One-shot The moon will sing a song for us [Pokémon | Cayden & Aleck]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Zireael, 22 Octubre 2022.

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    Zireael

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    Título:
    The moon will sing a song for us [Pokémon | Cayden & Aleck]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    7776
    La primera aclaración de la noche es que este fic es para la actividad Fanficsween que organizó Gabi. Los dados que me salieron fueron 1) Calabazas y 2) Adorable.

    Bueno ya medio sabes de qué va el rollo Rider porque te fui a preguntar cositas JAJAJA y te estuve mandando algunas capturas, porque escribí demasiado. Aquí no alcancé a meter algunas de las cosas que te pregunté, así que quizás saque otra parte para rellenar eso uwu PERDÓN POR EL TOCHACO IGUAL

    Como te dije, elegí a los niños porque son super softies y los quiero muchito cuando están juntos <3 así que espero que te guste. Algunas cosas que menciono son kinda canon en el rol, por un fic que escribí después de que derroté a Shea en la revancha que es este. Obvio no te estoy mandando a leerlo ni en pedo, pero mi sentido del orden tenía que señalarlo (?)

    No me lo estás preguntando, pero el nombre de uno de los capítulos del fic de tu cumpleaños salió de esta canción que pondré al inicio. Creo que no te lo he dicho, pero cuando junto a Cay y a Aleck me dan vibes de canciones folk suavecitas uwu también de Paramore a veces, pero justo ahora de folk suavecito.

    Ya para ir cortando la intro, sale una segunda canción en algún punto del fic pero no la voy a linkear allí, así que solo te digo que es esta: Galway Girl. La voz de Malinda es preciosa, tiene un montón de influencias del folk irlandés y pues me recuerda mucho a los niños so yes uwu

    Te dejaré otras aclaraciones en spoiler al final, para no joderte todo el fic y ya ahora sí, Pau off. Insisto, espero que te guste <3 ahí tú ves si lees ahora o mañana. Me disculpas cualquier error pendejo, lo posteé desde el teléfono ª




    The moon will sing a song for us


    all those empty rooms
    we could have been anywhere, anywhere else
    instead, I made a bed with apathy
    my heart knew the weight
    ten years worth of dust, and neglect
    we made our peace with weariness, and let it be

    .
    the moon will sing a song for me
    I loved you like the sun
    bore the shadows that you made
    with no light of my own

    I shine only with the light you gave me
    I shine only with the light you gave me
    .
    name your courage now
    we could have had anything, anything else
    instead, you hoarded all that's left of me
    swallowing your doubt
    lik swords to the pit of my belly

    I want to feel the fire that you kept from me

    .

    .

    .


    En Gérie hace ya un mes que los árboles se habían teñido de tonos rojizos y ocre, las hojas bañaban las calles arrastradas por el viento que llevaba consigo el aroma del otoño. El mismo que anunciaba que Halloween estaba allí y valía la pena celebrarlo. Eso significaba que habrían mocosos en las calles de toda Gérie, comida y bebida y grandes fogatas para alejar a los espíritus.

    Vete a saber qué bicho había picado a mi madre, pero me llamó el día anterior que era treinta de octubre y luego del interrogatorio de turno me preguntó por los chicos que me acompañaban. La estupidez me tensó ligeramente, porque seguía caldeado con Givan y entre Isla Milagro y moverme de vez en cuando a Gérie sentía que tenía una eternidad de no ver a Aleck. No hubo mucho que hacerle, le conté la cuestión por encima y me pidió o más bien me ordenó que llevara a Aleck a casa mañana, que almorzara con nosotros y pasara la tarde y la noche con nosotros. También que hoy me quedara allí a dormir, que me tomara un descanso del viaje.

    Ni modo que le dijera que no a mi propia madre y, para qué mentir, quizás medio me hacía ilusión la idea. A pesar de eso me lo pensé una eternidad antes de llamar al castaño para extenderle la invitación que obviamente no tardó en aceptar. Culo Inquieto ni siquiera preguntó por qué o con quiénes, la única pregunta que hizo fue si llegaba a Pueblo Sereno de inmediato, así que le dije que no hacía falta que se echara el viaje caminando y que yo lo recogía en Villa Cruce con Cinis.

    Ansioso como podía ser, no pegué ojo en toda la noche a pesar de haberla pasado en casa y para cuando sonó mi alarma iba por el quinto sueño pues había logrado dormirme a eso de las seis de la mañana. Eran las diez y pico, afuera estaba nevando suavemente, pero escuché a los pocos niños de Sereno corretear por las calles gritando sobre el disfraz que se pondrían esa noche. Aquí no solía haber demasiados críos, quizás por eso los adultos parecían mimarlos más de la cuenta en Halloween, al menos así era cuando yo era el que correteaba por las calles.

    Las festividades en general no me disgustaban, siempre la pasaba bien con mamá y con mis tíos, pero no solía traer a nadie a casa, así que eso se me hacía raro. Suponía que era un avance hacia alguna dirección haber invitado a alguien esta vez.

    Como fuese, tomé una ducha tibia para quitarme algo de sueño de encima, luego desayuné una tostada con mantequilla y un vaso inmenso de café que me puso las neuronas a funcionar. Todo el rato Cinis estuvo dando vueltas por la casa y a mi alrededor, emocionado porque le había dicho que iríamos a buscar a Aleck, pero claro que con su tamaño a cada minuto me tocaba levantar las cosas que tiraba con la cola.

    —¡Vas a despedazarnos la casa antes de que llegue! —solté cuando ya vi que se estaba saliendo de control, pero al cabrón le entró por una oreja y le salió por la otra—. ¡Mamá se va a enojar con nosotros, ya para!

