Suki da yo [TRC]

Tema en 'CLAMP' iniciado por Leonhart, 8 Abril 2010.

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    Leonhart

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    Suki da yo [TRC]
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    Suki da yo [TRC]

    Hola :3
    Éste fic lo presenté para el concurso de Suki da yo. La canción en la cual está basada, va en japonés y así la incluí dentro del texto, pero igual dejo la letra en español debajo para que la lean y asdf~.

    Ojalá les guste.


    Suki da yo.


    Suspiró con la mirada perdida. Cientos de pensamientos le inundaban la mente y un sentimiento de extraña decepción abrumaba su pecho.
    Rió por lo bajo con nerviosismo reflejado y se alborotó los mechones castaños con la mano derecha. La mochila color azul oscuro aún reposaba sobre su espalda. Detenía la correa con la zurda mientras la diestra se dedicaba a pasear por su cabello.

    Continuaba caminando por los solitarios callejones de la ciudad de Tokio. ¿Solitarios? Sí.
    La verdad era bastante extraño por el simple hecho de ser la famosa capital de Japón, pero los fines de semana siempre se veía así.

    Estaba cansado. Los deberes escolares le desgastaban bastante; o tal vez no era eso… tal vez el desencanto era el encargado de hacerlo percibirse de esa forma.

    Abrió los labios, dejando a la vista sólo una pequeña ranura por la que apenas pudo escaparse un verso susurrado.


    Suki da yo…


    Sukidayo to kyou mo ienai mama
    Miokutta ima made isshouni ita no ni
    Aitakute kimi no suki na uta wo kurikaeshi
    Kuchi zusanda kaeri michi


    Tarareó una cadencia levemente, enfocando su vista al suelo, o más bien a sus pies. Un par de mechones cafés cayeron sobre su frente, cubriéndole los ojos de manera discreta.
    Sacudió la cabeza, negó y salió del raciocinio, volviendo la mirada al frente; dirigiéndose a casa.


    - - -



    Se tendió en la cama de sábanas verde limón y volvió a suspirar. El lecho se encontraba sin tender y lleno de materiales escolares. Plumas, corrector líquido, un par de cuadernos y un libro; adicionando, claro, la mochila y otros pocos materiales.

    Talló su sien con desespero. La tarea le estaba volviendo loco. ¿O es que tal vez no era la tarea?
    Posiblemente se azoraba por otra cosa; él lo sabía muy bien.

    Recordó horas antes, mientras estudiaba en la casa de su compañera de equipo. El extendido ensayo acordado por ambos para la clase de biología; enfocándose en anatomía. La plática decorosa del músculo principal: el corazón.
    La voz de la jovencita, su sonrisa, su mirada. El porte al mirar al castaño entusiasmado.

    El roce de sus manos, el abrazo improvisto.

    El sonrojo en sus mejillas.

    La ternura reflejada y perfectamente encarnada en un ángel. Un ser enviado por Dios.

    Maldijo el momento en el que su acompañante se alejó de improvisto, volviendo la mirada esmeralda al cuaderno en sus manos. Un deseo creciente por anular la tensión con simples palabras le recorría las venas, se fusionaba con su sangre y le llenaba el cuerpo de inmediato, pero su mente era —por mucho— más hábil.

    O tal vez era cobardía…
    Confusión. Duda.

    Cariño resguardado dentro de él.


    Hanasu koe no ton Shisen no saki
    hokano dareka to kawasu kotoba sae
    Sasaina kimi no shigusa ga boku wo madoseru
    Kimi no kimochi ga onaji youni
    kotae ga koko de arimasu youni
    Kitto zutto matta kiseki yo okorunara ima koko de


    Aplastó el entrecejo hasta llegar casi a la nariz y negó con la cabeza. En su rostro levemente ruborizado se mostró el visaje de querer contradecirse; desmentir…
    Su oposición interior a la felicidad propia.


    Sukidayo to kyou mo ienai mama
    Miokutta ima made isshouni ita no ni
    Aitakute kimi no suki na uta wo kurikaeshi
    Kuchi zusanda kaeri michi


    - - -



    Ya estaba en el lugar prometido. El vaivén del viento hacía danzar su flequillo de manera traviesa.
    Sintió un hormigueo recorrerle la espina dorsal y sus ojos reflejaron felicidad única. Sonrió al ver a la joven llegar a su encuentro, al percibir su mirada esmeralda posada sobre él, al observar sus cabellos miel bailar al compás de los árboles de cerezo. De las Sakura.

