One-shot The Star [Gakkou Roleplay | Bleke x Jez]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Gigi Blanche, 3 Mayo 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    6,989
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    The Star [Gakkou Roleplay | Bleke x Jez]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4465
    N/A: y aquí doy por iniciada mi tira de ships crack para rellenar el tarot (?? Wey no sé de dónde salieron, but im so frickin gay for them. Yáahl venga, cuando no te etiquete en un fic se sentirá raro (?

    I. The Magician.
    II. The Popess.
    III. The Empress.
    IIII.
    The Emperor.
    V. The Pope.
    VI. The Lover.

    VII. The Chariot.
    VIII. The Justice.
    VIIII. The Hermit.
    X. The Wheel of Fortune.
    XI. The Strength.
    XII. The Hanged Man.
    XIII. Nameless.
    XIIII.
    The Temperance.
    XV. The Devil.
    XVI. The Tower.
    XVII. The Star.
    XVIII. The Moon.

    XVIIII. The Sun.
    XX. The Judgement.
    XXI. The World.
    Ø. The Fool.






    The Star.png
    .
    .

    —Ten.

    Jez alcanzó las botellas de té que Bleke le estaba extendiendo y las sostuvo contra su pecho, mientras veía a la chica hacer en silencio. Su voz siempre encontraba la forma de convertir las órdenes imperiosas en pedidos suaves, calmados, a pesar de la frialdad en su expresión. Era un contraste extraño, a decir verdad. Había algo en su aura que transmitía la eterna sensación de tranquilidad.

    Cuando hubieron conseguido las cuatro bebidas de la máquina expendedora, Bleke se irguió, alisó su falda y le sonrió a Jez. Un simple movimiento de cabeza las enderezó en dirección al patio norte, donde ese día el club de lectura había decidido pactar su encuentro cotidiano.

    —¿Te está gustando?

    Jez volvió la mirada hacia Bleke cuando escuchó su pregunta.

    —¿Eh?

    —El libro que estamos leyendo —aclaró, ensanchando apenas su sonrisa.

    —Ah, sí —su respuesta fue más vaga de lo que habría querido y desvió la vista al frente, apretando ligeramente las botellas contra su pecho—. Es interesante, sobre todo la parte en la que voy ahora.

    —¿Y esa es?

    Era una charla harto normal, de las que solían compartir entre los descansos de lectura o en el almuerzo; pero la idea que rondaba la mente de la albina no le daba tregua, y desviaba su foco de atención y alimentaba los nervios en la boca de su estómago.

    ¿Estaría… bien? ¿Molestar a Bleke con algo así? Eran amigas, o al menos compañeras de club, y Middel siempre se había mostrado paciente y a gusto con ella, ¿verdad? Seguramente serían ideas suyas y Bleke jamás desacreditaría una simple pregunta como la que quería hacerle, pero aún así…

    Eran los contrastes que desencajaban los que, quisiera o no, la mantenían siempre a dos pasos de distancia. Como si hubiera un puente roto entre ellas, una brecha irremediable.

    Y nunca se atrevía a preguntar.

    —Donde Grenouille se recluye en una caverna.

    —Oh, sí. —La voz de Bleke adquirió una leve nota de brío y Jez la miró por el rabillo del ojo—. Ese momento es muy importante en el desarrollo del personaje, y la forma que encuentra el escritor para plasmar sus cambios internos con imágenes tan vívidas… Es fantástico.

    Jez asintió apenas y frunció los labios, aspirando el aire por la nariz con fuerza. Puede que su cuerpo haya reaccionado primero a las demandas de su mente pues, cuando quiso notarlo, ya se había detenido. Bleke la imitó apenas unos pasos más adelante y se medio giró hacia ella. No emitió palabra, sólo le sostuvo la mirada. Jez encontró lo que siempre había en su expresión: calma, paciencia; incluso, quizá, algo de indiferencia.

    Sintió el calor reptando por sus mejillas.

    —Blee —la llamó, aunque ya estuviera recibiendo su entera atención y no hubiera, de hecho, estímulos distractores alrededor—. Quería consultarte sobre… algo.

    Bleke acabó de girar su cuerpo hacia ella.

    —Claro, dime.

    Le tomó un tiempo encontrar las palabras, pero nada parecía perturbar a la chica que la veía fijamente pues, a pesar de ello, no transmitía ni un ápice de insistencia.

    —T-tú eres amiga de Joey, ¿verdad?

    —Así es.