    Al final tuve que decirle que se esperara fuera de la casa porque estaba haciendo un destrozo y mamá me llegó con la regañina de que no quería que Aleck pensara que vivíamos en un chiquero. Dudaba que a él le importara, pero tampoco quería que se enojara más así que fue lo que me tocó hacer y allí veías a Cinis, sentado a la orilla del porche con la boca bien abierta para pescar los copos de nieve que apenas se notaban cayendo.

    A eso de las once salí de casa, subí al lomo del Arcanine y dejé Sereno atrás en cosa de un parpadeo. Sabía que ya de por sí el Arcanine avanzaba como si tuviera pólvora en el culo, pero que fuéramos a buscar a Aleck le había metido todavía más energía en el cuerpo y se notaba.

    El afecto que este gigante le tenía escapaba a toda mi comprensión.

    Aunque todos los pokémon se parecían a su entrenador.

    No tardamos demasiado en llegar a Cruce, sabía que la ciudad estaría bastante movida y solo por eso preferí regresar a Cinis a su pokéball a pesar de que le estaría arruinando el saludo. Fue nada más para caminar hacia el lugar que había acordado con Aleck, ya algo metido en el centro de la ciudad, sin demasiados percances por Míster Arcanine con TDAH. Además, mamá me había dicho que le comprar algunas cosas para la cena y no sé qué entonces tenía que hacer un desvío.

    Cuando tuve todo metí lo que pude en la mochila, entre eso varias bolsas de caramelos pues porque entre los pocos niños de Sereno pidiendo dulces y nosotros, ya se necesitaba una ración importante. Las otras cosas las cargué en las bolsas del supermercado, no eran demasiadas así que tampoco era la gran cosa. Así pude irme a buscar a Aleck por fin a la hora acordada.

    El mocoso llegó cosa de cinco minutos después, fueron suficientes para que yo me distrajera mirando la vida pasar o lo que fuese dándole el espacio de casi matarme de un infarto al soltarme un golpe en el hombro. Di un respingo en mi lugar, girándome de inmediato y solté el aire de golpe al reconocerlo.

    —¿Podrías tener consideración por la gente nerviosa, Aleck?

    —Sabes la gente normal dice hola, Cay —atajó de inmediato, aprovechando que tenía la mano en mi hombro para zarandearme suavemente—. A mí también me alegra verte, Fueguín. ¿Qué tal todo? A ver, dame una de esas bolsas que no puedes llevar todo tú solo.

    No me dejó responder, estiró la mano para pescar una bolsa y quitármela del brazo antes de que le dijera nada. Suspiré con cierta pesadez, negué con la cabeza y le dediqué una sonrisa bastante sosegada. Incluso si me pasaba semanas metido en la isla cuando volvía a ver a Aleck el tiempo parecía haberse detenido en la última vez que habíamos tenido contacto y eso de alguna forma me tranquilizaba.

    Nunca había sido bueno en eso de mantener contacto.

    Por eso apreciaba cuando las personas se quedaban.

    Le respondí cómo estaba, le conté un poco de lo que había estado pasando en la isla y después le regresé la pregunta. Fuimos haciendo charla trivial en lo que caminábamos, nada del otro mundo.

    —¿Y bien? ¿Qué pokémon fantasma te poseyó ahora o qué? —preguntó de repente mientras nos disponíamos a acercarnos a la salida de la ciudad.

    —¿Respecto a qué?

    —No serás edgy y eso, y no te ofendas porque debes ser el alma de todas las fiestas, pero no tienes pinta de invitar gente a tu casa a menudo —confesó haciéndome girar el rostro en su dirección, el movimiento fue algo brusco.

    —¿Perdona?

    —¡Te pedí que no te ofendieras!

    Como llevaba las manos ocupadas con una bolsa en cada una, usé el cuerpo para darle un empujón que lo hizo reír. Me lo regresó con la misma fuerza, que no había sido demasiada, y se tragó la risa.

    —Mamá me preguntó por los chicos con los que viajo y tal. Le conté que estoy caldeado con Gen —confesé unos segundos después—. Me dijo que te invitara y no vi por qué no hacerlo.

    No respondió nada en el momento, siguió caminando con la vista al frente y cuando lo miré noté que el idiota estaba sonriendo. Ya estaba hecho a la idea de que éramos un montón de críos con problemas familiares y de toda clase, como cualquier mortal, así que tampoco quise revolver mucho eso. Solo me alegraba que se sintiera bien por haber sido invitado.

    Dejé la cuestión correr y pasó el suficiente tiempo para que cuando el castaño volviese a hablar diese un respingo. Si se dio cuenta lo ignoró, cosa que agradecí.

    —¿Y quiénes más están? —Fue lo que preguntó por fin.

    —Ah, se me olvidó decirte. Siempre somos solo mamá, mis tíos y yo, pero la cena es de lo mejor que probarás nunca —respondí con calma—. Mamá es muy buena, ya verás, le gusta consentir a la gente y tal. Si tío Finn te molesta mucho no le des bola, es así, y tío Dev se parece más a mí así que estás acostumbrado. Ya te los presentaré cuando lleguemos.

    En cualquier caso, estábamos cerca de la salida de Cruce que nos dejaba en la primera ruta en dirección a Sereno, así que liberé a Cinis que de una vez se le fue encima a Aleck agitando la cola. Lo olfateó, le lamió la cara y por poco no se lo comió de un bocado mientras el otro solo se dedicaba a intentar calmarlo, aunque lo estaba saludando con la misma efusividad.

