Sonrisas [drabbles inuxkag]

Serie de Drabbles.

Summary: Porque existen todo tipo de sonrisas: Irónicas, arrogantes, dulces, tiernas, maliciosas, juguetonas, tristes, melancólicas... Pero, sin duda alguna, las que él y ella compartían eran especialmente únicas e ideales para la ocasión. Al menos para ellos dos.

Este fue un reto de Oneil, gracias cariño. Algo difícil pero espero les guste

Drabble 1: Sonrisas arrogantes.


El chico se acercó lentamente a su pareja, mirándola con sospecha. Ella tan sólo sonrió nerviosa mientras colocaba sus manos detrás de su espalda, de modo que no se pudiera ver lo que tenía entre ellas.

—¿Qué tienes allí, Kagome? —preguntó y su voz irradiaba curiosidad y recelo.
—Nada... —replicó y una risa temblorosa salió de sus labios. Él la miró con incredulidad.

Se acercó aún más a ella y sus rostros quedaron tentativamente cerca, de modo que sus narices se rozaban y los alientos se confundían, al igual que la agitada respiración de ambos.

Él olfateó un poco y acercó sus labios, de modo que con un pequeño acercamiento más estarían fundidos en un anhelado beso. Ella cerró los ojos, dejándose hacer por el hanyou. Y es que, ¿para qué intentar mantener la razón, si pronto la perdería quisiera o no? ¡Mejor entregarla voluntariamente!

Las manos de el chico perro fueron descendiendo hasta las de ella, mientras que el corazón de la chica bombeaba fuertemente.

Y justo cuando creía que por fin se besarían...

—¡Ajá! —chilló emocionado el hayou, que le había arrancado ágilmente de las manos el chocolate que había traído de su época— ¿Con que querías ocultármelo, eh? ¡Já! Qué egoísmo, Kagome, la verdad es que jamás hubiese pensado algo así de ti... Pero las pruebas te delatan: Ibas a comértelo sola —concluyó el chico perro meneando la cabeza. Su tono de voz rozaba en lo indignado e ofendido.

La situación resultaría cómica para cualquiera, menos para la protagonista de esta, que lo miró con rabia.

—¡Inuyasha, BAKA! —gritó.

A pesar de que habían pasado ya cuatro años desde que lo conoció, él seguía siendo tan inmaduro. Ya eran una pareja adulta y madura dentro de lo que podían. Cuando ella llegaba de su época esperaba un apasionado beso y él la recibía más preocupado por la comida que por su reencuentro.

Sí, debía admitirlo, era frustrante.

Él sonrió con sorna, mientras dejaba caer el chocolate al piso. Tomó la cintura de su chica y la acercó a él. Ella giró el rostro ofendida. Tuvo que resistir el impulso de reír. Fue difícil, pero lo logró. Con mucho esfuerzo.

Agarró con delicadeza su rostro entre las manos y la hizo mirarlo. Y se acercó y se acercó hasta que finalmente la besó. Si algo había aprendido en el tiempo que llevaba con Kagome era que para calmar a su perra no había nada mejor que un beso.

Séh, qué fácil era de complacer. Él necesitaba algo más, se recordó, sintiendo el palpitar entre sus piernas.

Se separó de ella y la miró.

—A la cama, mujer —ordenó y le sonrió con esa arrogancia que lo caracterizaba.

Kagome hubiera replicado, pero, ¿cómo negarse a esa sonrisa? Era simplemente imposible.

Qué más daba. Ella también lo disfrutaría.

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¿Tomatazos? :'(
Sí, sí, lo sé, es todo un cliché. Lo lamento, mis niñas hermosas, prometo que para la próxima les dejo algo mejorcito. Estoy apurada. ¡Cuídense y déjenme uno de esos preciosos comentarios que ustedes saben dejar! ;)

 

Advertencia: Posible Ooc.

Dedicatoria: Para KaI Sakka, mi amada infiel, porque ella sabe lo que es sentirse como Kagome. Te adoro, hermosa :3

Luego edito y cambio los guiones. Las adoro niñas, espero les guste.

Drabble 2: Sonrisas tristes

Suspiró con melancolía, sintiendo el vacío de la ausencia hacerse presente tanto en su alma como en el sitio que durante algún momento de la noche compartió con el medio demonio.

Sentada en el frío piso, con sus rodillas a la altura de su pecho, mientras con sus manos se aferraba a ellas en una posición fetal, levantó la mirada al cielo, para luego bajar la cabeza y apretar los puños, con impotencia y rabia.

Luego de lo que había pasado la noche anterior, imaginaba que las cosas cambiarían. Pero la situación en la que se encontraba le demostraba que no. Se sintió sucia, usada… Sin embargo, a pesar de todo, no se arrepentía de nada de lo que habían hecho.

Hacía ya más de una hora desde que estaba despierta. Él se había desprendido del abrazo en el que se habían dormido, y la falta de la calidez que la había arrullado y protegido durante la helada noche había logrado sacarla de su perfecto y ficticio sueño; ese en el que el hanyou se decidía por ella y le juraba estar juntos por siempre.

Bizarra, imposible, adictiva y dañina fantasía… Áh, ¡cuán duro fue el golpe de la realidad al despertar y verse sin él a su lado! ¡Cuán profunda fue la decepción al mirar hacia todos lados y no encontrarlo!

