Microrrelato Suave explosión.

Escrito para una bella actividad

Suave explosión.​

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El viento soplaba fuerte, podía sentir como movía mis azabaches cabellos, al tiempo en que me cantaba al oído, me ordenaba con ternura que me mantuviera en calma.

Aquel príncipe soñado, me había dado mi primer regalo, una rosa roja.

Un extraño regocijo me embargaba, por fin la doncella de negros caireles estaba alegre, lo había conseguido, y la promesa eterna quedaría grabada en aquel majestuoso árbol:

“Cuando en los cielos dominen los colores caliginosos del verano, debajo del gran árbol nos reuniremos, eternamente…”

Las palabras dichas por mi príncipe habían quedado grabadas en mi corazón, borrarlas sería como intentar desaparecer las azucaradas nubes que acompañaban a los abismales edenes.

Una vez que llegué a mis aposentos, las estrellas prorrumpieron para vigilar la noche, pero esta vez había algo extraño. No entendía que era, pero mi corazón estaba acelerado, mis ojos despiertos, y una sonrisa nerviosa se plasmaba en mi rostro.

De pronto, una leve brisa bamboleó mis cabellos, asomé la cabeza hacia mi balcón, y descubrí al sabio señor búho abanicándome con sus alas. Verlo ahí, con un porte elegante y tranquilo, me incitó a preguntarle que era lo que me ocurría.

“Estás alegre y emocionada, pequeña princesa”

¿Qué significaba eso?, no lo entendía, la duda empezaba a carcomerme.

“Estás contenta de que pasó y estás ansiosa porque se repita”

Después de los últimos vocablos soltados por el sabio noctívago, pude relacionarlas con las condiciones.
Quería que pasara, estaba emocionada, ansiosa, alegre. Era capaz de contar los segundos hasta la tarde del siguiente; y mi frustración era que hiciera lo que hiciera, el tiempo no se apiadaría.

Mi corazón era una bomba de tiempo, que estallaría de la alegría y la emoción de un momento a otro…


Boom.