Comedia Sosonia: Un pueblo singular

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Sonia de Arnau, 18 Mayo 2011.

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  1. Threadmarks: El mal caso de las píldoras para el dolor de cabeza
     
    Sonia de Arnau

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    Sosonia: Un pueblo singular
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    Sí, sí, ya sé que aún no termino ninguna de mis otras historias, pero quería publicar esta de la cual, puedo decir, sí puedo asegurar el final. Bien, espero que les guste el primer capítulo.

    [​IMG]
    Dibujos por Ladrón de Musas​

    Capítulo 1: EL MAL CASO DE LAS PÍLDORAS PARA EL DOLOR DE CABEZA


    Era una mañana muy alegre en el pueblo de Sosonia. Un joven de 15 años de edad, cabellera negra, mirada del mismo color y piel dorada, abrió los ojos cuando algunos rayos de sol traspasaron la ventana a través de la cortina. Aquel joven, llamado Coletas Velasco, se levantó de la cama, decidido practicar el discurso que tendría que dar una vez reciba el premio de "El mejor atleta de Sosonia", que se celebrará dentro de dos días, en el auditorio.

    A pesar de solo haber estado viviendo una semana oficialmente en Sosonia, ya se había ganado aquel título.

    Sosonia era un pueblo cuyo terreno es amplio, pero la mayoría está ocupado por bosques; uno de ellos se le conoce como "el Bosque Misterioso". Hay dos montañas, una en el sureste y otra, que está nevada, al noreste, del cual desciende un río que desemboca al lago llamado MC. El pueblo más cercano es Krill, quedando a casi una hora en vehículo. En cambio, la ciudad más cercana queda a dos horas y media.

    Mientras Coletas se dirigía a la cocina para prepararse un sándwich, sintió una pequeña pero leve pulsada en su cabeza, tomó un poco de agua pensado que quizá tenía sed. A lo lejos escuchó a Reloj, su pequeño perro dalmata, jugar con uno de sus juguetes, arrastrarlo por el suelo de madera, en cualquier ocasión ésto no sería molesta, sin embargo, podía escuchar el ir y venir del perro arrastrando el juguete. Sus labios dibujaron una mueca. Así que sin pensarlo dos veces, se dirigió hasta la sala donde Reloj jugaba, quien al ver a su dueño comenzó a mover la cola muy feliz y saltó en busca de sus mimos. Coletas lo acarició a la vez que le quitaba el juguete.

    —Lo siento, pequeño, pero no estoy de humor.

    Al pasar los minutos, aquella primera punzada se volvió un dolor de cabeza. Ni siquiera pudo terminar de comer. Dejó escapar un suspiro y levantándose de la silla se encaminó a buscar alguna pastilla para aminorar el dolor. Para su desgracia, no encontró ninguna. Tendría que bajar al centro, y tan solo pensar en eso, lo desanimó, pero tenía que bajar, así que se alistó para ir a la farmacéutica. Poco antes de cruzar el puente para ir al centro, a lo lejos vio a Hijo acercándose.

    —Hola, Coletas, ¿listo para una partida?

    Hijo Junior Wills era amigo de Coletas. Su cabello tan oscuro y tez blanca resaltaban sus ojos azules No tienes buen semblante. Inmediatamente Hijo se percató de que su amigo no se encontraba bien cuando negó a la partida.

    —Amigo, tú te estás muriendo. Es imposible que niegues una partida de básquetbol. ¿Qué tienes?

    —...dolor de cabeza —articuló.

    —¿Y no tomaste algo?

    —... nada... en casa.

    —Bueno, vamos a casa.

    Dicho eso, ambos chicos se dirigieron al hogar de los Wills, sin que ninguno de los dos se percatara que había alguien escuchando la conversación, escondido detrás de un arbusto, un joven de diecisiete años.

    —¿Escuché bien? ¿Coletas sufre de dolor de cabeza? —Rio malévolamente—. Eso se merece por haberme quitado el título a mejor atleta. Yo, Triple J. de Lizaldy, soy quien desde un principio debió haberse ganado ese trofeo —Cruzó los brazos, sonriendo con satisfacción—. No cabe duda, se ha hecho justicia. Por fin todo Sosonia se dará cuenta que Coletas es un impostor.

    Y como si eso hubiera sido la mejor broma jamas dicha, rio como si ni hubiera un mañana mientras bajaba al centro. Mientras tanto, Coletas e Hijo se detuvieron cuando llegaron a la "Donería Braket". El padre de Hijo, Braket Wills, era dueño de una respostería que se dedicaba a vender todo tipo de donas.

    —Papá, ¿tienes algo para el dolor de cabeza?

    —¿Dolor de cabeza? —inquirió el adulto detrás del mostrador y mirando a los muchachos—. ¿No hay arriba, en casa? Por allí debe haber algo.

    Hijo abrió una pequeña puerta para cruzar al otro lado y subir por las escaleras, la casa de los Wills quedaba en la segunda planta. Un par de minutos después, Hijo bajó con las manos vacías. Miró a su amigo y negó con rostro triste.

    —Solo encontré tés y toques morados. ¡Ah! Pero ¿sabes dónde si va a ver? En la farmacia. Vamos.

    Una vez que llegaron a la pequeña y única farmacia del pueblo, los dos levantaron la vista para ver las enormes letras que adornaba el local; "Píldoras para el Dolor de Cabeza".

    —Sí o sí aquí deben vender —ingresaron a la tienda—. Disculpe, ¿nos puede dar una caja de píldoras para el dolor de cabeza?

    —No hay.

    —¿Cómo? ¿Por qué?

    —Se nos terminaron.

    —¿Algún paracetamol?

    El dependiente negó.

    —¿Un ibuprofeno?

    —No.

    Hijo miró al señor, parpadeó un par de veces, salió un momento afuera, levantó la vista al nombre de la farmacia y volviendo sus pasos, dejo al dependiente.

    —El lugar se llama "Píldoras para el Dolor de Cabeza".

    —Así es, así se llama.

    —¿Y no tiene nada para eso?

    —No.

    Hijo frunció el ceño.

    —¿Por qué?

    —Porque nos van a surtir hasta el miércoles.

    —¡¿Hasta dentro de dos días?! ¿Por qué?

    —Porque se terminaron. El joven que vive en la casa de los huérfanos, se llevó todas. Y hasta el miércoles vienes a surtir los de la ciudad.

    Ambos jóvenes se miraron.

    —Triple... —soltó con molestia Hijo.

    Hijo cruzó los brazos mientras veía como Coletas no dejaba de hacer muecas de dolor, y se sentía muy mal por él. Desde allí se podía ver la plaza, y pudo ver a Feliz. Como uno de sus últimos recuerdos, se dirigió hasta donde él y le preguntó si de casualidad no tenía alguna píldora, o en casa y terminó contándole lo ocurrido.

    Feliz Forever levantó la vista y mirando por detrás del hombro de Wills, observó el demacrado rostro del moreno.

    —¿Saben lo que es bueno para evitar tanta fatiga...?

    —Una pastilla —retomó la palabra Hijo—. Feliz... una píldora.

    —A veces los dolores vienes desde dentro, por poseer tanta negatividad o mucho estrés —Miró fijamente al moreno—. Te vez cansado, ¿dormiste lo suficiente? ¿Has bebido agua? ¿Intentaste tomar magnesio? A veces eso suele ser. Puede ser falta de vitamina B...

    —Lo... lo que necesita es un medicamento.

    —Lo que se necesita es descansar y no preocuparse mucho, "La paciencia es fundamental pa..."

    —Ah, sí, gracias... eso haremos —dijo Hijo, nervioso, mientras empujaba a Coletas para alejarse y una vez que . Hablar con él no fue la mejor idea.

    —Podríamos ir con los vagabundos, quizá ellos... no, espera, no, ellos trabajan con Triple, seguro que no nos darán nada —Comenzó a meditar—. Tal vez debimos pasar a casa de Flor o Rojita. Ah, pero podemos pasar primero a casa de Gordo, vive cerca.

    —Yo... creo que mejor me iré a casa.

    El dolor no había mejorado, tal vez empeoró y no estaba con buen animo para continuar, solo quería recostarse un rato. Hijo pensó que tal vez era lo que necesitaba, él continuaría buscando medicina, pero primero acompañaría a su amigo hasta cruzar el puente, y así vigilar que llegara con bien a casa. Los dos se detuvieron dos pasos cruzando el puente cuando escucharon que alguien los llamaba. Se giraron y los dos alcanzaron a ver a Mio Natán Lemurs, un muchacho un año mayor a ellos, de cabello esponjado y rubio, éste corría hacia ellos, tenía levantado el brazo, mostrando algo en su mano. Ambos chicos se moraron y no evitaron sonreír al saber lo que significaba eso.

    —¡El Sr. Braket me comentó que Coletas necesitaba una aspirina para el dolor de cabeza! —Alzó la voz porque todavía se encontraba retirado de ellos—. Venía a buscarlo porque en casa si tenemos, ¡aquí está!

    —Coletas, es verdad —dijo emocionado—, había olvidado que la segunda farmacia del pueblo era el botiquín de la casa de Mio.

    El rubio estaba a punto de llegar, tan solo le faltaba cruzar el puente de madera para cruzar del otro lado del río, cuando, accidentalmente, tropezó, cayó arrojando el bote y éste rodó hasta caer al agua.

    —Ups...— Mio observó la caja de aspirinas hundirse en el agua, tragó saliva con dificultad al momento que levantaba su vista, sus ojos grises observaron a Hijo y Coletas que lo miraron enojados. Sin duda, si las miradas mataran, él ya estaría muerto en ese instante, así que pidió suplicante, casi llorando—. No... no me peguen, por favor —sin esperar a que sus suplicios fueran siquiera escuchados, salió corriendo del susto.

    Coletas estaba tan desesperado que lanzó un gritó al cielo, lo que provocó que Hijo se asustara y retrocediera un par de pasos, temeroso a que por el dolor se transformara en un monstruo. Después le mencionó para calmarlo un poco.

    —Tranquilo, Coletas, tú ve a casa, iré rápido con las chicas a pedirles ayuda. Tú descansa.

    Sin remedio alguno, Coletas hizo caso, porque ya no aguantaba, por lo que se encaminó a su hogar a descansar ya que, por todo lo que pasó este día, el dolor le era ya insoportable. Sin embargo, sus planes fueron frustrados al ver a Triple, que estaba enfrente de su casa, con sus aliados.

    —¿Buscabas ésto? —dijo Triple mostrándole un frasco pequeño lleno de píldoras para el dolor de cabeza.

    Coletas, harto, molesto y frustrado de ese dolor y de dar tantas vueltas, se fue contra él para tratar de quitarle el frasco, pero Triple, claro estaba, no se iba a dejar.

    —¿Te sucede algo, Hijo? —preguntó Flor al ver a su novio con la respiración entrecortada, era inusual que corriera mucho. Los dos se encontraron en el centro del pueblo, cerca de la plaza, ella iba acompañada de Rojita, su mejor amiga.

    —Coletas... Coletas... él —Le faltaba la respiración, no podía hablar.

    —¿Le pasó algo a Coletas? —interrogó Rojita, preocupada.

    —Coletas tiene dolor de cabeza y no hemos conseguido ningún.

    —Yo tengo ibuprofeno —comentó la pelirroja.

    Hijo miró a Rojita con ojos de felicidad.

    —¿En serio? Oye, ¿por qué llevas pastillas a la mano?

    —Porque mujer prudente vale por dos —comentó Flor, sonriendo.

    Ante eso, Hijo y las chicas se dirigieron de inmediato a la casa del moreno. Mientras tanto, Coletas y Triple se mantenían en un forcejeo para ver quien se quedaba. El castaño había ido allí solo para restregarle a Coletas que él tenía medicamento, y también con la intención de retarlo a un duelo para demostrar que era el más apto para el título del mejor atleta de Sosonia.

    Cuando Coletas tenía el frasco, Triple se lo quitaba y cuando Triple lo tenía, Coletas se lo quitaba y así sucesivamente y de esa manera estuvieron un largo rato, hasta que llegaron Hijo, Flor y Rojita. En ese momento, el turno de tener el frasco fue del mayor.

    —Miren quien tiene el frasco —comentó Hijo apuntando al castaño.

    Triple al verlos, les ordenó a sus secuaces:

    —Acorrálenlos.

    Ellos muy obedientes, los rodearon incluyendo a Coletas, quien muy enojado y cansado, chifló a Reloj. Cuando el perro salió de la casa y los secuaces lo vieron no tardaron en salir corriendo, lo que hizo que Triple muy enojado y decepcionado gritara:

    —¡No corran, cobardes! ¡Es solo un perrito!

    En ese momento, Reloj saltó para proporcionarle una mordida en el trasero y ese hecho lo obligó a que soltara el frasco.

    —¡Ah! ¡Espérenme!

    Y salió corriendo con un dolor terrible, en la retaguardia.

    Coletas tomó el bote, fue a su casa, se tomo la píldora y dentro de un rato suspiró de alivio al no haber más dolor y muy agradecido, se dirigió a sus tres mejores amigos.

    —Qué bien me siento. Gracias amigos, muchas gracias.

    Mientras tanto, Triple en su casa se quejaba de su gran y terrible dolor, pues el pobre ni podía sentarse, así que preguntó a sus secuaces.

    —¿No tienen una pastilla para el dolor?





    . . .​


    Coletas: Es un joven alto, de ojos negros, cabello negro y piel morena clara. Es un chico muy decidido, su sí es sí, nunca titubea al hablar, salvo en las cosas del amor. Es un buen deportista, su mejor amigo es Hijo, él es respetado por todos los del pueblo. Esta enamorado de Rojita, pero no se atreve a decirle lo que siente y un dato interesante es que viven en correr. Tiene una mascota, un perrito, raza dálmata de nombre Reloj. Éste es su único acompañante es su solitaria casa, pues vive solo y un poco alejado del pueblo. Su color favorito es el negro y a él le encanta el pescado, aunque no lo come diario. Su edad es de 15 años. (Coletas Velasco).

    Triple: Es muy atractivo, alto, tez blanca, cabello castaño claro y ojos verdes.Es una persona muy persistente, pase lo que pase no se da por vencido. Es un buen deportista, pero no tanto como Coletas y por eso lo considera su rival y lo que más quiere en el mundo es vengarse de él. Esto se debe a que él era el mejor del pueblo antes de que Coletas llegara y ahora no es más que su sombra. También vive lejos del pueblo, eso sí, no vive solo, mantiene a seis personas a los cuales los hizo sus secuaces; aunque no les paga nada por trabajar, les da comida, ropa, techo, etc. Su color favorito es el azul marino (fuerte), tiene 17 años y su frase favorita es: “nadie me ordena, yo ordeno”. (Triple Júnior de Lizaldy).

    Hijo: Alto, pelo negro, ojos azules y piel blanca.Es un chico súper cool, o eso presume ser ya que él se caracteriza por presumir lo que no tiene y por comer mucho. Es pésimo para los deportes, su mejor amigo es Coletas, a quien trata de apoyar en todo. Él es hijo del famoso Sr. Braket. Hijo es novio de Flor que es su vecina. Su color favorito es el amarillo y aunque come de todo, lo que más le gusta es la carne, el chile, el mole y el pozole. Algo a destacar de él es que no está gordo. Tiene 15 años. (Hijo Júnior Wills).

    Rojita: Ella es pelirroja de un rojo claro, tez blanca, ojos cafés. Es una chica inteligente, está profundamente enamorada de Coletas, vive con su mamá y su casa se ubica, arriba de la tienda de jugos. Su mejor amiga es Flor, su color favoritos es el rojo y lo que más le gusta comer son los mariscos. Tiene 15 años. (Roja Nieves).

    Flor: Es morena, cabello negro y ojos verdes. Es una joven muy dulce, sincera y amable. Su mejor amiga es Rojita, es novia de Hijo, tienes un conejo como mascota llamado Rabitt. Vive con su papá a un lado de la tienda de jugos, su color favorito es el rosa y lo que ella prefiere comer más son las frutas y verduras. Tiene 15 años. (Flor Remus).

    Secuaces: Ellos viven con Triple, son algo extraños y uno que otro tonto. Tanto así que cuando Triple los manda a espiar a Coletas llegan con una información diferente. Como Triple los mantiene tienen que trabajar para él.

    Fea: Castaña, de ojos cafés. Ella también trabaja para Triple, aunque no viva con él. Pero ella sí que quisiera vivir con él, pues está enamorada de su jefe. Es un poco fea, ella vive dentro del bosque. Trabaja junto a Payaso y Jumbo que están bajo su mando. Su color favorito es el morado, tiene 18 años. (Fea Mebale).

    Payaso: Pelirrojo, de un rojo fuerte, tez blanca, ojos color caoba. Es simpático, sus mejores amigos son: Fea y Jumbo. Está enamorado secretamente de su jefa. Él no ve la apariencia exterior sino la interior y la quiere tal y como es. Su color favorito es verde y tiene 17 años.

    Jumbo: Pelo negro, ojos negros, tez blanca Es el más tonto de los tres, el más flojo de los tres y el que más se mete en problemas, por eso, gracias a él, Fea y Payaso tienen problemas, a pesar de eso, los estima mucho. Es gordo, sin llegar a ser obeso y en lo que respecta al amor, dice que “es una pérdida de tiempo”. Su color favorito es el gris y tiene 19 años. (Jumbo Villas).

    Braket: Es el padre de Hijo, él tiene un negocio de donas y vaya qué donas tan ricas vende. Pues a pesar de que Sosonia es un pueblo pequeño, se venden muy bien y no sólo eso, sino que su negocio ha crecido mucho, pues un par de veces a la semana transporta gran cantidad de sus ricas donas a la Ciudad. Su personalidad es la de un niño, pues es muy juguetón. Su mejor amigo es el padre de Flor, su color favorito es el beige y tiene 36 años. (Braket Wills).

    Mio Natán: Rubio de un tono fuerte, piel güera, ojos grises y su cabello es medio chino y esponjado. Es muy torpe, todo lo que hace le sale mal y es alérgico a casi todo. Está enamorado de Dulce, es muy pesimista pero le gusta ayudar a sus amigos. En lo que si no se da por vencido y es muy optimista es en el amor. Tiene una hermana menor de 9 años, Mia Nataly. Tiene 16 años. (Mio Natán Lemurs).

    Feliz: Él es el más feliz de Sosonia, dice cosas como “la paciencia es el éxito de la felicidad”, es muy positivo, siempre ve lo bueno de todo y nunca deja de sonreír a la vida. Algunas veces Hijo es le único que puede sacarlo de quicio; su color favorito es el anaranjado y tiene 16 años. Su pasatiempo es tejer. (Feliz Forever).

    Gordo: Es de complexión chonchita, es distraído. Se caracteriza por ser chismoso y por eso a veces cae mal. Tiene 19 años. (Gordo Padilla).
     
    Última edición: 11 Marzo 2022
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    Marina

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    Ahahaha, ¿qué es esto? ¿Los nombres son en especial muy originales. ¿Coletas, Hijo, Rojita, Triple, Jumbo, Fea, Payaso, Mio N, Gordo, Feliz, Reloj el perrito? Wow, que originalidad. El capítulo estuvo muy divertido, me hizo reir más de una vez... o tal vez fueron los nombres? Entiendo que la historia se llama como el pueblo. Sosonia. Jajaja, pobre Triple, una gran mordida en su trasero y nada de píldoras para el dolor xDDDD Me quedó claro que Triple es el enemigo declarado número uno de Coletas, quien es el mejor atleta de Sosonia.

    Je, creo que si es comedia, me gustará esta historia.

    Saludos xD
     
  3.  
    Eri

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    Como dijo Marina, nombres muy originales a decir verdad. ¿Colestas? Creo que ese fue el me mató, ¿enserio es hombre? por que Colestas suena muy...¿Femenino? Sí creo que suena muy femenino.

    ¿Se le puede llamar Reloj a un perrito?
    ¿Rojita y Flor son niñas?