    —Por Arceus, ¿pesas más que antes, Cinis? —soltó el castaño en los pequeños espacios de tregua—. ¿Quién es un buen chico, eh? ¿Quién~?

    En algún momento Cinis paró el carro, giró la cabeza en mi dirección y luego volvió a mirar a Aleck como diciéndome "¡Mira quién vino a vernos!". Dio un par de vueltas alrededor del chico, luego hizo lo mismo conmigo y finalmente encajó la cabeza bajo mi brazo para hundir el hocico en una de las bolsas, por puro chismorreo más que por cualquier otra cosa.

    Cuando se sosegó le indiqué a Aleck que subiera a su lomo, yo hice lo mismo después y así pusimos el rumbo hacia a casa. Los cambios de clima en esas rutas y en Sereno no eran poca cosa, así que por eso le puse algo más de prisa a Cinis apenas entrar al pueblo y también a Aleck cuando bajamos frente a casa.

    —¡Apúrate! —le dije aunque Cinis ya se había puesto a correr para abrir la puerta principal de un empujón y entrar como un torbellino a la casa, aullando—. No quiero que te resfríes.

    —¡Por amor a todos los legendarios, Cayden Dunn, te dije que dejaras a Cinis afuera si no se calmaba! —Se escuchó el regaño de mi madre desde adentro—. ¡Va a tirar las fotos del pasillo!

    —¡Cinis! —llamé al Arcanine mientras entraba a la casa detrás de Aleck que se sacudió los copos de nieve del cabello, Cinis pasó directo hasta el patio trasero y de milagro no se llevó nada—. Quédate allí, por favor. No más desastres dentro de la casa.

    Mientras le indicaba a Aleck que siguiera el pasillo y luego girara en la primera puerta, Nyx también se liberó de su esfera. Olfateó al castaño con cautela, agitó suavemente la cola y después siguió los pasos de Cinis hacia el patio trasero, sus pisadas ni siquiera hicieron ruido y su cola, que era bastante larga, no amenazó con tirar nada.

    —Permiso —dijo el castaño mientras caminaba.

    Apenas giró donde le dije, seguido por mí, mi madre despegó la atención de lo que estaba haciendo y lo miró. Su cabello, castaño también aunque tirando más al pelirrojo, se agitó con su movimiento y su mirada amable de siempre encontró la silueta de Aleck, no tardó ni un segundo en dedicarle una sonrisa cálida.

    Noté que Licht, mi Luxray, estaba echada bajo la mesa de la cocina durmiendo a pierna suelta. Desde ayer en la noche se la había pasado pegada a mi madre, que la mimaba como si fuese una pequeña Luxio y se veía que le gustaba semejante privilegio.

    Un poco después reconocí el olor en la cocina, apenas noté que mamá estaba vertiendo la mezcla de un pastel en un molde. Olía a azúcar, pero también a calabaza así que imaginé que estaría preparando un budín para la merienda de más tarde que igual le serviría para después de la cena. Dejó el recipiente de la batidora sobre el mueble, se sacudió las manos en una toalla de cocina y se acercó al muchacho para saludarlo apropiadamente. Yo aproveché para dejar las bolsas en la mesa y le hice una señal al castaño para que hiciera lo mismo cuando acabara el protocolo.

    —Entonces tú eres el famoso Aleck, ¿cierto? Es un placer conocerte, cariño —dijo de inmediato y estiró la mano para acariciarle la mejilla, me pareció que el idiota se sonrojaba ligeramente, pero igual fueron ideas mías—. Yo soy Neve, la madre de Cay.

    —El placer es mío, señora —respondió el otro repentinamente educado—. ¡Gracias por invitarme! Me alegra haber podido venir y conocerla.

    —¡Neve! —Se escuchó desde el piso de arriba—. ¿Qué hacen el Arcanine y el Thievul del diablillo jugando con una calabaza en el patio? ¡Era la que le gustaba a Dev!

    —Hombre, déjalos, ya qué más da. Que Devan se las arregle después —respondió ella mientras se excusaba con nosotros un momento para meter la mezcla del budín al horno—. ¡Baja de una vez, el amigo de Cay ya llegó, ven a saludarlo!

    Se oyeron pasos, un par de maldiciones en lo que seguramente terminaba de acomodar las cosas que mi madre le había enviado a ordenar y solo después se le escuchó bajar por las escaleras. Bajó rápido que dio gusto, por poco se estampa contra la pared de enfrente y llegó a la cocina en un parpadeo. Era muy parecido a ella, en realidad tanto él como mi otro tío, el mismo tono de cabello y los ojos azules con las facciones delicadas, si acaso se veía bastante más joven.

    Cortó la distancia de una vez, nos alcanzó y le dejó ir un golpe en el hombro al mocoso que lo hizo dar un respingo. Igual Aleck se giró para dedicarle una sonrisa bien grande, típica de él.

    —Este es mi tío Finnian, puedes decirle Finn —lo presenté y aproveché los tiempos muertos para acercarme al recipiente del que mi madre había vertido la mezcla para probar una pizca de lo que había quedado allí con el dedo.

    —¡Un placer al fin conocer a un amigo de Cay! Creí que se moriría solo, vaya. ¿Cómo te llamas, chico?

    —¡Aleck Graham! —atajó el otro con energía y se subió al tren sin dudar un jodido segundo, haciendo un saludo militar incluso—. Contratado profesionalmente para no dejar a su sobrino morir solo.

    —¡¿Perdón?! —solté de repente con la mano metida en el recipiente que casi se me cae al suelo—. ¿Quieren dejar de hablar de mí como si no estuviese aquí?

    —¡Deja de meter las manos en todo, Cayden! —espetó mi madre quitándome el objeto en cuestión para dejarlo lejos de mí—. Es siempre lo mismo, no dejas las manos quietas un segundo.

