One-shot The Tower [Gakkuen Roleplay | Jez x Joey]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Gigi Blanche, 23 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Título:
    The Tower [Gakkuen Roleplay | Jez x Joey]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2945
    Título: The Tower
    Rol: Gakkuen Roleplay
    Personajes: Joey Wickham; Jezebel Vólkov.

    I. The Magician.
    II. The Popess.
    III. The Empress.
    IIII.
    The Emperor.
    V. The Pope.
    VI. The Lover.

    VII. The Chariot.
    VIII. The Justice.
    VIIII. The Hermit.
    X. The Wheel of Fortune.
    XI. The Strength.
    XII. The Hanged Man.
    XIII. Nameless.
    XIIII.
    The Temperance.
    XV. The Devil.
    XVI. The Tower.
    XVII. The Star.
    XVIII. The Moon.

    XVIIII. The Sun.
    XX. The Judgement.
    XXI. The World.
    Ø. The Fool.






    The Tower.png
    .
    .

    La brisa tibia agitó su cabello y Jezebel suspiró, bebiendo lentamente de su botella de agua. El líquido corrió refrescante por su garganta mientras mantenía la vista prendada en el amplio cielo turquesa. Unos pajarillos, más como manchones oscuros, lo atravesaron a toda velocidad y desaparecieron detrás de un frondoso algarrobo. Apoyó la cabeza en la pared de concreto detrás suyo, ligeramente somnolienta, y cerró los ojos. Las sombras y luces del intenso verano se reproducían aún a través de sus párpados y frunció el ceño.

    No tenía caso.

    Unos pasos se acercaron a ella como si nada, le bloquearon el sol y se acuclillaron a su lado. Jez lo miró con una seriedad impropia de su semblante, pero él le sonrió de todos modos y no hizo preguntas al respecto. Aún no sabía si eso era algo que agradecía o resentía del maldito niño inglés que la había sorprendido por primera vez en la biblioteca.

    Ya eran cuatro meses de eso, ¿verdad?

    —Bellabel, ¿qué haces aquí, sola?

    Jezebel volvió la mirada a su alrededor, como si no hubiera notado que era la única persona fuera del gimnasio; pero era pura puesta en escena. Claro que lo sabía.

    Se había escondido ahí huyendo de él, después de todo.
    Pero no tenía caso, no. Parecía encontrarla donde sea que fuera con una facilidad irritante.

    —Vine a tomar aire. Me dolía un poco la cabeza.

    —¿Y para eso te echaste al rayo del sol, en pleno verano?

    Estaba claro que no se lo tragaba; es decir, ¿quién lo haría? Jezebel apretó los labios y desvió la mirada al cielo, y el plástico de la botella cedió ligeramente bajo la presión de sus dedos. ¿Por qué? Si notaba las cosas, ¿por qué no se involucraba?

    Anda, pregúntame qué me ocurre.
    Preocúpate, idiota.


    Pero Joey era un experto en decepcionarla.

    —Bueno, como sea. Te tengo una maravillosa propuesta, Bellabel. ¿Me estás oyendo? Mira, escúchame con atención. ¿Estás lista?

    Soltó el aire lentamente por la nariz, su pecho se desinfló, y algo cansada volvió la vista hacia el idiota a su lado. Allí estaba otra vez, con su energía y sus payasadas. Ese costado suyo siempre le había gustado, desde la primera vez que se puso a hablarle sin parar; pero ahora… ahora no lo entendía.

    ¿Por qué eres siempre así, Joey?

    —Sí, te escucho.

    ¿Y por qué ella era siempre así? Cediendo, prestando, concediendo, regalando. Su incapacidad para decir que no sólo empeoraba ante ese imbécil, ¿y lo peor de todo? No podía odiarlo. No podía odiar saberlo, y aún así no hacer nada al respecto. No podía odiar que él lo supiera, que se le notara en la mirada, y aún así no hiciera nada al respecto. Las mismas preguntas se le atoraban en la garganta cada vez que Joey le sonreía, y nunca conseguía escupirlas.