    Sakura. Como ella.


    —¡Hola, Syaoran-kun! —saludó al momento—. ¿Cómo estás?

    —Bien, gracias, Sakura-san —respondió el jovenzuelo sonriendo sinceramente—. ¿Qué tal tú?

    —¡Bien, también!


    La de mirada verdosa le devolvió el gesto y se dirigió a los columpios ubicados en el parque infantil. Syaoran se enternecía al observar a Sakura tan alegre, vívida; dichosa. Feliz.
    Ella se sentó sobre el balancín del lado derecho, dejándole a él el del lado izquierdo. Le hizo un ademán para que se acercara y se sentara junto a ella, acto seguido, el castaño se dirigió y posicionó a su lado.


    —El día está hermoso —aseguró la jovencita columpiándose un poco—. ¡Gracias por invitarme aquí, Syaoran-kun!


    Él se limitó a asentir, mas no contestó.


    Se quedaron otro momento en silencio. La situación no era del todo incómoda; más bien era inquietante. El qué pudiera decir uno u otro los mantenía con los sentidos bien agudos y la mente despierta, intentando maquinar lo que fuera para iniciar una conversación fresca y amena.

    Pero la reserva les ganó.

    A él, le enervó. A ella, le cohibió.


    Sakura comenzó a mecerse de atrás hacia adelante, haciendo tambalear las cadenas de oxidado metal incrustadas en el soporte superior del juego infantil. Se movía de forma delicada mientras que el enternecimiento en Syaoran se acrecentaba despiadadamente.

    En un intento por elevar la altura de su balanceo, pisó la tierra falsamente. Su pie se torció.
    De nuevo: preocupación, cercanía.

    El roce de ambos.
    Sus manos juntas. Miradas recíprocas. Sonrojo evidente.

    Risita nerviosa.


    Guzen fureta te
    Kimi no taiyon sae itoshikute
    Boku no subete wo ukeirete kureru ki ga shita
    Deaeta koto de kitsuketa koto ga boku wo
    kaete yuku ima made ijo ni


    - - -



    —¿De verdad estarás bien?

    —Seguro que sí. Gracias por acompañarme, Syaoran-kun.


    El aludido negó raudamente y forjó una sincera sonrisa en el aniñado rostro.


    —No es nada.


    Se giró sobre sus talones y sonrió de medio lado.


    —Nos vemos el lunes en clase. Cuídate.


    No se atrevía a mirarle de frente, sentía sus pómulos arder en fuego. El corazón martillaba su pecho como queriendo hacer un hueco y salir. Su glándula sudorípara se saturó sin control alguno, traicionándole y arrojando líquido salado que terminó bajando por su sien. La trepides de sus manos era más que notoria, haciéndole parecer poseedor de mal de Parkinson.

    ¡Por supuesto que ella no podía verle así!

    Si bien el sentimiento resguardado bajo llave en su interior rogaba por salir, no quería cederle paso.
    Tenía miedo.

    Miedo a equivocarse. Miedo a hacerla equivocarse. Miedo a perderla.

    ¡Maldito miedo!

    Decidió ensayar una conversación inexistente dentro de su cabeza, pero no le era posible imaginarse la situación tan rápido. Además de todo, ella aún le observaba.


    —Uhm… claro, Syaoran-kun —aseguró la chica de cabello ambarino—. ¡Nos vemos el lunes!


    - - -



    Suki da yo… —musitó el joven estando a diez metros de su casa.


    Mou ni do to hito wo aisanai to
    mae no koi utsumuiteita boku mo
    Mou ichi do dareka no tameni ikitai to omoeta
    kono kimochi wo tsutae ni yuku yo


    - - -



    Observó su asiento vacío y se extrañó. El no mirarle dentro del salón realmente era algo difícil de creer, pero considerando el percance dos días antes, le justificó en breve.
    Supuso que llegaría a la segunda o tercera clase; tal vez después del primer descanso dentro del horario escolar.

    Realmente quería que llegara. Quería verle de nuevo.

