The plane

Tema en 'Relatos' iniciado por Kai, 16 Julio 2014.

  1.  
    Kai

    Kai Usuario VIP

    Géminis
    Miembro desde:
    10 Abril 2010
    Mensajes:
    2,466
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    The plane
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1706
    @Fenix Kujo, @Alessandra, @Mayushii. Me salió algo forzado, es que ando oxidada :c

    Actividad. En la Tormenta.
    1.672 palabras.

    The Plane


    Las cadenas repiquetearon con fuerza cuando la luz se apagó, le sorprendió realmente que no cayeran empicada por esa falla. Respiró con fuerza y miró a los lados, estar enjaulado, con un traje naranja no era su idea de “misión excepcional”, su jefe se la tenía montada.

    Mataría por un cigarrillo ciertamente.

    Miró de nuevo el avión, esta vez mucho más atento, todos los demás miraban alarmados hacia los lados, y no era para menos, la idea de un atentado estaba latente, y mucho más en aquella situación. Tenía el expediente de todos los criminales en su memoria, y todos podrían hacer algo, solo porque sí.

    Unos estaban es jaulas de metal, otros esposados, y los “menos peligrosos”, sentados como un pasajero normal.

    ―¡Han asesinado a los pilotos! ―vociferó la custodia que hacía de azafata en esa ocasión.

    Enseguida los policías tomaron armas, y sin pensarlo si quiera, todos los reos vieron una luz de esperanza que pudiera dejarlos escapar.

    Se paralizó en su asiento, y sonrió, sería bueno que lo creyeran culpable por un momento. El psiquiatra, trataba en vano de hablar con la chica que su culpa la trastornaba. «Te prometo que al salir de aquí, mataré a quienes te hicieron sentir así», murmuraba, tratando de consolarla. El científico se sonreía, como quien hace una travesura, los primeros dos podrían ser culpables más por culpa y trastornos simples, locura, igual con la mujer y el marin. El científico…tener en sus manos la vida de todos allí era una idea que a él le podría parecer seductora.

    Más cuando rebelaron que los pilotos tenían marcas de agujas en sus cuellos. Pero la magia se acabó cuando al fin este habló, «¡¿Cómo no se me ocurrió antes?!», se lamentó, y luego se quedó callado.

    ―Hey tu ―le sisearon, el joven del crimen organizado―, ¿qué hiciste tu para estar aquí? ―cuestionó, vio en sus ojos un brillo sádico, saboreando que podría haber hecho.

    ―No es de tu incumbencia ―bramó. El joven igual estaba en una jaula, a su lado. En los registros estaba lo que había hecho, pero nada sobre su pasado o habilidades. Estaba allí por no ser un delator, por no querer un trato.

    ―De mal humor, ¿eh? ―rió bajo, entretenido―. Solo queda disfrutar como los polis enloquecen. ―Y se sentó a silbar una tonada.

    Le quedaban el ex-policía, el político –de quien sospechaba más, su fortuna nunca fue encontrada, quizás quería disfrutarla ahora-, y el joven a su lado, aunque el último era probable, ¿cómo no lo sintió salir?


    Sin darles tiempo de pensar más, el avión se tambaleó, la azafata no había encontrado el piloto automático. La falla eléctrica regresó, y con ellos las puertas de las jaulas se liberaron. Todos salieron, y luego de una lucha, los policías estaban sometidos y amarrados.

    ―Sospecho del nuevo ―acusó el ex–policía―. Antes que digas por qué no yo, simple. Iba a mi juicio de liberación, no sería tan idiota. ―Y era cierto. El archivo de traslado decía eso.

    Y enseguida fue sujetado por el marin, donde lo llevaron a la cabina de los pilotos, sentando allí, retándolo a que volara el aparato. Y para ayudarlo más, su cabeza era amenazada con la pistola de emergencia.

    No podía negar que temblaba de miedo.

    Respiró hondo.

    ―Y sí, hipotéticamente, fui yo, ¿no buscaría aliarme con ustedes para asegurar mi seguridad?

    ―Puedes ser un sádico al que poco le importa el bienestar de los demás con tal de hacer algo, librarte de algo, ¿o no? ―acusó sin reparos el más joven.

