[Terror] La coja

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Clhoe, 9 Noviembre 2009.

  1.  
    Clhoe

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    [Terror] La coja
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    [Terror] La coja

    Hola lectores! Os traigo una leyenda de campamento que me contaron hace años. La historia en si no es mia, pero la narracion y muchas aportaciones(como el nombre de las niñas, descripcion de lugares, explicacion de forma explicita de las situaciones, desarrollo de la trama...), son originales mias.

    Bueno, sin mas demora aqui os lo dejo. Espero que no os asuste!


    La coja


    Era una noche profunda y oscura de tal era la negrura, que no podía apreciarse ni el brillo de las estrellas. El camino del bosque se volvió inaccesible, la niebla era demasiado espesa y hacía un viento de mil demonios que sacudía con fiereza los majestuosos e inmóviles árboles. Las hojas danzaban desacompasadas y se perdían en la bruma de la noche, los sonidos eran desordenados y los aullidos del viento se mezclaban con el crujido de los árboles. Pero, a pesar de aquella gresca en la oscuridad, había algo muy claro, no se oía ni a un perro salvaje; pareciera que los animales temieran la presencia de algo.

    El cerrojo estaba echado, las ventanas y contra ventanas bien atrancadas y, por supuesto, Thor estaba con ellas.

    La idea de pasar un fin de semana en el campo fue estupenda hasta que los padres abandonaron el lugar por una emergencia familiar. Deberían haber llegado hace un buen rato pero, aún no habían dado señales de vida. Las niñas habían cenado hace largo rato y estaban repanchingadas en el sofá del salón haciendo zapping de canales.

    El viento azotó la casa sin piedad y su gritó fiero puso a Thor alerta.

    -Clara, ¿no crees que papá y mamá están tardando demasiado? –Dijo la más pequeña de las niñas mientras acariciaba al alertado animal.

    -Se habrán entretenido, ya los conoces –Añadió la mayor mientras continuaba con el zapping.

    Era una casa bonita y confortable, situada en un lugar poco accesible, con un paisaje espléndido. El interior no estaba demasiado cuidado, pero era acogedor. La seguridad era bastante rústica y poco fiable, aunque en medio de la nada era absurda una alarma que nadie oiría.

    La mayor de las hermanas se detuvo en un canal dando por finalizado el zapping. Era un informativo de última hora en tono de alerta.

    En el manicomio Santa Bárbara situado en la sierra de Logroño ha habido una fuga de alerta. La presunta fugitiva, de la cual se desconoce el nombre, es una peligrosa asesina con una fuerte psicosis. Ha matado a una enfermera y otra está gravemente herida con la mitad de su cuerpo mutilado. Su aspecto es bastante desconcertante, pues a priori parece una mujer desvalida, ya que cojea de una pierna y es asmática. Rogamos a cualquiera que permanezca cerca de la zona que…

    La hermana mayor apagó la televisión de golpe y se levantó casi de un bote. Empezó a corretear por la casa comprobando cada puerta y cada ventana. La más pequeña se abrazó a Thor con el miedo dibujado en el semblante.

    -África no va a pasar nada, me he asegurado de que todo está bien cerrado.

    La pequeña no pareció muy convencida. Estaba asustada, muy asustada, pues esa loca no estaba lejos de allí.

    -Llama a mamá, dile que venga a buscarnos –Gimoteó la pequeña.

    Clara se rascó la cabeza nerviosamente, ella también tenía miedo. No sabía muy bien que hacer, así que decidió llamar a su madre. Marco a toda prisa y gimió al notar que no había línea. La luz parpadeó y el viento placó la casa, provocando que las pequeñas gritaran presas del pánico. Pasados unos minutos decidieron que la mejor opción acostarse. Deseaban que aquella espantosa noche pasara y que, mañana al despertar, su madre les preparara un gran desayuno como recompensa.

    La noche se quedó de pronto, sumida en el silencio. El viento comenzaba a calmarse y la niebla a disiparse, aunque los animales continuaban escondidos; esperando a que el verdadero horror pasara sin que ellos se vieran involucrados.

