One-shot Thieves [Pokémon Rol | AU | Ian x Emily]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 7 Junio 2020.

  1.  
    Amane

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    Escritora
    Título:
    Thieves [Pokémon Rol | AU | Ian x Emily]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2187
    Título: Thieves. fuck you, dados
    Fandom: Pokémon Rol Championship | AU.
    Personajes: Emily Hodges, Ian Lockhart.
    Palabras: 2065
    Summary: "Caminaba moviendo sus caderas de manera sugerente, casi instintivamente, mientras miraba a su alrededor, con ojo crítico. "
    N/A: So... contexto (?) me puse a ver Magic Kaito 1412 y obviamente le fangirleé a Juanjo y OBVIAMENTE tuvimos que pensar en nuestros niños como ladrones porque damn como les pegaría y OBVIAMENTE tenía que hacer un fic de ello. No pensaba publicarlo pero al final que me ha gustado como ha quedado, la tensión de estos dos merece ver la luz (?) | Juanjomaster <3


    Emily suspiró con pesadez, tirando el cigarrillo que había estado fumando al suelo, asegurándose de apagarlo con la punta de sus tacones.

    Miró al cielo estrellado una vez más, con una leve sonrisa genuina. Era raro ver tantas estrellas siendo aquel prácticamente el centro de la ciudad, así que cada oportunidad que tenía de verlas era una que no pensaba desaprovechar.

    Pero no había venido a eso y más le valía no perder el tiempo.

    Se ajustó su vestido. Era rojo, corto y apretado, dejando realmente poco a la imaginación, y perfecto para la ocasión. Plasmó sobre sus labios aquella media sonrisa seductora y dirigió sus pasos hacia el interior del edificio.

    El hotel Guernica, famoso por el casino que tenía en la planta baja y objetivo de la morena.

    Esa era su rutina.

    Caminaba moviendo sus caderas de manera sugerente, casi instintivamente, mientras miraba a su alrededor, con ojo crítico.

    Los mismos estúpidos de siempre.

    Se dirigió entonces al bar, tomando asiento en la barra y con tono dulce le pidió un Martini al camarero. Jugueteó con sus uñas sobre la barra, dando golpecitos rítmicos mientras esperaba, y aprovechó para mirar a su alrededor con cierta expresión de hastío en su rostro.

    Expresión que rápidamente cambió cuando vio que un hombre, quizás de unos cuarenta años, cambiaba su asiento de manera nada disimulada para sentarse junto a ella.

    Por supuesto, Emily esbozó una sonrisa encantadora al verlo y, por supuesto, el hombre entendió aquello como una oferta a hablar con ella.

    Justo como ella quería.

    Una charla trivial, varias copas que le acabaron saliendo gratis, una risa cada pocos segundos y unos roces juguetones fueron más que suficientes para hacer al hombre caer en las redes de la morena.

    Se levantó entonces de su asiento, apoyándose sobre la pierna del hombre, y acercó sus labios a su oreja, pegando además su cuerpo por completo al del mayor.

    —Voy un momento al baño, ¿por qué no me esperas en la ruleta~?

    Su tono de voz dulce, empalagoso quizás, realmente no tenía nada que ver con su cuerpo y sus acciones, que gritaban sexualidad por todas partes.

    El hombre, sin embargo, asintió emocionado antes de levantarse y prácticamente correr hacia el interior del casino, ante la vista divertida de Emily.

    Qué patético.

    Con una sonrisa triunfante, volvió a sentarse en su silla y ordenó otro Martini, colocando sobre la mesa una billetera en cuanto el camarero se alejó a preparar su bebida.

    Sin intención de disimular, abrió la cartera y comenzó a investigar su interior. Lo primero que hizo fue sacar todos los billetes que había dentro, guardándolos dentro de su bolso, con intención de contar la cantidad una vez estuviese tranquila en su casa.

    Examinó las tarjetas de crédito también y por supuesto apuntó los números de la misma en su móvil, devolviéndolas después a su correspondiente lugar.

    Cogió su copa y se levantó entonces, dispuesta a dirigirse a la ruleta para devolver aquello que ya no le servía. Sus planes, sin embargo, se vieron truncados cuando, al dar un pocos pasos, chocó con alguien y vertió el líquido sobre su vestido.

    —Mierda —maldijo, viendo la terrible mancha que se había formado sobre su pecho.

    —Perdona, preciosa.

    La voz masculina que dijo aquello sonó cerca de su oído y Emily sintió todo su cuerpo estremecerse.

    Levantó la vista entonces, encontrándose con unos ojos café que la miraban con intensidad y una sonrisa burlona en el rostro de un chico que, para su sorpresa, debía tener su edad.

    —No… pasa nada —logró murmurar, sin apartar la vista del chico.