    Y la pudrían por dentro.

    —Bueno, tengo que hacer un proyecto para el club de fotografía y pensé si querrías ayudarme. Ya tengo todo ideado, sólo me hace falta una modelo y creo que serías perfecta para lo que tengo en mente. ¿Qué me dices, Jez? ¿Me harías el favor? Igual estoy seguro que te divertirás y todo, ¡y llevaré dulces!

    ¿Dulces? ¿Acaso era una niña? Una sonrisa floja le curvó los labios cansados de permanecer sellados y se encogió de hombros. Lo odiaba. Odiaba no haber dudado ni un segundo en su respuesta.

    ¿Qué soy para ti, Joey?

    —Sí, claro.

    ¿Qué mierda soy para ti?

    —¡Ah! ¡Fantástico! Oh por Dios, ya comienzo a emocionarme. Bueno, más tarde te mensajeo con los detalles y eso, será algo rápido y… ah, ¿esta noche puedes? Porque hay luna llena y sería una ganga sacar las fotos así.

    Jezebel asintió sin más ante su pregunta. Él tomó su rostro, le estampó un beso en la frente y se fue. Su presencia había llegado como un torbellino, capaz de arrasarlo todo en un parpadeo y marcharse así, sin más. El silencio se le hizo extraño y atrajo las rodillas hacia su pecho, hundiendo el rostro entre ellas.

    Ah… no tiene caso.

    .
    .



    Esa noche, la brisa había cambiado de dirección. Seguía trayendo consigo el dulce y añejo aroma del verano, que se mezclaba ahora con la sal marina, aunque su caricia se asemejaba al tacto frío y distante que la luna tendría si bajara a sus pies. Jezebel sonrió ante sus propios pensamientos y sacudió la cabeza. Sonaba como un poeta sumido en la desgracia.

    Joey pasó a su lado, con la cámara colgando al cuello, y colocó los brazos en taza mientras repasaba el lugar. Tras unos cuantos segundos asintió, satisfecho, y se giró hacia ella.

    —Genial, no hay nadie. Aprovechemoslo mientras dure. ¿Podrías ir allí, Jez, a la costa? Donde las olas rompen.

    Jezebel atendió a sus palabras con algún sexto sentido, pues no había podido dejar de admirar el destello pálido de la luna brillando opaco sobre el cabello de Joey, tan oscuro como el horizonte, largo y revuelto. Lo llevaba en una coleta improvisada, dejando su cuello al descubierto y dándole un aire más… ¿bohemio? No sabría definirlo, pero igual le importaba una mierda. Se veía bien de cualquier forma.

    Se obligó a correr la vista e hizo caso a sus indicaciones, rebasándolo hasta llegar a la costa. La arena húmeda era compacta bajo sus talones, y el agua le barrió los tobillos sin pedir permiso. Jez cerró los ojos un segundo, acostumbrándose a la sensación.

    Frío.

    No quiso girarse, y lo hizo de todos modos. Allí estaba, a unos metros de distancia, vestido con una simple camiseta blanca y jeans azul oscuro. Allí estaba, exageradamente ordinario y prototípico. Bajo el brillo pálido de la luna, con la cámara frente a su rostro, podría haber sido cientos, miles de chicos. Pero allí estaba, sólo él, y podría haber distinguido su sonrisa entre una auténtica multitud de idiotas con cabello negro, camiseta blanca y jeans azules.

    Calor.

    El sonrojo se apoderó furioso de su rostro y volvió la vista hacia el océano, intentando concentrarse en su rumor constante, en su vaivén denso y pausado, en la luz de luna fragmentada sobre su superficie.

    —¿Estás bien así?

    Su voz casi la sobresaltó y se giró apenas, viéndolo de reojo.

    —¿A qué te refieres?

    —Digo si tienes frío vestida así. Sé que era la idea original y tal, pero no esperaba que soplara este viento. Podemos cambiar los planes si tienes frío.

