The grisha [the grisha] the sound of madness.

Título: The Sound Of Madness.
Personajes: Alina Starkov [Sankta Alina], Malyen Oretsev, Aleksander Morozova [The Darkling/El Oscuro]
Pairing: {Malina} & {Darklina}
Genre: Tragedy/Drama/Horror.
Rating: T.
Nº de Palabras: 476.
Tipo de Fanfic: Drabble.
Advertencia: AU/UA. Muerte de personajes. Ooc en Alina. Final Alternativo.
Nota: Para la actividad "Frasemanía."

Contenido oculto

"Lo hice para convencerme a mí mismo de que soy la clase de persona cruel y sin corazón que tú piensas que soy"

-Porque Aleksander es la viva representación de esto.

The Sound Of Madness. ​

Alguien gritó en la oscuridad, desgarradora intensidad llegando lejos, muy lejos. Más que algo humano, aquello parecía un sonido visceral, animal. Y no era la negrura que todo lo abarcaba la razón de aquel horrible ruido.

No. Ella jamás había temido a la oscuridad. Y aquel día no era distinto.

La sangre manchaba sus manos cuando la Santa se acercó al cuerpo del que había sido su mejor amigo. Su pareja. Su compañero en la eternidad. Él ya no estaba. Simplemente se había esfumado.

Mal.

Mal se había ido.

La histeria sacudió su cuerpo como si un relámpago lo hubiera atravesado. Su mirada se tornó roja, su dolor se tradujo en ira, y sus gritos desesperados eran ahora un reclamo de guerra dirigido específicamente a una persona.

Ella jamás había temido a la oscuridad, pero eso no significaba que no la odiara.

Dicen que la luz sólo puede ser contemplada si existen sombras para ser disipadas. La Santa demostraría que aquello no era correcto.

Su cuerpo tembló en anticipación y una sonrisa desesperada destrozó su rostro. La soledad en su mirada había trascendido con la eternidad de su existencia, pero el odio, el dolor, seguían ahí.

Aquel era su último movimiento. La Sankta sabía que no habría un después para ella. No lo permitiría. Cuando cargó, lo hizo con todo lo que tenía. Las sombras a su alrededor gritaron y se retorcieron, desesperadas por evitar la violenta explosión de luz que escapaba a raudales de su cuerpo.

Oculto en la oscuridad, estaba él. El señor oscuro. La causa de todos sus males. El asesino de su corazón. Él no se defendía, no atacaba, no se retiraba. Simplemente estaba ahí, quieto. La observaba, la llamaba.
Alina cayó en la cuenta, entonces, que las cosas habían cambiado. El terror inundó su sistema, paralizándola, clavándola como una estaca al suelo. Ahora ella era otro testigo sin rostro de la masacre acometida por el Oscuro.

Su voz resonaba entre las tinieblas, tentándola. Esperándola. Una justificación escapó de sus labios fríos como los de un muerto que sigue con vida. Una disculpa disfrazada de mentira, pero que Starkov sabía verdadera más que ninguna otra cosa.

Ella había perdido más que el corazón en aquella batalla. El hombre que amaba había caído frente al hombre que había demostrado que sus expectativas eran inocentes, comparado con lo que él realmente era.

El ser frío, malvado, eterno, que jamás tendría redención se dio la vuelta y marchó de nuevo hacia la batalla, abandonándola a su suerte. Alina estaba muerta ahora. Lo había estado desde el momento en que su corazón decidió que sería entretenido amar a un monstruo. Lo estaba tanto o más que ahora, siendo devorada por los mismos monstruos que ella había creado, hace mucho, mucho tiempo.

Morozova y Starkov jamás volvieron a verse las caras de nuevo. ​