Historia larga Supremacía Universal: El Despertar

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Arec, 23 Junio 2017.

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    Arec

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    Título:
    Supremacía Universal: El Despertar
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2485
    [Parte I: Supremacía Universal]

    El enlace de arriba es la primera parte de mi proyecto, por si alguien está interesado en leerlo desde el principio (¡espero que sí!).

    Muchas gracias por su tiempo, de antemano.


    ———————————————————————————————————————————



    Aether
    Capítulo I


    Ick, quien tiene el poder para destruir el universo poco a poco si lo quisiera. Para muchos habitantes de la galaxia, el hecho de que existan individuales con el poder para destruirlos por completo, ya representa una preocupación bastante grave. El nombre del capitán Ick no se hizo de la noche a la mañana, su expresión habitual de pocos amigos no es una faceta para mantenerse alejado de los demás, es parte de su personalidad real. "El perro faldero de Kreumer", "la basura de Kreum X", "el despiadado capitán", ¿cuántos apodos no habrá tenido alguien como él?


    Eckart Kreiner. Ese es el nombre del niño que bajó a la fuerza de la nave terrestre como si Kreumer XVI lo quisiera de tributo, o más bien, de juguete. Ese niño lleno de temor, de ilusiones, de sueños que jamás podría cumplir y de amor, amor por una familia que nunca más volvería a ver. El cerebro del joven, con apenas cinco años ya podía comprender muchas cosas del mundo de los adultos, y aunque lloró en silencio cuando fue abandonado en las garras de un monarca insano, agradeció que Franz no tenía esa capacidad que él tenía para entender lo duro que es el universo, a pesar de ser un simple niño.


    La gran promesa, ¿quién no lo querría? Era el hijo de los famosos Falke y Antje Kreiner, los soldados más fuertes de la Tierra, aquellos que poseían arks del oxígeno y del control de estados de la materia, que estuvieron a punto de crear una clasificación "A++" únicamente para ellos, y es que su poder era inmensurable, o eso creían. Kreiner XVI siempre fue un hombre astuto, mucho más preparado que nadie, y se aprovechó de la situación. Se trataba de un viaje en son de paz, un simple convivio entre el planeta Tierra y Kreum X. En la nave terrícola había figuras muy importantes, como el mismo rey y su pequeña hija, el capitán Beckett, el general Hoch, inclusive iba el profesor Schwarz, y obviamente, también la familia Kreiner, la más cercana al rey.


    Ese fue el fatídico día en el que el monarca terrícola cayó enfermo. Nadie nunca supo la razón de esto, pero quedó "muerto" en vida desde su visita al planeta de la muerte, irónicamente. Las cosas salieron mal para la Tierra, quienes buscaban hacer un reconocimiento del planeta, pero que no terminaron de lograrlo cuando fueron capturados por el ejército real del rey Kreumer. En el equipo de exploración y reconocimiento iba la pareja afamada, habiendo dejado a los niños a cargo de una tripulante de la nave. Cuidaban demasiado a sus pequeños gemelos como para exponerlos al aire de malicia que se respiraba en ese lugar.


    Pero éstos hicieron lo peor que pudieron haber hecho: subestimar al enemigo. Kreum X llevaba siglos siendo la mayor potencia de la galaxia, ¿acaso esperaban aprovecharse de ellos? Fueron ilusos. La nave terrestre fue invadida por un grupo de soldados Kreumnianos, pero solamente tomaron a dos personas de allí: Franz y Eckart. No les importó nadie más. Inteligentes, sagaces, escurridizos. Tener a los niños en sus manos fue la forma más fácil de derrotar a los "más fuertes", que cedieron enseguida al ver a sus criaturas en peligro. Kreumer XVI mismo fue el que se los mostró, con esa típica sonrisa suya llena de asquerosa malicia. Los comparó, les habló a los dos. Franz lloraba descontroladamente, mientras Eckart trataba de soltar el agarre de su cabello y pataleaba, enojado, sin una lágrima en sus ojos. Le cautivó. "—La oferta es simple. Me quedo con el niño, ustedes se largan." Escupió sin más, logrando que los ojos de Falke se llenaran de furia.


