Sueños del mañana

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Kirino Sora, 4 Abril 2012.

  1.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Título:
    Sueños del mañana
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    2492
    Aquí está la historia para la actividad "Un adiós para recordar". Dentro de poco subiré el segundo y último capítulo. ¡Espero que disfrutéis!

    Capítulo I — El chico soñador

    La tristeza, la soledad, la carencia del amor ... Todos aquello plasmaba mi vida perfectamente. Una vida llena de odio y desgracias sobre mi ser.
    ¿Por qué me detestan? —La pregunta siempre fija en mi mente.
    Sin embargo, esta existencia gris fue ligeramente cambiada por alguien. ¿Quién?
    Por alguien a quien aprecio desde el fondo de mi corazón...
    Si tuviera que describir mi primer encuentro con él, la palabra que lo definiría sería “especial”. Lo recuerdo como si fuera ayer.
    Por aquel entonces tenía 15 años. Poseía unos largos cabellos azabache y mis ojos verdes eran una rareza, según me contó mi difunta abuela.
    Esos ojos son los ojos del destino, capaces de atraer la buena suerte; al fin y al cabo... esos son los ojos bendecidos por Dios”, decía ella, sin embargo yo lo veía como un simple cuento de hadas.
    ¿Buena suerte? No me hagas reír... Esto... no es una bendición... Mas bien una maldición.
    Esas palabras hacían eco en mi interior, ignorándolas por completo. Yo me limitaba a maldecir todo mi alrededor. “Ojalá todo desapareciera”, ese era uno de mis muchos pensamientos por aquel entonces. Sobre todo durante mi estancia en el hospital.
    Todo ocurrió hace una semana. Yo estaba con Ashley, la única persona que se acercó a mí, la única que entró en este solitario mundo y me sacó, mi única amiga. Las dos nos encontrábamos en las escaleras, al parecer ella me había citado para decirme una cosa, sin embargo ella no decía nada. Tenía un mal presentimiento.
    ¿Ashley? —La llamé una y otra vez pero ella seguía observando el suelo, con los ojos sombríos. Me estaba empezando a asustar—. ¡Ashley! ¡Ash...!
    Sentí algo rodear mi garganta; eran sus manos. Me miraba con los ojos llenos de locura y esbozaba una sádica sonrisa; no me gustaba nada. Las lágrimas empezaron a salir a medida que me quedaba sin respiración.
    A...Ashley —la llamé con todo lo que podía—, ¿por qué?
    ¿Por qué? Déjame contestarte —se acercó a mi oído y susurró de forma que me estremeciera por completo—.Porque todo el mundo te odia. Simplemente eres insoportable; la típica chica inocente que busca un lugar al que pertenecer. Aquí eso nos pone enfermos.
    Basta...
    Nadie quería dar el primer paso para molestarte así que yo me ofrecí, me hice amiga tuya para ver qué cara de sufrimiento harías, para escuchar tus gritos... ¡Porque yo soy la que más te detesta! ¡Te odio con toda mi alma!
    ¡He dicho que basta!
    En un momento de distracción la empujé y me dirigí hacia las escaleras. Gran error. Tan pronto como posé un pie en el primer escalón, sentí cómo ella me empujaba hacia el vacío. Me resbalé y empecé a rodar por las escaleras, haciendo que atravesara el vidrio de la ventana y cayera en el césped. Sin duda el impacto fue bastante violento; los fragmentos del cristal de la ventana ahora rota estaban incrustadas en mi piel. Era un dolor indescriptible y que nunca había experimentado hasta ahora, sentía que iba a vomitar. Por suerte llamaron rápidamente a la ambulancia y ellos me llevaron a urgencias, salvando así mi vida. Ella salió ilesa del asunto; no la descubrieron y el caso fue resuelto como un simple accidente. Da igual lo mucho que hablara, nadie me había creído.
    Si pudiera borrar esos dolorosos recuerdos, lo habría hecho hace mucho tiempo; sin embargo las heridas grabadas en mi piel permanecían como cicatrices, cicatrices difícilmente de sanar. Lo que más me ha dolido no ha sido el impacto, no... Ha sido la traición que he recibido por mi primera y única amiga.
