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    linaeinu

    linaeinu Entusiasta

    Tauro
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    Tráfico :::
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    Tráfico :::

    Prefacio:

    “Arrebatar una vida por dinero y poder es lo mas desagradable, bajo e inhumano que una persona puede llegar a hacer.
    Podrán robar dinero, joyas y propiedades sin arrepentimiento alguno, son criminales sin escrúpulos. Van por el mundo cometiendo maldades, disfrutando del dolor de los demás.
    ¿Quiénes son?
    Simples seres humanos perdidos en su miseria.
    Pero una persona que roba vidas…
    Monstruo es lo único que llegara a ser.”​

    Lina Zaes​





    INTRODUCCIÓN​


    Estaba cansado de escuchar lo mismo cada vez que se encontraba con sus tíos.
    Todo el tiempo la misma plática sobre su futuro, sobre como lo mejor era casarse con una mujer de familia noble y rica como la suya y así poder tener algo por que vivir…

    Suspiró sintiendo su frustración de siempre. Cada vez que eso sucedía salía de la casa y se escondía en los jardines de la mansión. Tenía un lugar preferido al que le gustaba ir a relajarse y descansar cuando sentía que su vida se iba por el caño si no encontraba una manera de hacer entender a sus tíos que se casaría cuando estuviera listo.
    Lo cuál en esa semana le pasaba muy seguido. A veces creía que ellos lo querían obligar a casarse no importándoles lo que el quisiera, como si su insistencia tuviera otras intenciones, como si quisieran deshacerse de el…

    Sacudió su cabeza ante esa idea tan ridícula, ellos lo querían mucho, habían cuidado de el desde que sus padres murieron en un accidente de auto dieciocho años atrás, se habían convertido en sus tutores y su única familia.
    Los amaba, eso no estaba a discusión. Pero tenía que admitir que en momentos como ese deseaba no tenerlos con el.

    Lo desesperaba tanto su insistencia por conseguirle una esposa que estaba considerando seriamente el buscarse una chica y presentarla como su novia para ver si así lo dejaban tranquilo.
    Además, ya no estaba en edad de que el buscaran una mujer.
    ¡Tenía veintiocho años por todos los cielos!

    Era un adulto maduro y responsable. “Demasiado maduro…”- recordó que su tío Onigumo le había dicho una vez.
    Que a las chicas les gustaban los hombres jóvenes, y que a la edad que tenía sería muy difícil encontrar a una mujer que lo encontrara atractivo.

    De nuevo suspiró. Se estiro en el césped y miró al cielo, ese lugar siempre lo tranquilizaba. Recordaba como se escondía ahí cuando jugaba con su padre, el juego terminaba de la misma forma. El siempre ganaba ya que su padre se desesperaba tanto al no encontrarlo que terminaba llamándolo para que saliera.

    Sonrió sintiendo nostalgia, lo mejor era regresar antes de que sus paranoicos tíos llamaran al FBI al pensar que fue secuestrado…
    Soltó una risita al imaginarlo, eso era digno de sus tutores.
    -Inuyasha al fin apareces…- la voz de Naraku, reconoció el chico que hablaba a lo lejos.- Sabes que no nos gusta que te desaparezcas así jovencito.
    -Lo se Tío Naraku…- se disculpó el sonriendo.
    -Ya no eres un niño pequeño Inuyasha…- escucho que otra voz le decía, o mas bien lo regañaba.
    -Que bien que te des cuenta de eso Tío Onigumo.- afirmo el chico.- No soy un niño al cual puedan obligar a casarse con cualquiera, me casare cuando me sienta listo, no cuando ustedes decidan.- les aclaró a ambos entrando a la casa.

    Ellos lo miraron sorprendidos. No por lo que les había dicho, ya que eso de “Ya soy un adulto” era rutinario. Si no por la forma en que lo dijo, como si tratara de convencerse a si mismo de eso.
    -¡Detente ahí Inuyasha!- dijeron ambos.

    Pero el chico no los obedeció, alzó su mano diciendo adiós y corrió a subir las escaleras.
    -Este muchacho…- susurró Naraku.
    -…Nos volverá locos.- finalizó Onigumo.

    Pero no parecían enojados, mucho menos, ambos sonreían, una sonrisa un tanto maliciosa, al parecer algo de lo que les había dicho su sobrino les había gustado.
    Se podía ver, por sus miradas, como un plan no precisamente bueno comenzaba a formarse en la cabeza de esos hombres.
    Sería muy sencillo.- se decían.
    Después de todo no era la primera vez que harían eso.

    ///​

    A las 7:00 a.m. comenzó a sonar una alarma, el televisor se encendió inundando la habitación con un ruido estruendoso, ya que esa era la única manera en que la pareja podía despertarse.
    -Vamos Kagome…- la llamaba el chico.- Es hora de despertar floja…

    Pero la chica no despertó, era increíble, todo ese ruido y no se había movido ni un centímetro.
    -Kagome…- volvió a decirle, toco su hombro y la movió un poco, nada, ella aun dormía. Sabía que no funcionaria eso, sonrió al darse cuenta que todos los días era lo mismo. Le encantaba esa rutina en la mañana, no se arrepentía por haberle pedido que se mudara con el, amaba a esa chica con todo su corazón así ella durmiera todo el día y despertara de noche.

    Se levantó de la cama, apagó la alarma y bajo el volumen de la televisión. Cambió de canal a las noticias, sabia que saldría algo relacionado con el caso que estaba resolviendo con su equipo.
    Llevaba ya cuatro años siendo policía, a sus veintitrés años esperaba deseoso que le dieran el puesto de detective que tanto quería y sabía que si lograba resolver ese caso lo iba a obtener.

    Entró al baño a ducharse mientras su novia se levantaba, escuchó como ella le subía el volumen a la televisión, sonrió al saber lo siguiente que haría, entraría a la cocina a preparar el desayuno.
    Salió apurado al momento que su nariz percibió el delicioso olor a jamón frito y jugo de naranja.
    Ella lo recibió con un bostezo que oculto bajo su mano, el sonrió complacido, definitivamente le encantaba esa rutina. No quería que acabara nunca.
    -Buenos días dormilona…- susurró el acercándose a la chica. La abrazó por la espalda y beso su cuello.
    -Serian buenos a las diez…- gruñó ella bostezando de nuevo.- Pero hoy es lunes y tengo clases y trabajo…- se lamento.
    -Lo se, yo también tengo que trabajar.- sonrió al escuchar como ella hacía un puchero.- Encontramos mas pistas sobre los sujetos que escaparon…

    Ella suspiró. No le gustaba que Kouga trabajara en un lugar tan peligroso. Cada día temía que no regresara, sabía que el mundo allá afuera no era color de rosa. Había mucha gente desquiciada que solo vivía para propagar la miseria y el sufrimiento.
    -Sigo insistiendo que deberías buscar otro trabajo…- susurro ella separándose del chico. Fue a la mesa y se sentó.

    El la miró haciendo una mueca. No quería iniciar la discusión diaria de cómo era muy peligroso su trabajo, sabía que siempre terminaban enojados. Kagome parecía su esposa, toda una esposa regañona y malhumorada, sonrió. Aunque entendía que la chica se preocupaba mucho por el.
    -Cariño…-la llamó sentándose a su lado.- Se que no quieres pelear, yo tampoco.- la miro sonriendo.- Te prometo que si encuentro otro trabajo que me guste dejare este al instante…

    Ella sonrió disfrutando su victoria, le saco la lengua y comenzó a comer.

    Kouga suspiro aliviado. No estaba seguro de poder cumplir esa promesa, además no creía encontrar otro trabajo que le diera tanta satisfacción como lo hacía ese cada vez que atrapaba a un ladrón o a un violador. Libraba al mundo de su escoria y le encantaba hacer eso.
    Tomó el control remoto del televisor y comenzó a comer junto a ella. Pero un anuncio llamó mucho su atención.

    “-Esta mañana se reportaron mas casos de secuestro.- comenzó a decir la reportera.- Hasta la fecha en nuestro país ya van doscientos desaparecidos en su mayoría mujeres jóvenes y niños, lamentablemente no se ha encontrado a ninguno de ellos. La policía se esta haciendo cargo pero, ¿Cuántas personas mas serán sacadas de sus vidas antes de que estos “Hombres de la ley” puedan detenerlos? Mas detalles a las once…”

    -Idiotas…- susurró el chico apagando el aparato.- ¿Qué saben ellos de cómo atrapar a un criminal? No es solo salir a la calle y preguntar por ellos…- gruñó comiendo rápido.

    Kagome lo miraba aguantando la risa. Cuando se ponía así le recordaba cuando eran niños, el siempre ha tenido ese carácter. Sobre todo por la forma en que se ponía a comer cuando algo lo molestaba.
    -Lo se cariño…- sonrió ella.- Ellos no saben, tu si, demuéstraselos.- lo animó.
    -Lo haré Kagome, lo haré.- aseguró el comiendo mas rápido.

    Ella soltó una risita y se levantó.
    -Pareces un niño cuando comes así…
    -Es que no soporto que nos critiquen solo por tener algo de que hablar…- gruñó de nuevo.
    -Ya lo se…- dijo ella dejando los platos en le lavadero.- Se que lo harás.- vio la hora.- Pero me cuentas después por que tengo clases.

    El la miró sonriendo, termino su comida y llevo los platos a la cocina.

    Al estar ya listo con su uniforme y arma bien cargada salió a la sala.
    -¡Santo cielo Kouga!- le grito ella.- Te he dicho que no quiero que cargues esa cosa dentro de la casa.- dijo ella refiriéndose al arma que el chico traía en la mano.
    -Lo siento Kagome.- sonrió.- Pero un policía no es nadie si su nueve milímetros…
    -idiota…- susurro ella agarrando su bolso.- Recuerda que el que llegue tarde lava los platos.- le saco la lengua.
    -Espera…- la detuvo.- ¿Tan molesta estas por que sacara mi arma que ni un beso me piensas dar?- hizo una cara de tristeza.

