Tabaco y Café

Tema en 'Relatos' iniciado por Muddy Waters, 27 Diciembre 2009.

  1.  
    Muddy Waters

    Muddy Waters Entusiasta

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    Tabaco y Café

    Tabaco y Café

    Y sonó una canción lentita. La chama estaba allá, sentada con otra chama, era bonita, me gusta creer eso.

    Héctor Lavoe la rompe en esas canciones lentitas, ¿haz oído una canción lentita de El Cantante? Me gustan mucho esas, pero la chama estaba con otra chama, todos saben que no se cuadra con chamas que están con otras chamas en un salón de fiestas.

    En un antro sí, pero en un antro tiras hasta con el piso sin darte cuenta, y con las luces parpadeantes y el alcohol es muy caro, y todo oscuro, y yo no sé a quien estoy y no me gusta, después salgo a la calle gritando ‘¡Men! ¡Era verde el vestido! ¡Y tú ibas de azul!’, por eso no me gustan los antros, no soy mucho de salir a socializar, no es divertido.

    Ella salió por la puerta y yo también, ella fumaba mirando afuera y sentía frío ella, sentía frío, y hacia frío pero a mí me gusta el frío, todos los días me muero de calor.

    Me le acerque, le pedí fuego, me tiró un encendedor morado que no iba mucho con su vestido negro con rayas blancas a la altura del escote, no sé cómo describirte el vestido de la chama, pero era un vestido negro ceñido, le quedaba arrecho pero parecía que no podía caminar bien.

    Tirado en el suelo quedaba a la altura de sus rodillas. Tenía bonitas rodillas, las rodillas no son bonitas pero las de ella lo eran. Cosa rara.

    —No sabes fumar.
    —¿Y tú eres?
    —Yo sé fumar.
    —Jode en otro lado.
    —No me gusta que no sepas fumar, eres linda, pero no sabes fumar, y así no se vale.
    —¿Ah?
    —Soy Antonio.
    —¿Y a mí qué?
    —Tengo un cigarrillo para que te importe.
    »El otro día estaba con un amigo en una fiesta, arriba por el carajo, nos fuimos como a las tres y media, no era tarde pero eso quedaba arriba arriba, en una casas en la montaña, en Caracas todo es montaña, pero no sé si me entiendes, arriba de las Minas de Baruta, arriba arriba. Nos llevó alguien pero todos se fueron y nadie nos podía bajar de ahí, nos quedamos viendo a Andrés y le dijimos ‘Nos vamos caminando’ y él se metió en su casa y cerró la puerta. Estábamos medio ebrios, y fuimos bajando, nos equivocamos de camino una o dos veces pero nada importante, sabíamos el camino más o menos, es lo bueno del Distrito Capital-Miranda, no importa donde, sólo bajas, a algún lado llegas, igual los autobuses dan rondas en círculos, siempre vuelven al inicio, hay que ser bastante pendejo para perderse en Caracas.

    Ella no me miraba, ella fumaba mirando el cielo raso y yo sí la miraba, tenía un lunar de puta en la mejilla, debajo del ojo, a la altura de la mitad la nariz, lunar de puta, es un lunar lindo de puta. De puta linda.

    »Bajando había una parte oscura, y nos gritan ‘Arriba las manos’ y yo me abro la chaqueta y el paco vuelve a gritar lo mismo y yo le digo ‘Tranquilo, men, tranquilo’ nos mandan a poner las manos en el capo y nos registran, eran dos pacos, conmigo uno y con mi pana el otro, me preguntan si consumo y yo no le digo nada, me iluminan los ojos y todo normal, curioso es que me mandaron a mostrarle los calcetines, tenia unos calcetines rojos ese día, calcetines rojos suaves, pero todo chévere. Luego seguimos bajando y riéndonos, ‘nos pararon los pacos, nos pararon los pacos’, no nos quitaron nada, arrecho porque aún teníamos que pagar el taxi, y si nos quitaban el dinero o algo tendríamos que ir caminando por la autopista Prados del Este hasta Los Dos Caminos, y bien sabes tú, creo, que eso no se puede.

