Thank you.

Me preguntaba muy a menudo ¿Qué tiene de malo ser diferente? Acaso la simpatía dependía de cómo eras, porque son tan gélidos con migo, porque me aislaron; será por mi apariencia, no soy malo o cruel solo quiero ser normal que me acepten por quien soy. Duele mucho estos golpes pero duelen más sus palabras.

— Vete de aquí abominación, largo — gritaban mientras me lanzaban piedras.

Sin embargo mi opinión de los demás fue cambiando todo fue gracias a este grupo lleno de esperanzas y sueños, me brindaron una cálida y sincera sonrisa con toda una vida llena de divertidos recuerdos.

Por esos anhelos que persiguen decidí ser parte de la tripulación más extraña que había conocido en mí existir.

— Oye Chopper si no te apresuras me comeré tu comida — me dijo el chico que tenía un sombrero de paja con la boca llena de comida.

— Chopper no tienes apetito — pregunto la linda pelirroja.

— Oye luffy dejad el desayuno de Chopper, mira que ya has comido mucho — reclamo el joven rubio que bebía café mientras fuma un cigarro.

— Sanji deja de fumar mientras comemos — dijo molesto el chico que tenía un aspecto gracioso.

— Vale, vale dejad de discutir estamos comiendo — exclamo la chica de tez moreno.

— Callos, aun el solo no sale y vosotros están con este escándalo — ordeno el chico que siempre portaba su katana aunque durmiera.

Es muy refrescante este clima de compañerismo en verdad estoy muy feliz de haberlos conocido, en verdad gracias a todos.

— Gracias chicos — dije que con una enorme sonrisa y con lágrimas que caían una tras otra.

— Oye Chopper era una broma no tratare de comer tu comida — respondió el chico del sombrero mientras tragaba su comida.

— Chopper ¿Estas bien? — pregunto la chica morena.

— Vez lo que causas tio — dijo enojado el chico rubio.

— Vale, lo lamento — respondió serio el chico del sombrero de paja.

— No es eso, solo me siento feliz de que ustedes sean mis nakamas — dije con una gran felicidad.

— Y nosotros también Chopper — me dijo muy alegre la pelirroja.

— Vale, dejad se dé cosas y comed —dijo el chico de la espada.

— Si — respondí.

Gracias por rescatarme de aquel abrumador dolor mis preciados nakamas.