    Kagome lo miro sonriendo. Cada vez que ponía esa carita de perrito la hacía reír a carcajadas. El creía que con eso conseguiría lo que quisiera, pero la realidad era otra.
    -Adiós cariño…- le dijo ella al oído antes de apartarse y salir corriendo a su escuela.

    Kouga la escucho y sonrió como un bobo. Sabía que la haría pagar por esa travesura.
    Pero por ahora se concentraría en tres cosas. Su trabajo en primer lugar, quería a toda costa ese puesto de detective. Iría por el anillo que pensaba darle a Kagome esa misma noche, quería hacerla su esposa, y lo otro era no llegar tarde, definitivamente no quería lavar los platos…

    ///​

    -Tenemos que hacer algo pero ya…- la voz de su hermano lo hizo sonreír.
    -Claro que lo haremos, no te preocupes Naraku.- lo miro tomando su celular.- Solo es cuestión de que llame a unos cuantos amigos…- termino el marcando un numero desconocido. Su sonrisa aumento cuando hubo respuesta.- Ya había pasado tiempo… lo se.- hablaba el hombre.- ¿Es obvio el motivo de mi llamada no crees?
    -Dile que necesitamos a una desconocida.- susurraba el otro emocionado.

    Onigumo le decía las indicaciones a la persona misteriosa que hablaba con el. Después de unos minutos colgó el teléfono y miró a su gemelo.
    -Esta hecho…- sonrió.- Lo único que tenemos que hacer es elegir a nuestra futura nuera…

    ///​

    Kagome salio corriendo del departamento, una sonrisa traviesa adornaba su hermoso rostro. Se sentía poderosa al haber dejado así a Kouga, aunque se lo merecía. Tenía dos años insistiéndole para que dejara ese horrible trabajo. Sabía que no sería fácil. A Kouga le encantaba poder perseguir y disparar a los criminales.
    Suspiró. Camino por las calles hacía la parada del autobús.
    Estaba tan concentrada en como hacer para que su novio olvidara ese empleo que no noto a los dos hombres que la miraban desde lejos.

    Por supuesto que no los había visto. Ellos estaban dentro de un coche negro, los vidrios oscuros. Ambos sonriendo, evaluando a la chica. Considerándola como su futura nuera. Pero había tiempo, se decían. La cuidad estaba repleta de chicas hermosas. Suspiraron y continuaron observando a las candidatas. Sonrientes, fumando un puro, acechando, como un cazador y su presa.

    La chica subió al autobús aun pensativa. Le quedaba media hora de viaje todavía para llegar a sus clases. Saco su mp3 y se tranquilizo escuchando música. Eso era lo único que la calmaba, así estuviera triste, enojada, deprimida o desilusionada, no había mejor calmante para ella que escuchar su música favorita. Salvo claro, una buena taza de café con leche.
    Se sentía confundida. Kouga la amaba, lo sabía. Pero ella no estaba segura de cuanto lo quería a el. Era difícil ya que no puede compararse el amor que sientes hacía un hermano al de un novio.
    Pero ella había crecido con el chico, lo conocía a la perfección. Y cuando el le pidió ser su novia, le había dicho que si por que lo quería muchísimo, pero no lo amaba.

    Trató de darle tiempo a su relación. Pensaba que el sentimiento crecería, solo tenía que se paciente.
    Pero llevaba ya dos años y medio esperando y las cosas seguían igual.
    Aceptó mudarse a su departamento pues no quería desilusionarlo, además se sentía a gusto viviendo con el. Kouga la cuidaba y se había convertido en su única familia.

    Pero había algo que no se permitía pensar. Aunque le diera vergüenza admitirlo y mas frente al chico.

    Sabía que parte de la incomodidad e insuficiencia que sentía en ocasiones se debía a que no existía esa chispa de deseo que por lo general sientes cuando estas con tu novio. Sabía que faltaba el deseo en su relación y que esa era la razón por la que no se había acostado con Kouga. Que no bastaba que la entendiera y que muriera por ella, que no bastaba que en sus fracasos se refugiara en el.
    ¿Y que pasa ahora?

    Estaba considerando dejar al chico. Creyó que el tiempo se haría cargo del fin, y si no fuera así, ella seguiría jugando a hacerlo feliz…

    Bajo del autobús con ojos llorosos. ¿Cómo fue su mañana tranquila y divertida se había convertido en una lista de lo que faltaba en su relación con Kouga?

    Sollozó sintiéndose miserable, Kouga no se merecía lo que estaba pensando hacerle.
    Talló sus ojos para que las lágrimas no salieran. Caminó pensando en sus palabras, le faltaban unas cuantas calles para llegar, podía ver el edificio sede de la universidad a los lejos.
    Sabía que todo se arreglaría cuando despejara su mente, y que mejor que un largo y laborioso día de escuela.

    ///​

    -Sin duda es ella…- susurraron al mismo tiempo los hombres con una sonrisa, habían encontrado a la chica indicada para ser la esposa de su sobrino. Les habían llevado el informe de cada chica. Y ella era perfecta, 20 años, no tenia familia, y al parecer la única persona que la conocía era su novio… no era rica, no tenia nada mas que el lugar donde vivía. Pero ellos se encargarían que en sus “nuevos papeles” dijeran que ella venia de una familia noble.

    El mayor de los hombres hizo una seña con su mano a uno de sus subordinados, el sujeto se acerco al auto y espero la orden.
    -Ella…- indico el con su dedo.- Que sea rápido, usen a la anciana…- termino el cerrando el vidrio, miró a su hermano que le ofrecía una copa de champaña. Brindaron por la futura pareja, por el matrimonio que arreglarían. Pero sobre todo por el dinero que obtendrían cuando eso sucediera.

    ///​

    -Debo dejar que las cosas sigan su curso…- se decía la chica tratando de convencerse, aunque sin lograrlo. No sabía que era peor. Seguir engañando a Kouga de esa manera, o ser honesta con el y contarle la verdad, aunque ninguna de las dos le gustaba.
    ¿Por qué no había una opción que tuviera un final feliz sin corazones rotos?
    Cualquiera que ella escogiera haría sufrir al chico.
    -¿Por qué tiene que se todo tan difícil?- se preguntaba aun caminado, por un momento no recordaba a donde se dirigía. Se debatía en contarle o no la vedad a su novio. Por mas que lo quisiera no podía seguir mintiéndole. Se había decidido.
    Le diría la verdad a Kouga, se dijo ella sintiendo valor. Sería honesta y le diría que no lo amaba…
    -¡Auxilio!- escucho que alguien gritaba.- ¡Ayúdenme por favor!- la voz siguió diciendo. El grito tan desesperado la sacó de sus conclusiones, miro la calle buscando a quien pedía ayuda pero no veía nada.
    -¡Por favor ayúdenme!- grito de nuevo la voz, ella la localizó. Los ruidos venían de un callejón. Pudo ver no muy lejos como una mujer gritaba tratando de sacarse un bloque de cemento que le había caído encima, la mujer lloraba y gritaba a los cuatro vientos. ¿Cómo era posible que nadie la escuchara?
    Se olvido de eso, llegó donde la chica y le sonrió para tranquilizarla.
    -No se preocupe…-la calmó.- Yo la voy a ayudar…

    La mujer le sonrió, había dejado de gritar.
    -Muchas gracias señorita…- dijo ella.- No se que habría hecho sin usted…

    Kagome le sonrió de nuevo, levanto el bloque que extrañamente no era tan pesado como ella creía. Aunque debía entender que una mujer de la edad de la señora no podría con eso sola.
    Cuando la liberó de su prisión la ayudo a levantarse.
    -¿Se encuentra usted bien señora?
    -Si querida, muchas gracias…- sonrió de nuevo.
    -Me alegra, espero que tenga mas cuidado, no es seguro pasar por estos callejones aun si es de día.- le dijo ella viendo como al mujer sacudía su ropa, viéndola bien no era tan mayor.
    -Tienes razón querida.- la llamo ella.- No es seguro caminar por estos lugares…- dijo lo ultimo tan bajo que ella apenas pudo oírla, no pudo entender ese tono, a demás, ¿su voz era distinta?
    -Bueno, como ya se encuentra bien me retiro…- se despidió la chica con su mano, caminó a la salida de ese túnel de oscuridad, comenzaron a darle escalofríos, no sabía por que paso pero comenzó a caminar mas rápido sin darse cuenta, algo le decía que tenía que salir de esa oscuridad lo mas pronto posible. Volteó hacía atrás para ver a la señora pero ella ya no estaba allí.

    Eso solo hizo que un miedo frío y seco se apoderara de su cuerpo. Estaba a punto de llegar, escuchaba el bullicio del tránsito y a los peatones caminando, saldría en unos segundos.
    Vio como alguien entraba al callejón dirigiéndose a ella, la persona se paro frente a la chica, ella se detuvo rápidamente, sabía que eso no podía significar algo bueno.
    -Estas calles son muy peligrosas señorita Higurashi…

    Escucho la chica que la voz le decía, giró para correr al otro lado pero chocó con otro hombre que le acosaba por la espalda. La atraparon y cubrieron su boca con una mano, ella no podía ver sus rostros, no hacían ningún sonido. Ni siquiera forcejearon con ella. La chica estaba paralizada, escuchó pasos detrás de ella, alguien se estaba acercando, vio con asombro como la mujer que había salvado la miraba con una sonrisa, tomo su cuello bruscamente. Ella comenzó a llora por el miedo. La mujer le enseño una jeringa con un liquido transparente goteando de la aguja, ella intento gritar con todas sus fuerzas al momento que sentía como el metal punzante entraba en su piel, y después de eso todo se volvió oscuro, tan oscuro como el túnel en el que se encontraban.