    La madrugada estaba bien entrada. La más pequeña se despertó, pues hacía mucho frío. Se acurrucó en su manta y al acomodarse escuchó un golpeteo constante que le impedía seguir durmiendo.

    “Pum, pum, pum…”

    Estaba tan adormilada que ni se acordó del informativo de la noche, asíque se levantó en busca de aquel sonido sin vacilar. A medida que se acercaba al salón el frío aumentaba. Una suave pero gélida brisa hacía danzar sus cabellos castaños y ponía su piel de gallina. Llegó al salón y encontró el causante del ruido, una ventana. Estaba abierta y golpeaba la pared de madera con tesón, asique la cerró y empotró bien para que no volviera a abrirse.

    El silencio reinó de nuevo en la cabaña y la niña decidió volver a su alcoba cuando, un nuevo ruido se apoderó de sus oídos.

    “Pum, pum, ah, pum, pum, ah…”

    El noticiero de la noche cruzó veloz por la mente de la chiquilla y se tapó la boca para contener un grito.

    Cojea de una pierna y es asmática…

    El viento retornó aún más feroz que antes, aullando temiblemente. La casa se arrodillaba ante tal enemigo y crujió de de arriba abajo, lo cual resultaba bastante tétrico.

    La muchacha estaba en el centro del salón, paralizada. Un tembleque se apoderó de ella. Intentó guardar la calma y miró a su alrededor vislumbrando vagamente las siluetas de los muebles, se giró y en aquel momento deseó no haberse despertado nunca.

    Thor, o mejor dicho, lo que quedaba del pobre animal, estaba allí, inerte frete a ella. Su rostro denotaba el espanto de la situación y, de nuevo, contuvo un grito al oír ese sonido otra vez.

    “Pum, pum, ah, pum, pum, ah…”

    Su cuerpo se movió solo. Corrió como si el mismísimo diablo la persiguiera –lo cual no era del todo incierto- hacia la habitación. Fue directa a despertar a su hermana cuando de pronto, tropezó con algo y cayó de rodillas. Alzó la vista y se encontró con la cabeza de Clara, en cuyas cuencas faltaban los ojos.

    Al horror de aquel momento se le sumó el llanto. Un grito de dolor, uno de pánico y otro de terror. Momentos vividos y que les quedaban por vivir pasaron fugaces por la mente de la niña. Rabia y enfado, sentimientos que se desvanecieron al escuchar aquel sonido de nuevo, acercándose a una velocidad extraordinaria.

    La puerta se abrió lentamente, acompañada por la melodía de un terrorífico chirrido y el respirar desacompasado de alguien. Su cuerpo volvió a moverse solo y corrió hacia la litera de arriba, llevando aún consigo, la cabeza mutilada de su hermana.

    -Esto no está pasando, esto no está pasando, esto no está pasando…

    Estaba acurrucada en una esquina abrazada a la cabeza de su hermana. El olor a sangre inundaba la habitación. Ya no estaba sola, podía sentir aquella forzada respiración tras su sien. Una mirada asesina y sedienta de sangre la atravesaba por dentro.

    -Esto no está pasando, esto no está pasando… -Seguía gimiendo la pequeña, deseando que aquella pesadilla acabara.

    -Esto sí está pasando…ah…esto sí está pasando…ah… -Habló la asesina.

    Aquella voz de ultratumba le robó la respiración. Sabía que no estaba sola, pero no terminó de creérselo hasta que la oyó hablar.

    Una nueva sacudida del viento la hizo despertar del trance.

    Se había hecho pis encima, su cuerpo temblaba a más no poder y un sudor frío se apoderó de ella. Aún con todo aquello decidió girarse y mirar la cara de la loca que quería matarla.

    De nuevo deseó no haberse despertado nunca. Allí estaba, era una mujer de la cual no sabría decir la edad. No era muy alta y tenía la piel tan blanca que podían apreciarse casi todas sus venas. Su cabello era negro como el alquitrán y le llegaba hasta el pecho; lo tenía todo alborotado y había varias hojas y ramitas adheridas en él. Llevaba la ropa propia de un manicomio, aunque estaba llena de rotos y rasgaduras. Y, por último, el rostro; que parecía el de la hija del diablo. Tenía los dientes limados, por lo que su dentadura parecía que tan solo se componía de colmillos; sus labios estaban azulados y llenos de peladuras; la mitad de su nariz estaba carcomida y sus ojos eran del color de la sangre.


