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Capítulo 1: “La debilidad de la Desesperación”



La tan habitada ciudad de Los Angeles tenía una mañana limpia de nubes que en lo más alto y remoto dejaban a la vista un claro y profundo tapiz azul, aunque el sol que azotaba ese día se hacía, a medida que transcurrían las horas, sumamente irritante e insoportable, haciendo que te sintieras en el mismísimo infierno.

La gente iba de aquí a allá, moviéndose apresuradamente y de vez en cuando empujando a quien en su camino iba.



Para algunos el día era normal y corriente, pero para otros era uno muy ajetreado, y más aún, en la estación Hollywood Foreign*.

El tren con destino a Chicago había partido con un retraso de aproximadamente dos horas.



Por motivos de visita a familiares lejanos, de ocio y de unas merecidas vacaciones o por simples razones de trabajo, muchas personas se encontraban en ese tren, y esperaban recuperar el tiempo perdido a causa de un incidente naturalmente inesperado.



Toda la gente se encontraba metida en sus propios asuntos y problemas sin prestar atención a lo que pasaba a su alrededor, sin darse a la tarea de tan sólo disfrutar el bello ambiente natural que por esas zonas los rodeaba… Personas que sólo vivían de forma autómata y apática.

De entre todos los asientos de ése vagón, un par de ojos aguamarina se iban abriendo lentamente. El pelirrojo propietario de esos orbes despertaba después de una larga siesta.

“Dark Suna November, aquí Kage 9. Regrese a la base…​

Dark Suna November, aquí Kage 9.Regrese a la base…​

Dark Suna November…”​

​

Se percibía remotamente en el subconsciente aún adormilado del muchacho.

Ése comando, sin ningún sentido, era repetido por la aparente voz de una fémina, y era proseguido por el lejano ruido de disparos y una bomba estallando en algún lugar…



El joven intentó reconocer el lugar donde se encontraba mirando a un lado y a otro con los ojos entrecerrados, sin incorporar su cabeza recargada sobre el cristal de una ventana.



Un acreciente sonido fuerte y repentino de otro tren acercándose, lo hizo, de manera precipitada y confusa, sentarse apropiadamente en su asiento.

Miró a todos lados, vislumbrando rápidamente a todas las personas y a lo que hacían sin tomarles demasiada atención. Dirigió su vista a la ventana, y espontáneamente una voz en frente de él le habló, captando su mirada. Nunca se había dado cuenta de la presencia de la persona. Era una chica de ojos negros y cabello castaño corto.



— Tomé tu consejo. Fue un buen consejo, gracias —El joven abrió levemente su boca para hablar, pero no dijo nada. La mujer, un tanto extrañada, lo miró fijamente— Te ves pálido, ¿todo bien? —El simple abrir de una lata de refresco que se escuchó detrás de él lo distrajo de la pregunta— ¿Gen? ¿Gen? —Insistía la joven.



El susodicho observaba a una persona que pasaba a su lado, quien al parecer tenía prisa por algo, y torpemente y debido a su velocidad dejó derramar un poco de su café en el zapato de “Gen”.



— Oye, quería decirte por qué cancelé… —Del otro lado de su asiento, Gen miró a un señor de traje que cáusticamente maldecía por el retraso. La chica detuvo su explicación por contestar su teléfono, pero al ver de quién se trataba, bloqueó la llamada instantáneamente— Me llama tres veces al día… Está más presente ahora que cuando estábamos juntos. ¿Qué les pasa a los hombres?



El pelirrojo seguía observando lo que la gente hacía; realmente parecía no saber nada de lo que estaba pasando, y en ese momento no estaba realmente preocupado por lo que la joven le intentaba contar.



— Ya avisé —Le aclaró la chica.

— Boleto —Un señor de avanzada edad le inquirió a Gen plantándose frente a éste.

— ¿Avisaste? —El confundido chico habló por primera vez.

— ¿Me permite su boleto? —Gen, sin todavía comprender, miró de nuevo al señor que de forma demandante le insistía.

— Yo… —La joven se aproximó a él y dirigió su mano a una bolsa del saco del pelirrojo, pero éste, en un movimiento en falso, se volteó violentamente de manera defensiva, intermitiendo con la acción.

— Tu boleto, paranoico —De manera socarrona y sonriente, retiró el boleto y se lo entregó al oficial— Oye, oye… Estás un poco extraño. ¿Te sientes bien?



El señor le devolvió su boleto al chico, y Gen no atendía a la chica, limitándose a leer e inspeccionar el boleto. A simple vista, parecía que estudiaba un objeto que en su vida hubiera visto.



— Gen, ¿hice algo? —Preguntó la joven un tanto preocupada. Ahora, el hombre de ojos aguamarina se acercó lentamente a la joven, mirándola de una forma muy seria. La chica lo imitó, prestando atención.

— Veo que crees conocerme, —Dijo él— pero no sé quién eres. Soy el capitán Sabaku no Gaara. Vuelo helicópteros para el Ejército japonés en Estados Unidos.