    Jezebel se echó un vistazo a sí misma, preguntándose, efectivamente, por qué no sentía ni una pizca de frío. De hecho, agradecía tener los pies dentro del agua. Se sujetó los puños sueltos de la camisa con la punta de los dedos e intentó no morir de la vergüenza al ser perfectamente consciente de su aspecto, con las piernas desnudas y apenas esa simple e inmensa prenda de ropa encima. Sacudió la cabeza en respuesta, volviendo la mirada a Joey, y lo vio sonreír de una forma extraña.

    —Genial, entonces, porque el escenario se ve perfecto. Aunque…

    Jezebel contuvo el aliento de forma involuntaria cuando reparó en la silueta de Joey acercándose, y deseó con más fuerza que nunca que todo ese calor en su rostro fueran solo ideas suyas. El muchacho se detuvo justo frente a ella, sus pies desnudos dentro del agua, y le sonrió con inocencia.

    —¿Puedo?

    ¿Para qué preguntaba el cabrón, si lo haría de todos modos? Jez no respondió, apenas consiguió sostenerle la mirada, pues estaba muy cerca y su aroma a colonia se mezclaba con la sal marina. Joey alzó las manos y deshizo, con lentitud y cuidado, la coleta que mantenía su cabello recogido. Una cascada de nieve le cubrió la espalda y el muchacho la acomodó sobre sus hombros, pero luego frunció el ceño y la devolvió a su lugar.

    —No, mejor así.

    Jez apenas podía respirar. Se sentía totalmente expuesta y vulnerable, como una pequeña muñeca en exposición, a merced de quien tuviera para pagar las míseras monedas que valía. Quería huir de allí, quería correr y no volver a cruzarse jamás a Joey. Quería patearlo de su vida, pero también… quería que la siguiera mirando como la miraba, serio y taciturno, con su aparente capacidad de absorberla. Quería que la siguiera tocando como la tocaba, sin la menor preocupación, desatando su cabello, alisando su camisa, y…

    —Ahora, con respecto a esto…

    Su voz había sonado ligeramente más risueña que antes y Jez alzó la vista hacia él. La pequeña sonrisa no acompañaba a la profundidad de sus ojos, tan oscuros como la noche, atentos a cada minúsculo movimiento de sus manos. Las manos que habían viajado al borde de su camisa, y que poco a poco deshicieron el agarre de uno, dos, tres botones. Jez mantuvo los ojos fijos en el agua, había olvidado cómo respirar y el corazón le iba a mil por hora.

    Quería huir, quería correr, pero también quería sujetarlo de la camiseta y…

    —¡Listo! Ahora sí, todo perfecto. Mi camisa te queda impecable, Bellabel~ Justo como la imaginaba.

    Una risa floja se le escapó del pecho mientras Joey regresaba a su posición original. Claro que era su camisa, no tenía que recordárselo; no cuando cada maldito centímetro de tela olía justo como él. Se echó un vistazo, comprobando que, a pesar de la amplia abertura, su pechos no asomaban. Una sensación agridulce le revolvió el estómago, pues creyó desconocerse cuando, por un segundo, una voz dentro de su cabeza deseó que Joey hubiera seguido su trabajo hasta el final.

    —Muy bien, ¿podrías comenzar a caminar por la costa? Hazlo despacio, y olvídate de mí.

    Jez obedeció en silencio. Sus pies removieron el agua de las olas muertas, y la brisa nocturna agitó su cabello casi con timidez. Podía oír el obturador de la cámara de Joey, aunque él no hiciera el menor ruido; no lo necesitaba, de todos modos, para ser malditamente consciente de su presencia. La playa se extendía frente a sus ojos, serpenteaba y se hundía en una escollera lejana. Todo poseía una claridad increíble bajo la pálida luz de la luna. Alzó la mirada al cielo; sin estrellas. Todo allí, en ese momento, era blanco o negro. Se detuvo.