    ///​

    Kagome despertó sintiendo náuseas. Aun no abría los ojos pero ya no estaba dormida, se levanto lentamente, pero sintió que algo la tenia tomada de la cintura. Abrió los ojos asustada, la habitación estaba iluminada un poco, al parecer todavía no amanecía.
    Vio de nuevo el brazo que la sujetaba con fuerza, no supo por que eso no la asusto. Lo retiro despacio para no despertar a la persona.
    Se bajo de la cama y al estirarse el mareo no disminuyó. A demás le dolía mucho el cuerpo, los brazos, las piernas, algo le ardía en el cuello, sus pechos también se sentían adoloridos, y su entrepierna…

    Al ver su cuerpo, casi grita del susto. ¡Estaba desnuda!

    ¿Cómo era posible eso?

    Shockeada tomo una sabana que colgaba de la cama para cubrirse, pero al hacer eso descubrió al hombre que estaba dormido del lado izquierdo de la cama, completamente desnudo. ¡Podía ver perfectamente su trasero!
    Avergonzada tomo otra sabana y lo cubrió, miro su rostro y le sorprendió ver que sonreía, no estaba despierto, bueno, esperaba que no, se sentía demasiado confundida como para una confrontación. Intentaba recordar quien era, pero no pudo, camino buscando el baño pero casi tropieza con algo que estaba en el suelo.
    Observo como al ropa que hizo que estuviera a punto de caerse no era si no un vestido de novia, y al lado las partes de un traje de gala negro. Parpadeó impresionada, no sabía que ocurría ahí.
    Siguió caminando y observando la habitación, podía escuchar el mar muy cerca, ¿en donde se encontraba?- se preguntó un poco alarmada.

    Le llamo la atención un pastel enorme que yacía arriba de una mesa al otro lado de la habitación, sin duda era de bodas, la figura que traía encima no decía feliz cumpleaños. Se acerco a verlo y lo probó. Chocolate negro, su favorito.

    Intento recordar pero las náuseas le ganaron, corrió al baño y vomitó varias veces, no sabía que le estaba pasando, quería saber por que se sentía tan confundida, se hecho agua a la cara y mas sorpresas descubrió al verse, su rostro aun llevaba maquillaje, a demás traía el cabello alborotado. Pero podía notar como en algún momento lo traía arreglado de una forma muy elegante, en su cuello estaba una aureola roja dándole los buenos días al resaltar en su blanca piel, eso era lo que le ardía. Vio sus pechos y su abdomen, tenían marcas de manos. Y en su entrepierna…
    Ni siquiera quiso mirar.

    Lavo sus manos y vio un destello bajo el agua. Levanto el brazo para ver eso que brillo. Comenzó a temblar de repente. Era demasiado…

    El despertar de esa manera, el hombre que compartía su cama, ella estaba desnuda y el tipo también. Las marcas en su cuerpo, el vestido de novia, el traje de gala, el pastel en la mesa, el ardor en su entrepierna. Y ahora esto…
    ¡Un anillo de diamantes yacía en su mano izquierda!

    Salió del baño atónito. Algo de lo que pasaba no le gustaba. Estaba casada con el hombre que dormía, eso era más que obvio, ¿pero quién era él? Tenía que recordarlo. Ella no se casaría con un desconocido. Pero entonces…
    ¿Por qué no lograba recordar nada?



    ///

    Hola a todas!! ( y todos si es que hay xD)

    aqui les dejo mi fic espero que les guste, esta recien sacado de mi maniatica czbeza,
    plis dejenme sus opiniones y em...

    DISFRUTEN!! *w*​
     
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    Circe

    Circe Usuario popular

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    Re: Tráfico :::

    noooo!! qe le hicieron a kagome?? pobre kouga :( xD jeje
    me gusto mucho el cap, bien narrado ii largo
    parece interesante,, jeje,, quiero conti!!
    me voii yendo... me podrias avisar cuando este la conti?? :D jeje suerte!!
     
  3.  
    linaeinu

    linaeinu Entusiasta

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    Re: Tráfico :::

    CAPITULO 1


    Prefacio:

    “A veces vemos algo que no es real. A veces creemos en algo que no existe.
    Nos convencemos que pensando de una forma todo se resuelve, y sin darnos cuenta nos hundimos en la ignorancia.
    Para nuestros ojos todo es puro y brillante. Creemos que estamos a salvo y que el mundo está en paz. Creemos en un futuro que nunca llegara, creemos en la realidad que no existe. Y en una confianza que no podemos poseer.
    Abre los ojos. Observa tu mundo. La ilusión no es para siempre. Aunque no quieras algún día deberás enfrentarte a la realidad por más cruel que sea…”


    Lina Zaes



    “El fantasma del abandono crea por si solo su propia realidad…”


    Gabriel García Marques




    Era de noche cuando los hombres regresaron a casa. Pasaban las tres de la madrugada y venían un poco tomados. Aunque muy felices. Su plan había funcionado a la perfección. En ese momento su sobrino estaría llegando a la cálida isla de Okinawa con su joven esposa.
    Sin duda alguna lo había conseguido, firmarían los papeles en unas horas y así poder al fin tomar posesión de la herencia de Inuyasha
    -¡Felicidades a la nueva pareja!- gritaba sonriendo Onigumo. Levantaba su copa llena y sorbía con avidez.
    -¿Crees que la chica recuerde algo?- inquirió Naraku con un toque de preocupación. Su hermano se había pasado de copas, podía ver como se balanceaba de un lado a otro.
    -Tonterías…- hipó el hombre. Trato de mirarlo pero no enfocaba su vista.- Esa chica esta tan drogada que no va a saber cuánto son dos más dos…- susurró el empinándose la copa hasta el fondo. Sintiendo como el líquido dorado entraba a su cuerpo.

    Naraku lo miro suspirando. Siempre se ponía así cuando bebía. Sabía que en cualquier momento caería al suelo y despertaría con una resaca espantosa.
    Salió de la sala fue rumbo a su habitación. No dudaba de su hermano, pero aun así no podía evitar pensar que tal vez la idea de estar dándole a la chica esas pastillas constantemente para mantenerla en la ignorancia no era tan buen plan como habían pensado.
    Eso podría traer varias consecuencias. Una de ellas sería, que en dado caso el efecto de las drogas disminuyera y ella lograra recordar aunque sea un poco de su vida, diciéndole a su sobrino lo que ellos le habían hecho. Eso acabaría con su plan.
    O peor.- se dijo el.- Que Inuyasha decida llevarla al hospital por una sobredosis de “medicamentos” que bien podía sufrir la chica. Ahí se descubriría todo y él se daría cuenta que nosotros la drogábamos y lo engañamos todo este tiempo…

    Sacudió su cabeza tratando de calmarse. Tenía que pensar en un plan de soporte. Ellos no regresarían hasta dentro de dos semanas, así que tenía tiempo de sobra para pensar en cómo arreglar los cabos sueltos que tenía su maravilloso plan.

    ///

    Inuyasha dormía mientras soñaba cosas extrañas. Tuvo el presentimiento que algo andaba mal. Además no sentía a Kagome en la cama.

    Abrió los ojos con pesadez, la noche o más bien las horas que habían pasado lo dejaron exhausto. No podía creer que estuviera casado.
    Hasta ese momento no había entendido a lo que sus tíos se referían cuando decían “Tener algo por que vivir”.
    Y eso era lo que sentía. Ahora tenía su razón para vivir, a su esposa.
    Se sentó en la cama y no vio a Kagome allí. Parpadeó aun somnoliento y se estiro perezosamente. Creyó que la chica estaría en el baño.

    Se levantó y retiro las sabanas de la cama. Sonrió al ver la ropa regada por todo el suelo de la habitación. Entro al baño pero no la encontró. Se le hizo extraño.
    Pasó a la sala de estar y vio un bulto blanco en el piso. Se acercó asustado y al ver que era soltó un grito. ¡Kagome estaba desmayada en el suelo!

    La tomo en sus brazos y la llevo a la cama. Sus tíos le habían dicho que a ella e pasaba eso con frecuencia y él lo había visto con anterioridad. También sabía que solo había una forma de que ella despertara.
    Corrió en busca de sus maletas, tomo una que llevaba artículos de aseo personal y saco una caja metálica. Lo abrió y saco una jeringa ya lista para usarse. Un extraño líquido azul brillaba dentro de este. El chico paso una mota de algodón alcoholizada por el cuello de la chica y le inyecto su medicina.

    Espero. El efecto tardaba unos minutos, acaricio su rostro con delicadeza, se veía tan tranquilo cuando dormía.
    No podía creer que esa hermosa mujer lo aceptara como su esposo.
    A él. Que era tan diferente a los demás hombres. Que era malhumorado y escéptico. Que era tan engreído y un celoso maniático. Que no confiaba en nadie. Pero más le sorprendió que no le molestara lo más importante.
    Que era ocho años mayor que ella.
    Suspiró al ver como la chica posaba esos hermosos ojos ocre sobre él. Ella sonrió como si solo hubiera estado durmiendo. Kagome acaricio su mejilla y suspiro.
    -¿Me volvió a pasar verdad?- pregunto ella sonriendo.
    -Si…- respondió el chico.- Ay Kagome, me diste un susto horrible, cuando desperté no estabas en la cama.- sujeto su mano que aún lo acariciaba.- Te busque en el baño y después en la sala, y te vi desmayada en el suelo envuelta en esta sabana…

    Ella parpadeó. No recordaba nada. Si había llegado hasta la sala no sabía cómo lo hizo. Sus últimos recuerdos eran de hace unas horas cuando se entregó a Inuyasha…
    Se sonrojo por las imágenes que pasaban por su cabeza. La miro sin entender por qué de repente se ponía así de colorada.
    -Lo siento Inuyasha…- se disculpó ella.- Pero no recuerdo como llegue hasta la otra habitación…
    -Lo se cariño…- sonrió.- Lo bueno es que ya estás bien. No sé qué hubiera hecho si mi tío Onigumo no me entrega tus medicinas.- siguió diciendo el chico sentándose en la cama.- Estoy seguro que estaríamos en el hospital en este momento…

    Ella sonrió al ver como él se acercaba. Pero noto algo que la hizo voltear a otra parte.
    ¡El chico estaba desnudo! Y peor. ¡No le importaba en lo más mínimo que ella lo mirara!
    O eso parecía.- se dijo la chica sintiendo como su vergüenza crecía.

