Sueño sempiterno

Tema en 'Relatos' iniciado por Katze, 17 Octubre 2012.

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    Katze

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    Escritor
    Título:
    Sueño sempiterno
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1089
    Tenía la mala costumbre de dormir con los audífonos puestos. No le había parecido desventajoso hasta entonces, después de todo le permitía conciliar el sueño sin divagar tanto entre sus pensamientos inútiles y le ayudaba a soñar con escenarios musicales. A veces iba a estruendosos conciertos o era acompañada por el cantante principal que susurraba una melodía a su oído.

    Esa noche había programado escuchar la voz aguda de Mark Foster y, como solía suceder, él apareció en su subconsciente. Caminaban juntos por un paisaje apocalíptico, sonrientes, felicitándose por cada zombie que sus bazucas derribaban, sin necesidad de municiones, al mejor estilo de Hollywood.

    Mark susurraba en voz baja una melodía tras otra. Cuando se dirigía a ella, milagrosamente, hablaba en español o al menos en algún idioma que ambos comprendían, pues sus oídos escuchaban las palabras –sin detenerse a analizar el idioma–, su mente lo procesaba y ella respondía, lejos de los problemas lingüísticos. A veces ella le preguntaba algo y él solo le contestaba, risueño, con una frase de una de sus canciones; era como un delicioso concierto en vivo, a unos centímetros de su sentido auditivo.

    El espacio por el que caminaban era una interminable carretera urbana, pavimentada a la perfección, de aceras blancas a cada lado, con casas de dos pisos, pintadas de todos los colores posibles, con ventanas cuadradas y escaleras de tres pisos de madera para llegar a la puerta de entrada. La mayoría de los hogares tenía las ventanas rotas, las puertas caídas, objetos dispersos por todo el frente, las cercas derribadas y el jardín hecho un desastre, especialmente por uno que otro cadáver, sucio y ensangrentado, en el suelo, hecho que no acababa con el impasible ánimo de la pareja.

    Actuaban como los mejores amigos, conocidos desde la infancia, lo que les facilitaba tenerse una confianza inacabable, aunque ella no podía evitar imaginarse mentalmente que lo tumbaba en el suelo y lo besaba hasta saciar su anhelo. Mas solo suspiraba y le disparaba a otro muerto viviente.

    La expresión sombría de Mark la desconcertó de pronto, mientras él señalaba sobre el hombro de ella, temblando. Unas manos descompuestas, de piel rancia y quemada, la tomaron por el abdomen, haciendo que su arma cayera al suelo y desvaneciendo sus oportunidades de defenderse.

    Golpeó con sus codos al extraño atacante y sintió su cóndilo derecho hundirse en la carne podrida del otro. El olor la desconcentraba; olía a mortecina, en su máxima expresión, y ese hedor estaba unido a su espalda, impregnándola y provocándole nauseas. Intentó zafarse con todas sus fuerzas, pero sus pies estaban pegados al suelo como si fuese obra de un hechizo maligno.

    Ella miró a su compañero ante el horror de saberse mordida en el hombro, rogándole que hiciera algo. Mark se despidió con un gesto de la mano, sonriendo de esa manera tan sensual que había vislumbrado en las revistas, alzó el arma, apuntó y la obligó a despertarse de golpe entre un humo ilusorio.

    Su corazón precipitado se refugiaba repetidamente en su mano derecha, posicionada sobre su seno izquierdo, sin sostén, a la vez que a través de sus oídos se filtraban las palabras "Sometimes life it takes you by the hair, pulls you down. Before you know it, it's gone and you're dead again”.

    Se arrancó los audífonos de un jalón, perturbada por la adrenalina de su reciente sueño y la sensación de sentirse desterrada de la vida.

    La música fue reemplazada por un profundo silencio repentino y observó sus rodillas flexionadas, desnudas, por poco cubiertas por unas sábanas púrpuras. Allí, iluminada por la luz de lo que probablemente era el mediodía, percibió que la tela estaba sucia, llena de polvo y algunas piedrecillas que empujaban la sábana hacia el colchón. Pensó, irritada, que seguramente era una broma pesada de su hermano menor.

    Se dispuso a levantarse, para limpiar la cama, momento en el que sintió que no podía mover su pie derecho, debajo de la tela. Batalló un rato, confundida ante la impresión de revivir su sueño. Al liberar la extremidad del algodón, observó con horror una gran piedra que presionaba su hueso, desde la rodilla hasta los dedos, contra la cama.

    De sus labios escapó un sollozo lastimero, todavía reprimido al no ser consciente del dolor por completo. Aquel obstáculo era enorme, tanto que sus manos nunca alcanzarían a moverlo, ni los múculos de su pierna volverían a funcionar, pero no era una piedra, parecía escombro, de hecho, tenía por un lado el color de su habitación turquesa. La idea hizo que alzara la mirada.

    El techo, las paredes, los muebles, los afiches, todo había desaparecido y en el suelo estaban los restos de lo que antes hacía llamar su habitación.

    La cama era el único mueble en su sitio, de resto, su estante para libros, antes junto a la puerta, no estaba, ni el puff negro o su repisa con figuras de Marvel, que en el pasado se exhibían en la pared frente a su cama. Solo podía ver el concreto en pedazos, pintado de turquesa, desparramado por todo el lugar, y el cielo de un celeste intenso sobre ella. No se explicaba cómo nada había impactado con su cabeza, ni cómo todo eso pasó, sin que lo notara.

    Otro sollozo desconsolado, luego su voz alarmada llamó a su madre, a su padre, a su perro, y, por último, a su hermano menor. Nadie respondió a sus gritos y las lágrimas comenzaron a caer por sus pómulos.

    Rogó estar soñando, despertar de ese sueño eterno, que Mark Foster apareciera en el umbral y la ayudara a escapar, pero estaba consciente en verdad, confundida hasta un extremo desolador, atrapada contra su colchón y con el dolor empezando a recorrerle el punto más alto de la columna con intensos escalofríos.

    Fija en sus manos sangrantes por tanto forzar, sin utilidad, el pedazo de hogar sobre su pierna, pensó en que era la última vez que dormiría con los audífonos puestos, podía jurarlo.
     
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    Shani

    Shani Maestre Comentarista empedernido Usuario VIP

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    Es escalofriante. Me encanto, tu narrativa es muy buena, y no encontré errores de ortografía. Pero ¿En dónde estaba ella? ¿Lo último también era un sueño? o_O Me has dejado realmente intrigada.
     
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