    Deleitarse con el aura angelical que emanaba, ablandarse por su armoniosa vocecilla y las frases cándidas que repetidas veces pronunciaba. Regocijarse con el sonsonete de la lexía al pronunciar su nombre. Tanta inocencia, tanta delicadeza.

    Nadie contenía tanta perfección. Nadie estaba tan bendecido por Dios; sólo ella. Era, sin duda, un ángel amado por la deidad; era divina.


    Doko ni itte mo nani wo shiteru toki mo
    Kimi no koto ga atama kara hanarenai
    Oshiete kureta todokanu tsurasa
    Koi no setsunasa ai suru yorokobi wo


    - - -



    Hacían ya dos días sin verle, la situación le exasperaba hasta la última célula del cuerpo. La última vez, el cuarto blanco había sido el único presente de su unión temporal.

    De las miradas, de los sonrojos.

    Syaoran no pudo evitar dar un gritito en el momento de que le negaron la entrada; le frustraron su visita nuevamente.
    Desesperó hasta primer grado. No quiso irse de ahí hasta que le cedieran el paso, no se marcharía sin verla. ¿Quiénes se creían aquellos de porte blanco para impedirle mirarla?

    Se alborotaba el cabello cada cinco minutos. Rascaba su cuello en señal de angustia; tenía la mirada atormentada…

    Estaba preocupado.

    No quería dejar de verle, no quería que le pasara nada. Necesitaba hablar, necesitaba decírselo.
    La extrañaba. Deseaba verle. ¡En verdad la echaba de menos!

    Dos días: tiempo relativamente corto. Para él: dos días de desespero, dos días de anhelarle, dos días de ausencia; dos días de falta.


    Anata ni koishigari masu…


    Sono egao mo juwaki goshi no koe mo
    Hitogomi ga nigatena chisana karada
    Warui kusemo kimi ni shikanai mono no de kagayaite iru
    Subete ga one and only


    - - -



    Caminó melancólicamente por el abandonado parque infantil. Hacía bastante frío, de seguro por eso no había niños en el jardín. Metió las manos dentro del abrigo gris de lana y suspiró
    Miró los columpios con ilusión y ternura y un deje de tristeza apareció en sus ojos sin contratiempos.

    Se sentó en el columpio del lado derecho e inhaló el olor a cerezo emanado por los Sakura; aquello le relajaba tanto…
    Aún así, su pensamiento se hallaba atormentado. Aún no la olvidaba, aún la extrañaba; aún la necesitaba.


    Sakura-san… —musitó mientras posaba sus manos sobre las cadenas del columpio y se mecía levemente con la mirada agachada—. Gomenasai.


    Boku no naka de kimi wo omou koto ga
    Ashita no ikiru chikara ni kawatteku
    Moshi muki aeta nara onaji hohaba de
    Shinji aeru michi wo aruite yukou


    - - -



    —¿Estarás bien, Syaoran-kun?

    —Supongo que sí.

    —Te ves algo lívido, si necesitas algo, ¡no dudes en llamarme!


    El castaño sonrió de medio lado y asintió con agradecimiento y complicidad.


    —Claro, Fye-san.


    El aludido rubio entrecerró sus ojos azules, sincerando la sonrisa forjada en su rostro. Se aproximó al auto y subió en el asiento del chofer.


    —Cuídate mucho. Nos vemos.


    Dicho esto, arrancó el auto y se fue.

    El joven se giró sobre sus talones y apreció la enorme puerta de metal, la entrada a su segura devastación.
    No quería derrumbarse. De hecho, había sido muy fuerte en todo. Sí había llorado, pero sólo un poco. Él prometió que sería fuerte, se lo prometió a sí mismo y a ella.

    Sin esperar más, entró al lugar vacío y silencioso.

    Sentía la taquicardia invadirle al aproximarse al lugar indicado. Se encontraba triste, desganado…

    Nervioso.

    Llegó al punto y se detuvo. Miró al suelo mientras sentía el viento rozarle el cabello, alborotando las ya rebeldes mechas castañas. Una extraña paz le inundó el alma, pero aún así su mente estaba atormentada.

    Reprodujo lo narrado por el señor de bata blanca otros dos días antes.


    —Aquello ha sido letal. Lo siento, joven.


    Reprodujo lo narrado por ella la última vez que la vio.


    —Estaré bien, Syaoran-kun. Tan sólo fue un accidente, tengo pocas heridas.