Terminando su frase, volteó a ver al mismo señor que anteriormente había reclamado por su boleto. En ese momento, la castaña dio una breve risilla nerviosa; lo miró fijamente a los ojos mostrando su expectación a una explicación por parte de Gen, pero éste sólo la veía. Mientras tanto, la asistente del conductor del tren notificaba la información de la ubicación por un comunicador a todos los pasajeros.



“Nos aproximamos a la estación Glenbrook. Siguiente parada, estación Glenbrook.”



— Gen… Esto… —Lo miró aun sonriendo, sin darse cuenta de que el pelirrojo hablaba en serio— ¿Gen?

— ¿Gen? —Repitió él, pareciendo indignado de que se refiriera a él con un nombre ajeno— Me siento mal —El de ojos aguamarina se paró bruscamente del asiento, dejando a la castaña aún más anonadada. Se quedó en el pasillo, mirando a ambos lados.



— ¡Demonios! —Exclamó una señora de traje alarmadamente, viendo cómo sus papeles se escapaban de su maletín y revoloteaban traviesamente con ayuda del viento en todo el piso.

— Gomennasai, permítame ayudarla —Se ofreció el chico culpable del alboroto, pero su oferta fue rápidamente negada por la señora.
— N-no, está bien.



“Estación Glenbrook” —Repitió una vez más la ayudante del conductor.



Gen le echó un vistazo a su alrededor de manera veloz y precipitada, pero de pronto, brevemente se detuvo para fijarse en un pequeño maletín rojo que se encontraba en el segundo piso del tren, perteneciente a una señora mayor. Éste tenía un logo y el nombre de un centro militar.



El muchacho siguió avanzando por el pasillo, y al escuchar que un joven venía desde atrás a paso rápido y llamando a un señor, se hizo a un lado. El chico tenía en la mano una cartera y siguió a su propietario para devolvérsela, el cual le agradeció y siguió su camino a lo largo de la estación.

Gen veía la escena desde dentro del tren, pero cerca de las puertas de salida. Caminó unos pasos más y observó detenidamente la estación donde el tren había hecho su parada.



No sabía qué hacía allí… ¿Cómo repentinamente había acabado en un tren cuando hace unos momentos se encontraba en una zona desértica de E.U.? ¿Dónde estaba, y por qué era llamado por un nombre totalmente desconocido a él? La cabeza le daba vueltas, por lo que decidió aclarar una duda con el honrado chico que había devuelto la cartera anteriormente.



— ¿Qué es esto? —Le indagó.

— Chicago —Aclaró como si fuera lo más lógico del mundo. Él se alejó, dejando aún más confundido al pelirrojo.



“Todos a bordo. Las puertas están cerrándose”

Ante el aviso, Gen no tuvo más opción que volver al interior.



Regresó a su respectivo asiento, encontrando todavía ahí a la chica castaña con quien hablado al inicio. Esta lo miró con una media sonrisa, y le habló más calmadamente antes de que al pelirrojo se le ocurriera delirar otra vez sobre su identidad y andar como maniaco.



— ¿Todo bien, capitán? —Haciendo énfasis en la última palabra, sonrió un poco más sin esperar la reacción de él, e inmediatamente viró su cabeza a la ventana de manera perezosa. Era mucho mejor que discutir con un demente.



El chico resopló y volteó también hacia la gran ventana. ¿Qué diablos pasaba? Era lo único que quería que le aclararan. Esa chica parecía muy segura de conocerlo, pero no él a ella, en absoluto.



¿Qué era eso? ¿Qué era esta aparente realidad, que a cada momento se tornaba en una terrible confusión más que en nada?

Pero sus interrogativas se vieron abruptamente al darse cuenta de lo que pasaba…

Se observó en la ventana una y otra vez, dejaba a medio cerrar sus ojos para después abrirlos considerablemente. La chica, que sólo lo veía expresando su ofuscación, intentaba inútilmente descifrar lo que le pasaba a su acompañante mediante los gestos que hacía.



Gen inhalaba aire pesadamente una y otra vez, y siguió a ver a la muchacha para comprobar si sólo era él quien se equivocaba.

— ¿Viste eso? —Pero ella sólo movió su cabeza negativamente a ambos lados muy lentamente, de forma que le demostraba que no tenía ni la más mínima idea de lo que ocurría. “Gen” hizo una ligera mueca de reproche y se alejó un poco de la ventana.



— Me estás asustando —Le dijo ella con rehúyo. Al no comprender nada, el hombre volteó hacia atrás, como buscando algo, y al encontrarlo, se incorporó torpe y arrebatadamente del asiento y se dirigió allí.



Presionó un botón varias veces y unas compuertas se abrieron. El ojiazul ingresó al impecable baño del transporte y presionó otro botón para que se cerrara. Se dio media vuelta y se recargó sobre la pared, cerrando sus ojos en el intento de calmar su agitada respiración. Abrió sus ojos, para pasar a comprobar lo que temía.