    Todo era blanco o negro y la idea le asustaba, pero su maldita camisa olía a él y ahora ya no podía negarlo.

    Quería negro.
    Estaban en el estúpido blanco, pero quería el más absoluto y profundo negro.

    El negro de su cabello revuelto, de su mirada avasallante y del cielo sobre sus cabezas. El negro de la sonrisa que reservaba para las demás, de las caricias y la voz grave que nunca se dignaba a usar en su presencia. Porque ella era blanco, ¿verdad? Era el blanco ingenuo, puro y adorable que nadie se atrevería a manchar, ni siquiera un imbécil hormonal como él.

    Pero quería negro, joder. Lo quería y no sabía cómo conseguirlo.

    Se había detenido, incapaz de verle, con la mirada fija en el océano. Joey no emitía palabra, aunque tampoco seguía tomando fotos. El tiempo parecía haberse congelado y la distancia, de ser posible, se había tornado inmensa. Jezebel apretó los dientes y su pecho subió y bajó, agitado.

    —Negro.

    Quería negro.

    —Basta de blanco.

    Quería a Joey.

    —Quiero negro.

    Pero lo quería sólo para ella.

    Su voz había sido apenas una ola de tantas, rompiendo y muriendo a sus pies. Pero el agua se agitó a su alrededor, salpicándole las piernas descubiertas, y la brisa trajo consigo el aroma del verano y debió sentir frío, pero todo su maldito cuerpo se encendió como la chispa de los cigarros de Joey y se ahogó en su aroma a colonia, shampoo y tabaco. La estaba besando. La atrajo como un imán por la cintura, la pegó a él y hundió los dedos en su cabello, y apenas llevaba puesta su camisa que cortaba a la altura de sus muslos, y la estaba besando.

    Y era increíble.

    Una ansiedad extraña le rayó la mente y rodeó su cuello con ambos brazos, alzándose sobre sus puntillas para alcanzarlo y permitírselo todo. Joey respiró contra su boca y la consumió en cuestión de segundos, meros y ridículos segundos. La camisa se había arrugado bajo sus puños ansiosos cuando se inclinó hacia ella, obligándola a arquear la espalda y asirse de él para no caer. Jezebel entreabrió los ojos un momento para luego volver a cerrarlos.

    Negro.
    Todo era jodidamente negro.

    Joey se separó unos centímetros y la observó en silencio, respirando denso por la nariz. El peso de su mirada era apabullante, siempre lo había sido pero ahora… era diferente. Lo encontró allí, en su expresión oscurecida pero ligeramente juguetona. El negro que había estado buscando. Ese negro intenso, profundo y desafiante, apartado de su alcance y de su mundo entero. Era el color de algo nuevo, un sentimiento emergiendo desde lo más hondo de su cuerpo.

    Y tenía miedo, pues el negro que apenas había manchado su lienzo blanco era, para Joey, moneda corriente.

    El muchacho le sonrió y, con delicadeza, le corrió el cabello detrás de la oreja. Todo en su comportamiento de repente gritaba blanco, y Jez no comprendía nada.

    —Perdona —susurró, acariciando su mejilla con el pulgar—. La verdad que… no pude contenerme. De todos modos no es excusa. Perdóname, ¿sí?

    Jez sacudió la cabeza lentamente y presionó la mano de Joey contra su rostro, como si eso consiguiera mantener atadas las piezas que amenazaban con desmoronarse.

    ¿Ah?
    ¿No era negro?


    —¿Por qué te disculpas? —inquirió, confundida.

    La pregunta le hizo sonreír sin gracia.

    —¿Por qué, dices? —replicó, y quitó su mano suavemente de la pequeña prisión donde Jez la había encerrado—. En serio eres lenta, Bellabel.

    No lo entiendo.
    ¿Por qué te ves tan triste?


