One-shot The Secret [RoR]

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Lisa Rush, 5 Junio 2010.

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    Lisa Rush

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    The Secret [RoR]
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    The Secret [RoR]

    Bueno, escribí esto debido a mi fangirlismo a la canción The Secret de The Pierces, además de que hay un VGMV de Rule of Rose con esa canción.

    Título: The Secret
    Autora: Izzy Allon.
    Videojuego: Rule of Rose.
    Advertencias: Yuri. Posible OoC en Diana y Meg. La historia transcurre dos años después, por lo que Jennifer tiene 21, Meg 12, Eleanor 14 y Diana 16. Si no has jugado este juego y aún así quieres leer esto, busca en el Google.
    Summary: <<Ella ya sabía que la pelirroja ocultaba algo, que detrás de su hermosa cara de porcelana se ocultaba la sonrisa retorcida que le gustaba poner cuando veía sufrir a Jennifer.>>

    The Secret.

    Meg estaba inquieta. Últimamente, en el Orfanato del Jardín de la Rosa Roja, las cosas no iban muy bien para ella. Diana, su amada Diana, era el problema.

    Hacía ya varias semanas que se comportaba de forma extraña. Se cosía y se ponía nuevos vestidos, se ataba el pelo en una coleta y se pintaba. Se levantaba a las once de la mañana, iba saltando por ahí alegremente… y lo peor: casi siempre se dejaba su camisón negro de mangas cortas, hasta que anochecía.<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com<img src=" /><o:p></o:p>

    Sí… a la noche todo cambiaba. Era cuando Diana mostraba su otro lado. Sin duda, era otra chica. Otra princesa. Alguien en un cuerpo equivocado. Eso, a la rubia no le agradaba en lo más mínimo. Ella ya sabía que la pelirroja ocultaba algo, que detrás de su hermosa cara de porcelana se ocultaba la sonrisa retorcida que le gustaba poner cuando veía sufrir a Jennifer.<o:p></o:p>

    Jennifer…<o:p></o:p>

    Sí, la nueva Princesa de la Rosa Roja, también ocultaba algo. Según se murmuraba, Diana le había hecho un precioso vestido rojo, de mangas largas y con lentejuelas. Eso a la rubia le ponía los pelos de punta. La afectuosidad de Diana hacia Jennifer era repentinamente extraña.<o:p></o:p>

    Meg se paró en medio del pasillo con la mano en la barbilla. Ahora tenía doce años y era mucho más madura que cuando le confesó su amor a la Duquesa Diana, sin embargo, seguía enamorada de ella. La chica llevaba puesto, ahora, una camisa blanca de mangas largas, debajo de un suéter sin mangas color salmón. Tenía una falda negra, zapatos de colegiala y medias blancas hasta las rodillas. El cabello rubio estaba recogido en una coleta, había crecido un poco.<o:p></o:p>

    Salió de sus pensamientos y continuó caminando. Se dio cuenta de que estaba anocheciendo y suspiró. Pronto saldría la “Otra Diana” –como ella solía llamarla–.<o:p></o:p>

    — <I>¿Para que las velas?</I> —se escuchó dentro de una habitación.<o:p></o:p>

    —“<I>Todo buen secreto debe contarse a la luz de las velas”… ¿Recuerdas? Eso lo decía Wendy.<o:p></o:p></I>

    La chica de doce años se paró en seco, con los ojos fijos en la pared que tenía en frente. Esa voz era la de su amada. Giró la cabeza hacia la puerta de donde provenían los murmullos. Meg se giró por completo y asomó la cabeza por la puerta entreabierta. <o:p></o:p>

    No había mucha luz allí. Apenas una lámpara prendida en el fondo de la habitación. El resto era iluminado por velas, que conducían hasta una cama. La rubia divisó dos personas, arrodilladas frente a la otra en la cama. Se acomodó los anteojos y estiró un poco más el cuello.<o:p></o:p>

    Una de las personas era Eleanor, de catorce años. Meg divisó sus graciosas coletas bajas que se ocultaban detrás de sus hombros. Llevaba un vestido color salmón, hasta casi las rodillas, de mangas largas. La jaula estaba en el piso, y ahora llevaba un pequeño canario dorado que le había regalado Jennifer. <o:p></o:p>

    La otra persona era, sin duda, Diana. Un escalofrío recorrió la espalda de la rubia al ver que tenía puesto el camisón negro de mangas cortas. Y no solo eso, sino que tenía el cabello recogido en un rodete parecido al de Jennifer.<o:p></o:p>

    —O sea que tienes que contarme un secreto —concluyó Eleanor.<o:p></o:p>

    —Sí, pero no se lo dirás ni a Meg ni a Amanda —más que ruego parecía una orden.<o:p></o:p>

    —No lo diré.<o:p></o:p>

    —Júralo sobre tu tumba —sonrió Diana. <I>“Qué pronto cavarás si dices algo”, </I>pensó<I>.<o:p></o:p></I>

    —Lo juro sobre mi tumba —prometió Eleanor frunciendo el ceño—. Ahora bien, dime: ¿cuál es tu secreto?<o:p></o:p>

    —Que apurada, no sueles ser así. Bueno, mi secreto es que estoy enamorada de Jennifer.<o:p></o:p>

    Eleanor abrió los ojos de impresión. El canario aleteó en su jaula.<o:p></o:p>

    —Y que mi amor es correspondido.<o:p></o:p>

    Otro disparo al pecho de Meg. Cerró la puerta, sin importarle que la escucharan y, tocándose el estomago, se fue directo al baño. Se tiró en el suelo, y una lágrima rodó por su mejilla. Así que ese era el famoso secreto que escondían Diana y Jennifer. Oh, no quedaría así.<o:p></o:p>

    No mientras Meg estuviera viva. Se levantó, se limpió la lágrima y se miró al espejo. Tenía que ser madura y no dejarse vencer por nadie. Ahora que sabía el secreto, nada la detendría. Nada. <o:p></o:p>

    Salió del baño y se encontró con Diana. Ambas se miraron fijamente. Meg se dio vuelta y se fue bajando las escaleras.<o:p></o:p>

    Ahora enfrentaría la realidad, y no se dejaría vencer.<o:p></o:p>

     

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