Tsubasa Princess Aven

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sheree, 15 Febrero 2009.

  1.  
    Sheree

    Sheree Guest

    Título:
    Tsubasa Princess Aven
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    3138
    Tsubasa Princess Aven

    Es el primer fic que escribo, espero que les guste.


    Tsubasa Princess Aven​
    El comienzo del destino​


    Capítulo 1: El viaje

    A través de la ventana podía verse un sol resplandeciente. Los pájaros se posaban en las ramas de los árboles y cantaban alegremente, el viento arrastraba una dulce melodía y un delicioso aroma. Aaaah... que maravilla. Lamentablemente como ya he dicho, eso era al otro lado de la ventana. Yo estaba en un sitio horrible. Si, así como suena, horrible. Me encontraba en clase, sentado en mi pupitre. La profesora de historia no paraba de hablar, la mayoría de mis compañeros estaban despistados o totalmente dormidos. Yo simplemente miraba por la ventana.
    Suena el timbre que indica el cambio de clase y la llegada de la tercera hora y los dormidos empezaban a despertarse.

    -¡Ey Edward! ¿No tienes hambre? Yo si. No he tenido tiempo de desayunar.

    Se trataba de Mike Brown. Es un chico de mi estatura, con el cabello corto y moreno además de unos -según mi hermana increíbles- ojos grisáceos. Lo que más destaca de él es, sin duda alguna, su GRAN sentido del humor. Pero es mi amigo y un gran chico.

    -Lo hubieras tenido si te hubieras levantado como mínimo media hora antes. Pero siempre te levantas cinco minutos tarde.
    -Verás amigo, entre mi cama y yo existe una "atracción" que impide que me levante a tiempo.
    -... Di lo que quieras.
    -¡Edward, Mike!
    -¿Qué tal, chicos?

    Eimie, mi hermana gemela y Sarah Conrad, mi mejor amiga, se acercaron a nosotros. Tienen la misma tonalidad de piel, yo soy más moreno. Sarah tiene el cabello castaño claro largo y ojos verdes, Eimie es rubia, largo también y de ojos marrones.
    Yo tengo el cabello negro y largo hasta los hombros y de ojos verdes como Sarah.
    Por cierto, Sarah es el amor secreto de Mike pero ella todavía no se ha dado cuenta. Pobre Mike.

    -Hola chicas. Yo estoy bien, Mike con hambre. ¿Qué tal vosotras?
    -Muy bien las dos -contestó Sarah- Ahora toca Biología.
    -Cierto. Será mejor que nos sentemos -dijo Mike- el cascarrabias estará a punto de llegar.

    No le faltaba razón. El profesor Gerard Nícol entraba por la puerta tirando de una mesita con ruedas de aspecto metálico que tenía encima una vieja televisión totalmente anticuada.

    -Vamos niños, sentaos de una vez -dijo con cara de gruñón.

    No somos niños. ¡Tenemos diecisiete años caray! Hablando de edad, debería jubilarse.

    -Hoy veremos un video sobre el crecimiento de plantas y árboles.

    Mike se levantó de la silla con cara de espanto.

    -¿Plantas? ¿Árboles? ¿¡Cuáles!?
    -Señorito Brown, ¿Quiere hacer el favor de sentarse?
    -¿¡¡CUÁLES!!?

    Mike parecía estar al borde de la desesperación.
    Toda la clase le miraba.

    -Las silvas... -empezó el profesor.
    -Uff -suspiró Mike.
    -Y los robles Negros -Nícol terminó la frase riéndose.
    -¡¡Nooooooo!!

    Toda la clase se puso a reír.

    -¿Qué te pasa Mike? -le pregunté.
    -¿Es que no lo entiendes?
    -No -contesté cortante.
    Mike me miró con los ojos enrojecidos.
    -¡Los robles Negros tardan un montón en crecer!
    -¿Seguro?
    -¡Si!
    -Exacto Mike.
    -¿¡Sa... Sarah!? -Mike enrojeció.
    -Tú sabes de eso, Sarah? -le pregunté.
    -Claro. Además, estoy segura de que el video que ha traído el profesor Nícol no tiene ni un poquito de cámara rápida. ¿Me equivoco, profesor?
    -Je je je -nos miró con cara maliciosa- Muy bien Conrad, has acertado. Lo hice yo mismo.
    -¡Vaya! -dijo Eimie- Necesita un hobbie.
    Al oír aquellas palabras, Mike se desmayó sobre mí.
    -¡Mike! Aaagh... ¡Que pesas!

    Intenté moverme sin éxito. En vez de estar atrapado entre la espada y la pared, estaba atrapado entre el suelo y Mike. Ironías de la vida.

    -¡Edward! -exclamó Eimie- ¿Estás bien?
    -Eso creo.
    -Deja que te ayude -dijo Sarah- ¡Mike Brown, a dirección!

    Mikie abrió los ojos de par en par y se incorporó rápidamente.

    -¿¡A dirección!? ¿¡Pero por qué!?

    Toda la clase empezó a reír y volvió a sonar el timbre. Esta vez se trataba de la hora del recreo.
    Cuando el reloj marcaba las doce, daba la impresión de que en los pasillos y escaleras se estaba corriendo una maratón.
    Una abalancha humana que cubría todo el pasillo se dirigía hacia el profesor de tecnología. Este, impotente ante lo que le venía encima, fue arrastrado y pisoteado por la multitud.
    Ya en el patio, me crucé con el profesor Nícol que me sonrió de una forma bastante extraña.

    -El orbe de energía se completará muy pronto.
    -Perdone, ¿Cómo dice?
    -Estás destinado chico, ya lo verás.

    Nícol se alejó sin decir nada más. ¿Destinado? Debería tomarse en serio lo de jubilarse.
    En las escaleras se encontraba Sarah. William se acercó a ella con sus horrendas gafas de sol azules y su teñido cabello engominado. Mike no lo soporta. Sarah tampoco.

    -Hola Sarah, ¿Qué tal todo?
    -Bien William. ¿Qué tal tú?
    -Me alegra que lo preguntes preciosa, soy una persona muy ocupada.
    -Lo que és es un cretino -dijo una voz a mi espalda.
    -¡Mike! -exclamé- Me has asustado.
    -Como odio a ese tío.
    -A Sarah tampoco le cae bien aunque se porte amable con él.
    -Ese tío no le cae bien a nadie, ¿Verdad?
    Mike me lanzó una mirada furtiva.
    -No, claro que no Mike. Tienes toda la razón.
    -Me alegra oír eso.
    -Oye Mike. ¿Que tal si ayudas a Sarah, eh? William se está pasando.
    -¿¡QUÉ!?

    En efecto, William se estaba acercando demasiado a Sarah. Mike no lo aguantó más y se acercó a ellos.

    -¡Eh tú! ¡Idiota! ¿Que crees que está haciendo?
    -¿Eh? Ah... Brown... ¿Qué narices quieres?
    -Deja en paz a Sarah, la estás molestando.
    -¿Molestando? ¡Ja ja ja! ¿Tú que opinas, eh preciosa?

    William le levantó la barbilla a Sarah y antes de que pudiera acercarse más a ella, Mike lo golpeó y se colocó delante de Sarah. Nunca creí que Mike se atrevería a hacer algo así.

    -Mike... -dijo Sarah.
    -¿Estás bien, Sarah? ¿Te ha hecho algo?
    -No...
    -¿¡No estás bien!?
    -¡Si! ¡Estoy bien! Digo que no me ha hecho nada.
    -Uff... menos mal.
    -¡Brown! ¡Te arrepentirás de haberlo hecho!

    William cerró el puño con fuerza pero una voz femenina, muy dulce y hermosa a mis oídos, lo detuvo antes de que pudiera pegarle a Mike. Todos nos volteamos para averiguar de quién se trataba. Menuda sorpresa nos llevamos al ver a una chica. Si, ya se que es normal ver a una chica, pero ella era diferente. No sabría decir porqué pero lo era. Juraría que miraba un aura mística a su alrededor. Tenía el cabello rojo como fuego puro, unos ojos azules como los zafiros y... la verdad, un cuerpo de escándalo.

    -Vaya -dijo William asombrado- ¿Quién eres, preciosa?
    -Conrad, Brown, ¿Estáis bien? -les preguntó tranquilamente.
    -Si -contestaron al unísono.
    -¿Es que estás sorda? ¡Te he hecho una pregunta!
    -Haznos un favor a todos y cierra la boca, Meyer. Connor, tengo que hablar contigo.

    Me arrastró hasta el cobertizo y allí me dijo:

    -Esto es un aviso. Abre bien los ojos, Edward, de lo contrario no podrás hacer nada. No hay tiempo, debo irme. Recuerda, no te alejes de ella.
    -¿Eh?

    De repente desperté. Estaba en clase, en la hora de Francés, lo que quería decir que el recreo había pasado hacía ya dos horas.