    La respuesta inmediata le llamó la atención y volvió sus ojos a ella. Bleke, entonces, le sonrió cálida y ladeó apenas la cabeza.

    —¿Qué sucede, Jez? —agregó—. Puedes preguntarme lo que quieras.

    Vólkov comprimió las botellas un poco más. Su frescor atravesaba la tela del uniforme y le ayudaban, al menos un poco, a calmar su corazón enloquecido.

    —Pues… yo… no lo conozco mucho, y pensé si podrías contarme un poco s-sobre él… o algo así.

    Apenas tenía la tenacidad suficiente para sostenerle la mirada más de tres segundos seguidos. Cada palabra apilándose sobre la anterior le enviaba una descarga frustrada a las piernas, la orden imperiosa de cerrar la boca y salir de allí. ¿Qué hacía pidiendo semejantes ridiculeces? Dios, debía sonar tan patética. Y encima, por si fuera poco, se le ocurría tratar el tema con Bleke, la eternamente madura y compuesta Bleke.

    Quien nunca dudaba al hablar ni se preocupaba por nimiedades como esas.

    —Pues… —Su voz suave sonó de cierta forma distante; al verla, notó que estaba reparando en los árboles a su derecha—. Yo tampoco lo conozco mucho, a decir verdad. Es curioso. Aunque sea un torbellino de energía y rara vez se mantenga callado, no sé mucho sobre él. Tampoco he preguntado, si debo admitir. Nuestra relación… es algo particular. —Su mirada azulina se posó rápidamente en Jez, y pareció preocupada por agregar—: Oh, no me refiero a nada romántico ni sexual; no estoy interesada en él de esa forma.

    Su sonrisa se tornó increíblemente dulce y comprensible al advertir el violento sonrojo en el rostro de Jez. Desvió la mirada, corriéndose el cabello corto detrás de la oreja. ¿Estaba dándole espacio para calmarse? No parecía indiferencia, al menos. Dios, ¿era tan fácil leer sus pensamientos?

    Quería que la tierra se la tragara.

    —¿Te preocupa, Jez? —murmuró, con la brisa danzando alrededor de ambas—. Ese aspecto de la vida de Joey.

    La albina asintió por reflejo, y apenas después recordó que Bleke no la estaba mirando.

    —Sí —reconoció; su voz fue un susurro casi ahogado—. Me hago una idea de… sus costumbres, pero… me preguntaba si…

    Si son ideas mías.
    Si no es tan como parece.


    Fue consciente, entonces, de cuánto deseaba recibir una negativa como respuesta. De cuánto deseaba que Joey no fuera el chico que ella creía, que los rumores le decían, que su actitud transmitía. Quería estar siendo una idiota, malinterpretándolo todo.

    Y quería que Bleke se lo dijera.

    Pero la chica la miró casi con pena y entornó los ojos, soltando el aire por la nariz

    —Lo siento, Jez. Es justo lo que parece.

    El corazón, de por sí comprimido, pareció enroscarse dentro de su pecho y golpearle las costillas con cada latido, como si de acero se tratase. La conversación había ido justamente como temía y eso…

    Eso era una mierda.

    Una extraña risa corta brotó de su garganta.

    —¿Por qué te disculpas? —soltó, algo brusca, entreteniendo su mirada en cualquier punto que no fuera Bleke; no soportaba su expresión de simpatía, como si estuviera viendo un cachorrito herido—. ¿Qué tiene que ver contigo?

    —Tiene que ver, en parte. Si no lo hubiera citado en la biblioteca ese día-

    —No digas tonterías, Blee.

    —Aún y todo lo quieres, ¿verdad? —Otra puntada en el pecho—. Quieres… conocerlo.

    Jez volvió su mirada lentamente, el ámbar oscurecido sobre el profundo azul del océano en reposo. Bleke estaba seria; era la seriedad que la albina sólo apreciaba en ella cuando la veía leyendo. Lo supo, entonces. Cuán en serio la estaba tomando.

    El corazón le dio un vuelco y asintió, frunciendo los labios en expresión compungida.