    La sonrisa del chico se ensanchó entonces, y tomó también un toque pícaro.

    —Vas a tener que ir al baño de verdad~

    Y tras decir aquello, comenzó a alejarse de la chica, con las manos en los bolsillos de sus pantalones.

    Emily tuvo que pestañear un par de veces, recuperando la compostura apenas segundos después. ¿Ir al baño de verdad? ¿Cómo sabía él…?

    Sin haber sido capaz de apartar la mirada del chico mientras se alejaba, pudo ver con perfecta claridad el brillo de una joya entre sus dedos cuando sacó la mano del bolsillo.

    Él quería que ella lo viese.

    No tardó en levantar su propia mano y observar, con cierta incredulidad, como su anillo de diamantes había simplemente desaparecido.

    —Cabrón…

    La morena prácticamente salió corriendo detrás de él, y por supuesto Ian se había alejado con cierta rapidez una vez había conseguido su objetivo, casi desapareciendo de su vista. Pero Emily también tenía buena vista y fue capaz de seguir su rastro, llegando al ascensor antes de que el chico lograse cerrar las puertas.

    Estaban solos y Emily vio que el castaño había pulsado el botón del piso doce, el más alto. Huh, ¿acaso pretendía entretenerla tanto tiempo?

    —Bonito anillo~ —comenzó a decir, jugando con él entre sus dedos ante la aterrorizada mirada de Emily.

    —T-ten más cuidado… es valioso, ¿sabes?

    —Y tanto, ¿no es el que robaron de una exposición hace cinco años? Nunca lo encontraron.

    —Qué tontería, es solo una imitación.

    —¿Ah, sí~?

    Ian sonrió divertido, sabiendo perfectamente que la chica le estaba mintiendo. Paró de jugar con la joya y la levantó hasta que la luz del ascensor reflejó en los diamantes, examinándolos con atención.

    >>¿Sabes? Muy poca gente sabría reconocer una imitación del real, pero estos diamantes son puros. Lo siento, preciosa, pero no te creo.

    Emily chasqueó la lengua, haciendo sonreír aún más abiertamente al chico.

    —¿Eres un policía? ¿Planeas arrestarme por un robo de hace cinco años?

    Ian no pudo evitar dejar escapar una carcajada, sorprendido pero, sobre todo, divertido.

    —¿Yo policía? Para nada, linda, aunque no me importaría tener unas esposas esta noche.

    La morena sintió sus mejillas enrojecer, sobre todo al sentir la intensa mirada del chico sobre ella, complementada con aquella sonrisa ladeada que la hacían sentir expuesta.

    ¿Quién demonios era?

    —Bueno, ¿entonces qué quieres? Está claro que querías que viese que tienes mi anillo y que te siguiese hasta aquí.

    Ian volvió a reír. No dijo nada más pero toda su expresión le estaba diciendo a Emily lo que pensaba.

    “Vaya, pero que chica más lista tenemos aquí~”

    El ascensor llegó entonces a su destino y, con rapidez, Ian salió del cubículo, rodeando a Emily. La chica de nuevo tardó algo en reaccionar y para cuando se dio la vuelta y salió, Ian ya se había perdido por los pasillos.

    Emily suspiró con pesadez antes de introducirse en uno de los pasillos. Aquel anillo no solo tenía un valor material para ella y estaba más que dispuesta a encontrarlo.

    Fue en el interior de uno de esos pasadizos que sintió que alguien la agarraba de la muñeca y tiraba de ella, y antes de poder darse cuenta, se encontraba atrapada entre la pared y el cuerpo del castaño.

    Ninguno dijo nada durante un lapso de tiempo, lo único que se escuchaba a lo largo del pasillo eran sus respiraciones arrítmicas. Sus ojos se cruzaron y Emily podía jurar que la tensión en ese instante podría cortarse con un cuchillo, incluso con la pequeña navaja que siempre llevaba en su bolso.

    Ian fue el primero en romper el contacto visual, acercándose hasta que sus labios rozaron la oreja de la chica. Emily sintió su piel poniéndose de gallina cuando comenzó a susurrarle un “cuéntame la historia, preciosa”.

    —¿Del anillo? —preguntó, voz entrecortada.

    “Vaya estupidez, claro que del anillo, Em.”

    —Uh-huh.

    —No hay nada que contar.

    La risa del chico solo le provocó más escalofríos y, en ese mismo instante, se arrepintió de las copas que llevaba encima porque no pudo reprimir un ligero gemido escapar de sus labios.

    Sumida como estaba en la respiración del chico, no escuchó el clic de la puerta en la que estaba apoyada y se vio precipitada hacia el vacío. Por fortuna, Ian había sido previsor y con rapidez colocó su mano bajo la cintura de la chica, atrapándola.