    -Edward, ¿Te encuentras bien? -me preguntó Eimie- Pareces distante.
    -¿No estábamos en el recreo? -pregunté confuso.
    -¿En que mundo vives? Subimos juntos, ¿Recuerdas?
    -... ¿Y Mike? -pregunté al no verlo en clase.
    -¿En serio no te acuerdas? Mike defendió a Sarah de William y él, como venganza porque lo golpeó, le pego con un palo por la espalda.
    -Pero... ¿Y la chica?
    -¿Qué chica? Creo que todavía estás dormido.
    -Pardon! -nos dijo el profesor- Avec votre permission je voudrais suivre le course.
    -Ups... -dijo Eimie- Pardon professeur!
    -Mmh! Prêter attention, s'il vous plait.

    Ricardo Palladini, nuestro profesor de francés, habla más de cinco idiomas. No le gusta que lo interrumpan.

    Al terminar la clase, Mike apareció bastante magullado. Sarah, que había estado bastante nerviosa en francés y, recordé también, en literatura, se le acercó corriendo en cuanto lo vió.

    -¡Mike! ¿Cómo estás?
    -Bien, tranquila. ¿Qué tal tú?
    -Yo estoy bien.
    -Estás horrible Mike -dijo Eimie- los moratones te durarán bastante.
    -Si, lo sé. Me espera una gran reprimenda en mi casa.
    -Mike -dijo Eimie- tal vez tú puedas ayudar a

    Edward a recordar. Parece perdido, como si acabara de bajar a la tierra.

    -¿Estás bien, tío? Estás lívido. ¿Has visto un fantasma, o qué?
    -No, un fantasma no. Algo parecido.

    Por fín se terminó el día en el instituto y Eimie y yo nos dirigimos a nuestra casa acompañados por Sarah y Mike, que tienen que coger el mismo camino para llegar a las suyas.

    -En serio Edward, a veces me asustas. -me dijo mi hermana.
    -No te preocupes -le dije- solo me despisté un poco.
    -¿Pensando en una chica, eh? -me dijo para molestarme.
    -¿Es eso cierto? -dijo Sarah.
    -Carámba, Edward -dijo Mike- ¿De quién se trata?
    -¡No hay ninguna chica! ¡Dejad de decir tonterias!
    -Ya, claro, lo que tú digas. Es por una chica.
    -Si.
    -¡Qué ya vale! -dije molesto.

    Por fin llegamos al cruce de caminos que nos separaría. Lamentablemente, Eimie siguió con sus preguntas hasta llegar a casa. Al llegar nos recibió John, nuestro hermanito de siete años. Tiene los ojos marrones al igual que el cabello.

    -¡Hola! -gritó John
    -¡Hola Jonny! -dijo Eimie dándole un beso en la mejilla.
    -Hola enano -dije yo revolviéndole el cabello.

    Nuestra madre se encontraba en la cocina, terminando de preparar la comida. Entonces sucedió lo que no quería que sucediera.

    -¡Eh mamá! ¿Sabes? ¡Edward está enamorado!
    -¿En serio? ¿Estás segura, hija?
    -¡Claro que si!
    -¡¡Eimie!! -le grité consiguiendo que mi madre la creyera totalmente. Seré idiota.
    -Vaya, ¿De quién se trata, cielo? -me preguntó mi madre con un extraño brillo en los ojos.
    -No hay ninguna chica, ya se lo dije antes. No digais tonterías.

    Al terminar de comer, subí a mi cuarto para pensar.

    <<-Esto es un aviso. Abre bien los ojos, Edward, de lo contrario no podrás hacer nada. No hay tiempo, debo irme. Recuerda, no te alejes de ella.>>
    -¿Que no me aleje de ella? ¿De quién?

    Me tumbé en la cama y cerré los ojos.

    -Edward...
    -¿Eh?

    Abrí los ojos y ya no estaba en mi habitación. Estaba acostado en un prado verde que no tenía final.

    -Edward...
    -¿Pero que? -dije volteándome.

    Allí estaba ella. Esa chica otra vez. Estaba de pie mirando el horizonte y de repente se volteó a mirarme.

    -Edward...
    -¿Quién eres?
    -Ten cuidado... puede hacerse mucho más daño... vigíla bien...
    -¿De qué hablas? ¿A que te refieres?
    -Se la llevará si no tienes cuidado... protégela... pronto llegará...
    -¿Quién?
    -Aún no es tarde...
    -¡¡No entiendo nada!! ¿¡A quién debo proteger!? ¿¡Quién llegará!?

    Ella se acercó y se arrodilló delante mío y me sonrió.

    -Ya lo entenderás... igualmente no la dejes sola... ¿Vale?

    Volvió a sonreírme, me dió un beso en la frente y se desvaneció al mismo tiempo que yo me desperté. Un sueño. Solo eso. Pero...

    -¡Edward! -la voz de Eimie se escuchó desde el piso de abajo- ¡Baja! ¡Mamá ya se vá!
    -¡Ya voy!

    Bajé las escaleras y me tropecé con una maleta. Había cuatro en total y eso que solo se iba un par de meses a casa de su hermana, osea, a la casa de mi tía Helen.

    -¿Qué te ha pasado? -le pregunté a Eimie que tenía una tirita en la mejilla.
    -Me corté con los cristales de aquel vaso -dijo señalando unos pedazos de cristal.
    -Bueno, me voy.
    -Hasta pronto, mamá -dijo Eimie.
    -Dale saludos a la tía Helen de nuestra parte -le dije.
    -Lo haré.
    -Chao mami -dijo Jonny.
    -Chao cariño. Volveré pronto, ¿Vale? -dijo dándole un beso en la mejilla.
    -Vale.
    -Portaos bien, ¿Vale?
    -Claro, mamá -dijo Eimie.
    -Edward, tú eres el responsable de todos. Ten cuidado.
    <<- Ten cuidado>>
    -Claro, mamá. Lo tendré.
    -Bien.

    La acompañamos hasta el taxi que la esperaba fuera y le ayudamos a cargar las maletas en el maletero.

    -¡Os quiero! -dijo cuando el automóbil empezaba a alejarse.
    -Se fue -dijo Eimie.
    -Mami...
    -¡Eh, Jonny! ¿Quieres jugar conmigo? -dijo ella intentando distraerlo.
    -¿Eh? ¿¡En serio!? ¡¡Vale!!

    Los dos entraron y subieron las escaleras rumbo al dormitorio de Jonny. Yo me quedé afuera, observando el cielo que se oscurecía. Tenía una extraña sensación.
    Esa noche me desperté sobresaltado. Había tenido una pesadilla horrible. Había soñado que Eimie desaparecía sin dejar rastro. ¿Por qué? No lo sé pero... la verdad estaba un poco preocupado ya que desde que tenía once años he tenido sueños extraños, es decir, premoniciones. Hace tres años soñé que Harry, el marido de Helen, tenía un accidente de tráfico y que perdía la vida en él. A la mañana siguiente, Helen nos llamó y, entre sollozos, nos dijo que Harry había muerto en la carretera. Estos sueños ni siempre son así. De hecho, también pueden ser un poco tontos, como cuando soñé que iba a comer pescado con patatas. De todas formas, me asustan.
    Ni siquiera me puse las zapatillas y, a oscuras, conseguí llegar hasta la puerta de mi dormitorio después de haber tropezado con lo que supuse que sería la silla del escritorio. La abrí y eché a correr hacia el dormitorio de Eimie. Al llegar, abrí la puerta sin esperar ni un segundo y me tranquilicé al ver a mi hermana dormir. Cuando me dí la vuelta para volver a mi cuarto, percibí una ligera música. Miré a mi hermana y entonces me di cuenta de que había vuelto a dormirse con la música del mp3 encendida. Primero se lo quité de las manos con cuidado y, después, le saqué los auriculares despacio para no tirarle del cabello. Una vez conseguí quitarle el dichoso aparatito, volví a mi dormitorio pero no quería dormir. No después de aquella pesadilla . De todas formas, el sueño acabó venciéndome.

    -Edward...
    -¿Quién... es?
    -Edward... cuidado... ten cuidado...
    -¿De... qué?
    -Cuidado... ya viene...
    -¿Quién?... ¿Quién... viene?
    -Está en peligro... ya la tiene... corre Edward... despierta...
    -¿Quién... está en peligro... ?
    -¡Eimie!
    -¡¡Eimie!! -grité al despertarme.

    ¡Dios mío! Desde lugo alguien se había empeñado en no dejarme dormir esa noche. Me acerqué a la ventana para mirar la luna con la intención de calmarme un poco pero... Lo que ví me dejó de piedra. La luna llena brillaba roja.

    -Ha comenzado -dijo una voz a mi espalda.

    Me volteé rapidamente y la ví. Era ella. La pelirroja otra vez.