    "—Acepten. Acepten." Repetía una y otra vez Eckart, sin siquiera saber lo que le esperaba por decir esas palabras, y por razones más que obvias, los Kreiner no aceptaron. Fue una desgracia. Los gemelos miraron frente a sus ojos cómo los cuerpos desplomados de sus padres caían sobre el suelo de metal, el cual se tornó rojo enseguida. Lloraron los dos, lo hicieron como si no hubiera un mañana, pero no había nada más que pudieran hacer, el monarca había tomado una decisión y la llevó a cabo por la fuerza.


    Se jactó, de igual forma, de la situación. Dejó ir al rey, que más bien parecía un cadáver, dejando el planeta entero en manos de una niña que no podía siquiera limpiarse los mocos por sí misma. Separó a los gemelos, destruyendo por completo una familia. No le importó, querían tener a Eckart de su lado, el rey quería que se convirtiera en un vil perro, que comiera de la misma mano que mató a sus padres, que lo odiara, pero que no pudiera hacer nada para oponerse, y lo hizo. ¿Cuántas veces no intentó el pequeño Eckart escapar? ¿Cuántas lágrimas no derramó en silencio, en ese cuarto que más bien parecía una celda de prisión? ¿Cuántos golpes no recibió por parte de los soldados por su actitud?


    No fue hasta años más tarde cuando se dio cuenta que la rebeldía no lo llevaría a ningún lado. Iba a ganarse la confianza del rey para después matarlo, fácil, ¿no? Pues no, no consideró un factor llamado Vixia. Esa niña era la princesa, pero tenía un corazón tan bondadoso que no parecía ser hija de ese demonio, era tan dulce y tan bonita; tan curiosa que, sin siquiera darse cuenta, se habían vuelto amigos. Más tarde comprendería que entablar una amistad fue lo peor que podía ser, pues no creía tener el poco corazón para matar al padre de su amiga, él no podía compararse con el monarca.


    Hubo un tiempo en el que decidió dejar de pensar en la venganza. Ni siquiera había conocido a sus padres, había convivido más tiempo con Kreumer que con ellos. Siguió los ideales del rey a partir de entonces como lo haría un perro fiel, mató a personas sin tentarse el corazón, y al poco tiempo se enteró que su ark era categoría S, que tenía un poder descomunal y que no tardó en probar cuando lo pudo controlar. Matar gente se volvió en algo banal; las órdenes cambiaron a destruir planetas por completo y él las cumplió sin siquiera tentarse el corazón.


    ¿Cómo no tenerle miedo a alguien así? A una persona muerta por dentro que no le importó serle leal al mismo hombre que asesinó a sus padres. Aunque claro, la historia pública es que Eckart desertó del planeta Tierra, y que su nombre real no es Eckart, sino Ick. Es bastante curioso cómo hasta los mismos terrestres hicieron esto por miedo al poder de Kreum X.


    ¿Y qué pasó con Franz? Ese niño quedó traumado por los acontecimientos. Se quedó sin nada, era el que más dependía de la familia, el que más amor sentía por sus padres y por su hermano, él, cuyo corazón era mucho más bondadoso que el de cualquier otro niño, quedó completamente destruido. Trataron de hacer que lo superara con terapias a lo largo de dos años, pero al final recurrieron al método que no querían: utilizaron un ark en él. Brain Wash, la especialidad del profesor Schwarz: le borró la memoria. Él no recuerda nada previo a sus siete años de vida. Pero siempre lo tuvieron bajo extrema vigilancia y cuidado aunque él no se diera cuenta.


    Desgraciadamente, los acontecimientos ocurridos recientemente, han puesto al joven en cuestión en contra de la monarquía, pero, ¿son realmente malos los gobernantes de la Tierra? Un error lo comete cualquiera. ¿Cuánto tiempo no ha rondado su cabeza ese pensamiento desde que partió junto a Anneliese?