    Eso ella creía o quería hacerle creer.

    Por último, reprodujo su pensamiento.


    Suki da yo…


    Aún esa frase le abrumaba el raciocinio.

    Se agachó frente a la loza de cantera y recargó su frente sobre ella. Quisquillosas lágrimas comenzaron a enfriarle el rostro, principalmente las mejillas.
    Las gotitas caían sobre estela sin permiso alguno. Él quería controlarse, pero le era sumamente imposible. Debía tomar la fortaleza de su recuerdo para vivir bien; para ser feliz.

    Momentos después, levantó la cabeza y leyó el nombre grabado en la cantera. Sonrió con sorna y se negó. ¿Cómo Dios se había llevado a su ángel tan pronto?


    —Sakura —soltó omitiendo el sufijo siempre agregado y un brillo de ilusión le bañó la mirada—. Suki da yo.


    Observó los rayos del sol aluzarlo, mientras que la imaginaria silueta de la ambarina aparecía en el cielo, contrastando con el bello azul que poseía y siendo iluminada por las caricias de la estrella gigante.

    Y la armonía llegó a él.

    Konna ni mo kimi wo omou dake de
    Kurushikute itoshisa tsunoru kimochi
    Aitakute kimi no suki na uta wo kurikaeshi
    Kuchi zusanda kaeri michi



    Aclaraciones.
    En japonés:
    Suki da yo: Te quiero.
    Anata ni koishigari masu: Te extraño.
    Gomenasai: Lo siento.

    ---

    Canción en español:

    Kimi no Suki na Uta.
    UVERworld
    http://www.youtube.com/watch?v=6yEqIW2J69A


    Hoy tampoco he podido decirte “te quiero”
    A pesar de que hemos pasado tanto tiempo juntos.
    Quería verte, así que canté tu canción favorita
    Una y otra vez de camino a mi casa.



    El tono de tu voz cuando hablas, a dónde miras, e incluso lo que le dices a los demás,
    El más leve gesto me confunde.
    Espero que tú sientas lo mismo y que nuestra respuesta se encuentre aquí.
    El milagro que estaba esperando. Si tienes que venir, ven a mí ya.



    Hoy tampoco he podido decirte “te quiero”
    A pesar de que hemos pasado tanto tiempo juntos.
    Quería verte en ese momento, así que canté tu canción favorita
    Una y otra vez de camino a mi casa.



    El calor tierno que sentí cuando nuestras manos se rozaron por casualidad
    Me daba la sensación de que me aceptaría por quién era.
    Las cosas de las que me di cuenta tras conocerte me han cambiado más que nunca.



    Mi última relación me dejó melancólico,
    Pensando que nunca más me volvería a enamorar.
    Pero ahora quiero volver a vivir por alguien.
    Te voy a decir cómo me siento.



    Esté donde esté, haga lo que haga, no puedo dejar de pensar en ti.
    Me enseñaste lo que duele el amar y no ser capaz de que me entiendan y la alegría de enamorarme.



    Tu sonrisa; tu voz al teléfono; tu cuerpo, incapaz de luchar contra la muchedumbre;
    E incluso tus malos hábitos; todos ellos son únicos y espléndidos.
    Todos ellos son los únicos para mí.



    En mi interior, el amor que siento por ti se vuelve mi fuerza para afrontar el mañana.
    Si nos pudiésemos encontrar, caminaríamos por el mismo camino donde iríamos al mismo ritmo.



    Sólo el pensar así en ti

    Se me hace doloroso, y mi amor no para de crecer.

    Quería verte, así que canté tu canción favorita

    Una y otra vez de camino a mi casa.

    __________________


    Gracias por leer y perdón si les aburrió xD
    Saludos :3
     
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    ayatimas

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    23 Julio 2009
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Suki da yo [TRC]

    kyaaaaaaaaaaaa k bonitooooo
    me a encantado¡¡ aunke es un poco confuso
    me encanta como escribes tienes 1 forma d expresarte k me encanta¡¡ aunk no m gusto k la pobre sakura muriera T.T pobre shaoran, lo has dejado viudo xD
    espero k escribas mas ( me refiero a otras istorias) xq m encantaa¡¡( creo k eso ya t lo e dicho)
    besoooooooos
     
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