    -Eres tú -le dije.
    -El tiempo se agota, Edward.
    -¿Quién eres? ¿Nos conocemos? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Cómo has entrado en mi habitación? No, ¿Cómo has entrado en mi casa? He cerrado con llave... ¿Por dónde...?
    -Silencio -me interrumpió- Haces demasiadas preguntas. Venga, deprisa, debemos irnos ya.
    -Para, para, para. ¿Irnos? ¿Los dos? ¿Solos?
    -Claro, ¿Acaso no quieres salvarla?
    -¿Salvarla? ¿De qué estás hablando?
    -Tiene a Eimie, Edward. Pero aún no es tarde.
    -Perdona, ¿Qué tiene a Eimie? ¿Qué no es tarde?

    No te entiendo, ¿¡De qué va todo esto? -dije confuso.

    -¿No me crees? Compruébalo tú mismo -dijo apartándose de la puerta.

    Con paso apurado me dirigí a la habitación de Eimie y lo que ví me dejó aterrorizado. Eimie no estaba y la habitación estaba revuelta, como si hubiera tenido lugar una pelea. Hasta la cama estaba boca abajo. Me horrorizaba pensar que tal vez ella hubiera gritado mi nombre para pedir ayuda y yo no la había escuchado. Estaba asustado.

    -Todavía hay tiempo -dijo la chica a mi espalda- pero debemos darnos prisa.
    -¿Y Jonny?
    -Está a salvo, al contrario que Eimie.

    No estaba seguro de lo que pasaba pero... no dejaría que le pasara nada malo a Eimie.

    -De acuerdo -dije seriamente- ¿A dónde hay que ir?

    Ella me sonrió, como lo había hecho aquella vez. Salimos corriendo de mi casa. En ese momento no me preocupaba nada más que no fuera salvar a Eimie. Mientras atravesábamos el frondoso bosque que rodeaba mi hogar, la pelirroja no soltó mi mano ni un segundo y no dejaba de darme palabras de aliento.

    -La salvaremos, no te preocupes, ¿Vale? Así que deja de poner esa cara.
    ¿Esa cara? ¿Cómo podía saberlo si no me estaba mirando?
    -Si que te estoy mirando -dijo- Y claramente.

    Levanté la cabeza sobresaltado. Tenía razón, me estaba mirando. Esos zafiros brillaban intensamente en la oscuridad de la noche.

    -¡Derecha!
    -¿Cómo?

    Tiró de mí hacia la derecha y me salvó de un posible impacto contra un árbol.

    -Vamos -me dijo- Ya falta poco.

    Salimos del bosque y llegamos a un acantilado. En frente de nosotros brillaba la coloreada luna.

    -¿Preparado?
    -Claro.

    Acercó el brazalete plateado con una piedra azul que tenía en su muñeca izquierda a sus labios y dijo:

    -A Backgramoore, zona este.

    Dicho esto, una luz azul nos envolvió y desaparecimos al instante.



    Continuará...

    Esero sus comentarios y sus críticas acerca de este primer capítulo.
     
  2.  
    Vintage Bomb

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    Re: Tsubasa Princess Aven

    ...

    ¿Este es tu primer fic? Porque está muy bueno para serlo.

    Empecemos por que amé a Mike. Edward también me cayó muy bien (y su narración me gustó, especialmente algunos comentarios, como los de la jubilación), pero amé a Mike. Las personalidades están bien logradas, definidas, más que nada la de estos dos; Todos me resultaron interesantes.


    También me agrada como redactas; Me da la impreción de que en general la historia fluye a buen y casi siempre constante ritmo, tal vez un poco más de descripción de la casa o de la habitación de él me hubiese gustado. La ortografía no me fijé mucho [porque, ejem, soy bastante mala con ella] pero por lo poco que noté, es muy buena.


    Con respecto a la historia... me pregunto cómo se desarrollará, qué papel tendrá cada personaje, especialmente el profesor odioso y la pelirroja, cuál es la relación con el título; Me atrapó, en otras palabras.

    Las pequeñas pistas, las apariciones de la chica misteriosa (especialmente la de luego de la pelea, que termina siendo ¿un sueño?) me gustaron en general.

    Ahora... algo que me llamó la atención, es que la pelirroja nunca le dijera que era su hermana la que estaba en peligro, hasta el final. Entiendo que es para crear un ambiente de incertidumbre, pero, ¿qué la imposibilitaba a decirle que era Eimie? ¿Creyó que el entendía o confió en que lo haría? ¿había algo que se lo prohibía?

    Hm... misterio.

    Por último, la clase de biología me pareció demasiado corta, y la despedida de la madre no me terminó de convencer: De repente se tenía que ir, y de repente se va, con unos diálogos que no me resultaron muy naturales. Lo mismo me pasó con: "Ahora toca biología", esta bastante colgado ese comentario. Aún así, las otras conversaciones me gustaron, fueron graciosas, extrañas o naturales cuando tuvieron que serlo.

    Bueeeno, esta fue mi humilde [y algo larga] opinión, y espero no te desagrade ^^Uu

    Se esperará con ansias la continuación :3
     
  3.  
    Sheree

    Sheree Guest

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    Tsubasa Princess Aven
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    5
     
    Palabras:
    155
    Re: Tsubasa Princess Aven

    Muchas gracias por el comentario.
    La verdad es que si, es mi primer fic jejeje, al final me animé a subirlo al foro y recibir críticas constructivas para poder mejorar mi redacción, mi ortografía (que es pésima la verdad xD) y otros aspectos de mi escritura.
    Los personajes la verdad intento que atraigan al lector jejejeje, Mike es un personaje muy gracioso jejeje, o por lo menos eso intenté ^^. Cómo sabrás el protagonista masculino de este fic es Edward a quién le sucederán diversas cosas.
    La chica pelirroja ha avisado a Edward de manera que ella pensaba que él entendía a que se refería, no porque algo se lo impidiera.

    Cualquier otra duda acerca del fic me la puedes comentar sin problemas ^^.
     
  4.  
    Sheree

    Sheree Guest

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    Palabras:
    4144
    Re: Tsubasa Princess Aven



    Capítulo 2: Aven, princesa de Tsubasa

    El paisaje cambió completamente. Estaba todo oscuro y, al menos yo, no veía nada. Habría creído que estaba solo de no ser porque unos ojos azule aparecieron a mi izquierda, a la altura de mis hombros. Obviamente ella era más baja que yo.

    -Vamos -me dijo- hay que darse prisa.

    No escondimos -o eso me pareció que hacíamos- detrás de unas rocas.

    -¿Qué pasa? -le pregunté.
    -Mira -dijo ladeando la cabeza hacia la izquerda- ¿Los ves?

    Mis ojos se adaptaron a la poca luz que allí había y pude diferenciar varios seres encapuchados. Uno de ellos se acercó a otro y levantó la mano, dejando ver lo esquelética y monstruosa que era esta.

    -¿Qué son? -pregunté.
    -Iendoes -dijo en un idioma que desconocía- Ahora lo son.
    -¿Ahora? ¿Qué quieres decir con "ahora"?
    -Antes eran personas. La codicia, el odio, los engaños... Todas esas cosas los llevan a la oscuridad y... si entras en la escuridad -dijo bajando la mirada- ya no puedes salir.
    -¿Y Eimie? -le pregunté un poco asustado.
    -Está allí.
    -¿¡Qué!? -grité- ¿¡Quieres decir que mi hermana es una de ellos!?
    -¡Ssssh! ¡Silencio! ¡No deben oírnos!
    -¡¡Iendd yoüsh trajj enm!! -gritó una voz grave, cinco metros delante de mi.
    -No te muevas -me susurró ella- No te lo dice a ti.

    El ser encapuchado se acercó a nosotros un poco. ¿Qué podía hacer yo? ¿Nos iba a ver? Antes de que pudiera hacer algo, la pelirroja tiró de mi hacia abajo, provocando que me cayera de espaldas contra el suelo. Cuando iba a quejarme por el dolor, las palabras murieron en mi garganta al ver como ella se inclinaba sobre mi. Su rostro estaba enfrente del mío, pero sus ojos miraban hacia el lugar donde estaba el ser. Indirectamente me miraba e incluso sonrió. De todas formas, los zafiros que eran sus ojos me habían hipnotizado. Ladeé la cabeza hacia la izquierda para evitarlos pero mi visión no mejoró. Su cabello rojo ocupaba todo mi campo visual. Como si hubiera fuego rodeándome.Otro encapuchado se acercó y comenzaron a hablar.

    -Shiggarrüie okkant errmemn.
    -¿Axxwle miaster monne abbsed?
    -Jia jia jia, ¡Nomm dessu tera!
    -¿Zeszero... attjei?
    -Enntea princesus Tsubasa maqdirozel.
    -Soreo... ¿Deddetssu maerrn yiammo?
    -Sore.

    No entendía lo que decían aunque la verdad no les prestaba mucha atención. De repente, la chica se levantó y me tendió la mano.

    -Arriba -me dijo- Vámonos.
    -¿A dónde? -dije después de levantarme.
    -A Tsubasa.
    -¿Tsubasa? ¿Pero y Eimie? ¡Dijiste que era una de ellos!
    -Yo no dije eso. Dije que estaba allí -dijo señalando una especie de castillo totalmente oscuro- Pero no lo está.
    -¿Cómo lo sabes?
    -Ellos lo han dicho. Venga, marchémonos ahora.
    -Pero...