    Bueno, lo de las píldoras fue algo, suspensivo. Digo, que estrés que ni en la farmacia se encuentra. Y hablando de eso... ¡¿Cómo es posible que una Farmacia se llame “Píldoras para el dolor de cabeza” no se encontraran?!

    Otra parte cómica es cuando Gordo quería darle con un mazo a Coletas, Es sumamente increíbleque fuera tan tontito xD

    Bueno, no sé que más decirte, muy cómico, por eso debe ser que pusiste Comedia xDDD

    Sin más que hablar, me despiedo. Buen Capítulo, espero el siguiente.

    Bye!
     
  4.  
    Borealis Spiral

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    Jajaja, esta historia está súper graciosa y los nombres lo son aún más. Jajaja, ¡qué divertido! En verdad lo que mencionana mis compañeras de arriba Coletas es un nombre femenino, ¿es hombre? Wow. Ah, Triple ese es el malo del ¿pueblo? Sí, Sosonia es un pueblo. Ok, espero el siguiente capítulo de esta cómica historia. Hasta otra ^^ ¡Échale ganas!
     
  5. Threadmarks: El trofeo
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Muchas gracias a los que han leído.

    2.- EL TROFEO

    La mañana del día en que se celebraría la categoría de: "El mejor atleta de Sosonia" había llegado. Era un día muy agradable y Coletas se había levantado de muy buen humor, tarareaba una canción que quizá la había escuchado en algún comercial, porque no la recordaba. Se miraba por el espejo mientras repasaba las palabras de agradecimiento por haberlo pensado en él.

    En realidad, estaba muy feliz pues, aunque si era un buen deportista, y no solo eso, su mayor pasión era el básquetbol, nunca había recibido ningún tipo de trofeo o nominación por eso. Cuando el señor Mandamás se lo comunicó, pensó que no se debía ganar esa categoría más que nada porque no era oriundo de Sosonia. No obstante, el señor Mandamás se limitó a decirle: "Acéptalo. Desde que estás aquí, los demás chicos se han animado a jugar. Eres una inspiración para la juventud". Sabía que estaba exagerando, pues el único que "inspiró" a jugar fue a Hijo; y no es precisamente el mejor en el juego; y también a un niño de ocho años.

    Aunque era cierto que Sosonia no se caracterizaba por tener buenos atletas. Una vez que terminó de almorzar, salió a tomar aire, el día había llegado, y aunque la celebración comenzaría hasta las ocho de la tarde, se sintió un poco nervioso. Era la primera vez que se presentaría ante una gran multitud. Negó en un intento de deshacerse de esos pensamientos.

    —Hola Coletas —saludó Hijo mientras le entregaba una caja que tenía el característico logo de "Donería Braket"—. Mi papá te manda estas donas. Y muchas ánimos.

    —Gracias —sonrió.

    —¿Qué estabas haciendo? Ah, ya sé. ¿Estabas ensayando tu discurso? ¡Cielos, amigo! Si yo fuera tú, yo estaría nerviosísimo. Ni siquiera puedes decirle a Rojita que te gusta, imagínate hablar enfrente de casi todo el pueblo. ¡Oh! Yo sí que me pondría nervioso. ¿Qué tal si mi discurso no les gusta? ¿Qué tal si no me salen las palabras o me trabo?¿Qué sería de mí? Pero bueno, sólo vine a entregarte las donas.

    Coletas se sonrojó por completo. Comenzó a sentir que su estómago se revolvía. Se pellizcó el puente de la nariz y dejó salir un suspiro desmoralizado.

    —Hijo, no era necesario que dijeras eso.

    —¿Qué? ¿Lo del discurso o lo de Rojita? —inquirió, mirándolo, con su característica inocencia.

    —¡Ninguno!

    —Bueno, en fin, sé que lo harás genial, amigo —se despidió dándole una palmada en la espalda.

    De esa forma Hijo se retiró, dejando a un Coletas desconcertado. Intentó no darle tantas vueltas al asunto, y trató de concentrarse en sacar a pasear a Reloj y limpiar la casa. Procuró que su mente se enfocara en lo que hacía en vez de las personas que asistirían al auditorio Sonia. De esa forma llegaron las siete de la noche, y consigo a un Coletas trajeado. Se miró una última vez al espejo.

    —Espero no ir demasiado formal —se dijo antes de salir de casa y dirigirse al auditorio, el que estaba casi al otro extremo donde él vivía. Tenía que irse ahora si quería llegar a tiempo.

    Todavía le costaba saber las ubicaciones, por eso antes de llegar al puente, miró el pequeño mapa que Hijo le hizo. Coletas levantó la ceja y volteó el papel, y luego volvió a hacer lo mismo. ¿Dónde se suponía que era la referencia? ¿Eso de allí era el puente? ¿Esa mancha era el bosque Misterioso o el lago? ¿Y ese cuadro mal formado era el auditorio?

    —Creo que debí decirle a Flor que fuera ella quien me dibujara las instrucciones.

    Estaba caminado tranquilamente mientras intentaba descifrar los jeroglíficos de Hijo cuando sintió que su piel se enchinaba al escuchar aquel tono tan peculiar de aquella voz femenina.

    —Hola, Coletas.

    El joven se giró y sonrió a una joven rubia, nervioso, estaba mucho más nervioso que cuando se imaginó dar un discurso enfrente de medio pueblo.

    —Buenas noches, Dulce.

    —¿Estás perdido? —preguntó ella acortando distancia entre ambos, Coletas se sintió cohibido, y ella lo tomó del brazo—. Sé que todavía no conoces bien el pueblo, así que iba a tu casa para ser exclusivamente tu guía.

    Dulce Choki, una joven un año mayor de apariencia muy bella, dueña de una cabellera rubia y ojos tan azulen como el cielo claro, le sonreía. Era hija de padres separados, viviendo con su madre en lo que vendría siendo la zona más acomodaba de Sosonia. Es vecina de Feliz y Mio. Ella comenzó a, para que fueran

    —Agradezco mucho tu amabilidad —se separó de ella—. Pero me gustaría dar una pequeña vuelta antes de llegar al auditorio.

    Lo último que deseaba era que Rojita lo viera llegando con ella y pensara que haya algo entre los dos.

    —¿Por qué? —Posó sus brazos en sus caderas—. ¿No es mejor llegar temprano? —Miró el reloj en su celular.

    —Es que me siento un poco nervioso —Así que... —Dio un par de pasos hacia atrás, sin dejar de sonreír a la chica—. Iré por allá. De nuevo, gracias por preocuparte, pero estaré bien.

    —Ah, ya. Está bien...

    Con ello, la rubia dio media vuelta para emprender su camino, mientras que Coletas se giraba al lado contrario, al par de minutos de dio cuenta que no sabía donde se encontraba. Volvió su vista al papel, creo que debió haber aceptado, miró a su alrededor, más adelante se encontraba el bosque Misterioso. Y si aquella mancha negra en el dibujo era ese bosque, entonces cruzándolo llegaría al auditorio.

    No cabía duda, se había desviado por completo, el camino más largo era el que Dulce había tomado y el corto era cruzar el bosque, pero se trataba del bosque Misterioso; había escuchado un sinfín de leyendas y mitos sobre éste, no era precisamente el mejor día para entrar y comprobar si éstas eran ciertas. Observó la profunda oscuridad que emanaba aquella zona. Volvió a dirigir su vista a la guía.

    —Me perdí —soltó tras una risilla.

    La mejor opción era regresar sus pasos y retomar el camino original. Mientras eso ocurría, Triple, desde la distancia y quien había estado siguiendo a Coletas desde que cruzó el puente, se mantenía escondido detrás de una roca. Esa vez estaba siendo acompañado por sus seis secuaces. Inhaló aire y al exhalarlo, comentó:

    —¿Huelen eso?

    Sus secuaces, que estaban detrás de él, comenzaron a olerse para ver si ese supuesto olor no eran de ellos, luego Triple siguió hablando:

    —Ese es el olor de la derrota. Este día, por fin podré ganar y vengarme de Coletas. Ya saben cual es el plan: Haré que llegue tarde. ¡No! Más bien haré que no llegue jamás —Una risa malvada salió de su garganta.

    —Jefe, ¿por qué está tan obsesionado en conseguir ese trofeo? —preguntó uno de ellos.

    —¡¿Cómo que por qué?! ¡Por qué yo, Triple de Lizaldy, soy el verdadero dueño! Luché día y noche para conseguir ser el mejor, y viene éste impostor a robarme algo que me pertenecía.

    —Pero cada enfrentamiento que tienen, Coletas es el ganador —comentó otro de ellos.

    Triple le lanzó una mirada de poco amigos.

    —Yo nunca les pregunte eso. ¡Vamos! ¿Qué hacen aquí? Hagan su trabajo, rápido.

    Sus secuaces obedientes se fueron a sus posiciones.

    Coletas seguía revisando la guía hasta que dio media vuelta con la intención de regresar. Se detuvo al escuchar un ruido muy extraño, no evitó sobresaltarlo un poco, miró a su alrededor y volvió a caminar, volvió a escuchar otro ruido, y al dar un giro sobre su eje, sur orbes oscuros se enfocaron en un peculiar letrero que tenía una flecha que apuntaba a los adentros del bosque, se acercó y leyó las letras abajo,: "Aya... no alla, no allá... allá está el auditorio Sonia". Coletas ladeó la cabeza y se giró a la dirección. Alcanzó a ver a lo lejos otro letrero.

    "Más allá ésta el auditorio", leía aquel.

    El moreno se guió por las señales, adentrándolo a la espesura del bosque y cuando estaba apunto de llegar a otra de las señales, no se dio cuenta y piso una trampa cuando piso una cuerda escondida bajo las hojas y quedó colgado de un pie.

    Triple salió de detrás ese árbol.

    —¡Triple, ¿qué significa ésto?!

    —Vaya, vaya. Que desafortunado encuentro tuvimos, "amigo mío" —se burló al ver como el inocente moreno cayó en su trampa—. No te preocupes, yo personalmente iré a recoger mi... digo, tu trofeo.

    —¡Triple!

    —No te preocupes, mandaré a alguien para que te baje, pero primero —Miró la hora—, no debo perderme la ceremonia, que está por comenzar en un minuto.

    Y sin dejar de reír, Triple se dirigió al auditorio Sonia. Para tomar, lo que según él, debió haber sido su trofeo desde un principio.

    Todos en el auditorio esperaban a que diera inicio a la ceremonia. Todos estaban alegres, era la primera vez que se celebraba algo similar en Sosonia. Dulce caminaba en busca de Coletas, pero desde que ella arribó, no lo había visto, quería animarlo con sus palabras antes de que recogiera su trofeo. Al pasar junto a Mio, éste le saludó:

    —Ho-hola Dulce, ¿có-cómo has estado?

    Ella ni se molesto en dirigirle la mirada, y como si no lo hubiera visto, siguió su camino. No era un secreto para el 80% del pueblo que a él le gustaba mucho ella. Solo ella lo ignoraba.

    —¡No puede ser! —se dijo Mio —Dulce me pisó el pie. ¡Soy tan feliz!

    E ignorando por completo la alegría de Mio, Dulce se topó con Flor, Hijo y Rojita.

    —Hola Hijo, hola Flor —Miró a Rojita y después de escudriñarla de pies a cabeza saludó de la misma manera, pero sin ganas—. Ah, hola Rojita. ¿Han visto a Coletas? Yo no lo encuentro.

    —No, también lo estamos buscando —comentó Hijo, y luego miró a su novia y a Rojita—. ¿Creen que se haya perdido? A lo mejor se le olvidó llevarse el mapa que le dibujé.

    —¿Le dibujaste un mapa? —preguntó Flor.

    —Entonces seguro que se perdió —soltó Rojita, entre risas.

    Delante de ellos, se encontraban Fea y Payaso de pie, dos de los tres vagabundos que viven en el interior del bosque. El varón comentó, al notar que la mujer miraba de un lado a otro, como buscando a alguien.

    —¿A quién esperas, Fea? Luces demasiado ansiosa.

    —No, a nadie —contestó un poco distraída. La verdad es que esperaba ver a Triple, y para desviar aquella conversación, al notó que su compañero la miraba detenidamente, preguntó:—. ¿Dónde estará Jumbo?

    —No lo sé —El joven pelirrojo miró a su alrededor.

    Ahora que lo mencionaba era raro no verlo allí, después de todo fue idea de él ir a la celebración porque había escuchado que darían comida gratis y cuando entraron al auditorio, él había desaparecido.

    Y entonces, como si lo hubieran invocado, Jumbo se acercó a sus amigos, se le observaba cansado y su respiración entrecortada y sudor delataban que había estado corriendo. Jumbo Villas era un joven de 19 años, cabello corto negro y con sobrepeso encima.

    —Hola chicos —saludó campante —¿Qué hacen?

    —No, ¿qué haces tú? —inquirió la mujer sospechosa—. ¿En qué problema te has metido?

    —Ah, bueno, sobre eso...

    Antes de que Jumbo pudiera continuar, observó como la policía, acompañando a Braket, ingresaban al edificio. Jumbo tragó saliva con dificultad.

    —Allí está el que trató de robarme. Atrápenlo —comentó el dueño de la donería al verlo.

    —¿Te sigue la policía? —preguntó el pelirrojo mirándolo con seriedad.

    —Sí. Eso parece, ¿no? —dijo muy sonriente.

    Fea dejó escapar un suspiro mientras veía como Jumbo salía corriendo y los oficiales detrás de él, gritándole que se detuviera. Entonces cuando el señor Wills pasó, se detuvo y mirando a los dos vagabundos, preguntó:

    —¿Ustedes no son los que intentaron llevarse una caja de frutería de la señora Sarah está mañana?

    —Quizá —dijeron al unísono mientras salían corriendo y Braket iba detrás de ellos para deterlos y pagaran su correspondiente castigo.

    Arriba del escenario y detrás del telón, Reyd Mandamás, el alcalde de Sosonia, observaba desde su posición todo el alboroto que la policía, Braket y los tres vagabundos estaban haciendo.

    —Que esto se acabe de una buena vez —bostezó. A Mandamás le encanta su trabajo, pero su pasatiempo favorito era dormir más que un bebé—. Sólo quiero ir a dormir a casa, estoy cansado y más por ese ruido. ¿A quién se le ocurrió hacer ésto?

    —A usted, señor —le dijo su secretaria—. Prepárese, señor, que en un minuto y medio empezará el ceremonial.

    Cuando el reloj marcó las ocho, se abrió el telón y Reyd Mandamás salió a escena y mientras se acercaba al micrófono, en medio del escenario, observó a los que estaban sentados en la primera fila, quienes eran los que recibirían su respectiva premiación. Un asiento estaba vacío.

    —Bienvenidos sean al auditorio Sonia. Cómo saben... este, señores oficiales, señor Wills, Fea, Jumbo y Payaso, ¿pueden tomar asiento? Cuando termine la ceremonia pueden continuar —Volvió a aclarar su garganta al ver que los nombrados tomaron asiento—. Como iba diciendo, hoy se les entregará a ciertas personas un trofeo por aportar algo a Sosonia. Lo que queremos hacer es incentivar a la gente a reconocer cada uno se los esfuerzos que le damos a este hermoso pueblo.

    Todos gritaron y aplaudieron tomando sus lugares. Mientras tanto, Triple y sus secuaces entraron al auditorio, la ceremonia había comenzado. Subieron al segundo piso, y se quedaron cerca de una ventana. Triple se frotaba las manos, estaba ansioso de que nombrara a Coletas y éste no apareciera.

    Entre tanto, en alguna parte del bosque Misterioso, Coletas intentaba soltarse de la trampa mientras se movía de un lado a otro para tratar de salir. Sin embargo, la cuerda estaba muy apretada y la rama en la que se encontraba amarrada no parecía querer ceder.

    Si no lograba desatarse, de verdad se perdería la premiación, y por desgracias, cuando cayó en la trampa, las cosas que tenía en sus bolsillos habían caído al suelo, y una de ellas era su celular. En realidad no le importaba tanto el trofeo o nombramiento, no deseaba que el señor Reyd, quien a sido muy amable con él, se decepcione por no aceptar el premio y que la gente piense que es alguien impuntual.

    Cansado por el vano intento de romper la cuerda o la rama, escuchó que alguien se movía entre las malezas. Con el corazón latiéndole a mil, vio la pequeña silueta de alguien. Coletas parpadeó un par de veces.

    —Tú eres Ironio, ¿verdad? —preguntó.

    En el auditorio, cuando se nombró a la primera persona, uno de los secuaces de Triple lo golpeó levemente en el hombro para llamar su atención. Triple molesto por ser interrumpido cuando disfrutaba de la ceremonia, dijo:

    —¿Ahora qué? No vez que estoy disfrutando esto. Cuando mencionen a Coletas y vean que no ha llegado, yo Triple, me quedaré con el trofeo.

    El secuaz, sin tener otra opción ante el delirio de su jefe, le gritó en el oído dejándolo casi sordo:

    —¡El enemigo se acerca!

    Metiendo el dedo en el oído afectado, Triple le mencionó con voz fuerte.

    —¡No grites, que no estoy sordo! —Luego reaccionó a las palabras de su secuaz—. ¿Cómo que se acerca?

    Triple empujó a su subordinado y miró por la ventana, y gracias a la luz de afuera divisó a Coletas acercándose al auditorio, además que su semblante no se veía muy pacifico.

    —¿Por qué no me dijiste antes? —preguntó Triple al secuaz—. ¿Qué esperan, holgazanes? Vayan y deténganlo. Sólo faltan pocos minutos para que lo mencionen. ¡Atrincheren la entrada!

    Y así hicieron, salieron, los seis trataron de detenerlo al plantarse en frente de él con los brazos extendidos.

    —Felicidades, Coletas —gritó el menos de todos. Uno de ellos le dio un zape.

    —Tonto. Tratamos de impedir que vaya por el trofeo, no halagarlo para que vaya por el trofeo.

    —Ah, de veras.

    Sin embargo, Coletas se abrió paso entre ellos, sin dificultad, a decir verdad solo se habían plantado con los brazos abiertos, no hicieron gran cosa, y él siguió su camino. Triple, observando toda la escena y sin evitar sentir pena ajena, golpeó su frente con su mano y se dijo a sí mismo:

    —¡¿Qué tengo que hacer todo yo?!

    Y tuvo que bajar las escaleras e ir por Coletas y tratar de que no pusiera un pie en el auditorio.

    En el escenario había un baile y cuando terminara este, anunciarían a Coletas. Detrás del escenario se encontraban Reyd, Hijo, Flor y Rojita. El mayor les informó:

    —Si su amigo, este... —Reyd trató de recordar el nombre del muchacho.

    Hijo estuvo a punto de decírselo, pero Reyd lo interrumpió:

    —No, no me digas. Este... Coletas, sí. Coletas. Si Coletas no llega en este momento, para cuando termine el baile, no podré darle su trofeo. No es que esté en contra de... del que mencione hace rato, es sólo que así son las reglas, y él lo sabe.

    Hijo trató de convencerlo:

    —Pero, señor, yo personalmente se lo puedo entregar. A lo mejor y está... no sé... Por algo llegó tarde. Él no es de los que llegar tarde a menos que sea por algo muy, pero muy importante.

    —Lo siento, chicos. Pero sí —guardó silencio por unos segundos —Pero si el susodicho sabe que la puntualidad es muy importante. Además, él prometió llegar a tiempo. Si tuvo algo urgente que atender debió llamar o avisar para dar el anuncio de que no podía venir. Pero no lo hizo. Así que prácticamente no se va a presentar.

    Sin que nadie supiera, afuera del auditorio, Triple y Coletas se peleaban a puño cerrado. Triple lo abrazó por la espalda fuertemente, para que no se le escapara. En ese momento, una persona pasaba por ahí, seguramente el conserje o algo y los vio por las farolas que los iluminaban débilmente. Sin embargo, por su mente pasó cualquier cosa menos que se peleaban, así que los miró extrañamente, casi con susto. Cuando Triple y Coletas se dieron cuenta de la extraña mirada que les lanzaba esa persona, inmediatamente Triple soltó a Coletas y éste trató de tomar el aire que Triple le había sacado por aquel fuerte abrazo. Se hicieron los inocentes.