    Eran los gajes del oficio suponía.

    —Es que está muy bueno, lo siento. —Me quejé como si fuese un crío de seis años, haciéndole carita de Yamper mojado, aunque no me quedó más que lavarme la mano en el fregadero. Hecho eso me dirigí a Aleck de nuevo—. ¿Sí trajiste cambio de ropa como te dije ayer? Para que pases la noche aquí.

    Era increíble, pero ya tío Finn había arrastrado al chico a la perdición y estaban allí cuchineando quién sabe qué cosas. Parecían cómplices y todo.

    —¡Al! —insistí—. ¿Me oíste?

    —¡Ah, sí! —reaccionó de golpe girando el rostro para mirarme—. Sí traje ropa para quedarme a dormir, Capitán.

    Suspiré al escuchar su respuesta y lo dejé ser, porque mi tío se lo llevó para mostrarle la casa o lo que fuese. Ni siquiera le preguntó, lo jaló del brazo y lo arrastró fuera de la cocina como si lo conociera de toda la vida. Eso me dejó a solas con mi madre, que se había puesto a sacar las cosas que había comprado y revisar qué necesitaba para lo siguiente que iba a preparar.

    Me puse a ayudarla, saqué las cosas que faltaban para acomodarlas dónde iban. En esta casa éramos obsesos del orden, cada cosa tenía un lugar específico y estaba habituado a eso. Me hacía sentir seguro.

    —Parece un buen chico —comentó mientras se ponía a picar algunas verduras y bayas junto al fregadero, escucharla me hizo detener mis movimientos un segundo—. Tiene los mismos ojos que tú.

    —¿El color dices?

    —No, amor. Digo que tienen la misma mirada —corrigió suavizando el tono—, amable y cálida. Te hace sentir en casa, ¿no te parece?

    Volví a detener mis movimientos luego de quitarme la mochila para empezar a sacar la tanda de dulces que me había pedido que trajera, me había quedado con una bolsa de caramelos en las manos y la miré como si fuese la cosa más interesante del mundo. Su pregunta me puso en contacto con respuestas que sabía, pero que no quería aceptar del todo y me callé, porque recordé también una cosa que ella me había dicho hace años, en uno de mis tantos episodios de adolescente repugnante.

    Te pareces a tu padre.

    ¿En qué?

    ¿Lo abandonador o lo cerrado?

    —¿Con Aleck? —pregunté haciéndome el tonto y ella hizo un sonido afirmativo, por lo que no me quedó más que ceder—. Quizás. No para quieto un jodido segundo, se toma tres cuartos de la vida como un chiste y a veces uno por error podría pensar que es tonto de verdad, al menos al principio. Luego te das cuenta que es un muy buen chico y que te cortarías una mano antes de dejar que algo le pase.

    —Lo quieres —añadió mientras buscaba un recipiente para poner las verduras que iba picando y yo, bueno, seguía mirando la bolsa de caramelos—. Cuídalo. Todos los Cay del mundo necesitan un Aleck, ¿o no? Y todos los Aleck necesitan un Cay. Todos somos más felices cuando encontramos a nuestros compañeros, cielo, así que aprecia al tuyo y yo lo querré como si fuese hijo mío también.

    Todos éramos más felices cuando encontrábamos a nuestros compañeros.

    ¿Dónde estaba el suyo entonces?

    ¿Era el mismo que la había dejado pocos años después de que yo naciera?


    Asentí suavemente con la cabeza, lo hice casi como un niño regañado, y por fin retomé lo que estaba haciendo con movimientos lentos. Guardé algunas de las bolsas de caramelos en la alacena, pues sabía que las necesitaríamos para la noche y abrí una sola para sacar un puñado de dulces que eché en una taza que busqué después.

    —¿Te ayudo con algo más, mamá?

    —No gracias, cielo. Devan está pagándole a los vecinos por las calabazas, cuando llegue dijo que me ayudaría a cocinar. Tú ve con Aleck, que Finn lo va a corromper a este paso.

    Con eso dejé la cocina con el tazón de dulces en la mano y miré en el pasillo para ver por dónde se habría llevado mi tío al castaño, aunque la cosa se respondió por sí misma en cosa de un segundo.

    —¡Cay! —Me llamó tío Finn desde el patio trasero—. ¡Ven, compramos una calabaza para tu amigo también!

    Como tal no respondí al llamado, pero seguí su voz y pronto bajé el par de escalones que me dejaron en el césped ligeramente cubierto de nieve del patio. Cinis y Nyx seguían correteando de un lado al otro jugando con la calabaza más redonda que había visto nunca, que ya tenía un par de marcas de dientes, mientras que Aleck y mi tío estaban uno en cada extremo de la mesa de jardín que teníamos allí.

    No había muchas decoraciones además de un par de guirnaldas anaranjadas y negras, con algunas telarañas artificiales pegadas en las ventanas que daban al patio, pero aún así las hojas de los árboles cercanos habían teñido el suelo y algunos puntos de la nieve de tonos ocre. Digamos que era la decoración de Halloween de Pueblo Sereno.

    En cualquier caso, me di cuenta que ambos se habían abrigado para estar allí afuera y lo agradecí, que no quería enfermos mañana. Yo debí hacer lo mismo, pero allí estaba comiéndome la nieve sin más.

    —¿La de tío Dev es esa que tienen los locos? —dije al reparar en mis pokémon, a lo que Finn asintió con una carcajada.

    —¿Qué se traen con las calabazas, Cay? —preguntó Aleck en mi dirección, lo que me recordó que no le había contado nada y algo de emoción infantil me corrió por el cuerpo.

