One-shot The rest of our days [Infected City-Rebeldes]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Sumine-chan, 16 Noviembre 2013.

  1.  
    Sumine-chan

    Sumine-chan Intérprete de la Condolencia

    Géminis
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    The rest of our days [Infected City-Rebeldes]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2042
    Este songfic está basado en la canción Rest of our days de Lexington Field. Para la actividad Melodía Apocalíptica.



    Ah, olvidaba pedirles que pongan un "Bueno" o "Malo" en su comentario para que me ayuden en la actividad n.n gracias!

    Rest of Our Days

    Es inútil llorar y mostrar debilidad, porque realmente no les importa.

    I​

    El sol invadió temprano mi recámara. La cortina que María puso esta semana es demasiado clara y la luz del día me despierta, cada mañana, con una intensidad que no es del todo bienvenida. Intento cubrirme con la sábana, pero sé que es en vano. Una vez que me despierto es imposible que me vuelva a dormir.

    Me siento sobre la cama y mantengo mis ojos cerrados, preparándome para la luz cegadora. Después de unos segundos los abro lentamente y el familiar dolor llega. Es una punzada detrás de los ojos, una reacción a la luz que aún no desaparece del todo. Unos días duele más, otros menos, pero siempre duele.

    La sirvienta entra tarareando una canción, como siempre. Me pregunto de dónde saca tantas canciones diferentes porque nunca he escuchado que tararee la misma, igual y solo no tengo buena memoria. Me ayuda a cambiarme, me cepilla el cabello –porque sería imposible que lo hiciera sola, cae debajo de mi cintura— y me acompaña hasta el comedor. Se despide con una sonrisa y una inclinación a pesar que le he dicho cientos de veces que no es necesaria.

    Mi padre espera sentado en un extremo del comedor. Entro y le doy un beso en la mejilla.

    —Buenos días, padre —digo mientras la familiar colonia a madera inunda mi sentido del olfato. Cuando estoy con él me siento como una niña de nuevo. Froto mi mejilla contra su barba que nunca raspa demasiado, solo acaricia mi piel.

    —Buenos días, querida —me responde y me indica que lo acompañe a desayunar. Niego con la cabeza y solo pido un café. Normalmente no tengo mucha hambre por las mañanas, pero él siempre me espera para desayunar. —Hoy por la tarde vas a visitar a tu hermana ¿verdad?

    Meneo la cabeza de arriba abajo emocionada e incapaz de hablar por el café. Después de mantenerlo un tiempo en mi boca finalmente lo paso. —Sí, acabo de comprar unos radios de juguete que le encantarán.

    Realmente no es mi hermana, pero no importa porque él tampoco es mi padre.

    II​

    Me miro en el espejo una y otra vez. Quizá el vestido es demasiado infantil, pero sé que le gustará. Aparte hace juego con el vestido que le llevo a ella. Sonrío a mi reflejo y rápidamente tomo una bolsa que dejé preparada sobre la cama con todo lo que llevo para mi familia: vestidos, juguetes, libros, peluches y otras cosas que les servirán. Apresuro el paso para bajar y salir de la mansión, el chofer ya debe estar esperando afuera.

    Apenas he bajado unos cuantos escalones cuando escucho a María gritar. Durante unos segundos me quedo con un pie en el aire a punto de bajar el escalón siguiente, pero no lo hago. Todos mis sentidos se ponen en modalidad de alerta inmediatamente y sé, casi antes de procesarlo, que algo está terriblemente mal. En el momento en el que dejo caer el pie en el escalón, se desata el infierno; como si hubiera sido mi culpa. Si nunca hubiera bajado el pie quizá nada hubiera pasado. No es mi culpa, lo sé, y aun así hubiera querido permanecer con el pie en el aire más tiempo.

    Todos los sirvientes comenzaron a gritar y a correr por toda la mansión. Incluso los guardias, que eran ex militares, entraron en pánico abandonando sus puestos y promoviendo el pánico. Algunos estaban llenos de sangre, otros sostenían con desesperación pedazos de sí mismos. Para cuando llegué al primer piso la mansión estaba volcada. Busqué desesperadamente por todos los cuartos a mi padre, tenía que estar en algún lado.

    —¡Ayúdenme! —grito a cualquiera que me escuche, pero si alguno de los sirvientes se molesta en voltear no me dedican ni un segundo antes de seguir corriendo. —¡Mi padre, por favor no encuentro a mi padre! —desgarré mi garganta intentando captar la atención de alguien, pero era como si no existiera. Los disparos, los gritos y el olor a sangre me estaban sofocando. Todos corren frenéticamente y no entiendo qué es lo que pasa, hasta que los veo.

    En la puerta que conduce a la cocina se encuentra un hombre y lo primero que noto es que está deteniendo un brazo en sus manos. Me mira unos instantes y después mira el brazo, lo siguiente que hace es completamente negado por mi cerebro: es imposible que esté mordiendo y tragando el brazo de María. No puede, porque María va a necesitar su brazo para tender mi cama, lavar mi ropa, peinarme el pelo y cocinar. Es imposible que sea el brazo de ella.