    Con pasos lentos, tímidos e inestables me dirigía al jardín; quería ordenar mis pensamientos con más tranquilidad y no dentro de unas siniestras cuatro paredes blancas, encerrada. Abrí la puerta enfrente de mí y me encontré con el paraíso, lleno de flores y árboles que se balanceaban a causa del viento y un estanque perfectamente cuidado, carente de contaminación alguna. Era una vista hermosa, sí, pero ahora no estaba de humor para ello.
    Me acerqué lentamente al estanque y vi mi reflejo posarse en ella; tenía un estado lamentable. Las vendas rodeaban mi cabeza y todo mi cuerpo, mi cabello azabache despeinado por el viento... Pero sobre todo mis ojos, brillantes y llenos de vida ahora han sido sustituidos por unos opacos, de un verde sucio que carece de felicidad, anhelando la muerte.
    ¿Por qué no morí en aquel entonces? Así no tendría que soportar esta estúpida existencia.
    ¿Por qué simplemente no me suicido?”, era la pregunta que siempre me planteaba y a la que siempre contestaba con la misma respuesta.
    Porque no soy capaz de ello —susurré.
    Era verdad, no tenía el coraje para realizar semejante hazaña; por muchas veces que esa idea se me pasara por la cabeza, en realidad tenía miedo de la muerte.
    Después me dirigí al árbol que tenía más cerca, me senté y cerré los ojos. El peso de mis hombros disminuía. Inconscientemente, caí en un profundo sueño.
    Esos ojos son los ojos del destino, capaces de atraer la buena suerte; al fin y al cabo... esos son los ojos bendecidos por Dios”
    Cállate ya. Esto no tiene nada de bueno. ¿Por qué no me dejas en paz? —reclamaba una y otra vez pero aquella voz no se callaba.
    De todas formas, no es que nadie me fuera a esperar.
    ¿Tan difícil es conseguir a alguien que te entienda y esté a tu lado?
    Solo quería a alguien que fuera mi mundo, y que yo fuera el suyo.
    Y de repente fue como si Dios hubiera escuchado mi plegaria.
    ¡Oye! —Me llamaba una voz, de hombre, para ser exactos. Era enérgica, alegre y llena de vida pero a la vez con un tono de preocupación—. ¿Te encuentras bien?
    Sentía como alguien me zarandeaba, asustándome y haciendo que abriera los ojos. Lo primero que capté fueron unos ojos azules como el cielo; sin embargo la distancia que nos separaba era tan corta que sin darme cuenta le empujé bruscamente.
    Oye, soy inofensivo; no te voy a comer ni nada por el estilo —Rió el poseedor de aquella voz. Era como un deleite para mis oídos—. ¿Puedes dejar de mirarme con tanta desconfianza, por favor?
    No le hacía caso. ¿Qué quería? Al alejarse, me fijé un poco más en su físico. Su cabello era de un fuerte color castaño y sus ojos, como mencioné antes, eran azules como el cielo. Llevaba el pijama del hospital, al igual que todos los pacientes que se encuentran aquí, incluida yo.
    ¿Qué quieres? —pregunté fríamente. Parecía como si fuera a matarle con la mirada.
    ¿Me puedes dar mi balón? —Señaló por donde estaban mis manos, dándome cuenta de que tenía un balón de fútbol sobre éstas.
    Toma —dije mientras le ofrecía el balón, ganándome unas palabras de agradecimiento por su parte.
    Por cierto, mi nombre es Mark.
    Y de un simple y extraño encuentro se convirtió en una amena conversación.
    Sin duda, esto es extraño, ¿qué será? —Pensé para mí misma.
    De alguna manera él me transmitía tranquilidad, no como los otros que me miraban como si fuera un bicho raro. No... Él era diferente. No me miraba con desprecio, sino con un brillo indescriptible en sus ojos. Lo miraba cada cierto tiempo sin que se diera cuenta, pero cuando cruzábamos nuestras miradas yo no podía evitar sonrojarme de lo avergonzada que estaba.
    La paz era la dueña del lugar.
    Noelle, ¿qué deseas hacer cuando seas mayor? —preguntó repentinamente.
    Yo... no sé —Fue lo único que pude decir, sin un objetivo alguno en la vida—. ¿Y tú, Mark? ¿A qué te quieres dedicar?
    Yo... ¡quiero ser un futbolista profesional! ¡Recorrer el mundo, jugar con jugadores superiores que yo! ¡Tan solo pensarlo me siento tan...! Oye, ¿de qué te ríes?
    Y tenía razón, una sonrisa apareció en mi rostro al escucharlo hablar con emoción.
    No, nada es que... es un sueño precioso. ¡Y yo te estaré animando, Mark!