    —¡Jack-o'-lantern! —solté bastante animado acercándome a la mesa donde estaban los dos y dejé allí el tazón con dulces—. Desde que estoy pequeño tallamos una calabaza cada uno y las ponemos en el jardín, es divertido.

    —Ayer cuando Neve nos dijo que le había dicho a Cay que invitara a su amigo, Devan y yo fuimos a encargarle las calabazas a los vecinos y pedimos una extra para ti. ¡Eres parte de la tradición ahora!

    —¿Lo soy? —preguntó el otro apoyando las manos en la mesa.

    —¡Lo eres! —respondió mi tío—. Pero tienes que pasar la prueba, ¡la iniciación!

    —¿La iniciación? —atajamos Aleck y yo al mismo tiempo, luego siguió hablando él—. Fueguín, ¿cómo se te ocurre invitarme sin decirme que me van a evaluar?

    —No te hagas el sorprendido, diablillo. ¡Tú pasaste por ella también! —Me dijo a mí Finn, pero la iniciación me sonaba a que se la había inventado allí mismo—. Más tarde le diré a Aleck en qué consiste, sí.

    —¡No le mientas a mi amigo en mi cara! —espeté, cruzándome de brazos.

    Poco le faltó a mi tío para descojonarse con mi reclamo y cuando me di cuenta se había acercado a mí para echarme el brazo por encima de los hombros, obligarme a doblar la espalda y revolverme el pelo como si fuese un mocoso. Escuché a Aleck reírse, le salió del alma al jodido, y se comió todo el numerito con un gusto que dio la sensación de que solo le faltaban las palomitas para la película.

    Conversamos un poco más, le contamos a Aleck que solíamos almorzar todos juntos, luego merendábamos y a la noche, después de la cena, siempre nos acercábamos a la Plaza Sosiego porque encendían una gran fogata con la que creían que alejaban a los espíritus del pueblo. Además, los pocos niños que había en Sereno siempre recogían dulces hasta poco antes de la medianoche.

    Antes de regresar adentro cada uno se hizo con un puñado de caramelos y el resto del día siguió sucediendo, no fue nada fuera de lo normal, pero se sentía mejor que otros años. La presencia de Aleck, así como cualquier otra visita en esta casa de imbéciles que adoraban cuidar de otros, siempre le añadía vida extra a nuestras dinámicas. La casa se volvía más cálida y animada, y puede que todos nos sintiéramos más felices así.

    El almuerzo fue un estofado clásico de esos inmensos que preparaba mi madre siempre que habían celebraciones, estaba buenísimo. Eso junto a las verduras, algo de pan casero y todo el rollo nos dejó a un pelo de reventar de llenos. A pesar de todo en la tarde preparamos un montón de café, porque a los tres nos encantaba meternos un chute de cafeína capaz de matar a un Mudsdale, pero Aleck se ofreció a hacer té y lo aceptamos también, porque no íbamos a quitarle ese gusto.

    Estábamos todos sentados en el salón luego de la taza de café inicial, ya con el té frente a cada uno de nosotros y mordisqueando trozos del budín de calabaza cuando mi madre miró a Aleck. Lo hizo mientras él charlaba con tío Devan, pues hasta ahora tenían oportunidad de hablar más porque se lo había pasado casi todo el rato ayudando a mamá en la cocina y preparando el tazón de dulces de la entrada para los niños en la noche, revolviendo lo que yo había comprado. Lo miró largo y tendido, como sacándole radiografía, y sonrió para sí misma.

    —Aleck, cielo, ¿te gustó el budín? —preguntó unos segundos después.

    El aludido giró el rostro en su dirección, el timing fue glorioso porque justo le estaba pegando un mordisco inmenso al trozo de pan que tenía en la mano y asintió con la cabeza, sacudiéndose las migajas del rostro con la mano libre. Me recordó bastante a un mocoso y no me di cuenta, pero así como mi madre sonreí para mí mismo.

    —Está muy rico, en realidad toda la comida ha estado deliciosa. Cocina muy bien —dijo con bastante energía y le dedicó una sonrisa amplia que le entrecerró los ojos—. No tiene sentido que Cay esté flaco como un palo si creció comiendo así.

    —¡Ni que fuese una elección! —Me quejé luego de bajarme un trago inmenso de té—. Ya viste que parezco balde sin fondo.

    —¿Que si lo vi? Hombre, te comiste dos platos de estofado en menos de media hora —soltó junto a una risa—. Te obligas a comer más lento cuando no estás en casa, se ve.

    —Joder, tranquilo detective —dije con el ceño ligeramente fruncido—. ¿Te piensas que tengo tiempo para eso?

    —Hmmm, ¡sí! —admitió a los cuatro vientos—. Te haces el duro, pero tienes corazón de Starly prematuro.

    Se escuchó una risa contenida, vino de tío Devan que había estado hablando con él y cuando lo distrajeron tomó algo de té, pero el comentario del castaño lo hizo reír sin haber tragado y estuvo a nada de escupirnos encima. Tío Dev no era muy expresivo, en eso me parecía más a él, pero tampoco era de piedra y el comentario le hizo la gracia suficiente para soltar la risa.

    Volteé a mirarlo, fruncí más el ceño y vi a mamá y a tío Finn aguantarse la risa también. Todos estaban allí a nada de descojonarse.

    —¿Van a decirme que es una opinión unánime? —pregunté, fingiendo molestia.

    —Definitivamente —respondió Finn—. ¡El chico tiene toda la razón!