    Me gustaba como el vestido negro le formaba la curva del trasero, no tenia senos muy grandes, pero la curva del trasero era hermosa y el cabello negro le caía detrás de las orejas y los ojos de sobrada y altanera, tenia cierta sexualidad que no confundir con sensualidad, que también, pero eran más las ganas de cogersela que de bailar tango o escribir poesía, aunque no es tan distinto como se cree.

    »Después de caminar tanto ya se nos había quitado lo ebrio, y terminamos a nivel tierra dando vueltas alrededor de un centro comercial cerrado, pero no era el que buscamos, una mierda, y bajamos un poco mas y llegamos al Concresa, ni él ni yo habíamos caminado alguna vez por ahí y ninguno vio nada cuando pasamos. El caso es que nos pusimos en una isla a la salida del lugar esperando un taxi, uno se paró en la otra calle, era un viejo manejado por alguien más viejo, le saludamos, le agradecimos, le dimos cuarenta bolívares fuertes y subimos a mi casa y dormimos a eso de las cinco.

    Le di unas caladas al cigarro y ella tiró una las cenizas encima de mí, sacudo, me paro y me pongo a su altura.

    —Me gustas, eres linda.

    Ella entró de nuevo al salón, yo la agarro de la mano y la llevo a la pista y bailamos una canción lentita que no era de Lavoe, pero decía algo así como ‘enamorado de ti’ y otra cosa.

    La otra chama nos miraba, la otra chama era delgaducha y no estaba muy buena, tenía un vestido plateado y una cartera a juego y estaba escribiendo mensajitos con el celular y subía la mirada para verme a mí bailando, y bajaba de nuevo la vista, y luego me volvía a ver. Metible diría yo.

    —Tengo ganas de agarrarte el culo.

    Baje la mano por las espalda y no sentí ningún sostén, me gusto eso, no llevaba ropa interior tampoco, aunque seria ridículo, se vería horrible con un vestido tan ceñido.

    —Para aquí.

    Estaba afuera y me puse a fumar otro cigarrillo, lo encendí con el encendedor morado y fume mirando el cielo raso.

    La chama.

    —¿Alguna vez saltaste desde un tercer piso?
    —Una vez casi tire en un baño, pero el carajo no tenia condones.
    —Terrible.
    —Algo.
    —Quiero coger contigo.
    —Yo quiero coger.
    —Tengo un conocido que una vez salto desde un tercer piso, estaba tirando con una caraja en Guarenas, la cama daba a la ventana y vio a un tipo del CICPC, y lo vio entrar al edificio, luego oyó la puerta del apartamento, y la caraja paró y le dijo ‘mi pa’’ y el chamo ha agarrado la camisa, los pantalones y saltó por la ventana para huir del policía.
    —¿Y qué tal?
    —Bien, pero le salio un hematoma en uno de las bolas.
    —No sé que es un hematoma.
    —No importa realmente.
    —Luz.
    —¿Sabes de la Omerta?
    —No.
    —Bueno.

    Me gusta subirle el vestido y tocarle la curva del trasero que forma la piel, tocarle los senos que son más grandes de lo que creí, pero sobretodo me gusta la curva del trasero que forma la piel de mis manos, que forma la piel de sus muslos, y como forma mi cuello con su respiración así, me gusta como no tiene ropa y me gusta su trasero, me gusta mucho su trasero.

    —Hay una fiesta por Las Mercedes.
    —Estoy bien.
    —¿Tienes dinero para tabaco y café?
    —No.
    —Bien ahí.

    Me dio un beso. Se fue.

    Encendí un cigarrillo.

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    Pointless.
     
  2.  
    berlinQueer

    berlinQueer Usuario común

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    Escritor
    Re: Tabaco y Café

    a decir verdad, mientras lo leía mi única queja era que no se como alguien puede realmente no saber que es un hematoma, pero puede pasar.

    el final, eso si, no me gustó nada. después del último "trasero" se va todo a la mierda. no me importa que los dialogos no tengan conexion logica inmediata, o conexión logica at all, pero ese es una verga, como si quisieras terminar el cuento de alguna manera y ya, metiste eso.

    por lo demas, esta muy copado el ambiente que se describe mas por la forma de hablar del protagonista que por las descripciones.
    la anecdota de entre medio, ademas de genial, me gusta como es practicamente ignorada, por quien la cuenta y por quien la escucha.

    ponele un poquito de onda a tus finales queridito, dale?
     

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