    Nueve meses han pasado desde entonces. Tiempo que ha servido para pensar, para reflexionar, para crecer, para avanzar en su nueva vida. El entrenamiento con el maestro Draex fue mucho más arduo de lo que esperó, pero afortunadamente, actualmente se encuentra en la cúspide de su realización como un portador real de ark de batalla.


    —Es la última prueba, chico. No será nada fácil —dijo el hombre, dándole la espalda a Franz.


    Se encontraban lejos de Glashix, habían estado entrenando en el cinturón de asteroides de Devan. La imagen desde allí era espectacular, se podían mirar coloridos planetas como si se tratasen de bolas de nieve de diferentes sabores, y formando un contorno perfecto, una serie de asteroides de distintos tamaños, flotando con tranquilidad sobre una gran órbita. El ark de viento era difícil de utilizar allí, por el simple hecho de que en ese lugar no hay viento, cosa que Franz ni siquiera consideró.


    —Tienes que juntar cien puntos en un minuto. Los asteroides pequeños cuentan por dos puntos, los grandes cuentan por cinco.


    El joven sonrió, incrédulo, esperando el maestro añadiera un "es broma", que no ocurrió.


    —¡¿CIEN PUNTOS EN UN MINUTO?! —Exclamó asustado, haciendo que Annaliese saltara de su improvisado asiento más asustada que el propio Franz.


    —¡I-IDIOTA! —le gritó, bastante molesta, inflando sus mejillas con disgusto.


    —¡No es mi culpa que tengas corazón de pollo y te asustes por cualquier cosa!


    —¡Cállate y pon atención al maestro, idiota irrespetuoso!


    —¡No puedo prestarle atención si no te callas!


    —¡Entonces no me contestes, idiota irrespetuoso estúpido!


    —¡YAAAAAAAAAAAA! —Exclamó Draex, fastidiado por la pelea del par de idiotas. Carraspeó entonces, volviendo a mantener su calma. Franz y Anna se quedaron callados, como animalitos regañados.


    —Doscientos puntos en un minuto, Franz —añadió—, ese es tu castigo.


    No hubo réplica por parte de él, si se quejaba, subiría a trescientos probablemente. Así que simplemente suspiró, poniéndose en posición para iniciar. Había hecho otras pruebas previamente, así que sabía ya el tejemaneje del proceso. Al sonar la pistola, el tiempo comenzaba a correr.


    ¡Pum!


    Una reacción inmediata. Los pies del joven se elevaron apenas un poco por encima de la superficie rocosa, moviéndose a gran velocidad. Lanzó un puño con su diestra, dando un golpe seco a uno de los asteroides de cinco puntos, haciendo que ésta quedara con un hoyo en medio: en el lenguaje de Draex, penetrar con el brazo un asteroide, era suficiente para contarlo como destruido. Annaliese observaba silenciosa, aterrada y a la vez fascinada; ella no había visto ninguno de los entrenamientos, a petición del mismo Franz; quien jactándose le dijo que cuando terminara, sería irreconocible. Claro que proviniendo de Franz... no era la afirmación más alentadora.


    Fue grata su sorpresa al ver que no se trataba de un simple momento típico en los que él hablaba de más, pues apenas habían transcurrido veinticinco segundos y ya llevaba ochenta puntos. Los trozos de piedra volaban de un lado hacia otro. Con maestría movía las rocas como si se tratase de mera telekinesis. Saltaba entre asteroides con destreza, destruyéndolos con sus puños desnudos, imbuidos con el poder del viento. Terminó la meta a los cuarenta segundos, pero no lo detuvieron. Al cabo del minuto, tenía doscientos treinta puntos. Regresó al asteroide principal y secó el sudor de su frente.


    —¿Qué tal me fue...?