    —Te recuerdo que viniste a vernos poco después del gimnasio en casa —añadió Devan mucho más sosegado, pero se me tensó el cuerpo al recordar que había terminado llorando y todo el asunto—. Ya andabas con el corazoncito de Starly un poquito tocado como para eso.

    —Increíble, big brother Cay ha sido delatado por toda su familia. No creí vivir para ver esto, sin duda —dijo Aleck con tono ligeramente dramático.

    —En fin, muchachos. Esas calabazas no van a tallarse solas —interrumpió mi madre, salvándome del ojo público aunque se veía que todavía quería reírse—. Vayamos moviendo las tazas de té al patio, que además ya dejó de nevar. Igual no quiero ni a uno solo afuera sin una buena chaqueta, ¡marchando!

    Dicho y hecho, todos nos abrigamos como si la orden la hubiese dado el mismísimo Arceus. Cuando estuvimos listos tomamos las tazas, las rellenamos del té de Aleck y salimos para ordenar las cosas con tal de ponernos a trabajar.

    Tío Dev tuvo que quitarles la calabaza a Cinis y Nyx, ya estaba llena de marcas de dientes y garras, pero hacía el trabajo. Finn trajo las demás para colocarlas sobre la mesa, también puso allí las herramientas y se posicionó en la cabecera de la mesa, con una mano en cada esquina. Parecía que iba a soltarnos un discurso de negocios o algo.

    —La iniciación de Al —empezó con tono de predicador—, lo más importante de este día.

    —¡Que no hay iniciación, tío Finn! —repetí como en la mañana.

    —¿Según quién? ¿Tú? Puras patrañas —respondió al vuelo, recibiendo miradas extrañadas de sus hermanos—. La canción, genios, ¡la canción! En fin, primero piensen qué quieren tallar en la calabaza. El año pasado Cay hizo un Gengar muy chueco, pero la intención es lo que cuenta.

    —¿Puede ser cualquier cosa? —preguntó el castaño.

    —Lo que tu corazón te diga, hombre. Como si quieres tallar una carita feliz nada más —respondí a la vez que tomaba un cuchillo para cortarle la parte de arriba a la calabaza y poder sacar las semillas con una cuchara—. Sacas todo lo de adentro y así te queda hueca, entonces a la noche Cinis nos ayudará a encender las velas que van dentro.

    —Por Arceus, y yo que tengo pocas dotes artísticas. —Se quejó medio en broma, medio en serio.

    —No pasa nada. ¿Sabes por qué en Gérie hacemos Jack-o'-lantern, cielo? —interrumpió mi madre mientras le quitaba las semillas a su calabaza también y él se quedó esperando la respuesta—. Más o menos el mismo motivo por el que encendemos grandes fogatas en esta fecha, para alejar a los espíritus. Al colocar las lámparas en la entrada, no entrarán; así que tú talla lo que te guste, el punto es que estarás seguro aquí en Sereno con nosotros.

    Aleck se quedó estático unos segundos, cuando por fin reaccionó sonrió con una calidez diferente y asintió un par de veces con la cabeza antes de estirar la mano para quitarme el cuchillo para poder vaciar su propia calabaza. Le puso la concentración que yo con ocho años le ponía a la tele, o sea demasiada, y lo observé todo el rato para que no fuese a volarse un dedo mientras hacía el agujero en la parte de arriba.

    Creímos que no diría nada, así que todos seguimos en nuestras cosas y cuando la voz de Aleck se alzó de nuevo, revuelta con una brisa bastante suave, nos hizo detenernos un momento. Sonó mucho más calmado que de costumbre y lo que dijo me revolvió algo en el centro del pecho, fue cálido, triste también, pero sobre todo cálido y me alegré por la decisión que mi madre había impulsado.

    —Gracias —comenzó—, por hacerme sentir parte de la celebración, pero sobre todo por hacerme sentir parte de su familia.

    En esta casa todos teníamos corazón de Starly prematuro.

    Así que lo supe al mirar a mi madre y a mis tíos.

    Los cuatro habíamos sentido lo mismo.


    —Cariño, esta es tu casa también a partir de ahora. No tienes nada que agradecer. —Fue mi madre la que tomó la palabra—. Puedes pasar cuando quieras, cuando estés cansado de los gimnasios, cuando tengas frío o hambre o quieras compañía.

    —Dev te puede poner un buen whiskey en el vaso, Neve comida caliente en el estómago y yo un chiste en el corazón para los ánimos —añadió tío Finn, concentrado que daba gusto en tallar su lámpara—. Cay te caga a trompadas si te pones muy tonto, pero también te abriga si hace falta.

    —Juro por mis muertos que lo cago a palos con un abrigo de invierno si se le ocurre salir sin manga larga con chaqueta y bufanda cuando vayamos a ver la fogata —murmuré usando una de las herramientas para tallar los ojos de mi lámpara—. ¡Encima le regalé una chaqueta en la isla! Si se enfría es por deporte ya.

    —¿Me está cuidando o me está amenazando? —preguntó el chico, por un segundo la duda sonó legítima.

    —Las dos —respondió tío Dev luego de soltar una maldición porque se le resbaló una de las herramientas—. Hazle caso, muerde muy feo cuando se enoja. Parece Zigzagoon con Pokérus.

    —Fueguín no muerde —resolvió Aleck como si nada, con la sonrisa bien puesta en la cara—. Bueno, un poquito menos por ser yo, ¿verdad?

    —Tienes el privilegio de los tontos adorables o algo así, pero ya, ¿se puede saber qué tallas? Eso no tiene forma de nada.

    —Shhh, es sorpresa. Lo mejor siempre se hace esperar —contestó poniendo todas sus neuronas en tallar una sola línea—. No puedo spoilearte mi obra maestra, pelo de fuego, eso sería muy aburrido.