    —Sé cómo es él —murmuró; era casi un sollozo—. Sé que… no me ve como yo lo veo, pero no puedo evitarlo. Alegrarme cuando me habla, o reírme de sus bromas tontas, o pensar en él cuando estoy en casa, o… —Meneó la cabeza con fuerza, el cabello blanco agitándose a su alrededor—. No lo sé, yo sólo… me preguntaba si… quizá te habría mencionado algo, o…

    —Perdona, Jez, no soy la persona indicada para eso. Él nunca me habla de otras personas, o de sus relaciones privadas en general. Pero…

    Suspiró. Se la veía contrariada. Vólkov la miró fijamente, casi con una nota de súplica impresa en sus ojos. Nada parecía escapársele a Middel, y arrugó el ceño cuando advirtió su expresión.

    —No me corresponde decir esto, de modo que preferiría lo tomes con pinzas, pues nada tiene que ver con algo que él me haya dicho o algo que sepa; pero… en cierta forma, lo noto distinto cuando habla contigo. Siempre es un charlatán, y por lo general parece esforzarse por lucir maduro o confiado, pero contigo parece un niño pequeño.

    Jez apretó los labios al escucharla. Ah, ahí estaba. La estúpida chispa de esperanza que odiaba y anhelaba a partes iguales.

    Era una idiota sin remedio.

    —¿Un niño? ¿Y eso se supone es bueno?

    Bleke se encogió de hombros.

    —Es diferente. A pesar de cuán tonto pueda parecer, Joey es bastante perceptivo. Observa a la gente, y actúa en base a ello. No sé qué motivos tiene su actitud contigo, por eso sólo hablo desde mi opinión.

    Jez se sorbió la nariz e inhaló con fuerza. ¿Qué era eso? Lo pintaba tan frívolo, incluso cínico, casi como si…

    —¿Alguna vez hicieron algo?

    Como si se pareciera a ti.

    Bleke renovó su sonrisa y ladeó la cabeza; Jez comenzaba a preguntarse qué se escondía detrás de su eterna quietud.

    —¿Algo sexual, dices? —El sonrojo de Vólkov respondió por sí solo—. Nos hemos besado un par de veces, sí. Hace mucho, cuando apenas nos conocíamos. ¿Por qué preguntas?

    Jez se abrazó a las botellas y fue incapaz de verla a los ojos. Cuando había creído que podría hablar del asunto con normalidad, hacía una pregunta estúpida, nacida del puro impulso, y recibía una respuesta capaz de enviarle imágenes desagradables al cerebro. Tragó saliva, corrió áspera por su garganta, y entreabrió los labios en busca de aire.

    —Entiendo que él seguramente haya hecho cosas así con m-muchas chicas, pero yo… yo no. Nunca he besado a nadie.

    No la estaba mirando, era incapaz de hacerlo; aún así, no lo necesitó para imaginar su expresión con una precisión diabólica. La sonrisa compasiva y la mirada dulce, esa de “ah, pobrecilla”.

    ¿Por qué le enervaba tanto?

    —Entiendo. No es algo de lo que debas avergonzarte, sin embargo. Todos tienen sus propios tiempos, y más en asuntos tan privados como estos. A ti te importan esas cosas, ¿verdad? A otras personas les da igual, y por eso parecen ir tan rápido.

    —No es tanto que me importen, sólo que… nunca antes un chico se había fijado en mí. Es decir, aún no sé qué tiene Joey en la cabeza, pero… c-creo que se fijó en mí.

    —Sí, Jez. Yo también lo creo. El asunto aquí es si se fijó en ti como tú querrías que lo haga.

    —¿Ah?

    Su propia expresión de confusión se solapó con las pisadas suaves de Bleke acercándose a ella. Jez volvió el rostro, teñido de un suave rojo, y la vio deteniéndose. Podría jurar que su semblante se dulcificó cuando sus ojos se encontraron.

    —¿Qué es lo que más te preocupa de todo esto, Jez? ¿Que Joey no te corresponda, o no estar a la altura de sus expectativas?

    No debería haberle sorprendido, Bleke siempre había sido mortalmente certera y directa con sus palabras. Así y todo, no logró esquivar la daga de hielo clavándose en medio de su pecho. Jez volvió a tragar saliva, sintiéndose tan pequeña bajo la mirada atenta de su compañera, y clavó la vista en sus zapatos.

    Se lo preguntaba, pero ya sabía la respuesta, ¿verdad?

    —Cuando pienso que él tiene tanta experiencia, y yo no sé nada de eso… me preocupa.

    Y si ya sabía que Bleke sabía, ¿por qué rayos seguía hablando?

    —¿Qué te preocupa, exactamente?

    Era casi un pedido de auxilio.

    —B-besar mal, o… que no le guste p-porque no sé hacerlo, y… cosas así.