    La persona, que aún los veía extraño, se alejó desapareciendo en las penumbras. Triple miró ambos lados para ver si no había otra persona mal pensada y cuando estuvo seguro de que no, volvió a abrazar a Coletas con la intención de que se perdiera la entrega del trofeo. Pero en esta ocasión, Coletas sí se zafó de él y corrió al auditorio.

    Cuando terminó el baile, Reyd iba a nombrar a Coletas y antes de hacerlo, entra el susodicho, por la puerta diciendo:

    —¡Esperen! Ya llegué, ya estoy aquí.

    Reyd, fastidiado por querer sólo ir a la cama, dijo:

    —Como sea. Le entregó este trofeo a Coletas Velasco porque se lo merece y yo ya me voy a dormir.

    Todos aplaudieron.

    Triple, que ya había entrado al auditorio, vio como el señor Reyd le entregaba el trofeo a su enemigo. Se enojó mucho, se dirigió a Coletas.

    —Tú crees que me has vencido. Pero volveré y me vengaré de ti. Ya lo verás...— se detiene. Pues un trofeo casi lo golpea, y muy asombrado miró a Rojita, quien había sido quien lo lanzó.

    La reacción del castaño, provocó la risa de todos, mientras Rojita dijo:

    —¿Querías un trofeo? Ahí lo tienes.

    Con esto, todos vivieron felices, excepto Triple y sus secuaces, pues Triple se desquitó con ellos. Tampoco estaba muy felices Fea; pues ella vive preocupada por Triple, ni Payaso; por estar preocupado por Fea y Jumbo; por no poder comer esa tarde, porque antes de que pudiera tomar comida de la mesa de buffet, los policías lo atraparon.

    Fin...

    —Oigan, esperen— se escuchó la voz de Coletas—. Mi discurso salió genial. No fue tan malo después de todo.

    Ahora sí, fin del capítulo.



    . . .​


    Dulce: Es una joven de caballera rubia, dueña de ojos azul celeste y piel blanca. Es una chica de buena apariencia, suele ser muy honesta a la hora de expresarse o dejar saber su opinión de algo, por lo que suele ser ruda en ese aspecto. Vive con su madre, quien es una mujer divorciada. Su padre vive en la Ciudad y aunque a tenido a oportunidad de vivir con él, a ella le gusta Sosonia. Le gusta Coletas y le disgusta Rojita. Le encanta el azul claro, tiene 16 años. (Dulce Choki).

    Reyd: Él es el alcalde de Sosonia, le gusta su trabajo, aunque la mayor parte del tiempo duerme más que un bebé. Debido a que es la máxima autoridad en el pueblo siempre da los avisos importantes, dirige las ceremonias, fiestas, etc. Tiene una única hija, quien vive en la Ciudad, él es viudo y tiene un hermano mayor. Tiene 43 años. (Reyd Mandamás).
     
    Última edición: 12 Marzo 2022
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Oh, creo que ahora entiendo un poco mejor lo de los personajes, aunque aún me resulta extraño el nombre de Coletas para un hombre, je. Son muchos.

    Ya veo por qué se llama este capítulo el trofeo. Ese Triple sigue empeñado en hacer que Coletas pierda en todo lo que haga. Me resultó divertido el capítulo. ¿Soy yo o todos los nombres de lugares se parecen? El pueblo es Sosonia y el audiotrio... ¿Sonia? ¡Qué simpático! Los secuces de Triple son medio torpes, me fijé.

    Mmm... lamento no poder comentar más, tengo mucho trabajo en estos momentos y debo ponerme al corriente con muchas cosas. Te cuidas.

    Hasta otra
     
  7. Threadmarks: El primer premio
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    ¡Hola gente! Agradezco a las lindas personitas que se toman la molestia de leer mis historias. También por sus comentarios y sus "me gusta". También ustedes me gustan XD Bien, dejaré el siguiente capítulo de esta historia.


    3.- EL PRIMER PREMIO

    Bien, la historia comienza de esta manera:

    Dos días después de la premiación que se celebró en el auditorio Sonia, Coletas se encontraba afuera de su casa, sentado en las escaleras que daban a la entrada a su casa, almorzando unos tacos cuando Hijo llegó para contarle algo, estaba muy emocionado.

    —Coletas, tienes que venir conmigo. Pasa algo en la plaza del pueblo, vamos a ver. Seguro que te encantará.

    —¿De verdad? —respondió el moreno curioso por eso.

    Algo que le encantaba de Sosonia era lo impredecible que solía hacer. Así que, creyendo en las palabras de su mejor amigo, los dos se dirigieron a la plaza, del lado donde la alcaldía, allí Reyd estaba apunto de decir algo. Era medio día.

    —Qué bien. Llegamos temprano.

    Con un megáfono, Reyd comenzó a hablar:

    —Gente de Sosonia, me da gusto informarles que esta mañana, a las cuatro en punto, habrá un concurso cerca del lago MC. Habrá tres pruebas, pruebas que serán dichas hasta el momento, y al ganador se le dará un premio... y un premio, Premio.

    Entre el público, se encontraba Triple, quien decía para sí mismo.

    —Por fin voy a demostrar mis grandes habilidades y le ganaré a Coletas y todos dirán: "¡Mira! Coletas es el más grande bobo". Ganaré este premio y me vengaré. El otro día no funcionó mi plan, pero hoy sí. Esta vez le arrebataré ese premio Premio.

    No muy lejos de Triple, Hijo le comentó a Coletas:

    —¿Qué te parece? ¿No te interesa entrar a la competencia? Eres muy bueno y seguro le ganaras a cualquier oponente.

    Agradándole la idea, Coletas levantó la mano cuando Reyd preguntó si había voluntarios.

    —Perfecto, tenemos a nuestro primer participante, ¿alguien más que quiera demostrar sus grandes dotes?

    De entre la multitud alguien gritó:

    —Yo, yo, yo le entro a la competencia... —El yo, yo, yo gritó, emocionado, cuando Triple lo empujó para informar:

    —Yo señor Reyd, yo acepto competir —Observó a donde su enemigo y lo desafió con la mirada.

    —Excelente, tenemos a tres participantes. ¿Alguien más que se quiera unir? Todavía tienen para pensarlo hasta las cuatro —El mayor bajó el megáfono y dio media vuelta para entrar a la alcaldía—. Mientras tanto tomaré una pequeña siesta —Miró a su secretaria—. Despiértame diez minutos antes de las cuatro.

    Cuando llegó la hora, Reyd condujo a los tres participantes al lago MC y detrás de ellos, los espectadores y, por supuesto, Larry y Harry, los comentaristas que harían más emocionante la competencia. Llegando al lago MC y Mandamás anunció:

    —La primera prueba será una carrera, quien llegué primero a la meta, será el campeón, ya saben cuál es la meta.

    Los tres participantes se colocaron en sus posiciones y al escuchar: "En sus marcas, listos, ya comiencen" empezaron a correr. Triple tomó la delantera, detrás de él yo...yo y al último Coletas. Triple, mirando de vez en cuando por detrás y ver al moreno tan detrás, se dijo:

    —Esta vez Coletas no podrá ganarme, necesitará más que correr —Rio tanto, que perdió energía y sin darse cuenta, Coletas lo rebasó y después yo...yo, por lo que Triple gritó perplejo:— ¡¿Qué?! ¡¿Cómo es que...?!

    Al darse cuenta de su error, el castaño comenzó a esforzarse para volver a tener la delantera, y al alcanzar a yo...yo lo empujó.

    —¡Quítate, tonto! ¡Hazte a un lado!

    Yo...yo cayó al suelo rodando, intentó levantarse pero al intentar caminar, sintió un leve dolor en su tobillo izquierdo. Levantó la vista para ver como Triple le daba alcance a Coletas.

    —¡Juro que me vengaré de él! —soltó frustrado.

    Desde su lugar, Reyd vio todo lo sucedido y este en vez de amonestar a Triple por lo que hizo, se dijo que aquello era el espíritu de la juventud y de la competición.

    —Oye amigo, al parecer el alcalde ignorará lo ocurrido —habló Harry volviendo su vista a su compañero de oficio.

    —Al parecer —contestó Larry—. Triple quiere ganar a como de lugar esta competencia, aunque con ello tenga que hacer trampa.

    —Eso me parece detestable... oh, pero mira lo que intentará, ¿tan desesperado está?

    —Lo veo, compañero, Triple ha decidido tomar un pequeño atajo cruzando directamente por el bosque Misterioso.

    Así era, Triple decidió no rodear y salir directamente por la orilla del bosque, porque Coletas había ahorrado energía cuando empezó la carrera, por lo que en ese punto él estaba tan cansado que aunque se esforzara no ganaría. En un principio iba tomando la delantera.

    —¿Escuchas eso compañero?

    —Así es, Harry, al parecer Triple se ha llevado una sorpresa y esos gritos que se alcanzan a escuchar no son de felicidad —se le escapó una risita.

    —No por nada el bosque Misterioso tiene ese nombre, sabrá él lo que se concentró allí... ¡Coletas ha tomado la delantera y Triple recién sale del bosque!

    —El castaño intenta tomar la delantera, pero es imposible, para que está sufriendo dolores, sus muecas lo delatan y su forma de correr.

    —Al parecer alguien a sufrido lo mismo que hizo, ¿no te parece, Larry?

    —¡El ganador indiscutible de esta carrera fue Coletas Velasco!

    Una vez que Triple llegó a la meta se arrodilló y abrazándose como si quisiera mitigar un escalofrío, susurró:

    —Pero qué... ¿qué hay ese bosque?

    Los espectadores comenzaron a gritar felices por el ganador, y fue cuando Reyd, quien había tomado una siesta, despertó, algo norteado.

    —¿Qué? ¿Qué sucedió? ¿Quién ganó? ¡Felicidades al ganador! ¿Puedo irme a casa?

    —Señor Reyd, vaya a felicitar

    —Está bien... —suspiró, se dirigió al ganador —. Felicidades a... este...

    —Coletas, señor.

    —Sí. Felicidades a Coletas por ganar la primera etapa, ahora pacemos a la segunda prueba que consiste en llegar a la otra orilla del lago MC.

    —¿Eh? ¿Al lago? ¿Orilla? —Triple se incorporó de inmediato—. ¿No vamos a nadar, verdad?

    —No, no, remarán.

    —Así es espectadores —informó Larry—. La segunda prueba consiste en llegar a la otra orilla del lago MC en botes. Quien llegue primero a la orilla será el ganador. ¿Quién crees que gane, compañero?

    —Es una excelente pregunta, colega, si Triple no hace trampa mi voto sería para Coletas, definitivamente.

    —Estoy de acuerdo contigo, Harry, al parecer a Triple no la agrada mucho la idea de esta prueba, se le ve más pálido que el pico de una montaña nevada.

    Una vez en la orilla del lago, a los dos participantes se les dio un pequeño bote, los dos se subieron, Triple se agarró con fuerza al sentir que el bote te tambaleaba. Era cierto, le daba terror el agua, pero armándose de valor y mirando a su enemigo, le lanzó una mirada desafiaste y con ese sentimiento de darlo todo en esa carrera, remó todo lo que puso cuando el gritó de salida fue dado.

    —¡Aquí el ganador será el que tenga mejor resistencia y fuerza en los brazos!

    —No cualquiera sabe remar. El remar es un arte. Coletas a se le está dificultando un poco, a pesar de que empezó con ventaja.

    —A Triple también, pero a dado la remontada. ¡Triple a remontado a mitad de camino! —gritó Harry— . A conseguido dominar el bote. Triple tiene la ventaja ahora.

    —Coletas no parece rendirse, al parecer ya a dominado el arte del remo, un poco tarde, pero quizá lo logre esta vez. ¿Qué opinas, compañero? ¿Crees que Coletas tenga oportunidad?

    —Probablemente, Coletas a alcanzado a comenzado a maniobrar muy bien la barca.

    En eso, cuando vio que alcanzó a rebasar a su rival, Triple comenzó a sentir como sus pies se iban mojando. ¿Por qué? Asustado tragó saliva y sin desear mirar abajo, lo hizo, su rostro quedó blanco como un papel cuando notó que el bote se estaba llenando de agua poco a poco.

    —¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ayúdenme, no sé nadar! —comenzó a gritar cuando su bote se iba hundiendo.

    —Y el ganador de esta prueba fue Coletas de nuevo.

    En el bote, Triple remó cuanto pudo hasta la orilla, hasta que el bote se hundió completamente, Triple en el agua movía los brazos como loco.

    —¡Por favor! ¡Ayúdenme! ¡No sé nadar!

    Pataleó y pataleó hasta descubrir que el agua le llegaba a las piernas. Se puso como jitomate cuando se dio cuenta de eso. Salió todo empapado del agua mientras alguien despertaba a Reyd, quien se acercó a los participantes y declaró:

    —Tenemos un ganador, así que le entregó este premio a... — trató de recordar el nombre del chico.

    —¡Coletas! —gritó alguien de entre el público.

    —Sí, Coletas. Le entrego este premio a Coletas porque ganó estas dos carreras.

    —¿Pero cómo? —gritó enojado Triple, haciendo entre la multitud—. Pero, usted dijo que eran tres pruebas y solo hemos hecho dos.

    El señor Reyd respondió a Triple pero dirigiéndose al publico:

    —Sí, son tres. En realidad la tercera prueba iba a servir como un desempate, pero ahora que un participante ganó las dos, pensé en que el premio Premio se lo otorgaré a quien complete la última prueba, que es un tanto especial. El primero en traer la flor Atikulta, que sólo se puede encontrar en la montaña, será el ganador definitivo.

    —Así que la última prueba es escalar una montaña y traer —dijo Harry a Larry—. Muy surrealista, ¿no lo crees?

    —Escuché que con esa flor se puede hacer un té que te ayuda a conciliar el sueño muy rápido.

    —Ahora todo tiene sentido.

    —En la última prueba, Triple fue muy desafortunado, pero debido a la naturaleza de la misma, no pudo hacer trampa, pero ¿crees que intente hacer algo ésta vez para obtener sí o sí la victoria?

    —Una excelente pregunta, Larry, pero algo me dice que no desistirá en ganar a como de lugar esta prueba.

    Con esto, los dos concursantes estando preparados para la carrera, comenzaron a correr y escalar en busca de aquella mítica flor. Triple, como siempre, se dijo a sí mismo:

    —Esto será muy fácil. Oh, va a ser tan fácil, cómo quitarle un dulce a un bebé. Está vez ganaré —Volvió a reír.

    Mientras tanto, nadie vio como del lago, salió yo...yo, cojeando, con una mueca de dolor en su rostro, pero satisfecho cuando vio el taladro manual que tenía en las manos. Por fin se vengo de Triple y estaba dispuesto a hacer que Triple no ganara la última prueba, pero al ver donde sería, con su tobillo lastimado no llegaría lejos. Así que tendría que hacer pensar en otra cosa.

    En la cima de la montaña, Triple se dijo, tratando de buscar esa extraña y exótica flor de Atikaluta, pero sin resultados favorables, se asombro cuando observó a su rival y que bajando cuidadosamente ya tenía esa flor. Muy enojado, Triple, al descubrir esto, dijo:

    —¡¿Qué?! Esa flor es mía. Yo la encontré primero.

    Sin más, se fue tras Coletas para quitarle la flor y reclamar lo que no era suyo. Como Coletas no se iba a dejar quitársela, ya que le costo mucho trabajo encontrarla, comenzaron a pelear y, en una de esas, Coletas soltó la flor y esta cayó a unos pocos metros, así que Triple presuroso bajo para poder tenerla y cuando la consiguió, equivocadamente piso mal una roca y tropezó, provocando que rodara. El joven rodó cayendo hasta abajo y hasta que llegó abajo, no dejaron de escucharse sus gritos de dolor. Pero eso sí, la flor lo acompaño todo el trayecto, por nada iba a perderla.

    Una vez abajo, completamente agotado y arrastrándose hasta llegar a donde los observadores y sin poder levantarse del suelo, dijo:

    —Miren todos, yo Triple J. de Lizaldy traje la flor, no Coletas. Le he ganado a Coletas —y con gran sacrificio levantó la mano para enseñar la flor —He sido yo, no él.

    —Sí Triple, ya la vimos —respondió Reyd—. Traigan el premio. Triple se lo ha ganado.

    Al escuchar eso, fueron como las fuerzas de Triple, pues se levantó realmente feliz.

    —¡Sí! Mi primer premio. ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —Rio contento —¡Auch! —el dolor en todo su cuerpo hizo que dejara de reír.

    Alguien se abrió paso por entre la multitud y yo...yo se acercó apoyado en una muleta.

    —Aquí está el premio, señor—dijo entregando una caja muy adornada a Reyd.

    Reyd la tomó y luego se la dio a Triple, quien muy emocionado, la tomó y abrazándola casi con expresión de enamorado, mencionó:

    —¡Por fin gané! ¡Yo le gané a Coletas!

    Triple abrió la caja y se quedó boquiabierto, tanto así, que la baba resbaló por su barbilla, luego, absorbiéndose la baba, gritó enojado:

    —¡¿Cómo?! ¡¿Qué?! ¡¿Quedé tan molido para ganar una caja de donas?! —se volvió a Coletas diciéndole—. Tú crees que estoy vencido... auch... pero no lo estoy... auch... auch... ¡Volveré!... ¡auch!... a vengarme... auch, auch, auch.

    Así, Triple se fue a su casa a descansar. Viéndolo partir, Coletas se dirigió a Hijo y le preguntó:

    —¿Qué le sucede? ¿Cuál es su problema?

    —No tengo ni la menor idea —contestó Hijo sin importarle mucho—. Vámonos.

    Y allá, un poco retirado de los espectadores, yo...yo, miró con triunfo el premio chapado en oro mientras se decía con júbilo:

    —Nadie se burla de mí. Benji Benjino merece este premio... o sea, yo.


    . . .​

    Larry y Harry: Ellos son los comentaristas quienes le ponen emoción a cierto suceso y competencias. Son dos buenos amigos que se conocieron en su oficio. Harry (38 años) es el más ímpetu de los dos mientras que Larry (39 años) es más centrado y lógico.
    (Enrique "Harry" Vallarta y Lázaro Roel "Larry" Ríos).
     
    Última edición: 17 Marzo 2022
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  8. Threadmarks: El reino del mal (Primera parte)
     
    Sonia de Arnau

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    Bien, les traigo el siguiente capítulo.


    Ahora sí, la primera parte del siguiente capítulo. Lo siento, éste es demasiado largo como para ponerlo todo.

    4.- EL REINO DEL MAL (Primera parte)

    La noche había caído en Sosonia. Flor se encontraba en casa de Rojita, porque ella la había invitado a una fiesta de pijamas. Hablaron de varios temas, y entre esos, Flor comentó sobre la fiesta que los cocineros planeaban celebrar en el restaurante Los Mil Gustos, mañana por la tarde.

    —Claro que me gustaría —comentó la pelirroja mientras tomaba su cámara—. No voy a perder la oportunidad de sacar fotos increíbles.

    Flor rio algo divertida y su amiga levantó una ceja al no saber la razón de su actuar. Al dar cuenta de eso, la morena aclaró:

    —No me refería a eso. Lo que quería saber es si irás con Coletas, ya sabes, más como pareja que como amigos.

    Rojita no evitó sonrojarse ante esa idea.

    —Iremos los cuatro como siempre, ¿no?

    —Pero habrá una sección en donde pondrán música para bailar —Flor miró como su amiga parecía querer ocultarse detrás de la almohada, avergonzada—. Hijo y yo bailaremos y muchas parejas más, ¿qué harán ustedes cuando eso suceda, solo ver y ya?

    Todavía no sucedía eso cuando Rojita terminó ocultando su rostro en la almohada al imaginarse lo incómodo que sería eso. Estar los dos allí, quizá sentados en una mesa, mientras observan

    —Ahora hiciste que pensara en esa posibilidad —dijo ella con voz ahogada por la almohada.