    —Mimimi eso sería muy aburrido mimimi. —Lo imité—. ¡Pues no te diré qué estoy haciendo yo hasta terminar!

    Mi dizque amenaza lo hizo reír de nuevas cuentas, me respondió algo en la misma línea y seguimos moviéndonos en esa sintonía. Nuestras voces se revolvieron con las voces de los niños del pueblo, allá a lo lejos, y también con el canto de algunos pokémon voladores.

    En algún momento Nyx se acercó para comerse las sobras que iban quedando de las calabazas, Cinis se echó a dormir en un montón de hojas húmedas por la nieve y caí en que me sentía genuinamente tranquilo y feliz. Era de las pocas veces en que no tenía a mi propia mente comiéndome el cerebro y era un alivio por muchas razones, pero sobre todo porque obviamente prefería escuchar las voces de los otros a mi alrededor que solo la mía de vez en cuando.

    She played the fiddle in a Gériese band —comenzó a cantar en voz baja tío Finn de repente. Me di cuenta que Aleck levantó la vista de su lámpara apenas oírlo.

    La canción que había dicho antes.

    Al final sí que había una iniciación.

    But she fell in love with a Galarian man —continuó tío Dev en un tono parecido, golpeteando la mesa con una de las herramientas.

    But I kissed her on the neck and then I took her by the hand —siguió mi madre, cantó en esa voz dulce que usaba para las nanas cuando era niño, aunque se le coló algo de risa entre los versos—. Said "Baby, I just wanna dance".

    Así continuaron con la canción intercambiando los versos entre ellos en un orden que parecía inexistente, pero obedecía a una estructura silenciosa que habíamos establecido hace tiempo. Casi siempre eran canciones diferentes, pero incluso si alguno no las conocías acababa sumándose.

    Por eso me gustaba cantar.

    Me recordaba a mi familia, al amor que me habían dado siempre.

    Pronto regresaron al coro de la canción, para ese momento ya el ritmo lo estaban marcando entre mis dos tíos en los intermedios a su tarea de la lámpara y mi madre se colaba de vez en cuando, añadiendo una armonía que de entrenada no tenía mucho. Eso no quitaba que sonaba bien, al menos era reconfortante y eso era mucho más importante que decir que fuésemos cantantes profesionales, al menos en mi opinión.

    You know, she played the fiddle in a Gériese band —volvió a cantar Finn y señaló a Aleck con una de las herramientas que tenía en la mano.

    Al crío se le borró la sonrisa un segundo, quizás porque no consideró que lo subieran al tren, pero no tardó en poner las neuronas en fila y recordar cómo había empezado la canción. Se le escapó una risa, así como a mi madre, pero saltó al vagón con nosotros.

    But she fell in love with a Galarian man! —completó y mi tío lo animó a seguir—. But I kissed her on the neck and then took her by the hand, said "Baby, I just wanna dance"!

    Nadie tuvo que decírmelo, apenas Aleck terminó sus líneas contuve una risa y también salté al vagón del tren. La cara de sorpresa del castaño fue de antología.

    With my pretty little Saoirse girl —canté, el sonido de mi voz despertó a Cinis que se acercó y se puso a saltar a mi alrededor, lo que era gracioso viendo su tamaño—. You're my pretty little Saoirse girl~

    El Arcanine aulló, lo hizo suavemente como si quisiera sumarse al pequeño concierto y se acercó a Aleck para darle un par de golpes en el hombro con el hocico, animándolo a seguir cantando con nosotros. La estampa fue adorable, para qué decir otra cosa, y gracias a eso seguimos tallando las lámparas mientras seguíamos la canción e iniciábamos la siguiente. Lo hicimos como si el castaño fuese parte de la dinámica desde siempre y la realización siguió entibiándome el corazón.

    La felicidad que sentía no me la quitaba nada ni nadie, lo sabía.

    Este chico me había elegido y yo lo había elegido a él.

    Cuando el atardecer estaba cayendo sobre nosotros estábamos terminando la última canción y también las calabazas. Estaban un poco estrambóticas, pero las llevamos todas al frente de la casa y las colocamos en el jardín, una junto a la otra. Los cinco nos quedamos admirando nuestras obras de arte.

    Licht había salido detrás de nosotros, se pegó a mis piernas y se sentó a mi lado mientras estábamos allí. Miró las lámparas con genuina curiosidad, extrañada con los objetos, y soltó un sonido que fue una mezcla de maullido y el chisporroteo de un montón de cables pelados al reparar en la calabaza que había tallado mi madre, que era la que estaba mejorcita.

    —¡Sí, hice un Luxray! ¿Te gusta, Licht? —dijo mi madre de inmediato, orgullosa con su trabajo.

    Licht volvió a soltar aquel maullido extraño, fue una afirmación y aproveché para dedicarle una caricia entre las orejas. La sentí ronronear, no se escuchaba, pero la vibración me alcanzó el cuerpo.

    Aleck estaba a mi lado, el idiota parecía estar evaluando las lámparas como si le pagaran por ello y se notaba confundido. Al cabo de un rato señaló una, la mía.

    —Cay, ¿se puede saber qué es eso? —preguntó y yo fruncí el ceño.

    —¡Pues un Meowth! ¿Le ves los dientecillos? —atajé defendiendo mi obra maestra.

    —Hermano, parece algo salido del Mundo Distorsión.

    —El tuyo entonces es hermano del mío, ¿qué es eso según tú?

    —¡Cinis! —soltó, inflándose el pecho de orgullo—. ¿Vas a decirme que no se parece a él? Si la calabaza hasta es anaranjada.

