde.



    —Mira este libro, Tsukki —el pequeño pecoso se detuvo de repente en la vitrina de una tienda, mirando con devoción un libro nuevo que había salido —Dicen que es genial, pero lástima… es demasiado caro —sonrió algo triste mientras miraba todos los grandes precios a los que lógicamente no se podría acoplar ni aunque ahorrara por mucho tiempo.


    —Ya veo, ¿y de qué va? —preguntó Tsukishima, más por distraer a el chico que porque en realidad le interesase.


    —Ah… pues verás, dicen que trata del primer amor y también es de auto superación… no sé, me pareció interesante —terminó por decir en tono bajo mientras se rascaba distraídamente una de sus mejillas, la verdad es que le daba algo de pena hablar de algo tan cursi con el chico más alto.




    —Un gusto —la chica que lo había atendido sonrió coqueta mientras se despedía. En realidad era bastante bonita, pero Tsukishima solo tenía a alguien en la cabeza, entonces apretó más duro aquel libro recién empacado para él.

    Salió del centro comercial, su último destino era algo largo y lejos… era especialmente ese el que necesitaba.

    —Hey, Yamaguchi… ¿por qué vinimos tan lejos para entrar a un simple Burger?... había uno más cerca —comentó Tsukishima ya cansado de caminar tanto, había aceptado acompañar a almorzar a Tadashi y habían tenido que ir muy lejos.


    —Oh, no es eso. Es que aquí venden las mejores papas fritas. Perdón por eso Tsukki —respondió como si nada mientras sonreía despreocupado, aun así disculpándose con su amigo.


    Tsukishima Kei pudo jurar que nunca había visto una sonrisa tan radiante en Tadashi.




    — ¿De verdad esto sabe tan bien? —se preguntó Kei a sí mismo mientras alzaba en bolsa con papas para llevar, en realidad a él nunca le habían gustado mucho, por eso sus porciones siempre se las daba a Tadashi —Bien, eso es todo —siguió hablando solo, como si chuleara una lista mental. Entonces se encaminó hasta donde se encontraría con Yamaguchi.



    Suspiró al llegar al lugar, la verdad es que había pocas personas aunque apenas eran las cinco de la tarde. Un viento helado le recorrió todo el cuerpo y empezó a sudar frío.

    Se acercó mientras apretaba duro la bolsa con los presentes que había comprado, la garganta se le secó y las extremidades se le pusieron rígidas. Entonces tomó aire y lo dijo.

    —Me gustas —no saludó, no miró hacia ningún lugar; simplemente lo dijo. Cerró los ojos con fuerza sintiendo una punzada en ellos —. Me gustas Yamaguchi... me gustas, me gustas... ¿por qué no me esperaste? —susurró lo último dejándose caer en sus rodillas, dolía.



    — ¿Enserio no te habías dado cuenta de que le gustas a Tadashi? —Akiteru abrió mucho los ojos mientras miraba como su pequeño hermano se sonrojaba —. Será tonto, Kei. ¡Tienes que decirle que él también te gusta! —sentenció apuntándolo con el índice.


    — ¡¿Eh?! ¡No puedo hacer eso!... No sé cómo hacer eso —contestó primero gritando y luego bajando la voz, dándose cuenta de que su rostro estaba muy rojo. Maldito Akiteru y esa facilidad que tenía para hacerlo sentir de forma tan vergonzosa.

    —Oh… así que es eso. Pues primero debes decirle que se encuentren en un lugar, luego puedes… no sé, ¿por qué no le compras sus cosas favoritas? Eso sería un lindo detalle.

    —Sus cosas favoritas… ¡eso es! —entonces simplemente se fue corriendo a llamar a Tadashi, dejando a su hermano hablando solo, aunque al mayor no le importó y más bien se quedó ahí con una sonrisa.

    Quedaron al día siguiente, en un lindo parque al que siempre iban desde que eran niños.

    A la mañana siguiente Kei se despertó muy temprano, tenía que hacer algunas compras, aunque aún tenía tiempo. Tadashi le había comentado que iba a ir temprano donde su abuela y que podría verse con él por la tarde, por eso habían quedado de encontrarse a eso de las cinco. Aun así Tsukishima no podía con la ansiedad y el nerviosismo, quería comprar todo lo antes posible.

    Compró las flores, el libro y las papas fritas favoritas de su amigo, bueno, esperaba que después de hoy fuera algo más que su amigo. La verdad es que se había tardado mucho y aun así Yamaguchi esperó paciente a que él se diera cuenta de sus sentimientos, era hora de corresponder.