    Ella se acercó a mi y me levantó la barbilla, obligándome a mirarla. Entonces volvió a sonreírme de esa manera.

    -No te preocupes -me dijo- la encontraremos. Los buscadores de Tsubasa ya se han puesto en marcha. Tal vez ya tengan alguna pista, por eso debemos ir a Tsubasa.
    -... -suspiré- Está bien, pero... ¿Qué es Tsubasa?

    Ella sonrió maliciosamente.

    -¿Quieres verlo?
    -¿Eh? Claro.
    -Pues deberías agarrarte -dijo tendiéndome la mano.
    -¿Así está bien? -dije rodeándole la cintura.
    -Bueno... procura no caerte -volvió a acercar el brazalete a los labios- A Tsubasa, la entrada al reino.
    -¿Caerme? ¿Por qué has dicho eso?

    Pero la luz azul ya nos había rodeado. Nunca me imaginé que podía existir un lugar así. Conté diez islas, de las cuales, salían un par de alas blancas. La isla del centro era la más grande con diferencia y, obviamente, la que poseía las alas más grandes. De hecho, se podía distinguir en ella una especie de edificio blanco con el tejado azul. Si se miraba desde aquí arriba, sin duda debía de ser enorme... Un momento. ¿He dicho "desde aquí arriba"? Ahora me daba cuenta. ¡Estábamos volando! ¿Pero cómo... La miré por un instante y lo que vi me dejó de piedra. De su espalda salían dos alas blancas. ¡Alas! O me estaba volviendo loco o estaba soñando.

    -Abre los ojos, Edward -me dijo- Tsubasa es tan real como tú y como yo.
    -¿Acaso puedes leer mi mente?
    -Claro que no -rió- .Te lo explicaré, lo prometo.
    -De acuerdo. ¿Qué tal si ponemos los pies en tierra firme, eh?
    -Jajaja, claro.

    Acercó de nuevo el brazalete plateado a los labios y dijo:

    -A Tsubasa, mi hogar.

    Esta vez aparecimos delante de un enorme palacio blanco que poseía tres cúpulas azules con los bordes dorados e infinidad de ventanas, lo que seguramente quería decir, que había bastantes habitaciones.

    -Ahora será mejor que descanses.
    -Pero...
    -Tranquilo, si los buscadores encuentran algo tú serás el primero en saberlo. Te lo prometo.
    -Está bien.

    Los dos guardias que había frente al portón, se hicieron a un lado cuando vieron a la chica y nos abrieron la puerta. Entramos en el palacio y un hombre de cabello y ojos castaños se acercó a nosotros en seguida.

    -Daimian -dijo ella- prepárale una habitación al lado de la mía.
    -Pero... él es...
    -¡Daimian! Es una orden.
    -... Como ordene.

    Ese tal Daimian se alejó y ella me guió hasta una sala y ambos nos sentamos en un cómodo sofá. Me miró afligida.

    -Lo lamento -me dijo- Es por el color de tu cabello.
    -¿Qué le pasa?
    -Es negro. Aquí nadie tiene el cabello negro.
    -¿Y rojo?
    -¿Rojo? -dijo sorprendida- Vale, me has pillado. Yo soy la única que tiene el cabello rojo.
    -Por cierto, parece que todos te obedecen y como estamos en un gigantesco palacio...¿Eres... como la princesa o algo así?
    -Jajajaja. Es cierto, no me he presentado.
    -De echo no nos hemos presentado ninguno aunque parece que ya me conoces. De todos modos, soy Edward Connor. Un placer... eh...
    -Aven. Mi nombre es Aven -dijo sonriendo.
    -Aven... -me perdí en su sonrisa por unos segundos- Y... dime Aven. ¿Hay algún apellido que vaya después de tu precioso nombre?
    -Jaja, no. No hay ninguno.
    -¿En serio? Vaya.
    -Aquí todos tenemos un nombre. Un nombre y nada más. No es necesario un apellido.
    -¿Y que pasa cuando se encuentran dos personas con el mismo nombre?
    -¿Tendría que pasar algo?
    -Bueno... supongo que no pero... Podría armarse un lío.
    -Tal vez en tu... esto... en el lugar donde vives.
    -¿Qué has querido decir con eso?
    Una especie de sirvienta apareció y le dijo a Aven:
    -Ya está todo listo, princesa.
    -Gracias.

    La sirvienta se alejó y Aven se levantó.

    -Bueno, ya va siendo hora de ir a dormir.
    -Osea que tenía razón... Princesa.
    -Bueno, ¿Qué importará eso? Ahora sígueme. Te llevaré hasta tu habitación.

    Salimos de la sala y subimos las escaleras hasta la tercera planta. Aven caminó hasta una puerta y se volteó a mirarme.

    -Es aquí.
    -¿Qué pasa con lo de antes? -dije acercándome a ella- ¿Me dirás por qué me conoces?
    -Mañana te diré lo que quieras saber -me sonrió- Te lo prometo.
    -Está bien.

    Ella se volteó y se dirigió a la habitación contigua.

    -Aven -la llamé.
    -¿Si? -dijo mirándome.
    -... Buenas noches
    -Je, buenas noches.

    Volvió a sonreír y entró en la habitación. Yo entré en la que se me había asignado y cerré la puerta detrás de mi. Me acerqué a la cama y, después de sacarme los tennis y la camiseta, me metí en ella.
    Me desperté a causa del sol que entraba por la ventana. Me levanté de la cama y salí al balcón. El aire fresco de la mañana me golpeaba la cara. Desde allí arriba las vistas eran magníficas y podía distinguir una especie de pueblo.

    -¿Eso es un pueblo? -me pregunté.
    -Si, así es.
    -Ya veo. ¿Está muy lejos de aquí?
    -Bueno... a unos quinientos metros de las escaleras del palacio.
    -Ah. Es una vista muy bonita.
    -Si, si que lo es. A mi me encanta verlo todo desde aquí.
    -Pero estamos muy altos, ¿Verdad?
    -La verdad no se cuantos metros hay de aquí hasta el suelo pero deben de ser muchos. ¡Fijate! ¡Es Daimian!
    -¿La cosa esa que se mueve? ¿Esa pulga?
    -¡Si! Ja ja ja. ¡Es Daimian! Antes intentaba levantarme antes que él, pero ahora ya me rindo. Es imposible. A veces pienso que no duerme.
    -Con razón tiene tan mala cara.

    Los dos empezamos a reirnos... ¿Los dos?¿He dicho los dos? Pero si yo estoy solo en el balcón... ¿¡Se puede saber con quién he estado hablando!? Ladeé la cabeza hacia mi izquierda y la vi. Estaba apoyada en el balcón de la habitación contigua a menos de dos metros y llevaba puesto un camisón blanco con encajes dorados. Le llegaba un palmo por encima de las rodillas y su cabello rojo por estas. Por su expresión diría que se estaba riendo de mi.

    -¡Aven! -exclamé sobresaltado.
    -Buenos días, Ed. ¿Acostumbras a hablar solo por las mañanas o esta ha sido la primera vez? -dijo divertida.
    -¡Oye! No te burles, no te había visto.
    -¿Ya has visto a tu compañero de habitación?
    -¿Compañero? ¿Cuál compañero?
    -¿Eh? Espera un momento.

    Volvió a entrar en su habitación y salió a los dos minutos.

    -Ya está -me dijo.
    -¿El qué?

    Antes de que pudiera contestarme, la puerta de mi habitación se abrió y entró corriendo un niño que reconocí al instante.

    -¡Jonny! -grité mientras lo abrazaba.
    -¡Hermano!
    -¿Cómo has... -entonces la miré y ella sonreía- Entiendo.
    -Bien -dijo Aven- ya va siendo hora de ir a desayunar.
    -¡Si! -gritó John para desaparecer y aparecer al lado de ella en dos segundos- ¡Vamos a desayunar!
    -¡Jonny! -le dije.
    -¡Vamos, vamos! -dijo mientras le tiraba suavemente del camisón.
    -¡Ja ja ja! Está bien. ¿Vienes, Ed?
    -Criajo pervertido -pensé- ¡Claro! Enseguida salgo.

    Volví a entrar en mi habitación al mismo tiempo en que Jonny se asomaba por la puerta.

    -Date prisa -me dijo entrando.
    -Ya voy.

