Túnel Taladro Al Este: Selva Tropical Al Oeste: Monte Panorama Dentro: Caverna de Lava Túnel Secreto: Tierra de los Escarabajos Una cadena de túneles que atraviesan el Monte Panorama. Fueron creados artificialmente por unos digimon llamados Drimogemon. Si se desciende por los túneles más profundos, se puede llegar a la cámara de lava del volcán inactivo, mientras que si se sigue por los túneles de nivel superior se puede salir a una zona selvática. Se requieren 9 posts para atravesar esta zona.
Matthew Hale Cuando salimos de las aguas termales, no tuvimos más opción que volver al monte panorama y decidir (o tomar la decisión porque realmente no me tomé la molestia de preguntarle a alguno si estaba de acuerdo) que la mejor idea sería ir hacia lo más parecido a los montes que tuviéramos por el acuerdo inicial que habíamos tenido para intentar encontrar a Genai, pero... ¿debía explicarle a los demás ese acuerdo? Probablemente sí... —Bueno... supongo que debo explicarles la razón por la cual nos encaminé a este lugar —comencé mirando el lugar en el que estábamos, parecía cavado todo intencionalmente —, Jake y yo creemos que Genai podría estar cerca de las montañas y esa clase de cosas... lo encontramos más lógico que verlo escondido en las playas así que... esperemos que con la suerte que hemos mostrado hasta ahora, no tengamos otro tropiezo. Contenido oculto juanjomaster Liza White EstebanDV Fushimi Natsu
Jake Matterson El estómago de Guilmon y el mío rugió a medio a camino, así que nos comimos parte del bento. Fue difícil, pero logré evitar que Guilmon se lo comiese todo. Lo que pasó en las aguas termales había sido demasiado agitado, y no había logrado entenderlo del todo, pero al menos ya estábamos sanos y salvo. Aunque el calor se volvía más intenso. —Sí, tal y como dice Matt, hay más posibilidades de encontrar al anciano Gennai por aquí, aunque claramente no es un certeza. Sólo es cuestión de probabilidades, pese a no ser experto en ello. Aún así, será mejor que avancemos a la superficie pronto, siento el calor volviéndose más intenso.
Miriam Dent Aún no me recuperaba de lo que había sucedido en las aguas termales, así que me limité a seguir a los chicos mayores y asentir a sus palabras. Creo que hablaban sobre el camino que estábamos tomando, pero, si podía ser completamente honesta, no me interesaba en lo más mínimo. A mi mente seguía regresando la oscuridad que me había engullido mientras intentaba escapar del lavadero con aquellas extrañas plumas. Trataba de no demostrarlo, pero me sentía aterrada. Sin contar el enfrentamiento con los Gazimon, este era el segundo digimon que había aparecido para luchar contra nosotros, los supuestos Niños Elegidos. La seguridad con que Leomon nos había señalado como tales seguía sin convencerme porque ¡vamos, sólo soy una niña de once años! Quizás estos chicos pudieran ser parte de esos míticos niños para salvar a este mundo, Irina y Daerek ya lo habían demostrado al enfrentarse contra aquellos digimon malvados con valentía, ¿pero y yo? ¿Acaso podría plantarme yo sola frente a un enemigo tan terrible como lo fueron Kokatorimon y Monochromon? Lo dudaba...
— Ni se que está pasando aquí — susurra Daerek sin expresión El chico simplemente se dejaría guiar y ayudar a los demás como todo un buen personaje secundario. Algo que no entendía es porque todos dudaban tanto de si podían o no hacer algo, era simplemente inexplicable. Cuando el duda de si podrá hacer algo, el simplemente irá y probara, aunque falle pero lo intentará. ¡CLARO QUE PODÍAN! Esta bien no confiarse mucho, pero uno simpre dudando es algo que en el nunca será visto. Pero por ahora simplemente se limitará a seguir órdenes de los auto proclamados líderes de la pandilla, el esta de acuerdo. — dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis — Cantaba el chico sonriente y en voz baja
Irina Duval Mientras tanto, yo me encontraba en la última posición de aquel pequeño grupo, siendo partícipe de todo lo que estaba aconteciendo. Con ambas manos sobre las asas de mi mochila de aventurera improvisada caminé junto a Daerek, o al menos intentaba seguir sus pasos, dando pequeñas zancadas de vez en cuando para intentar no quedarme demasiado atrás. Esbocé una sonrisa mientras le escuchaba canturrear una cancioncilla que animaba el silencio del trayecto, y, contagiada por la diversión, a veces intentaba cantar por lo bajo, acompañando su juego con una voz algo más baja debido a la vergüenza que me suponía ser escuchada. Gomamon, quien me acompañaba durante todo el trayecto, a veces nos observaba y reía, notando como había veces en las que acababa trabando la letra. Matt y Jake, quienes lideraban la marcha, comenzaron a explicarnos el motivo de haber escogido aquella repentina ruta. Dejé el juego por un instante, y curiosa por averiguar más sobre el plan secreto ya no secreto de los mayores comencé a acelerar el paso, hasta quedar junto a Miriam. Ladeé la cabeza sintiendo mi cabello moverse al son del gesto, y la saludé con la mirada. Sin embargo, mi pequeña sonrisa se ladeó en una mueca de preocupación al notar a la chica algo distraída. Desde que habíamos abandonado las aguas termales no había vuelto a mediar palabra alguna. ¿Quizás... se encontraba mal? ¿S-sería un efecto adverso de la petrificación que Kokatorimon había estado ocultando? "Bueno... supongo que debo explicarles la razón por la cual nos encaminé a este lugar" Alcé la cabeza al escuchar la voz de Matt, y supe que debía prestar atención y dejar el tema, al menos por unos instantes. "Jake y yo creemos que Genai podría estar cerca de las montañas y esa clase de cosas... lo encontramos más lógico que verlo escondido en las playas así que... " "Sí, tal y como dice Matt, hay más posibilidades de encontrar al anciano Gennai por aquí, aunque claramente no es un certeza" Oh, es cierto. Con tantos accidentes había olvidado nuestro principal destino, y el porqué nos encontrábamos ahora aquí. Asentí hacia ambos en cuanto dirigieron sus miradas hacia nosotros, buscando alguna clase de respuesta. Miriam continuaba en silencio, y Daerek... Daerek seguía a lo suyo. Al menos era feliz. —Es una buena idea, por mí... P-por nosotros —corregí rapidamente, nerviosa por estar recogiendo una opinión unánime sin haber escuchado sus respuestas—. ...no habrá ningún problema. ¿Por dónde comenzaremos a buscar? Y mientras los chicos aclaraban la ruta a seguir, pues parecía que ellos sabían orientarse bastante mejor que nosotros, me acerqué una vez más hacia Miriam, y con gesto preocupado coloqué una de mis manos sobre su frente con inocencia, creyendo que en verdad la causa de su estado era alguna clase de malestar físico. —Oye Miriam... ¿te encuentras bien? ¿N-necesitas que nos detengamos a descansar? —murmuré, sin apartar la mirada de ella.
Miriam Dent Iba tan concentrada en mis pensamientos que no me había dado cuenta de la presencia de Irina hasta que tocó mi frente. Confundida, detuve mis pasos mientras intentaba procesar sus palabras. El nerviosismo comenzaba a hacer mella en su rostro, pero no lo suficiente como para que pudiera perderme la preocupación con la que me observaba. —Yo... ¿Qué? —balbuceé estúpidamente, comenzando a enrojecer de la vergüenza. ¡Debía decir algo pronto!—. Qui-quiero decir, sí, estoy... Estoy bien. E intenté sonreír, pero sabía que no podía engañarla. Ni yo misma podría creerme ante tal burdo intento mientras aún sentía el miedo pellizcándome la piel. Incluso Armadillomon, quien caminaba a mi lado en silencio, no me quitaba la mirada perspicaz de encima. Si se lo explico, estoy segura de que ella me entenderá. Después de todo, Irina es mi amiga... ¿Verdad? ¡Sí, por supuesto que lo era! Irina era un gran amiga a la que podía confiarle todos mis temores, jamás se burlaría de mí. Decidida, reanudé la marcha antes de que los chicos nos llamaran la atención. Estaba dispuesta a ser verdaderamente honesta, pero sólo lo haría con Irina, Armadillomon y Gomamon. —Yo... Bu-bueno, es que yo... ¿Saben? Nunca quise salir del Pueblo de los Inicios. Y... Luego de los problemas que tuvimos con Kokatorimon y Monochromon, desearía no ser parte de los niños elegidos. Aunque dudo mucho el serlo, guardé para mí.
Irina Duval Mis ojos brillaron con un evidente matiz de tristeza cuando Miriam alegó que se encontraba bien, a pesar de que ambas sabíamos que no era así. No aparté mi mirada de ella por unos segundos, insistente, esperando por algo que comenzaba a dudar de si saldría de sus labios. Lentamente fui apartando mi mano de su frente, agachando la mirada en el proceso, y asentí, sin dejarle ver mi rostro en ningún momento. Mordí mi labio inferior cuando esta volvió a seguir el paso, y, alicaída traté de continuar permaneciendo a su lado. Pero, en el instante en el que comenzaba a dar por hecho que Miriam no confiaba en mí lo suficiente como para contarme lo que le ocurría, esta volvió a girarse hacia mí, con un tono de voz algo más confidencial. Como si hubiese necesitado unos segundos para ordenar las ideas en su cabeza, y solo desease ser escuchada por nosotros. Alcé la cabeza con un deje de duda, y finalmente, se sinceró. "Yo... Bu-bueno, es que yo... ¿Saben? Nunca quise salir del Pueblo de los Inicios. Y... Luego de los problemas que tuvimos con Kokatorimon y Monochromon, desearía no ser parte de los niños elegidos." Guardé silencio por un instante que se volvió relativamente largo. Miriam me observaba con cierto temor, aguardando por una respuesta de mi parte que por el momento, no parecía llegar. Mas, en el momento en el que desvié la mirada hacia ella, en el momento en el que hicimos contacto visual, una amable sonrisa se dibujó en mi rostro. —Es... muy curioso, ¿sabes? Ahora mismo me veo reflejada en ti, como si esto fuese alguna clase de dejavu en el que hemos intercambiado los papeles —una pequeña risita salió en medio de mis palabras, inocente, comprensiva. Su intención, verdaderamente, no era la de reírse de mi amiga—. Si esta conversación la hubiésemos tenido con anterioridad, ahora mismo no sabría qué decirte, pues ya sabes... me encontraría tan atemorizada como tú. Probablemente me habría puesto a llorar. ¡P-pero eso no quiere decir que tú debas hacerlo...! C-creo que no estoy eligiendo bien mis palabras, ¡p-perdona! Tomé una pequeña bocanada de aire, intentando contener mi nerviosismo. Quizás ya no tenía tanta vergüenza como antes, pero eso no quería decir que hubiese adquirido total soltura en mis palabras. ¡A-aún seguía siendo difícil! Pero esta vez debía ser yo, por una vez, la que intentase ayudar a los demás, y no al contrario. —Creo que no debes avergonzarte de tener miedo. Yo aún, después de enfrentarme a Kokatorimon, lo sigo teniendo. Pero quizás, lo que ha cambiado, es que he comprendido de lo que verdaderamente soy capaz en una situación así —jugué con mis dedos, con un suave rubor en mis mejillas, sintiendo la amable mirada de Gomamon sobre mí—. Quizás, tan solo necesitas que llegue tu momento. Comprender por qué eres una niña elegida, y así obtener algunas respuestas, las suficientes para conseguir esa seguridad en ti misma. >>Y hasta que llegue ese momento, Armadillomon, Gomamon y yo... ¡Y los chicos, claro! Todos estaremos a tu lado, ayudándonos mutuamente. Porque... —ladeé la mirada hacia Gomamon, intercambiado una pequeña sonrisa, y la dirigí esta vez hacia Miriam—. ...para eso están los amigos.
Miriam Dent <Quizás, tan solo necesitas que llegue tu momento. Comprender por qué eres una niña elegida, y así obtener algunas respuestas, las suficientes para conseguir esa seguridad en ti misma.> Volví a detenerme mientras aquellas palabras cobraban fuerza en mi interior, ganándose terreno y desplazando mis anteriores pensamientos. De repente, el consejo de Irina había iluminado mi insegura visión sobre mí misma aunque sólo el tiempo podría afirmar su veracidad. Incluso si era yo quién dudaba de mis propias capacidades, si era yo quien me negaba a aceptar mi destino, si verdaderamente era parte de los Niños Elegidos, lo sabría cuando llegará mi momento. Y si tal idea había estado aterrándome desde que nos despedimos de Jijimon y Babamon, ahora... Ahora me sentía diferente. <Y hasta que llegue ese momento, Armadillomon, Gomamon y yo... ¡Y los chicos, claro! Todos estaremos a tu lado, ayudándonos mutuamente. Porque... para eso están los amigos.> Estaba segura que el retornar a la seguridad y calidez del Pueblo de los Inicios continuaría apareciendo cada vez que surgiera un problema. Sin embargo, el saber que jamás estaría sola para enfrentarlos era tranquilizador. Claro que podría ocurrir otra situación como la que vivieron Irina y Gomamon, quienes lucharon abandonados a su suerte por el malévolo Kokatorimon, pero juntos consiguieron triunfar porque confiaba en el otro. —Creo que tienes razón. Gracias por escucharme, Irina, y... Por darme ánimos. Quizás aún no confiara en mi supuesto deber aquí en el Digimundo, pero eso no significaba que no creyera en Armadillomon ni en mis amigos.
Daerek sonríe ante la pequeña conversación de ambas niñas, le pareció de cierto modo tierno. Daerek da una muy suave palmada en la espalda de sus compañeras, era un símbolo amistoso un tanto varonil, pero lo hizo con bastante cariño. — Bien, todos estamos decididos ¿Verdad? — pregunta Daerek con su típica sonrisa animada. El chico nunca había tratado con muchas chicas, era un poco difícil entenderlas, pero podía decir que ellas eran valientes, muchas veces lo demostraron. Daerek se queda de nuevo hasta el final del grupo, junto a Veemon.
Armadillomon había estado viendo a Miriam con algo de preocupación. La notaba algo decaída, pero no estaba seguro de como animar… por suerte, Irina se adelantó y fue capaz de levantar el espíritu de la chica. Armadillomon le sonrió a Irina en señal de agradecimiento, y luego le dio una amplia sonrisa a Miriam para asegurarle que estaría a su lado, pasara lo que pasara. —¿Hm? —dijo súbitamente Guilmon, deteniéndose—. ¿Escuchas eso, Renamon? —Sí… creo que algo se acerca —musitó Renamon con suavidad. Los otros tres digimon intercambiaron miradas preocupadas. No tenían un sentido del oído u olfato tan desarrollado como ellos dos pero… si ellos decían que algo se acercaba, eso ciertamente no les daba buena espina. Veemon, Armadillomon y Gomamon saltaron hacia delante, adoptando una posición ofensiva, esperando… Tras unos minutos de tenso silencio, los niños humanos fueron capaces de oír un leve zumbido. El sonido se fue haciendo más cercano poco a poco… hasta que ante ellos llegó el origen de ese ruido: un digimon con un aspecto que recordaba al de una abeja, pero más grande, se acercaba volando a toda velocidad hacia ellos. Su cuerpo estaba recubierto de una armadura color amarillo, poseía un aguijón rojo al final de su cuerpo y dos pares de alas en la espalda gracias a las cuales podía volar; su cuerpo tenía aproximadamente el mismo tamaño que el de Veemon. —Es un Honeybeemon… —comentó Renamon al verlo. —¡¿Qué están esperando?! ¡Huyan, rápido, rápido! —gritaba Honeybeemon; era evidente que huía de algo que lo tenía claramente aterrado. El digimon abeja pasó de ellos y siguió huyendo en la dirección contraria a la que avanzaban… ¿deberían seguir avanzando, o huir detrás de Honeybeemon? Contenido oculto ¡Comienzo de evento "A Través del Túnel"! (nota: por decisión de los roleros, se realiza el evento de Miriam antes que el de Jake)
Miriam Dent La amigable palmada que Daerek nos dio en la espalda, me tomó por sorpresa. Sabía que él venía cerrando la marcha, pero no había esperado que también estuviera escuchando mientras me sinceraba con Irina y los digimon. Volví a sentir cómo mi rostro se calentaba por la vergüenza, levemente incómoda por mi momento de debilidad. Aún así, le agradecía de corazón su muestra de apoyo. Cada vez me sentía más y más segura aquel día. Y fue ahí cuando aquella abeja digimon apareció del lugar al que nos dirigíamos, nos instó a huir y luego desapareció. Escasos instantes antes, Renamon y Guilmon se habían percatado de la presencia de alguien que se acercaba y, pese a que ya me sentía mejor, contuve el aliento con un repentino miedo. Sin embargo, cuando el tal Honeybeemon surgió a través del fondo del túnel, creo que nadie esperaba su reacción. <¡¿Qué están esperando?! ¡Huyan, rápido, rápido!> Estaba segura de que no se trataba de una farsa, ese digimon lucía demasiado asustado para estar fingiendo. ¿Pero huir de qué? ¿Se había metido en problemas con alguien más fuerte que él? ¿O sería acaso que un nuevo malvado venía a por nosotros? Y, de repente, una duda me surgió mientras continuábamos allí parados. ¿Cómo es que estos digimon sabían en dónde encontrarnos? Primero Monochromon en el Risco Panorama, luego Kokatorimon en las Aguas termales y ahora... ¿Ahora a qué nos deberíamos enfrentar? Pese a que escapar de lo que sea que se acercaba sonaba estupendo para mí, dudaba que pudiéramos llegar muy lejos. Era evidente que para estos digimon, el saber que los Niños elegidos andaban en el Digimundo les resultaba una amenaza y, aunque consiguiéramos escondernos por allí, nada podría asegurarnos que detendrían su búsqueda. ¿Pero cómo es que lo saben? ¿Cómo es que ellos nos encuentran? —¿Qué hacemos? —pregunté, deseando internamente que los mayores tuvieran un buen plan. Personalmente no quería pelear, pero también sabía que no podíamos huir para siempre. No si queríamos encontrar al anciano Gennai, no al menos hasta que halláramos la forma de regresar a casa. Pero las hostilidades no cesarían por nuestra causa, si no todo lo contrario, se irían incrementando con cada día que siguiéramos en este mundo. ¿Es que de verdad éramos tan peligrosos?
Matthew Hale Después de que Jake re-afirmara el acuerdo que nosotros teníamos, y que los demás parecían no tener ninguna queja al respecto sobre la decisión tomada, continuamos nuestro viaje mayormente en silencio general, y en lo que a mi respecta me había mantenido callado para estar mayormente al pendiente de lo que estaba pasando y si alguien más hablo, simplemente me pasó desapercibido. "¿Hm? ¿Escuchas eso, Renamon? | | Sí… creo que algo se acerca" ¿Qué? No... No de nuevo... Chasqueé la lengua algo molesto y detuve mi andar, intentando descubrir de donde provenía ese sonido pero lamentablemente nadie contaba con un olfato u oído como los de Guilmon y Renmon así que por el momento estábamos en sus manos hasta que eso apareciera. Y luego de unos cuantos segundos, unos zumbidos comenzaron a resonar en las paredes del túnel. "¡¿Qué están esperando?! ¡Huyan, rápido, rápido!" —Esa, Miriam, es una buena pregunta...—comenté mirando aun con confusión el lugar por donde había huido Honeybeemon—, sea lo que sea que esté de ese lado es lo suficientemente... fuerte para hacerlo huir—llevé una de mis manos al puente de mi nariz y suspiré —, podemos dar media vuelta ahora e intentar alejarnos de lo que sea que Honeybeemon teme o... investigar lo que es eso e intentar... ayudarlo. O algo por el estilo...
Jake Matterson —No podemos dar por sentado que aquel digimon huía de otro. Siempre está la posibilidad de que huyese de algo más, tal vez un derrumbe o lgún otro desastre natural. Realmente, sólo nos ha dicho que huyamos, pero no el motivo. Una de las chicas, cuyo nombre parecía ser Miriam, lucía estar bastante afectada. Le entendía perfectamente; por más calmado que quieras estar, simplemente todas estas situaciones calan hondo en ti: Desde aparecer en un mundo completamente desconocido, hasta ser petrificado por un siniestro ser. No podía ser fácil para ninguno de nosotros... pero si dejábamos que el miedo nos engullese, no llegaríamos a ninguna parte. —¿Qué dicen ustedes, qué debemos hacer? En mi opinión, si se trata de algún desastre tal vez deberíamos hacerle caso y dar media vuelta, pero, si se trata de algún otro digimon dando problemas, tal vez deberíamos ayudar —lo medité unos segundos—. Es complicado tomar una decisión sin saber nada...
Irina Duval Detuve mis pasos poco a poco al sentir como la agradable atmósfera que se había formado tras las palabras de agradecimiento de Miriam comenzó a enrarecerse, siendo engullida por un silencio sepulcral hasta el punto en el que los digimon frenaron con brusquedad la marcha. Llevé ambas manos a las asas de mi mochila y respiré hondo, manteniendo la calma. Los digimon se colocaron en posición defensiva, y cerré los ojos con fuerza, deseando que ocurriese lo mejor. Y esperé... Esperé... Hasta que un zumbido llegó a mis oídos. Y tras él, la criatura del que provenía. Me encogí sobre mí misma, atemorizada, creyendo que de un momento a otro seríamos atacados a gran velocidad, pero no me vi capaz de huir y esconderme. Me quedé allí, junto a los demás, esperando por lo que tenía que pasar... "¿Qué están esperando?! ¡Huyan, rápido, rápido!" ¿C-cómo? Abrí los ojos con algo de inseguridad aún en el cuerpo y observé a mi alrededor, viendo como aquel que creía un digimon enemigo pasaba de nosotros y se perdía a lo lejos, en medio de la oscuridad. Eso significaba... ¿Que estaba equivocada? ¿Aquel digimon no nos iba a hacer nada? No, claro que no... Porque aquel no era el verdadero enemigo. Y sea cual sea la amenaza que se cernía sobre nosotros, nuestra situación no pintaba demasiado bien. "¿Qué hacemos?" "Podemos dar media vuelta ahora e intentar alejarnos" "¿Qué dicen ustedes, qué debemos hacer?" Mi respiración se volvía más y más agitada a cada segundo que transcurría aquella angustiosa cuenta atrás, permaneciendo en silencio escuchando la opinión de los demás. Pero la duda nos dominaba a todos, y había que actuar rápido. Sintiendo las piernas comenzar a temblar, supe que debía hacer un pequeño esfuerzo y empezar a movilizarnos. Si los mayores no habían escogido una elección... ¡Debía hacerlo aquí y ahora! —C-chicos... —murmuré, intentando llamar la atención de todos. Negué con la cabeza; no, no era momento de dudar yo también. Corrí hacia Matt y Jake y comencé a tirar de sus manos, señalando con un gesto la dirección en la que el digimon desapareció—. ¡Debemos seguir a ese digimon, no podemos quedarnos aquí por mucho más tiempo! No sabemos nada sobre el enemigo que nos acecha, pero si intentamos alcanzar a Honeybeemon y logramos encontrar un lugar seguro con el que poder hablar con él durante unos instantes... ¡Podemos intentar informarnos! Así, al menos, sabremos a lo que debemos hacerle frente... >>Ahora mismo estamos en desventaja y... quién sabe cómo acabaría ese enfrentamiento. Volví a mirarles, suplicante. Estaba atemorizada, y no sabía si mi decisión era la correcta, pero de una cosa sí estaba segura: si no escogíamos ahora, sería demasiado tarde.
Miriam Dent —Irina tiene la razón —intervine, acercándome hasta ellos para imitar la acción de mi amiga e instarlos a comenzar a correr. No contábamos con mucho tiempo para perder—. Hay que irnos de aquí ahora. ¡Vamos! Pese a las prisas del digimon insecto, nada parecía acercarse aún. ¡Mas eso no significaba que quisiese quedarme para descubrir lo que se avecinaba! Estaba completamente segura de que, si no se tratara de un poderoso villano ansioso de pelea, ese Honeybeemon nos habría explicado un poco qué le ocurría. Porque si de veras huía de algún desastre por el fondo del túnel, algún derrumbe o fisura en las rocas, habría podido explicarse mientras lo seguíamos. Pero no fue así. Honeybeemon continuó su carrera, recorriendo la mayor distancia de aquello a lo que temía, y nosotros seguíamos aquí sin hacer nada. —¡Vámonos, por favor!
Matthew Hale La opinión de Jake era ligeramente parecida a la mía, pero tanto Irina como Miriam se notaban bastante alteradas al respecto y realmente no podía culparlas en lo absoluto, incluso yo estaba un poco asustado tratando de imaginar que fue lo que asustó tanto a ese digimon como para ignorarnos y seguir su camino fuera del túnel. " ¡Debemos seguir a ese digimon, no podemos quedarnos aquí por mucho más tiempo!" "¡Vámonos, por favor!" Volví una vez más a mirar el lugar donde había salido ese digimon —¡Bien, bien, tranquilas! —me apresuré a decir, quizás con no el mejor tono posible, pero... no había sido intencional al sentir que por más corto que fue el vistazo, hubiera dejado ir demasiado tiempo valioso —Tranquilas... estamos todos juntos y podemos protegernos —me acerqué a ellas y comencé a empujarlas poco a poco para incitarlas a ya movernos al sentido contrario. >>Saldremos de aquí ahora.
Todos comenzaron a irse... Menos Daerek, el seguía viendo en dirección por donde salió la abeja. El mira principalmente a las niñas del grupo y como si de sus hermanas pequeñas se trataran el se preocupa, es la primera vez que sentía esa clase de angustia. — No hay tiempo para tomarlo con calma ¡Rápido, todos corran! — exclamó Daerek Todos comíenzan a correr en dirección contraria y sin que supieran si realmente podrían huír de lo que sea que viniera — ¡No volteén! — volvió a decir Daerek mientras seguían corriendo
Finalmente, los cinco chicos decidieron huir, y los digimons claro que lo siguieron. Huyeron a toda velocidad igual que había hecho el digimon antes que ellos; Daerek y Veemon, al parecer los que más rápido corrían, eran quienes iban corriendo delante de todos. —¡Ey, por aquí, rápido! —exclamó una voz. Al voltear en esa dirección, los niños elegidos vieron que se trataba de Honeybeemon, el digimon que habían visto antes. Estaba escondido detrás de unas rocas, y les hacía señas de que se ocultaran ahí también. Sin saber que más hacer, el grupo decidió seguir la indicación y se ocultaron detrás de aquellas rocas. Entonces… el suelo entero comenzó a sacudirse. Cuando se encontraron escondidos, de entre la tierra salió un digimon considerablemente grande, apenas un poco más pequeño que Monochromon. Se asemejaba a una especie de topo gigante, pero con enorme taladro de acero en el lugar de su nariz. Su pelaje era blanco y azul… y sus ojos, rojos y enfurecidos, les recordaron levemente a Irina, Daerek y Miriam a Monochromon, el digimon que enfrentaron en el Monte Panorama. El digimon se puso a mirar en varias direcciones, como comprobando algo. Tras ver que no había nada en los alrededores, volvió a meterse bajo tierra y excavar hasta perderse de vista. Cuando dejó de oírse el sonido del digimon excavando en la tierra, Honeybeemon soltó un suspiro; parecía exhausto. —Pa-parece que… lo hemos perdido… —jadeó Honeybeemon—. E-ese Drimogemon me viene persiguiendo hace rato… por fin logré perderlo…
Miriam Dent Confiando una vez más en las palabras de Honeybeemon, nos ocultamos a su lado detrás de un par de rocas. Apenas transcurrieron un par de segundos cuando todo el lugar comenzó a temblar y de la tierra misma brotó un cuerno negro seguido por un par de brillantes ojos rojos. —¿¡Monochromon!? —musité con voz ahogada, sin poder creer lo que mis ojos veían, antes de aferrarme a Armadillomon. Pero pronto el resto de aquel digimon emergió y descubrí que me equivocaba aunque... No por ello me sentía mejor. Aquella criatura simulaba ser una especie de topo gigante, con el extremo inferior de color blanco y el superior de un tono azulado. El cuerno ocupa el espacio donde generalmente uno tendría la nariz y, en realidad, se trataba de un taladro que podía usar a su voluntad. Pero el rasgo más llamativo y aterrador era sin lugar a dudas sus ojos. Pequeños, rojos, feroces. Esos ojos poseían el mismo brillo malévolo que había tenido Monochromon cuando lo enfrentamos. ¿Qué? ¿Lo mismo? Entonces, ¿eso quería decir que...? Ni siquiera pude terminar con ese pensamiento cuando nuestro perseguidor empezó a dar marcha atrás, seguramente por no poder encontrarnos. Suspiré. Pese a las probabilidades, habíamos conseguido escapar a salvó y me sentía tan agradecida por ello. Mas sería de ingenuos creer que nos habíamos librado de él tan fácilmente. <—Pa-parece que… lo hemos perdido. E-ese Drimogemon me viene persiguiendo hace rato… por fin logré perderlo…> —¿Él te perseguía? ¿Por qué? ¿Acaso le hiciste algo? Dudaba que Honeybeemon le hubiera hecho algo tan grave al tal Drimogemon, pero necesitaba una respuesta. Porque si Leomon estaba en lo cierto, si existía algo que estaba afectando la verdadera naturaleza de estos digimon, entonces sí era nuestro deber el ayudarlos.