    El silencio se apoderó del lugar, sin embargo, la estabilidad no era nada buena. «Vuelo 537, elévese», se oyó por la radio. Oh, podían ser ayudados de alguna forma. Alargó su mano hasta el aparato, podía pedir instrucciones…hasta que el ex –policía le cortó el paso y los cables.

    ―Esto se resuelve entre nosotros ―aseguró.

    Las cosas se habían calentado demasiado pronto.

    ―Yo opino que juguemos a la ruleta rusa, quien sea el culpable, saltará a rescatarnos, para salvarse él. Y si no, todos morimos ―propuso el científico con una sonrisa en los labios.

    Mientras todos pensaban en esa posibilidad, y la radio seguía sonando, la tensión fue palpable cuando se empezaron a precipitar. Al científico ya lo había descartado, ahora más. Quedaba el político, que estaba sentado muy tranquilo, leyendo una revista.

    Se sintieron dar vueltas, rodar por el suelo y más de uno con moratones. El chillido de una de las mujeres atrás los alarmó, una de las gruesas cadenas se movió violentamente e impactó con uno de los policías, aplastándole la cabeza.

    ―Ups, todos concordamos que fue un accidente ―aseguró el joven, casi como un niño que hace una travesura.

    En contra de la gravedad llegó a tomar el mando del avión, haciendo a un lado los cuerpos inertes. Su mente trabajaba a gran velocidad, lo importante ahora era estabilizarse. En un botón brillante miró el piloto automático, ¿habrá sido acaso, cosa de la custodia? No se explicaba cómo no logró ver el objeto. Haló con todas sus fuerzas, levantando la nariz de la nave, justo antes del impacto con la dura roca. Se estabilizaron a una altura que el desconocía, y apretó el botón, sudaba a raudales, para Chris no era fácil.

    Se quedaron mirando, a salvo de momento, o caían en cuanto se acabara el combustible, o quien hizo aquello los mataba uno a uno. Observó a la azafata lloriqueando por el policía muerto a su lado, y al joven lo vio acercarse a ella, algo le iba a decir…

    ―¡Nuevo! ―llamó el mayor―. Tú no sabes nada de esto, ni yo tampoco, eres un detective novato, no hay nada malo con eso. ―Crispó su rostro sin siquiera poder evitarlo―. No se lo diré a nadie, sin embargo te puedo ayudar.

    «Supongo que solo tienes al político y al joven en la mira, y ambos son buenos candidatos, queda descubrir el motivo de cada uno. Supongo que ya conoces el del trajeado, ¿y el chico? Es un misterio para nosotros. Habla tú con él, que yo me encargo del otro…»

    Y sin más cada quien lo hizo, y es que, si no lo hacía revelaban quien era, y eso era su muerte segura. Antes de llegar, las luces se apagaron de nuevo, ni siquiera las de emergencia, sin embargo no se precipitaron, el avión siguió su curso.


    ¡Se sentía en un maldito juego!


    Y de repente todo tuvo sentido, un juego, eso era todo.


    Lo buscó a tientas en la oscuridad, de verdad que no recordaba dónde lo había visto, pero tenía noción de ello. Fue a su celda, y buscó debajo del asiento, agradeció que estuviera allí, y lo escondió en el cinto de su pantalón. Respiró, y la luz le cegó momentáneamente.

    ―¡Carajo! ―bramó el político con un timbre irritante y miedoso en la voz. En sus faldas estaba el cuerpo inerte y ensangrentando del ex –policía, se lamentó, y tragó grueso. Ese hombre tenía familia.

    Lo buscó con la mirada, sin siquiera verlo, y sintió al avión diferente, más alto, más rápido. Los demás ni participaban. Solo le quedaba tomar el control, fue a la cabina, que estaba cerrada.

    ―¡Abre la puerta, Diomedes! ―ordenó con firmeza, sujetando la pistola―. La tumbaremos ―amenazó. Nada―. Cabo Joshua, venga aquí ―el marin enseguida se ubicó a su lado, como si un botón en él lo hiciese obedecer―. Derriba la puerta.

    Y batalló unos cinco cruciales minutos para hacerlo, tiempo en el cuál el avión viró, y caía poco a poco, pero tomando velocidad. Al parecer si jugaba, con la vida de todos, no entendía qué quería hacer, la verdad que no.