    —Yo solo lo comento esa posibilidad. Él te gusta, ¿verdad?

    Rojita, aún sonrojada y sin descubrir su rostro, asintió. Por lo que Hijo le ha dicho, a Coletas también parece gustarle Rojita, así que solo se necesitaba que uno de ellos diera el primer paso para que su relación se transforme en un noviazgo. Sin embargo, ninguno parece querer hacerlo, por alguna extraña razón, tal vez porque ni Hijo ni ella quieren interponerse y no saben que si uno habla el otro lo aceptará.

    La mañana había llegado y los pueblerinos estaba ansiosos de que la fiesta en Los Mil Gustos llegara, se decía lo increíble que iba a estar. Coletas se dirigía a casa de su mejor amigo para invitarlo a jugar al básquetbol cuando se detuvo en seco cuando escuchó que alguien lo llamaba. El joven cerró los ojos, no era necesario ver a la persona, sabía quién era.

    —Hola, Dulce —saludó él volviéndose a ella.

    —Coletas, como sabes, hoy en el restaurante habrá una fiesta, así que estaba pensando en invitarte. ¿Quieres ir a la fiesta conmigo esta noche?

    Coletas no respondió nada. En realidad, no sabía que decir.

    —Sé que nadie te ha invitado.

    —Por lo que sé no es una fiesta para parejas.

    —Eso ya lo sé, pero es obvio que muchas parejas irán, habrá una sección para ellas.

    —Yo no sé bailar, en realidad.

    —Es es lo de menos... —Lo tomó del brazo—. Yo te puedo enseñar lo básico.

    —Gracias, Dulce, por la invitación —Se separó de ella—, pero iré con mis amigos. Solo iré para divertirme y pasarla bien.

    Dulce lo miró con seriedad, y luego sus labios dibujaron una sonrisa.

    —En pocas palabras, rechazas mi invitación. No quieres salir conmigo.

    —Lo siento.

    Un tanto molesta por eso, la rubia se aleja de allí, pero no se daría por vencida, solo era cuestión de tiempo que el moreno se diera cuanta de sus encantos. En el camino se encontró con Mio, quien al principio lo ignoró, pero cuando él se plantó a su frente, ella le prestó atención.

    —¿Sí? —preguntó ella levantando la ceja.

    —Este... yo, emm, ¿qui- quieres? ¿Sí?

    —¿Quieres que vaya a la fiesta contigo?

    Mio Natan asintió y ella resopló a la vez que llevaba un mechones de su cabello hacia atrás.

    —No quiero lastima. Quizá no vaya.

    Ya llegada la tarde-noche, todos los jóvenes se encontraban en la fiesta de Los Mil Gustos. Los tres cocineros, Jefe, Remmy y Coo organizaron esta fiesta para los joven, porque decían que la juventud solo se vive una vez y que debían disfrutar mientras estaban de vacaciones. También quisieron hacer algo para las parejitas y traerles una excusa para que esas personas enamoradas se atrevieran a confesarle su amor a esa persona especial. Así que todo joven menor de 24 años estaba invitadas. Con ayuda de Reyd Mandamás, quien les proporcionó capital, se pudo hacer la fiesta.

    Aquellos joven estaban disfrutando mientras comían, bailaban y bebían (refresco, porque no se permitía la cerveza, ni el vino tinto, ni el blanco, bueno, no permitían nada que tuviera alcohol). Triple entró, siendo acompañado por cuatro de sus secuaces.

    —Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó el mayor de sus secuaces.

    —Comer... espero —comentó otro de ellos—. Y divertirse.

    —No. El plan es hacerle pasar una vergüenza a Coletas, mi enemigo.

    —Ah... —dijeron al mismo tiempo los cuatro. Triple los miró.

    —No se emocionen tanto —comentó irónicamente.

    —¿Por eso traemos esa caña de pescar? —Apuntó uno de ellos el objeto.

    —Esta no es simplemente una caña de pescar, es una súper caña de pescar. Puede cargar con el peso de una persona.

    —Ohh.

    Triple los volvió a ver, ahora si se les veía muy emocionados.

    —Por eso los traje aquí, para que me ayuden a cargarlo. Vamos.

    Los cinco se dirigieron a la segunda planta, pasando por la cinta que decía no pasar pues para esa ocasión el segundo piso estaba cerrado. Se acercaron a donde Coletas estaba parado mientras platicaba con sus amigos. Triple sonrió con malicia, el muy inocente no sabía lo que le esperaría. Lo cargaría un poco para que pareciera ser la simple piñata de la fiesta.

    Comenzó a carcajearse al imaginó como éste comenzaría a moverse y aletear como loco para soltarse mientras todas la miradas se posaban a él y todos reían. Entre su hilarante imaginación comenzó a descender el anzuelo y cuando el anzuelo tomó el cuello de la camina, comenzó a subirlo con la ayuda de sus secuaces. Éste comenzó a moverse frenéticamente.

    —Es más pesado de lo que pensé... —dijo.

    Su plan estaba funcionando, empezó a escuchar que algunos decían a otros que mirar allá. Triple, desde su posición pensó que había ganado, pero entonces la personas, que pensaba era Coletas, fue más fuerte y desistieron, soltando el mango.

    —No solo es más pesado, es más fuerte de lo que calculé.

    Entonces Triple se asomó y tragó saliva con dificultad al ver que no fue a Coletas a quien había tomado, sino a Rayo Veloz.

    —¡Rayos! Es Rayo —se dijo Triple asustado mientras juraba que había visto los ojos de Rayo reflejar llamas de fuego.

    Con toda la intención de correr y salir de allí lo más rápido posible, se dirigió a las escaleras y correr como nunca en su vida, pues sabía de lo que era casas hacer aquel joven de diecinueve años. Fue demasiado tarde. Rayo lo esperaba en el pie de las escaleras, tronando sus dedos con mucho gusto. El castaño bajó los hombros, rendido.

    —Acabemos con ésto —se dijo mientras bajaba las escaleras y encaraba al joven de cabellera negra con rayos blancos y ojos tan negros como la misma noche.

    Cinco minutos después.

    —Mi primer plan no funcionó —se dirigió a sus secuaces mientras estos no dejaban de ver su ojo morado—. Pero el segundo si va a funcionar: le echaré encima el ponche a Coletas, de forma "accidental". Será la atención de todos los presentes, todos verán su vergüenza —intentó reír de forma maléfica, pero no podía porque sus secuaces no dejaban de verlo.

    Tener ese tipo de atención lo ponía algo nervioso.

    —¿Nunca habían visto ésto? —alzó la voz—. ¿Quieren que les haga uno para que puedan verlo cuando quieran?

    Ellos dejaron de mirarlo y aparentaron mirar a otro lado.

    —No sé porque los traje, definitivamente no sé —se decía molesto mientras llenaba un vaso con ponche y luego se, mientras refunfuñaba que esa velada estaba siendo de lo peor.

    No obstante, se en contentó de forma inmediata al imaginar que ese plan no podía fallar, era tan simple como acercarse y vaciar el liquido en su ropa, ¿qué podía salir mal? Estaba apunto de llegar que a su rival cuando de forma accidental chocó con alguien de la multitud y en un intento para no caer, se sostuvo de alguien empujándolo, provocando que no solo él derramara el ponche en la ropa de susodicho, sino que el susodicho derramara su propia bebida en él mismo.

    —¿De nuevo tú?

    Triple levantó la vista y le sonrió a Rayo, quien en ese momento parecía una tetera echando humo.

    —Ah, los accidentes, como ocurren de repente, ¿verdad?... Oh, terminemos con ésto, por favor.

    Dos minutos después, Triple se encontraba sentado en las gradas que llevaban a Los Mil Gustos, con los dos ojos morados, miraba el infinito del cielo estrellado. Dejó escapar un suspiro. Todo lo malo que le sucedía era por culpa de Coletas, definitivamente. Eso pensaba.

    "Solo, no tengo a nadie..."

    El castaño volteó y vio a uno de sus secuaces y le indicó enfadado:

    —¡Déjame en paz! ¡Estoy tratando de pensar cuál será mi próximo movimiento!

    El secuaz regresó a la fiesta y Triple siguió pensando.

    —Tal vez...no. Puede que... no eso también pude fracasar.

    Tal vez por ahora tendría que posponer su venganza. Se levantó dispuesto a regresar a casa cuando a lo lejos vio a alguien peculiar, a alguien que pocas veces se le veía bajar hasta el centro de Sosonia. Este personaje, que era de la misma edad que él o de Rayo, con rostro muy serio, se detuvo frente al castaño, sus ojos verdosos lo miraron. Su cabello rubio platino contrastaba con esa oscura noche.

    Los dos mantuvieron la mirada, una mirada muy seria. Todos en el pueblo sabían que era el dueño de una enorme mansión que se ubicaba detrás del final del bosque de Sosonia, en los limites del territorio de Sosonia. En el pueblo se había ganado varios apodos, uno de ellos era "El conde Posesivo" o el "Millonario Gringo".

    —No sabía que era una fiesta de disfraces.

    —¿Eh? —soltó Triple, no comprendió, o para su salud mental, fingió no entenderlo.

    —¿Vienes disfrazado de mapache? —Lo miró, después se giró y se encaminó hacia un arbusto y cortando una flor, se la colocó encima de la cabeza—. ¿Parezco una maceta? ¿Estará bien este disfraz?

    Por alguna extraña razón a Triple le nacieron una enormes ganas de golpearlo al sentirse algo decepcionado. Aquel personaje volvió su vista a Triple pero no dijo nada, era como si esperar algo.

    —¿Puedo ayudarte en algo? —terminó preguntando.

    —That costume sucks.

    No supo lo que dijo pero de verdad le nacieron ganas de golpearlo. Se limitó mirar como ingresaba al restaurante y él decidió irse a casa a descansar.

    Al día siguiente, en el restaurante Los Mil Gustos, los tres cocineros mantenían una conversación sobre la fiesta de anoche. Jefe Huerta era el chef líder. Remmy Picasso era el cocinero más creativo y quien propone nuevos y deliciosos platillos. Huerta como Picasso tienen 35 años, el menor de ellos, con 33 años, era Coo Malecón, el cocinero más distraído, pero siendo un excelente compañero de cocina.

    —¿Saben quienes fueron quienes me sorprendieron al asistir a la fiesta? —preguntó Jefe.

    —¿Hablas de que Michigan, el extranjero? ¡Cielos! Eso sí que fue muy raro. Pocas veces se le por estos lares —respondió Coo.

    —Hasta el hijo de la señora Veloz, estuvo aquí —comentó Remmy.

    —Es cierto... su nombre es Rayo, muy raro verlo fuera de casa —dijo Jefe—. Pero me alegra que se hayan animado a salir —Observó los platillos listos para la mesa tres—. Hablando de salir...

    —A mí no me mires —tomó la palabra Remmy—. Yo atendí a los clientes todo el día de ayer. ¡Todo! ¿Escuchan? Todo el día.

    Ambas miradas se dirigieron al menor.

    —A mí ni me miren —dijo Coo a la defensiva—. Yo los atendí toda la semana pasada... excepto ayer. Jefe, es muy raro verte a ti atendiéndolos.

    —Pues yo tampoco iré —comentó Jefe decisivo, luego pensándolo bien siguió—: Pero la gente no tiene la culpa de que no tengamos mesero.

    —Es verdad, ya le hemos dicho al señor Mandamás que haga algo al respecto —habló Coo.

    —En esas cosas él no puede ayudarnos. La mayoría de las personas suelen ir a la ciudad a trabajar. Y no a muchos les gusta atender a las personas —dijo Remmy—. Hagamos un piedra papel y tijeras. La clientela no puede esperar toda la vida.

    De esta forma decidieron utilizar el asar.

    —No puedo creer ésto. Yo soy el chef —salió refunfuñando Jefe Huerta de la cocina—. Mi deber es estar en la cocina...

    Se dirigió a la mesa tres y dejó los platillos y las bebidas que pidieron y luego atendió a los clientes de la mesa cinco y dispuesto a regresar a la cocina, vio a Ironio Xocoyote, un niño que acababa de cumplir los 10 años, y a decir verdad era un misterio pues nadie sabía de dónde vino, quienes eran su padres, dónde exactamente vivía o si siquiera tenía un tutor. Solía ser un niño muy callado.

    Al principio se creyó que estaba de vacaciones junto a sus padres. No era extraño tener ocasionalmente a gente de la ciudad pasando un par de días en Sosonia de turistas, hasta existe un pequeño hotel para ellos, pero de eso hacía poco más de un años e Ironio continuaba allí. Él solía sentarse en la mesa cerca de la cocina, a diferencia de todos los demás, parecía gustarle ese lugar.

    —Hola Iro —lo saludó amablemente—. ¿Lo de siempre?

    —Hola chef Jefe, sí, por favor —contestó el joven tan serio como es.

    —Por cierto, ayer no te vimos aquí, en la fiesta.

    —Tenía algo que hacer.

    —Ah, tengo que darme prisa —volvió su vista al grupo de cuatro amigos que ingresaron y tomaban asiento en la mesa cuatro.

    El chef volvió a la cocina, entregó las ordenes a sus compañeros y luego salió para tomar la orden de Coletas, Rojita, Hijo y Flor.

    —Hola chicos, ¿qué van a pedir?

    —Un caldo de res —pidió Coletas.

    —A mí tráigame lo mismo por favor —informó Rojita.

    —Yo quiero —Hijo pensó un poco tras ver la carta. Había tantas cosas tan buenas que no podía elegir una—: Yo quiero un famoso Moaito a la fritanga y... una masacota al cebiche*.

    —La mascota al cebiche con o sin salsa roja.

    —Como se debe preparar el original.

    Jefe apuntó en la libreta y luego volvió su vista a la última. Flor pidió una ensalada de camarones.

    —Tú siempre pides lo mismo cada vez que venimos —dijo Hijo.

    —La ensalada es lo que más me gusta.

    —Deberías de probar las especialidades del chef Remmy, están buenísimas.

    —Algún día... tal vez.

    Hijo miró a su novia.

    —Pero se supone que si uno viene a un restaurante tiene que pedir algo diferente a lo que se suele comer, y siempre comes tus ensaladas.

    —No necesariamente, Hijo, uno viene para que alguien más haga la comida por uno...

    Con aquello empezó una discusión de lo que significaba venir a un restaurante mientras Coletas y Rojita se miraron y no evitaron sonreír, divertidos. Al par de minutos, Triple ingresó al restaurante, aquel día tenía ganas de cambiar un poco de aires. Estaba dispuesto a tomar asiento cuando vio a Coletas, subió los hombros con tensión, ¿a caso no podía venir a comer algo a gusto sin que él se interpusiera en su camino?

    Mientras buscaba una mesa, continuaba mirando a Coletas como si éste estuviera al acecho y en cualquier momento brincaría y atacaría a su presa. Se sentó en una de las mesas cercanas a la entrada.

    —¿Por qué mis planes nunca funcionan? ¿Cuál es el error? —comenzó a decirse, recordando el día de ayer, el día de las carreras, cuando dieron el trofeo—. ¡Ah! Sigo hablando solo. Aparte de que mis planes no funcionan, ¡hablo solo!

    En eso, la figura de una persona ingresó al restaurante, Triple la reconocí como el loco del disfraz de maceta, lo siguió con la mirada hasta que éste se sentó a su lado, se le veía muy enojado y empapado.

    —¿Pasó algo? —se atrevió a preguntar cuando lo escuchó balbucear en su idioma.

    —¿Eh? Ah... no sabía que estabas aquí —le contestó Michigan con su extravagante acento.

    —¡Genial! Ahora, aparte de que mis planes no funcionan y de que hablo solo, también soy invisible.

    —¿Qué planes? —inquirió el extranjero.

    —¿Cómo? Ah, no, suelo hablar solo. Me lo decía a mí. Entonces, ¿qué te pasó a ti?

    —¿Acaso no me ves? Lo que pasa es que estoy mojado porque me corrieron de ¡mi bosque! Unos tontos pistoleros.

    —Ah caray, ah caray —dijo Triple asustado—. ¿Pistoleros?

    —Sí, pistoleros. Unos pistoleros, pero con unas pistolas de agua.

    —Ah, eso tiene más sentido, pistolas de agua... espera, ¿tu bosque? ¿Qué bosque?

    —El que queda allá —Apuntó la dirección—. Espera, no, creo que queda allá.... ¿o era esa dirección?

    —Espera, amigo, sé a que bosque te refieres...

    —¿Amigo? ¿Somos amigos? —Sus ojos parecieron brillar con emoción.

    —Ah, bueno... —Solo dijo eso porque no sabía cómo referirse a él—. ¿Cuál es tu nombre?

    —Yo soy Michigan City, mucho gusto.

    Triple apretó su mano mientras él se presentaba:

    —Yo soy Triple J. de Lizaldy.

    —¿J? ¿La J de que es? —se vio muy interesado.

    —La J es de "qué te importa".

    —Mmm, así que Triple "qué te importa" de Lizaldy. Un nombre muy extravagante, he de decir.

    Triple frunció el ceño. Realmente tenía muchas ganas de golpearlo.

    —No más que tu nombre —fue lo que atinó a decir.

    El castaño sintió un escalofrío al ver como Michigan lo miraba con mucha seriedad. ¿Había dicho algo raro?

    —Sí, tu nombre, Michigan.

    —Ah sí, sí —Sonrió—. Es muy extravagante, ¿verdad? Mi nombre. En pocas palabras estoy muy enojado porque tres personas se atrevieron a correrme de mi bosque. Mío, mío, mío, mío, mío...

    En eso Mio Nathan se acercó:

    —¿Me hablan?

    —No. A ti ni quien te pele** —dijo Triple con tono molesto.

    —Oh, ahora entiendo, por eso está tan greñudo —apuntó Michigan realmente sorprendido.

    Y Triple, mirándolo con irritación, informó:

    —No me refiero a eso, sino a... ¡Bah! Olvídalo.

    Mio se retiró, diciéndose tristemente:

    —¿Por qué siempre me pasa eso a mí? Pero, no importa, esta canción siempre me consuela: "Nadie me quiere, todos me odian, mejor me como un gusanito. Le quitó la cabeza, le saco lo de adentro. Que rico gusanito". Aunque sea alérgico a ellos.

    Los dos miraron extrañados a Mio alejarse, en eso llegó Rayo, quien al verlos con caras de pocos amigos, preguntó, solo por preguntar, pues no estaba interesado en sus posibles respuestas.

    —¿A ustedes que les pasa? Parece que vieron un fantasma.

    —Oh, no —respondió Michigan—. Era mucho peor que un fantasma y mucho más greñudo.

    Triple se dirigió a Rayo ignorando por completo al loco extranjero:

    —Ven Rayo. Siéntate en la mesa de los fracasados.

    —¡¿Qué me crees un fracasado?! —gritó Rayo enfurecido, todavía no olvidaba las cosas que ayer le hizo—. ¿Tienes ganas de que te de vuelva el color a tus ojos?

    —¡No, no, no! Claro que no creo eso —respondió Triple asustado subiendo sus brazos a la altura de su pecho, en manera de defensa. Fue accidental lo que dijo, pero sintió que el joven bravucón iba a golpearlo.

    Sin dejar de mirar a de Lizaldy amenazantemente, Rayo se sentó y volvió a repetirles la pregunta, un poco más fuerte para que lo escucharan:

    —¿Y a ustedes que les sucede? Tienen rostros melancólicos.

    —A mí me pasa que —el primero en responder fue Triple—, intente lo que intente, no puedo vengarme de Coletas —recargó sus codos en la mesa y se tomo la cabeza con sus manos y continuó con voz frustrada:—. Mis planes no funcionan.

    —Y lo que me sucede a mí es que —ahora fue el turno de hablar de Michigan—, todos me corren de mis propiedades. ¡Y son mías!