    —Ya veo. —Una pequeña pausa; lucía pensativa—. Bueno, eso tiene solución.

    —¿Eh?

    —Quiero decir, Joey no tiene por qué ser tu primer beso.

    —¿E-eh?

    Se ruborizó sin tregua y Bleke soltó una risa breve; fue suave, cantarina, era la primera vez que Jez la oía reír. El sonido se le hizo precioso.

    —Verás, puede que con el tiempo notes que estoy un poco loca —confesó Middel, acomodándose el cabello detrás de la oreja—. Puedo ayudarte. Con tu primer beso.

    Jez se la quedó viendo, habiendo olvidado por primera vez cuán roja debía lucir su cara, pues la Bleke que tenía enfrente no era la Bleke que siempre había conocido. ¿Siempre le había prestado tanta atención? Una parte de ella la admiraba, su tenacidad, su seguridad y templanza. Admiraba que pudiera decir cosas así, como si nada, y seguir sonriendo calmada. Lo cierto es que aquella Bleke se veía ligeramente jocosa, y su frescor bañó de luz cálida la cubierta de hielo que Jez siempre le había echado encima.

    Antes de poder razonarlo, ya había asentido.

    La sonrisa de Bleke se ensanchó y el líquido dentro de las botellas se agitó al compás de sus movimientos.

    —Muy bien, ¿te parece volver conmigo después del club, y tomar el té en casa? Luego pueden llevarte si se hace muy tarde, no te preocupes.

    Jez volvió a asentir y sus piernas se activaron detrás de Bleke, en dirección al patio norte. Apenas fue consciente del rollo donde acababa de meterse, y probablemente no lo fuera por completo hasta encontrarse cara a cara con Bleke en el lugar pactado.

    Joder, si no era Joey, sería Bleke.
    Esta gente llena de confianza acabaría matándola.

    .
    .


    Jez apenas logró concentrarse en su propio libro durante la hora que le restaba al encuentro; le recordaba, en cierta medida, al día que Joey se le apareció en la biblioteca y le puso el mundo de cabeza. ¿Cuántas veces había intentado leer los mismos párrafos, sin lograr incorporar una maldita idea? Ahora, cada vez que lo notaba, se encontraba aprovechando la distracción de sus compañeras para echarle miradas furtivas a Bleke por encima del libro. La chica no le llevaba el apunte en lo más mínimo; siempre era así mientras leía. Jez, a decir verdad, lo agradecía.

    Cuando creyó haber reunido la tranquilidad mental suficiente para enfocarse en su libro, la hora acabó y el club de lectura se dispersó. Vio a Bleke incorporándose, alisándose la falda y sonriéndole desde arriba. Jez la imitó y atravesaron el patio en dirección a la salida, silenciosas. Era un silencio usual al estar en compañía de Middel, siendo justos, y Jez siempre había estado a gusto con ello. Hasta ahora.

    —Buenas tardes, Tomioka-san. Ella vendrá con nosotros.

    Un chofer las esperaba en la acera, y Vólkov correspondió cohibida a su elegante saludo cuando les abrió la puerta de los asientos traseros. El interior del coche era lujoso, con tapizados de cuero negro y acabados en madera. El sonido de la sonrisa de Bleke la arrancó de sus observaciones.

    —¿Son amigas? —La voz del hombre casi anciano captó su atención, y encontró su mirada por el espejo retrovisor.

    —S-sí.

    —Es mi compañera del club de lectura, Tomioka-san. La he invitado a tomar el té —explicó Bleke con soltura.

    —Ah, qué maravilloso. ¿Cómo se llama, señorita?

    —Jezebel, señor.

    —¡Oh! Qué nombre curioso. Mucho gusto, niña.

    —El placer es mío.

    Luego del breve intercambio, el ambiente volvió a tornarse silencioso. Jez le echó un par de miradas disimuladas a Bleke, quien parecía muy concentrada en el paisaje urbano sucediéndose fuera de la ventanilla. Se preguntó si sería apropiado presentar algún tema de conversación, pero no lograba dar con ninguno lo suficientemente interesante. ¿Siempre se había preocupado tanto? Por… estar a la altura.

    Las palabras de Bleke resonaron en su cabeza.
    Comprimió las manos sobre su regazo.

