Sueños

A Adalia, que ya fue su cumpleaños.
Siento no habértelo dejado antes, y por ende no haberte felicitado; ya te dije que internet falló. Perdón 8(.

Sueños​

Sus singulares ojos observaban la tanta gente que caminaba de un lado a otro, llevando consigo al menos una maleta, incluso un carrito para las familias grandes. Caminaban todos en todas las direcciones habidas y por haber, haciéndole notar que cada vez habían más personas. Ella, sin darse cuenta, apretó su mano, aquella que por igual aguantaba una maleta.

Cada vez estaba peor: más nerviosa y más agobiada. El pensamiento de que quien debía de recogerla en el aeropuerto que se encontraba no se acordaba de lo que debía hacer la invadía, y por ende, le ponía de peor manera. Intentaba relajarse, pero le estaba resultando complicado. Miró su reloj de mano; solo habían pasado diez minutos desde que estaba ahí...

Entonces, tras ella, notó una presencia extraña, fuera de lo común. Al principio, no le dio importancia, hasta que vio que de esa dirección salió dos manos que le interrumpían la vista, y que esas manos se acercaban cada vez más a su rostro, hasta apegarse. Al presenciar todo esto, su corazón corría más rápido aún.

—Bú.

Su corazón pasó de estar agobiado a estar lleno de excitación, de alegría, de felicidad. Soltó la maleta, sin importar si se la robaban o no, y llevó sus manos a las de la extraña, no tan extraña al saber ya quién era.

—¡Any! — dijo la desesperada en un pequeño chillido, radiando felicidad.

La otra sonrió como respuesta a su nombre. La recién llegada hizo que quitara sus manos de sobre su rostro, para así darse la vuelta y mirar la cara de la susodicha con una gran sonrisas, y así abrazarla del cuello con fuerza.

—Bienvenida a España, Lya-chan — decía la otra mientras correspondía. Su voz expresaba tranquilidad, mientras que sus ojos casi lloraban por la alegría.

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El sonido que se había hecho tan habitual en ella se le había hecho más molesto que de costumbre. Abrió uno de sus ojos para apagarlo, y así recostarse sobre la cama como podía.

—Maldito despertador — lo maldijo en voz baja. Suspiró, con una pequeña sonrisa en sus labios. Pensó en la importancia que tenía ese día —. Feliz cumpleaños, Lya — dijo como si delante suya se encontrara alguien, quien no era más que su gato. Sabía que unas horas después que ella despertaría una pequeña cuyo apodo era Lya, y que feliz cumpliría sus catorce años.

Maldecía el sueño por no ser realidad, pero deseaba con fuerza que Lya pasara un feliz cumpleaños.
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Está publicado con retraso, pero no quiere decir que no fuera hecho para el día de tu cumpleaños; así que feliz cumpleaños, Camila-chan <3.

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