    —¿Qué ocurre, Joey? Yo no… n-no me desagradó, el beso…

    —Lo sé. —La voz del muchacho la interrumpió y una daga se le enterró en el corazón; ¿cómo era capaz de sonar tan áspero y suave al mismo tiempo?—. Por eso me estoy disculpando. Creo que… estoy siendo jodidamente egoísta aquí, ¿sabes? Y por primera vez…

    Un profundo suspiro le desinfló el pecho y desvió la mirada hacia la costa, más allá de Jezebel. Ella lo vio sin tregua, sin remedio ni esperanza. Lo vio como una pequeña muñeca en exposición, a merced de quien tuviera para pagar las míseras monedas que valía. Pero él no la miraba, como si tuviera las monedas pero prefiriera gastarlas en otro lugar.

    —Por primera vez, serlo me jode un montón. Mierda, Jez, mejor… hablémoslo mañana, ¿vale? En la escuela. Hace frío y vas muy desabrigada, vas a enfermarte. Ven, te alcanzo tu ropa.

    Jezebel lo vio hacer, sin moverse de su lugar. Parecía incapaz de quitarle los ojos de encima; como si lo deseara demasiado, lo odiara demasiado y la frustrara demasiado.

    Pensé que… querías negro.
    ¿No es ese tu mundo?


    Joey le alcanzó sus pantalones y la campera, y permaneció de pie a una distancia prudencial mientras ella se vestía. No la miraba. No se había dignado a mirarla ni un maldito segundo.

    ¿De qué mierda vas, Wickham?
    No te entiendo ni un poco.


    —Ya está.

    Cuando se dio la vuelta hacia ella, tuvo el descaro de sonreírle tan dulce y decirle que la acompañaría a casa. ¿Cómo se suponía que pasaran más tiempo juntos? Si sentía el pecho a punto de ahogarla. Pese a todo, sonrió y empezó a caminar. Joey rodeó sus hombros brevemente y luego la soltó por completo, enterrando las manos en los bolsillos. Apenas bajó la vista hacia ella.

    —Muchas gracias por ayudarme hoy, Jez. Te mostraré las fotos cuando las tenga listas.

    —No es nada.

    Dios, qué desastre, no podría quitarse la mancha de negro; ni siquiera ahora, que tanto le pesaba y tanto le dolía. ¿Lo había malinterpretado? ¿Debería haber permanecido en el blanco? Buscó su mirada con timidez y él le acarició la cabeza en respuesta, pareciendo haber recordado algo.

    —Ah, cierto. Los dulces. ¿Quieres? Tengo de varios sabores.

    Santo cielo, qué idiota había sido.

    —¿Alguno de fresa?

    Como si el mundo pudiera ser en blanco y negro.

    Nada nunca era tan simple.
     
    Última edición: 21 Mayo 2020
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Mi culo fangirl no puede con esta wea. Comprobemos que me van los rollos raros, porque sufro con esta mierda y parezco disfrutarlo más de lo que debería ser considerado mentalmente sano.

    Me dijiste que sentías que te había quedado raro, pero déjame decirte que me encanta cómo manejaste a Jezzie aquí, es... uff. Tiene ese toque, esa ira tan propia de ella que no descubrió dentro de sí sino hasta cerca del final de Fate, precisamente al lado de Joey y me vuelve loca. Creo que una parte de Jez, a pesar del vacío que la consume, aprendió a sentir de verdad al lado de tu idiota y siento que no importa en qué condenado universo los juntemos, eso siempre va a ser así.
    Las maquinaciones de Jez durante todo el one-shot son oro. Desea a gritos que algo de él se involucre, que sea un maldito wey decente y se preocupe por ella, pero a la vez está ese odio porque ya en este punto sabe lo qué es Joey, lo que hace y el problema es, de repente, que no lo hace con ella. Porque ella es blanco.