    El viaje en coche no fue tan largo, pero la casa de Bleke era, definitivamente, más grande de lo que habría imaginado. Jez intentó no lucir tan asombrada a medida que se adentraban por el camino de grava, con el inmenso parque verde a ambos lados, hacia el porche de columnas jónicas, escalinatas de mármol y puertas de roble macizo. Sin contar lo ostentoso de la construcción, su estilo era, además, claramente diferente a lo tradicional de Japón. Era una casa que reconocerías con apenas un vistazo.

    Unos segundos antes de entrar, Bleke se giró hacia el chofer y le sonrió.

    —Tomioka-san, ¿podrías pedir en la cocina que preparen el té y lo suban a mi habitación, por favor?

    —Cómo no, Middel-sama.

    Jez se quedó de una pieza. ¿Semejante honorífico con una niña de dieciséis años? Válgame madre.

    El interior de la casa, aunque más acogedor, mantenía la impecable elegancia del exterior. Bleke la guió por las escaleras hasta el primer piso y se detuvieron en su recámara. Jez tuvo que reconocer que, para esa altura, había imaginado la habitación de Bleke digna de una princesa; pero era, de hecho, increíblemente sobria y… ¿desapegada? No sabría explicarlo, le dio esa sensación.

    —Por favor, siéntete como en casa.

    —Sí, gracias.

    Jez dejó el maletín en el suelo, a un lado del escritorio, y se sentó al borde de la cama. Justo allí había una mullida alfombra blanca sobre la cual movió los pies y sonrió, gustosa. Bleke se acomodó a su lado tras quitarse el blazer y el lazo, y le echó un vistazo.

    —¿Segura estás cómoda así?

    —Ah, quizá podría…

    —Deja que te ayudo con eso.

    Las manos de Bleke viajaron más rápidamente hasta el lazo bordeau alrededor de su cuello, y Jez clavó la vista en su regazo mientras los dedos ajenos lo desanudaban con cuidado. Sintió la fina soga deslizándose sobre la camisa hasta liberarla, y Bleke se estiró para dejarla sobre el escritorio.

    Un pequeño silencio se instaló entre ellas, que a Jez le supo premonitorio.

    —Muy bien —murmuró Bleke por fin, encerrando las manos bajo sus muslos—. ¿Quieres verlo ahora? ¿O luego del té?

    Ahí estaba de vuelta, el jodido sonrojo.

    —E-eh, como tú prefieras.

    La sonrisa de Bleke se oyó divertida.

    —No, Jez, como prefieras. Yo estoy bien de cualquier forma. Entiendo que todo esto sea extraño para ti, lo único que me interesa es que estés segura de querer hacerlo; luego, en cuanto a las formas, puedo amoldarme.

    El silencio que Middel suspendió en el aire parecía demandar una respuesta por parte de la albina. Vólkov alzó la mirada y asintió, juntando valor para buscar sus ojos.

    —S-sí, Blee, en serio. Es sólo que… no sé bien cómo hacer esto.

    ¿Estaba realmente tan segura? Una parte de ella quería huir, pero al mismo tiempo…

    Prefería querer huir allí, y no frente a Joey.

    —Descuida. De eso me encargo yo.

    Bleke liberó una de sus manos y la llevó hasta el cabello blanco de Jez, para acariciarlo y correrlo luego detrás de su oreja. Sus dedos, entonces, viajaron hasta la piel de sus mejillas, y la tocaron con la sutileza suficiente para enviarle cosquillas. Bleke mantenía la vista fija en su labor, y por ello Jez pudo observarla sin recibir toda la intensidad de su mirada. Su tez pálida, las pestañas claras, la nariz respingada. El cabello rubio ceniza, lacio y voluminoso, ligeramente desordenado. Los ojos, de un azul grisáceo, brillando opacos bajo la tenue iluminación de la recámara.

    Tan bonita.

    Bleke acunó su mejilla con la mano y alcanzó el nacimiento de su cabello. Sus dedos presionaron allí, y la atrajeron cuando unió sus labios con los de Jez. Al comienzo fue eso, un simple toque. La albina cerró los ojos, siendo demasiado consciente de la sensación, y aspiró su aroma a perfume cuando inhaló por la nariz. Bleke le concedió unos segundos para relajarse y ladeó el rostro, entreabriendo la boca. Sus labios eran suaves y Jez le correspondió, resultándole fácil debido al ritmo pausado. Los dedos de la rubia se enredaron entre su cabello y sintió cómo la acercaba a ella, valiéndose de la otra mano para alcanzar su cintura. El tacto, un mero roce al principio, fue firme a través de la camisa y Jez se giró hacia ella, subiendo una rodilla al colchón. Bleke se inclinó más cerca, y la besó con mayor profundidad. Sus alientos se entremezclaron y Jez arrugó el ceño, sintiendo sus propias manos incómodas. Debía… hacer algo, ¿verdad? Dubitativa al principio, apoyó una sobre la cama, junto a Bleke, para poder acercarse con comodidad, y juró que pudo oír a la chica sonriendo contra sus labios. No fue capaz de confirmarlo pues, inmediatamente luego, Middel presionó su nuca y la atrajo hacia sí, dejando caer la otra mano sobre su pierna desnuda. Jez aún no daba crédito a la situación. Estaba besando a una chica.