    Él era algo infantil a pesar de tener la misma edad que yo, pero era una persona que no se rendía por alcanzar sus sueños; lo admiraba.
    Los dos reíamos alegremente bajo el árbol de primavera, sin embargo esa tranquilidad fue perturbada gracias a la llamada de una enfermera.
    ¡Mark! ¿Te has vuelto a escapar otra vez?
    ¡Ups, parece que me tengo que ir! —Cogió el balón velozmente y se giró—. Nos vemos mañana aquí, a la misma hora, ¿de acuerdo?
    Y en cuestión de segundos Mark desapareció.
    Desde entonces estuvimos reuniéndonos debajo del árbol todos los días. Al final, las enfermeras lo buscaban desesperadamente y él se tenía que despedir. Yo le cuestionaba todos los días el porqué de las constantes búsquedas y escapadas en el hospital, no obstante él se limitaba a decir una cosa:
    Es un secreto.
    Un mes después de aquello pude salir del hospital mas iba a visitarlo todos los días el máximo tiempo posible; le había cogido una especie de cariño, los que muchos lo llamaban amor, aunque para mí era completamente desconocido.
    Estuvimos reuniéndonos de esta manera durante un año; y durante ese tiempo, en un frío día de invierno en su habitación dijo:
    Te quiero, ¿quieres ser mi novia?
    Sí... por supuesto que sí —afirmé al borde de las lágrimas.
    Eran los momentos más felices de mi vida, pero todo eso dio un giro inesperado.
    En marzo, el mes en el que nos conocimos, decidimos que me presentaría con la madre de Mark y haríamos pública nuestra relación; se podría decir que fue un éxito, pero con varias consecuencias.
    Noelle —nombró la mujer de forma lastimera—, ¿podemos hablar, a solas? —preguntó, enfatizando las últimas palabras; al parecer no quería que nadie la escuchara.
    Yo asentí y salimos de la habitación para dirigirnos al jardín. Nos sentamos en una banca y permanecimos calladas durante unos minutos.
    Noelle, tú aún no conoces el estado de mi hijo, ¿no? El motivo por el que está hospitalizado.
    No —negué—, nunca me ha querido contar.
    Ya veo... —La curiosidad me estaba matando por dentro, si no decía algo pronto explotaba—. Verás... mi hijo Mark nació con un problema en los pulmones por lo que le cuesta respirar. Desde muy pequeño ha estado encerrado en el hospital debido a su enfermedad por lo que no podía hacer amigos. Me alegro enormemente de que haya conocido a una persona tan maravillosa como tú pero... tengo que pedirte que te separes de él.
    Si no fuera porque nos encontrábamos en el hospital, con Mark vigilándonos desde la ventana, yo ya habría explotado. Me sentía tan devastada al escuchar esas palabras, ¿cómo que me separara de él, la única persona que ha podido cambiar mi mundo? ¡No lo toleraría por nada del mundo! En vez de dar un gran grito, tímidamente le pregunté.
    ¿Por... Por qué?
    Porque esto os perjudicará a los dos y os hará sufrir durante el resto de vuestras vidas. ¿Acaso no te importa vivir y tener como esposo a un minusválido?
    No me importa —respondí con decisión; por nada del mundo lo dejaría ir de mi lado.
    ¿Y si te fuera a decir que en un mes se irá al extranjero y que quizás no pueda jugar al fútbol nunca más?
    ¿Qué? —Eso me tomó totalmente desprevenida.
    Ya soy consciente del sueño de mi hijo, incluso los doctores sugirieron que no hiciera deporte debido a su salud; sin embargo él sigue amando este deporte. En un mes se irá a América para realizar una operación capaz de curar su enfermedad, sin embargo es muy arriesgado por lo que sólo tiene un 50% de posibilidades de salir con vida. Y aunque la operación sea un éxito hay probabilidad de que no pueda jugar nunca más. Por eso...
    Yo creo en él. Sé que tendrá éxito en la operación y podrá jugar libremente. Porque confío en él.
    Esas palabras eran mi apoyo para no caer. Me dolía que él no me hubiera contado nada durante todo este tiempo que hemos estado juntos pero confiaba en él. Al fin y al cabo al que le debe de doler más es a Mark.
    Al final su madre acabó por aceptarnos, sin embargo habría muchas cosas que pensar y hablar durante este mes que nos queda.
    Ya que éste será el último mes antes de decirnos adiós.