    Cuando iba a calzarme los tennis me fijé en que la camiseta de asas que creí que tenía puesta estaba sobre la cama. Lo que quería decir que había salido al balcón sin ella, y lo peor de todo, es que había estado hablando con Aven sin llevar nada más que los pantalones. No creo que haya sido una buena forma de presentarse ante una princesa. Aunque no parece haberle importado lo más mínimo.
    Me puse -ahora si- la camiseta, me calcé los tennis y salí al pasillo con Jonny. Aven salía de su habitación en ese mismo instante. Se había puesto un vestido azul cielo que le llegaba por encima de las rodillas. Llevaba los hombros al descubierto pero poseía una corta manga a cada lado y un escote en "v" bastante pronunciado. A la altura del pecho y en el lado izquierdo tenía bordada una flor dorada.
    Aven se acercó a mi y dijo:

    -¿Vamos, pues?
    -Claro.
    -¡Desayuno! -gritó eufórico John para echar a correr escaleras abajo un segundo después.
    -¡Jonny! -lo llame sin éxito- enano del demonio.
    -Ja ja ja, déjalo, no importa.
    -Por cierto -dije mientras empezábamos a bajar las escaleras- ¿Que es eso de "Ed"?
    -¿Ed? Oh, es solo un diminutivo. ¿Te molesta?
    -No, para nada. Es solo que eres la primera persona que me llama así.
    -Bueno, yo te llamo Ed para no llamarte Edward.
    -¿Es que no te gusta mi nombre? -le pregunté divertido.
    -Es horrible -me dijo siguiéndome la broma- ja ja, no es cierto. Es solo que Ed es más divertido.

    Yo me detuve un momento y ella siguió bajando las escaleras. En seguida le di alcance y le dije fingiendo enfado:

    -¿Quiere eso decir que cada vez que me llamas "Ed" te estás riendo de mi?
    -¿Qué? No, para nada -dijo negando con la cabeza e intentando contener una sonrisita.
    -¡Eso es un si! -dije haciéndome el ofendido- ¡Te ríes de mi!
    -¡Que no! -dijo sin poder evitar ya una carcajada.
    -¡Aven!
    -¡Ja ja ja ja!

    Daimian y algunos de los sirvientes se encontraban en el recibidor con la mirada confusa. Posiblemente porque no entendían el motivo de nuestra "discusión". Tal vez fuera porque no era normal ver a la princesa reír con un completo desconocido. ¿Quién sabe? Seguí a Aven hasta el comedor. En el centro de la sala había una mesa enorme y larga. En una de las sillas se encontraba Jonny devorando su desayuno. Chocolate con bollos. Los dos nos acercamos a él.

    -¿No vas a desayunar? -me preguntó manchado de chocolate hasta la nariz. Motivo por el cual, no pude evitar reírme- ¿Qué?
    -Estás manchado -le dijo Aven mientras le limpiaba el chocolate con una servilleta.
    -Enano, estás hecho un guarro.

    Al terminar de desayunar, Jonny salió a jugar a los jardines mientras que Aven y yo nos sentamos en uno de los sofás de la sala.

    -Adelante, empieza cuando quieras -me dijo.
    -Muy bien. ¿Quién eres?
    -¿Eh? Vaya, reconozco que esa no me la esperaba. Soy Aven, la princesa de Tsubasa.
    -¿Qué es Tsubasa? Y no me digas que son islas flotantes porque ya lo he visto.
    -Ja ja ja. Bien, pues Tsubasa es el cuarto reino. El reino del cielo.
    -¿Reino del cielo?
    -Si.
    -Espera...
    -¿Qué sucede?
    -Aven... Sigo... ¿Sigo en... La Tierra?
    -... No. Estás en el planeta Kurogán en la galaxia de Andrómeda.
    -Vaya... no se que decir.
    -¿Quieres preguntar algo más?
    -¡Si! ¡Tengo un montón de preguntas!
    -¿En serio? Creí que no sabías que decir.
    -Ja ja, vale, pues ya se me ha ocurrido algo.
    -Ja ja ja, adelante.
    -¿Dónde está Eimie?
    -Creo que antes deverías hacer otra pregunta...
    -... ¿Quién se la ha llevado?
    -Léac. Ese... horrible hombre se la ha llevado. Mis soldados están tras su pista desde hace cuatro años. Yo estaba esperando a que se decidiera a actuar para poder atraparlo pero en ese momento recibí un mensaje de socorro de Mandala. La princesa de ese reino es como una hermana para mi, así que fui en su ayuda con mi ejército.
    Cuando llegamos allí, Sheere me dijo que no había mandado ningún mensaje. Fue entonces cuando lo comprendí. Todo fue una trampa. Mientras yo permanecía en Mandala, Léac aprovechó para ir a La Tierra a por Eimie. Intenté avisarte mientras me dirigía hacia alli, pero para cuando llegué... ya era tarde. Lo lamento.
    -¿Por qué se la ha llevado?
    -No lo sé.
    -¿A dónde?
    -Desconozco el lugar al que se la ha llevado. De veras lo lamento, tenía que haberme dado cuenta de que era una trampa. Si lo hubiera hecho, Eimie estaría a tu lado ahora.
    -No te culpes pues yo soy el único culpable. No hice caso de tus advertencias.
    -Pero...
    -Tranquila -dije abrazándola- no fue culpa tuya.
    -Ese... hombre no volverá a engañarme ni a quitarme nada. No otra vez.
    -¿A que te refieres? -dije mirándola a los ojos.
    -Hace cuatro años... se llevó a mi hermano. Él volvía a palacio con un regalo para mi. Era mi cumpleaños y dijo que su regalo sería una sorpresa. Sin embargo, la sorpresa fue que no regresó más. Cuando me enteré de lo que había pasado quise ir a buscarlo pero no me dejaron salir. Estoy segura de que yo lo habría encontrado. Aquella vez no pude hacer nada, pero te prometo que encontraré a Eimie.
    -Yo también quiero hacer algo.
    -¿Qué? Es demasiado peligroso y...
    -¡No me pidas que me quede sentado mientras mi hermana corre peligro! Por favor...
    -Pero... mi ejército ya se está encargando de eso...
    -Entonces déjame ser uno de tus soldados.
    -¿Te has vuelto loco? ¡No tienes ni idea de lo que me estás pidiendo!
    -¡Por favor!

    No podía quedarme mirando cuando mi hermana estaba en peligro. Tenía que hacer algo. Aven me miró con preocupación en sus ojos pero finalmente accedió.

    -Está bien -me dijo- Normalmente sería imposible lo que me estás pidiendo pero hablaré con el capitán y se lo pediré.
    -¡Gracias! -dije volviendo a abrazarla- Encontraremos a ese hombre y recuperaremos a nuestra familia, ya lo verás.

    Ella me correspondió al abrazo. Me sentí bastante extraño por unos segundos al sentirla tan cerca de mi. Una voz nos interrumpió desde la puerta.

    -Ejem, ejem.
    -¿Eh? ¡Da... Daimian! -dijo Aven al mismo tiempo que nos separábamos bruscamente- ¿Qué... Qué sucede?
    -El capitán Enmatt desea hablar con vos, -dijo riendo por lo bajo- princesa.
    -Bien, porque yo también tengo que hablar con él -dijo levantándose- Luego nos vemos, Ed.
    -Claro, de acuerdo.

    Aven salió de la sala seguida de Daimian, que me miró con una sonrisa extraña. Me levanté del sofá y me acerqué a la ventana. Afuera estaba Jonny, jugando por los jardines. Decidí ir con el unos minutos después. Salí de la sala rumbo al portón cuando derepente, una mano helada se posó en mi hombro al mismo tiempo que una voz siniestra me dijo al oído:

    -Señorito Edward.
    -¡¡Uaaah!! -salté hacia delante y me voltee rápidamente para saber quien era el responsable- Daimian... No se de que me extraño ¡No vuelvas a hacer eso nunca!
    -Lo siento señorito -dijo entre risas- No fue mi intención asustarlo.
    -Seguro que no. ¿Que pasa?
    -¿A qué se refiere?
    -¿Cómo que a qué me refiero? Me llamaste por algún motivo, ¿No?
    -¡Ah, si! No, espere...
    -Dios mío -dije llevado la mano a la frente- ¿Lo tienes o no?
    -¿Tener el qué?
    -¡¡Aaaah!! ¡¡Que si ya lo recuerdas!!
    -Aaah... pues no. ¡Ahora si! La princesa y el capitán Enmatt lo están esperando en el pabellón exterior.
    -¿Seguro?
    -Si, muy seguro.
    -Vale -dije retomando mi camino hacia el portón.
    -¿A dónde va?
    -¡Vaya pregunta! Si es el pabellón exterior tiene que estár afuera por lógica.
    -... Buena deducción, si señor. Pero se puede acceder a él desde esa puerta -dijo señalándola.

    Me volteé para ver cuál era y tuve una sensación bastante extraña. En seguida supe por qué.

    -Esa puerta no estaba ahí antes.
    -Tonterías. Acaba de llegar, seguramente no la habrá visto.
    -Y... ¿Dices que por ahí llegaré al pabellón?
    -Así es. Adelante.

    Me acerqué a la puerta que estaba al lado de las escaleras y, antes de abrirla, volví a ver a Daimian que asintió con la cabeza. Abrí la puerta y entré. Primero todo estaba oscuro, pero a medida que avanzaba veía luz hasta que llegué a una especie de salón de armas, pues había escudos, espadas y lanzas colgados y apoyados contra la pared. Al fondo había una mesa donde estaban Aven y el que supuse que sería el capitán Enmatt. Seguí caminando y me acerqué a ellos.