    Pero Inuyasha estaba de lo más tranquilo. Sabía que no llevaba nada puesto y si, de verdad no le importaba. Sabía que no estaba mal el no sentir vergüenza por que ella viera su cuerpo desnudo, o que el viera el de ella. Después de todo eran ahora Marido y Mujer.

    ///

    -Me sorprende tu tranquilidad hermano…- las palabras de Naraku hicieron sonreír al hombre.
    -Y a mí me molestan tus dudad tan absurdas.- lo miro.- ¿Qué es lo que tanto te preocupas Naraku?
    -¿Qué crees tú?- pregunto el tomando una copa de vino tinto.- las drogas no la van a mantener en la ignorancia para siempre…- continuo diciendo.- ¿Cuánto crees que dure el efecto de la dosis que le diste ayer? Si en cualquier momento ella llega a recordar algo…
    -Eso no va a pasar…- sonrió de nuevo el.- No te preocupes, yo me encargue de eso.
    -¿A qué te refieres?- inquirió el confundido.
    -Antes de la boda y después de entregarle nuestro regalo a Inuyasha le dije que se llevara los medicamentos de la chica. Que el doctor dijo que no deberían arriesgarse.- lo miro sonriendo por la cara de sorpresa que ponía.- Así que le entregue en maletín con suficiente “medicina” para mantener a esa niña bajo control.

    Naraku parpadeó impresionado. ¿En qué momento le dio eso a su sobrino? A veces su hermano lo asustaba, era increíble la astucia que poseía.
    -Veo que pensaste en todo…- lo felicito. Tomo de un sorbo la copa y se sentó en el sofá.
    -Claro que si hermano.- lo miro fijamente.- Yo no cometo errores estúpidos.

    ///

    -Kagome, ¿podrías verme a los ojos por favor?- preguntaba por segunda vez el chico sonriendo. No podía creer que a su esposa le diera vergüenza velo desnudo.

    Y era cierto. La chica no hallaba donde esconderse. Sentía tanta pena que deseaba con todas sus fuerzas que se la tragara la tierra.
    Inuyasha comenzaba a impacientarse. Sabía de antemano que ella era tímida, pero no creyó que tanto. A demás estaba consciente que la única forma que existía para hacerla entender y que perdiera esa vergüenza que sentía al ver su cuerpo o el de ella era ser directo.
    Y eso hizo. Tomo la mano de la chica, ella lo miro de reojo pero no respondió. El sonrió con ternura al notar como la chica no sentía del todo la vergüenza. Se acercó a su rostro y tomándolo con sus manos hizo que ella lo mirara.
    Kagome abrió los ojos impresionada, sentía como sus mejillas se calentaban por la sangre que corría despavorida. Sabía que no debería darle vergüenza que su marido se sintiera cómodo estando desnudo frente a ella. Ahora eran esposos. Ella era su mujer.
    -Mírame…- pidió el chico. Le sonrió y ella suspiro un poco más tranquila. Vio como el sonrojo disminuía más no desapareció del todo.
    -Lo siento…- dijo ella cerrando los ojos, frunció levemente su frente y comenzó a reír.- No sé por qué me puse así…
    -Yo si lo se.- afirmo el acariciando su mejilla.- No te preocupes, sé que no estas acostumbrada a ver a un hombre desnudo, y no sabes cuánto me alegra saber eso…- sonrió el mirándola fijamente.- Quiero que estés consciente de que a mí nunca va a incomodarme o avergonzarme que ti me mires.
    -Inuyasha…- sentía como las lágrimas se juntaban en sus ojos. No podía pedir más a la vida. Ese hombre tan perfecto parecía irreal.
    -No llores pequeña…- podio el preocupado por la reacción de la chica.- También quería que supieras que de igual forma, nunca va a incomodarme el verte a ti…

    Ella parpadeó impresionada por la confesión, sentía como el calor le llenaba las mejillas de nuevo. Sabía que no mentía. Aunque debió admitir que esas palabras le gustaban, y mucho.
    -A veces me gustaría que no fueras tan directo…- sonrió dándole un beso.- Aun no me acostumbro a oírte hablar así.
    -Lo siento cariño…- se disculpó el hanyou besándola de nuevo.- Pero considero que deberías seguir mi ejemplo.- la miro.- Decir lo que en verdad piensas.- la señalo con su mano.- Y hacer lo que en verdad quieres.- hizo una pausa.- Quitarte esa sabana y dejar que de verdad te vea…

    Kagome increíblemente sonrió a sus palabras. Sin vergüenza o remordimiento alguno. Esa oferta era más que tentadora.
    Tenía que darle crédito, su esposo estaba hablando con el corazón. Arriesgándose a un rechazo que era muy probable. Lo miró.
    -¿Necesito quitarme esto para que puedas verme?- pregunto acercándose a él. Lo tomo del cuello y beso sus labios.
    -Si…- susurro el impresionado por su cambio de actitud. La beso sin esperar nada ella lo acerco a su cuerpo. Inuyasha iba a decir algo cuando vio que al separarse Kagome retiraba de su cuerpo la sabana que la cubría.
    -Espero que ahora si puedas verme…

    El agarro aire impresionado. ¿Qué había hecho ella con su tímida esposa? ¡Se había convertido en una persona completamente diferente!
    El matrimonio cambia a las mujeres…- se dijo sonriendo al recordar la primera vez que había escuchado esa frase.


    Hace cuarentaiocho días…


    Después de la última plática sobre su futuro Inuyasha no había vuelto a hablar con sus tíos del tema. De hecho parecían ocupados en otras cosas, ya no lo molestaban con la charla diaria, casi no los veía en la casa. No tenía quejas obviamente, solo se preguntaba que podría mantenerlos tan ocupados.

    Y la respuesta llego a los cinco días cuando le presentaron a su ahijada Kagome. A la “protegida” que no veían desde hace cinco años. La chica había sido llevaba a su casa debido a que sus padres había muerto en un accidente aéreo hace unos años y ellos eran la única familia que le quedaba.
    Recordó la tristeza y comprensión que sintió al saber eso. Él también se encontraba solo. Sabía lo duro que era perder a tus padres siendo joven, y ahora se encontraba en la misma situación que él. Se sentía alivia pues sabía que sus tos la cuidarían como a su propia hija.
    Aunque no se explicaba por qué nunca había oído hablar de ella.
    -Kagome no vivía en el país…- había escuchado que su tío Naraku decía.- Los padres dela chica se mudaron a América cuando ella tenía diez años, así que por eso es que no le vi el caso mencionarla.- sonrió el hombre al haber dado su “explicación”.
    -Ya veo…- susurro el hanyou observando a la muchacha. Era hermosa. La criatura más bella que sus ojos había visto. Su cabello negro y largo, su piel blanca con un pétalo de rosa, y sus ojos…
    Esos ojos chocolate que lo miraban con curiosidad.

    Los tíos observaban callados como se miraban los jóvenes. No se les escapaba nada.
    -Bueno…- interrumpió el menor de los hombres.- Lo que importa es que ya estas con nosotros querida…- la miro sonriendo.

    Kagome los vio con una sonrisa. Se sentía aliviada al saber que estaría en una casa donde la cuidarían, sus padrinos eran muy amables y divertidos. Aunque tenía pocos recuerdos de ellos podía verse lo buenas personas que eran.
    Y su sobrino…

    No recordaba haber visto a un hombre tan apuesto, tan maduro y encantador. Aun no conocía su nombre pero la chica babeaba por él. Tomo aire y vio a su padrino Onigumo.
    -Muchas gracias de nuevo padrino…- dijo ella aun sonriendo.- les aseguro que no voy a causarles ningún problema
    -No digas eso pequeña…- la interrumpió Naraku.- Aquí nunca serás una molestia, es mas.- sonrió.- Estoy seguro que te la pasaras muy bien en compaña de los tres.
    -Cierto querida.- asintió Onigumo viendo de reojo a su sobrino que los miraba frunciendo el ceño. Al parecer había campado el doble sentido.- Oh Kagome no me había dado cuenta…- le sonrió a la chica y le hizo una seña para que se acercara.- Te presento a mi sobrino Inuyasha.

    Ella se acercó sonriendo. Aunque sonrojada al ver como el chico la observaba, y claro que decía sentirse así, el chico la veía como si fuera un trozo de carne, la devoraba con los ojos, esa chica lo había embrujado.
    -Inuyasha hijo…- miro al chico aguantando las ganas de reír.- Te presento a Kagome Higurashi, nuestra ahijada.- le guiño un ojo.- A partir de hoy vivirá con nosotros, espero que la trates muy bien…
    -Mucho gusto…- susurro ella extendiendo su mano sintiéndose torpe. El chico no apartaba la vista de su rostro.

