Microrrelato Triste otoño.

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Fue para el concurso, Escritos de Otoño. ​

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Triste otoño.​

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El líquido vino tinto que contenía el cristal de la copa, poco a poco fue cediendo y salpicando en el pálido rostro de Daniel. Alicia se estaba vengando.​

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―Y eso, es por lo que me hiciste ―sus palabras fluyeron con dolor, quería alejarse rápidamente de allí, él le hacía tanto daño―, espero que aprendas que conmigo nadie juega.​

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―Ya veras, me pagarás ésto niña…​

¡No podía olvidarlo! Ya habían pasado dos otoños desde que esto me había pasado, y aún lo recordaba, aún me dolía. Ese tonto no se iba de mi mente, seguía ahí, dentro de mi mente, mi corazón…dentro de todo.

Me hacía daño, todo de él, todo. Ni las hojas más bellas color terrosas, podían hacerme olvidar de Daniel.

¿Qué hacer en un otoño? ¿Qué hacer con dolor? Recordar todo y lamentar lo que hice…estar aquí, sola y aburrida. Con el alma vacía, y los sentimientos hechos añicos; como un jarrón al caer.

Pasar las hojas de un libro y ojearlo, tampoco me servía. Nada, todo era en vano, todo era inútil.

La culpa era mía después de todo, yo había confundido las cosas, yo lo había hecho enojar. Todo era yo, y yo hacía cosas malas.

―Él no te engaño, Ali ―confesó Elizabeth muy insegura―. Perdóname, no quise…​

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―¿No quisiste?, ¡lo hiciste, y es lo que importa!​

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Y más recuerdos llegaban. ¿Quién se encargaba de los recuerdos? Abro la ventana y pienso muy confusamente. La lluvia ya no viene, sólo hojas caen, haciéndome sonreír.​

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Olvidar era lo mejor, y si no podía olvidar; podía ignorar.​

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¿Ignorar? ¿Acaso no era eso lo que siempre hacía? Sí, eso era lo que hacía. Mentir, engañar y fingir; nada bueno para nadie. Tic toc…el reloj avanza. Por favor, que venga alguien y me suba el ánimo. ​