Con cautela, se acercó al espejo del lavamanos, pero nada cambió; su reflejo mostraba el rostro de una persona extraña a sus ojos.



Contemplando que no era una alucinación, se alejó del espejo y se hizo a un lado. Puso las yemas de sus dedos en su cabeza, y mantuvo su vista en un punto inexistente de la pared.



— No, no, no, no,… —Se decía sin cesar, tratando de explicarse lo que estaba ocurriendo. Echó su cabeza hacia atrás, pero al instante comenzó a registrar en los bolsillos de su saco y de sus pantalones para encontrar una prueba que negara la situación.

Finalmente, halló una tarjeta de identificación plastificada en el bolsillo interior de su traje, pero sólo confirmó que no era él, o alguien quería hacérselo creer…



La divisó detenidamente, y aún más a la foto que aparecía impresa.



Gen Ishido

Maestro



Decía la ficha. Se miró una vez más en el espejo y levantó la mano, intentando convencerse de otra cosa, como si esperara que fuera otra persona quien estaba del otro lado. Sin un resultado satisfactorio, expulsó aire y abrió las puertas del baño para salir.



Al hacerlo, encontró a una impaciente muchacha esperándolo. Era la misma compañera de asiento, quien al instante de que saliera, lo interrogó sin espera.

— ¿Estás bien?

— No sé qué está pasando —Le exclamó él volteando hacia el frente de manera agitada, y naturalmente, exaltada.

— ¿Qué pasa, Gen? —Lo interrogó la chica de ojos negros muy preocupada. Sólo buscaba una respuesta por parte de él, pero le estaba resultando imposible calmarlo. Se acercó a él, sin quitarle los ojos de encima. Sin embargo, el muchacho se alejó precipitadamente de ella, hablando de una manera ya desesperada, y poniendo sus manos extendidas como bloqueo a ella.

— No sé quién es Gen, y no sé quién eres tú.



La “conversación” entre ambos se vio interrumpida, pues un tren que pasó al lado del suyo les hizo perder el equilibrio, al aparentemente estar demasiado cerca, teniendo que usar sus manos para recargarse en la pared y evitar caerse.



Una vez ya compuestos, ella se adelantó a hablar antes que él.

— Bajaremos en la siguiente parada, y entonces veremos que está pasando aquí —Con un tono convincente y pasivo, le habló al pelirrojo. Sea lo que fuera, tenía que averiguar lo que su amigo estaba creyendo que pasaba y con lo que se estaba enajenando. Sin pensarlo, posó sus manos sobre los hombros del chico para reconfortarlo, aunque al parecer, funcionó contrariamente.



— Esto no me pertenece —Le señaló él, indicando la cartera que tenía en su mano donde se encontraba la identificación. Ella lo ignoró, y le obligó a mirarla a los ojos.



— Mírame. Todo va a estar bien…-





Pero no fue así.



Destellos entre matices oscuros y deslumbrantes, miles de luces potentes y acrecientes, y colores naranjas, rojos y negros, se pudieron presenciar en la escena. Una explosión de algún lugar estaba arrasando con el tren y con todas las vidas que ahí llevaba. Todas las ventanas de éste explotaron una por una y los vidrios se lanzaban en todas direcciones hacia los pasajeros, quienes sólo podían expresar su dolor desesperadamente. Su vida había pasado rápidamente frente a sus ojos.



En tan sólo cuestión de milisegundos, el tren había explotado ya por completo…



Todo se había acabado… Gritos, lamentos, sangre y gente muerta y un infinito negro, era lo único que quedaba…







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¡¡Oh, por Dios!! ¡¿Quién habría hecho algo así?! Dx



Yui: ¬¬ Cálmate, ya sabes quién lo hizo

Yo: -.-u Arruinas mi drama, inner

Yui: Nah, eres una exagerada por todo. No le hagan caso, ésta suele ser una dramaqueen todo el tiempo
Yo: Recuerda que somos la misma persona -___-U

Yui: Que Kami me salve, por favor. Todo menos eso
Yo: ¬¬ Baka



Bueno, sí, ahm... ¿cuánto tiempo pasó?

Sí, 3 meses sin poner tan sólo el primer capítulo… ¡Me lo cancelaron! Aunque, bueno, sabía que esto pasaría… Disculpen, acabo de terminar la escuela y hasta apenas pude hacerlo. Tenía muchos pendientes y bueh. Pero espero no se desesperen. Quiéranme, por favor OwO



¿Qué tal el capítulo? :D ¿Les gustó, o fue algo [demasiado] confuso?

Déjenme sus comentarios, y una crítica así bonita y estructurada; me motivarán :3

¿Qué les parece si sólo subo continuación los viernes? [Excepto hoy, claro] Sólo tengo tiempo esos días…



¡Nos vemos! Iré a ver mi hermoso manga de Narutito®

Cuídense todos, y tengan un bonito jueves x)


P.D. Si reconocieron el título del capítulo, sépanse buenos fans de Naruto ;)