    -Ed -me dijo Aven en cuanto me vió- Este es Enmatt, el capitán de mi ejército. Enmatt, él es Edward.
    -Un placer -me dijo tendiéndome la mano.
    -Lo mismo digo -dije estrechándosela.

    Enmatt es bastante moreno, como yo más o menos. Tiene el cabello castaño oscuro y los ojos grises. Vestía lo que supuse que sería el uniforme de capitán. Dicho uniforme estaba compuesto por un traje de una sola pieza de color azul claro con una franja blanca a los lados y con una especie de placa circular con el dibujo de un ala blanca en el pecho, donde estaba amarrada la capa de color dorado. Las hombreras, los brazaletes largos y las botas altas también eran dorados.

    -Enmatt está al corriente de lo de Eimie y de lo de tu petición -me dijo Aven.
    -Me pareció extraño que la princesa me pidiera algo parecido pero al final hemos llegado a un acuerdo. Este es el trato: Tienes dos meses para demostrarme que vales, de lo contrario ya puedes olvidarlo. Bueno, eso si no encontramos a Eimie antes, claro está. ¿Qué me dices?
    -Acepto -dije volviendo a estrecharle la mano.
    -Así me gusta. Deberás entrenarte duro, yo me ocuparé de ello.
    -Enmatt -dijo Aven- ten cuidado... por favor.

    Enmatt puso una cara de asombro al principio, pero después volvió a hablar normal.

    -Tranquila, princesa. Me encargaré personalmente de tu chico.
    -¡Enmatt! -le reprochó.
    -¡Ja ja ja! Vale, vale. Lo siento.
    -En fin, yo tengo asuntos que atender. Luego nos vemos, chicos.
    -De acuerdo -dijo Enmatt- Ahora sígueme, Edward. Voy a enseñarte tu uniforme.
    Aven se marchó y yo seguí a Enmatt hasta una habitación.
    -¿Y bien, qué te parece?
    -Me parace un armario.
    -¡Oh, lo siento! -dijo abriendo el mueble- Ahora si. ¿Qué te parece, eh?
    -Vaya.

    El traje de soldado era igual que el del capitán a diferencia de que no poseía hombreras ni brazaletes y la capa y las botas eran azul oscuras.

    -Je je. Te esperaré en el salón. Pruébatelo.

    Enmatt se marchó y yo me puse el traje. La verdad se pega bastante al cuerpo, supongo que para tener más movilidad.
    Entré en el salón donde me esperaba Enmatt, que se acercó a mi.

    -Vaya, te queda bien. Vamos a que te vea la princesa.
    -¿¡Qué!? ¿Para qué?
    -Él tiene razón, haría el ridículo -dijo una voz a nuestra espalda al mismo tiempo que nos ponía una mano helada en la nuca a cada uno.
    -¡¡Uaaaah!! -gritamos Enmatt y yo al mismo tiempo que saltamos hacia delante para escapar del frío contacto.
    -¡Daimian! -grité- Te dije que no volvieras a hacerlo.
    -¿Qué sucede, Daimian? -dijo Enmatt con la mano en el pecho, intentando calmar su respiración.
    -Oh, nada. Solo pasaba por aquí.
    .......
    -¡Lárgate! -le gritamos al mismo tiempo que lo sacamos de una patada.
    -Dios, odio cuando hace eso. Parece un fantasma -dije burlonamente.
    -Pues yo me lo he planteado -me dijo siguiéndome la broma.
    -¿Y? -pregunté divertido.
    -¡Es un fantasma!
    -¡Ja ja ja ja! -nos reímos.

    Salimos del pabellón y nos despedimos. Entonces me di cuenta de algo. El pabellón no estaba pegado al palacio, de hecho, estaba a bastante distancia de él. ¿Cómo llegué yo hasta el pabellón si entré por la puerta que Daimian me... Eso era, ¡Daimian! ¡Sabía que esa puerta no estaba ahí antes! De todas formas me dirigí al palacio en busca de Aven. Entré por el portón y vi a Daimian como haciendo guardia en una habitación, así que supuse que Aven estaría ahí dentro. Crucé el umbral de la puerta ignorando sus risitas y me acerqué a ella, que estaba sentada en un escritorio. Cuando me vió, se levantó y se acercó a mi.

    -Vaya -me dijo- si que te queda bien.
    -¿Qué estás haciendo?
    -Oh, bueno. He recibido un mensaje de Sheere, la princesa de Mandala. Está enfadada y quiere verme para desahogarse. ¿Quieres venir conmigo?
    -¡Claro!
    -Bien. Vamos allá.
    -¿Habrá suelo? -dije rodeándole la cintura.
    -¡Ja ja ja! Si, te lo aseguro. ¡Daimian, nos vamos! -Acercó nuevamente el brazalete a los labios y dijo- A Mandala.

    La luz azul nos rodeó y volvimos a desaparecer.

    Continuará...
     
  5.  
    JeremY

    JeremY Guest

    Título:
    Tsubasa Princess Aven
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    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    114
    Re: Tsubasa Princess Aven

    Hola!!
    Te felicito Sheree, para ser tu primer fic la verdad es que esta muy bien.
    Se nota la falta de algunas descripciones y tienes que mejorar un poco la ortografía pero nada grave, la verdad es que tienes una media bastante correcta.
    En el segundo capítulo, los diálogos que estan en negrita y cursiva porqué no se entiende?? Acaso es otro idioma? Causa por estar en otro planeta, otro lugar que tiene su propio idioma??
    Por lo demás espero que lo continúes pronto, mucha suerte :D:D:D
     
  6.  
    sweetsakura

    sweetsakura Guest

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    Tsubasa Princess Aven
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    Comedia Romántica
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    5
     
    Palabras:
    66
    Re: Tsubasa Princess Aven

    Sheree!!
    Al final te animaste jejejeje
    Bueno, decirte que el fic va bien, solo te hace falta un poco más de descripción para detallar las cosas.
    Los diálogos de los personajes se entienden muy bien^^
    Me gustó que sea narrado en primera persona, a ver como lo continúas!!
    Espero leer el siguiente capítulo ;)
    Muchas suerte onee-chan!!
     
  7.  
    Sheree

    Sheree Guest

    Título:
    Tsubasa Princess Aven
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    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    3049
    Re: Tsubasa Princess Aven

    Gracias por su apoyo ^^ y por sus críticas ^^
    Pués si JeremY, es el idioma propio del reino, pero no lo puse a entender ya que está narrado por lo que Ed tampoco lo entendió ^^.


    Bueno, aquí el capítulo 3, espero que os agrade ^^

    Capítulo 3: Viaje a Mandala, la princesa Sheere

    Cuando abrí los ojos estaba rodeado de árboles, árboles y más árboles.

    -¿Pero dónde estamos?
    -En Mandala, el reino del bosque.
    -Oh, ya. Si no me lo dices no me doy cuenta.
    -¿En serio? Te creía más listo, Ed -dijo en tono burlón.
    -Ja, ja, ja. Pero que graciosa.
    -En fin, será mejor que nos pongamos en marcha. Sheere nos estará esperando.
    -¿Nos? ¿No se supone que te estaría esperando solo a ti?
    -No. Le dije que te llevaría conmigo.
    -¿Y si yo no hubiera querido acompañarte?
    -Sabía que dirías que si -dijo empezando a caminar.
    -¡Espera! -dije alcanzándola y caminando a su lado- ¿Seguro que no puedes leer mi mente?
    -¡Ja ja ja! No. Solo veo colores.
    -¿Colores? Ahora estoy más confundido.
    -Verás, si quiero saber como te sientes solo tengo que concentrarme un poco. En seguida veo un color y, dependiendo de cual sea este, se como te sientes. Para nada puedo leer la mente.
    Eso era bueno, de lo contrario tendría que tener cuidado con mis pensamientos. De hecho me entró curiosidad por eso de los colores.
    -Entiendo. Un ejemplo, ¿Cómo se siente esa persona cuando ves el... verde?
    -¿El verde? Bien, pues si es verde está contenta.
    -¿Amarillo?
    -Confusa.
    -¿Rojo? -dije sonriendo maliciosamente.
    -¿Rojo? -me sonrió de la misma manera- ¿Se puede saber en que estás pensando?
    -¿Tú que crees?
    -Mmm... por tu color naranja diría que en algo pervertido.
    -¿¡Eh!? -me sobresalté.
    -¡Ja ja ja ja! Es broma. El naranja quiere decir algo malicioso, pero no pervertido.
    -¿Y bien?
    -Enfado. Si es rojo está enfadada.
    -Así que enfado, ¿Eh? ¿Y el azul?
    -Tristeza.
    -¿Qué tal el rosa?
    -Vergüenza.
    -¿Y si estás alterado?
    -Índigo.
    -¿Mareado?
    -Marrón.
    -¿Marrón, mareado? Vaya. ¿Nervioso?
    -Violeta. ¿Hasta cuándo vas a preguntar colores o estados de ánimo?
    -Es que quería saber si hay algún color que no puedas ver.
    -Hay muchos colores y muchos sentimientos. De todas formas todavía no los he visto todos.
    Deberíamos haber llegado ya... que raro.
    -¿No te habrás perdido, verdad?
    -Ahora era hacia la derecha -dijo girando en ese sentido.
    -¿Aven? ¿Me estás escuchando?
    -¡Ah, claro! Tenía que haber girado dos veces.
    -Admítelo, nos hemos perdido. ¿¡No esperarás encontrar un palacio detrás de un árbol, verdad!?
    -Exacto -dijo apartando una rama.