    Avanzo unos pasos hacia el frente, porque desde mi ángulo no puedo ver qué hay después de la zapatilla negra sin tacón que se asoma por la puerta. La zapatilla está sobre un pie con mallas blancas, manchadas de rojo. Un poco más arriba veo la falda negra, el delantal blanco y finalmente la cara de María, que siempre sonreía y tarareaba canciones. Escucho una especie de gruñido delante de mí y recuerdo al hombre que está comiendo el brazo. Lo deja caer con un sonido sordo al suelo y muestra sus dientes ensangrentados. Ahora que lo examino mejor, hay algo mal con su postura. Parece tener el hombro roto y una rodilla fracturada. Una mordida en su cuello sigue sangrando.

    Tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo escucho una y otra vez en mi cabeza. Puedo sentir el corazón en la garganta y mi respiración se vuelve errática. Estoy a punto de gritar cuando alguien me toma de la cintura y corre. Rebotando observo la figura del hombre que viene detrás de nosotros. La gente sigue gritando y veo que hay más de ellos. Hay sirvientas atacando a los jardineros, policías encima del niño que entrega el pan y comienzo a marearme, no sé si es porque voy rebotando en la espalda de alguien, o si es el intenso olor a sangre mezclado con madera.

    Madera. Volteo mi cabeza lo más que puedo y es como si tomara, por primera vez en varias horas, una bocanada fresca de aire: Mi padre lleva una Ithaca en la mano y se abre paso entre la multitud hasta llegar a la puerta trasera. Salimos al jardín y finalmente me baja. Lo único que puedo hacer es aferrarme a su cuerpo porque no quiero volver a tocar el piso. Estoy más segura aquí con él.

    —Mine, escúchame —me dice mientras se asegura de que esté bien— ¿Te hirieron? —pregunta y me mira directo a los ojos.

    Niego con la cabeza porque aparentemente no puedo hablar. Todas mis fuerzas están concentradas en seguir respirando, es lo mejor que puedo hacer en estos momentos.

    —Bien, no dejes que te toquen ¿escuchas? Hagas lo que hagas que no te toquen —Pone en mis manos un cuchillo y yo comienzo a negar más frenéticamente con mi cabeza. —Vas a tener que defenderte, puedes hacerlo —Aprieta fuertemente el cuchillo contra mi palma y se asegura de que lo retenga. Después se gira y empieza a correr. Lo observo girar la esquina de la casa para dirigirse al frente y me doy cuenta que confía en que lo siga por mi propia fuerza. Ya no soy una niña y mi padre sabe que si no voy a pelear, tampoco voy a sobrevivir. Tardo unos segundos en reaccionar, puedo sentir el miedo filtrarse debajo de mi piel y es tan frío que me congela. Me desgarra, pero no puedo dejarme vencer. Avanzo los primeros pasos lentos, con el rugido de estas personas asquerosas detrás de mí y después empiezo a correr.

    Giro en la esquina de la mansión y observo a mi padre peleando contra tres de esas cosas. Aun no entiendo qué son: ¿Terroristas? ¿Una especie de epidemia de rabia? ¿Locura? Pero ahora no tengo tiempo para pensarlo. Sujeto con fuerza el cuchillo y me dirijo a atacar a uno de ellos: parece una especie de oficinista, con su traje negro desaliñado y uno solo de sus zapatos puesto. La corbata está desgarrada y le falta una manga a su saco. Encajo mi cuchillo en su espalda, el hombre voltea, me gruñe y se gira completamente hacia mí. Mi padre grita que corra, pero no entiendo cómo es que no ha reaccionado. ¡Tiene un maldito cuchillo enterrado en la espalda! Tropiezo y caigo al suelo pero no siento el dolor, la adrenalina lo mitiga. Uno de los guardias de la casa pasa a mi lado. Volteo verlo, suplicando ayuda y empiezo a llorar cuando veo que se da la vuelta y sigue corriendo.

    III​

    Estoy sentada sosteniendo la mano de mi padre que murió hace varios minutos. Varios cuerpos están decapitados alrededor y el calor de las llamas empieza a molestarme un poco. Ni siquiera me di cuenta de que la mansión se estaba quemando. Ahora ya no hay gritos ni gente corriendo: todos se han ido o han muerto. Estoy sola, rodeada de muerte y esas cosas siguen rondando por ahí. Nadie, nadie nos ayudó. Lloré, grité y supliqué, pero a nadie le importó. Todos corrieron, huyeron, sin siquiera pensarlo. Ninguno se quedó y yo pensaba que les importábamos.