    Continuará...
     
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  2.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

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    Primera en comentar.

    Hola, ¿Como estas?

    Me encanta como expresas los sentimientos pero espero que la chica no pierda la esperanza, pero te puedo preguntar por que es la madre quien se lo dice no crees que hubiera sido mejor que se lo dijera él bueno mejor con el trama no me meto es tu historia si quieres ponerle alas a las personas tienes todo el derecho de hacerlo (no se que tengo por las alas xD), esperare con ansias el siguiente capitulo que nos revelara que pasa en la vida de estos jóvenes enamorados, bueno sin mas que decir me despdio.

    Bye-Bye
     
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  3.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Bien, aquí está el segundo y último capítulo de esta historia. ¿Cómo acabará?
    Para la actividad: "Un adiós para recordar"

    Capítulo II — “Creer” es un don especial

    Tres semanas han pasado desde aquello.
    Durante todo este tiempo no he parado de llorar todas las noches y sentirme como la persona más infeliz de la Tierra. Es normal, si de repente te dijeran que tu novio se va al extranjero y que tal vez nunca podría regresar, a cualquier chica le dolería.
    Mi corazón sufría, sí... Pero en estos momentos lo único que puedo hacer es sonreír, comportarme de la misma manera que he hecho siempre con tal de que no se preocupe por mí, o por lo menos hasta que esté dispuesto a contármelo él, con sus propias palabras salidas de su boca y no de otra persona.
    Aunque si no me lo llegaba a contar pronto, tal vez acabaría rompiéndome como me ocurría anteriormente.
    Los constantes abusos de los que yo no me daba cuenta me destruían por dentro, sin embargo gracias a Mark ya no me he sentido de esa manera, abandonando así a mi antiguo yo: una chica insegura, solitaria y antisocial que deseaba que todo desapareciera.
    Me dirigía en dirección al árbol en donde siempre nos reuníamos. Al llegar me encontré que no había ni un alma; nadie se quedaba a estas horas por lo que siempre estábamos solos. Opté por sentarme y esperarle, aunque por enésima vez, el sueño me ganó y caí rendida bajo los brazos de Morfeo.
    ¿Dónde estoy?”
    No podía ver nada y hacía mucho frío. De repente me hallaba en la abandonada escuela, que estaba completamente vacía. Sentí cómo alguien me tocaba el brazo; bajo el gélido contacto, me giré y me encontré con la persona que menos quería ver: Ashley.
    ¿Por qué no vuelves a tu lugar? Bajo las sombras, donde nadie te pueda ver; al fin y al cabo nadie se percatará de ello.
    Su siniestra sonrisa me estremecía, haciendo que ese miedo que había guardado en mi interior saliera a flote. Mis rodillas me fallaban y no paraba de tambalearme; me empezaban a pitar los oídos y sentía un fuerte dolor en la cabeza. Era tan agonizante...
    Nadie te quiere en este lugar. Desaparece.
    Y en un abrir y cerrar de ojos, estaba cayendo otra vez. Estaba a punto de impactar otra vez sobre el duro suelo al igual que la última vez. Impotente, cerré los ojos a la vez que las lágrimas se desbordaban de mis ojos, esperando que la caída fuera menos dolorosa. Una gran ráfaga de viento me golpeaba, como si estuviera cayendo desde el cielo. Mis sospechas fueron aclaradas al escuchar el constante movimiento de las olas y el frío contacto que sentía en mi piel gracias al impacto entre mi cuerpo y el agua salada.
    ¡Jajajajaja!”
    Risas. Al principio se escuchaba el eco de las risas pero a medida que descendía, aquellas cínicas voces eran aún más sonoras, perforando mis oídos hasta tal punto que podía visualizarlo; la gente a mi alrededor, burlándose y riéndose de forma hipócrita.
    Por favor... Basta”
    Rogaba una y otra vez pero era en vano; quería que se callaran. No obstante, entre esas risas, por muy débil que sonase, escuchaba una voz... Una voz que me llamaba.
    ...elle... Noelle... ¡Noelle!”
    ¿Quién... me llama? —pensé.
    Lentamente abrí los ojos, topándome con aquellos ojos azules que me cautivaron una y otra vez, los ojos de Mark que tanto amaba.
    Él me llamaba incontables de veces a medida que estaba cayendo al abismo. Estar a su lado me proporcionaba la protección que necesitaba; necesitaba estar a su lado, por lo que en un intento de salvarme de la desesperación, extendí mi brazo y, con un fuerte deseo de estar a su lado, le llamé una o otra vez:
    No te alejes de mi lado... Mark...
    ¡Noelle, despierta!
    Sobresaltada, pude abrir los ojos; estaba sudando y mi cuerpo temblaba como una hoja debida a la reciente pesadilla. Notaba las lágrimas caer por mis mejillas y no podía evitar abrazarme a mí misma, buscando protección. Por suerte ese temor se fue cuando Mark me abrazó y me besó la frente dulcemente, lleno de ternura.
    Noelle, —Un semblante de preocupación apareció en su rostro—. No parabas de gritar y de llamarme, pidiendo que me quedara. ¿Acaso ha pasado algo?
    Estaba en mi límite. Tal vez era mejor preguntarle directamente o si no la agonía acabaría conmigo. Temerosa, cogí su mano fuertemente, como si fuera lo único que me sujetaba y me alejaba de todos mis miedos; él notó cómo temblaba pero al ver que lo miraba seriamente no dijo nada. Yo, restándole importancia al miedo o por lo menos lo intentaba, aproveché la oportunidad para proseguir.
    Mark... ¿Es cierto eso, sobre tus pulmones?