    Aunque el hanyou no sabía que era lo que había dicho ella. Se había perdido en el sonrojo que vio salir al momento que la miro. Se acercó tan rápido que tropezó con una mesita de centro, se golpeó la rodilla y soltó un grito ahogado. Los demás lo miraron sonriendo, Kagome soltó una carcajada al ver como el chico se hincaba y tomaba su pierna susurrando un montón de maldiciones.

    Se inclinó al nivel del chico y aun riendo le ofreció su mano.
    -¿Se encuentra bien?- pregunto luchando por no reír al ver la cara que tenía el chico.

    Inuyasha la miro acercarse y luego escucho su risa. Era como una hermosa melodía tocada en un día lluvioso. La miro aun enojado por el golpe que se había hecho al no controlar su emoción.

    Naraku y Onigumo observaban la escena sonriendo. Sabían que era cuestión de tiempo que la boda se efectuara, la alegría de ambos era distinta. Onigumo sonreía maliciosamente al ver como su plan cobraba vida poco a poco, y al contrario que su hermano, Naraku no pudo evitar sentirse feliz por el chico, era obvio que la muchacha le había gustado, aunque él quería su herencia, tenía que admitir que se sentía tranquilo al saber que su sobrino había encontrado a la esposa perfecta. Sonrió con ternura.
    -Muy bien chicos…-- tosió un poco ocultando su risa.- Es hora de que Onigumo y yo nos vayamos al trabajo.
    -Cierto…- dijo el otro sonriendo con complicidad.- Lo siento querida pero nos veremos más tarde.- le sonrió.- Hasta luego.
    -Inuyasha.- lo miro sonriendo Naraku.- Te encargo que le muestres la casa a Kagome, y la lleves a su habitación.- sonrió mas al ver la cara que ponía su sobrino que aún estaba en el piso con Kagome a su lado.- De ahora en adelante tú te encararas de cuidarla y ayudarla en todo lo que necesite…

    Termino de decir el hombre aguantando las ganas de soltar una carcajada. Dio una palmada a la cabeza de su ahijada y salió de la casa junto a su hermano.

    Kagome sonrió al escuchar lo que sus anfitriones decían antes de marcharse. Miro al chico que la observaba de una forma que no entendía.
    -¿Ya te encuentras bien?- pregunto de nuevo levantándose.- vio como le chico se ponía de pie y sacudía sus piernas, al parecer ya no le dolía.
    -Estoy bien, gracias Kagome…-sonrió el chico disfrutando cuando pronuncio su nombre.
    -Me alegra.- confeso ella un poco avergonzada. No esperaba que la llamara por su nombre.- Sé que te enojaras por esto pero…- comenzó a decir ella. Él la miro sin entender y cuando iba a preguntarle escucho de nuevo esa risa que comenzaba a hechizarlo. La chica se había sentado en uno de los sillones y no paraba de reír.
    -No fue tan gracioso…- gruñó el chico cruzándose de brazos.
    -¡Claro que sí!- afirmo ella cubriendo su boca.- ¡Es lo más gracioso que he visto en mi vida! Nunca había visto a alguien caerse como lo hizo usted…- dijo ella riendo sin parar.

    Inuyasha la miro molesto, aunque no pudo evitar sentirse contento, ella le había hecho sabe que se enojaría, aunque más bien estaba avergonzado. No creyó que sería tan torpe.
    -Tal vez si fue un poco gracioso…- acepto el sonriendo.

    Ella lo miro aun con una sonrisa. Respiro hondo y paro de reír, se estiro un poco y cruzo sus piernas.
    El chico la miraba impresionado, de repente había dejado de reír y la vio estirarse como una niña. Eso era demasiado para él, tenía que acercarse, quería abrazarla, lo deseaba tanto…
    -Señor Taisho…- lo llamo ella.- ¿Podría decirme dónde está mi habitación? Tuve un vuelo muy largo y me gustaría darme un baño.

    La miro con el ceño fruncido. ¿Lo había llamado señor? ¿Acaso tenia apariencia de señor? ¿Tan viejo se veía?- se dijo el sintiéndose mayor.
    -¿Señor Taisho?- pregunto ella extrañada al ver que no le contestaba.
    -Señor…-repitió el chico mirándola con los ojos entrecerrados.- ¿Te parezco tan viejo?- pregunto acercándose al sillón y sentándose al lado de ella.
    -No es eso señor…- sonrió ella.- Lo que pasa es que así me educaron, y como usted obviamente es mayor que yo, tengo que hablarle con respeto.- aclaro ella avergonzada, no creyó que el chico se molestaría.
    -No me gusto eso de “obviamente”…- confeso Inuyasha cruzando los brazos de nuevo.- Se lo mayor que soy solo que no me gusta que me lo recuerden a cada rato…- susurro haciendo un puchero.

    Kagome lo escuchaba sonriendo. No sabía la edad que tenía pero sabía que era mayor que ella, aunque haciendo esa mueca de niño se veía más joven. Todo un jovencito berrinchudo.
    -Lo siento…- se disculpó ella.- Pero como no sé cuántos años tiene usted, desconozco que tan viejo es…- sonrió.

    Él la miro frunciendo el ceño de nuevo. Era muy impertinente, y al parecer muy bromista. No supo por que le gustó tanto eso.
    -Para que sepa señorita…- la miro.- Tengo veintiocho años de edad, así que en mi criterio esas no es una edad muy grande para referirse a mi persona como “señor”.- finalizó el haciendo otro puchero volteando a otro lado.
    -Bueno es verdad.- sonrió ella al ver como el chico hacia ese puchero de nuevo.- Usted señor no es tan mayor, pero para mí si…- termino ella cruzándose de brazos.

    El chico la miro extrañado, ¿qué edad tenia ella?
    -No entiendo…- comenzó el.- ¿Cuántos años tienes Kagome?- la miro esperando. Ella sonrió sintiendo vergüenza, se sentía como una niña pequeña frente a él, le daba pena decir su edad.- ¿Y bien?- pregunto el chico impaciente.
    -Lo siento…- susurro ella.- Es solo que soy muy chica, bueno, depende de cómo lo vea señor Taisho…

    El hizo un mueca al escucharla decirle así, no le gustaba.
    -No le veo el problema, no creo que seas tan chica,
    -Si lo soy señor…- afrimo ella.- ¿Cree que una chica de veinte años como yo no sea muy joven?- pregunto ella mirándolo despectiva.

    Pero el no contestaba. Estaba perplejo. ¿Tenía veinte años? ¿Esa chica tan hermosa tenia solo veinte años de vida? ¡No podía ser cierto!
    -Esta mintiendo…- susurro el reflexionando la información.
    -Por supuesto que no miento…- contesto ella.- ¿Por qué cree eso?
    -Porque no pareces de veinte años Kagome.
    -¿Y qué?- lo miro.- Usted se ve mas joven que la edad que tiene, y no por eso lo es ¿verdad?
    -¿Cómo puedes tener veinte años?- pregunto frustrado el hanyou. Era demasiado joven para el, como si fuera un padre y su hija. Bueno tal vez exageraba… ¡Ocho años mayor que ella! ¿Por qué la vida lo trataba tan mal?
    -¿Señor Taisho?- lo llamo ella.

    Inuyasha la miro y por un momento se la imagino de ocho años, y a el de dieciséis. Era grotesco. El que había pensado en una serie de cosas que no se le hacen a una niña de ocho años…
    Era un ser despreciable.
    -¡Señor Taisho!- grito la chica irritada al no recibir respuesta.- ¿Podría decirme que le ocurre por favor?
    -Lo siento…- se disculpó el suspirando. Tomo su rostro en sus manos y soltó un quejido. Eso sorprendió a la chica. ¿Tan impactado estaba por decirle su edad?
    -No se preocupe…- lo miro.- ¿Seguro se encuentra bien?- volvió a preguntar. No entendía por qué se había alterado tan de repente.

    El chico masajeo sus sienes al sentir como una profunda pulsación comenzaba a formarse en su cabeza. Le dieron nauseas, o más bien estaba trastornado.
    Le dolía saber que no podría tener con esa niña de veinte años la relación que él quería. Sabía que no era correcto, tendría que tratarla como la huésped que era y nada más. Suspiro.
    -Estoy bien Kagome.- sonrió para calmarla. No espero que ella se sonrojara. Eso no ayudaba, se dijo tragando el nudo de su garganta.- Solo quiero pedirte algo…- la miro.- Por favor no vuelvas a llamarme señor Taisho…

    Ella parpadeo, no esperaba que le pidiera eso. Al parecer no le gustaba que lo llamara así.
    -Discúlpeme señor…- trato de decir ella. Pero calló al ver la mueca del hanyou.- Em… lo siento, Inuyasha…- sonrió apenada.- Como ya le había dicho, esa es la educación que me dieron mis padres así que…
    -No me importa.- la interrumpió.- Me da igual la forma en que los señores Higurashi te educaron, a mí no me gusta que me llames así, o me trates de usted.
    -Pero…
    -Nada de peros Kagome.- dijo el apuntándole con su dedo.- No me gusta y punto.- sonrió.- Así que a partir de ahora me llamaras por mi nombre te guste o no.
    -No lo hare señor Taisho.- aclaro ella mirándolo desafiante. Si había algo que no toleraba era que le dijeran que hacer o cómo actuar.
    -Claro que lo harás…- sonrió maléficamente.- A mí nadie me reta, mocosa…- termino el chico levantándose.

    Ella lo miro incrédula. ¿La había llamado mocosa? ¿Cómo se atrevía? Ya vera ese anciano…- se dijo la chica cruzando sus piernas, suspiro para calmar su rabio y lo miro.
    -Mire anciano…- lucho por aguantar la risa al ver la cara de impresión del chico.- A mí nadie me dice que hacer y menos una antigüedad como usted. Lo llamare como a mí me plazca lo quiera o no.- sonrió triunfante.- Y como es obvio que no podrá discutir mi lógica yo misma subiré y buscare mi habitación…- finalizo ella poniéndose de pie. Tomo sus maletas y camino hacia las escaleras. No podía resistir el soltar una carcajada. ¡Inuyasha no se había movido ni un centímetro!