    Y era suave, y era dulce, y olía bien.
    Y se sentía bien.

    Bleke soltó el aire por la nariz y cepilló su cabello albino en cámara lenta, con mimo, mientras se separaba apenas y le sonreía.

    —Perdona, creo que debo preguntar —susurró—. ¿Quieres que siga? ¿O me detengo aquí?

    Jez tragó saliva lo más disimulado que pudo.

    —¿Hay más?

    —Claro que sí. —Le sonrió, acomodando su pelo—. Puedo, por ejemplo, utilizar mi lengua para besarte. ¿Quieres que lo haga?

    Vólkov asintió, aunque no tenía la menor idea a qué estaba accediendo.

    —Muy bien —agregó la rubia, acercándose a ella—. Abre tu boca, entonces.

    Jez obedeció sin chistar, y Bleke la besó otra vez. Fue diferente. La intromisión de su lengua era extraña y fue, si se quiere, un poco desagradable. Cerró los ojos, intentando asimilar la sensación, y aspiró. El aroma de su amiga conseguía relajarla, pues era dulce y floral, y le recordaba que Bleke no haría nada que ella no quisiera.

    Con el correr de los segundos, comenzó a relajarse y se atrevió a corresponderle. Sus movimientos eran muy torpes y a veces descoordinados, pero logró habituarse junto a la suavidad de Bleke. Ésta volvió a enredar los dedos entre el cabello albino y no la atrajo, sino que se inclinó hacia ella. Jez apoyó una mano detrás para no caer de espaldas, y su quejido murió ahogado contra los labios de Middel; no estaba segura si lo estaría disfrutando. ¿Qué pensaría? ¿Era capaz de… corresponderle bien? ¿De besarla bien?

    Quería hacerlo.

    Jez llevó su mano libre hasta la cintura de Bleke y la atrajo hacia su regazo. La chica hincó una rodilla junto a la propia y Jez, de repente, tuvo que alzar la cabeza para no separar sus labios. Middel había acunado su rostro con ambas manos ahora, y la besaba profundamente. Aún era lento, pero tenía otra intensidad y sus cuerpos habían comenzado a moverse en busca de cercanía. La lengua de Bleke ya no se sentía extraña, y Jez estaba, de hecho, preocupada por acariciarla con la intención suficiente cuando se colaba dentro de su boca.

    Bleke se separó apenas unos milímetros, y oyeron por primera vez sus respiraciones agitadas.

    —Senpai —susurró de una forma diferente; a Jez le causó unas extrañas cosquillas—. Debo decir que eres mejor en esto de lo que esperaba.

    La albina observó su mirada de lleno, sus mejillas tenuemente rosáceas, y sus pechos se aplastaron entre sí cuando Bleke se inclinó sobre su oído. El aliento cálido directo en su oreja le envió escalofríos, y su voz sonó dulce y vibrante.

    —¿Quieres que pare~?

    Jez cerró los ojos un momento, intentando organizar sus ideas y ponerle un freno a las sensaciones que le recorrían el cuerpo. Al aroma tan elegante de su cuello, la finura de su cintura, la suavidad de sus pechos y la nota electrificante de su voz. Pero, por primera vez, no pudo simplemente asentir ante las preguntas de Bleke.

    Conducida por un impulso extraño, presionó los labios contra su cuello. Oyó la exclamación ahogada de la rubia y eso, de alguna forma, la incentivó a seguir. Besó su piel de punta a punta, trazando caminos delgados con la lengua cuando perdía humedad. Bleke se aferró a su cabello albino y la dejó hacer, en silencio, aunque pegó su pecho al suyo y Jez ahogó un suave suspiro contra su cuello.

    Mierda.
    ¿De eso se había perdido tantos años?