    Después que Michigan dijo eso, los tres se quedaron un momento callados, pensando en sus propios problemas. Jefe llega, les toma sus orden y una vez que el chef se retira, Triple mira a sus compañeros y suelta un:

    —¿Qué tal si nos aliamos?

    Rayo y Michigan voltearon a ver al castaño y Michigan dijo:

    —Es la peor idea que he oído en toda mi vida, greñudo.

    —¿Sigues con los greñudos? Greñudo —contestó Triple algo enojado, no tenía idea de que Michigan fuera tan irritante. Mejor se hubiera quedado con la versión de personaje misterioso.

    —¡A ver, ya basta, greñudos! —alzó la voz Rayo, molesto—. La idea que tuvo Triple no es tan mala. Podemos unirnos, idear un plan y que el pueblo de Sosonia se dé cuenta que yo, digo, nosotros, somos los reyes.

    —Claro que es una excelente idea —informó Triple, presumiendo—. Todas mis ideas son buenas, ¡muy buenas!

    —¿Ah, sí?— inquirió Rayo sin creerle nada y sarcástico, informo:—. Son tan buenas, que tus planes para vengarte funcionan a la perfección, ¿verdad?

    Triple lo miró con furia y tratando de calmarse para no irse contra él —sabiendo de antemano quien sería el vencedor (Rayo) —informó:

    —Qué tal si mejor nos vamos a otro lugar a hablar, sobre —miró ambos lados para ver si nadie los espiaba—, ya saben que.

    —¿Qué de qué? —preguntó Michigan sin entender y también mirando a los lados.

    Triple y Rayo le lanzaron una mirada de: "Lo voy a matar por ser tan idiota".

    —Me parece bien —opinó Rayo—. ¿A dónde iremos?

    —A mi casa —propuso el castaño.

    —¿Y por qué no a la mía? —se interpuso Michigan.

    Triple dejó escapar un suspiro.

    —Porque tú vives hasta el fin del mundo y mi casa está más cerca que la tuya, ¿otra pregunta, señor Michigan?

    Con eso en mente, una vez que terminaron de comer, estos tres personajes se dirigieron a casa de Triple, sin que nadie supiera que aquella extraña unión de estas tres personas iba a terminar perjudicando a Sosonia.



    *Son algunos de los platillos "inventados" por el chef Remmy. A pesar de los nombres poco apetitosos, las creaciones de Picasso son para chuparse los dedos.

    **Es una expreción para decir que a esa persona nadie le presta atención. "A tí ni quien te pele = A tí nadie te hace caso."

    Gracias a todos los que lee.


    . . .

    Michigan: Es una persona que vive muy, muy alejado del pueblo. Vive solo y a todo le dice que es suyo y su refrán es “todo lo que veo es mío”. Es muy posesivo, tiene 19 años, su nombre verdadero es... lo sentimos, información que debe leer. (Michigan City).

    Rayo: Tiene el cabello negro con rayos blancos y ojos negros. Es el bravucón de Sosonia. Todos lo respetan y le tienen miedo, aunque le tienen más miedo que respeto; no pueden hacerle nada porque se enoja con facilidad. Tiene 19 años. (Rayo Veloz).

    Iro: Él es un niño muy extraño, nadie sabe de dónde sale, por qué vino, porque llegó a Sosonia solo, tampoco saben quiénes son sus padres, él sólo aparece en las situaciones serias. No saben dónde vive y a veces, no se ve por el pueblo. Tan sólo cuanta con 10 años. (Ironio Xocoyote).
     
    Última edición: 17 Marzo 2022
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Oh, ¿más largo de lo que me pareció? Vaya... tienes imaginación.

    Jajaja, así que esos tres se unieron para demostrar que son lo reyes... sí pero los reyes de los tontos, jajaja. Ok, Rayo y Triple me parecen apenas lo suficientemente competentes como para lograr un buen plan, pero ese Michigan... sí, es la primera vez que sale pero como es medio idiota, ¿no?

    Ah, sí, a veces los padres no se portan a la altura de su nombre de "padres" jajaja, por lo menos el mío no ha perdido esa niñez que caracteriza a pocos, jajaja. Es muy juguetón y por eso Todd y Braket me han caído bien... Oye, ahorita que me fijo bien, no pusiste ficha de Todd, aunque parece ser que es papá de Flor y que se lleva bien con el papá de Hijo... Espero que para la próxima nos pongas la ficha de él.

    Bien, el capítulo (la primera parte) me hizo reír mucho, sobre todo por la fiesta y que no le salían los planes a Triple, jajaja. Sus secuaces siguen siendo geniales. Espero la otra parte con ansias.

    Hasta otra.
     
  10. Threadmarks: El reino del mal (Segunda parte)
     
    Sonia de Arnau

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    Sosonia: Un pueblo singular
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    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    4071
    Es cierto, cometí ese error, lo siento. Dejo la ficha de Todd y la parte dos del capítulo:​

    Todd: Es el padre de Flor, tiene un negocio de jugos, ubicado frente la donería de Braket. Algunas veces puede ser juguetón debido a que su mejor amigo es Braket, su color favorito es el café y tiene 35 años. (Todd Remus).

    4.- EL REINO DEL MAL (Segunda parte)

    —Entonces, ¿a dónde vamos ahora? —preguntó Hijo cuando el grupo de amigos salió de Los Mil Gustos—. ¿Nos echamos un dos versus dos en básquet?

    —Me agrada la idea —opinó Coletas—. Pero tengo que darle de comer a Reloj.

    Cuando dijo eso, Flor le dio un codazo a Rojita, ella miró a su amiga y Flor le susurró:

    —Acompáñalo.

    —No puedo.

    —¿Por qué?

    —¿Por qué lo haría?

    —Es tu última oportunidad —Flor volvió su vista a los varones—. Yo también tengo que ir a alimentar a Rabitt —Tomó a Hijo del brazo—. Por cierto, Coletas, Rojita quiere decirte algo.

    Rojita le lanzó una mirada su mejor amiga, sus ojos preguntaban por qué le hacía eso, poco después volvió su vista a los ojos de Coletas, quienes la miraban, evitó sonrojarse. Aquellos orbes negros reflejaban un brillo que a Rojita le encantaban.

    —El otro día estaba estaba pensando en —Intentó no tartamudear mientras se le ocurría una excusa y miraba a Flor, quien parecía estar disfrutando de su tortura—, crear un álbum. Y me gustaría tomar una foto de tu casa.

    "¿Un álbum? ¿Foto de tu casa? De que estás hablando" pensó Rojita a sus adentros, muy nerviosa.

    —Claro. Puedes venir cuando quieras —Le regaló una sonrisa.

    —Voy a casa por mi cámara, y luego voy a... tu casa.

    —Entonces te espero.

    Coletas dio media vuelta y se dirigió a su hogar mientras que la cara de Rojita se tornaba tan roja como un jitomate. Miró a su amiga y la empujó mientras los tres se dirigían a sus casas. Rojita subió a su casa que estaba en un segundo piso, en el primero estaba la tienda de jugos que tenía el papá de Flor. Los Remus vivían a un lado de la tienda de jugos.

    —Hoy no abrió tu papá —comentó Flor al ver la donería cerrada.

    —Se tomó el día libre, seguro está con tu papá —volvió su vista a la tienda de jugos, y efectivamente allí estaba Braket charlando amenamente con su mejor amigo; Todd, padre de Flor.

    Entraron para saludarlos.

    —Hola papá —saludó Flor a su padre.

    —¿Qué onda, pa? —ese fue el saludo de Hijo a su progenitor.

    Todd y Braket saludaron a los chicos, con una gran sonrisa.

    —Hijo y yo vamos a estar en casa —comunicó la morena.

    —Está bien, diviértanse.

    Flor sonrió a su papá y luego se fue a darle de comer a su mascota.

    —Ah, los niños, crecen tan rápido, ¿verdad? —mencionó Todd—. Todavía recuerdo cuando estaban así de pequeñitos. La madurez los están alcanzando, llegará el día en que ya no nos necesitaran.

    —No digas esas cosas, que me hace sentir algo viejo —suspiró Braket—. Fíjate, el otro día, mientras Hijo se miraba en el espejo preguntó si tardaría mucho en que le creciera la barba. Yo le dije que lo sentía mucho pero venimos de una familia lampiña.

    —Eso es bueno, Flor odia las barbas y bigotes —dijo Todd mientras se llevaba la mano al mentón—. Me alegra ver que Hijo está de buen animo.

    —Sí, es bueno. Oye —Braket se levantó y miró detrás de —. ¿Todavía tienes conectada la consola? ¿Nos echamos una partida?

    —Ya rugiste león.

    Al otro extremo de Sosonia, cuando Triple, Rayo y Michigan llegaron a la casa del primero, al entrar se dieron cuenta el desastre que había por todos lados. Las camas estaban destendidas, las sabanas tiradas de un extremo de la choza al otro, algunos aparatos electrónicos, como el microondas, el refrigerador y licuadora estaban juntos en un rincón de la choza, y la televisión de pantalla plasma completamente ¡rota!

    —¡¿Qué?! Pero, pero...¡Mi tele! —Triple buscó al culpable, mirando a cada uno de los presentes.

    Las seis miradas se enfocaron a Triple, y luego se miraron entre ellos con una sonrisa de culpabilidad que adornaban sus rostros. Uno de ellos le secreteó a otro.

    —Te dije que el jefe iba a llegar temprano —susurró.

    —Pero, pero, pero, ¡mi tele! ¿Por qué? ¿Qué significa todo esto?

    Triple se encontraba realmente enojado, furioso, pero tratando de calmarse y controlarse, gritó a sus secuaces:

    —¿No ven que tengo invitados? ¡Recojan este tiradero!

    Los secuaces, asustados y apresurados, empezaron a recoger.

    —Entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Michigan viendo como los secuaces iba y venían—. Por cierto ¿quienes son ellos?

    —Ignóralos, son mis secuaces.

    Michigan se asombró de ese hecho.

    —¿Secuaces? ¿Tienes secuaces?

    —No hemos venido para ésto —se impuso Rayo, deseoso de empezar de una buena vez—. Vayamos al grano. Entonces, discutamos el plan.

    —Okay, it's perfect, los dejo discutir los planes —comunicó el extranjero, y el tonito que utilizó no fue del agrada ni de Rayo ni de Triple.

    —Yo soy el líder del grupo —dijo Rayo para dejar claro eso. Obviamente Michigan y Triple no estuvieron de acuerdo y empezó una acalorada discusión sobre el liderazgo. Cada uno planteó por qué sería mejor serlo. Hasta que Triple sacó su carta del triunfo.

    —Yo debería ser el líder porque yo estoy al mando de seis secuaces y tres compinches.

    —Pero...

    —Y fue mi idea —cayó a Michigan.

    —Pero tus secuaces y compinches no cuentan —refutó Rayo cruzando los brazos.

    —¿Y por qué no? —preguntó Triple, encarándolo.

    —Porque no son mis secuaces y compinches —finalizó Rayo.

    Los tres empezaron a discutir para saber quién sería el jefe. Cuando Rayo les gritó amenazantemente:

    —¡Miren, yo seré el jefe de este bando, les guste o no! ¿Entendido?

    Michigan y Triple se miraron, Triple le dijo a Rayo, con burla:

    —¿Tú? No me hagas reír...

    No continuó porque Rayo lo miró con una mirada asesina y tenebrosa. Al joven se le puso la piel de gallina ante tal mirada y recordó los dos ojos morados.

    —Está bien. Tú serás el líder, pero yo voy a ser el segundo al mando.

    Michigan sorprendido preguntó, exaltándose:

    —Wait, ¿what? Yo debería ser el segundo al mando.

    Triple, acercándose a él, le respondió con calma:

    —Porque tu serás el portavoz líder del sector del bosque. Es un buen puesto.

    —Muy bien, ya que todos hemos acordado con los puestos —continuó Rayo—. El equipo debe tener un nombre, así que pensé en llamarlo: "Los rayos destructores".

    —¡No! "La venganza de los explosivos", es mucho mejor.

    —No. Ninguno de los dos suena amenazante, debería ser: "Mi reino".

    Rayo y Triple intercambiaron miradas y se carcajearon. Triple, aún riendo, dijo:

    —¿Hablas en serio? ¿Dices que ese es un nombre amenazante? Es el nombre más ridículo que escuchado en todo el mundo.

    Y de nuevo, nadie estando de acuerdo con el nombre, volvieron a discutir sobre éste, cada uno dando su opinión de por qué debería ser llamado de esa forma.

    —¡Ya basta! —gritó Rayo, sintiendo un dolor de cabeza. Por esa razón no le gustaba salir de casa—. El equipo se llamará: "El reino de los rayos vengadores", ¿de acuerdo?

    —Bien, me parece lo más sensato y correcto —contestaron Triple y Michigan.

    Después de salir de ese dilema, comenzaron a planear lo que harían. Primero robarían la presidencia, secuestrando al alcalde Mandamás. Segundo, declararían sus intenciones al pueblo. Por último, harían de Sosonia el reino de los rayos vengadores. Y así hicieron.

    Cuando la noche cayó en el pueblo y la mayoría de la gente dormía, se escabullieron a la casa del señor Reyd, quien gracias a Rayo que maniobró la cerradura con un alambre y a que el alcalde dormía como un tronco, pudieron atarlo y llevarlo a casa de Michigan. Una vez hecho eso, se dirigieron a la presidencia para entrar, pero esa vez el truco que utilizó Rayo en cada de Mandamás no funcionaba. La cerradura era más compleja.

    —Maldición, no se puede hacer nada —dijo Rayo secándose el sudor de la frente, no pudo ceder la puerta, hizo todo lo que pudo.

    —¿Y ahora qué haremos? —preguntó Triple, pensativo.

    —My friends, ¿creen que esta llave abra la puerta?

    Los dos miraron a Michigan sorprendidos. Rayo le arrebató la llave, la introdujo en la cerradura y la puerta abrió.

    —¡¿De dónde tocayos sacaste esto?!

    —Estaba en el buró del señor Mandamás —contestó Michigan con tal simpleza y naturalizada—. Me gustó y la tomé.

    Triple y Rayo lo miraron furiosos y le gritaron:

    —¡¿Y por qué no lo dijiste antes?! Hiciste que perdiéramos tiempo.

    —Uy... qué delicados son.

    —Bah, como sea —habló Rayo restándole importancia al asunto—. Hay que seguir con el paso dos, síganme.

    Entraron hasta la oficina de anuncios, Rayo tomó el micrófono, lo encendió y mientras preparaban todo, Triple les dijo que iría por algo. Una vez listo, por las bocinas que adornaba estratégicamente el centro de Sosonia, específicamente la plaza, se escuchó sonó una canción, por lo que los pueblerinos se levantaron, pues ésto era lo que mayormente sonaba cuando había un simulacro, desorientados y extrañados comenzaron a reunirse al rededor de la plaza, preguntándose lo que ocurría.

    —¡Gente de Sosonia! —se escuchó la voz de Rayo—. ¡Esta madrugada, mi equipo y yo, estamos aquí para darles un anuncio muy importante! ¡Desde hoy en adelante nosotros gobernaremos el pueblo!

    El murmuro no se hizo esperar, cada ciudadano mirándose unos a otros:

    —¿Qué dice?

    —¿A qué se refiere?

    —¿Qué van a qué?

    —¿Quién es éste?

    Se escuchaban esas preguntas, e incluso hubo algunas cómo:

    —¿Dónde está mi papá?

    Y la pregunta más importante:

    —¿Dónde estaba Reyd Mandamás?

    Al ver la conmoción del pueblo, Rayo volvió a hablar, como advertencia o mejor dicho, amenaza:

    —Ah, algo más. Si alguien se rehúsa a aceptar nuestro gobierno, destruiremos por completo el pueblo y a todos los que viven en él.

    Las personas no tuvieron más remedio que obedecer y la primera orden del nuevo gobierno fue, hacer una estatua de Rayo Veloz, ante ese mandato, absurdos, decidieron rebelarse contra el joven Veloz cuando un pánico los invadió al escuchar un fuerte estruendo junto a la tierra temblar.

    —¿Qué es eso? ¿Qué sucede? —se preguntaron, confundidos.

    Rayo y Michigan salieron de la presidencia pues no sabían lo que significaba eso, pero a diferencia de los pueblerinos, sus labios esbozaron una sonrisa al ver que Triple manejaba una enorme máquina aplanadora. El castaño hizo sonar un silbido ensordecedor. Triple estacionó la aplanadora en la presidencia y gritó:

    —¡He aquí la prueba de que quien no obedezca, será aplastado como una cucaracha! —Rio malévolamente.

    Triple se bajó de la máquina y Rayo lo felicito por esa esplendida idea, las tres miradas volvieron sus ojos al frente y el Rayo dijo:

    —Amigos míos, definitivamente este es el reino del mal. Ahora Michigan, tú tendrás todos los bosques, lagos y ríos de Sosonia. Tú, Triple, volverás a ser respetado y el mejor deportista de Sosonia y yo, tendré mí reino. ¿Y ven? Todos seremos felices.

    —¡Sí! ¡Sí! ¡A festejar a la casa de Michigan! ¡Con pizza y refresco! Yo invito... pero ustedes pagan —propuso el castaño.

    —Con esto —siguió Rayo mientras se dirigían a casa del extranjero—, hicimos el paso número tres: Hacer de este lugar el reino de los rayos vengadores.

    Por orden de Triple, sus seis secuaces se quedaron para vigilar los movimientos del pueblo para que cualquier sospecha, avisaran les avisaran de inmediato. Al llegar a casa de Michigan, Triple se percató de que había un paquete cerca de la puerta, se lo hizo saber al dueño.

    Michigan, buscando las llaves para abrir su casa, mencionó despreocupado:

    —Es raro que lleguen paquetes hasta acá. Suelen perderse, por eso manda a...

    —Pues este paquete es para un tal... Bambi, de parte de mamá —comentó Triple.

    —¿Qué? ¿No? ¿o sí? —inquirió Rayo sorprendido mientras dirigía su vista al dueño.

    El rostro de Michigan se sonrojó de vergüenza. Los dos soltaron la carcajada. Triple comentó, sin poder dejar de reír.

    —Tú... tú, ¿tú nombre real es Bambi? —soltó aún más la risa de tan solo pensar en la respuesta— ¿Te llamas Bambi?

    —Es el nombre más patético que he escuchado en toda mi vida —informó Rayo.

    —Sí —estuvo de acuerdo Triple—. ¿Qué clase de nombre es ese? No me reía tanto desde que supe que mi oponente tenía nombre de mujer. Es decir, ¿Coletas? ¿Coletas Velasco? Que por cierto sería más bien Coletas del asco. Pero, por favor, ¿qué clase de nombre es Hijo, Payaso, Gordo o Fea? Bueno... en realidad eso si lo entiendo, pero... ¿Bambi?

    Michigan estaba molesto, arrebató el paquete a Triple.

    —Pues...pues... ¿qué clase de nombre es Rayo?

    —¡Hey! Me pusieron Rayo por mi padre, abuelo y así sucesivamente. Es un nombre de familia, es más, suena a nombre atemorizante.

    —Bueno —Ahora miró al castaño—. ¿Y tú qué me dices? ¿Qué clase de nombre es Triple?

    —Mira, no sé por qué me pusieron Triple, pero es mejor que ¡Bambi!

    —¡Shut up! No es mi culpa que mi madre sea tan fanática de esa película.

    Y sin poder dejar de reír, ingresaron a la mansión para no solo festejar su nuevo gobierno, sino el nombre tan original de Bambi, por hacerles el día más feliz.

    En el pueblo, todos estaban reuniendo el material para construir la estatua que Rayo pidió cuando Hijo dijo, muy enfadado:

    —¡Esto no puede quedar así. No podemos hacer esta estatua!

    —¡Tienes razón, amigo! ¡Yo estoy contigo! —dijo Coletas, apoyándolo.

    —Sí —siguió Hijo—. Necesitamos una foto o algo para basarnos.

    Todos lo miraron con irritación.

    —¿Qué?— se defendió.