    Seguía de pie junto al sofá. Parecía una estatua.
    Una hermosa estatua.- se dijo ella mirando su rostro mientras subía. Sus padrinos le habían dicho que sus cosas ya estaban en la habitación, solo faltaba una maleta que contenía cosas personales, discos, libros, fotos y otros recuerdos.
    Camino por el amplio pasillo y abrió puerta por puerta. La primera era un estudio, la de enfrente era un tipo de oficina con varios taburetes para diseño de edificios, con planos colgando en la pared.
    La tercera a la que entro era una biblioteca. Una enorme habitación inundada de libros. Era la colección más basta y completa de arte escrito que había visto en su joven vida. Sonrió como una niña al darse cuenta de que ahí encontraría nuevo material de lectura. Ella traía sus libros favoritos pero siempre estaba en busca de más.
    Suspiro y se dijo que después del baño y de dormir un poco regresaría a esa maravillosa habitación a comerse unas cuantas docenas de libros, soltó una risita traviesa y continuo buscando.

    Una sala de entretenimiento. Un armario de trajes y abrigos. Un cuarto de computadoras. Un salón de baile. Hasta un segundo comedor encontró tras de una puerta. Suspiro resignada al no hallar su habitación.
    Vio una puerta con un letrero colgado con su nombre y casi se da un sopapo por cabezona.
    -El señor Taisho pudo haberme dicho…- se dijo ella haciendo un puchero. Iba a entrar pero noto como la puerta de al lado estaba entreabierta- y como su curiosidad era enorme decidió ir a ver que extrañas cosas encontraría en esa ultima habitación.

    Inuyasha recupero la cordura después de unos minutos. Se había quedado petrificado, esa chica lo había dejado sin habla. Por primera vez en su vida – y mira que ha sido una muy larga- admitió con desagrado. No había sabido que decir.
    Eso solo hacía que su atracción por ella creciera. Era jovencita tan hermosa e inalcanzable lo hechizaba. Tenía mucho tiempo que no disfrutaba una discusión. Con sus tíos era frustrante, pero con ella…
    Le había fascinado su honestidad y coraje. Aunque estaba seguro que de no ser ella una dama lo habría golpeado. Podía asegurarlo.
    Sonrió como no lo había hecho en años.

    Decidió que la dejaría con la vitoria por el momento y darle tiempo para que descansara. Tenían mucho tiempo para seguir discutiendo.
    Y para conocerla…- se dijo sonriendo.
    Iba a ir a su habitación cuando vio algo que estaba en el sillón. Lo levanto. Era un bolso negro.
    Al parecer la chica lo había dejado. Pensó en dejarlo ahí y que ella lo recogiera al darse cuenta. Pero tenía la esperanza de que ella mintiera sobre su edad para parecer más joven.
    Aunque esas palabras sonaron falsas hasta para su oídos.
    -Las mujeres siempre mientes sobre su edad…- se dijo tratando de convencerse.

    Abrió el bolso y saco la cartera. Busco su identificación y leyó.
    Nombre, domicilio –tenía que renovarlo aún tenía su dirección de América- sexo, tipo de sangre, alergias- noto que decía “al piquete de abeja”- sonrió no esperaba eso. Teléfono –lo anoto-, y al fin su edad.
    -No puede ser…

    Kagome no mentía. Si su apariencia y actitud demostraban lo contrario no era su culpa. Ella tenía solo veinte años de vida así Inuyasha quisiera aceptarlo o no.
    Suspiro sintiéndose de lo peor. Había hurgado el bolso de una chica al no creer en su palabra – o más bien no quería creer- solo porque no quería que ella fuera tan joven. Se maldijo a su mismo y decidió que lo mejor era entregarle el bolso.

    Subió por la escalera y camino por l pasillo. Ya conocía la habitación que sus tíos le habían asignado, se dirigió a ella y entro sin tocar, pero no la vio allí.
    -¿Dónde está?- se preguntó confundido. Era muy fácil de hallarla después de todo. Iba a buscarla en las demás habitaciones cuando noto que la puerta de la suya estaba abierta. Se le hizo extraño. No recordaba haberla dejado así.
    Entro sin hacer ruido y se quedó en el umbral observando.
    Kagome estaba dentro viendo las cosas que tenía el. De pronto sintió vergüenza. Una habitación era muy privada. A demás tenía sus libros encima del escritorio, aparte de la ropa limpia sobre la cama. Pero prefirió quedarse sin hacer nada. Solo observándola, para él era fascinante.

    Aunque la chica no lo había oído. Estaba muy entretenida con las cosas que encontraba, noto los libros sobre la mesa. Al dueño del cuarto le gustaba el drama y el suspenso al igual que a ella. Aunque pudo notar unos libros de romance, soltó una risita. La música también, sus gustos eran parecidos. Pero en las películas no tanto. Suspiro y entro a la otra sala, vio el espejo, el armario, se sonrojo al ver la ropa interior masculina que la saludaba extendida en la cama.
    La habitación era de un hombre obviamente.
    -Debe ser de uno de mis padrinos…- susurro ella dándose la vuelta, pero casi se le va el alma al ver a Inuyasha en la entrada mirándolo con un brillo travieso en los ojos.
    -Esta habitación no es de mis tíos…- le sonrió.- Es mía.- finalizo el chico caminando hacia ella.

    Pero Kagome no podía ni parpadear. ¡Se había metido a husmear a la habitación de un hombre!
    Avergonzada lo miro. Quería disculparse pero aún estaba molesta con él, no sabía que responder.
    -Lo siento señor Taisho…- se sintió poderosa al volver a llamarlo así.- No sabía que esta era su habitación, es solo que no encontraba la mía.
    -¿No viste el letrero con tu nombre colgando en la puerta?- pregunto disfrutando del sonrojo que se formó al decirle eso.
    -Em… no.- confeso.- No lo vi, entre a cada habitación hasta dar con la mía.
    -Oh ya veo…- entendió el.- ¿Y cómo fue que entraste también a esta si esta antes que la tuya?
    -Bueno yo…- intento decir ella.- Sentí curiosidad, la puerta estaba entre abierta y me dije que si ya había revisado las demás no me haría daño revisar esa también- concluyo ella sonriendo al haber dado su explicación.

    Inuyasha estaba extasiado. No creyó que fiera tan sincera. Parecía avergonzada, pero sabía que no había hecho nada malo. Y lo mejor era que ya no parecía estar enojada con él.
    -Muy bien, no te preocupes…- contesto.- Se podría decir que yo sentí lo mismo cuando mis tíos me dijeron que tendríamos una huésped, así que yo fui quien decoro tu habitación.
    -¿De verdad?- se asombró ella. Aun no la había visto. Se emocionó tanto que salió de ahí y abrió la puerta de su habitación.
    Era hermosa, tenía una pequeña sala de estar, un baño con una enorme tina. El armario más grande que habían visto sus ojos y su cama adornada con un dosel dorado.
    Parecía un cuento, un sueño, el cuarto perfecto para una princesa.
    -¿Te gusta?- pregunto el chico.
    -Es perfecta….- susurro suspirando.- Gracias por hacerla perfecta para mi…- sonrió al chico.

    El sintió como su sangre se encendía. Eso era demasiado, tenía que cortar esa sonrisa tan sincera y hermosa o no respondería a las consecuencias.
    -No hay de que…- dijo con la voz grave.- Por cierto, toma.- le dio el bolso.- Lo dejaste en el sofá.
    -Oh, gracias…- sonrió de nuevo.- No me había dado cuenta. Lo miro sintiéndose extraña, la atmosfera que se había creado no le gustaba, se podía palpar la tensión. Aclaro su garganta y mantuvo su sonrisa.- Bueno, necesito darme un baño, si no le importa señor Taisho…
    -Claro, claro.- asintió el.- Descansa Kagome, te avisare cuando la cena este lista.- sonrió con malicia y camino a la salida.- Por cierto…- volteo y la miro.-Te perdono el haber entrado y husmeado a mi habitación…- sonrió al ver como ella se sonrojaba de nuevo.-…solo porque yo hice lo mismo en tu bolso.

    Ella lo miro con rabia.
    -¿Cómo se atreve?- le grito con ganas de golpearlo.

    Pero el sonrió una vez más y salió de ahí, y sin detenerse dijo su última palabra.
    -No mentías…

    Kagome enmudeció. ¿Tan increíble era que tuviera veinte años? ¿Por qué le costaba tanto admitirlo? Al parecer mucho, ya que el chico había husmeado en su bolso para ver su identificación, eso era lo más lógico.
    Sonrió sin darse cuenta por qué. Sin duda no se aburriría en esa casa, tomo sus cosas y entro al baño.

    Inuyasha entro a su habitación sintiéndose emocionado. Había ganado esa batalla. Tenía que desempatar con la chica, y lo haría.
    -Después de todo aún quedaba la hora de cenar…

    ///

    -¿Crees que a Inuyasha le guste la chica?- pregunto Naraku a su hermano. Se encontraban en la oficina, tenían mucho trabajo atrasado.

    Onigumo lo miro irritado.
    -¿Por qué te importa eso?- inquirió.- Si esa niña no es del agrado de nuestro sobrino la cambiaremos y ya.
    -¿A qué te refieres?- lo miro sintiendo escalofríos.- A como Inuyasha la veía sin duda le gusto. El chico no podría ser más obvio…- afirmo con una sonrisa. Estaba preocupado, sabía que su hermano no toleraba los errores, si la chica no era la indicada la mataría. Ya lo había visto hacer eso con anterioridad.
    -El chico es un idiota…- aclaro Onigumo.- A demás es hombre después de todo, será cuestión de tiempo, la carne es más poderosa que la mente.- finalizo el hombre saliendo de la oficina.