    Cuando cedió, entraron, Diomedes tenía las manos arriba, alejadas del comando. Volteó lentamente a mirarlos, con una sonrisa.

    ―¿Dos contra uno? Es injusto ―chasqueó su lengua.

    ―Aléjate de allí lentamente, o sabes que disparo ―amenazó. El chico solo alzó las piernas y las puso sobre los comandos.

    ―No me apetece, verás, tengo un trabajo que cumplir antes de que esa bala impacte en mi cabeza ―resumió.


    Sin darse tiempo a nada, el marin lo tenía sujeto de los brazos, inmovilizando su mano y quitándole el arma.

    ―Hay un precio por tu cabeza Chris, has metido a la cárcel a muchos de mis amigos, y enemigos ―explicó, con una sonrisa en los labios―. Solo te dejé caer en mi juego, ¿o no?

    «Quería ganar tu amistad, de cierta manera, antes de que todo acabara así, no quería acorralarte porque me parecía la mar de divertido tenerte al borde del llanto, con miedo, todos lo sentimos, a mí, me da igual. Tengo una cuenta más abultada que ese político, y bueno, quiero disfrutarla, y con esto, me gano el boleto de salida… Ahora, Josh, dame el arma...

    Pidió antes de encender u cigarrillo.

    Chris sabía que eso estaba mal, y no se lamentó de lo que ocurrió a continuación.

    Joshua alzó el arma y apuntó, soltando a Chris, y mientras temblaba le disparó en la cabeza. Él solamente había visto un monstro humeante, con ojos difusos y garras indefinidas que quería quemarlo.

    Salió de allí, luego de estabilizar el avión, y una vez fuera de peligro –de momento-, se dejó caer abatido. Soltó a los demás, menos a la azafata, quien confesó estar involucrada, hasta cierto punto.

    El ruido del arma había alterados a varios, sinceramente no quería morir, y fueron llevados de nuevo a sus lugares, y esposados a los asientos.

    El político al final sí sabía pilotar, y fue quien los llevó al destino, a cambio de un trato claro está.

    Al bajar lo suspendieron dos semanas, “demasiadas pérdidas” dijeron, al carajo con ellos. “Tendrán sus escarmiento”, dijo Pel jefe. «No el suficiente», pensó.


    ―Lamento lo que sucedió. ―Y sí lo hacía, en el juicio de liberación al fin desmintieron la culpabilidad del policía.

    ―Lo sé ―siseó la mujer, con su hija más pequeña sujeta a su falda, lloriqueando.


    Miró al cielo antes de irse, sin saber con certeza si volvería a subir a un avión.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  2.  
    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

    Cáncer
    Miembro desde:
    9 Noviembre 2011
    Mensajes:
    2,341
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Gracias por participar en la actividad. Muy buena historia, la trama, los personajes, cada uno de los eslabones encajando con coherencia, que mal que terminó en tragedia, no me gustan tanto, supongo que no siempre se obtiene todo, creo que la historia hubiese podido ir más fluido sin ese proceso de eliminación donde se nombrara a cada personaje o si se hacia bueno se hiciera con más profundidad por que en este caso truncaba un poco la fluidez del misterio en mi opinión. Una cosa que si estoy muy seguro por si quieres realismo en tu historia es que no hay azafatas en un avión de traslado de presos, por sentido común las azafatas tienen la función de asegurar mediante sus servicios la comodidad de cliente en el avión, no creo que sea algo propio para los reos encadenados y peligrosos asesinos. Bueno algo para reconocer es que tienes una buena ortografía, lo único que no sé si esta escrito más es esto: Pel jefe.

    4/5
     
  3.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
    Miembro desde:
    10 Diciembre 2010
    Mensajes:
    2,063
    Pluma de
    Escritora
    Pues a mí me encantó el que mencionaras a todos los personajes implicados en la actividad porque eso muestra que te apegaste al argumento de la misma. Muy buena estructura del relato. Fue interesante desde el primer momento, en ese que quedan a oscuras y luego se incrementó a medida que leía y me preguntaba quién era el asesino y el motivo para hacer lo que hizo.

    Buena ortografía y narración. Felicidades xD
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso