One-shot de Naruto - Susurro [Inosai/AU]

La guerra, es terrible, logra arrebatar del hombre más noble el alma hasta quebrantarla de tal manera que es casi imposible volver a unirla.



Sai, que era como el muchacho había decidido nombrarse, pues quienes lo vieron crecer no se preocuparon por él, ni en lo más elemental como darle un nombre. Se encontraba en ese momento en medio de grises y fríos rascacielos que se alzaban a su alrededor, entre las calles como silbidos del viento voces acusadoras que oprimian, le perseguían mientras huía entre las calles que de un momento a otro se convertían en callejones sin salida.



Cada uno de los rostros, de las miradas de las que ahora le observaban a su alrededor los conocía, arrebatar la vida de alguien hace que estos de tatuen en tu memoria, Sai los veía, esa marca sangrante entre sus ojos donde la bala que lanzó les quitó la luz.



La mayor parte de su existencia él no había sido más que un instrumento, un objeto a merced de los designios de hombres poderosos y tiranos, que despojaron a muchos como él, de su familia, sus recuerdos, sus sueños y su identidad.



Sai, por años se forjó un reputación como emisario de la muerte, con el tiempo cobró lo suficiente para pagar su libertad. Más no conocía nada más que esto, en su andar solo existía un oscuro sendero.



— ¡Hermano!—exclamó una voz suplicante entre la multitud formada por aquellas siluetas del pasado.



— ¡Shin!— gritó intentando alcanzarlo.



Las sombras de los que había condenado se abalanzaban sobre él como terribles depredadores, mientras se escuchaban sus gritos.



— ¡No! ¡sueltenlo!—suplicaba.



De sus ojos por tanto inexpresivos brotaban caudales.



Shin, había sido otro chico mayor a él que por un breve instante de su vida le quiso dar a conocer más haya de la muerte que imperaba en su existencia, pero cuando falleció para darle una lección, todo lo que le enseñó murió con él.



—¡Shin!—gritaba intentando en vano alcanzarlo.



Las voces que lo acusaban se incrementaban más y más, hasta lastimar sus oídos.



Algo lo tocaba, por segundo, como una gota de agua, en un abrasador incendio.



—¡Sai! — aullaba la voz de Shin entre las sombras.



Sai presionó sus puños impotente hasta sentirlos sangrar, él intentó cubrir sus oídos mientras se derrumbaba buscando acallar sus voces.



—Sai, tranquilo— susurró una voz a su oído femenina a su oido— yo estoy contigo.



Y así todo quedó en silencio.



Despertó en medio de la oscuridad mientras que poco a poco las cosas de su habitación tomaban forma alumbradas a la luz de la luna, unos delgados y rosados dedos se abrazaban a su pecho y unos ojos celeste lo miraban mientras le limpiaba sus lagrimas, con su mano atraía su rostro guiandolo a sus labios y el se impregnaba así de su sabor y fragancia.



El beso duro un poco más de una eternidad,

mientras que con sus manos recostruyó un alma para él como solo ella podía lograrlo.

Le sonrió sin dejar de besarlo, esa misma sonrisa que iluminó hace tantos años su mundo en tinieblas.

Ino Yamanaka, era actriz o comenzaba a hacerlo para ser exacto, la noche que había firmado contrato para su primer papel, alguien tocó a su puerta y un hombre herido sin memoria, le pidió ayuda.

Cuidó de él, dejando ir su oportunidad.

Posó de mil formas cuando descubrieron que tenía aptitudes para dibujar y es que Sai no quería plasmar otra cosa.

Una vez que las memorias suficientes volvieron para entender que quedarse allí era peligroso, huyeron juntos, no necesitaban a nadie más.

Hoy reciden en un pueblo pequeño en algún lugar de Latinoamérica, una modesta escuela de arte que fundaron enseña a chicos y grandes nuevas formas de soñar.

A ella no le importa su pasado, si no el presente que han forjado, pero este pasado viene buscarlo, Sai sabe que simple susurro puede salvarlo.

— Tra