    Él me miraba con los ojos abiertos de par en par; sabía que iba a reaccionar de esa manera.
    ¿Pe...Pero cómo...? —Rápidamente se dio cuenta de cuándo y cómo he obtenido dicha información sobre él: sobre su enfermedad, su infancia, su viaje al extranjero... todo—. Te lo ha contado mi madre, ¿cierto?
    Yo me limité a asentir, evitando el contacto visual lo máximo que podía.
    Entonces ya lo sabes... Sobre irme al extranjero —Volví a asentir nuevamente. Las lágrimas no paraban de salir, realmente no quería que se fuera de mi lado—. Lo siento, Noelle... Yo... Yo no quería ocultártelo pero, era demasiado difícil para mí. No quería ver tu rostro lleno de lágrimas así que yo pensaba despedirme sin decirte nada, desaparecer de tu vida; deseaba que me odiaras y me olvidaras con tal de no hacerte sufrir, ya que tu felicidad es lo más importante para mí, más que mi propia vida. Pero veo que me equivoqué... Noelle, por favor perdó...
    Sus palabras fueron calladas gracias a la intervención de mi dedo que se posó sobre sus labios.
    No digas nada más... Sólo... permanece callado durante un rato.
    No quería que se disculpara, sólo que disfrutáramos el tiempo que nos quedaba, sin arrepentimiento y con una sonrisa en nuestros rostros.
    Yo te esperaré —confesé antes de que nuestros labios se juntaran y acabaran con la distancia que nos separaba, fundiéndose en un beso lleno de amor y cariño.
    Al separarnos, estuvimos abrazados durante un buen rato hasta que ya era hora de volver a mi casa.
    Sin duda ese fue el momento más mágico que he llegado a vivir.
    Toda la semana pasó despaciosamente gracias al tiempo que pasábamos juntos, demostrando nuestro amor con muestras de cariño como cortos besos o abrazos duraderos. Sin embargo ya se ha agotado ese tiempo.
    Yo y Mark nos encontrábamos ya en el aeropuerto; yo me despedía de él mientras que éste esperaba su vuelo para partir a otro continente. El tiempo que hemos pasado juntos había sido maravilloso; deseaba que se quedara más tiempo, pero a medida que el reloj avanzaba, su vida y sus sueños también.
    Te echaré mucho de menos —declaré, intentando exitosamente no llorar.
    Y yo también —dijo antes de posar sus suaves labios sobre mi frente.
    Nunca pensé que sería tan triste aquella larga despedida, mi corazón era atravesado una y otra vez por varias dagas imaginarias pero yo resistía.
    Sobre la pantalla del aeropuerto se podía apreciar el nombre de su destino junto a la hora del despegue, que sería en breve. Mark cogió su maleta y se despidió para después alejarse de mí, sin embargo, después de uno o dos pasos se dio la vuelta.
    Noelle, prometo que algún día regresaré; solo espérame, ¿de acuerdo?
    Después de aquellas palabras empezó a alejarse de mí; lo único que podía apreciar era su gruesa espalda hacerse más diminuta.
    Antes de que se fuera, tenía que decirle algo, algo muy importante; no podían acabar las cosas de esta manera. Entonces, con tal de dejarle un bonito recuerdo antes de su ida, esbocé la mejor y la más brillante sonrisa que había hecho en mi vida y valientemente grité:
    ¡Mark! ¡Yo... te esperaré; siempre te estaré esperando! ¡Por lo que tienes que volver cueste lo que cueste! ¿¡De acuerdo!?
    La gente me miraba fijamente, algunos conmovidos y otros bufándose, pero me daba igual; lo único que me importaba este momento era el hombre del que me estaba despidiendo, del que había cautivado mi corazón y se estaba alejando de mi lado.
    Mark se fue después de dedicarme una de sus típicas sonrisas y alzando su mano en esta separación temporal. Unos minutos después, ya no podía ver su silueta y veía su avión marchar desde el cristal que nos separaba. Al poco rato las lágrimas se adueñaron nuevamente de mis ojos pero yo hacía caso omiso de ellas.
    Sé que volverás algún día... Mark.
    Y sin nada más que me atara a este aeropuerto me marché.
    Esto ha sido lo mejor para los dos —Fue mi último pensamiento del día.
    10 años han pasado desde tu ida. Durante ese intervalo de tiempo yo conseguí un trabajo como enfermera en el hospital en donde nos conocimos. De este modo te esperaría todos los días bajo el árbol en donde comúnmente nos sentábamos. Porque te prometí que te esperaría, da igual si pasan 10, 100 ó incluso 1000 años, yo permanecería aquí, aguardando tu llegada. Incluso cuando ya poseo 26 años, aún creo en aquella promesa.
    Ya han pasado 10 años, ¿eh? —susurré a la vez que alzaba mi vista hacia el nostálgico cielo de otoño.
    Una fuerte ráfaga de viento apareció, causando que las hojas que se hallaban en el suelo volaran lejos y mi largo cabello azabache se meciera con el vendaval. Mi corazón lo extrañaba mucho.
    Quiero verlo —Fue lo que deseé con todas mis fuerzas en mi interior; junté mis manos, los puse bajo mi pecho y cerré los ojos, como si de una oración se tratase.
    Y fue como si Dios hubiera escuchado mi plegaria por segunda vez.
    Sentí una presencia, una presencia cálida de la que nunca podría olvidar. Me giré, emocionada por volverlo a encontrar, y lo vi, con diez años más que antes pero con la misma sonrisa llena de cariño de la última vez que nos vimos.
    Ya he vuelto, Noelle.
    Las lágrimas que no salieron durante estos 10 años volvían a salir a flote, sin embargo no eran de tristeza; eran de una inmensa felicidad.
    Me alegro de tenerte de vuelta, Mark.
    Sin duda, creer era un hermoso don proporcionado por Dios, al igual que esta maravillosa vida.