    Coletas, muy decidido, dijo a todos:

    —¡No debemos permitir que nos manipules de esta manera! ¡Somos libres de decidir!

    —Es cierto lo que dices Coletas, es absurdo que un par de jóvenes nos den ordenes —afirmó Rojita—. Tenemos que parar esta locura.

    —Lo malo es que... —dijo Gordo apuntando la aplanadora—. Ellos tienen armas, ¿y nosotros?

    —Claro que tenemos armas —dijo el moreno—. La gente. No podrán parar a todos si nos unimos y dudo que quieran destruir el pueblo.

    —¿Cómo estás seguro de eso? —quiso saber Gordo.

    —Porque sería estúpido destruir tu propio reino, ¿cómo gobernarías algo sin gente? —habló Feliz, entendiendo el punto al que quería llegar Coletas—. Yo estoy completamente en contra de la guerra y la violencia, pero si tienes un plan que pueda evitar eso, cuanta conmigo.

    Coletas agradeció su apoyo y efectivamente, tenía un plan y se los contó al grupo. Primero, comenzaron un motín, haciendo que la gente se rebelar y comenzara a decir que no harían harían caso al reino de los rayos vengadores. Al ver eso, los seis secuaces se pusieron nerviosos, no sabían que hacer, se miraron unos a otros, confundidos. Así que mandaron al más pequeño de ellos a avisar a Triple mientras el resto intentaba detenerlos.

    Mientras tenían ocupados a los cinco seguidores de Triple, Coletas dividió al grupo en dos para que así cada uno fuera a hacer una tarea. Coletas, Hijo, Rojita y Flor irían a detener a Rayo a Triple y a Michigan mientras que el otro grupo, conformado por Feliz, Mio, Dulce y Gordo, irían en busca del señor Reyd.

    El más joven de los secuaces, cansado, llegó a la mansión City, tocó la puerta. Adentro de la casa, Triple, por estar más cerca y desconocer que Michigan tenía un mayordomo, se dirigió a abrir la puerta. Se extrañó de ver a su secuaz allí.

    —¿No deberías estar vigilando al pueblo?

    El secuaz le contestó, entrecortadamente y tratando de recuperar el aliento:

    —Jefe... en el pueblo... hay un... rodeo.

    —¿Un rodeo? —preguntó Triple sorprendido.

    —Sí, jefe y uno grande.

    —¿Y qué tiene de malo que haya un rodeo?

    —Bueno, creí que se iba a enojar.

    Rayo y Michigan, que habían escuchado todo, se acercaron a ellos y Rayo trató de corregir al secuaz:

    —¿No querrás decir más bien, una revuelta o motín?

    El secuaz se quedó algo pensativo y luego respondió:

    —Ah sí, eso. Hay un motín.

    —Ah, bueno —habló Triple al entenderlo mejor—, eso es otra cosa, es decir, un... ¡¿Qué?! ¡¿Por qué no me dijiste antes?!

    Los cuatro, presurosos, salieron de la casa de Michigan con la intención de detener la revuelta. En el camino se encontraron con el equipo 1.

    —Ahí están, jefe. El que inició la revuelta. Coletas y sus amigos —informó el secuaz a Triple.

    Rayo, enojado por lo que hizo, se dirigió a él para enfrentarlo, pero fue detenido por Triple, quien le dijo:

    —Sí alguien aquí va a vengarse de Coletas, ese voy a ser yo, no tú. Yo.

    —Pues si vas a vengarte de él, creo que es el momento adecuado —comentó Rayo.

    Aprovechando la situación, Michigan, Rayo y el secuaz, se fueron de allí y se dirigieron al pueblo donde empezaba la revuelta, mientras tanto, Hijo, Flor y Rojita fueron detrás de los demás para detenerlos.

    Al tanto que sucedía lo otro, el equipo 2, estaba en la casa de buscaba del señor Reyd después de haberlo buscado en la presidencia. No lo encontraron allí tampoco. Feliz meditó en la situación:

    —Probablemente está en casa de Michigan. Lo lógico es haberlo llevado al lugar más lejos.

    Dicho y hecho, el equipo 2 se dirigió a la mansión mientras que el equipo 1 se dirigía al pueblo. Cuando el número 2 llegó, encontraron la puerta abierta, el grupo se detuvo al descubrir a un señor de mediana edad, cabello gris, tomando una taza de té en una de las sillas del lobby, él los miró, hubo un silencio hasta que el hombre lo rompió.

    —Si buscan al alcalde, mi señor lo puso en el sótano —les dijo mientras le daba un sorbo al líquido.

    Al bajar, descubrieron que ahí se encontraba Reyd amarrado, boca abajo. Dulce preguntó asustada:

    —¿Está muerto?

    —No te preocupes —le dijo Gordo—. Está dormido. Hasta me atrevería a decir que está soñando el sueño más bonito jamas soñado.

    Mio se acercó y lo movió con suavidad para despertarlo. Cuando Reyd logró despertar, preguntó, norteado:

    —¿Qué? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy atado?

    Gordo y Mio lo desataron mientras le contaban lo que estaba sucediendo en Sosonia y se dirigían hacia el centro.

    El equipo 1 trató de detener a Rayo y a Michigan, pero no pudieron porque ellos corrían muy rápido. Coletas había escapado de las garras de Triple, por lo que éste casi les daba alcance a la vez que Triple apresuraba el paso. Una vez que llegaron, Hijo y Michigan se enfrascaron una pelea, Rayo comenzó a gritar que por desobedecer iban a recibir un castigo. Estaba como loco. En menos de un día su reinado había tambaleado.

    El pueblo habían atado a los cinco secuaces y estaban decididos a ir por los que faltaban. Coletas les dio alcance y Triple al llegar no se detuvo, se fue directo a la aplanadora, subió y luego la encendió, fue en ese momento en que todos se detuvieron y miraron la imponente máquina y escucharon su sonido rugir.

    —¡Esto te pasa pueblito por desobedecer!

    Comenzó a moverla y conducirla al rededor de la plaza, estaba dispuesto a que la gente se tomara en serio la amenazada antes dicha y nadie negara de lo que era capaz. Como ésta no era rápida y más bien lenta, Coletas logró sujetarse y subió hasta donde Triple.

    Los dos se enfrascaron en una lucha para tomar el control de la aplanadora. El monstruoso vehículo empezó a moverse de aquí allá, como si no tuviera un control.

    —¡Triple, no es momento de pelear!

    Apretó los puños y decidido a subir y bajar a la fuerza a Coletas, sintió que alguien le dio un golpe en pleno rostro, y antes de caer al suelo desmayado, vio a su atacante; Feliz.

    —Es malo pelear, pero bueno defenderse —se dijo mientras observaba a Rayo en el suelo.

    —Tenemos que detener esa máquina y a los malos —sugirió Gordo.

    —Ellos se hacen llamar: "El reino de los rayos vengadores".

    Todos miraron al niño y luego volvieron la vista al vehículo, Hijo volvió su vista de nuevo a Iro, solo para darse cuenta que había desaparecido.

    —Ese chico cómo que me da miedo —susurró.

    Triple y Coletas estaban tan enfocados en su pelea, y debido al fuerte ruido que generaba no podían escuchar a la gente gritar y decir que se detuvieran pues, sin el control, había aplastado dos autos, y ahora se dirigían directo a la presidencia. Todos comenzaron a huir, despavoridos.

    Fea y Payaso observaban la escena y la mujer le mencionó a Payaso:

    —Triple necesita de nuestra ayuda.

    —Eso parece, pero... acercarnos será muy peligroso —dijo Payaso.

    Fea miró a sus lados y preguntó donde estaba Jumbo, y como si lo hubieran invocado, el de piel pálida hizo presencia, se le veía muy contento.

    —Observen amigos lo que conseguí —Cargaba con una enorme bolsa llena de suministros—. Como nadie está cuidando las tiendas, aproveche para tomar unas cuantas cositas.

    —¡Cuidado! La máquina viene hacia nosotros —gritó Payaso.

    Los tres salieron corriendo. Jumbo tuvo que soltar la bolsa para poder correr, así que toda esa comida fue aplastada por la aplanadora. Jumbo se acercó con paso lento y dudoso mientras sus mejillas se llenaban de lágrimas.

    —¿Por qué? ¿Por qué a mí? —se decía con el corazón roto—. Ya tenía todo y...y ahora es talco. Pobrecitas cosas. Pobrecita de mi barriga —Sollozó como nunca mientras gritaba al cielo por qué se llevaron su comida.

    Fea y Payaso se lo tuvieron que llevar arrastrando.

    En uno de esos forcejeos, Triple y Coletas cayeron de la máquina. Triple se levantó y fue entonces que se dio cuenta de la situación, miró a sus lados y vio un par de autos aplastados, a Rayo tirado en el suelo y a Michigan forcejeando con Hijo, luego volvió su vista a la aplanadora que iba directo a la presidencia. Tragó saliva con dificultad. ¿Qué había hecho?

    —¡La máquina no tiene control! ¡Sera nuestro fin! —gritó Mio corriendo de un lado a otro—. ¡Este es nuestro fin! ¡Moriremos todos!

    Tenía razón, la máquina no tenía control. Todos los del pueblo gritaron. Todos pensaban en sus últimos deseos. Si en verdad se destruía la presidencia no existía palabras para pedir perdón por ese salvaje hecho, así que con la intención de huir, ordenó a sus secuaces.

    —¡Vámonos, chicos...!

    Entonces Coletas le dio un golpe en el rostro y Triple cayó al suelo rendido.

    —Ni creas que te vas a escapar —soltó el moreno, con la respiración entrecortada.

    —Ya no tenemos pueblo, ya se acabó. Adiós a Sosonia —comenzaron a lamentarse unos.

    Y entonces ocurrió lo que nadie esperaba. Ironio escaló por la máquina y estando la aplanadora a centímetros de golpear la presidencia, la apagó y el vehículo se detuvo. Toda la gente gritó de emoción y se reunieron a su alrededor para felicitarlo por su acto heroico. Reyd Mandamás reconoció la valentía de los que conformaban los equipos 1 y 2.

    De esa forma el pueblo regresó a la normalidad, repararon todo lo que la aplanadora destruyó. A los delincuentes los encarcelaron por todos los problemas que causaron, y como eran muchos y en Sosonia solo hay dos celdas, para 12 personas, así que se encontraban muy apilados.

    —Por cierto, ¿por qué ustedes están aquí? —preguntó Triple a Fea, Payaso y Jumbo, los habían puesto con con él, junto con Michigan y Rayo.

    —Por intento de robo —contestó Fea, avergonzada.

    Mientras tanto Michigan se quejaba de lo pequeño que era la cárcel, de que había sido mala idea después de todo, de que no debió aceptar esa idiotez, de que era mejor pelear por su bosque que por un reino, que si aquello y que si lo otros, se había estado así por horas.

    —¡Ya cállate, Bambi! —gritó Triple, irritado que tener que escucharlo cada minuto. Volvió su vista a Rayo, quien permanecía sentado en la única banca que había—. Rayo, dile algo a este...

    —Feliz me pegó. Nadie antes me había pegado en mi vida —susurraba con voz tan baja que parecía estar echando una maldición—. Y mucho menos un hippie. Un hippie me golpeo, no puedo creer...

    Triple y los demás retrocedieron, asustados. Era mejor dejarlo tranquilo.





    Fin​
    Es todo por hoy. Gracias a todos los que leen.
     
    Última edición: 27 Marzo 2022
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    Borealis Spiral

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    Ah, jajaja, esos secuaces siguen siendo un misterio. ¿Cómo voy a creer que destryeron un TV pantalla plasma? ¿Saben cuánto cuestan esas cosas? Definitivamente, Triple, tú no puedes tener lujos en tu humilde morada porque esos muchachos te lo acaban.

    El capítulo me divirtió bastante y a la vez que tuvo con los nervios de punta. Por el momento, este es el episodio que más me ha gustado. Estuvo llendo de acción y la comedia, obvio, no pudo faltar. Los secuaces me caen muy, muy bien y el trío que conformaban el Reino de los Rayos Vengadores también me han gustado. Hacen buen equipo; pero como era de esperarse, el mal nunca triunfa, ja. Coletas y compañía son los mejores defensores.

    Bien, espero con ansias el siguiente capítulo, a ver de qué se trata. Un consejito sería que intentes narrar un poco más las situaciones y el escenario en que se desarrollan las cosas, pero muy buenas tus historias.

    Hasta otra.

    P. D. ¡Arriba Bambi! Esto me mató XD
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Sosonia: Un pueblo singular
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    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    16
     
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    3075
    Hola a todos. Como es costumbre, les traigo el siguiente capítulo de esta historia.


    5.- EL PAQUETE

    En la donería Braket, el dueño solía entretenerse mirando como nadaba Pluto, su pez dorado, o mirando la pequeña televisión que descansaba sobre el mostrador, pegada a la pared, aunque esa vez, se encontraba jugando con las figuras de acción de su hijo.

    —¡Morirás Doctor Oscuro! ¡Pum! ¡Pach! El que morirá serás tú Sr. Espacio porque has caído en mi trampa muajajaja.

    En eso, escuchó que la puerta del segundo piso se cerraba e Hijo bajaba las escaleras. Braket escondió las figuras de acción debajo del mostrador.

    —Oye papá —Miró a su progenitor—. De casualidad, ¿no has visto mis muñecos de acción?

    —¿Qué? —balbuceó—. Este ¡No! Son tus juguetes no míos. Tú deberías saber donde los dejaste.

    —Bueno... sí —Hijo se acarició el cuello, pensativo—, estoy seguro que ayer los dejé en la vitrina, y ya no están.

    —Pues... seguro estarán por ahí.

    —Aunque, ¿sabes que se me hace más raro...? —Hijo miró el reloj ubicado arriba del mostrador—. Ya es tarde. Me tengo que ir. Hasta luego.

    Hijo salió de la donería a prisa, al hacerlo, Braket dejó escapar un suspiro, miró de nuevo las figuras de acción y pensó que mejor debería dejarlas en su lugar, lo meditó mejor y a saber que su hijo tardaría en regresar, volvió a jugar un rato con ellas.

    Hijo corría rápidamente por las calles hasta que se encontró con Coletas, éste, al verlo le preguntó:

    —¡Hijo! ¿A dónde vas con tanta prisa?

    —Es que iba a buscarte a la presidencia, Coletas.

    —Pero Hijo, hoy es domingo, no trabajo.

    —Ah, ya veo... es cierto. Pero bueno, ya te encontré.

    —¿Y para qué me querías?

    —Ah, sí, es cierto. Es que te iba a preguntarte sí ya viste el periódico.

    —No, ¿por qué?

    —Lo que pasa es que ya salió la nueva película de "Los increiboys: La batalla decisiva". Dicen que estará increíble, ¿no miraste el trailer?

    —¿En serio? No, no he visto el trailer —Sonrió—, pero estoy ansioso de verla. La serie es estupenda y quiero saber cómo los protagonistas conseguirán detener a su tío.

    —Sí, a mi también. Es la película de la temporada. Tenemos que planear para ir a cine y buscar a alguien que nos lleve.

    Mientras platicaban y recordaban sus momentos favoritos de su serie favorita, caminaron dirección a la plaza, cuando Coletas se detuvo al ver a un extraño señor asomándose por la presidencia, como si estuviera buscando a alguien, aunque no parecía querer entrar. Coletas se dirigió hacia él e Hijo lo siguió.

    —Este, ¿busca a alguien en concreto? —preguntó el moreno y el hombre se giró a verlo.

    El hombre llevaba un smoking color crema, una camisa blanca adornada por un corbata roja, un sombrero café, y a pesar de llevar unos lentes oscuros, su rostro reflejaba seriedad.

    —El señor Reyd —dijo en un susurro.

    —¿Cómo? —preguntó Coletas al no escuchar bien. El hombre se inclinó un poco hacia ellos y preguntó:

    —¿Dónde puedo encontrar al señor Reyd? Necesito entregarle este paquete. Es muy importante.

    Ambas miradas observaron aquel paquete.

    —Sí, el señor Mandamás trabaja aquí —contestó Coletas—. Pero, por ahora no se encuentra. Se tomó el fin de semanas libre y regresa hasta mañana.

    —Entiendo —Coletas percibió en su voz desilusión—. Qué problema, mañana no podré venir —Volvió su vista hacia el moreno—. ¿Le podrías entregar este paquete, muchacho?

    —Claro, está bien. Yo se lo entrego —dijo Coletas sin pensarlo, tan solo sintió la necesidad de ayudarlo.

    El extraño señor le entregó el paquete y, acercándose a él le advirtió:

    —Recuerda, este paquete es muy, pero muy importante. Debes entregárselo directamente al señor Reyd Mandamás, no puede ser abierto por nadie más, ¿entendido? —El hombre se quitó los anteojos y miró a los ojos a Coletas—. ¿Puedo confiar en ti, muchacho?

    Coletas asintió, un tanto nervioso. El hombre se alejó sin decir una palabra más. Cuando estuvieron solos, Hijo dijo emocionado:

    —Qué señor tan más extraño, ¿no crees? —Miró el paquete y la curiosidad lo invadió—. A ver. Vamos a abrirlo.

    —¡Oh, no! Me lo encargaron a mí y si es abierto seguro me echan la culpa solamente a mí, así que ¡no! ¿Acaso no oíste lo que dijo el señor? Debe ser abierto por el señor Reyd, no por otra persona.

    —Sí, lo escuché —concordó Hijo—. Debe tratarse de algo confidencial.

    —Pues con mayor razón.

    Después, los dos se fueron a sus respectivas casas, por otro lado, Triple, quien se escondía detrás de un arbusto, escuchó toda la conversación y le dijo a sus secuaces, que estaban escondidos junto a él:

    —Conque a Coletas le encargaron un paquete... y por lo visto, es muy importante. Pero, ¿qué tal si mañana no lo entrega? ¡Por fin! Con esto podré vengarme. Pues si le quito ese paquete nadie volverá a confiar en él, nunca más.

    A la mañana siguiente, Coletas se levantó muy temprano para ir a trabajar y entregar dichoso paquete. Salió de su casa y fue directo a la presidencia, pero no se imaginaba que Triple lo estaría esperando para quitarle ese paquete de sus propias manos. Se lo encontró en el otro extremo del puente.

    —Vaya, vaya, qué de... agradable sorpresa ¿no crees, mi queridísimo "amigo", Coletas? —saludó Triple en un tono burlesco.

    Coletas, al verlo, se detuvo y rápidamente escondió el paquete tras de sí. No respondió nada. Y la sonrisa de Triple se amplió más en sus labios.

    —¿No crees que hace un buen día como para... no sé, entregar algo importante? —siguió Triple—. Bien, creo que yo ya me voy.

    Coletas frunció el ceño, era más que evidente que el castaño tramaba algo, y esa pregunta evidenciaba que sabía lo del paquete. Tenía que irse con cuidado. Dejó escapar un suspiro, era muy de mañana como para tener que lidiar con Triple. Observó como éste daba media vuelta y se alejaba.

    Coletas se quedó allí un par de minutos más, observó el paquete y mirando al frente, continuó con su camino. Debía admitir que todo el trayecto estaba con los cinco sentidos muy despiertos, esperando algún ataque sorpresa o algo similar. Se alegró al ver el edificio gubernamental, estaba a poco de llegar, ya estando frente la entrada e ingresar sintió como alguien lo sujetaba por detrás, deteniendo su paso, era Triple.

    Intentó zafarse, pero le fue imposible y fue en una de esos movimientos en que Triple lo zarandeó con fuerza, que soltó el paquete, fue entonces que el castaño lo soltó y tomó el paquete antes de que Coletas lo hiciera. Coletas ni lo pensó dos veces cuando corrió para atrapar al castaño.

    Triple, al darse cuenta de que lo seguían, aumentó la velocidad. Los dos vieron, que más allá, en la distancia, venía Hijo en su bicicleta, al parecer acababa de hacer una entrega.

    —¡No dejes que escape, Hijo! —gritó Coletas a todo pulmón y cansado se detuvo a tomar aire—. ¡Detenlo!