    —Jez. —Bleke la llamó entre la bruma de sensaciones, y se alejó para encontrar su mirada—. Deberíamos parar, Jez. El té llegará en cualquier minuto.

    Su voz hablaba, pero sus ojos y todo su cuerpo parecían señalar en la dirección contraria. La albina, sin embargo, atendió a razones y despegó las manos del cuerpo ajeno. Asintió.

    Fue apenas consciente de lo que había ocurrido —o, más bien, de cómo se había sentido al respecto— cuando observó a Bleke con algunos metros de distancia, la piel nívea de sus piernas, la falda corrida hacia arriba y la camisa arrugada. Sintió el calor en su rostro y se llevó las manos a la cara, secándose la boca con el puño de la camisa.

    Santo cielo, ¿qué acababa de pasar?

    Dicho y hecho, unos golpecitos rítmicos llamaron a la puerta, y una señora ataviada con un delantal blanco les dejó una bandeja sobre la mesa ratona. A Jez le llegó de inmediato el aroma de los scones, pero apenas les prestó atención. Bleke se incorporó y le sonrió calmada.

    —¿Vamos? —murmuró, indicándole los sillones—. No deberíamos dejar que el té se enfríe.

    Venga, ¿cómo era capaz de conservar semejante templanza luego de, bueno, eso? Jez, a estas alturas, ya no sabía si Bleke era realmente una existencia superior o si sólo tenía un don nato para ocultar sus emociones.

    La respuesta, en realidad, era obvia.

    —¿Han traído scones?

    —Sí, los hacen todas las tardes. No tienes idea cuán deliciosos son, sobre todo con jalea y mantequilla.

    Jez sonrió, con una mezcla agridulce de alivio y tristeza. Vaya, podían besarse así y seguir como si nada, ¿eh?

    Bleke realmente debía ser más parecida a Joey de lo que creía.
     
    Última edición: 21 Mayo 2020
    • Fangirl Fangirl x 3
  2.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,027
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Can I die? I'm gonna die.

    La sensación que me dejó esto es idk, tan soft xdddd te lo juro. La música, el ambiente que generaste, Bleke con su tranquilidad fuera de este mundo asldnas *c muere*
    Los nervios de Jez me dan toda la vida, yo es que no puedo con esta niña nerviosa, es como para abrazarla y hacerle pat pat. Me encanta que, sin tener ni puta idea de cómo, termina enredada en el rollo de Bleke y todo por andar pensando en el pendejo. VES JOEY? VES LO QUE HACES? *le pega* LAS QUIET QUEEN SE COMIERON LA BOCA POR TU CULPA.

    Ahora sí, vamos por partes como siempre.


    Mi corazón wey xd la esperanza que guarda mi pobre bebé de que alguien le diga que no, que Joey no es un puto fuckboy. Que alguien se lo niegue, porque ella es una tonta que lo quiere y aksndaks.

    Yo fusionada con Jez como siempre, sentí el vacío en el estómago que debió sentir ella cuando Bleke le suelta esto. Es como: pues nada. me voy a la verga mejor. Pero, ¿sabes? Creo que es preferible que se lo haya soltado Bleke que, no sé, se lo dijera alguien como Kat o incluso la misma Laila, porque a pesar de todo, siento que la calma que le transmite Bleke ayuda a que la patada no sea tan fuerte, no sé si me doy a entender.
    De verdad quisiera que cuando alguien se lo diga, que ese alguien fuera tu quiet queen, para que la contenga emocionalmente y idk quizás hasta evite el posible rage mode o lo atrase (?)

    Lowkey me duele la vida cada vez que alguien le dice a Jez las verdades de Joey y le recuerdan que, incluso a pesar de esa mierda, ella igual quiere acercarse, conocerlo, quererlo y punto.
    Esta niña es demasiado pura para la vida and I love it and I hate it.

    Let me just- *sobs* Estas referencias a soft Joey me pueden. Que al menos alguien le señale a mi bebé que aunque es un pendejo fuckboy, algo cambia cuando está con ella.
    ENCIMA JEZ PREGUNTA SI ES BUENO QUE SE COMPORTE COMO UN NIÑO CON ELLA. *le suelta un zape* PUES SÍ, PENDEJA. ES UN BEBITO.

    Aquí ya me entró la gayness. Me imagino el corazoncito de Jez acelerándose al escucharla reír de esta manera, porque esta mujer es débil a las sonrisas de otros, pero débil con ganas. Bleke riendo así, Joey siendo un bebé, mira ya mejor me derrito de amor con todos bai.