    Naraku suspiro un poco más tranquilo. Le preocupaba esa sombra de duda que había creado al preguntarle lo anterior. Debía admitir que la chica le agradaba. Era muy dulce y alegre. Sabía que era la esposa perfecta para su terco y orgulloso sobrino. También sabía que si las cosas no se daban con rapidez habría problemas.
    Podría darles un pequeño empujón…- se dijo.
    Quería que las cosas resultaran bien, no permitiría que otra vida se perdiera por la maldad de su hermano.

    Vio su reloj y recogió sus cosas, la hora de la cena se acercaba. Haría su primer intento de ayuda al llegar a casa.
    Sonrió sin malicia. Se encontraba feliz, haría lo que estuviera a su alcance para ayudar a esa pequeña, y ayudaría a su sobrino a dejarla entrar en su corazón.

    ///

    Inuyasha estaba en su habitación escuchando música. Llevaba horas tratando de calmarse y no lo conseguía. El saber que a solo unos metros se encontraba ella…
    -Ahh!- grito desesperado, se levantó del sofá y camino a la puerta.- Tengo que verla solo una vez más…- se dijo emocionado, además la cena ya estaba lista.

    Salió del cuarto y fue al de ella. Volvió a entrar sin tocar, no le importó si la chica se molestaba.
    Pero no estaba, la cama estaba hecha, su ropa regada encima, pero ella no.
    -¿Dónde está?- pregunto a la nada. Fue a la cama y se sentó en ella. Le dio la misma vergüenza que a ella cuando miro su ropa interior, aunque en el creaba otras reacciones…
    -Eso no ayuda…-susurro cubriéndolas con una blusa. El ver esas prendas lo ponían nervioso. No podía quitar las imágenes que se habían impregnado en su cabeza.- Eso tampoco me ayuda…
    -¿En que no le ayuda señor Taisho?

    La voz de Kagome lo hizo saltar de la cama. No creyó que estuviera en el cuarto. Sonrió nervioso y la miro. No debió hacer eso…

    La chica había salido del baño y estaba cubierta con una diminuta toalla.
    -Eso definitivamente no me ayuda…- dijo volteando a otro lado. Su sangre hervía tanto que creyó que explotaría. El verla así tan natural…
    -¿Qué es lo que no le ayuda?- volvió a preguntar ella observando cómo se ponía colorado. No espero encontrarlo sentado en su cama. Debería darle vergüenza que la mirara así de descubierta, pero extrañamente se sentía cómoda. Poderosa, de alguna forma sabía que tenía el control de la situación.- ¿Señor Taisho?

    Pero el hanyou no poda mirarla. Se sentía como un degenerado. No debió entrar a su habitación, aunque no entendía por que la chica no lo había corrido.
    -Lo siento Kagome…- se disculpó aun sin mirarla.-Lo que pasa es que entre a avisarte que la cena ya está lista.
    -Oh, ya veo.- susurro ella.- ¿Y podría decirme porque estaba sentado en mi cama cubriendo mi ropa interior con una blusa?- lo miro tratando de no reír.

    La vergüenza del chico se hizo mayor el escuchar eso. Por segunda vez lo había dejado sin habla.
    A demás no tenía que responder. No existían las palabras para esa situación.
    -No pese que usted era de esos hombres pervertidos…- dijo ella caminando a la cama. Tomo la ropa que había preparado y regreso al baño. Y antes de cerrar la puerta volvió a mirarlo.- Y si fuera tan amable señor Taisho.- su irada se volvió fría y calculadora.- No vuelva a entrar a mi habitación sin tocar la puerta…

    Y cerro de un portazo. Inuyasha parpadeo al escuchar el ruido. Se sentía avergonzado. Pero esas palabras lo hicieron enojas bastante.
    ¡Él no era ningún pervertido! A pesar de haberse llamado a si mismo degenerado.
    Suspiro tratando de calmarse, camino a la salida y fue a la cocina. Ocupaba con urgencia una buena copa de tequila.


    Kagome se recargo en la puerta y soltó un largo suspiro. Le temblaban las piernas. Sentía como su rostro ardía. ¡Ese era el momento más vergonzoso que le había ocurrido en la vida!
    Nunca un hombre la había visto de esa forma. Sabía que la toalla que la cubría era demasiado reveladora. Aunque no se explicaba por qué lo encontró cubriendo su ropa interior.
    -¿Había dicho que no le ayudaba?- se preguntó mientras se cambiaba. Si mal no recordaba esas era las palabras que había dicho el chico.- “Eso definitivamente no me ayuda…”- lo cito pensando a lo que podría estarse refiriendo. ¿Sería acaso por verla en paños menores? ¿Por ver la ropa interior sobre la cama?
    Imposible.- se dijo suspirando. Arreglo su cabello y se pintó un poco. Salió del baño y después de ponerse las botas agarro una chaqueta. Hacia un poco de frio.
    Decidió que lo mejor era seguir enojada con él por pervertido. Pero admitía que la cara colorada que le vio poner la hacía reír a carcajadas.

    Camino por el corredor hacia las escaleras. Esperaba que sus tíos no la estuvieran esperando, no le gustaba llegar tarde.

    ///

    -¿Inuyasha que haces solo en la cocina?- pregunto su tío Onigumo al entrar, acababan de llegar y le sorprendió encontrarlo ahí.
    -Y tomando…- noto Naraku.- ¿Dónde está Kagome?

    El hanyou los miro. Tomo de un sorbo el resto de la bebida y frunció el ceño.
    -Está en su habitación…
    - Y dinos… ¿fuiste amable con ella?- pregunto el menor de los hombres.- Recuerda que ella es nuestra ahijada.
    -¡Ya lo sé!- les grito enfadado.- Si, la trate bien pero ella no.- gruño el chico.
    -¿A qué te refieres?
    -Esa niña me llamo pervertido por entrar a su habitación…- susurro el.- Iba a decirle que la cena ya estaba lista pero salió del baño envuelta en una toalla y malinterpreto las cosas…

    Los hombres sonrieron. Onigumo recordando las palabras que él había dicho a su hermano hace unos momentos. Y Naraku al ver como notaba que no necesitara de un empujón como él pensaba.
    -Bueno sobrino. Si solo fue un malentendido no hay problema.- sonrió Onigumo.
    -Estoy seguro que Kagome te perdonara.- lo animo Naraku.- Por cierto, ¿ya está lista la cena?
    -Si…- susurro el chico más calmado. Su tío Naraku siempre era muy comprensivo con el.- Kaede me dijo que solo faltaba que ustedes llegaran así que podemos ir al comedor.
    -Perfecto…- dijo Onigumo sonriendo.- Oh muchacho.- lo miro.- ¿Podrías ir por Kagome?

    Naraku hizo una mueca. Ese Onigumo siempre presionando. Quería hacer todo a la carrera. Suspiro.
    -No te preocupes hermano.- comenzó a decir mientras sonreía.- No será necesario que él vaya, Kagome viene bajando las escaleras.

    Los demás voltearon hacia donde dijo Naraku. Al chica bajo las escaleras y llego con ellos.
    -Querida…- la llamo Onigumo.- Pero que hermosa estas hoy, ¿ya te instalaste?
    -Si padrino, gracias por la habitación.- sonrió.
    -Inuyasha fue quien la decoro pequeña…- intervino Naraku sonriéndole. Se acercó a ella y beso su frente, eso sorprendió a Onigumo. No esperaba que se mostrara tan afectuoso con la mujer.- Es a él a quien debes agradecerle-

    El hanyou la miro embobado. Venia vestida con la ropa que estaba sobre la cama. La blusa que uso para cubrir la ropa interior…
    Demonios, esto no me ayuda en nada…- se dijo apretando los puños y deseando poder tomarse toda la botella de tequila si era necesario. Sabía que llevaba la lencería que había visto.
    Era demasiado para él, la miro de reojo.
    -Lo se…- dijo secamente sin mirar al chico.- ¿Llegue tarde para cenar?- pregunto ella con una sonrisa. Le gusto esa muestra de cariño que su padrino Naraku le había dado. Le recordaba a su padre.
    -De hecho llegas justo a tiempo mi niña.- dijo el menor de los tíos.- Vamos al comedor.

    La guio hasta el enorme salón donde se encontraba la mesa seguidos de Onigumo y un nervioso Inuyasha.

    La cena paso de lo más extraña. Kagome hablaba con sus padrinos. Pero a Inuyasha no le había dirigido la palabra. Eso no se les escapo a los hombres. Onigumo comenzaba a desesperarse. Quería que todo fuera rápido. Intentaba meter a Inuyasha a la conversación pero la chica lo excluía educadamente.

    Naraku suspiraba por los intentos mediocres de su hermano. Aunque admitía que le divertía ver como la chica contaba unas anécdotas sobre sus travesuras de pequeña. Claro, eso era la vida que ellos le habían dicho que contara. Y aunque ya lo sabía, verla hablar y expresarse con esos gestos tan graciosos le gustaba. Trago con fuerza al darse cuenta que estaba comenzando a sentir afecto hacia la chica. Y eso, en la vida que llevaba, era muy peligroso.
    -Kagome dime, ¿Inuyasha no te ha dicho que tenemos una piscina bajo techo?