    —¡¿Qué?! —inquirió Hijo confundido, deteniéndose.

    —¡Que le quites el paquete!

    Hijo, presuroso, se montó de nuevo a la bici y salió detrás de Triple.

    —¿Qué no puedo llevarme este paquete tranquilo? —se preguntó Triple al ver que Hijo estaba detrás de él, ya estaba cansado y no podía competir contra una bicicleta.

    Hijo pensaba en cómo detener a Triple y lo único que se le vino a la mente fue bañarlo. Así que destapó la botella de agua que llevaba para cuando le diera sed, y una vez que estuvo a su lado, le echó todo el contenido de la botella encima. Triple se detuvo y soltando el paquete, se limpió la cara mientras decía, paranoico:

    —Me ahogo, me ahogo.

    Hijo frenó al instante, bajó de la bicicleta, agarró el paquete y corrió a donde estaba Coletas.

    —Ya lo tengo.

    —Gracias.

    Hijo le entregó el paquete y luego le mencionó:

    —Date prisa, ve a la presidencia antes de que Triple se recupere de su trauma.

    —Sí. A ver si llego antes de que él me lo vuelva a quitar.

    —¡Mira! Te presto mi bici, agárrala.

    Coletas asintió, tomó la bici y se puso en marcha.

    Triple se recuperó y cansado, observó a lo lejos como Coletas se dirigía, de nuevo, a la presidencia, por lo que decidió tomar un atajo cruzando la plaza.

    Coletas bajó de la bici, se encaminó a la entrada y a tan solo unos pocos metros, Triple se va contra él, los dos cayeron al suelo. Triple se levantó, adolorido y agotado porque tuvo que correr como nunca lo hizo para poder alcanzarlo, así que una vez más, tomó el paquete, pero esta vez subió a la bici y pedaleó dirección al parque.

    Coletas se levantó y sobándose el brazo izquierdo observó cómo Triple se iba alejando con la bicicleta de Hijo. Aun así decidió seguirlo.

    Creyendo que nadie lo seguía, una vez que Triple entró al parque y bajó de la bici, y sintiéndose un triunfador miró el paquete. Por fin creyó que esa vez ganaría él, pero toda felicidad se esfumó de su rostro cuando se dio cuenta que Coletas lo había seguido. Que nunca se cansaba.

    Debía reconocer que su archienemigo era tenaz y persistente, cualidades que admiraba. No obstante, esa vez se aseguraría de ganar, decidió que abriría el paquete.

    —Nadie volverá a confiar en ti, Coletas —se dijo.

    No importaba que Coletas lo obtuviera, si entregaba el paquete abierto, significaba que no había obedecido las instrucciones. Se aseguraría que nadie más confiara en él. Al imaginarse aquella escena, comenzó a reír y tanta fue se risa que comenzó a ahogarse.

    —Oh, rayos, qué estoy haciendo...

    Coletas le dio alcance y sin pensárselo dos veces, se fue contra Triple y forcejeó con él hasta que volvió a tener el paquete en su poder. Sin tomarse un descanso, empujó una vez a Triple, se acercó a la bicicleta, subió a ella, tomó una bocanada de aire y pedaleó hasta el centro del pueblo.

    —Muy bien —se dijo el castaño observando la espalda del moreno alejándose poco a poco—. No funcionó el plan "A". Vamos al plan "B".

    Tomó un boqui-toqui que descansaba en la presilla del pantalón, se comunicó a sus secuaces.

    Poco antes de llegar a la presidencia, se topó con Hijo, quien parecía se dirigía hacia el parque. El moreno se detuvo, y su amigo vio lo cansado que se encontraba. Estaba teniendo problemas para entregar un simple paquete, ahora no parecía ser un simple paquete. Y eso no parecía

    —Coletas, no vayas a la presidencia —le advirtió.

    —¿Por qué? —Se llevó la mano a la frente y se secó el exceso de sudor.

    —Acabo de asomarse y el señor Reyd todavía no llegaba. La secretaría dice que no debería tardar, pero no se encuentra todavía.

    —Aunque no esté, debería dejarlo —Observó el paquete. En verdad tenía la necesidad de separarse de éste, le estaba causando muchos problemas.

    —¿Lo dejarás con la señorita? Está bien... pero antes —Su estómago rugió—, ¿no podemos ir a comer algo primero?

    —Hijo, no pienses en comer ahora, ésto es muy importante.

    Coletas se bajó de la bici y se dispuso a entregársela a Hijo para que fuera a casa a almorzar, pero éste le dijo:

    —Quédatela, tú la vas a necesitar más que yo, creo que por ahora no tengo entregas que hacer. Triple no te va a dejar en paz hasta que tenga ese paquete.

    Quizá Hijo tenía razón, volvió a montar en la bici y se despidió de su amigo para encaminarse a su destino, pero una vez alcanzó a ver el edificio, se detuvo al ver a dos de los secuaces de Triple custodiando la entrada.

    —Ay, no —se dijo Coletas, preocupado.

    Hijo trotó al ver que su amigo se había detenido, cuando lo alcanzó, le preguntó por qué se detuvo, no fue necesario que el moreno le respondiera, miró a los dos secuaces custodiando la entrada, uno de ellos era el de anteojos y el otro el pecoso.

    —Olvidé por completo a sus secuaces —Hijo escuchó a Coletas suspirar—. ¿Y ahora, cuál es el plan? —preguntó.

    No tenía ningún plan. Sus orbes negros se dirigieron, además de no poder entregar el paquete, llegaba tarde al trabajo.

    —¿Puedes hacerme un favor? —pidió a su amigo. Hijo asintió y luego Coletas le entregó el paquete—. Guárdalo hasta que te llegue el señor Reyd, te llamaré.

    Era un buen plan, y aceptando Hijo tomó el paquete, montó la bicicleta y se dirigió a casa mientras Coletas se dirigía a su trabajo. Había algo que no le gustaba de todo eso, pensó Coletas al tanto se dirigía a la puerta y observaba a los dos secuaces.

    —Mira, es Coletas —dijo uno de los secuaces al otro.

    —No tengo nada —dijo levantando las manos para que vieran que era verdad.

    Los dos secuaces se miraron, se hicieron a un lado para que el moreno pasara, Coletas emprendió caminata pero se detuvo, había algo que lo inquietaba. Se giró y volvió a ver a los dos secuaces... dos.

    ¡Habían solo dos allí! ¿Y los demás?

    Coletas se dirigió a toda prisa a casa de Hijo, al tener una corazonada. Al mismo tiempo, Hijo iba llegando a casa, pero se detuvo poco antes de llegar cuando vio a otros dos de los secuaces cerca de la donería. Lo estaban esperando. Tendría que ir al almacén, que estaba en la parte trasera de la casa y donde su padre preparaba la masa y hacía las donas.

    No tenía otra opción, guardaría el paquete allí hasta que las aguas calmasen, pero cuando giró la esquina, se llevó una sorpresa al ver a los dos secuaces restantes, dispuesto a regresar, se dio cuenta que los otros dos se acercaron por el otro lado, ahora estaba acorralado.

    —Entréganos el paquete —ordenó el mayor.

    —¡Ni de broma!

    Para empeorar la situación, vio a Triple acercarse, ya los había alcanzado. Hijo frunció el ceño. ¡Les había tendido una trampa!

    —Ya no tienes escapatoria —dijo él—. Así que ¡dame ese paquete, ahora!

    Hijo abrazó con fuerza el susodicho mientras miraba su alrededor buscando una ruta de escape, comenzó a ponerse nervioso al no encontrar nada, levantó su vista y detrás de Triple vio a Coletas, éste levantaba las manos e Hijo, sonriendo al comprender a su amigo, lanzó el paquete. La vista de los presentes siguieron la pequeña caja volar por el aire hasta que cayó en las manos del moreno.

    —¡Coletas! ¿Pero que están haciendo aquellos tontos?

    Triple vio a Coletas emprender carrera, el castaño se dirigió a sus secuaces.

    —¡Vayan por él! —ordenó.

    Haciendo lo sugerido, las cinco personas fueron detrás de Coletas, a esas alturas el moreno estaba muy cansado, por lo que mirando sobre sus hombros observó a las cinco personas, le sería imposible escapar antes de que lo alcancen.

    —¡Coletas, sube!

    Hijo le había dado alcance con la bicicleta, Coletas hizo lo indicado y subió a los diablos de la bici y ambos se dirigieron a la, dejando atrás a los secuaces y a Triple.

    —¡Eso es trampa! —gritó Triple, deteniéndose, se rindió, ya no podía más, se dejó caer al suelo. Estaba muy exhausto. Tomó su boquitoqui y llamó a los secuaces que estaban allá—: Edwin, Luis. Coletas se dirige para allá, deténganlo a como de lugar —ordenó.

    —¿Qué vamos a hacer con los dos que están en la presidencia? —preguntó Hijo.

    —Tendremos que pasar a la fuerza.

    —Entendido.

    Una vez que llegaron y vieron a los dos secuaces, esperándolos, bajaron de la bicicleta y se dirigieron hacia allí. El secuas de los lentes se fue contra Coletas para arrebatarle el paquete mientras que Hijo se fue contra el pecoso para que no se uniera a su compañero. Los cuatro empezaron a forcejear.

    Coletas agarró un extremo del paquete y peleándose, empezaron a jalarlo. Coletas ya fastidiado de todo esto, deseoso de terminar ese infierno, empujó al secuas con todo lo que pudo y este cayó encima de Hijo y el otro secuas. Sin demora se adentró al edificio y se dirigió a la secretaria.

    —¿El señor Reyd ya llegó? —preguntó con la voz entrecortada.

    —Sí, acaba de llegar. Está en su oficina.

    Coletas se dirigió a la oficina y tocó la puerta que estaba abierta.

    —Señor, le traigo un paquete.

    —Pasa. Ah, muchas gracias joven... eh... ¿me recuerdas tu nombre?

    —Coletas.

    —Es cierto, Coletas, gracias, Coletas.

    —Fue un placer señor —Sonrió, por fin pudo entregar ese importante paquete.

    Reyd lo escudriñó cuidadosamente. No tenía remitente ni una dirección.

    —¿De quién podrá ser? Bueno, solo existe una forma de saberlo.

    Reyd abrió el paquete y ¡pum! Se encontró con algo inesperado. Un chorro de tinta le ensució toda la cara. Al momento que esto sucedía, ingresó la misma persona que le había entregado el paquete a Coletas y, riéndose, le dijo:

    —Caíste hermanito, fue la mejor broma del año, ¿no te parece?

    —¡Redy, hermano! Sabía que esto habría de pasar —Tomó un pañuelo y se limpió la tinta—. No llores cuando intente vengarme.

    Coletas miró la escena, sin ninguna expresión en concreto. ¿Qué estaba haciendo ese hombre que supuestamente no iba a poder venir hoy? ¿Qué había sido todo eso? ¿Por qué Reyd tenía la cara manchada? ¿De qué se perdió?

    —Tenía que venir a ver tu rostro sí o sí.

    —Él es mi hermano mayor, se llama Redy y vive Krill y es abogado —lo presentó al incrédulo joven.

    —Eh, gracias muchacho por entregarle el paquete.

    Con esto, los hermanos se rieron sin control, pero Coletas que se quedó con la boca abierta al ver lo sucedido, furioso, se acercó a Reyd, le quitó el paquete, lo lanzó al suelo, brincó arriba de él y se fue de la presidencia enfadado y renegando. No volvería a entregar un paquete en su vida, que se encarguen los carteros.

    Al ver la actitud del chico, Redy le preguntó a Reyd:

    —Ah, caray, ¿qué le sucede?

    —No tengo idea.

    Y volvieron a reír.





    Gracias a todos los que leen, dejan sus comentarios y esos me gustan. Es todo por hoy.


    . . .​

    Redy: Es el hermano mayor de Reyd. No vive en Sosonia, vive en Krill, su oficio es de abogado, tiene 45 años. No es flojo, al contrario, adora el trabajo y la caminata rápida. No está casado. (Redy Mandamás).
     
    Última edición: 27 Marzo 2022
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  13.  
    Ladron de Musas

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    Jas ja ja ja ja ja ja,Dios esto estuvo de poca ja ja ja ,todos los escuincles peleandose por la mugrosa caja,dandose de palos,bañandose,jugando carreritas y todo para que al final resultara un chiste entre hermanos,Pobre Coletas ja ja ja ja seguramente salio de alli para darle un repaso a sus ultimos minutos del dia desperdiciados JA JA JA JA ¿Que les pasa a estos adultos? son geniales!!,juegan con juguetes,maquinitas,se gastan bromas y hacen refunfuñar alos mas jovenes con sus ocurrencias,en verdad que Sosonia es un lugar cool

    POSTDATA.Primero en comentar este cap XD XD XD
     
  14.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    XDDDD

    Que capítulos tan divertidos. Ladrón de Musas tiene razón. Sosonia es un pueblo genial, en donde los adultos son como niños xDD
    Hay algunos errrores ortográficos, pero nada que perturbe mucho. Los capítulos son fáciles de leer pues hay bastante diálogo... diálogos bastante divertidos, por cierto, aunque es posible que en algunos lados no entiendan algunas palabras, como "greñud@", ( persona de cabello largo)por ejemplo. Sería bueno que cuando utilices alguna palabra que creas no sea conocida en algún otro lugar, porque los mexicanos utilizan un sin fin de sinónimos que no son ampliamente conocidos en otros lados, pongas una aclaración de lo que significa.

    Es sólamente una sugerencia y si la palabra no existe, también aclarar que ha sido inventada por ti, como ese platillo extraño, cuyo nombre no recuerdo xDDD Puedes hacer las aclaraciones al pie de página xDD

    Saludos.
     
  15.  
    Borealis Spiral

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    Jajaja, este capítulo también estuvo increíble y por demás gracioso, jajaja. Mis compañeros de arribas tiene toda la razón, Sosonia es un lugar donde viven pura gente que vive de locura y en cuyas venas corre la diversión, eso sí, es súper fantástico. Ay, Dios.

    Pobre de Coletas e Hijo, tanto que cuidaron ese paquete, casi que se mueren por él para que resultara una simple broma entre parientes. ¡No, no! Le doy la razón a Coletas de estar enojado, no se vale. Bien, espero ansiosa la siguiente actualización y hay caso de las recomendaciones de Marina, si te las da no es por nada y ambas lo sabemos. Ok, nos leemos.

    Hasta otra.
     
  16. Threadmarks: El plan
     
    Sonia de Arnau

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    Sosonia: Un pueblo singular
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    Género:
    Comedia
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    Hola. Otra vez aquí, dejándoles el siguiente capítulo, no hay personajes nuevos qué conocer. Espero lo disfruten:

    6.- EL PLAN

    Era una noche estrellada en Sosonia y Jumbo caminaba tranquilamente hacia su humilde morada. Al llegar, vio a Fea y a Payaso, acostados en sus respectivas hamacas.

    —¿Dónde estabas, Jumbo? —preguntó Fea.

    —Eh... pues... bueno... estaba... ah... en algún lugar.

    —Pero ¿en qué tipo de lugar?

    —Pues por allí, por allá, tú sabes.

    —No, no sé. Payaso, ayúdame a que Jumbo diga la verdad... ¿Payaso?

    Jumbo y Fea se acercaron a donde estaba Payaso y se dieron cuenta de que estaba dormido.

    —Shhh, vamos a dormir también nosotros —dijo Jumbo en voz muy baja.

    —Está bien —concordó la mujer en un susurro—. Pero mañana no te escapas, me dices dónde estabas.

    —Sí, está bien, pero mañana, que ya es muy noche.

    Así, se fueron a dormir y he aquí los sueños de cada uno. Fea soñaba con su príncipe azul, Triple, quien la quería mucho y le daba toda la atención posible. Los tomados de la mano iban al lago MC y caminaban por la orilla, tomaron asiento mientras observaban el atardecer y concluían el día con un beso.

    Por el otro lado, Payaso soñaba algo parecido, pero con Fea, ambos sentados cerca del lago, habían hecho un picnic, Payaso miró a Fea y ella le sonrió, él se sonrojó al ver los brillosos ojos de ella, por fin esos ojos almendrados lo veían a él. Los dos se acercaban lentamente hasta que sus labios se juntaron y culminó en un apasionante beso mientras el atardecer era testigo de su amor.

    Jumbo, a su vez, soñaba que había ganado la lotería y que con el dinero compraba toda clase de comida, carnes, frutas exóticas, iba a comer a los restaurantes más lujosos y un largo etcétera, su boca se llenaba de saliva al momento que mordía cada comida y el sabor de la grasa y especia inundaba su paladar, en eso sintió que algo lo golpeó. Jumbo levantó la vista y vio como la lluvia se convertía en toda clase de alimentos.

    El rugir del estómago de Villas, como si se tratara de una alarma, despertó a Fea y a Payaso, quienes se levantaron con prontitud al pensar que se trataba de alguna alarma, ambos miraron como aquel ruido provenida de la panza del pálido. El hambre levantó a Jumbo de la hamaca.

    "Ah, no debí haber visto esa película" se dijo con rostro sombrío.

    Miró a sus compañeros.

    —Tuve un sueño muy bonito —contó a sus amigos—. Soñé que era rico y comía mucho y luego el mundo se llenaba de comida deliciosa, ¿ustedes soñaron algo?

    —Yo nada —contestó Fea indiferente.

    —Ni yo —dijo Payaso mirando a Fea sonrojado.

    —Bueno, pero no cambies el tema —continuó la mujer—. No he olvidado lo de anoche, ¿dónde estuviste? Es raro que estés por mucho tiempo en el pueblo.

    —Bueno, en realidad me encontré con una grata sorpresa.

    —¿Una sorpresa? ¡Qué sorpresa! —se vio más interesada.

    —Sé que no me creerán, así que acompáñenme.

    Los tres se dirigieron a la plaza, donde el mayor los guió. Al llegar se sorprendieron de lo que sus ojos veían. Al rededor de la plaza, en las calles principales, estaban levantando varias carpas y puestos. Jumbo asintió ante la perplejidad de sus amigos e informó:

    —Así es amigos, la kermés llegó a Sosonia. Por lo que me enteré ayer, el señor Reyd junto a padres de familia, lo organizaron. Habrá puestos de comida, bebida, dulces, juegos, y de más cosas. ¡No es a caso la más genial del mundo!

    —Sí, lo es —dijeron al unísono. Payaso pregunto—: Entonces, ¿ayer estuviste...? —Observó a su compañero y Jumbo asintió.

    —Creé un plan —afirmó—. No podemos no disfrutar de la kermés, y como nuestra ayuda se nos terminó...

    —¿Y de quién crees que fue la culpa? —indagó Payaso cruzando los brazos mientras miraba a su amigo.

    —Ya me disculpe por eso —comentó Jumbo bajando los hombros—. Fue un accidente.

    —Pues a mí me sonó a que fue planeado —Fea miró inquisitivamente a su mejor amigo—. Esas cosas no ocurren por "accidente" y lo sabes.

    —¡Y no me arrepiento, de nada! —recalcó el mayor.

    —Bueno, bueno —repuso la mujer y continuó emocionada—: Ya cuéntanos de ese plan.

    Y así hizo. Esperaron a que se hicieran las seis de la tarde, que era cuando la fiesta comenzó, los tres amigos se dirigieron a la plaza y una vez que llegaron, se miraron y asintiendo se separaron. Fea, con una libreta en mano, se fue a la izquierda mientras que Jumbo y Payaso fueron por la derecha.

    Los varones iban caminando a paso lento, haciéndose a un lado para no estorbar a la gente, miraban de un lado a otro en busca de alguien. Había mucha gente, estuvieron así por cinco minutos y pensaron que quizá no lo encontrarían. El pelirrojo reconoció a alguien en el puesto de los algodones de azúcar, trotó hacia él.

    —Hola, Billy —saludó el pelirrojo. El muchacho de 17 años lo miró—. Me preguntaba si de casualidad sabes si Triple vino.

