Microrrelato Su salvavidas [Trastornos]

Había recibido el mensaje de que ya la estaba esperando. Estaba hermosa aquella noche, con el vestido más precioso que había encontrado por internet y la verdad, le quedaba estupendamente. Había ido a la peluquería, para maquillarse lo justo y peinarse un poco. Aquella era una velada especial, hacían un año como novios y quería estar perfecta y en ese momento se sentía así.
Un paso fuera del umbral de su puerta y las cosquillas en la tripa empezaron a hacerse presentes. Pero decidió ignorarlas, solamente tenía que caminar un poco hasta donde había quedado con él. Solamente eso. Eran apenas unos doscientos metros. Unos largos doscientos metros. Tomó el ascensor. Bajaba realmente lento. Pero deseaba que no se parase para que entrase nadie. Por suerte no lo hizo. La mirada del portero se le clavó en las piernas. La sintió fuerte, pudorosa. El rubor subió rápidamente a sus mejillas y aceleró el paso, junto con su respiración. Atravesó el portal de su edificio. Prueba superada. Quedarían unos 160 metros. Al traspasar el portal pudo ver al lado de este tres chicos jóvenes fumando, mientras se reían, quedaron observándola. El comezón en la tripa comenzó a ser más intenso, miró al suelo, tenía ganas de llegar junto a su pareja. Las risas de aquellos chicos se le clavaron en el tímpano, arañándolo como si un gato estuviese afilando sus garras en él. Se sintió una presa. Caminó más rápido, tanto como pudo, pero por los nervios tropezó con sus propios pies y casi va al suelo. De nuevo las risas, más altas. Ahora pasaron de arañar su tímpano a desgarrarlo, le dolía mucho. La comezón en la tripa subió al pecho. Le dolía ahora ahí, fuerte. Solo tenía que caminar. Cuando se quiso dar cuenta estaba casi corriendo, ruborizada, con la respiración muy agitada, con ese dolor que parecía querer tirar de ella para atrás, intentando que no llegase a su meta, que no pudiese salir aquella noche con el chico al que amaba y solo le quedaban escasos metros. Todavía no podía verle, pero sabía que la estaba esperando. Estaba allí, él la protegería. Las miradas que le echaban los transeúntes la atravesaban, intentaba ignorarlas, pero querían asfixiarla. Quedarían como unos 20 metros, casi hasta podría oler el perfume de su amado, pero la respiración agitada y descontrolada que tenía ahora se lo habría impedido de poder. Trató de calmar su paso. Quería llegar mínimamente junto a él. Al ir más lento escuchaba el ruido de la calle, las bocinas, los frenazos, las charlas entre los transeúntes, escuchaba pero todo se materializaba en su mente como un barullo sin sentido. Quería llegar. Caminó los últimos metros, ya le veía, ahí estaba, le saludó con la mano y ella esbozó una tímida y avergonzada sonrisa. Pero al fin llegó. Le tendió la mano. Se la agarró. Y se sintió segura. Aquel era su salvavidas en medio del mar. El que le ayudaría a luchar contra todo, incluso contra sí misma.

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Este microrrelato lo escribí para la actividad de Kurone "Trastornos". Me tocó la fobia social, no sabía muy bien qué género ponerle, de haber podido le hubiese puesto algo como "angustia", pero no sabría exactamente dónde encasillarlo. Espero que os haya gustado.