    Aquella sádica sonrió al ver todas aquellas expresiones de terror en el rostro de la muchacha y, como si quisiera martirizarla más aún, escupió de su boca el ojo masticado de la otra niña ya muerta.

    La pequeña no pudo dar crédito a lo que vio. Su cabeza colapsó y perdió el conocimiento.

    “Pum, pum, pum…”

    Aquel ruido constante la despertó y se acomodó en la cama de un bote. Miró entre sus manos y entre las sábanas, la cabeza de su hermana no estaba. Se re colgó de la cama y vio que en la de su hermana había alguien durmiendo, y con cabeza, que era lo más importante.

    Respiró aliviada, parecía que, después de todo, había sido una horrible pesadilla.

    Aún estaba oscuro, tremendamente oscuro. El viendo continuaba dando latigazos a diestro y siniestro, pero ahora con menos tesón. Deberían ser cerca de las seis de la madrugada pero no se oía ni un grillo.

    “Pum, pum, pum…”

    Aquel ruido era ya, molesto de más. La pequeña se obligó a ir en busca de este, debía ser una chica valiente. Decidida pero temblorosa se levantó de la cama sin despertar a su hermana–error fatal-para ir en busca de aquella molestia.

    -Solo ha sido una pesadilla, solo ha sido una pesadilla… -Se decía una y otra vez para calmar sus nervios.

    Encontró enseguida al causante, una ventana. Un escalofrío la recorrió de arriba abajo al recordar cómo empezó su pesadilla. Iba a acostarse de nuevo cuando de pronto, escuchó objetos rodando en su dirección. Sin pensárselo dos veces corrió hacia la cama, aunque en el camino se topó con una horripilante sorpresa, sus padres, hermana y perro degollados y mutilados.

    -No solo ha sido una pesadilla…ah…no solo ha sido una pesadilla…ah…

    Aquella voz fantasmal hizo su aparición de nuevo. La pequeña gritó histérica, ¿estaba acaso jugando con ella? Exacto, era la pieza principal de aquel juego macabro.

    De las escaleras comenzaron a caer rodando las cabezas de los cuerpos allí presentes, inundando el lugar de sangre.

    Un rayo cayó cerca de la casa, iluminando por un instante el salón. Si aquello era terrorífico en la oscuridad, a la luz era algo indescriptible. Las paredes estaban pintadas del color de la sangre; había miembros, órganos, trozos de carne… esparcidos por todo el salón colocados a modo de decoración.

    La pequeña se estaba volviendo loca. Si eso era lo que le había hecho a su familia, ¿qué le haría a ella? Gemía presa del terror. El instinto de supervivencia se activó, gritándole a los cuatro vientos que abandonara aquella casa.

    Andaba lentamente hacia detrás, asegurándose de que aquella loca no la hubiera localizado. Las lágrimas le salían a borbotones. Tenía las manos presionando con tal fuerza su boca –para no gritar- que comenzaba a hacerse daño. Estaba tan solo a un paso de la puerta. Echó otro vistazo antes de volverse, allí no había nadie. Se giró a toda prisa encontrándose así, de nuevo, con el rostro de la hija del diablo.

    Estaba en tal estado de pánico que ni siquiera notó aquella respiración desacompasada tras su ser.

    Tan solo transcurrió un segundo en el cual la niña abandonó cualquier esperanza de vivir y, sonrió al saber que dentro de poco estaría reunida con su familia; un segundo en el que pudo oír por última vez la voz del demonio.

    -El juego…ah… se ha terminado…

    El viento y la niebla dejaron paso a una hermosa mañana. Los periquitos comenzaron con su canto mañanero y algún que otro aullido rezagado. Los cobardes espectadores del horror nocturno comenzaron a aparecer, pues ya no había peligro alguno.

    La coja marchó satisfecha, esperando encontrar las piezas para su siguiente juego.
     

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