    —¿El jefe? —El secuaz dio una mordida al algodón azul—. Yo lo vi por aquella zona —Señaló el lugar.

    Agradeciendo por el dato, Payaso se acercó a Jumbo para decirle que fueran por esa zona, y efectivamente, allí encontraron a Triple jugando en el puesto de Emboca Argollitas.

    —Primera fase del plan —le indicó Payaso a Jumbo en voz baja.

    —¡Jefe, jefe, jefe! —gritaron en tono asustados mientras se acercaron a Triple.

    —¿Qué, qué, qué? —Los miró con extrañeza—. Hicieron que perdiera un turno, espero que sea algo importante.

    —Dennos dinero —habló Jumbo sin vergüenza. Payaso le dio un codazo y Jumbo continuó—. Digo, Fea está en problemas.

    —¿Y? —dijo Triple un poco confundido.

    —Déjame hablar a mí —pidió Payaso—. Lo que sucede es que, la detuvieron y... no piensan soltarla si no pagamos una fianza.

    —¿Y por qué a ustedes no los detuvieron? —preguntó Triple aún confundido, sabiendo que si a uno lo atrapaban, los otros dos también, pues siempre estaban juntos.

    —Bueno pues, este...— balbuceó Jumbo.

    —Porque Fea se sacrificó por nosotros —mencionó Payaso, muy triste.

    —Así es —reafirmó la mentira el mayor—. Fea se dejó atrapar para que la policía no fuera por nosotros, lo hizo para no perdernos esta fiesta.

    —Y nos sentimos mal por ella, por esa razón queremos hacer algo, pero no tenemos dinero para pagar la fianza y quien debería estar detenido es Jumbo porque fue su culpa.

    —Sí fue... —Jumbo miró al pelirrojo—. ¿Lo fue?

    —De acuerdo, lo entiendo, lo entiendo —dijo Triple sintiendo un poco de lástima. Sacó su cartera—. ¿Cuánto necesitan?

    —Mil —dijo Jumbo.

    Payaso le pegó con el codo en un costado y contestó:

    —No se crea, con mil quinientos tenemos.

    Jumbo golpeó a Payaso en el costado y rebatió:

    —Mentira, mentira, con tres mil pesos la hacemos.

    Payaso golpea una vez más a Jumbo y sonriente le dice a Triple:

    —No se crea, es broma. Unos quinientos pesos y ajustamos.

    —¿Seguros? —les preguntó Triple con cara de "qué locos".

    —Sí, seguros —contestó Jumbo sobándose el costado y haciendo muecas de dolor. Triple les dio el dinero y los dos se fueron de allí, siguiendo su camino.

    Mientras tanto, Fea caminaba mientras iba apuntando algunas cosas en la libreta. Cuando llegó al final de la calle, volvió su vista a la lista y sonrió satisfecha al terminar la segunda fase del plan. Poco después vio a sus compañeros acercarse, estaban sonrientes, evidenciando que lograron terminar con la primera fase.

    —Lo conseguimos, jefa.

    —Yo también —dijo ella mostrando la libreta—. Tengo apuntado lo que debemos saber.

    Jumbo tomó la libreta y empezó a leerla, una vez terminó, preguntó:

    —¿Segura que es todo?

    —Sí, recorrí cada rincón, cada carpa y cada puesto de comida.

    Payaso le dio una hojeada y para estar más seguro, preguntó:

    —El cálculo está correcto, ¿verdad?

    —Pidieron quinientos, ¿no? —inquirió ella. Ellos asintieron y ella continuó—: Entonces está perfecto.

    —No se diga más —dijo Jumbo—. Terminar de hacer la tercera fase del plan... ¡ir de compras!

    Sin más, se fueron a comprar lo que estaba apuntado en la libreta. Gastándose exactamente los quinientos que pidieron.





    Gracias por leer, por sus comentarios, consejos y sus me gusta. Se cuidan.

    Bye.
     
    Última edición: 27 Marzo 2022
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  17.  
    Marina

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    Ah, que tierno estuvo este cap xDD
    Primero, esos lindos sueños que tuvieron, luego, la maravilla al descubrir sobre la kermés, después llevar a cabo ese plan. Wow, después de todo, Triple es un amor, aunque a veces trata a sus subordinados con poca atención, cuando en verdad lo necesitan, sabe corresponder. Supo que Fea estaba detenida y no reparó en dar dinero par su liberación, que lindo xDDD
    Y finalmente, esos tres chicos tan geniales complaciendo lo que seguramente era otro más de sus sueños xDD Irse de compras. Fue un capítulo corto donde intervinieron sólamente ellos cuatro, pero me gustó mucho. Es bueno dar a conocer las diferentes facetas de la personalidad de los protagonistas, lo que incluye sus sueños y deseos, sus posesiones y carencias... en fin, hermoso cap.
     
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  18.  
    Ladron de Musas

    Ladron de Musas Usuario común

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    Totalmente de acuerdo con Marina,rayos no solo eres buena haciendo reir,tambien para dejarnos un buen sabor de boca en cuanto a las facetas dulce de los personajes,es logico que ese cuarteto de bribones tengan su corazoncito XD XD XD,No se que tiene esta historia,tiene un toque de inocencia y humor blanco,algo que hacia un chingo que no veo en las mugres que pasan por la tv Mexicana(tu me entiendes)esta es la clase de historias que les hacen falta a los niños ,no creen ustedes?
     
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  19.  
    Borealis Spiral

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    Total y completamente de acuerdo con mis compañeros de arriba. Esta historia es de las mejores que he leío en lo que respecta a comedia e inocencia. ¡Me encanta! Además, me parece genial que des a todos los habitantes del pueblo el protagonismo que se merecen.

    Jajaja, los sueños de cada uno, jajaja, bueno, el de Fea y Payaso tuvieron mucho en común, salvo por la persona con que compartía el sueño, pero indudablemente el mejor, a mi parecer, fue el de Jumbo, jajaja y apoyo cien porcinto su dicho: el amor es una pérdida e tiempo. Jajaja.

    Ah, me resultó un poco escandaloso todo lo que tuvieron qué hacer para nada más ir de compras, un plan muy elaborado ¿? Pero uno hace lo que sea con tal de cumplor los sueños, ¿no? Bien, espero ansiosa el siguiente capítulo.

    Hasta otra.
     
  20. Threadmarks: El reloj
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Hola a todos. Bueno, aquí les traigo el siguiente capítulo de esta historia. No hay personajes nuevos que conocer.

    7.- EL RELOJ

    Erase una vez un reloj que hacía tic-tac, tic-tac y nunca, pero nunca, dejaba de hacer tic-tac, tic-tac; ese reloj siempre despertaba y molestaba a la gente con su tic-tac, tic-tac y para no escuchar más el tic-tac, le quitaron las pilas y para siempre dejó de hacer tic-tac.

    En Sosonia, Rojita caminaba hacía el parque encontrándose con Hijo.

    —Hola Hijo— le saludó.

    —Hola Rojita— respondió él.

    — ¿Qué haces?

    —Sólo me dirigía a la casa de Coletas.

    —Yo también iba para allá, ¿vamos?

    —Vamos.

    Así se dirigieron a la casa de Coletas, primero pasando por el bosque, cruzando el río y finalmente llegando. Tocaron pero nadie abrió.

    —Qué raro, ¿no está?— inquirió Hijo extrañado, es poco común que Coletas no estuviese a esa hora.

    Sin poder hacer más, los dos se fueron de allí y a medio camino, se encontraron con Flor.

    —Hola Flor— la saludó su novio.

    —Hola, chicos— respondió a ambos.

    — ¿A dónde ibas?— le preguntó Rojita.

    —A la casa de Coletas.

    —Acabamos de ir y no está— le avisó Hijo.

    — ¿A no? Pues vamos a buscarlo— sugirió Flor.

    Así, los tres fueron a buscar a Coletas.

    Dentro del bosque, Triple y sus secuaces caminaban hacia la casa de Coletas y le dijo a sus secuaces:

    —He aquí el plan. Primeo, tocamos…

    —Oh— lo interrumpió un secuaz.

    Triple, enojado, le gritó:

    — ¡Cállate, torpe! Todavía no acabo… bueno, después de tocar, nos escondemos y cuando salga y no vea a nadie, podremos burlarnos de él, jajaja.

    Llegaron a la casa, tocaron y se escondieron, pero nadie abrió la puerta.

    — ¡Rayos! Mi plan no funcionó.

    —Qué novedad— soltó un secuaz sarcásticamente.

    Triple, enfadado, le dio un zape y regresando al bosque, se van a su casa.

    Coletas estaba en una tienda, comprando una pila para un extraño reloj que tenía. Acababa de encontrarlo en su sótano. Cuando tuvo la pila en su poder, salió de la tienda y se dirigió a la donería Braket. Al llegar le preguntó Braket:

    — ¿Se encuentra Hijo?

    —No, no está. Dijo que iba a tu casa.

    —Bueno, gracias. Iré a buscarlo.

    Salió de la donería y se encaminó a la plaza, encontrándose allí, a Rojita y Flor.

    —Hola, ¿no han visto a Hijo?

    —Hola Coletas— respondió Rojita muy feliz de verlo— Sí, ahorita viene, fue a la tienda.

    —Estuvimos buscándote por todos lados, ¿dónde estabas?— le preguntó Flor.

    —Le estaba comprando una pila a este reloj que me encontré en el sótano— les informó Coletas enseñando el reloj.

    Cuando Hijo llegó y vio a Coletas le dijo:

    —Uy, qué milagro que te dejas ver— miró el reloj—. Hey, ese es uno de esos relojes antiguos… qué aburrido.

    Tic-tac, tic-tac, se escuchaba el reloj una vez le pusieron la pila.

    — ¿Qué es ese ruido?— preguntó Flor.

    —Es de este reloj— le contestó Coletas.

    —Pues, ese reloj es muy ruidoso— comentó Hijo.

    Después de esto, decidieron irse a casa de Coletas a comer algo. Al llegar, pidieron la comida y comieron; luego, se dispusieron a ver una película. Antes de poner la película, Hijo le dijo a Coletas, un poco molesto:

    —Amigo… ¿puedes callar ese reloj? Ya lo he escuchado todo el día y no me tiene muy contento. Es más, ya me tiene hasta el cocoyo

    —Pues, no creo que ese ruido se pueda apagar— le comentó Coletas.

    —Pues ese ruido no nos va a dejar disfrutar la película.

    Aún así, trataron de ver la película, pero en efecto, como Hijo dijo, el ruido del reloj no los dejó disfrutar de la película. Como anocheció, todos se fueron a sus respectivos hogares. Una vez que todos se fueron, Coletas se sentó en su cama y acarició a Reloj y se dijo:

    —Es un bonito reloj— lo miró—. Y es muy antiguo e Hijo tiene razón, es un poco ruidoso… pero es muy bonito.

    Después decidió acostarse y descansar, pero no pudo debido a que escuchaba el ruidoso tic-tac, tic-tac que hacía el reloj. Trató de ignorarlo y volvió a cerrar los ojos. Tic-tac, tic-tac; todavía se escuchaba el ruido, así que agarró el reloj y lo guardó en el cajón de su buró que estaba al lado de su cama, pero aún se escuchaba ese molesto sonido; por lo que, se colocó la almohada sobre su cabeza y trató de dormir, sin éxito. Al igual que Coletas, el pobre de Reloj tampoco pudo dormir. Coletas estuvo toda la noche tratando de dormir, pero no lo logró.

    A la mañana siguiente, con velocidad asombrosa, se levantó, se vistió y se fue de la casa dirigiéndose al pueblo, Reloj lo estuvo acompañando.

    Hijo estaba montado en su bicicleta, al parecer acababa de hacer unas entregas. Al pasar por la plaza, vio a Coletas sentado en una banca, se acercó a él, se bajó de la bici y notó que Coletas estaba dormido, juntó a él su perrito, que también estaba dormido. Asombrado a más no poder, Hijo lo despertó y al hacerlo le preguntó:

    —Coletas, ¿desde cuándo imitas al Sr. Reyd? Creo que trabajar con él está haciéndote daño.

    —No, no— le contestó Coletas muy cansado—. Lo que pasa… es que… ese reloj que les enseñé ayer no me dejó dormir con su molesto tic-tac.

    —Te lo dije, ese reloj es muy molesto, ruidoso y feo.

    —Sí… ¡Mira! Ni siquiera Reloj pudo dormir.

    —Es cierto… pero al menos él puede dormir cuandoquiera y dondequiera, pero tú no Coletas, harías el ridículo. Mejor tira ese reloj.

    —No sé, lo que pasa… es que… pues… sabe…

    — ¿Acaso quieres vivir con ese reloj toda tu vida?— lo interrumpió Hijo.

    —Tienes razón, mejor voy y lo tiro.

    —Sí, en el basurero debe estar. Mira, toma te presto mi bici, para que vayas y tires ese ruidoso reloj, ¿qué tal? Y yo me llevo a Reloj a mi casa.

    —Está bien.

    Con esto, Coletas tomó la bici y se dirigió directo a su casa, al llegar, cogió el reloj y sin ninguna demora o remordimiento se fue al pueblo, le quitó las pilas y lo tiró a la basura.

    El reloj ya tenía un rato en la basura, solito, hasta que Dulce, que tarareaba una canción, pasó junto al bote de basura y vio el bonito reloj, lo tomó y dijo:

    — ¡Qué bonito reloj! Iré a comprarle una pila.

    Con esto Dulce, llegó a la joyería, pidió una pila, pero una pila especial para ese reloj. El Sr. De la joyería le comentó:

    —Ese reloj es my especial porque…— Dulce lo interrumpió bruscamente.

    —Sí, pero eso no me interesa.

    Y salió de la joyería, cuando llegó a su casa, se sentó y empezó a leer un libro. Como siempre, el reloj hacía, tic-tac, tic-tac. Dulce se desesperó, después de estar escuchado un rato el sonido infernal, pues hasta se tapó los oídos, por lo que, ya cansada del ruido, agarró el reloj, salió de su casa y quitándole las pilas, aventó el reloj al basurero. Se metió a su casa muy satisfecha y se sentó a leer un poco más. Tiempo después, Feliz pasó por la casa de Dulce, quien, al igual que ella, vio el reloj en el basurero y lo recogió y se dijo:

    — ¡Oh! Es un lindo reloj, se vería bonito en mi alcoba. Pero necesita pilas.

    Fue y compró unas pilas, el tic-tac, tic-tac, hizo su aparición y así, Feliz se fue a su casa feliz. Cuando llegó, iba a tomar una pequeña siesta. Cuando logró dormirse, entre sus sueños escuchó al reloj. Se despertó y, todavía con el ruido, trató de dormir, pero esta vez no pudo. Ya un poco molesto Feliz agarró el reloj y lo puso debajo de su almohada, pero ni con esto el reloj se detuvo de hacer el sonido. Sonó y sonó. Más molesto que antes, se levantó, agarró el reloj, le quitó las pilas, se dirigió a su ventana y lo arrojó con todas sus fuerzas. Suspiró y dijo aliviado:

    —Paz al fin…

    Michigan iba caminado, cuando algo lo golpeó en la cabeza:

    — ¡Auch!— se quejó mientras se sobaba la parte afectada.

    Miró eso que lo golpeo, descubriendo que era un reloj, lo tomó y comentó:

    —Un reloj, qué suave, ¿quién lo tiraría? Ah… no importa porque este reloj es mío, mío y sólo mío.

    Con este pensamiento en mente, se fue muy feliz a su casa, claro que antes le compró una pila al reloj. Cuando llegó, pasó un rato y, al igual que Dulce y Feliz, se deshizo del reloj. Tiempo después, Mio N. que pasaba por allí, vio el reloj en la basura, lo recogió y dijo:

    —Oh, un reloj. Se lo enseñaré a Feliz.

    Con eso, se dirigió al restaurante para enseñarle el reloj a Feliz, pues sabía que más o menos a esa hora siempre se encontraba en el restaurante. Cuando llegó, pregunto por Feliz, pero no le dieron informes de él. Sin embargo, se quedó a comer, aprovechando. Como el reloj ya tenía pilas, sonó y sonó. Cuando Mio, acabó de comer, se retiró sin darse cuenta que el reloj se le cayó.

    Cuando Coo fue a recoger esa mesa, se encontró el reloj, lo tomó, fue a la cocina y se los enseñó a sus compañeros. Al verlo, Jefe dijo:

    — ¡Un reloj!

    —Es muy bonito— afirmó Remmy—. ¿Quién lo dejaría aquí?

    —No lo sé— les dijo Coo.

    —Pues yo no sé, pero yo me lo llevaré a mi casa, mientras alguien viene, lo identifica y se lo lleva— les informó Remmy.

    —Claro que no. Yo me lo llevaré— le dijo Coo riéndose.

    —Esperen un momento— les pidió Jefe estando en desacuerdo—. Yo me lo llevo a mi casa.

    Los tres chefs, iniciaron una discusión, para saber quien se quedaría con el reloj, hasta que Jefe los reprende:

    — ¡Ya basta! Nuestro deber, antes que nada, es cocinar, así que andando.

    Con esto, los tres chefs se pusieron a hacer su trabajo. En todo el tiempo que estuvieron cocinado escucharon el molesto tic-tac, tic-tac del reloj. No mucho después, los tres cansaron de escuchar el molesto sonido, por lo que Remmy les dijo:

    — ¿Saben? Este… yo… les dejo el reloj con mucho gusto.

    —No— imploró Coo— yo te lo dejo, Jefe.

    Los tres inician una nueva conversación, para ver quien se quedaría con el reloj que nadie quería.

    — ¡Ya! ¡Está bien! Sólo hay una manera de solucionar esto— les mencionó Remmy. Agarró el reloj y salió de la cocina y luego del restaurante. Jefe, que seguía en la cocina, le preguntó a Coo:

    — ¿A dónde va?

    —No lo sé.

    Remmy, al salir del restaurante, vio el primer basurero y allí tiró el reloj.

    Después de un rato, Hijo y Coletas iban pasando por allí e Hijo mencionó:

    —No es por nada Coletas, pero ese reloj dejó una gran marca en mí. Ya lo escucho por todos lados— justo en ese momento pasaban por el basurero y el sonido del reloj les llegó más claramente—. Un segundo, esto ya no es paranoia mía. Coletas, es en serio, ¿eso que se oye no es el reloj que tiraste en la mañana?

    —Sí, también lo oigo— Coletas se dirigió a donde el sonido se hacía más fuerte, el basurero—. Sí, sí es— lo cogió—. ¿Acaso no puedo deshacerme de esta cosa?

    Caminaron un poco, hasta que llegaron a la presidencia y se sentaron en la banqueta. En eso, Reyd salió de la presidencia y alcanzó a escuchar el reloj. Intrigado, se acercó a Hijo y Coletas y les preguntó:

    —Ese reloj, ¿de dónde lo sacaron?

    —Este reloj, lo encontré abajo, en mi sótano— le contestó Coletas.

    —Pues ese reloj es ¡una maravilla!

    —Sí, pero suena horrible— mencionó Hijo.

    —Oh sí, a ese reloj se le conocía como “reloj minero”— continuó el Reyd—. Se le llamaba así porque ayudaba, cuando los obreros trabajaban de noche, a que no se quedaran dormidos en su trabajo.

    —Sr. Reyd, ¿usted quiere el reloj?— le preguntó Hijo.

    — ¡No! ¡Claro que no! Yo tengo ganas de dormir, no de quedarme despierto.

    — ¡Pues yo no lo quiero!— gritaron Hijo y Coletas al mismo tiempo.

    —Nadie lo quiere es muy ruidoso— concordó Reyd, luego se quedan pensando hasta que al Reyd se le ocurre algo—. ¡Ya sé! Se lo mandaré a mi hermano, después de todo, me debe una.

    Y así termina. Mucha gracias por sus comentarios a todos. Me hacen feliz y también gracias por leer. Luego les traigo el siguiente capítulo.
    Bye.
     
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  1. Sonia de Arnau
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