    —Nada mal, pero pudiste hacerlo mejor.


    Como siempre, el maestro siempre le quitaba la emoción del momento, pero aunque recibía siempre más exigencias de él, en esta ocasión se sentía bien, podía sentir el poder fluir en su cuerpo, podía sentir que era uno con el viento, nunca se había sentido tan vivo, y le encantaba.


    —Franz, quiero hacerte una pregunta —dijo el hombre, acercándose a él hasta quedar de frente—. En todo este tiempo de entrenamiento, ¿cuántas veces he usado mi ark?


    El joven hizo memoria, abriendo los ojos con un poco de sorpresa.


    —A-Ahora que lo pienso bien... creo que ninguna —hizo una pausa—, y ahora me gana la curiosidad, ¿por qué? ¿Por qué nunca usó su ark conmigo? Sólo me daba indicaciones de cómo... pero nunca me dio un ejemplo real.


    El hombre se rio. Llegar a ese punto sin ver un ejemplo nunca, ser capaz de controlar de esa forma el flujo de poder, simplemente, ¿cuánto potencial tenía este chico? Un ark como el suyo, sin duda podía acabar por completo con Gaia, como la gente lo decía.


    —¿No lo has notado aún? —movió su mano, tratando de capturar algo con esta—. No hay aire. No hay viento.


    Una mirada de confusión se hizo presente en el humano, ¿no había aire? Entonces, ¿qué era lo que había utilizado?


    —¿Acaso yo... puedo crear viento de la nada y usted no?


    —Imposible. A menos que tengas un ark como ese, pero no podrías dominarlo, sólo crearlo —explicó, poniendo su mano sobre el hombro del chico—. Hijo, tú eres especial.


    Nuevamente la incertidumbre, frunció el ceño, preguntándole con la simple mirada.


    —Has escuchado que si nacen unos gemelos y uno de ellos tiene un ark rango S, hay un 99% de probabilidades que el otro también, ¿no? —Hizo una pausa, mirando los ojos de Franz, quien los abría de la sorpresa—. Gaia... Gaia es tu gemelo.


    —Pero Gaia es un ark de tierra, ¿no? O sea, un ark rango S de tierra... —habló finalmente—así que el mío debe ser viento, ¿no?


    —Imposible. El ark de tierra es mío, Franz. ¿No sabías que no puede haber dos arks idénticos? —Interrumpió la muchacha, que escuchaba con atención y una emoción que escondía para sus adentros—. Eres el claro ejemplo de la educación pública.


    —En efecto. Tú y yo no podemos tener ark del viento, porque ese lo tengo yo —El anciano sonrió, soltando su brazo para darle la espalda y comenzar a caminar, postrando su mirada en el horizonte—. Aether.


    —¿Disculpe?


    —El ark gemelo de Gaia, según se contaba desde antes de que tú nacieras, es Aether. Pero la Tierra te mantuvo muy oculto ante todo el universo para que no supieran que Aether existe.


    Más confusiones, ¿de qué se trataba todo eso? ¿Qué era Aether? ¿Por qué lo ocultaban? ¿Por qué había tantas preguntas sin respuesta?


    —Gaia tiene el poder de controlar la materia. Su propiedad es la expansión, puede destruir un planeta expandiéndolo, pero nunca destruirá la materia, porque la materia no se crea ni se destruye —explicó—. ¿Sabes cuál es el poder de Aether?


    —N-No... —replicó, con un poco de miedo por la respuesta.


    —El espacio, hijo —se giró hacia él—. El espacio es tuyo.


    Annaliese casi soltó un gritito de emoción ante lo que acababa de escuchar, bastante incrédula y algo sorprendida, ¿de verdad podía alguien controlar el espacio? Y mejor ni hablemos de Franz, que se quedó completamente petrificado, sin poder articular palabra alguna, sin poder decir nada al respecto, estaba aterrado y fascinado por la simple idea de que fuera verdad.
     
    Última edición: 23 Junio 2017

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