    Con una sornisa triunfante, levantó su mano libre para enseñarle unas ganzúas.

    Emily se incorporó con velocidad y carraspeó, ajustándose el vestido, ante la aún divertida expresión de Ian.

    Él sabía que aquella noche iba a ser divertida, pero la morena lo estaba sorprendiendo gratamente aun así.

    —¿Esto es lo que querías? Hay mejores maneras de pedir sexo, ¿sabes?

    Habiéndose recuperado de la vergüenza inicial, Emily se giró cruzada de brazos y se introdujo en la habitación, mientras Ian cerraba la puerta tras de sí y conseguía activar la electricidad de la habitación, encendiendo las luces poco después.

    —Vamos a ser claros, linda, ¿te parece? —el tono de Ian se había vuelto algo más serio, pero lo cierto es que no perdían el toque burlón—. Te he visto robando a aquel hombre y yo te he robado el anillo, está claro que nos dedicamos a lo mismo.

    Emily se rio sin darse la vuelta, encogiéndose de hombros después. Escuchó, sin embargo, los ruidos que el chico hacía al ir por la habitación mientras hablaba.

    >>Pero robarle dinero a unos viejos verdes que pasan sus aburridas vidas en un casino gastando sus ahorros… Creo que podrías hacer algo mejor.

    —Solo sé robar.

    —Podrías robar algo mejor.

    Emily se giró entonces, cejas enarcadas, y se encontró una copa con champán justo delante de ella… y su anillo en el interior.

    Levantó la vista y vio el brillo en los ojos del castaño, sin saber descifrarlo por completo. ¿Qué le estaba realmente proponiendo? ¿Y quién era él realmente?

    Aquellas preguntas acabaron por perderse en lo profundo de su consciencia cuando, tras acabarse entre ambos la botella de champán, Emily empujó a Ian contra la cama y se colocó encima, provocándole una sonrisa triunfante al chico.

    * * *
    A la mañana siguiente, Emily despertó con la típica jaqueca por culpa de la resaca. ¿Cuándo iba a aprender que aunque la invitasen no tenía que acabar con la bodega del hotel?

    Posiblemente nunca.

    Salió de la cama con un quejido, acariciándose la cabeza mientras miraba a su alrededor. Habían acabado por hacer un desastre en la habitación, tendrían que irse antes de que el servicio los encontrase.

    Bueno, al menos ella pensaba hacerlo, lo que hiciese el chico le daba igual.

    Escuchó el agua de la ducha caer y se fijó entonces en que, ciertamente, no había nadie más en la cama. Con cierta rapidez, buscó en su bolso y comprobó que sus pertenencias estaban en perfecto estado, sobre todo, el dinero que había conseguido en el bar no había desaparecido.

    Suspiró, aliviada, y comenzó a recoger su ropa, colocándosela en el proceso. Tan sumida estaba en su tarea que no se dio cuenta de cuando el agua paró y mucho menos de la presencia de Ian, hasta que fue demasiado tarde.

    —Buenos días, prin-

    Las palabras del chico se vieron interrumpidas cuando Emily, asustada y por instinto, le tiró el bolso que tenía en las mano a la cara.

    Ni siquiera Ian se había esperado aquello así que le fue incapaz esquivarlo.

    —Joder, lo siento —exclamó la chica, acercándose para recoger el “arma” así como para asegurarse de cómo estaba el castaño.

    —Vaya, pensé que te había gustado más lo de anoche~

    Emily rodó los ojos y no tardó en alejarse del chico de nuevo, pues estaba claro que se encontraba perfectamente.

    Recogió el anillo que había dejado cerca de las copas y se lo colocó en el dedo, repentinamente aliviada al notarlo en su sitio y seguro. Tendría que tener más cuidado a partir de ahora.

    —Hey, espera —Ian habló, parando a la chica al ver sus intenciones de marcharse sin más—. ¿Ni siquiera me vas a preguntar mi nombre?

    —Si quieres decírmelo, pues… —respondió la chica, con tono de indiferencia, encogiéndose de hombros.

    El castaño, sin embargo, sonrió. Sabía que aquella indiferencia era fingida, vaya que lo sabía.

    —Me llamo Ian.

    —Pues encantada, Ian~ Adiós~

    El chico dejó escapar una carcajada, divertido, al verla salir y cerrar la puerta tras de sí. Se revolvió el cabello mojado, sin perder la sonrisa.

    —Nos vemos, Emily —dijo, al aire.

    Bueno, que las cosas de la chica estuviesen en perfecto estado no significaba que no había hurgado en ellas, por supuesto que lo había hecho.

    Y, en el fondo, ambos sabían que aquella no iba a ser la última vez en verse. Al fin y al cabo, Ian aún tenía una propuesta que hacerle a Emily.
     
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