Sufrimiento En los pasillos de un hospital, un médico observa afligido como se llevan la camilla donde reposa su paciente fallecida. Una niña de ocho años que luchó valientemente contra el cáncer que la envenenaba, pero desafortunadamente aquella batalla terminó en derrota a pesar de todas las esperanzas y sueños que albergaba. — Deja de hacerte eso. No fue tu culpa que muriera— su colega y amiga llegó a su lado para reconfortarlo y recordarle que, a veces, la muerte sale victoriosa. — Lo sé…— el médico suspira con pesar intentando sobrellevar la perdida, pero le es imposible— Es solo que prometimos hacer tantas cosas juntos… cuando se recuperara. No creerías la lista que hizo y las cosas que planeó; realmente confiaba en sobrevivir a esta operación… Y ahora jamás sonreirá de nuevo— se lamentó sin apartar la vista donde su pequeña amiga desapareció en los pasillos. — Tienes un gran corazón, demasiado para este trabajo, pero la alegraste en sus últimos días y le hiciste olvidar el dolor infinito que la afligía. Realmente envidio lo bien que te llevas con los pacientes— era cierto que su empatía le permitía congeniar con los pacientes, pero ahora se transformaba en una maldición por el dolor ajeno que sentía propio— Vamos. Tenemos otros pacientes que ver— su colega se marcho sin decir otra palabra. El médico logró controlar su aflicción y concentrarse en cumplir su trabajo, pero nunca olvidaría a aquella pequeña niña ni la alegría y tristeza que ahora significaba su recuerdo.