    Me levanto lentamente y con el cuchillo que llevo corto mi cabello hasta dejarlo en los hombros. A mi padre siempre le había gustado mi cabello largo, pero no puedo cuidarlo sola así que lo cortaré un poco. Tomo la Ithaca de su mano —porque no dejó de pelear hasta el final— y me dirijo a la ciudad.

    Hay gente que probablemente esté llorando y suplicado ayuda. Si hay gente que los va a ignorar, entonces yo puedo escucharlos.

    IV​

    —Sumine, Sumine —Hay alguien llamando mi nombre. Abro los ojos lentamente y me sorprende que no hay una luz cegadora. —¿Estás bien? He vendado la mayor parte de tus heridas, pero cuando te desmayaste creí lo peor.

    Observo los ojos color avellana llenos de preocupación delante de mí y me cuesta algo de trabajo ubicarlos. Me duele todo el cuerpo y tengo el sabor metálico de la sangre en mi boca. Entonces recuerdo dónde estoy: Ubicamos un refugio de personas en el centro de la ciudad y armamos un equipo de rescate para llevarlos a la ciudadela donde podrían estar seguros, pero los asquerosos eran demasiados y ya habían penetrado en el interior.

    —Juliette está sacando a Anna por la ventana del cuarto siguiente, tenemos que seguirla. Jun no puede retenerlos por más tiempo. ¿Puedes moverte? —Me toma del brazo y me levanta.

    —Puedo sola —digo mientras me agarro la cabeza con fuerza. Sigo algo mareada y norteada, pero parece que no tengo heridas mortales. —¿Quién es Anna?

    —La sobreviviente —responde como si fuera tan obvio. Creí que todos habían muerto, pero al menos sacamos a una. Una de las quince personas que se encontraban en el lugar.

    Observo la espalda de quien me estaba ayudando y la pregunta se formula en mi cerebro y sale por mi boca antes de que pueda detenerla. —Coronel, ¿Qué haría usted si me viera llorando y suplicando ayuda?

    —¿De qué hablas? —pregunta una voz a mis espaldas—. Eres una rebelde, no lloras y pides ayuda —me da un golpe en la espalda al pasar haciendo que mis heridas duelan un poco. Me quedo parada ahí, viéndolos a ambos. Jun voltea preocupado de que no reaccione —Era broma, yo… no quise decir… es que no…

    —Lo sé —respondo sonriendo aunque me lastime hacerlo. Miro la Ithaca recargada sobre la pared y la tomo recordando durante unos instantes el aroma a madera. —¿Qué esperan? Tenemos que movernos —. Los dos hombres se miran mutuamente y después de encogerse de hombros continúan caminando a la siguiente habitación.

    Sonrío nuevamente y corro a seguirlos. Somos rebeldes y no dejamos a nadie atrás, aunque no lloren ni supliquen ayuda.
     
    Última edición: 17 Noviembre 2013
  2.  
    Zil Kendrick

    Zil Kendrick Toro de Daffy ❤️

    Libra
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    Hola, primero que nada, gracias por participar en esta actividad, me han gustado muchos tus songfic, gracias Sumine por mostrarnos algo muy bueno.

    Me gusto como desarrollaste la historia, y por lo que veo es la de tu personaje, me da gusto que optaste por ello, ya que así tienes mas historia en el rol.

    Me gusto la narración sólo que sentí que le falto un poco de más detalles sobre la mansión, sobre la casa (xd se me fue el nombre de ello ;-; espero me entiendas ;--;)

    Y sólo hubo un fragmento el cual no entendí del todo, no se si ella habla o por que estaba entre guiones, es este... -->
    Por lo que veo es como un pensamiento, te recomiendo que lo pongas como más adelante lo hiciste, en cursiva, para que no se confundan si es lo que piensa o habla...
    Y en cuestión de lo demás muy muy bueno.

    La verdad muy buen SongFic. Me gusto mucho. No te podría decir cual es mi parte favorita ya que todo me gusto, no hubo ni mucho ni poco, todo fue perfecto.

    Para esto te califico con un *redoble de tambores*

    Bueno :D

    Gracias por estar en la actividad, te esperamos en el rol.

    Moronita fuera~
     
    Última edición: 9 Diciembre 2013
  3.  
    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

    Cáncer
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    No pues ha quedado excelente su escrito rebelde, aunque no sé si es mi idea, empezó con mucha descripción, dotando de drama, sentimientos, emoción y demás y como que el final salio un tanto apresurado siento que falto un poco para sentir completamente ese mensaje que buscaste plasmar al final. Ahora si esto ya es considerado un Fandom se tendría que dar merito a que te apegaste muchisimo a la idealización que tengo del personaje de Sumine en el rol, mira que incluso cuando era "una niña" rica, si le dotaste de sentimiento cuando queda sola en la mansión, pude sentir realmente transmitida esa desolación esa tristeza, fue grandioso, fue interesante conocer el origen de la rebelde además de que perfecta a la canción en mi opinión.

    Por lo que...
    Muy Bueno

    -The Dark Knight Fire-
     
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