    Ella lo miro emocionada.
    -¿De verdad padrino Naraku?- pregunto la chica.- El señor Taisho no me había mencionado nada…

    Los hombres parpadearon al escucharla dirigirse así a su sobrino. No se lo esperaban.
    -¿Por qué lo llamas así Kagome?- Naraku la miro con duda.- ¿Mi sobrino no es tan mayor no crees?
    -No es eso padrino.- miro al chico de reojo.- Lo que pasa es que así me educaron a mí, y como él es una persona mayor yo respeto a su sobrino llamándolo de esa forma.- se explicó ella.
    -oh ya veo pequeña…- entendió el hombre.- Pues que se le va a hacer Inuyasha.- lo miro sonriendo. El chico no había hablado en toda la cena- era obvio que no le gustaba que la chica lo llamara así.
    -Me alegra que entienda padrino…- comenzó a decir ella.- Al menos alguien en esta casa acepta mi forma de hablar y no me dice que hacer…- termino ella mirando al chico triunfante.

    Eso era lo último que Inuyasha soporto. Se levantó de su lugar pegándole a la mesa con su mano.
    -¡Yo te pedí que no me llamaras así Kagome!- le grito el desesperado.- Te lo dije amablemente pero no quisiste, ¡no me gusta que me digan así mocosa, entiéndelo!
    -¡Inuyasha!- grito Naraku enojado.- Esa no es forma de hablarle a una señorita.
    -¿Señorita?- se bufo el.- ¡Es una niña! Una simple mocosa insolente que se cree mayor.- la miro con coraje.- ¡Si quieren que la trate con amabilidad, que ella respete la forma en que yo quiera que el llamen maldita sea!
    -¡No puede decirme que hacer señor Taisho!- grito ahora la chica.- Como su tío dijo hace unos minutos, mi educación me dice que así debo llamar a una persona de su edad señor…- sonrió ella cruzándose de brazos.- A demás, no tiene por qué gritarme.
    -¡Eres una chiquilla insolente y terca!- gruño el desafiándola. Se sentía tan ofuscado que si no se detenía era capaz de saltar encima de ella y…
    No quería n saber de lo que era capaz.
    -Y usted un señor muy grosero…- le remato ella.

    Los hombres veían la escena con asombro. Onigumo sonrió al ver como discutían, ya parecían un matrimonio.
    Naraku pensaba lo mismo. Ello se atraían, eso era clarísimo, solo era cuestión de que olvidaran su necedad.
    -¡Ya te dije que no me gusta que me llames así Kagome!- exclamo el golpeando la mesa de nuevo.
    -¡Y yo ya le dije que así pienso llamarlo le guste o no, señor Taisho!
    -¡Dime Inuyasha maldita sea!- gruño.
    -No.-respondió ella. Estaba sorprendida, nunca había discutido con alguien así. Inuyasha era muy obstinado. Pero no entendía por que le molestaba tanto que no quisiera llamarlo por su nombre.
    -Tranquilos niños…- pidió Naraku.- Pequeña, sé que así te educaron pero, ¿no crees que es de mala educación no llamar a una persona por su nombre si esta te lo pide?

    Ella parpadeó, no había pensado en eso.
    -Tiene razón padrino.
    -Ves mocosa…- bufo el chico.- Así que ahora me llamaras por mi nombre.
    -Lo mismo va para ti Inuyasha.- lo miro severo.- Fue muy grosero tu comportamiento con nuestra huésped. Y considero que por tu actitud tan inmadura Kagome te llamara como ella quiera.
    -¿Qué?- grito el enojado.- Pero si le acabas de decir que era una falta de respeto…
    -Así es, pero dada tu reacción sobrino. No mereces ese privilegio.- finalizo el tío.
    -Que injusto…- murmuro el chico haciendo un puchero.

    Kagome sonrió triunfante. Había vencido al terco de Inuyasha, saboreaba su victoria.
    -Bueno caballeros. Me retiro, la cena estuvo deliciosa pero me gustaría descansar.- bostezo.- Buenas noches a todos. Padrino Onigumo.- le sonrió.- Padrino Naraku.- se acercó a él y beso su mejilla. De nuevo causo sorpresa en los otros dos. Y más en el chico. No supo por que ver eso le molesto tanto. Se dirigió a él y antes de marcharse lo miro.- Ah, y que descanse señor Taisho…

    Y dicho eso subió a su habitación.

    Al no escuchar los pasos de la chica se oyeron unas sonoras carcajadas.
    -Vaya que la chica tiene su carácter….- dijo Onigumo aun riendo.
    -Carácter…- repitió el chico con desde.- Esa mocosa cree que puede decirme lo que le da la gana.
    -Tranquilo Inuyasha…- lo calmo Naraku.- Te lo tienes bien merecido, no debiste llamarla mocosa, ella no es una niña.
    -Claro que si tío…- lo miro.- ¡Tiene veinte años por todos los cielos!
    -¿Y qué tiene de malo?- pregunto el mayor de los tíos.- Tú tienes ocho años más que ella.
    -¡Exacto!- exclamo.- Ocho años más que ella. Es muy joven para alguien como yo...- calló el chico al dejarse en descubierto.

    Onigumo sonrió tan maliciosamente que Naraku tuvo que distraer a Inuyasha para que no lo viera. Eso los había sorprendido. Ahora sí su hermano no tendría duda alguna de que a Inuyasha le gustaba la muchacha.
    -No exageres sobrino…- dijo Onigumo tomando su vino.- La edad es solo un número.
    -Pero tío…-
    -Hazle caso chico.- asintió el otro.- Una mujer de la edad de Kagome es muy difícil de conquistar.- lo miro.- Pero si en verdad la quieres lo vas a conseguir.
    -Cierto…- susurro Onigumo.- Además todas terminan con la miasma actitud al final sobrino.
    -No entiendo tío…- dijo el hanyou,
    -Se refiere a que el matrimonio cambia a las mujeres- confeso el menor de los hombres.- O eso es lo que dicen.- sonrió.- Pero para eso falta mucho, ¿o no Inuyasha?

    El chico los miro comprendiendo todo. Ya sospechaba que la llegada de esa chica no era mera coincidencia.
    La habían traído para que se casara con él.
    Estos tíos que tengo…- se dijo el yendo a la cocina por otra copa de alcohol. Típico de ellos, traer a una mujer a su casa para que sea su esposa.

    Aunque esa idea no le desagradaba.
    -Si la razón por la que Kagome está viviendo aquí es para casarse conmigo…- se dijo tomándose la copa.- Eso sería algo muy interesante…


    Inuyasha regreso al presente. Kagome lo observaba confundida. El chico de repente había quedado paralizado. Se acercó a él y lo abrazo, a veces su esposo soñaba despierto.
    Pero el chico no podía creerlo. La situación en la que estaban. Ella abrazándolo, en la cama. Sin nada que los cubriera…

    Suspiro por el recuerdo que había tenido. La forma en que se conocieron fue muy extraña.
    Y todo se lo debo a mis maniáticos tíos…- se dijo sonriendo.

    -Kagome…- la llamo.- ¿Estas bien?
    -Si…- bostezo.- Estaba pensando en todo lo que ha pasado…
    -¿En serio?- sonrió.- Yo estaba recordando la vez que nos conocimos… ¿recuerdas ese día?

    Ella soltó una risita.
    -Por supuesto que sí lo recuerdo señor Taisho…- susurro ella riendo.

    Él la abrazo más fuerte. Le molestaba cuando ella lo llamaba así…. Pero recordó algo que era diferente esta vez.
    -No voy a molestarme en esta ocasión.- aclaro a la chica.- Ya que olvidaste un pequeño detalle.- la miro.- Ahora tu eres la señora Taisho…

    ///

    -Aún no hemos encontrado nada señor… -el oficial se dirigió al chico.- Estos sujetos son difíciles de encontrar.
    -¡No puedo creerlo!- exclamaba el capitán.- ¿Cómo es posible que después de tanto tiempo no tengamos nada?
    -Tranquilo jefe…- lo miro nervioso.- Estamos seguros que muy pronto encontraremos a su novia.
    -Llevan un mes diciéndome eso.- lo miro furioso.- ¡Y Kagome no aparece!- gruño Kouga. Era desesperante, su novia llevaba desaparecida casi mes y medio. Sabía que la habían secuestrado, pero no soportaba que su equipo fuera tan incompetente.

    Un oficial entro a la oficina.
    -Detective Kouga…- lo llamo.- Mis oficiales me informaron que puede que los tipos que trafican con personas sean los mismos que secuestraron a su novia
    -¿Esta seguro?- pregunto. No quería hacerse ilusiones.
    -Si capitán.- afirmo el hombre.- Vine a avisarle. Como ya estamos familiarizados con el caso será más sencillo.
    -Muy bien...- asintió el chico.- Da la orden y todos pónganse a investigar. No permitiremos que esos malnacidos se salgan con la suya.- gruño el.- Esta vez es personal…

    El oficial salió de la oficina a toda prisa- ese caso era el más importante en la jefatura.
    Kouga suspiro. La vida no era justa con él. Por cuatro años había querido el puesto de detective, y cuando al fin se lo daban Kagome desaparecía.
    Era como su la vida no le permitiera tener consigo lo que más quería.
    Pero prefería mil veces trabajar como limpia calles si con eso Kagome regresaba.

    Ahora todo su equipo estaba en el caso. Además de sus superiores. Hasta el FBI estaba involucrado.

    Sabía que la chica se encontraba en algún lugar.- se dijo el levantándose.- Solo era cuestión de investigar y hacer muy bien su trabajo…
     
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  4.  
    linaeinu

    linaeinu Entusiasta

    Tauro
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    2 Diciembre 2006
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    59
    Pluma de
    Escritora
    ok... el tema esta cerrado... me pregunto porque?

    Lo reabri, espero que alguien me explique.

    Saludos
     
  5.  
    blackrose18

    blackrose18 Usuario VIP Comentarista Top

    Piscis
    Miembro desde:
    22 Diciembre 2006
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    Pluma de
    Escritora
    Es que veamos... si NO continúas el fic, para qué lo reabres?
     
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