The Phoenix. La fiereza de sus golpes se equiparaba a la ira que impulsaba cada ataque realizado. La determinación en sus ojos era tan demoledora que ni siquiera un alto rango podía mantenerle la mirada por más de cinco segundos. Él estaba allí para ganar, para destrozar todo a su paso y, cuando llegase al final, todos recordarían su nombre. Escaparía de la torre siendo alguien, de eso no tenía duda. Aquellos ineptos arrogantes que osaron subestimarlo, aquellos que desecharon su sueño antes siquiera de escuchar las razones que impulsaban aquello, habían cavado sus propias tumbas. No habían durado más de dos minutos contra él. Porque era Urek Mazino, Ray Barracuda, el irregular más poderoso de toda la torre que ni siquiera había llegado a la cima aún. No iba a permitir que tipos como ellos le quitaran valor a su sueño. Él saldría de la torre a como diera lugar. Volvería a disfrutar del brillo de las verdaderas estrellas, de los rayos de un sol que no fuera creado a partir de una lighthouse, volvería a ser tan libre como alguna vez lo había sido… Y nadie podía impedírselo. Cada vez que cayera se levantaría con aún más fuerza, sin importarle el rival que tuviera que vencer. Fuera un simple rango o un semi dios, incluso ante el mismísimo rey Zahard, él se alzaría como un fénix, les demostraría a todos ellos que nadie podría evitar que regresara al lugar donde realmente pertenecía. Y si tenía que quemar hasta los cimientos la torre entera, que sus habitantes comenzaran a rezar por sus vidas, porque no tendría piedad.