    Llegó al lugar acordado con quince minutos adelantado, pero no le importaría esperar, esta vez le tocaría a él hacerlo.

    Media hora. Una hora. Hora y media. Dos… Yamaguchi no llegaba.

    Tomó su teléfono mientras marcaba al número que ya se sabía de memoria.

    —Kei-chan… —la voz del otro lado estaba cortada, definitivamente no era la de su amigo, pero sí la conocía bien. Era su madre.

    —Oh, señora Yamaguchi. ¿Cómo está? Lo que sucede es que Tadashi y yo quedamos y… —no terminó de hablar cuando la mujer al otro lado de la línea rompió en llanto. Y entonces eso de verdad lo asustó.


    —Kei-chan… ¿por qué mi pequeño?... ¿por qué él?... —la mujer lloró de nuevo, desolada —Había un camión, Kei-chan, perdió los frenos y… y mi pequeño… oh mi pequeño ángel… no pudo evitar el impacto, tampoco su pequeño cuerpo lo pudo resistir… —Entonces no estuvo seguro de escuchar el resto.




    —Mira Tadashi, te traje tus cosas favoritas… las misma de esa vez… —sonrió mirando la lápida y pasando una mano por esta para limpiarla un poco de las hojas y la suciedad. Las lágrimas ya corrían por sus mejillas una vez más —. ¿Recuerdas? Te traje algunas papas, de ese lugar tan raro que siempre amabas.

    Un sollozo más grande no lo dejó continuar… dolía, el tiempo pasaba pero el dolor seguía presente como el primer día.

    —Oye Tadashi, ¿por qué me abandonaste de ese modo tan cruel? ¿No recuerdas esa promesa? —habló de nuevo, añorando que alguien le respondiera.

    —Tsukki… oye, a mí no me importa lo de tu hermano. Sigues siendo genial —el pequeño Tadashi sonrío radiante, tratando de trasmitirle algo de alegría a su amigo que se veía tan desilusionado y roto.


    —Oye, Tadashi —fue la primera vez que Yamaguchi fue llamado así por Tsukishima, y también la primera vez que le vio derramar algunas lágrimas —Prométeme que nunca me mentirás, ¿sí? —le pidió mientras le tomaba por los hombros y el pequeño pecoso se sonrojaba violentamente.

    —L-lo prometo, Tsukki —le respondió el chico, tomando algo de valor y arropando al más alto en sus brazos.

    —Y… tampoco me abandonarás, ¿cierto? Aunque mi hermano no sea la estrella, ¿seguirás aquí? —preguntó aceptando el abrazo, la verdad es que era la primera vez que se permitía lucir así de débil.

    Patético.


    —Siempre estaré aquí, Tsukki.




    —Tal vez te estés vengando por hacerte esperar, ¿no? —sonrió entre lágrimas… Tadashi nunca haría eso —. Al parecer ahora me toca esperar a mí, pero ¿por qué siento que me tocó la parte más difícil?...

    «Oh, cierto, también traje tu libro… lo he leído ya unas cuantas veces. De verdad te hubiera gustado mucho, es tal cual para ti» —ahora dejó el libro de pasta dura sobre la lápida fría, mientras lo apretaba y lo mojaba con unas lágrimas saladas que caían sin poder evitarlo, sin intentarlo en realidad.

    —Yamaguchi… me gustas. Me gustas tanto, pero ahora este amor está doliendo, duele como si estuviera a punto de sangrar, cada día es peor, se siente más frío, más triste; hay una gran soledad en mí. ¿Cómo puedo hacer para que deje de doler? He pensado tantas cosas, pero no creo poder hacer ninguna de ellas. Así que por ahora, creo que cargaré con todo este dolor —susurró de nuevo pasando la mano por el mármol, justo en la parte donde estaba tallado el nombre, como si así pudiese acariciar al mismo Yamaguchi. Colocó las flores, acomodándolas lindamente y volvió a sonreír mientras lloraba, una briza suave le acarició el rostro, como pidiéndole que dejase de llorar —Ahora… Tu recuerdo es mi única felicidad.
     
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    Me encantó a pesar de lo que le pasó a Tadashi. Esta pareja es mi OTP, asi que me puso sensible. Me encanta la forma en como escribiste a Kei queriendo confesarse, aunque no pudo hacerlo correctamente. Lo de las flores tambien fue muy lindo,
    La lectura fue muy fluida, espero leer más escritos tuyos.
     
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