Había adivinado rápidamente a dónde y con quién había ido, y su sospecha había sido confirmada al verse observada por una de las serpientes caza almas de aquella sacerdotisa que había muerto 50 años atrás.

En ese momento, no atinó más que a cerrar los ojos con dolor e incredulidad. Después, con rabia contenida, había dejado escapar un suspiro que rezaba frustración e ira. A medida que pasaron los minutos, el enojo dio paso a un intenso sufrimiento. Poco a poco, este se convirtió en resignación. Si él no la amaba a ella, ¿qué podía hacer? Además, con Kikyo rondando no tenía oportunidad alguna.

―Ah, el pasado… ―había susurrado, mientras sus labios formaban una triste sonrisa- tan presente como siempre.

La sensación de vacío en su pecho y el revoltijo en su estómago habían llegado minutos después, dando paso al resto síntomas causados por el malestar de su corazón.

Un minuto, dos minutos, tres minutos... Y así fueron pasando muchos más. Había pasado todo ese tiempo pensando, y había llegado a la conclusión de que debía poner límites. No sería juego, o plato de segunda mesa. No estaba dispuesta, por más que amara al susodicho.

Otra cosa era que, si bien en un principio había decidido no seguir a las serpientes ―que insistentes la miraban a una distancia prudente― para ahorrarse la desagradable escena de Inuyasha haciéndole mil promesas a Kikyo, estaba a un paso de rendirse. Era masoquista, sí, pero el no saber qué hacían la estaba matando. Necesitaba razón del chico perro.

Finalmente, su resistencia menguó por completo. Miró a las serpientes decidida, a la vez que pronunciaba un firme 'Llévenme con ellos'... Estas obedecieron sin mínima objeción. No fue necesario recorrer mucho; en un claro cercano, mirándose intensamente estaba la parejita en cuestión.

―Kikyo yo... ―había comenzado a decir el hanyou. La miko tan sólo le miró y acercó su rostro al de él, para juntar sus labios en un beso totalmente correspondido. El mundo pareció desaparecer para ambos; Inuyasha ni siquiera se percató de su aroma.

Escondida tras un árbol, Kagome se dejó caer de rodillas. Cerró los ojos y respiró hondo, intentando recuperar las fuerzas. Levantó la mirada y se asomó de nuevo; ya se habían separado, y ahora parecían conversar. No llegó a escuchar ni una mínima palabra, sin embargo, cuando la vista de Kikyo se posó en ella, a la vez que sus labios se movían, para después ver a Inuyasha voltearse y mirarla con sorpresa y dolor, entonces, supo que había sido descubierta.

Recostó la cabeza en el tronco, preparándose para las arrepentidas disculpas disfrazadas de indiferencia que el hanyou le brindaría. Segundos después, las serpientes elevaron a Kikyo, y ascendió por los aires hasta desaparecer. Inuyasha se quedó observándola irse con la mirada perdida, y entonces, se giró hacia ella.

―Kagome, escucha... ―comenzó, pero ella tan sólo lo miró con dolor y resignación― Yo... Lo que sucedió entre nosotros... Te quiero, pero Kikyo y yo...

―No es necesario que lo digas ―dijo con voz baja―. Me iré a casa ―anunció dándose media vuelta y comenzando a caminar.

―¡Espera! ―la llamó; ella se detuvo, se volteó y le dedicó una sonrisa, triste, melancólica, que lo dejó helado.

Al verlo paralizado, la chica cerró los ojos, aún con aquella dolorosa mueca en sus labios. Esperó unos minutos, se giró y empezó a correr, queriendo escapar de aquella situación. Se debía ver tan patética... Así se sentía.

Sintió las lágrimas salir de sus ojos y bajar por su rostro. Su cabello agitarse por el viento que su carrera causaba, y los pedazos de su corazón volverse trizas.

Mientras, el chico se había quedado parado ahí, en una especie de parálisis mental. Un lapsus. Todo había pasado tan rápido... Poco a poco, la realidad le golpeó con fuerza. Sintió el aire escaparse de sus pulmones y sus ojos se abrieron como platos.

El vacío en su pecho se hizo sumamente profundo y se sintió como el ser más asqueroso. Los recuerdos de lo que había sucedido esa misma noche le volvieron a la cabeza y sintió dolor por haberle hecho daño a Kagome, pero la verdad era que durante ese beso que se había dado con ella, sólo había pensado en Kikyo.

Se sintió dividido entre ambas. Amor y amistad, reencarnación y reencarnada. Las dos poseían un pedazo de su corazón sumamente importante y fundamental.

Cerró los ojos con fuerza, mientras sentía el aroma de la joven desaparecer, a la vez que el recuerdo de aquella sonrisa triste le atormentaba. Presentía que sería así por siempre; jamás se perdonaría lo que había hecho. Usar a Kagome, sólo por sus egoístas deseos... Era repugnante.

Dejó que su flequillo cubriera su mirada, mientras apretaba con fuerza los puños. Nada volvería a ser lo mismo y todo era culpa suya.

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Sí, sí, lo sé... Soy una bruja por haberme olvidado de las continuaciones ._____.