    No puedo evitar imaginar a Jez comparándose con Kat, sabiendo que la perra está en el negro más profundo de todos y si roza el gris es en contadísimas ocasiones. Comparándose porque Kat consigue sin esfuerzo el negro que ella desea al no poder descifrar la estupidez de Joey, pensando que eso le daría acceso a él, que si fuera de ese negro, quizás podría tenerlo solo para ella.
    Todo eso para mancharse por un beso que parecía pedir a gritos y al final, ¿para qué? Para que de repente el estúpido de Joey pasara del negro al blanco, como si fuera inevitable, como si de repente un color tan claro pudiese cubrir a otro tan oscuro, como si una parte de Jez consiguiera filtrarse lo suficiente para hacerlo sentir culpable de lo que hace.

    Sigo kinda fusionada con Jez después de todo lo de estos días (?) y gurl, la decepción que sintió no tiene nombre, la sentí en todo el cuerpo xD el frío del ambiente fue cualquier mierda comparada a la cubeta de agua helada que le tiró Joey en la espalda a esta niña. I feel her so bad.
    Y a la vez fue como si solo avivara el fuego del cabreo que se lleva encima, porque le arroja señales mezcladas y ella no sabe a cuál hacerle caso. Madre mía.

    Also, gracias a esto me imaginé alto angry sex de estos dos y estoy living.

    EN FIN que me gustó demasiado alv. Gracias por esas cosas, Gigi *c muere*
     
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  3.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    So yo no iba a seguir leyendo después del two-shot porque creía que no iba a tener más energías pero es que no sé que hacer así que alv aquí estoy JAJAJ al menos voy a acabar todos los fics de Gigi, ¿no? Quedándome solo este.

    Y omg, el de la otp, voy a sufrir y voy a estar soft al mismo tiempo, yeey. Well, no me ha decepcionado en absoluto, qué decir.

    La verdad es que el problema de estos dos se sigue repitiendo: Jez espera demasiado de Joey y Joey no es capaz de cambiar la actitud con la que ha vivido casi toda su vida. Pero aún así, ahí están ambos, relacionándose y aceptando la compañía del otro porque simplemente no pueden decirse que no.

    Me imagino la escena en la playa super bonita, a decir verdad. La has descrito super bien y es que me lo he imaginado perfectamente, con la luna iluminándoles, Joey tan informal y Jez con la camisa bien preciosa y me la imagino SUPER SMOL omg. Y luego el beso, omg, tan romántico shut up, en el fondo son unos enamorados de la vida (?)

    Soy un poco pendeja pero me hace gracia ahora que Jez le diga que el beso ha estado bien y Joey tipo: lo sé BC ME IMAGINO A BLEKE TIPO: NO MIENTAS PENDEJA, NO ES PARA TANTO Y AJAJAJAJAJ i'm sorry.

    Anyways, aaa. Siento que Jez está siendo un poco injusta con Joey ahora mismo, aunque no puedo culparla porque todo esto es una experiencia nueva para ella, todos estos sentimientos también, y como dije Mely, el chico le envía señales confusas... pero porque supongo que él también está confuso. Anygays, a lo que iba, que es una pena que Jez crea que Joey solo juega con ella y que en realidad no quiere "verla" ni "prestarle toda su atención" pero en el fondo creo que Joey solo está intentando ser buen chico y... de nuevo, está confuso, no es que no quiera a Jez, es que la quiere mucho pero sabe que no es lo correcto porque le haría daño y no quiere eso pero... tampoco puede controlarse. Entonces la besa porque lo desea, luego se arrepiente porque no quiere estropearla y Jez entiende que no quiere nada con ella cuando... no es así. O bueno, así lo veo yo, vaya (?)

    Así que bueno, es injusto que no lo vea, pero también Joey está bien pendejo but we been knew. Y pues ni la culpo por sentirse decepcionada y por querer huir de él, aunque al final no pueda y acabe aceptándolo porque... quiere estar con él. Pero el final me parece super adecuado porque, sí, ellos son blanco y negro, son diferentes y se complementan pero... no todo es así. Incluso ellos mismos tienen grises, tienen otros colores, porque el mundo es colorido y eso es lo que tienen que aprender.
     
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