    Había dado en el clavo. Al otro lado se veía un palacio blanco un poco más amplio que el de Tsubasa, poseía las cúpulas de color melocotón y también una infinidad de ventanas. Pero antes del palacio había un pueblo bastante grande. Nos pusimos rumbo a dicho pueblo y cuando llegamos, la gente nos miró de una forma extraña.

    -¿Es normal que nos miren así? -le pregunté.
    -No.
    -¿Y por qué lo hacen?
    -No lo sé. Averigüémoslo -dijo acercándose a un grupo de personas.
    -¡Espera! -dije alcanzándola.
    -¡Buenos días! -dijo ella.
    -Oh, buenos días princesa.
    -¿Sucede algo malo? ¿Por qué nos miran así? Lo comprendería si fuera la primera vez que vengo, pero no lo es. ¿Es por mi compañero, tal vez?
    -¿Qué? ¡Oh no, princesa! No se trata de eso.
    -¿Qué sucede, pues?-pregunté.
    -Se trata de nuestra princesa -dijo una mujer.
    -El príncipe Kai ha estado aquí hace poco y se pusieron a discutir -dijo un hombre.
    -Que novedad -dijo Aven.
    -Pero esta vez ha sido diferente. Esta vez llegaron hasta el final del pueblo.
    -¿Y qué pasó? -pregunté.
    -Pues que Sheere lo llamó ignorante, Kai se quedó sin palabras y se marchó -dijo Aven como si fuera lo más obvio del mundo- ya te lo explicaré después.
    -Exacto -dijo la mujer asintiendo.
    -Bien, nosotros hemos venido a animarla un poco.
    -Espero que lo consigan, princesa.

    Nos despedimos de ellos y pusimos rumbo al palacio.

    -¿Es que no se llevan bien?
    -No se trata de eso, verás, se la pasan discutiendo cada vez que se ven.
    -¿Pero por qué?
    -¡Porque se gustan! ¿No es obvio? Tú no discutirías con alguien todos los días solo por placer, ¿Verdad?
    -Supongo que no.
    -De todas formas, Sheere siempre gana.
    Llegamos al palacio y antes de entrar me dijo:
    -Por cierto, no le digas a Sheere que yo dije eso.
    -¿Por qué? -dije divertido.
    -Porque lo negaría y porque después me mataría.

    Entramos en el palacio y ya podía escuchar todo tipo de insultos por parte de una voz femenina. Entramos en una sala donde un hombre de aspecto cansado intentaba tranquilizar a una joven de cabello lila y ojos verdes que se paseaba de un lado a otro estrujando lo que supuse que antes era un cojín. La joven vestía un top verde con escote amarrado por detrás del cuello, una falda larga con un corte hasta el muslo en el lado derecho del mismo color y una tiara de flores rosas y azules. Llevaba el cabello sujeto en una coleta alta que le llagaba hasta por encima de las rodillas.

    -¡Ese maldito idiota! ¡Me pone enferma!
    -Cálmese princesa, por favor.
    -¡Es que no lo soporto!
    -¡Hola Sheere! -dijo cantarinamente Aven- ¿Cómo estás?
    -¿Cómo estás? -pensé- es obvio con solo verla. Debe de parecerle divertido.
    -¡Aven! -dijo Sheere acercándose a ella- ¡Creí que no venías!
    -Iré a ocuparme de mis tareas -dijo el hombre.
    -De acuerdo, Rio.
    -Perdona, me retrasé un poco en el pueblo. Has discutido con Kai otra vez, ¿Verdad?
    -Te lo han dicho, ¿No?
    -Sep. Por cierto, Sheere, este es Edward. Ed, ella es Sheere, la princesa de Mandala.
    -Un placer, princesa -dije depositando un pequeño beso en su mano.
    -Solo Sheere -dijo sonriendo- Sentaos, por favor.
    Aven y yo nos sentamos en un sofá y Sheere en otro justo en frente de nosotros. Estuvimos hablando durante un buen rato hasta que un extraño sonido atrajo la atención de Sheere.
    -Oh, permiso -dijo para depués retirarse.
    -¿Qué es ese sonido? -le pregunté a Aven.
    -Auxhd -dijo en ese extraño idioma- Es como un teléfono pero con una pantalla.
    -¿Quieres decir que hablas al mismo tiempo que miras a la persona?
    -Eso mismo.

    Sheere volvío a aparecer en la sala.

    -Era Karen -dijo- Ya lo sabe.
    -¿Lo tuyo con Kai?
    -No, lo de Edward...
    1, 2, 3...
    -¡¡Yo no tengo nada con ese idiota!! -gritó roja de furia.
    -¡Ja ja ja ja! Perdona, es solo que no pude evitarlo. No quería hacerte enojar.
    -Bueno. Parece ser que ya se ha enterado.
    -Genial -dijo sarcásticamente.
    -¿Que sucede? -pregunté.
    -Si Karen lo sabe -dijo Sheere.
    -Lo saben todos -concluyó Aven.
    -Buff, en fin. Debo ocuparme de algunos asuntos relacionados con Sonoga. ¿Por qué no dais un paseo por los jardines?
    -Buena idea -dijo Aven- ¿Vienes, Ed?
    -Claro.

    Salimos del palacio y empezamos a caminar por los alrededores hasta que llegamos al pueblo otra vez.

    -¡Princesa! ¡Princesa! -gritaron acercándose dos niños.
    -¿Qué sucede? -dijo agachándose.
    -¿Es cierto que conoceis a un terrano?
    -Aaah... ¿Os referís a Edward?
    -¿¡Entonces es cierto!? -dijo uno emocionado.
    -Así es.
    -¿Y cómo es? -dijo el otro.

    No pude evitar reirme y me agaché.

    -Yo soy Edward -les dije- es un placer.
    -¿¡Es usted!?
    -Ja ja, si.
    -¡Toma ya! ¡Verás cuando se lo cuente a mi madre!

    Los niños se alejaron corriendo y Aven y yo nos reímos. Seguimos caminando y entramos en un inmenso jardín repleto de flores. Algunas, como las orquídeas, las conocía. Otras no las había visto nunca.

    -Vaya, cuantas flores -dije.
    -Eso es normal. Mandala es el reino de la naturaleza.
    -Oh, visto así es de lo más normal.
    -Oye Ed, no es que no lo crea pero... ¿Estás seguro que quieres ser un soldado?
    -¿Qué? ¡Claro que si! ¿Por qué? No me crees capáz, ¿Verdad?

    Llegamos al medio del jardín, donde había una pista de combate y un par de luchadores.

    -No es eso -me dijo- es solo que será muy duro y... bueno...
    -¡Puedo pelear! ¡Se hacerlo!
    -Me alegra oír eso -dijo uno de los luchadores mientras se acercaba- ¿Por qué no lo intentas?
    -Ed...
    -Claro, ¿Por qué no?
    Seguí al luchador hasta la pista sin escuchar a Aven. Podía pelear y se lo iba a demostrar.
    -Muy bien, el primero que no pueda seguir, pierde.
    -De acuerdo.

    El combate no comenzó muy bien para mi, pues para cuando lo vi acercarse, ya me había pegado un puñetazo que me tiró al suelo.

    -¡Vamos, levántate! -se burlaba- es tu turno. Si puedes darme, claro.

    Alcancé a verla a mi derecha. Su rostro reflejaba una inmensa preocupación pero no podía hacer nada. Yo había aceptado el desafío y no terminaría hasta que uno de los dos no pudiera levantarse. Y así iba a ser. Me levanté y me acerqué corriendo a él, esquivé su ataque agachándome y liberé toda mi fuerza en un puñetazo que impactó debajo de su barbilla y lo noqueó al instante, provocando que se desplomara en el suelo. El otro se acercó corriendo a él.

    -Enhorabuena -me dijo- has ganado.

    Ayudó a su compañero a levantarse y se retiraron.
    Aven se acercó corriendo hacia mi.