    Fin
     
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  4.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Bueno, Sora-chan, no te revisaré la ortografía, confío en que hiciste caso a mis recomendaciones. Hiciste las cosas bien, me gustó el escrito, la chica esperó el amor y al final, como un milagro del cielo encontró el amor que tanto esperó. Me encantan los finales felices, porque si trabajas duro encontrarás una recompensa satisfactoria, la Noelle no se rindió, esperó a Mark hasta que su corazón vio recompensado el esfuerzo.

    Me hiciste la mañana feliz, me encantan los finales felices y no te mentiré, tu escrito me conmovió un poco y eso que soy difícil de conmover, has hecho un excelente trabajo con los personajes, igualmente veo una mejoría constante en tu estilo, sigue escribiendo y mejorando, así podrás pulir algunos aspectos narrativos, hasta que eventualmente seas profesional.

    Respecto a la enfermedad de Mark, es extraño, al menos las infecciones respiratorias no suelen necesitar operaciones a menos que sea una insuficiencia, pudiste haber dado más detalle de su padecimiento y a la vez hubieras puesto a Mark un poco más desesperado, asustado y con miedo de morir, pero lo vi muy determinado, casi al punto de no creermelo, pero es tu personaje, lo que dije fue un consejito nada más.

    Gracias por invitarme n-n
     
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