    —Es un poco abstracto —resolvió tío Devan con la mano en el mentón—. Si giras un poco la cabeza igual tiene pinta.

    Seguimos discutiendo las lámparas un rato, que sí tenían forma de algo o no, que por que ninguno era artista y no sé qué más. En algún punto mis tíos y mi madre volvieron adentro, seguidos de mi Luxray, así que afuera solo quedamos Aleck y yo todavía mirando el resultado de nuestro trabajo de la tarde.

    El sol comenzaba a ocultarse, así que todo el pueblo estaba bañado de una luz cálida y la fina capa de nieve que había caído en la mañana casi había desaparecido, aunque seguro volvería a nevar en la madrugada. El canto de los pocos pokémon voladores diurnos que quedaban fue sustituido por los crepusculares y yo cerré los ojos unos segundos, escuchándolos.

    De repente sentí el brazo de Aleck encima de los hombros, fue repentino pero no me tensé y abrí los ojos despacio, parpadeando con cierta pereza. Reaccioné un poco después, pero enredé el brazo alrededor de su espalda.

    —¿En qué piensas, big bro? —preguntó en voz baja.

    Inhalé profundamente, me alcanzó el aroma del otoño, el de mi hogar que era un revoltijo de olor a café y a comida casera, pero también algo que reconocí como el aroma de Aleck. Todas las personas olían distinto, ya no me refería siquiera a si usaban colonia, perfume o lo que fuese, era algo en ellos muy específico, te hacía reconocer sus cosas incluso si no las cargaban encima.

    Uno reconocía eso en la gente con la que pasaba mucho tiempo.

    Las personas a las que se les tenía afecto.

    —Nada —respondí en un tono parecido y le dediqué una caricia amplia en la espalda, como si fuese un crío y solté mi confesión porque me pareció que ya era hora—. Que te quiero, Al, eso es todo.

    Pegado como estaba a él me di cuenta que la respiración se le detuvo un momento, fue cosa de un segundo antes de continuar como si nada y sentí su mano presionarme el hombro suavemente. Lo dicho, este se tomaba más de la mitad de la vida como un chiste, así que lo escuché reír y solté el aire por la nariz, esperando por su respuesta.

    —Te habías tardado, oye —concedió con la risa colándose en las palabras—. Fingiré que no lo sabía si te hace sentir mejor.

    —La gente normal dice "yo también te quiero", ¿sabes?

    —Lo que sé es que tienes claro que lo hago, si no no soltarías eso tan tranquilo —dijo sin más, porque a pesar de todo el cabrón ya sabía leerme bastante bien—. Te quiero, Fueguín, y gracias por invitarme a ser parte de esto, de tu familia. Cuídalos, te quieren mucho.

    —Mamá me mandó a cuidarte, así que ya pareces su hijo adoptivo entonces vamos bien. Venga, comamos un último trozo de budín antes de irnos a la fogata, ¿te parece?

    —¿Seguir comiendo? ¡Pero por supuesto que sí! —Se aprovechó de que tenía el brazo sobre mis hombros para arrastrarme dentro de la casa—. Vamos, vamos.

    Me dejé arrastrar sin más e incluso me permití una risa diferente, cristalina y casi infantil, mientras lo seguía dentro. Las circunstancias en las que nos habíamos conocido eran indiferentes ya, lo único que importaba era lo que teníamos ahora, desde un compañero hasta una segunda familia, porque nos hacía bien a los dos.

    Puede que la vida no pareciera más que una lista de la compra una mayoría importante del tiempo, algo donde solo ibas tachando o añadiendo cosas, pero suponía que en toda lista había siempre algo que rozaba el capricho en vez de la necesidad. De vez en cuando la cercanía que mantenía con Aleck se sentía como uno de esos caprichos, pero mamá lo había hecho parecer distinto al decir aquello y zarandearme a su manera.

    Todos somos más felices cuando encontramos a nuestros compañeros.

    Me tranquilizaba haber encontrado al mío.



    • Lo de la fogata y las jack-o'-lantern lo saqué directamente de las tradiciones irlandesas del Halloween aka el festival de Samhain. Allí también se hacen ofrendas de comida y bebida para los espíritus, por eso el almuerzo y la cena en casa de Cay.
    • La canción de Galway Girl la adapté al universo pokémon, como viste. El nombre de las ciudades me lo saqué de las palabras en irlandés. Te dejo cómo lo adapté porque al final no lo puse todo:
    [Chorus]
    She played the fiddle in a Gériese band
    But she fell in love with a Galarian man
    But I kissed her on the neck and then I took her by the hand
    Said, "Baby, I just want to dance"

    [Verse 1]
    I met her on Trasnaigh Town right outside of the bar
    She shared a cigarette with me while her brother played the guitar
    She asked me what does it mean, the Gériese ink on your arm?
    Said it was one of my friend's songs, do you want to drink on?
    She took Jamie as a chaser, Jack for the fun
    She got Arthur on the table with Johnny riding a shotgun
    Chatted some more, one more drink at the bar
    Then put Van on the jukebox, got up to dance

    [Chorus]
    You know, she played the fiddle in a Gériese band
    But she fell in love with a Galarian man
    But I kissed her on the neck and then I took her by the hand
    Said, "Baby, I just want to dance"
    With my pretty little Saoirse Girl
    You're my pretty little Saoirse Girl

    • Nada es oficial, obvio (?) pero solo así se me ocurrió adaptarlo al inglés. Trasnaigh Town vendría a ser Villa Cruce, Saoirse sería Ciudad Libertad en sustitución a Galway. No adapté toda la canción tampoco, pero fue gracioso.
     
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