    -¡Ed! ¿Estás bien?
    -Si.
    -Estás sangrando -dijo llevándo su dedo índice a mis labios.
    -¡Au! Eso duele.
    -Menudo debilucho -me dijo en tono burlón.
    -¡Ja! Puedes decir lo que quieras, de todas formas he ganado.
    -Ed... yo se que puedes hacerlo. Es solo que el entrenamiento de soldado no va a ser menos duro que esto. Sin contar que será constante. Yo solo quiero que... tengas cuidado. Va a ser difícil.
    -Lo sé. Perdóname, no quería enfadarme.
    Aven me sonrió y después desandamos nuestros pasos.
    -Oye Aven, ¿Por qué estaban entrenando esos dos?
    -¿Uh? Ah, es que en Mandala se celebran torneos de habilidad.
    -¿Qué es eso?
    -Son una serie de pruebas. Hay carreras de velocidad, pruebas de fuerza, tiro con arco... esas cosas. Todos aquellos que quieran participar son bienvenidos. El concursante que gane más pruebas se gana el título del mejor luchador de Mandala y el respeto de los demás.
    -Ya veo. Parece divertido.
    -¡Ni se te ocurra!
    -Ja ja ja, era broma. No te pongas así.
    -Ya me asusté bastante cuando peleaste con uno como para verte contra todos ellos.
    -Lo siento, no quería asustarte.
    -Bueno, ¿Que tal si damos una vuelta por el pueblo?
    -Buena idea.

    Al llegar al pueblo, un grupo de personas se nos acercó. Un anciano hizo una reverencia a Aven y después le dijo:

    -Princesus, ¿Ahori daetto malluhnb tera?
    -
    Ja ja ja -rió ella- Mootoni deras wellna.
    -¡Oho! sare sare, menwalldsa
    -dijo el anciano.
    -Hagare moiure -sonrió Aven.

    El anciano volvió al grupo y se alejaron.

    -¿Qué te ha dicho?
    -Me preguntó por qué un soldado me acompañaba.
    -¿Y qué le has dicho?
    -Que tú no eras un soldado.
    -Vaya, gracias. Creí que confiabas en mi.
    -¿Algún día dejarás que termine de hablar? Le dije que tú eras mi guardaespaldas.
    -Oh, vaya. Perdona.
    -Uff... -suspiró- En fin, no es culpa tuya. No puedes entender el kuroga.
    -¿Kuroga?
    -El kuroga es el idioma principal pero también es el nombre que se le da a la gente de aquí.
    -¿Quiere eso decir que tú eres una kuroga por ser de... Kurogán?
    -Exacto.
    -¿Y cuántos idiomas hay?
    -Bueno, cada reino tiene el suyo pero el kuroga es el principal, es decir, si sabes hablar kuroga no tendrás ningún problema ya que todos lo conocen.
    -¿Y tú cuáles sabes?
    -Bien, se el tsuberu, de Tsubasa. El mendo, de Mandala. El kuroga y el hoell, de Hohensho. Los otros cuatro no los hablo muy bien.
    -Enséñame.
    -¿A hablar kuroga?
    -Ajá -asentí.
    -Bueno... tengo que pensarlo.

    Avanzó unos cuantos pasos y depués se detuvo. Se volteó y me dijo:

    -Muy bien. Te enseñaré.
    -¿De veras?
    -Ajá -asintió.
    Yo sonreí y me acerqué a ella.
    -¿Cuándo? -le pregunté.
    -Mmm... no sé. ¿Mañana?
    -Muy bien. ¿Prometido?
    -Lo prometo -dijo sonriendo.

    Después volvimos al palacio y nos despedimos de Sheere. Regresamos a Tsubasa y hasta que anocheció me ayudó a memorizar dónde estaban las habitaciones, la sala, la cocina... A la noche ya conocía el palacio de Tsubasa como mi propia casa. Como no tenía sueño, salí al balcón sin hacer ruido para que Aven no lo escuchara. La pared debía de ser bastante delgada si había tan poca distancia entre los dos balcones. De todas formas no sirvió de nada pues ella ya estaba despierta.

    -Aven... ¿Tú tampoco puedes dormir?
    -No.
    -Ya veo. Es una noche preciosa, ¿No crees?
    -Si, lo es. Pero aquí todas son así.
    -¿Hablas en serio? No me irás a decir que aquí no llueve, ¿Verdad?
    -Jajaja, claro que llueve. Pero el cielo no oscurece.
    -Vaya. Mejor porque no me gusta la lluvia.
    -Jajajaja.
    -¿Qué?
    -Perdona -dijo mirándome- es que me hizo gracia.

    Entonces pude notarlo mejor que aquella vez. Sus ojos emitían un leve aura azul que los hacía brillar de una manera sobrenatural. Me quedé un buen rato contemplándolos.

    -¿Qué ocurre? -me preguntó- ¿Por qué me miras así?
    -Porque eres preciosa -pensé- Te brillan los ojos.
    -Oh, eso. Herencia de mi padre, jeje.
    -Tienes unos ojos preciosos -dije sin pensar.

    No se movió pero miró hacia otro lado al mismo tiempo que se sonrojaba notablemente. En ese momento sus ojos brillaron más. Aluciné por unos momentos. Parecía que reaccionaban según sus emociones.

    -Mañana empezaremos con tus clases -dijo de repente.
    -¿Clases?
    -¿No querías aprender kuroga?
    -¡Ah! Claro que si.
    -Bien -dijo bostezando- creo que me dio sueño. Hasta mañana, te esperaré en la sala.
    -De acuerdo. Buenas noches.

    Aven entró en su habitación y yo me quedé un rato más afuera, viendo las estrellas. Después entré a mi habitación y me tumbé en la cama para dormirme después.
    A la mañana siguiente me vestí el uniforme y, después de desayunar, me dirigí a la sala en su busca. Aven estaba de pié, viendo a través de la ventana. Llevaba una camiseta azul clara de manga corta y una falda corta de color blanco. Me acerqué a ella hasta estar a su lado y le dije:

    -Si que eres bajita.
    -¡Oye! -dijo elevando el rostro para mirarme- No te metas con mi altura.
    -¡Jajajaja! Es que es cierto, solo fíjate.

    Coloqué mi mano derecha encima de su cabeza y la izquierda sobre la mía.

    -¿Lo ves? Tenías dieciséis, ¿Cierto?
    -Cierto. Y como tú tienes diecisiete es normal que seas un poco más alto -dijo llena de razón.
    -¿Un poco? Yo juraría que te llevo bastante.
    -No te pases. ¡Touya es más alto!
    -¿Touya?
    -El príncipe de Otatori, ya te lo presentaré. Bueno, estamos aquí para comenzar con tus clases, ¿No?
    -Si.
    -En ese caso empecemos.

    Nos sentamos en el sofá y ella me dijo:

    -Empezaremos por algo fácil. Bien, repite. Luhma.
    -Luhma.
    -Minna.
    -Minna.
    -Niro.
    -Niro.
    -Xyatu.
    -Xyatu.
    -Vinna.
    -Vinna.
    -Shura.
    -Shura.
    -Y diane.
    -Diane.
    -Eso es, muy bien.
    -¿Qué significa?
    -Son los días de la semana. Ahora di: Asshiond waette niro.
    -Asshiond waette niro.
    -Estupenda pronunciación. Y tienes razón, hoy es miércoles.
    -¿He dicho eso?
    -Si, así es.
    -Ja ja.
    -¿Es posible que haiga algo que quieras saber decir en kuroga?
    -Bueno... pues...

    De repente, Daimian entró en la sala.

    -Princesa, lamento interrumpiros pero ha llegado un mensaje de Mandala.
    -¿Qué sucede?
    -La princesa Sheere desea veros. Parece bastante enfadada.
    -De acuerdo. Vamos, Ed. Lo dejaremos para después.
    -Muy bien -dije rodeándole la cintura.
    -Bye bye, Daimian -dijo sonriendo- Al palacio de Mandala.
    Aparecimos delante del palacio de Mandala al instante.
    -¿Por qué no hiciste esto antes? Podíamos habernos evitado hacer de excursionistas por el bosque.
    -La verdad... no se me ocurrió -dijo sacando la lengua.

    Entramos en el palacio y encontramos a Sheere en la sala. Parecía estar histérica.

    -Sheere -dijo Aven- ¿Qué te pasa?
    -¡Ese idiota me pasa!
    -¿Ha estado aquí otra vez?
    -¡Si! ¡Maldito ignorante!
    -¿Y ha pasado algo más aparte de eso?
    -Ese repugnante se ha dejado su capa -dijo señalando hacia el sofá- Y como yo no pienso llevárselo y no quiero verlo aquí otra vez me preguntaba si tú podías llevárselo.
    -Claro, se lo llevaremos, no hay problema.
    -Gracias a los dos. Es que no lo soporto.
    -Lo sé, Sheere -dijo sonriendo maliciosamente- Lo sé.

    Salimos del palacio con la capa granate y Aven me dijo:

    -Ahora vas a conocer a Kai, ¿Listo?
    -Listo -dije colocando mi mano izquierda en su cintura.
    -Bien -dijo acercando el brazalete a los labios- A Katonshashi.
     

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