    JAJAJA confirmo.

    Fucking shit, Jez, deja de pensar con el coño tú también qué te pasa. QUÉ TE PASA.
    TE COMISTE A BLEKE POR ESTA WEA. Aunque honestly, worth it. Como le huya al pendejo después de esto le suelto un vergazo.

    Aquí chillé. Esto es TAN gay y es un pensamiento tan Jez que asdbaksb.
    Es que la veo pensándose todo eso, en lo suave y dulce que es, en su olor y en lo bien que se siente. Like being so gay for her, porque es tan soft.

    Ya aquí me morí wey, porque ya hasta a Bleke se le nota la hornyness y yo living 7u7 (?) Lo que me hace gracia es que me pongo a pensar en Jez luego, recordando esto y revolcándose de la vergüenza en su casa.
    ¿Cómo le va a ver la cara de nuevo a Bleke? No sé yo, pero me dan ganas de montarme toda la escena y como estoy fucking loca, hasta la imagino otro día besándola de nuevo FUCK. Así en uno de esos arrebatos raros que le dan a Jez de la nada.

    Este comentario no es más que yo fangirleando, perdón (??)
    Gracias por esta belleza ;--; amo a las soft quiet queens juntas.
     
    • Adorable Adorable x 2
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

    Piscis
    Miembro desde:
    10 Julio 2013
    Mensajes:
    15,863
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Dios, con lo que yo amo las ships crack por dios I AM LIVING WITH THIS ONE. Oh boy oh boy.

    Mira Jez is too pure for this world and she does not deserve el fuckboy que es Joey ahora mismo. Y bueno, ahora mismo es normal que esté ahí dudando de si lo es de verdad porque, eso sí, el chico se está comportando muy bien con ella y es normal que no quiera creerse los rumores. But por desgracia, son verdad... y Bleke no le iba a mentir a la chiquilla. Pero concuerdo con que ella sería buena opción para decírselo porque con su tranquilidad pues la mantendría calmada para no ir y cortarle el mini-Joey al nene (?)

    Ay mira, I feel Jez at astronomical levels con lo de no estar a la altura con los besos y eso TBH SAME GIRL. Ah y adoro ver a Bleke así tan burlona i'm so fucking gay god bless her. Y TÍO QUE ME LO ESTABA VIENDO VENIR LO QUE LE IBA A PEDIR AND I WAS SO FANGIRL BC YAS QUEEEEEN YOU GO GIRLS.

    Omg, Jez es tan neko i cannot y Bleke tan tranquila ella JAJAJ oh boy y cuando llegan a la casa y TODO SE VUELVE TAN JODIDAMENTE STEAMY EN DOS MINUTOS BC OBVIO GIRL, THE KISS IT WASN'T GOING TO BE JUST AN INNOCENT KISS. TODO ESTO LO TENÍA PLANEADO BLEKE, QUE QUERÍA LIGARSE A JEZ, YO LO SÉ. Oh boy como adoré la escena, me resultó una mezcla entre cute y sexy idk, y ver a Bleke así un poco más alterada de lo normal i JUST.

    La pobre Jez super confundida con todo, en plan: cómo puede besarme y luego estar tan tranquila ñakjsdnakjsld y dios, yo también la imagino en su cuarto dando vueltas en la cama pensando en el beso y al día siguiente super awkward con todo y Blee tan tranquila (puntos extras por el apodo de Bleke, me gusta Blee(?).

    ALSO. Quiero imaginar que mi Kashya es muy perceptiva aunque nunca diga nada entonces notaría un montón que algo ha pasado con esas dos porque estarían raras aunque intentasen disimular y también notaría la nueva tensión sexual (?) pero se callaría, no diría nada la muy zorra y las observaría con cierta diversión. Cómo si fuese una novela aquello (?)

    Y y y idk, que me gustó mucho, obvio ;----; ya quiero ver más interacciones entre las nenas del club de lectura (entre las vuestras más porque la mía es un poco rara y no da para muchos intercambios de palabras (?) y cosis interesantes.

    Also, ojalá Joey no se entere de este que se pone bien cachondo el jodido es o no (????

    PD: The Stars es mi carta favorita porque te lleva a la sala dorada donde te dan un objeto para mejorarte y esas cosiñas y es muy útil uwuwuwu (?)
     
    • Adorable Adorable x 2
    • Me gusta Me gusta x 1
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso